El serbio, muy sereno durante la ceremonia, lanzó un mensaje a los jóvenes tras levantar la Copa de Mosqueteros: “Si queréis un futuro mejor, creadlo”.
Djokovic, en la celebración de su título.Christophe EnaAP
La serenidad protagonizó la celebración de Novak Djokovic en Roland Garros, que guardó los gritos e incluso las lágrimas. Después del punto ganador, se tumbó en el suelo con las piernas y los brazos estirados, pero pronto se levanto y sentó en su silla para, tranquilo, calmado, observar toda la ceremonia de entrega de trofeos. Hubo vídeos, hubo un pequeño homenaje a Yannick Noah, último campeón francés, hace 40 años, hubo un breve discurso de Casper Ruud y luego llegó el turno de Djokovic.
Vestido con una sudadera Lacoste confeccionada para la ocasión, con un 23 a la derecha de la pechera, Djokovic levantó la Copa de los Mosqueteros en una punta del escenario, cantó el himno de Serbia y empezó sus agradecimientos. En primer lugar, se dirigió en francés al público local. “Es curioso que haya logrado el 23 aquí, en el Grand Slam que más me ha costado, donde he pasado momentos muy duros, es muy, muy especial”, comentó. Y luego, ya en inglés, se dirigió a su equipo. “Quiero agradecer vuestra paciencia y vuestra tolerancia. La gente no lo ve, pero en las últimas semanas os he torturado”, expresó Djokovic.
“Mis hijos están aquí y por eso quiero enviar un mensaje a los jóvenes de todo el mundo. Sea lo que sea lo que queréis en la vida, perseguidlo. Yo a los 17 años años quería ganar Wimbledon y ser el número del tenis y trabajé mucho para conseguirlo. Lo sentí con cada célula de mi cuerpo, encontré el poder para crear mi propio destino. Mi consejo es ese: si queréis un futuro mejor, creadlo”, proclamó Djokovic, que acabó su discurso con un emblema patriótico: “¡Serbia!”
Antes había agradecido su presencia en las gradas a estrellas del deporte como Kylian Mbappé, Olivier Giroud, Tom Brady y Zlatan Ibrahimovic, que le animaron y felicitaron. Otros, desde casa, también lo hicieron, como Rafa Nadal, que escribió en Twitter: “Muchas felicidades por este increíble logro, Djokovic. El 23 era un número imposible de imaginar hace unos años ¡y lo lograste! ¡Disfrútalo con tu familia y equipo!”
Un libro es una poderosa herramienta para un ajuste de cuentas. No mata como una pistola o un cuchillo, pero mortifica cuando su contenido es como la sosa cáustica para la imagen y credibilidad de los enemigos del autor. Sucede, en ocasiones, que la expectativa es mayor que el efecto, porque la venganza es temerosa cuando quienes escriben tienen causas pendientes con la justicia. Eran los casos de Mario Conde o Sandro Rosell, que acabaron por convertir sus libros en un diario de su paso por la cárcel. Luis Rubiales no la ha pisado, por ahora, pero está imputado en el Supercopa Files y pendiente de su recurso al Supremo por la sentencia en el caso del beso a Jenni Hermoso. El libro que ha escrito junto a su padre, aunque lo firme el ex presidente de la Federación, está hecho desde el profundo y visceral resentimiento de los Rubiales. Luis&Luis contra todo y contra todos, incluso contra su propio apellido, en la figura del tío Juan, al que consideran el gran traidor a la familia. Matar a Rubiales es, pues, una crónica negra en la que el fútbol es casi un decorado para las cargas de profundidad que a lo largo de 502 páginas caen sobre la política, que empieza por el Gobierno actual, el periodismo y el feminismo.
