Kilian Jornet: “Al salir, lo más probable era que no terminara”

Kilian Jornet: "Al salir, lo más probable era que no terminara"

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La vida de Kilian Jornet (Sabadell, 36 años) ha estado siempre ligada al deporte y a la montaña, el lugar donde “disfruta”. Después de estar el año pasado en los Pirineos, se planteó el reto Alpine Connections: enlazar el mayor número de ‘cuatromiles’ en Los Alpes (82 posibles), sin ningún vehículo motorizado y donar después todos los datos a la ciencia para estudiar los límites del cuerpo humano. Sólo ha necesitado 19 días para conseguirlo.

Mucha gente se pregunta, después de lo que ha conseguido, si usted es humano ¿Le ha dado tiempo a asimilar lo que ha conseguido?
Al final sí, sin duda. Para conseguirlo es por lo que entrenamos y nos preparamos, para que estos retos sean posibles. Creo que va a tomar tiempo asimilarlo, también la parte más emocional porque son muchos días muy concentrado, con un ritmo de vida muy especial donde la alerta es muy alta. Por ahora estoy disfrutando de volver a casa unos días tranquilo, aunque tampoco puedes relajarte mucho porque tengo dos niñas pequeñas y tienes que estar al 100% con la rutina diaria.
¿Qué le han dicho sus hijas de todo esto?
Bueno, todavía son pequeñas, sólo tienen tres y cinco años. Para ellas es normal que su padre y su madre vayan al monte a correr. Papá sólo estaba escalando durante unos días y ya está. Ese es su día a día, vernos a nosotros subir montes.
¿ Cuándo decide empezar a plantearse este tipo de retos?
Éste en los Alpes lo empecé a pensar el año pasado, cuando conseguí un reto similar en los Pirineos encadenando ‘tresmiles’ y donde realmente lo sufrí, pero lo disfruté mucho. El hecho de estar varios días haciendo actividades un poco técnicas y encadenadas durante muchas horas hizo que me surgiera un poco la idea. Cuando viví en los Alpes ya hacía travesías de 40 o 50 horas encadenando cimas y después de estar en los Pirineos, esa idea que tuve de enlazar dos o tres picos, derivó en encadenarlos todos juntos y durante este invierno le di un poco de forma a esta idea para poder empezar ahora.
¿Qué sintió cuando llegó a la última cima en Ecrins, Francia?
La verdad es que tampoco es como una carrera, donde sí que hay una explosión de adrenalina. Es más una satisfacción profunda porque han sido muchos días. Después de la etapa del MontBlanc, que era la parte con más riesgo, pude respirar un poco y pensar: “Ahora quedan tres cimas que físicamente son largas, pero donde mentalmente voy a estar más tranquilo porque es más difícil que me quede aquí”. Yo creo que fue eso, una sensación de placer al saber que ya se terminaba y que, por la mañana, no tendría que estar 20 horas por el monte. Recordar todos los momentos vividos: las salidas y puestas de sol, las aristas.. y dejar atrás los momentos duros que había pasado.
Al final de la última etapa su equipo le estaba esperando abajo con unas pizzas para celebrarlo ¿Cómo fue ese momento?
Sí, claro, llegas a la cima pero luego hay que bajar. Y allí estaban Mateo y Benjamin, dos compañeros. Pero tampoco hablamos mucho. Un poco de gracia y tal, pero poca cosa. Comimos casi en silencio y nos fuimos a dormir porque estábamos cansados.

