Jordi Alba marca un gol de campeonato

Jordi Alba marca un gol de campeonato

LaLiga Santander


Barcelona 1 Osasuna 0

Actualizado

El carrilero azulgrana marca en el ocaso ante un Osasuna que jugó una hora en inferioridad y arrima al Barcelona al título de Liga

Jordi Alba celebra su gol con Pedri.JOAN MONFORTAP

La incomprensión puede ser incluso más dolorosa que el odio.

Jordi Alba lleva 11 años en la primera plantilla del Barcelona, pero nunca logró adquirir la categoría de ídolo por mucho que cueste encontrar carrileros más productivos que él en la historia del club. Ni siquiera le sirvió ser el mejor socio de Leo Messi en los tiempos de bonanza. Siempre pesaba más su porte enfurruñado, sus maneras de chico de extrarradio enfadado con el mundo, su desesperación en los derrumbes continentales. Cómo olvidar sus lágrimas en el vestuario de Anfield la noche del 4-0. Pero ha sido esta temporada, con el club presionándole para que se fuera de una vez, no tanto por la edad sino por su salario, cuando Alba ha demostrado que, hasta la fecha, nadie había sido capaz de entenderlo. Piqué huyó cuando perdió su puesto. Alba, en cambio, resistió y calló. Presenció la irrupción de Balde en un puesto que dejó de ser suyo. Y frente a Osasuna, con el brazalete de capitán que le prestó Busquets anudado al brazo, marcó un gol de campeonato. Un gol al límite que propulsa al Barça hacia el título. Un gol con el peso emocional suficiente como para justificar una carrera.

Antes de semejante explosión, antes de que Jordi Alba se pusiera a besar el escudo como si fuera la primera vez que coincidieran en el lecho, el Barcelona tuvo que pasar las de Caín para encontrar la red pese a enfrentarse a un Osasuna en inferioridad desde el minuto 26, cuando fue expulsado Herrando. Remató hasta 21 veces, aunque sólo en cuatro ocasiones tuvo que intervenir el portero Aitor Fernández. Ansu, cada vez más nervioso, no lograba poner el pie recto; Dembélé remataba al suelo; a Ferran Torres no le sonreían los rebotes; y Lewandowski, que también lucha por el Pichichi, bien estuvo lento ante los pases de Pedri, bien no tuvo suerte. Porque cuando por fin marcó, se encontró con que Ferran estaba en fuera de juego.

Acabó alcanzando la meta el Barcelona ante un Osasuna que acabó defendiéndose con tres centrales en su área. Lewandowski encontró la calma necesaria, De Jong, quien mejor vio el fútbol en toda la tarde, asistió de cabeza, y Jordi Alba enfocó por fin con la zurda a cinco minutos del final.

Supervivencia

Poco se le podía reprochar a Osasuna ante su demostración defensiva en el primer acto, y su instinto de supervivencia en el segundo. Había comparecido además en el Camp Nou con un equipo minimizado por las ausencias. Aunque poco se notó. Jagoba Arrasate, que el próximo sábado afrontará la final de Copa frente al Real Madrid, el partido más importante de la historia del club rojillo, no dudó en reformular su equipo. Habían quedado fuera Abde [cedido por el Barça y atado a la cláusula del miedo], el sancionado Moncayola o los lesionados Nacho Vidal, David García y Brasanac. Aunque también descansaron de inicio Aridane, Juan Cruz, Moi Gómez, Budimir o Kike Barja.

Por contra, formaron en Osasuna tres chicos del filial para que se curtieran en la inmensidad del Camp Nou: Iker Benito, Diego Moreno y Herrando. Al primero se le vio descaro, pero poco podía hacer tan solo en la llanura. El segundo, responsable del lateral derecho, no lo pasó bien con Balde, pero le arrebató un gol a Ansu. Y el tercero, un central espigado y de espalda imponente, pagó su inexperiencia. Tras un pase de De Jong a Pedri para que éste se marchara solo hacia la meta, Herrando, sin reparar en el mal control del canario, se desentendió del balón y optó por derribar a su oponente. La consecuencia fue la roja, el castigo, el recuerdo.

El Barcelona, que en su duelo contra el Betis ya jugó una hora con un futbolista más, no encontró esta vez tan fácil la luz. Arrasate retrasó a Pablo Ibáñez a la retaguardia, donde Lewandowski chocaba sin éxito. Luego se lo complicó aún más con Aridane. Y Xavi, que no se cansaba de gritar a Raphinha que no provocara un atasco mayor arrimándose al centro -Dembélé le hizo más caso a su entrenador-, tuvo que dar cuerda a Ansu Fati porque un tirón muscular estaba haciendo la puñeta a Gavi.

No tuvo peor enemigo el Barça que su propia ansiedad. Pero tal es la determinación del equipo de Xavi Hernández en la dificultad -ahí queda el 1-0 como santo y seña de este equipo-, que no desistió hasta alcanzar el triunfo. Visto cómo celebró el Camp Nou el gol de Jordi Alba, quedan pocas dudas acerca de la necesidad que tienen el club y su gente de una felicidad esquiva.

Aunque la incoherencia pesa. El Barcelona esperó a que acabara el partido para anunciar la desvinculación de su director de fútbol, Mateu Alemany, mientras el gobierno de JoanLaporta prometía que cerrará igualmente las operaciones del verano. El despropósito, siempre al acecho.

kpd