El equipo salva la categoría apoyado en el entrenador y jóvenes jugadores de la cantera. “Hay que cambiar la mentalidad y tener un camino”, advierte
El Valencia seguirá el Primera después de una temporada de excesivo coqueteo con el descenso. Hasta la última jornada ha estirado la incertidumbre gracias a la labor de Rubén Baraja y Carlos Marchena en el banquillo y a la irrupción de canteranos a los que le dieron la titularidad ante las carencias que tenía el equipo. Las victorias ante Osasuna, Real Sociedad, Elche, Valladolid, Celta y Real Madrid, junto al empate ante el Espanyol, permitieron al Valencia llegar a la última jornada dependiendo de lo que fuera capaz de hacer en el Benito Villamarín y con las carambolas en el resto de estadios a favor.
Ahora bien, si en el palco se respiró de alivio ante el desastre deportivo, económico y social que hubiera supuesto un descenso, en el vestuario no hubo ni una sola celebración. A diferencia del Cádiz, el Getafe o el Almería, los jugadores del Valencia se sacaron un peso de encima pero no se despojaron de la vergüenza. Así lo reconoció el capitán José Gayà. “Es todo un poco raro. No estoy del todo contento porque esta temporada, a partir del parón del Mundial, ha sido nefasta, lamentable y me sabe muy mal por el valencianismo. En nombre de todos, le pedimos perdón porque no se merecen todo lo que han sufrido”, lanzó como mensaje el lateral. Ese de puertas para afuera, a los aficionados que han llenado Mestalla y se han hecho miles de kilómetros para apoyarles.
Pero también había otro para dentro, para el vestuario y, sobre todo, para los despachos, en Valencia y en Singapur. Gayà tiene autoridad para lanzarlo: “Nosotros también hemos sufrido mucho y gracias al empuje de la gente lo hemos podido sacar. Ojalá esto sirva para años siguientes porque hemos jugado con fuego“.
En la reconstrucción de este Valencia, plagado de cedidos, tiene que empezar a trabajar el club y la primera piedra pasa por el banquillo. El club deberá decidir si le ofrece un nuevo contrato a Baraja y el entrenador pensar si lo acepta. No es fácil trabajar con Meriton, lo ha comprobado. Sin una estructura deportiva que lo haya respaldado en los momentos difíciles, Pipo y Marchena han remado solos junto a un grupo de futbolistas para conseguir el objetivo. El refuerzo de piernas frescas y corazón caliente, dos cosas que parte de la plantilla no aportaba ya, no lo pudieron encontrar en un mercado cerrado, así que miraron a la cantera. Javi Guerra, Diego López y Alberto Marí, a los que se sumaron la recuperación de Nico González y Kluivert, ha resultado decisivos en el camino a la salvación, pero construir un proyecto sólo sobre ellos es arriesgado, muy arriesgado. Y eso lo sabe Baraja.
El técnico es ahora cuando entra en el mundo Meriton. Su deseo es quedarse, “porque el Valencia es el club de mis amores, pero me tomaré dos días de relax para asimilar todas las emociones que hemos vivido”, dijo en el Benito Villamarín. Porque esa decisión es más difícil que coger al equipo con el único objetivo de la salvación y una labor que no pasaba los muros de la Ciudad Deportiva. Con lo que había, en el primer equipo y la Academia, debía apañarse. Pero para la próxima temporada sabe que necesita más.
Por eso no dudó en lanzar sus primeros mensajes en el análisis de lo ocurrido. “Respiremos y aprendamos. No podemos repetir una temporada así”, dejó en sus redes sociales.”Hay que buscar las causas, hay que ser autocríticos, hay que saber qué es lo que ha ido pasando para tener una temporada tan mala”, aseguró poco antes en la sala de prensa del Villamarín. “Tenemos que cambiar un montón de cosas, empezando por la mentalidad, para tener las cosas claras y una exigencia máxima. Saber a lo que tenemos que aspirar, que no es pasar de aquí a la Champions, pero sí tener un proceso de crecimiento, un camino, un plan, el proyecto que el Valencia se merece como club histórico, centenario”, advirtió el vallisoletano.
Esas son las preguntas que hará al club en el proceso de renovación y a las que trarará de buscar respuesta aun sabiendo que otros técnicos ya lo hicieron antes que él y los argumentos que les convencieron para sentarse en el banquillo de Mestalla no acabaron siendo una realidad. Baraja, con Marchena, aceptó defender el recuerdo del Valencia que ellos conocieron, y que parecía vivir solo en la afición, pero ahora tendrá ante sí una maquinaria deslavazada que actúa como una trituradora, sin saber qué habrá aprendido de haber jugado con fuego.