El Nápoles ya sufrió la contundencia del Barça tanto en la Champions 2019-20 como en la Europa League 2020-21, aunque fueron la antesala del contundente 2-8 que el Bayern le endosó hace tres años en Lisboa.
El Nápoles es un rival con regusto agridulce para el Barça. En las dos últimas ocasiones en las que los azulgrana se han medido al equipo europeo que mayor adoración siente por Diego Armando Maradona, el resultado ha sido decididamente favorable para los intereses barcelonistas.
En la Champions 2019-20, se impusieron por un global de 2-4, después de llevarse una igualada de tierras italianas (1-1) e imponerse por 3-1 en el Camp Nou. En la Europa League 2020-21, mientras, vencieron con un global de 5-3, tras empatar en este caso en casa (también por 1-1) y golear en Italia (2-4) bajo las órdenes de un Xavi Hernández que había llegado unos meses antes al banquillo azulgrana.
En la máxima competición europea, no obstante, la clasificación fue sólo la antesala de una durísima humillación ante el Bayern, por 2-8, que acabaría por precipitar incluso el final del mandato de Josep Maria Bartomeu.
Si los azulgrana logran reencontrarse con su mejor versión, las cosas deberían serles en principio propicias ante un rival que no ha estado pasando precisamente por un buen momento en la Serie A. Aunque el curso pasado logró hacerse con el tercer título de liga de su historia, el primero sin Diego Armando Maradona sobre el césped, pero con el gran astro argentino de alguna manera aún presente en la nomenclatura de su estadio, esta temporada las cosas no están marchando tan bien.
Aunque, ahora mismo, el equipo es el quinto clasificado de la tabla. Rudi García, fichado el pasado mes de junio como relevo de un Luciano Spalletti que dejó el club para coger las riendas de las selección italiana, fue despedido de manera fulgurante el mes pasado y ahora todo está en manos de un Walter Mazzarri que ya unió su destino al del club entre 2009 y 2013.
En defensa, la marcha de Min-Jae al Bayern de Múnich el verano pasado ha acabado por convertirse en un escollo muy difícil de superar. Algo que, unido a los problemas que ha exhibido también el equipo en su flanco izquierdo, explica su fragilidad defensiva. El Real Madrid, por ejemplo, le venció en la fase de liguilla por 4-2 y 2-3.
En punta, mientras, su mejor argumento, el nigeriano Victor Osimhen, puede verse condicionado de alguna manera por la disputa de la Copa de África a principios del próximo año, aunque sí podrá contar, con toda seguridad, con un Khvicha Kvaratskhelia capaz de crear peligro para la meta rival a poco que tenga la opción.