El fútbol modesto se entiende mejor en sitios como Mieres, cuna del Caudal Deportivo, el club español con más títulos de Tercera División. Cada fin de semana, en sus dos campos, ambos de propiedad municipal, se disputan cinco partidos. A los del primer equipo, hoy en Tercera RFEF, acuden poco más de 400 incondicionales. Y entre los más veteranos, aún circulan las historias de aquellos tiempos en que los propios futbolistas, antes del pitido inicial, enganchaban un rodillo a uno de sus coches para adecentar el terreno de juego. Eran años de sangre en las espinilleras, balones como piedras y botas rezumando barro.
Hoy, sin embargo, en el campo Eliseo Gutiérrez sólo huele a caucho. El del césped artificial estrenado en marzo de 2021, por el que el Ayuntamiento pagó 190.000 euros a Limonta Sport. «Aquella inversión superaba nuestro presupuesto anual», aclara Óscar Sánchez, directivo del club asturiano. Hoy, sólo 30 meses después, los planes de futuro del Caudal Deportivo se topan con el Reglamento (UE) 2023/2055 de la Comisión, publicado el pasado 27 de septiembre en el diario oficial de la Unión Europea. Un texto que obliga a sustituir, en los próximos ocho años, el relleno de caucho de su hierba sintética. Una amenaza real para Mieres y las más de 12.000 instalaciones de césped artificial del fútbol español.
«Aquí también acabamos de renovar nuestros campos, así que estamos en ascuas. A ver si nos dan ayudas, porque el cambio parece muy drástico y nuestros presupuestos son muy ajustados», arranca Tomás Martín, responsable de Deportes del Ayuntamiento de Teruel, en referencia a las obras en la Ciudad Deportiva Los Planos, inauguradas en diciembre de 2022 y en el Campo Luis Milla, estrenadas en 2019.
«La rodadura no es la misma»
«Estamos de acuerdo con la idea de minimizar los riesgos para la salud, pero lo cierto es que las alternativas que hoy manejamos no ofrecen el mismo resultado. He examinado varios estudios y la rodadura de balón no es la misma», añade Martín, en referencia al corcho, el hueso de aceituna o la cáscara de coco, los presuntos sustitutos de futuro para el caucho. «Los nuevos materiales tienen un coste muy alto», concluye el técnico municipal, sin certezas siquiera ante los plazos de Bruselas: «Dicen que expiran en 2031, pero no sé si finalmente habrá moratorias».
¿Cuál es, por tanto, ese coste tan temido en Teruel y al que se deberán enfrentar el resto de clubes y corporaciones municipales? El cálculo más exacto lo ofrece Rubén Martín desde RealTurf, la única empresa española dedicada al césped artificial recomendada por la FIFA. «El presupuesto promedio para renovar un terreno de juego ronda los 200.000 euros. No obstante, el cambio al corcho supondrá un aumento del precio en torno al 10%», concreta Martín, asesor técnico del departamento de fútbol de la firma valenciana.
Desde el pasado domingo, cuando se propagaron informaciones inexactas y alarmistas, el teléfono de Martín no ha cesado de sonar. Sin embargo, sus vaticinios para los próximos años suenan tranquilizadores: «De aquí a 2031 se podrá seguir montando césped artificial con total normalidad. Y en 2040 estoy seguro de que aún se jugará sobre caucho».
La citada normativa de la UE que prohíbe la fabricación y comercialización de microplásticos lleva sobre la mesa del Ministerio de Medio Ambiente desde hace dos años. Sin embargo, la mayoría de clubes han vivido ajenos a una realidad que, aun siendo conocida, no sentían como prioritaria. Es el caso del Betis San Isidro, en el barrio madrileño de Carabanchel, que levantó hace cuatro años su campo del Antiguo Canódromo.
«Nos sentimos muy afortunados con este césped de última generación, porque el anterior estaba hecho un desastre», asegura Pablo García Rojo, gerente verdiblanco. En cualquier caso, para despejar cualquier duda que pudiese acechar, el directivo tenía previsto reunirse ayer con Carlos Izquierdo, concejal del distrito. «Dependemos completamente del Ayuntamiento, hasta en las sencillas labores de mantenimiento», admite.
