El golpe en el tobillo derecho -un traumatismo directo en el pie, según el propio club- no parecía grave, ni siquiera el colegiado Sánchez Martínez consideró oportuno analizar la jugada en el VAR por posible penalti de Momo Mbaya. Pero las lágrimas de Álvaro Morata y sus gestos de evidente dolor encendieron las alarmas. Fue sustituido inmediatamente por Cunha. A espera de las pruebas médicas, su situación preocupa.
Primero, para el partido clave del martes en Do Dragao, donde el Atlético necesita ganar al Oporto (o lograr el mismo resultado que el Bayer) para disputar al menos la Europa League. Y, mirando un poco más allá, para la disputa del Mundial de Qatar que arranca el 20 de noviembre: Morata es el delantero de Luis Enrique.
Simeone habló de nuevo de la fatalidad de su equipo, de la “cuota de buena suerte” que “no nos está favoreciendo”. Y también de Joao Félix, que celebró con rabia y gestos el gol que, entonces, suponía el empate para el Atlético en Cádiz. “El campo habla y tiene la verdad, Joao hizo un gol con un poco de fortuna, pero con la iniciativa de generar peligro y luego hizo un golazo”. “Fue el más peligroso de todos los delanteros que estuvieron en el campo”, concluyó.
“Necesitamos mejorar en la faceta mental, en el temple y en la ansiedad, porque si no parecería que todo va a terminar mañana y queda mucha Liga, falta la Copa y la oportunidad estar en la Europa League. Así que tranquilidad”, señaló el técnico en rueda de prensa tras el partido.
El Cholo también tuvo palabras para Pablo Barrios, el canterano que ayer debutó con el Atlético. El centrocampista sustituyó a un Kondogbia que también se fue dolorido. “Lo ha hecho muy bien valoró su técnico”. El Cádiz no ganaba en casa al Atlético desde la temporada 88/89.
Al final de un estrecho pasillo al que hay que llegar obligatoriamente descalzo, una niña de 11 años grita como poseída mientras ejecuta eléctricas patadas al cuerpo del oponente. Jesús Ramal la observa con orgullo y atención. Podría ser la nueva Adriana Cerezo, que también llegó con 11 años a este santuario escondido en San Sebastián de los Reyes, cuando ella se encontraba en plena crisis de ansiedad competitiva, en un mar de dudas que pronto se resolvieron: a la semana se subió a un avión rumbo a Finlandia para convertirse en poco tiempo en la perla del taekwondo español, inesperada medalla de plata en Tokio con sólo 17 años, ambición de oro en París dentro de unos meses.
En el gimnasio Hankuk la energía es contagiosa. Deambulan jóvenes sonrientes que bromean y se abrazan y que al cabo se transforman en fieros púgiles a las órdenes de Ramal y de Suvi Mikkonen, la presidenta, la otra clave de esta fábrica de talentos, la ex taekwondista olímpica finlandesa que junto a Jesús ideó un proyecto que ya es referente mundial. «Aquí si no eres campeón de Europa, realmente estás fuera de lugar. En el último campeonato de España, de las ocho categorías femeninas, el club ganó seis. Eso nunca ha pasado», presume el entrenador, que a los próximos Juegos acudirá con dos claras opciones de medalla al Grand Palais de los Campos Elíseos, la de Adriana, por supuesto («si está bien, es imparable»), y la de Viviana Marton, una de las gemelas (Luana, campeona del mundo, se quedó a las puertas en el reciente Preolímpico europeo de Bulgaria que ganó su hermana en la categoría de -67 kilos); dos húngaras nacidas en Tenerife que son la viva imagen de la ambición. En París, Viviana competirá por la Hungría de sus padres, pero después ambas lo podrían hacer por España.
