Luis Rubiales se sentará en el banquillo por el beso a Jenni Hermoso durante la celebración del Mundial de Australia. Así lo ha confirmado la Audiencia Nacional al rechazar los recursos presentados por el ex presidente de la Federación, el antiguo seleccionador Jorge Vilda, el ex director deportivo de la selección, Albert Luque y el que fuera el responsable de marketing Rubén Rivera.
La sala tercera de lo Penal considera que los hechos que se describen en el auto recurrido por los implicados encajan en la descripción típica de un delito contra la libertad sexual y coacciones.
Además, señala que “las consecuencias jurídicas del beso y del constreñimiento no pueden ser objeto de valoración en este momento”. Los testigos, añade, relatan unos hechos que son susceptibles de encuadrarse en esos delitos y que, por tanto, el desafío probatorio corresponderá a la fase del plenario y no a la instrucción.
En el escrito de acusación, la Fiscalía pide para Luis Rubiales una pena de dos años y medio de prisión por los delitos de agresión sexual y coacciones y para el resto de los implicados un año y medio por esta segunda causa.
El auto del juez Francisco de Jorge, emitido el pasado mes de enero, ya propuso juzgar al ex dirigente de la RFEF al considerar “no consentido” el beso a la jugadora y actuar de una forma “unilateral y sorpresiva”. El magistrado también aseguraba en su resolución que “las presiones sometidas a la jugadora crearon (en la jugadora) una situación de ansiedad e intenso estrés“.
La noche del 29 al 30 de enero, Nic Von Rupp (Lisboa, 1990) sufrió una crisis de pánico. Se levantó con fiebre, vómitos y empapado en sudor frío. "Era una mezcla de ansiedad, miedo y adrenalina", confiesa a EL MUNDO. Azotaba la tormenta Herminia sin piedad la costa portuguesa y traía a Nazaré olas de más de 30 metros. El surfista afrontaba junto a su equipo, Mountains of the Sea, el reto de introducirse en las frías aguas de esta pequeña localidad y, a falta de confirmación oficial, surfear la ola más grande de la historia.
"Cada vez que entras en Nazaré es como si fuera tu primera vez, lo haces con la incertidumbre y el miedo de no saber si surfearás la ola más grande de tu vida o sufrirás una caída de la que no sobrevivirás", apunta Von Rupp. Porque no se trata solo de bajar un monstruo de más de 30 metros lleno de baches, corrientes y rachas de viento que dificultan la práctica de cualquier deporte, sino de entrar en el océano cuando éste te muestra todo su poder. "Es tan brutal que sabes que cada caída puede suponer tu muerte", apunta.
El equipo del luso está pendiente de la medición del Instituto Hidrográfico de Portugal de las dos boyas que proporcionan la información que podría quitar el récord a Sebastián Steudtner. El surfista alemán, también en Nazaré, descendió por un monstruo de 28,57 metros el 24 de febrero de 2024. "Cuando surfeas una ola de ese tamaño es como si pasearas por la montaña más alta del mundo sobre una placa de fino hielo", apunta el posible nuevo récordman.
Pero, récords aparte, para Von Rupp afrontar semejantes condiciones es un reto en sí mismo. Para ello se prepara durante todo el año tanto física como, sobre todo, mentalmente además del "talento y el coraje" imprescindibles. "Quiero ser el tío más preparado en el agua", admite. Y, en días quizás menos aterradores, practica también las líneas que debe seguir para bajar unas rampas como las que proporcionan esas olas y, especialmente, evitar caerse y ser engullidos por esas "gigantescas masas de agua".
Los deportistas, si caen de una ola de esas características, pueden pasar sumergidos en torno a dos minutos de tiempo y Von Rupp define estar ahí abajo como "ser vapuleado por Mike Tyson por todas las partes de tu cuerpo". "El problema es que, del golpe, lo haces ya casi sin aire", explica el surfista de olas grandes y habla de la importancia, sobre todo, de mantener la calma en ese "oscuro túnel" que es como pasar a "otra dimensión".
