No pudo alcanzar más grado de sufrimiento la noche en la Fonteta ante Finlandia, pero a España todavía le separa de los Juegos de París el más difícil todavía. Una final este domingo (20:30 h., Teledeporte) contra una selección caribeña con cero tradición, un país de 400.000 habitantes cuyo deporte nacional es el críquet y que jamás estuvo ni en una cita olímpica ni en un Mundial. Leído así (y comprobando cómo en otros Preolímpicos ya se ha quedado fuera la Eslovenia de Doncic, por ejemplo) podría sonar bien. Y, sin embargo, la realidad esconde una trampa. Bahamas, objetivamente, es toda una amenaza.
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Una selección que no sólo se ha paseado estos días en la Fuente de San Luis (ayer eliminó a Líbano sin demasiado esfuerzo, 89-72); más bien, ha asustado. Porque los de Chris DeMarco (asistente de Steve Kerr en los Warriors) cuentan con tres jugadores NBA y no tres cualquiera. Ni DeAndre Ayton, ni Buddy Hield ni Eric Gordon han sido nunca All Star, pero pertenecen a la nobleza de la Liga. “Tres superestrellas. A nivel individual ni llegamos a esas cotas. Además tienen otro par de jugadores con futuro de estrellas. Y un buen grupo de complemento. Uno por uno, tenemos todas las de perder, ninguna opción de ganar”, advertía Scariolo.
El primero de sus puntales, Ayton, fue número uno del draft de 2018, gana 34 millones de dólares en los Blazers y, aunque se le intuía una progresión de estrella, no deja de seguir siendo uno de los pívots más prometedores de la NBA: gran reto para el entonado Willy Hernangómez. Hield, nacido en Freeport, pasa por ser uno de los tiradores más eficaces de la Liga y por eso acaba de ser fichado por los Warriors. Como tantos otros bahameños y como varios de sus hermanos, de pequeño practicaba atletismo, pero pronto comprobó que lo suyo era el baloncesto. Se convirtió en uno de los mejores jugadores jóvenes de EEUU, número seis del draft de 2016, aunque algunas lesiones y ciertos traspasos poco oportunos no le han hecho triunfar como se hubiera intuido. Aún así, ganó el concurso de triples de 2020 y su sueldo asciende a casi 20 millones.
El veterano del trío de amenazas es Eric Gordon, un ‘combo’ que en sus casi 900 partidos en la NBA promedia 15.7 puntos -llegó a ser mejor sexto hombre de la liga en 2017- y que ya sabe lo que es ganar un Mundial de baloncesto. Lo hizo con el USA Team hace 14 años en Turquía. Pero el año pasado la FIBA le permitió jugar con el país natal de su madre Denise. “Estoy muy contento por poder jugar para esta selección. Son grandes personas y en el lado del baloncesto es un orgullo jugar para este país y disputar un preolímpico. He estado conviviendo con ellos. Hay un gran ambiente en el equipo y tener la oportunidad de representar a este país en unos Juegos es un gran honor. Tengo un compromiso enorme y está siendo muy divertido todo el proceso”, contaba estos días en Valencia. Él fue el héroe de la única gesta de Bahamas en el baloncesto. Y no fue cualquier cosa.
El verano pasado, en el Preclasificatorio de Santiago del Estero, los caribeños derrotaron a la argentina de Campazzo, Deck y compañía por dos veces. La primera la sorprendieron en la fase inicial y después la remataron en la final con tres triples en el desenlace de Gordon. Fue el primer aviso al mundo de una selección cuya maquinaria administrativa se ha puesto en marcha para encontrar más piezas. DeMarco maneja una base de datos que rastrea jugadores que puedan ayudar en las ventajas clasificatorias. Y, por supuesto, de NBA nacidos en Bahamas o con alguna conexión familiar. Kai Jones es uno de ellos y los hermanos Mobley y Naz Reid son otros tres. El quinto ya estuvo entrenando con Bahamas antes del Preolímpico, pero aún no tiene permiso FIBA. Se trata nada menos que Klay Thompson (hijo del bahameños Mychal Thompson), que, como Gordon, ya ganó un Mundial, el de España (y un oro olímpico), con el USA Team.
Además del trío, completan la plantilla bahameña en la Fonteta varias promesas que juegan en la NCAA. Aunque ninguna sensación como la de VJ Edgecombe. Un escolta de 18 años que debutará en la Liga Universitaria con Baylor y que las predicciones sitúan entre los cinco primeros del draft de 2025.
Scariolo miraba a su lado a López-Aróstegui en la sala de prensa y le avisaba del trabajo defensivo que tienen por delante. “Ellos tienen jugadores de quinteto NBA, acostumbrados a meter 20 puntos en la NBA, jugadores de otra dimensión a nivel individual. Son muy capaces. Tenemos que estar muy preparados para intentar limitar estas actuaciones de sus estrellas intentando tampoco desangrarnos con otros jugadores que tienen y ofensivamente ser capaces de jugar contra un equipo muy atlético que mete manos, presiona, tapona… Tienen una calidad atlética muy alta. Tenemos una tarea muy difícil. Pero este siempre da la cara”, concluyó el seleccionador.