Lo que no llegó a conseguir Bobby Fischer acaba de conseguirlo la primera nevada del otoño en Moscú. Un resbalón ha puesto en jaque al gran campeón mundial de ajedrez Anatoli Kárpov, y le ha mandado a la Unidad de Cuidados Intensivos del pabellón de neurología del hospital Sklifosovski de Moscú, uno de los centros médicos más prestigiosos de la capital rusa.
Todo ocurrió en torno a la medianoche del pasado viernes, cuando Kárpov, de 71 años y diputado por el partido de Vladimir Putin, Rusia Unida, abandonaba una cena en el Hotel Ritz, con motivo del Día de la República de Kazajstán. En la noche moscovita el general invierno, aunque tarde, empezaba a hacer acto de presencia con sus primeros copos de nieve y placas de hielo. Un chófer esperaba al político y gran maestro del ajedrez en el patio de la Duma estatal, a tres minutos a pie del Ritz, cuando Kárpov, de 71 años, se resbaló y se golpeó la cabeza contra la acera.
Pero un gran campeón de ajedrez durante la guerra fría, y ahora aliado de Putin, no se puede golpear la cabeza contra el suelo así como así, y menos en plena invasión de Ucrania, con lo que no tardó en desatarse una versión alternativa: simpatizantes proucranianos le pegaron una paliza, aprovechando que Kárpov siempre se desplaza sin escolta.
Numerosos medios, especialmente de la disidencia, no tardaron en hacerse eco de esta versión, impulsada por el jefe del Movimiento de Empresarios de Rusia, Andrey Kovalev, quien dijo: “Está en estado crítico en el hospital. Dios lo bendiga. Oramos por la salud. Qué buena persona. Espero que se encuentre al villano“.
Su hija Sofía, su esposa Natalya Bulanova, su asistente Albert Stepanyan, y hasta el jefe de relaciones públicas de la Federación Rusa de Ajedrez, Kiril Zangalis, salieron a desmentir esta versión, pero ya era demasiado tarde. Además no coincidían sobre dónde habían ocurrido los hechos: unos en su casa, otros en la Duma. Tampoco sobre el estado de salud de Kárpov: que si estaba en coma por la paliza, que si por un accidente cardiovascular, que si por la caída, que si se había roto el fémur izquierdo, que si la cadera. Ni tampoco sobre cómo había salido el gran campeón de la cena. Algunos medios rusos no sólo no dudaban en decir que muy borracho, sino que incluso facilitaban la tasa de alcohol en sangre.
Entre los hechos probados se encuentran que Kárpov se pasó todo el viernes en su oficina en la Duma, la 505. Que en algún momento recibió la llamada de la Embajada de Kazajstán para confirmar que vendría a la cena, y que dijo que sí. Que sobre las 18 horas salió del edificio por las escaleras de Okhotny Ryad portando un paquete con dos botellas de leche, queso y crema agria que le había regalado un diputado. Que subió a un coche que le llevó a casa, que se cambió de ropa, y que se fue a la fiesta del Ritz.
Su esposa desmintió cualquier herida más allá del golpe en la cabeza, así como que estuviera en coma. Tras su visita del martes por la mañana declaró: “Está consciente, muy activo, no siente ningún dolor y está enfadado porque se quiere ir a casa y no le dejan. Los médicos dicen que todavía es pronto, pero que probablemente le darán el alta a finales de semana”.
Kárpov nació en los Urales. Su padre, ingeniero de minas, enseñó a Tolia, que era como le llamaban en casa, a jugar al ajedrez a los cinco años. No tardó en convertirse en gran maestro al tiempo que se doctoró en Ciencias Económicas. Ocupó el trono del ajedrez mundial entre 1975 y 1985, tiempo que aprovechó también para afiliarse al PCUS, y después entre 1993 y 1999.
La primera vez debido a la renuncia de Bobby Fischer. Quien se negó a defender el título ante él porque la FIDE no aceptó que se jugara sin límite de partidas. Sistema que se siguió años después. Su sucesor fue Kaspárov con quien viviría los duelos más apasionantes de la historia de este deporte, con un balance de 21 a 19 para Kaspárov y 104 tablas. Alguna de ellas llegó a suspenderse en mitad de la partida por la Federación Internacional para no dañar la salud mental de los jugadores.
A muchos jugadores no les acababa de cuadrar que Kárpov estuviera borracho. Entre ellos al gran campeón y discípulo Sergey Karyakin, quien dice estar en contacto permanente con el entorno del gran maestro, y hace de enlace entre éste y el mundo del ajedrez. Hace escasas semanas Karyakin se enfrentó en Moscú a Paco Vallejo, quien además cuenta en su currículum haber militado en el equipo de Kárpov, e incluso haberle ganado la única vez que se enfrentaron: “Por lo que me han dicho está mejor, espero que se recupere pronto. No sólo es un ídolo en el mundo del ajedrez, sino que también ha sido un gran promotor, visitando más de cien países”.
El accidente ha servido para exponer la posición de Kárpov con respecto a la guerra de Ucrania. Se trata de uno de los 490 diputados sancionados por la Unión Europea por apoyar la guerra, de lo que se defendió en marzo en una carta dirigida a George Bertola, director de la revista francesa de ajedrez Europe Échecs: “No he votado a favor de la guerra, como ustedes afirman, es mentira”. Lo que sí voto, el 15 de febrero, a tan sólo nueve días del inicio de la invasión, fue a favor del reconocimiento de la independencia de las provincias ucranianas de Lugansk y Donietsk.
Kárpov es Ciudadano de Honor de Ucrania por su labor tras el accidente nuclear de Chernóbil, y ha recibido las más altas condecoraciones de este país a manos de varios presidentes. Él y Kasparov, este opositor a Putin y exiliado en Nueva Yok, donaron 660.000 dólares de los premios por título mundial de 1986 para las víctimas del accidente nuclear de Chernóbil. También es embajador de UNICEF para los países del Este europeo. “Declarar que Kárpov es enemigo de Ucrania y del pueblo ucraniano es ignorar totalmente la realidad”, se desahogó en su carta a Europe Echecqs.