Por tercera vez consecutiva, por sexta en su historia desde su debut en Barcelona 92, la selección femenina de baloncesto disputará los Juegos Olímpicos. Será en Lille y París en unos meses, con la elite mundial (sólo las 12 mejores) a la que pertenecen desde hace décadas, aunque por el camino también duelan los reveses, los que después la impulsan: tras perderse el último Mundial, España ‘se vengó’ conquistando la plata europea en el pasado Eurobasket.
El equipo de Miguel Méndez evitó el drama. Lo que iba a ser una final en Sopron contra la anfitriona Hungría fue un alivio. Media hora antes, la victoria de Japón ante Canadá (82-86) selló el billete olímpico, ese que se complicó el primer día del torneo, con la derrota ante las japonesas y sus 15 triples. Finalmente, fue el triunfo del viernes ante las canadienses del español Víctor Lapeña (55-60) el que hiciera que la selección estuviera matemáticamente entre las tres primeras del grupo del Preolímpico.
Barcelona 80 Real Madrid 90
LUCAS SÁEZ-BRAVO
@LucasSaezBravo
Actualizado Sábado,
16
septiembre
2023
-
20:53Ver 4 comentariosLiderado por la conexión recobrada entre Campazzo...
La paradoja del Real Madrid era curiosa en Belgrado. Alrededor, uno de los ambientes más fieros de Europa, y enfrente Zeljko Obradovic y un Partizán que, a pesar de estar ya eliminado, le tenía tantas ganas tras lo sucedido en los incendiarios playoffs de hace dos temporadas que sólo cedió en el mismísimo último segundo. Cuando Tavares, que además de cambiar los partidos también los gana, se inventó un gancho desde cuatro metros sobre la bocina. Una remontada épica; imponerse a todo eso para que diera igual, porque su futuro en la Euroliga se estaba decidiendo en otros lugares. [89-91: Narración y estadísticas]
Mientras los blancos batallaban en la sala Alexander Nikolic, el Bayern caía en casa contra el Fenerbahçe (amaneció con un 19-43) y el Mónaco se imponía en la cancha del Asvel. Y eso lo condicionaba todo en las diabólicas cuentas de la última jornada, con hasta siete equipos en dos victorias del cuarto al 10º puesto. El Madrid podía ganar o perder que el séptimo puesto, el primero de los que disputarán el play-in, le aguardaba sin posibilidad de escape. Sólo lo esquivará si Efes o Barça caen este viernes en casa con Zalgiris o Virtus, rivales sin nada en juego.
Fue un desenlace para el recuerdo, una resurrección de esas que acostumbra el Madrid cuando late seguro de sí mismo. Había vagabundeado por el partido, con menos colmillo que últimamente, dejándose mecer por la marea feroz de los serbios. Pero, con el agua al cuello, decidió que había espacio para el frenesí. 10 abajo en el comienzo del acto final, nueve cuando un triple del imparable Brandon Davies pareció la sentencia a falta de 3:48 (85-76). Llull, Campazzo, Hezonja y, finalmente, Tavares, se pusieron la capa de superhéroes y todo acabó en fiesta.
Llull
El duelo había sido igual de intenso que si el Partizán se jugara la clasificación. Ardían las tribunas, especialmente enceladas contra Llull (al que acusan de ser el provocador de la enorme trifulca del Palacio), e Isaac Bonga devenía en puntal ofensivo, con 12 puntos al descanso. Los mismos que Dzanan Musa, al que para empezar le había caído una tremenda bronca de su compañero Abalde por quedarse protestando una acción y no bajar a defender.
La igualdad reinaba. Tavares e Ibaka dominaron la pintura, pero el Madrid perdió más balones de los recomendables. Así siguió a la vuelta de vestuarios, aunque pronto se comprobó que los blancos no eran los de las últimas semanas, con sólo una derrota (en Atenas) tras la final de Copa. Ya sea porque no dependían de ellos mismos o simplemente porque no era la noche propicia.
Brandon Davies, defendiendo a Campazzo, en Belgrado.ANDREJ CUKICEFE
Brandon Davies, verdugo habitual desde que jugaba de verde en el Zalgiris, se puso las botas. Se estiró el Partizán, que encontraba en Tavares el flanco por el que herir en los uno contra uno de Carlik Jones. Llull se intentaba rebelar contra todo eso, pero parecía imposible.
Y entonces, el milagro. Un triple de Hezonja, un robo de Campazzo, un canastón de Llull para empatar a falta de seis segundos... La respuesta maravillosa de Jones y el gancho (fraguado en la pizarra de Chus Mateo) final de Tavares. Que ganó un partido y lo mereció.