Esas circunstancias se entrenan en la piscina. Son momentos de superar el pánico, de estar bajo el agua sin oxígeno e, incluso, recuperar la consciencia tras sufrir un breve desmayo. "Tienes que pensar que no pasa nada por estar ahogándote, que tu equipo aún tiene 10 minutos para sacarte y reanimarte", apunta con total normalidad un surfista cuya peor experiencia fue precisamente esa, pero no a él sino a un amigo suyo.
"Lloré como un niño"
"Una de las peores experiencias de mi vida fue cuando vi a mi amigo Alex Botelho sin pulso en la playa tras un accidente en una competición. Afortunadamente, el equipo médico le reanimó y se pudo recuperar en el hospital, pero fue un momento aterrador. Lloré como un niño, algo que no me había pasado nunca", explicó el deportista extremo que menciona, en cambio, su mejor momento como "el silencio" de bajar una ola grande y "encontrarse con la naturaleza".
Son ya 10 años que Von Rupp lleva buscando no sólo encontrarse con la naturaleza sino hacerlo en sus momentos más extremos. Recientemente, el surfista portugués consiguió vencer por equipos en el Tudor Nazaré Challenge junto a su compañero Clément Roseyro. Es precisamente esta marca relojera la que le ayuda a dedicarse al deporte que más ama desde que es un niño. "Soy muy afortunado de trabajar con marcas que representan mis valores como Tudor y su lema Born To Dare (Nacido para atreverse) encaja a la perfección con mi rutina diaria", destaca.
Nic Von Rupp sujeta una tabla de surf.Tudor
El amor de Von Rupp no es sólo por el deporte, sino por el modo de vida que representa. De hecho, pese a haber ganado pruebas internacionales en el circuito de surf, el deportista luso prefirió "seguir su pasión" y abandonar el campeonato para surfear olas grandes. Otro de los momentos de rebelión como el que tuvo con sus padres de pequeño cuando no le querían dejar cambiar el corcho (bodyboard) por la tabla de surf. "Por suerte mi entrenador les convenció", apunta.
Así, Nic Von Rupp seguirá viajando y esperando los swells perfectos para encontrar las olas más grandes. Superará ansiedades, desmayos y momentos de pánico para disfrutar de los 10 segundos de bajada y los días de incertidumbre que supone afrontar monstruos marinos de 30 metros de alto. Su corazón lo tiene claro: "Siento que vivo mi sueño, todo lo que deseé se está haciendo realidad", concluye.
El Juzgado de lo Penal número 4 de Barcelona ha archivado la querella interpuesta por el empresario Jaume Roures contra el ex presidente del FC Barcelona, Josep Maria Bartomeu, y su mano derecha en el club, Jaume Masferrer, que ocupaba el puesto de director de Presidencia.
Roures argumentó, a raíz del denominado caso Barçagate, que ambos eran responsables de los delitos de injurias y calumnias contra él por haber contratado desde el club azulgrana la empresa I3 Ventures con el objetivo de difamar a los enemigos de la junta directiva en redes sociales.
El magistrado Francesc Calls considera que los hechos denunciados por Roures están prescritos y da carpetazo a una causa que ya fue archivada por el Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona y reabierta posteriormente para que se investigara el delito de injurias. La misma juez que instruye el caso Barçagate ya concluyó que, a su juicio, los hechos no eran constitutivos de delito y subrayó que no existen indicios de que Bartomeu y Masferrer contrataran a I3 Ventures para atacar al empresario audiovisual.
Roures les atribuía, sin embargo, haber estado detrás de las críticas que recibió a través de varias cuentas de Twitter y Facebook creadas por I3 Ventures, que fue la entidad que tenía contratada el Barça para monitorizar las redes sociales y analizar la imagen que se proyectaba en ellas del club, de sus directivos, así como de los jugadores del primer equipo. Las referidas cuentas atribuían a Roures episodios de "evasión fiscal", haber "acogido a etarras en su casa" o haber pagado "20 millones para frenar una investigación por soborno en el caso Fifagate".
La magistrada estimó inicialmente que para acusar a Bartomeu y a su mano derecha hacían falta "hechos inequívocos, concretos, determinados y precisos" y éstos no aparecían en este caso. Ahora el juez ha decidido, sin entrar en el fondo de la cuestión, que los hechos supuestamente delictivos están directamente prescritos.