Por tercera vez consecutiva, por sexta en su historia desde su debut en Barcelona 92, la selección femenina de baloncesto disputará los Juegos Olímpicos. Será en Lille y París en unos meses, con la elite mundial (sólo las 12 mejores) a la que pertenecen desde hace décadas, aunque por el camino también duelan los reveses, los que después la impulsan: tras perderse el último Mundial, España ‘se vengó’ conquistando la plata europea en el pasado Eurobasket.
El equipo de Miguel Méndez evitó el drama. Lo que iba a ser una final en Sopron contra la anfitriona Hungría fue un alivio. Media hora antes, la victoria de Japón ante Canadá (82-86) selló el billete olímpico, ese que se complicó el primer día del torneo, con la derrota ante las japonesas y sus 15 triples. Finalmente, fue el triunfo del viernes ante las canadienses del español Víctor Lapeña (55-60) el que hiciera que la selección estuviera matemáticamente entre las tres primeras del grupo del Preolímpico.
Al final de un estrecho pasillo al que hay que llegar obligatoriamente descalzo, una niña de 11 años grita como poseída mientras ejecuta eléctricas patadas al cuerpo del oponente. Jesús Ramal la observa con orgullo y atención. Podría ser la nueva Adriana Cerezo, que también llegó con 11 años a este santuario escondido en San Sebastián de los Reyes, cuando ella se encontraba en plena crisis de ansiedad competitiva, en un mar de dudas que pronto se resolvieron: a la semana se subió a un avión rumbo a Finlandia para convertirse en poco tiempo en la perla del taekwondo español, inesperada medalla de plata en Tokio con sólo 17 años, ambición de oro en París dentro de unos meses.
En el gimnasio Hankuk la energía es contagiosa. Deambulan jóvenes sonrientes que bromean y se abrazan y que al cabo se transforman en fieros púgiles a las órdenes de Ramal y de Suvi Mikkonen, la presidenta, la otra clave de esta fábrica de talentos, la ex taekwondista olímpica finlandesa que junto a Jesús ideó un proyecto que ya es referente mundial. «Aquí si no eres campeón de Europa, realmente estás fuera de lugar. En el último campeonato de España, de las ocho categorías femeninas, el club ganó seis. Eso nunca ha pasado», presume el entrenador, que a los próximos Juegos acudirá con dos claras opciones de medalla al Grand Palais de los Campos Elíseos, la de Adriana, por supuesto («si está bien, es imparable»), y la de Viviana Marton, una de las gemelas (Luana, campeona del mundo, se quedó a las puertas en el reciente Preolímpico europeo de Bulgaria que ganó su hermana en la categoría de -67 kilos); dos húngaras nacidas en Tenerife que son la viva imagen de la ambición. En París, Viviana competirá por la Hungría de sus padres, pero después ambas lo podrían hacer por España.
Pero hay más, sobre todo futuro. Está Marta Calvo (hermana de Eva, medallista de plata en Río 2016). Están Iker Abad y Jesús Fraile, campeones de Europa sub 21. Y Elsa Hernández, Lena Moreno, Laura Rodríguez, Sofía García... «La idea es que todo explosione en el 2028. Apuntamos alto». Un grupo de élite en el que tienen el apoyo de cuatro entrenadores, cuatro fisioterapeutas, un departamento de medicina, un preparador físico, un entrenador mental, un nutricionista... «Esto es algo distinto. Es como una familia, pero lo más profesional posible. Buscando ayudas para crecer, para crear una cultura del deporte y del esfuerzo. Eso es complicado, ni muchos centros de alto rendimiento lo tienen», pronuncia Cerezo. «Se ha creado una estructura. Queremos que se sientan profesionales. Y queremos seguir avanzando con patrocinios, mecenazgos... Hay una enorme motivación y un ambiente enriquecedor. Y se lo pasan bien», remarca el gurú Ramal, un entrenador hecho a sí mismo, que heredó el club que fundó el gran maestro coreano Han Seon Moon en 1977, el pionero de la introducción de este arte marcial en España (Hankuk significa Corea en coreano).
Y que forjó su método junto a Mikkonen, su pareja, con la que acudió a los Juegos de Londres (diploma) y de Río. Trabajó 11 años para el Comité Olímpico de Finlandia, como seleccionador, acumulando experiencias. «Allí estaba el centro de investigación, con fisiólogos, nutricionistas, muchos profesionales... Eso abrió un mundo a Jesús», cuenta Suvi, que reivindica una filosofía: «No nos da miedo soñar a lo grande. Esto es algo más que un club. La base es cuidar la salud de los deportistas. Que cuando llegue el resultado, si es que llega, que sea con alguien sano y fuerte, que sea positivo en su vida. Es decir, que no haya sufrimiento en el proceso, que cuando ellas y ellos miren atrás piensen que lo han disfrutado. Los que ganan el oro son los que fluyen, los que disfrutan».