Pero hay más, sobre todo futuro. Está Marta Calvo (hermana de Eva, medallista de plata en Río 2016). Están Iker Abad y Jesús Fraile, campeones de Europa sub 21. Y Elsa Hernández, Lena Moreno, Laura Rodríguez, Sofía García... «La idea es que todo explosione en el 2028. Apuntamos alto». Un grupo de élite en el que tienen el apoyo de cuatro entrenadores, cuatro fisioterapeutas, un departamento de medicina, un preparador físico, un entrenador mental, un nutricionista... «Esto es algo distinto. Es como una familia, pero lo más profesional posible. Buscando ayudas para crecer, para crear una cultura del deporte y del esfuerzo. Eso es complicado, ni muchos centros de alto rendimiento lo tienen», pronuncia Cerezo. «Se ha creado una estructura. Queremos que se sientan profesionales. Y queremos seguir avanzando con patrocinios, mecenazgos... Hay una enorme motivación y un ambiente enriquecedor. Y se lo pasan bien», remarca el gurú Ramal, un entrenador hecho a sí mismo, que heredó el club que fundó el gran maestro coreano Han Seon Moon en 1977, el pionero de la introducción de este arte marcial en España (Hankuk significa Corea en coreano).
Y que forjó su método junto a Mikkonen, su pareja, con la que acudió a los Juegos de Londres (diploma) y de Río. Trabajó 11 años para el Comité Olímpico de Finlandia, como seleccionador, acumulando experiencias. «Allí estaba el centro de investigación, con fisiólogos, nutricionistas, muchos profesionales... Eso abrió un mundo a Jesús», cuenta Suvi, que reivindica una filosofía: «No nos da miedo soñar a lo grande. Esto es algo más que un club. La base es cuidar la salud de los deportistas. Que cuando llegue el resultado, si es que llega, que sea con alguien sano y fuerte, que sea positivo en su vida. Es decir, que no haya sufrimiento en el proceso, que cuando ellas y ellos miren atrás piensen que lo han disfrutado. Los que ganan el oro son los que fluyen, los que disfrutan».
Y el paradigma de todo eso fue y es la sonrisa de Adriana. Aquella niña que conquistó a todo un país en Tokio, avanzando de ronda en ronda, de paliza en paliza, hasta la final cuando nadie la esperaba todavía, talento adolescente. Allí perdió contra la tailandesa Panipak Wongpattanakit por un detalle y lloró de rabia y pidió perdón y emocionó a toda España. «La primera vez que la vi, pensé: 'Es una bestia'», rememora Jesús de su pupila, a la que el retraso de los Juegos a causa de la pandemia le hizo llegar a Tokio con la edad justa, la más joven de toda la expedición nacional. «Adriana nos subió mucho, la gente nos empezó a prestar más atención. Sobre todo por la forma en que lo hizo. Su sonrisa contrastaba con todo el asunto Simon Biles, que estaba sucediendo a la vez. Demostró que el alto rendimiento no está regañado con la salud, ni física ni mental», expone Ramal, que reivindica: «La niña no apareció, tenía una base atrás. En el 2019 hizo 69 combates, con 68 victorias y una derrota. 18 campeonatos, 17 oros y una plata...». «Yo a Tokio no iba a probar, iba a ser campeona olímpica. Estaba flotando», recuerda Cerezo, a la que en el Hankuk International School todos llaman 'La Bicho'.
Cuando le preguntan por su secreto, el madrileño Jesús sonríe y se explaya. Y sigue reflexionando sobre la salud física y mental de sus deportistas, la «neurociencia aplicada al deporte». «Muchas veces yo soy el primero que presiono y tengo dudas de dónde están los límites. La línea es fina y difícil. Hay que cuidarles, es un trabajo holístico. Si tienen exámenes, si han tenido un problema personal... Todo hay que tenerlo en cuenta. Una microlesión te puede parar una semana. Y vas mejorando cuanto más puedes entrenar. Por eso es mejor bajar un poco y estar siempre óptimos», explica y hace hincapié en la parte lúdica, la diversión como pilar, los «entrenos agradables»: «Cuanto mayor es la exigencia, mejor te lo tienes que pasar».
Ramal se apoya en su experiencia y en sus viajes, en el mindfullness -«meditar no como monjes budistas horas y horas; es simplemente parar 10 minutitos. Porque no sabemos parar, con los móviles, las redes sociales...»-, en lecturas y documentales motivacionales que comparte con sus alumnos para «meter en su mente mensajes positivos». Porque los quiere, sobre todo, poderosos, «empoderados». «Mi objetivo es que salgan de aquí cada día como si hubieran hecho el mejor entrenamiento de su vida. Que el entreno sea el mejor momento del día: preparo todo para ir al gimnasio, donde me voy a expresar libremente. Y que en cada patada que den, les vaya la vida en ello», describe con entusiasmo.