Kilian Jornet en la etapa 11 del reto Alpine Connections.Nick Danielson

Se planteó este desafío para estudiar los límites de tu cuerpo ¿Dónde está el suyo?
Creo que es muy interesante poder estudiar la fisiología sobre cuáles son los límites del cuerpo humano y la mente. Intentamos ver a nivel fisiológico, metabólico o cognitivo qué es lo que sucede durante un esfuerzo de este tipo. Ahora queda ver los resultados, porque se recogen muchos datos durante las etapas pero hay que analizarlos y visualizarlos para sacar conclusiones. Al final, aparte de esa satisfacción personal de ganar carreras o hacer proyectos, es interesante entender cómo funciona el cuerpo humano.
Lleva toda su vida ligado al deporte ¿Cómo encuentra la motivación para seguir?
Primero que es lo que conozco. Es lo que disfruto, donde me encuentro a gusto. Si tengo que pasar un día o dos en la ciudad, ya me encuentro mal, no sé dónde estoy…no es mi lugar. Dónde me siento bien es en la naturaleza. Al final, lo que me hace disfrutar es entrenar e ir al monte. Creo que si te tienes que forzar para conseguir motivarte en algo es que realmente no te aporta. Es muy fácil motivarme para ir al monte porque es lo que quiero hacer cada mañana cuando me levanto, lo que es difícil es hacerlo para ir a la ciudad o para hacer cosas así. Ahí sí que necesito encontrar razones muy muy buenas para encontrarle sentido.
¿Cómo se preparó mentalmente para un proyecto como éste?
Primero, la preparación viene con la experiencia. Poder estar “cómodo” en situaciones que no lo son. No estar estresado. Si te encuentras en lugares en los que puede haber una caída de piedras o un terreno con peligros objetivos; es importante no estresarse, mantener la calma y seguir tomando las pequeñas decisiones de forma correcta. Hay que estar calmado y que el estrés no te haga tomar decisiones precipitadas, porque al final te va la vida en ello. La dificultad del proyecto era que iba a estar muchas horas en ese tipo de estado mental y muy concentrado. La preparación viene de antes: concienciarte de que va a ser así, que no sea una sorpresa y que lo lleves asimilado. También creo que depende un poco de cada uno: yo soy una persona bastante calmada y cuando hay algún problema o situación un poco arriesgada, al pasarla me relajo más fácilmente. Eso también ha sido clave para poder conseguir este reto.
¿Alguna vez pensó que no lo iba a conseguir?
Sí, desde el minuto uno. De hecho cuando salí sabía que lo más probable era que no terminara. Por la amplitud del reto, porque me podían pasar muchas cosas físicamente, por las condiciones… Creo que lo interesante es hacer retos que sabes que van a ser difíciles de conseguir. Si vas a hacer algo que sabes que vas a terminar, tampoco tiene mucho sentido, en mi opinión. Durante todo el reto, no sabía si podría llegar hasta la próxima cima.
¿Cómo afrontaba el día a día? ¿Tenía el objetivo en mente desde primera hora de la mañana?
Básicamente no me lo planteé tanto por días, sino por macizos. Es decir, aquí en los Alpes hay cuatro picos que están separados: el Bernina, Weissmies, Ecrins y Grand Paradiso, a los que quería ir en bici, subir, bajar y volver otra vez en bicicleta. Pero luego hay tres macizos que son el Oberland, Valais y MontBlanc, donde hay muchas cimas y aquí quería llegar, estar un tiempo encadenando picos y bajar de nuevo. Una vez dentro, el plan era ir ascendiendo y, o bien esperar a que se hiciera de noche e ir a un refugio para dormir, o ir hasta un punto donde pudiera esperar más horas porque, por las condiciones, era mejor salir de noche o con luz. Aunque realmente, una vez entraba, debía ir tirando sabiendo que había sitios donde no podía parar y aprovechar los refugios para descansar un poco.
Ha tenido que adaptarse constantemente al clima o a imprevistos como aquella llamada de la policía noruega ¿Cómo gestionó esos momentos? ¿Le generaba más tensión?
Bueno, sí que hay dos situaciones que generan frustración. La primera y algo más frustrante, cuando llegas a un sitio, se pone a llover, no se puede subir y hay que dar una vuelta que te va a llevar 15 horas. No te satisface, pero lo haces. Al final piensas: “Bueno, es que estamos aquí para hacerlo, para probarlo y hay que verlo positivamente”. Yo siempre digo para intentar motivarme que a más kilómetros, más diversión. Cuando hay problemas, tratas de responder de forma optimista. Vas a ver cosas nuevas, ¿Qué quieres que te diga? Después, hay otras situaciones que son más de riesgo, donde estás algunos minutos tratando de luchar por sobrevivir. Ahí intentas ser muy ágil para tomar la decisión correcta y decidir si me escondo aquí, salgo por allí o hago esa técnica de cuerdas para evitar el peligro. En ese momento es la adrenalina básicamente lo que te hace salir y tampoco piensas en nada más. Estás en el momento, no hay futuro ni pasado. Una vez superado, toca buscar la mejor opción para que no vuelva a ocurrir.
Uno de los aspectos más complicados habrá sido gestionar el sueño…