Las gemelas Marton, durante un entrenamiento.ANGEL NAVARRETE
Y el paradigma de todo eso fue y es la sonrisa de Adriana. Aquella niña que conquistó a todo un país en Tokio, avanzando de ronda en ronda, de paliza en paliza, hasta la final cuando nadie la esperaba todavía, talento adolescente. Allí perdió contra la tailandesa Panipak Wongpattanakit por un detalle y lloró de rabia y pidió perdón y emocionó a toda España. «La primera vez que la vi, pensé: 'Es una bestia'», rememora Jesús de su pupila, a la que el retraso de los Juegos a causa de la pandemia le hizo llegar a Tokio con la edad justa, la más joven de toda la expedición nacional. «Adriana nos subió mucho, la gente nos empezó a prestar más atención. Sobre todo por la forma en que lo hizo. Su sonrisa contrastaba con todo el asunto Simon Biles, que estaba sucediendo a la vez. Demostró que el alto rendimiento no está regañado con la salud, ni física ni mental», expone Ramal, que reivindica: «La niña no apareció, tenía una base atrás. En el 2019 hizo 69 combates, con 68 victorias y una derrota. 18 campeonatos, 17 oros y una plata...». «Yo a Tokio no iba a probar, iba a ser campeona olímpica. Estaba flotando», recuerda Cerezo, a la que en el Hankuk International School todos llaman 'La Bicho'.
Cuando le preguntan por su secreto, el madrileño Jesús sonríe y se explaya. Y sigue reflexionando sobre la salud física y mental de sus deportistas, la «neurociencia aplicada al deporte». «Muchas veces yo soy el primero que presiono y tengo dudas de dónde están los límites. La línea es fina y difícil. Hay que cuidarles, es un trabajo holístico. Si tienen exámenes, si han tenido un problema personal... Todo hay que tenerlo en cuenta. Una microlesión te puede parar una semana. Y vas mejorando cuanto más puedes entrenar. Por eso es mejor bajar un poco y estar siempre óptimos», explica y hace hincapié en la parte lúdica, la diversión como pilar, los «entrenos agradables»: «Cuanto mayor es la exigencia, mejor te lo tienes que pasar».
Varios deportistas del Hankuk, en acción durante un entrenamiento.ÁNGEL NAVARRETE
Ramal se apoya en su experiencia y en sus viajes, en el mindfullness -«meditar no como monjes budistas horas y horas; es simplemente parar 10 minutitos. Porque no sabemos parar, con los móviles, las redes sociales...»-, en lecturas y documentales motivacionales que comparte con sus alumnos para «meter en su mente mensajes positivos». Porque los quiere, sobre todo, poderosos, «empoderados». «Mi objetivo es que salgan de aquí cada día como si hubieran hecho el mejor entrenamiento de su vida. Que el entreno sea el mejor momento del día: preparo todo para ir al gimnasio, donde me voy a expresar libremente. Y que en cada patada que den, les vaya la vida en ello», describe con entusiasmo.
«¿Cuándo has entrado que has notado?», interroga Jesús al periodista. «Energía». «¡Eso! Eso lo ve un rival y piensa: 'Esto es algo más'. Por eso he adaptado, por ejemplo, la haka de los All Blacks a nuestro calentamiento, para que sea una activación pura. Aplico aspectos de muchos deportes».
A Derek Fisher (Little Rock, EEUU, 1974), Andrés Montes le llamaba El Reflexivo. Un base zurdo, experto defensor y con el carisma suficiente para liderar a los Lakers en dos de sus grandes y recientes periodos históricos. Tras ganar el Three Peat junto a Shaquille O`Neal y Kobe Bryant, sumó dos anillos más ya con Pau Gasol en el equipo. Disputó 18 temporadas en la NBA y sólo LeBron James ha jugado más partidos de playoffs que él. El que fuera presidente del sindicato de jugadores (NBPA) y brevemente entrenador de los Knicks, rememora esos momentos únicos para EL MUNDO.
¿Cómo recuerda su etapa en los Lakers junto a Pau y Kobe?
Fueron momentos muy especiales. Y los que realmente los hicieron así fueron estos dos seres humanos. Pau no sólo es uno de los mejores jugadores que jamás haya jugado al baloncesto, es también una de las mejores personas en la Tierra. Kobe también encarnaba un gran espíritu humano. Lograr grandes cosas en una cancha con estos tipos parte de la base de quienes son y lo divertido que fue trabajar con ellos cada día.
