Justo, trascendente y soberbio triunfo del Atlético de Madrid . Por fe, un espíritu indomable que fomenta el diácono Simeone, el Atleti ha sido capaz de despechugar al Real Madrid en dos partidos épicos, en Liga y Copa.
Se dice que cuando te gana un
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Reinildo Mandava (Beira, 1994) sonríe. Sonríe todo el rato. Y eso puede ser lo normal en un futbolista de élite, que lo tiene o parece que lo tiene todo. Pero sólo Reinildo y su familia saben lo que ha sufrido para llegar hasta aquí. Tanto, que al recordarlo parece a punto de romperse en medio de la entrevista, pero la sonrisa siempre termina volviendo. Porque Reinildo siempre saca el lado positivo de las cosas y nunca, nunca, se rinde. ¿Les suena?
¿Qué siente cuando suena el himno de la Champions?
Es algo que no se explica, en el momento es increíble, pelos de punta y una fuerza que no sabes de dónde viene. La Champions es algo especial.
Leipzig, PSG, Lille, ¿cree que el sorteo ha sido difícil o benévolo?
Nos ha tocado esto y estamos ahí para trabajar y pelear partido a partido y a ver lo que sale al final.
¿Se quedó con la sensación de que se pudo hacer más con el Dormund?
Sí, todos nos quedamos con ese feeling porque se notaba que podíamos haber hecho un poquito más, al final el fútbol es así. Cabeza arriba y a trabajar. No hay partido fácil.
¿Ven opciones de ganar la Champions League?
Trabajamos partido a partido y al final haremos las cuentas.
Fichajes
Se ha fichado bien y eso le puede quitar minutos, ¿le preocupa?
Es nuestra vida. Tenemos que estar preparados para jugar lo que toca. Depende del entrenador, él elige y creo que para él también es difícil. Tener un equipo que hace tres cambios y juega igual es muy bueno.
¿Ha estado en alguna plantilla en la que se veía inferior?
No, he jugado con futbolistas que tenían más talento, pero siempre me gusta pelear. Nunca he fichado sabiendo quién va a jugar y soy de intentar aprovechar las oportunidades, cuando me las dan, lo doy todo.
¿Cuál es el rival más difícil al que se ha enfrentado?
Puede ser Di María, pero a mi el nombre no me impresiona. De hecho les pego primero para que sepan que estoy ahí y saben que no estoy de broma. Es mi mentalidad.
¿Y de sus compañeros?
Marquitos (Marcos Llorente). Es un tío de mucha calidad, muy rápido y me gusta mucho porque entrena como yo.
Cuando saludaba a los nuevos, ¿se acorbada de cuando fichó usted?
Sí, lo veo y digo:"Buah, seguro que han sentido algo parecido y se han quedado ilusionados por estar en esta plantilla". Yo elegí venir aquí pese a que tenía muchos equipos interesados porque siempre he querido trabajar con el míster. Dije a mi agente: "Rechaza todo porque voy al Atleti".
Desde luego, ven el fútbol igual
Yo creo que en el fútbol actual te hablan de talento y eso, pero si no trabajas vas a ser uno más. Hay que luchar todos los días, sea por dos minutos, por cinco o por 90. Entonces lo doy todo el la cancha hasta que termine el partido o salga con una pierna en la mano.
¿Cómo fue su primera impresión de Simeone y cómo es ahora?
Unas de las cosas que más me sorprendieron fueron su manera de pensar, de creer y de trabajar. Y, usando el coaching, la manera que tiene de hacerte a tí cambiar de mentalidad con un simple clic.
"El rival más difícil, Di María, pero no me impresionan los nombres. De hecho, les pego primero para que sepan que estoy allí"
Cuando se ve en estas instalaciones, ¿recuerda de dónde viene?
Lo pienso todos los días, hasta cuando estoy con mi mujer en casa y recordamos el trayecto para llegar a uno de los mejores clubes del mundo. Y lo conseguí con trabajo, porque nadie me ha regalado nada. Si estoy donde estoy es por muchas cosas que he pasado y he superado. Y pensaré eso hasta el día que me muera.