Sí, había bastantes días que dormía poco, una hora y media o dos horas entre tiradas. Quería gestionarlo sabiendo lo que me iba a encontrar porque el año pasado en los Pirineos también dormí poco. Básicamente vas a un ritmo autómata, ni rápido ni lento, pero te mantienes sabiendo que a los tres o cuatro días, si las previsiones se mantenían, iba a poder dormir unas cinco horas, y ahí ya puedes recuperar muy bien. Consistía en saber que había días en los que iba a dormir muy poco e iba a estar cansado y adormecido. Un par de veces, que tenía mucho sueño, tuve que pararme a dormir 15 minutos y eso ya te da un un subidón para continuar.
¿Qué importancia ha tenido su familia y su equipo?
El equipo que me siguió era pequeño, pero nos conocemos muy bien. Con mi familia bajamos todos juntos para la carrera en Sierre- Zinal antes de comenzar y se quedaron conmigo una semana. No me fueron siguiendo los primeros días porque yo estaba 20 horas en el monte, pero sí que fue bonito, al bajar a Valais, poder estar unas horas con ellos jugando antes de que se volvieran. Luego mi madre, que estaba con ellas, se quedó hasta el final de la etapa. Fue bonito porque yo empecé desde pequeño a hacer montaña y con ella, íbamos recordando anécdotas: “Aquí cuando tenías 10 o 12 años, subimos hasta esta cima y estaba así y ahora no…”. En el equipo también estuvo Aina, que es una chica que ha venido a bastante retos y se aseguraba de que al bajar del monte, tuviera comida, un sitio para dormir y de coordinar un poco a los tres a cámaras que estuvieron conmigo.
Ha sido el proyecto más complicado de su carrera, pero ¿Cuál es el momento que más ha disfrutado?
Muchos. La verdad es que el 90% fue disfrute puro. En tantos días hay momentos increíbles sobre todo en salidas, puestas de sol…etc., pero si me tuviera que quedar con uno, quizá fuera en la subida del Weisshorn que, para mí, es una de las montañas más bonitas de los Alpes. Fue al atardecer, en el último día en Valais, después de cinco días casi sin parar por las montañas…pero me encontraba muy fresco, como que flotaba subiendo esa arista. Había un efecto de espectro de Broken y ves tu sombra con un arco iris durante toda la subida, que es larga. Es un momento que realmente, no sé, te notas flotando. Sientes que existes y que no existes al mismo tiempo y yo creo que por esos momentos ya vale la pena plantear estos proyectos.
Ha comentado que la montaña “enseña paciencia y el valor de esperar el momento” ¿a qué se refiere?
Muchas veces te tienes que dar la vuelta, aunque aquí ha salido todo bastante bien. Sí que ha habido situaciones que me han ayudado para seguir adelante, pero, en general, la mayoría de ocasiones cuando tienes proyectos ambiciosos tienes que volver otra vez a probarlo, aprender, ver lo que no ha salido bien para volver a empezar. Aunque tenga una idea muy clara y esté entrenado, hay muchos factores que pueden salir mal y no por eso es un fracaso. La montaña sigue allí. Lo importante es ser paciente y esperar que todo fluya para que salga bien. Si lo forzamos mucho, lo más probable es que nos quedemos en la montaña. Cuando terminas un proyecto te das cuenta de que aquello que determina que sea un fracaso o un éxito no es conseguirlo, sino vivirlo. Algunos proyectos que no he terminado, siento que han sido como éxitos por lo que he vivido y proyectos que han salido bien, tampoco me han aportado mucho emocionalmente. Entonces, la definición de éxito y fracaso en la montaña muchas veces es distinta al objetivismo que podemos tener como sociedad.
¿Tenía en la cabeza el récord de los 60 días durante el desafío?
No, porque que hablar de récord para mí no tiene ningún tipo de sentido. Las condiciones cambian y la filosofía de cada uno es un poco distinta. Por ejemplo, el primero que lo pensó fue Pierre Beghin y quería hacerlo en 82 días, pero él fue el pionero, el que lo pensó y buscó el recorrido. Cuando lo hizo Nicolinni, que es muy buen amigo, sí que tenían la filosofía de ir de macizo en macizo, subiendo y bajando todas las cimas. En cambio, Ueli Steck iba más con el parapente y encadenando. Para mí consistía en llegar al macizo y enlazar todas las cimas de cada macizo. Es decir, la estética en este tipo de retos es para mí mucho más importante que el tiempo y cada uno de los que hemos hecho este tipo de proyectos, hemos buscado una estética distinta. Ni en el planteamiento ni durante la ejecución, en ningún momento se me pasó por la cabeza.
Ahora se encuentra descansando, pero ¿tiene más planes en mente?
Ideas siempre hay muchas y cuando haces un reto así, lo bueno es que te das cuenta de que algunas cosas son posibles que antes no pensabas. Pero no, no hay nada en concreto. Ahora toca descansar y empezar a mirar qué es lo próximo, porque ideas hay mil, pero hay que buscar la logística. Tratamos de viajar poco por razones medioambientales y cuando lo hacemos, buscamos que sea con la familia y no estar mucho tiempo fuera de casa… Nos planteamos retos que se adecúen un poco a esto. He estado años en el Himalaya, donde puedes vivir muchas aventuras, pero haciendo retos en los Pirineos o en los Alpes puedes encontrar cosas igual de interesantes. A veces no hay que pensar en ir muy lejos para encontrar aventuras atractivas.

kpd