Porque el césped sintético, en teoría, ha de conservarse estirando la fibra, repartiendo los rellenos y removiendo las célebres bolitas de caucho para que no se amontonen y causen lesiones. Para ello, también sobre el papel, deben usarse cepillos de una maquinaria muy especializada. No obstante, el día a día resulta mucho más prosaico incluso en las instalaciones FIFA Quality Pro, el sello de mayor prestigio.
A veces, la normativa choca contra la lógica y la realidad de la gestión
Hoy, únicamente cinco campos cuentan con esta homologación en toda España. Y uno de ellos está en Allariz. «Somos un enclave de la Reserva de la Biosfera, con una sensibilidad medioambiental fuera de duda, pero a veces la normativa choca contra la lógica y la realidad de la gestión de un pueblo de 6.500 habitantes, con 92 núcleos de población, donde en algunos hay más farolas que habitantes», subraya Bernardo Varela, teniente de alcalde en el municipio orensano. A su juicio, el presupuesto anual de Allariz, por debajo de los seis millones de euros anuales, no podría resistir otro zarandeo por culpa de la UE. «No teníamos conocimiento de ningún cambio a nivel europeo, pero para un concello pequeño como el nuestro supondría un varapalo económico», remata Varela.
Otro campo FIFA Quality Pro se sitúa en Martorell, donde Eric García iniciaría su formación antes de fichar por el Barça. «Hemos cambiado el césped sintético más antiguo y colocado otro de última generación. El Complex Esportiu Torrent de Llops una instalación relativamente importante, la más avanzada de nuestra zona», detalla Rafael García, presidente del CF Martorell, que hoy compite en el Grupo 3 de la Primera Catalana. Esta máxima homologación, según confirman desde el Ayuntamiento de Teruel, se renueva anualmente, aunque desde la capital del mudéjar no se abonó la pertinente tasa a la FIFA. «Aquí no tenía ningún sentido mantener lo que únicamente sirve como símbolo de excelencia para un club, pero no para un Ayuntamiento», revela Martín.
«Vender sus residuos, muy barato»
Las inquietudes del fútbol humilde, mucho más allá de un sello, se centran en el ciclo de vida de la hierba, ya que sus plazos chocan contra los de la Unión Europea. Y es que mientras Bruselas estima un periodo que oscila entre los seis y ocho años, los clubes ya se han acostumbrado a prolongarlo hasta casi 15. «Hay mucha discusión sobre lo que necesita un campo de fútbol de barrio frente a otro mucho más profesional, por lo que existen alternativas para todo tipo de niveles», sostiene Dolores Romano, gerente de políticas de sustancias químicas de la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB, por sus siglas en inglés).
Tras numerosas reuniones con expertos de la FIFA y la UEFA, la funcionaría del EEB ha dispuesto de varios dosieres sobre la mesa. «Quien más protestó fue la industria del reciclaje del neumático, porque les resultaba muy barato triturar y vender sus residuos para formar la dichosa capa de caucho», revela Romano. «Esas empresas proponían que se permitiera seguir usando los campos y que simplemente se pusiera un límite de emisiones. Es decir, que ningún jugador pudiese salir fuera del césped con la misma ropa o botas para evitar contagios. Por supuesto, esto resultaba imposible en un recinto de barrio. Era completamente irreal, por el coste económico de mantener los sistemas de filtrado y de construir muros de contención», remacha Romano, recordando que ya hay ciudades europeas, como Hamburgo, donde ya se han retirado, de forma definitiva, los microplásticos procedentes de neumáticos.
Como epílogo a este trayecto, cabe regresar a Mieres y atender a las advertencias de su directiva. «Para evitar lesiones de rodilla, nuestro primer equipo siempre quiere entrenar en el campo nuevo, aunque creo que estas instalaciones deberían tener mucho más mantenimiento,. Deberían venir con una máquina para reparar lo que se haya desprendido y renovar el caucho. Como el Ayuntamiento no puede sólo nos queda nuestro trabajo como voluntarios, incluido el de los directivos. Aquí, quien se presenta echa una mano”, confiesa Sánchez. Su último mensaje de auxilio compendia a la perfección las angustias del Caudal Deportivo. «El campo quedó muy bien, pero sin ingresos de TV necesitamos una ayuda extra para mantener unas condiciones dignas».