Usted vivió momentos muy duros como la pérdida de sus padres.
Tras las cosas que he pasado, no me quedan lágrimas para llorar. Soy una persona que hasta en los malos momentos, saca algo bueno. He perdido mi padre muy pronto, luego a mi madre y eso me ha hecho cambiar el chip varias veces y nunca he desistido. Luego he pasado por lesiones y otras dificultades junto mi familia, pero mi mujer nunca me ha dejado pensar de manera negativa. Tenía muchas razones para dejarlo, pero ella siempre me mantuvo con los pies en el suelo y es una de las personas que más ha creído en mi y en mi potencial, pero tenía que trabajar.
De hecho, sale muy tarde de su país.
Lo hice cuando falleció mi mamá. Vinieron muchos equipos, principalmente de Portugal, queriendo ficharme, pero mi mamá lloraba porque no quería que me fuera. Cuando murió me dije, tengo que ser yo. Y un mes después me llegó la oportunidad del Benfica.
Reinildo se encara con Vinicius.Javier SorianoAFP
La suerte le compensó, por las dificultades que había pasado.
La gente puede atribuirlo a eso, pero la suerte acompaña a la gente que la busca, que la quiere. Si estás sentado la suerte no toca tu puerta. Incluso en momentos de dificultad, como la lesión, yo siempre pensaba: «arriba» y llegaba como el tío más feliz del mundo.
Es que llegó aquí, encajó como un guante y lo jugó todo hasta aquella jugada con Valverde...
Era una jugada tranquila. Lo he hecho un millón de veces, pero pasó y como todo en la vida tiene un propósito, una razón. Pero desde que me pasó ya empecé a cambiar el chip y pensé: un día menos.
¿Es creyente?
Soy musulmán. Rezo, creo mucho en Dios y creo que me ha influido en toda mi vida desde lo menos bueno hasta lo bueno. Mira, podía pensar que Dios me quitó a la persona más importante de mi vida que era mi madre, pero al mes siguiente me dio un hijo.
Mentalmente, ¿cómo llevó una lesión tan grave?
Lo que más me gusta de mí mismo es mi mentalidad, mi manera de pensar, no tengo tiempo para llorar. No creo que otra persona llevara mi lesión como lo hice yo. Saco lo positivo de todo y a seguir luchando.
Si Reinildo no hubiera sido futbolista, ¿qué hubiera sido?
Gestor, tengo la carrera de gestor de empresas. Pero yo he crecido en una familia de futbolistas. Mi abuelo y mi padre han sido jugador y entrenador. En mi casa todos mis hermanos y mi hermana son o han sido futbolistas. No tenía opción (risas). De hecho mi hermano mayor era mejor. Jugó conmigo como profesional en Mozambique, pero por unas cosas o por otras...
Se trataba de matar o morir. O, en el caso del Atlético, de resistir para no morir. Se trataba de no descolgarse más en un sorteo que permite fallos, pero no rendiciones. Dos derrotas consecutivas son muchas, tres, una catástrofe. No andaba mucho mejor el PSG, pero las trayectorias en liga condenan a uno y exculpan a otro. Con el Atlético mirando a la cabeza con telescopio y el PSG a sus perseguidores por el retrovisor. Al final fue Correa el que incendió París. Con un regate que paró el tiempo y tiró a Vitinha y mete al Atlético, de nuevo, en la lucha por la clasificación. [Narración y estadísticas, 1-2]
Salió Simeone con lo más veloz que tenía en el terreno de juego. No era mucho y no se ubicaba precisamente en la línea defensiva que, sin Le Normand, ha sufrido un colapso preocupante. Al contrario que en liga, el PSG comenzó castigando por la banda izquierda rojiblanca, con Galán siendo acosado por Dembélé y Achraf. Un disparo del último casi se convierte en el primero del partido. Poco después probó también Asensio tras una descarga del extremo francés. El Atlético esperaba agazapado los primeros minutos sin poder (o querer) salir de su campo.