Aunque ese alarde no le vaya a valer a priori al Madrid para evitar el play-in por primera vez en su historia. Será séptimo (y jugará el martes contra el octavo en el Palacio) si Efes y Barça cumplen los pronósticos. Si sólo pierden los turcos en casa contra el Zalgiris, será quinto y se las verá en cuartos contra el Mónaco sin ventaja de campo. Si sólo pierden los de Joan Peñarroya, en casa contra la Virtus, los blancos serán sextos y jugarán los playoffs contra Panathinaikos, también sin ventaja de campo. Y si ganan ambos (lo normal), acabará séptimo y jugará contra París o Estrella Roja en primera ronda. Entonces, si gana en el primer encuentro se enfrentará al Fenerbahçe y de ir al segundo y ganar se cruzaría en playoffs con el Olympiacos. Si pierde ambos quedaría eliminado.
En la Promenade des Anglais, el emblema de Niza golpeado por el brutal atentado de 2016, el paseo marítimo más antiguo del mundo, rodeado de villas exóticas y jardines, allí puso punto y final otro Tour para la historia, por primera vez lejos de un París concentrado en los Juegos Olímpicos. Allí se consagró Tadej Pogacar, voraz hasta el mismo último centímetro de su reconquista, un potro salvaje también en la durísima contrarreloj final que partía de Mónaco. [Narración y clasificaciones]
Otra cuenta pendiente saldada. El esloveno no ganaba contra el crono en el Tour desde 2021 en Laval, el mismo año que lo conquistó por última vez. Bien sabía que ahí estaba su punto débil y se demostró a sí mismo que también se puede mejorar hasta arrasar. De principio a fin, dominó la tarde en la Costa Azul y entró en meta tras 45 minutos y 24 segundos de esfuerzo y éxtasis (44,5 kilómetros por hora) con los brazos en alto para romperse en un eufórico abrazo con sus compañeros y su staff del UAE Emirates. Levantando el pie en los últimos metros, aventajó en más de un minuto a Vingegaard y en 1:14 al especialista Remco Evenepoel, sus meritorios escuderos también en el podio.
Disfrutar para Pogacar es competir, aunque todo el trabajo está ya hecho. "Me pagan por ganar", argumenta, aunque en los primeros kilómetros de la contrarreloj, de su paseo triunfal por las carreteras que tan bien conoce, desde su lugar de residencia hasta Niza, anime al público y le pida más llevándose la mano al oído. Da igual, es tal su estado de plenitud, todo lo que ha trabajado este invierno la postura en la cabra tras la herida de Combloux el año pasado, que arrasa desde el amanecer, mejor tiempo ya en el col Col de la Turbie (8,2 kilómetros al 5,7%), más ventaja aún tras el muro de Eze, 24 segundos a Vingegaard, 51 a Evenepoel...
Pogacar, en el podio de Niza, con Vingegaard y Evenepoel.MARCO BERTORELLOAFP
Otro triunfo más que celebra en las calles de Niza, donde muestra a la cámara uno, dos y tres dedos, los de su cuenta en el Tour, a uno ya sólo de Chris Froome, con 25 años. Ganó seis etapas y la general del Giro y poco más de un mes después repite en el Tour (el último que lo hizo fue Cavendish, un sprinter, en 2009). Eso no lo consiguió ni el mejor Eddy Merckx. Son ya 16 en su cuenta de la Grande Boucle. «Llevo dos años escuchando que vivimos la mejor era del ciclismo y estoy de acuerdo. Con Remco (Evenepoel), Jonas (Vingegaard), Primoz (Roglic) y otros que vienen por detrás, creo que podemos divertirnos mucho», dijo el esloveno, que se marcó el siguiente objetivo: «Quiero ser campeón del mundo»
Fue también un domingo de despedidas, la del histórico Cavendish y sus 35 victorias en 17 Tours, la de Romain Bardet, que lo recordará para siempre con ese amarillo de la primera etapa de Rimini. Una última crono para el homenaje al maillot verde de Girmay y para el de lunares rojos de Carapaz, héroes de países pequeños que han sonado bien fuerte en el Tour.
Y un cierre en el que los españoles no pudieron mejorar sus puestos en la general. Mikel Landa (séptimo en la etapa), pese a su gran inicio de crono en el puerto, acabó cediendo más tiempo con Joao Almeida y finaliza quinto. Y Carlos Rodríguez, hundido, tampoco recuperó con Adam Yates y es séptimo, peor que hace un año.