¿Cómo fue la llegada de Pau al equipo en 2008?
Yo había regresado a Los Ángeles en 2007, volvía a unirme a Kobe y a Phil Jackson, estaba Andrew Bynum, un pívot grande y joven que estaba mejorando. Lamar Odom, Luke Walton... teníamos piezas importantes. Cuando llegaron las noticias del traspaso de Pau en febrero de 2008, estábamos emocionados, pero no sabíamos cómo iba a encajar. Y recuerdo vívidamente su primer partido, en Nueva Jersey contra los Nets. Era cómo si hubiéramos sido compañeros durante años, como si hubiéramos jugado toda al vida. La fluidez con la que entró en nuestro sistema y cómo fue capaz de encajar en lo que estábamos haciendo ofensivamente, la forma en la que compartía y pasaba el balón, su capacidad para anotar. Fue un ajuste instantáneo. Con él, de inmediato teníamos una legítima opción de ganar el anillo.
Kobe dijo que usted fue su compañero favorito. ¿Qué era lo más impresionante de él?
Lo que más me impresionaba de la personalidad de Kobe es que nunca dejaba de querer aprender o de tener deseo de crecer. La mayoría de nosotros, cuando sentimos que dominamos algo o lo tenemos resuelto, lo mantenemos, no continuamos elevando el nivel de curiosidad más allá. Estar cerca de él cada día, viendo la forma en la que trató de encontrar formas de mejorar, aunque ya era uno de los mejores jugadores del mundo, fue realmente impresionante.
Gasol, Kobe y Derek Fisher, con los títulos de los Lakers.AP
Con Shaq y Kobe, además de ganar tres anillos, no se aburriría...
Shaq fue la más feroz fuerza dominante de la historia de la NBA. Y al mismo tiempo, literalmente te hacía reír todos los días de tu vida. Sólo estar cerca de él, encontrarte con formas tontas de hacer reír a la gente y disfrutar estando a su lado.... Cuando piensas en lo que estábamos logrando, en los tres anillos seguidos, la presión y las expectativas eran muy altas. Afortunadamente no teníamos redes sociales en ese momento. El sentido del humor de Shaq nos ayudó a manejar esa presión, todas nuestras emociones. Era como dejar salir un poco el aire para poder seguir peleando por el anillo.
¿Cómo ve a los Lakers actuales [hoy, 21:30 horas, se enfrentan a los Cavaliers, Movistar+ y NBA League Pass]?
Si tienes a dos de los mejores jugadores del mundo en tu equipo tienes una oportunidad de ganar, eso seguro. Anthony Davis se ha mantenido sano y ha jugado de forma consistente como siempre. Cuando agregas eso a la eterna competitivdad de LeBron... Ellos dos se pueden enfrentar a cualquier desafío. Tendrán una oportunidad legítima. El problema es cruzarte contra los Nuggets en playoffs, un equipo que sabe mejor que tú cómo hacer las cosas bien, porque ya han logrado algo juntos. Eso es lo más desafiante. No sé si hay algún equipo más en el Oeste que no sea Oklahoma y Denver que puedan ser mejor que los Lakers. Los Thunder son un equipo joven e inexperto en términos de playoffs y eso puede hacer que los Lakers ganen la serie. Es muy posible que veamos a los Lakers y los Nuggets en la final de conferencia otra vez.
¿Qué opina del impacto de Luka Doncic?
Nunca he jugado con Luka, pero al ver su evolución, me recuerda a los grandes jugadores como Kobe. Tengo curiosidad por la forma en que funciona su cerebro. Es como si hiciera y viera cosas que otra gente no puede y está dispuesto a correr el riesgo de hacer la jugada. Hemos visto su frustración de no poder llevar a su equipo a ganar el título. Mientras se realiza como jugador individualmente aún, él ya quiere ganar. Creo que llega tarde esta temporada a la conversación por el MVP, porque los Mavericks no se fueron tan consistente durante la mayor parte de la temporada. Pero en las últimas seis o siete semanas, han estado jugando como los mejores equipos de la NBA.
Por último, ¿quién es el jugador que más le divierte actualmente?
Shai [Gilgeous-Alexander]. Es un base de la vieja escuela NBA. No tira triples y triples, juega un poco lento, cambia de ritmo muchísimo. Es probablemente el jugador con el que más disfruto.