«¿Cuándo has entrado que has notado?», interroga Jesús al periodista. «Energía». «¡Eso! Eso lo ve un rival y piensa: 'Esto es algo más'. Por eso he adaptado, por ejemplo, la haka de los All Blacks a nuestro calentamiento, para que sea una activación pura. Aplico aspectos de muchos deportes».
Joventut 73 Real Madrid 83
LUCAS SÁEZ-BRAVO
@LucasSaezBravo
Actualizado Sábado,
10
junio
2023
-
20:48Ver 1 comentarioLos blancos se imponen en el Olímpic...
Había ganado Unicaja en el Palau para ahondar más en la tristeza del Barça, fuera de la Final Four. Para meter presión a su rival, quien lo diría, por el liderato de la Liga Endesa. Y el Real Madrid sucumbió después en La Fonteta y perdió la cabeza de la ACB a falta de una jornada. Los malagueños, que reciben el domingo al descendido Palencia, dependen ahora de sí mismos. Aunque seguramente no fue la pena más grande para Chus Mateo. "Lo peor de todo", en palabras del técnico blanco, fue la lesión de Gaby Deck a falta de cinco minutos. [99-93: Narración y estadísticas]
Se fue el argentino con las manos en el rostro, paralizado desde el mismísimo instante en que su compañero Yabusele le cayó encima y su rodilla derecha hizo un extraño. Quizá fue el dolor y seguramente fue el recuerdo. Hace un año, en Belgrado, fue Zach Leday el que, también involuntariamente, arruinó su temporada, esta vez en la otra rodilla. Se perdió la Final Four. Ahora aguarda veredicto médico.
El estupendo duelo por el liderato dio un vuelco en la penúltima jornada. Pocas veces fue tan honrado ese primer puesto que no garantiza nada, apenas el factor cancha en todos los playoffs. Pero Madrid y Unicaja están empeñados en llevarlo hasta el último suspiro y así será, pues este domingo se resolverá todo. Los malagueños, en su ola particular, vencieron en el Palau con una canasta final de Kendrick Perry. Los blancos, ausentes en defensa, no pudieron hacer lo mismo ante un Valencia con un acierto insólito: acabó con 15 triples de 20 intentos.
Algunos de ellos en el mismísimo desenlace, donde contrastaban las canastas naranjas y los fallos blancos. Ahí, con Justin Anderson pletórico, tuvieron los locales la máxima y no soltaron presa. Pradilla se sumó al carro del acierto y Chris Jones, el mejor de la noche, sentenció. El Valencia Basket no ganaba al Madrid en la Fuente de San Luis en partido liguero desde abril de 2013. Los de Xavi Albert pelearán el domingo por acabar terceros.
El duelo había sido un intercambio constante, ritmo agotador, con los ataques imponiéndose claramente a las defensas y una estupenda intensidad en la que ninguno de los dos era capaz de distanciarse demasiado. A ambos les ha dado un respiro la Euroliga, los taronjas sin playoffs y los blancos, que han disputado un partido en los últimos nueve días, resolviendo por la vía rápida ante el Baskonia su billete a Berlín. Y esa frescura se reflejó en el juego.
El Madrid ajustó algo su defensa en el segundo cuarto, pero le seguían penalizando las pérdidas ante un Valencia sin Brandon Davies pero con el mando de Chris Jones y la confianza recuperada de un colectivo que, desde la llegada al banquillo de Xavi Albert en lugar de Alex Mumbrú, ha ganado cuatro de los cinco últimos partidos. Eso se reflejaba en el acierto exterior, en los triples de Ojeleye, Jovic e incluso Inglis, que siguieron tras el descanso y por momentos desesperaron al Madrid.
"No hemos defendido nada. Hemos permitido demasiadas licencias", concluyó Chus Mateo, quien tras la alegría del pase a la Final Four ve cómo se le aleja el objetivo del liderato ACB. El domingo recibe al Baskonia sin depender de sí mismo.