El Real Madrid resucita tras la expulsión de Vinicius a costa de un Valencia al que no le basta con ser valiente

El Real Madrid resucita tras la expulsión de Vinicius a costa de un Valencia al que no le basta con ser valiente

Mestalla un campo inhóspito para el Real Madrid, que se rebeló contra su destino justo cuando más complicada era la hazaña. Perdiendo desde el minuto 27, con Vinicius expulsado por roja directa, tras un penalti fallado, un gol anulado y la necesidad de sumar para ser líder. Sin embargo, le bastó un arreón de 20 minutos de fútbol para acabar con la euforia de un Valencia valiente que no parecía penúltimo y que estrelló en el empate en la madera en el último suspiro. [Narración y estadísticas (1-2)]

Por mucho que la grada aplaudiera su honroso gesto con las víctimas de la dana, el Real Madrid sufrió mucho. Un aplauso y a jugar, pero el equipo de Ancelotti pareció quedarse recostado en las extrañas sensaciones que tomaron el campo, con una protesta de hora y media de griterío contra Peter Lim, el goteo de aficionados entrando a las gradas, un fichaje en el palco, Umar Sadiq, y el estreno de un entrenador, Carlos Corberán, al que todos rezan para que logre la salvación sin saber muy bien cómo podrá lograrlo. Sin embargo, la nueva identidad no tardó en revelarse ante un Real Madrid perezoso, quizá por la vuelta al trabajo o por el exceso de confianza, como si al trantrán pudiera ganarse a este Valencia doliente y bailar sobre su tumba.

El Valencia fue un equipo muy serio que exigió desde inicio un esfuerzo que el conjunto blanco se resistió a hacer. Soltó pronto su arreón en el carril izquierdo Vinicius, con cambio de look y silbado, para dejarle a Valverde que lanzara un obús al pecho de Dimitrievski. Lejos de asustarse, los valencianistas respondieron con un centro de Luis Rioja, martirio de Lucas Vázquez, que cazó a la media vuelta Hugo Duro e hizo aparecer a Courtois para dejar la pelota muerta a Almeida y volver a salvar el gol.

Con alas nuevas

Con una presión alta y exigente, el Real Madrid se partía, muy lento en el repliegue. Ni Mbappé, ni Vinicius, ni Rodrygo estaban por la labor de correr hacia su portería, con Valverde multiplicado ante la pasividad de Ceballos. Por las orillas, el Valencia, con ímpetu y valiente, encontraba el camino. Era un equipo desconocido, como si Corberán hubiera aterrizado en el vestuario de Paterna con la marmita de poción mágica que les hubiera dado alas.

Foulquier, escoltado por Diego López para sujetar a Vinicius, cabalgó varias veces hacia el área sin que el brasileño ni siquiera pensara en seguirle. En el minuto 12 ya se coló entre Mendy y Tchouameni y obligó de nuevo al guardameta belga. Se acomodaban bien los valencianistas a un partido mucho más abierto de lo que hubieran soñado. De hecho, Tárrega se echó a tierra para enterrar la única jugada en la que conectaron Mbappé, Bellingham y Vinicius en toda la primera parte.

No le gustaba a Ancelotti lo que veía, con un equipo partido y a merced del acierto a la contra de rivales que, en este partido sí, parecían dignos de privarles del liderato. Y así empezaron a lograrlo cuando de nuevo se escapó Foulquier para dejarle un remate en el área a Javi Guerra que Courtois sólo pudo despejar para dejarlo a los pies de Hugo Duro, que abría el marcador. La única reacción temperamental fue la del técnico italiano, que agitó el banquillo y, arqueando la ceja, mandó un mensaje a sus jugadores. Sólo Vinicius respondió en un mano a mano que salvó el portero.

Necesitaba reaccionar el Real Madrid y lo hizo encerrando poco a poco al Valencia, que empezó a cometer errores habituales. El primero fue de Barrenechea, que no protegió con contundencia una pelota disputada con Vini. De ahí nació un discutido penalti con el que Tárrega frenó a Mbappé. No dudó Soto Grado ni tampoco el VAR, pero el lanzamiento lo estampó Bellingham en la cepa del poste. Es el tercer penalti fallado por los jugadores blancos.

Ocho minutos después, el inglés le filtró un pase tan ajustado al francés que cayó en fuera de juego y su gol fue anulado. No le salía nada a los blancos.

Expulsión y reacción

Aún estaba por llegar la traca que encendería Mestalla cuando, en el minuto 79, un rifirrafe entre Vinicius y Dimitrievski provocó que el brasileño se rebelara y, VAR mediante, el colegiado le enseñó una roja que la grada festejó gritando “Balón de playa, Vinicius, balón de playa”. Tan consciente fue de su error que no tardó en pedir perdón en redes sociales.

La luz del Real Madrid la tuvieron que encender entre Brahim y Modric. Ambos se asociaron en el minuto 85 para el croata, burlando a Foulquier, apareciera para rescatar un punto que ya les servía en su escalada hacia el liderato. Pero vieron al Valencia temblar y se lanzaron a condenarlo.

De nuevo un error convertía en estéril todo el esfuerzo. Esta vez fue Hugo Guillamón en un pase atrás que comprometió a Dimitrievski y que cazó Bellingham para amarrar una victoria que resucita al Madrid y demuestra que, aunque sin punto, el Valencia puede tener pulso.

kpd