Viendo pasar su carrera como si mirara por la ventana de un tren en marcha, con la sensación de que tantos de sus saltos en los entrenamientos a las órdenes de Luis Felipe Méliz en la pista Fuente de la Niña de Guadalajara eran medallas que ganaban otros (sus 8,35 metros de 2024 hubieran sido bronce en los Juegos de París), Lester Alcides Lescay (Santiago de Cuba, 2001) esperó con la paciencia del que sabe que un destino le aguarda y con la determinación de quien tuvo claro que «no iba a saltar más por Cuba», su país natal.
El caso del saltador de longitud recuerda al de su compatriota Jordan Díaz, con quien de niño compartía entrenamientos y competiciones en la isla, y va por el camino de acabar igual, con gloria y éxitos para el atletismo español. AirLester, como se lee en su estado de whatsapp, debuta este fin de semana con la selección en el Europeo short track de Apeldoorn (unas molestias en el isquio le impidieron hacerlo hace unos días en el Campeonato de España en Gallur), con ambición y ganas acumuladas durante tres largos años. Aunque su DNI no llegó por vía de Consejo de Ministros. Él lo consiguió por su matrimonio con Beatriz.
Sobrino de la triplista Mabel Gay, plata mundial en Berlín 2009, Lescay cuenta su historia vital en EL MUNDO con simpatía y un discurso tan enérgico como sus saltos.
Desde el pasado 12 de enero puede, al fin, competir por España. ¿Ganas, ansiedad?
Simplemente estoy concentrado en lo que tengo que hacer. En entrenar, en cuidarme, en la dieta, en esas cosas. Si me presiono... En Tokio (diploma) me pasó. Tenía tantas ganas que luego no me fue bien, por la ansiedad. Así que ahora pienso en el camino, en hacer bien lo que tenga que hacer y cuando llegue la competición, resolver. Queda el dolor ese de no haber podido participar. La primera vez fue peor, pero te vas adaptando. También creces mucho mentalmente. El año pasado me perdí los Juegos. Me sentía súper bien, sabía que allí podía dar todo de mí. Fue duro, pero lo importante era que se resolvieran los papeles.
¿Cómo se ven por la tele unos Juegos sabiendo que uno podría ganar esa medalla olímpica?
A lo mejor hubiera ganado una medalla o a lo mejor no. Verlos por la tele me dolió en ese momento, pero es como te digo, ya estaba acostumbrado. Lo que sí que no iba a hacer es saltar más por Cuba. Fue una decisión que tomé y ya no había nada más. Y no es porque ellos me hayan hecho nada.
¿Cómo era su vida en Cuba? ¿Por qué decidió que no volvía?
A mí en Cuba nunca me faltó de nada. Sí que había cosas, pero mi mamá fue una mujer muy luchadora, siempre estaba en el extranjero y trabajaba mucho. Ella es médico. Yo era uno de los más privilegiaditos en Cuba. Algunos compañeros eran pobres, no tenían zapatos o les faltaba ropa. Yo gracias a mi mamá tenía esas cosas. Vivía súper bien comparado con mis amigos. Un pelín por encima del cubano pobre pobre, un poquitico. Las carencias las empecé a ver de verdad cuando empecé a cobrar. Dices, 'coño, si yo cobro esto que soy deportista y la gente en la calle cobra menos, ¿cómo hacen?'. Hablaba mucho con mi papá y mis amigos y sabía que eso no estaba bien. Mis padres están separados, son familias distintas, y mi papá no vivía tan bien. Yo quería vivir, no quería pasar mi juventud allí.
Lester Lescay ejecuta un salto, en Guadalajara.RAFAEL MARTIN SOLANOAraba
¿Cómo recuerda el momento, a principio de 2022, en que decidió quedarse en España?
Fue en enero, cuando supuestamente no hice la marca para el Mundial de Belgrado. Era algo que ya tenía muy pensado y decidido. Aunque cuando llegó el momento, tuve muchos nervios. Es la adrenalina más grande que he sentido en mi vida. Ni Juegos ni nada.
Era no volver a tu país, pasar ocho años sin ver a tu familia.
Yo sabía que no iban a pasar ocho años sin verlos. Que en cuanto tuviera un dinero los iba a sacar de allí. Me lo prometí a mí mismo. Y en dos años lo pude hacer, gracias a Puma, por el contrato que me dieron.
A Beatriz, la que ahora es su mujer, ya la conocía por entonces.
Fue en una concentración antes de los Juegos de Tokio. Ella trabajaba en el Eurohotel en Castellón. Y el típico chico que va allí... Quedábamos, hablábamos y eso. Boberías. Cuando me fui a Cuba seguimos hablando. Y cuando regresé a España en invierno me quedé en su casa de Burriana.