Se daba por hecho que los colchoneros sufrirían en carrera contra las gacelas parisinas de arriba, lo que no se esperaba, ni el Cholo quería, era que sus defensas regalaran balones a los rivales. Lo hizo Lenglet, en un intento de regate absurdo en la frontal de su área que le mangó Dembélé. El extremo cedió a Zaïre- Emery que la picó con maestría ante la salida de Oblak, vendido.
Uno nunca sabe el efecto que causan los goles en los rivales. Afortunadamente, el tanto sacó al Atlético de la inopia y se lanzó a por el empate, que logró poco después. Fue una buena apertura de De Paul, el denostado por la parroquia rojiblanca, para un disparo de Giuliano que rechazó Donnarumma. El balón lo recogió Molina, que la empaló con la izquierda al fondo de la red. Tuvo suspense el empate, porque hubo revisión de VAR por una mano inexistente.
Molina celebra su tanto en París.ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP
La desgracia es que, de nuevo, el tanto volvió a generar otro giro de guion y se volvió al encierro rojiblanco en su campo y al acoso francés con Dembélé como gran percutor. Estaban cómodos ambos equipos con el papel que les habían otorgado sus técnicos. Quizás los rojiblancos hubieran deseado tirar alguna contra con más profundidad, pero los mediocentros del PSG, muy atentos, cerraban todos los pases interiores.
Es Vitinha uno de esos jugones que hacen poco ruido, pero que son capitales en los equipos. El reciente Balón de Oro español es otro. Y si no que se lo pregunten a Guardiola que lleva tres derrotas en los últimos tres duelos sin Rodri. Koke hacía esa labor oscura en el Atlético, pero al haber perdido velocidad, estos partidos de ida y vuelta son más para el Bulldog Gallagher. Se fajó el inglés en todos los sectores del campo, aunque brilló más en el propio.
Salió el Atlético algo más valiente en la segunda parte, pero un nuevo error de Lenglet en la salida de balón casi le cuesta ir perdiendo en el marcador a los cinco minutos de la reanudación. Afortunadamente, no estaba siendo el día de los delanteros franceses. Si bien Dembélé exhibía sus habilidades al regate, no se mostraba efectivo en el remate. Barcolá, por su parte, perdonó un disparo desde el punto de penalti tras una gran jugada personal a lo que contribuyó la buena colocación de Oblak.
Lo que pasa es que el mensaje que se le transmitió al equipo a los 10 minutos del segundo tiempo no fue el de ir al ataque. Quiso proteger el Cholo a los suyos y dar descanso a un Javi Galán que estaba siendo muy castigado por su costado, y a De Paul, capaz de lo mejor en fase ofensiva, pero más díscolo en la defensiva. También salió Riquelme para ayudar a Molina contra un Barcolá, que estaba empezando a inspirarse.
Milagro final
No acusaron el recibo los rojiblancos, que siguieron estirándose cada vez que tenían ocasión, pero eso dejaba también más espacios atrás para los uno contra uno de los habilidosos extremos parisinos. Pero fue en un córner donde el PSG perdonó el segundo. Se olvidó la defensa atlética de Marquinhos, el principal y casi único rematador en las filas del conjunto de Luis Enrique. Un tñecnico que los últimos 20 minutos sacó toda su artillería para intentar alejarse de la zona de peligro europea.
Necesitó el Atlético la santidad de Oblak para soportar el último arreón francés. El esloveno sacó dos manos a mano a Achraf. Hasta el estallido de Correa. La rebelión del delantero humilde. Echaba en falta la efectividad el PSG de un tal Kylian Mbappé. Generan mucho los parisinos, hasta 20 disparos, pero no transforman las que tienen. Así que entre los que no quieren y los que no pueden... la casa sin barrer.