En uno de los momentos más candentes del duelo, tras considerar que un revés de Davidovich se había ido ancho, con 5-4 del lado del alemán y un set arriba el español, Zverev se dirigió al juez de silla de manera vehemente. "Hay un error en el sistema", le dijo, discutiendo la precisión de la electrónica. Al instante, y a la vista de que Mohamed Lahyani no accedía a sus demandas de bajar de la silla y comprobar el bote de la bola, tomó su móvil y sacó una foto de la marca, lo cual le costó un warning. Poco antes, Davidovich también había discutido un ace de su rival, hasta que el rastro del bote le fue mostrado en la pantalla.
Fue un partido intenso, con Alejandro Davidovich, claramente dominador en el primer set, mucho más exigido en el segundo ante el primer cabeza de serie y doble ganador del torneo. Un partido en el que el malagueño, finalista este año en Delray Beach y Acapulco y reciente semifinalista en Montecarlo, donde solamente le detuvo Carlos Alcaraz, evidenció sus progresos en la nueva etapa profesional, ahora al lado de Félix Mantilla y David Sánchez, ese punto de templanza del que suele adolecer su tenis.
No fue suficiente para mantener prendida la llama del tenis español en la Caja Mágica. Cayó por 2-6, 7-6 (3) y 7-6 (0), en dos horas y 44 minutos, y con él se fue el último vestigio español en un torneo que se queda sin representación local tanto en el cuadro masculino como en el femenino en octavos de final, algo que nunca había sucedido.
Oportunidad
Tuvo dos bolas de break en el noveno juego del segundo, con 4-4, pero no pudo aprovecharlas. En el comienzo de partido había encadenado diez puntos consecutivos y se fue pronto 4-0 ante un rival que tardó bastante en encontrarle la medida al partido. Reciente campeón en Múnich, el alemán llegaba a Madrid algo mejorado con respecto a otra temporada en la que sigue sin encontrar el tenis que siempre se le ha supuesto.
Fue Zverev quien, progresivamente más afinado con el saque, se llevó el desempate y entró en el tercer parcial con tres bolas para quebrar, neutralizadas por su oponente. El servicio del alemán fue un azote constante, obligando a Davidovich a evitar cualquier descuido con el suyo. Lo tuvo en un juego tan delicado como el noveno, dejando en manos del jugador de Hamburgo la llave para entrar en octavos.
Fiel a su aquilatada vulnerabilidad mental, Zverev cedió su servicio en blanco. Fue otra secuencia de ocho puntos consecutivos del malagueño, prendido de una grada deseosa de mantener vivo al menos a uno de los suyos. No pudo evitar Davidovich verse abocado a un nuevo desempate, letal para sus intereses. Tras un muy estimable partido, no anduvo fino en la resolución.