¿Qué siente cuando le critican por cambiar de país?
No le presto atención. Yo me hice español por mi esposa, qué me van a decir, qué me pueden cuestionar. ¿Que me regalaron la nacionalidad? No, fue por mi esposa, con exámenes, a través de la justicia. Ha sido complicado. Cuando no tienes un enchufe o algo así... ¿Que un negrito va a representar a la bandera española? ¿Cuántos hay? No me pueden criticar.
Lestes Lescay.RAFAEL MARTIN SOLANOAraba
¿Cómo recuerda su infancia? ¿Cómo empezó en el atletismo?
Mi mamá fue la que me apuntó. Pero no empecé a destacar hasta octavo grado. Era malísimo. Me costó mucho ser campeón de Cuba. En el primer nacional quedé último, imagínate. Poco a poco, con disciplina... Los que eran mejores que yo lo fueron dejando y fui creciendo hasta llegar al equipo nacional. El primer año fui plata mundial y el segundo oro en los Juegos de la juventud. Y al siguiente, con 17 años, ya salté 8,03. Ahí fue la primera decepción que tuve con Cuba. Me mandaron para casa y me dijeron que había estado mal. Fue una desilusión. En mi último juvenil salté 8,28 y luego ya los Juegos. Pero ya no me sentía cómodo, no tenía motivación, no quería estar ya más en Cuba. A mí nadie me hizo nada, pero sabía que no iba a crecer mucho allí.
¿Quién fue su ídolo?
Siempre fue Dayron Robles (campeón olímpico en 2008 y ex plusmarquista mundial de 110 metros vallas). Lo fue hasta el día que le pasó lo del isquio en los Juegos de Londres. Yo era un niño y no sabía por qué se había parado. De niño no sabes ni lo que es un músculo, cómo se va a romper. 'Eres un pendejo', le dije. Me desilusioné mucho con él. Hasta que me pasó a mí lo del isquio, claro.
¿Le gusta que le comparen con Jordan Díaz?
Es un espejo para mí, claro. ¿Quién no quiere hacer lo que hizo Jordan en su debut con España? Fue lo más grande. Estamos juntos desde niños. En las categorías inferiores los dos hacíamos triple. Lo que pasa es que a mí no me gustaba mucho. Él era otro nivel. Con 16 años saltaba 17,30. Sin duda, fue lo mejor que vino a España. Miro los deportistas que se han quedado y de los fichajes que ha hecho España, ese muchacho es lo mejor.
Su tía es Mabel Gay.
Me ayudó mucho. En Cuba no es como aquí, que cuando eres niño compras un par de camisetas y ya está. A mí no me faltó de nada. Y ella también siempre me dio muchos consejos, cuando empezaba en el equipo nacional. Si no fuera por ella, no hubiera llegado hasta aquí tampoco.
¿Cómo es tu vida en España?
Entre Guadalajara y Castellón. Soy un chico de lo más normal. Me gusta caminar, coger el sol ahora en invierno, juego a la Play, veo mucho el teléfono. Hace poco me saqué el teórico del auto y ahora tengo que ver qué me pongo a estudiar para no pensar mucho en el deporte en los tiempos libres. Un chico súper simple.
¿Cuál es su sueño?
Mi objetivo es ser medallista en un Mundial, por lo menos. El tiempo y la disciplina dirán. Pero sé que lo voy a conseguir. Algo, aunque sea un bronce. Algo tengo que coger. Tengo que hacer algo. Algo, algo (repite). No sé si será hoy o mañana. Al Europeo llegaré al 100%.
¿Qué le sorprendió de España?
Lo que más me gustó cuando llegué es que en verano se hace de noche muy tarde, casi a las 11. Eso en Cuba no es normal. Cuando lo vi dije: 'Guau, ¿así todo el año?'. Me pareció muy curioso y muy bonito. Y la comida. La comida es muy buena.
¿Sueña con el salto perfecto?
Antes sí. Soñaba tanto que me fue perjudicando. Ahora espero a que salga. Tengo claro lo que tengo que hacer: centrarme en lo mío, mantener la disciplina fuera de casa, tratar de estar al 100% cuando llegue el momento. Si llego con salud, ya. Cuando era muy chico, iba caminando por una acera recta y sólo veía un pasillo de salto, enseguida me daba por correr, por saltar. Me volvía loco. En Cuba no hay tanta diversión como aquí, solo saltar, y me enfoqué tanto... mi mente solo estaba en eso, me agoté. Dije, a partir de ahora viviré la vida.