Pedro Sánchez y Rubiales en la Moncloa.EFE
La cohabitación de Rubiales con el poder, fuera como amigo o enemigo, fue constante y peligrosa, como demostraron las grabaciones que afloraron, una vez hackeado su teléfono. De lo grabado, algo se sabe, pero no todo. De lo hablado, susurrado y escuchado, se conoce poco. Hasta dónde llega el ex presidente de la Federación es un secreto bien guardado por la editorial Última Línea, que no permite divulgar el contenido, preparado como una bomba para la gran presentación en Madrid, el 13 de noviembre.
La fecha está deliberadamente escogida, porque vuelve a ser semana de selecciones, cuando la Roja y la Federación, de cuyos personajes habla, estarán bajo el foco. Rubiales nombró a Luis de la Fuente, que primero aplaudió efusivamente en la Asamblea de la vergüenza, al grito de «¡no voy a dimitir!», y después renegó del presidente. Con muchas de las personas, directivos, técnicos y ejecutivos o ejecutivas, que han sobrevivido a las purgas en Las Rozas y le dieron la espalda, es con quien Rubiales está más dolido.
Una vez presentado en Madrid, Rubiales hará una gira por varias ciudades para explicar su relato, el de «una conspiración de poderosos de diferentes ámbitos de la vida pública española: del Gobierno, algunos partidos políticos, del fútbol, del rentable mundo del feminismo, de algunos medios convenientemente engrasados y de algunos personajes que no serían nada si no tuvieran en Luis un enemigo». De esa forma lo explica la editorial, según el traslado que ha hecho Rubiales.
Secretos de la selección femenina
Por orden expresa del ex dirigente, no hay adelantos previos ni entrevistas a medios de comunicación tradicionales, por los que se siente maltratado. La campaña previa, para acompañar el lanzamiento, la habría hecho Rubiales con youtubers en entrevistas ya preparadas. Es algo que el dirigente ya hizo en el pasado, con la exclusiva concedida a Alvise Pérez, actual parlamentario europeo al frente de la formación antisistema Se Acabó la Fiesta. Rubiales no quiere que se acabé la suya.
Rubiales y Jenni Hermoso, en el podio de Sydney.
Jenni Hermoso es uno de los personajes centrales, a la que el libro va a volver a poner en el prime time de la polémica apenas dos semanas después de regresar a la selección de la mano de Sonia Bermúdez. El beso no consentido que recibió del ex presidente, en la celebración del título mundial, en Sydney en 2023, precipitó la caída del dirigente. Lo mismo sucede con la selección femenina en su conjunto, con el plante de las 15 o las quejas sobre la convivencia del grupo que trasladaba Jorge Vilda. Una rebelión que provocó cambios necesarios, pero con episodios escabrosos pendientes de contar.
La gestación de la Supercopa y su relación con Gerard Piqué, también imputado en el proceso judicial, tienen su espacio en el libro. Los audios en los que el ex presidente de la Federación y el ex jugador del Barcelona mercadeaban con el reparto de dinero fue su primera gran crisis de credibilidad.
Javier Tebas, en un acto de la Liga Genuine.SERGIO PEREZEFE
Entre los enemigos de Rubiales ha habido pocos como Javier Tebas, cuyo enfrentamiento se remonta al tiempo en el que el primero presidió la AFE. Con pocos tiene tantos deseos de ajustar cuentas, aunque sabe que Tebas responde a fuego en los tribunales y eso puede tener graves consecuencias económicas, en un momento en el que Rubiales tiene las cuentas embargadas por la justicia, lo que le impide seguir con sus proyectos empresariales, algunos vinculados al sector hotelero.
Haber puesto en marcha la exitosa candidatura del Mundial 2030, llevarla a la Moncloa y sentirse, hoy, como un apestado, es algo que Rubiales no perdona, por lo que la política tiene su espacio en el libro, con Pedro Sánchez entre los personajes centrales. Luis Rubiales padre, miembro del PSOE con cargos en la administración andaluza, también se sintió de un modo parecido al ser vinculado con los ERE. La alta política y la política deportiva merecen su atención, ya que Rubiales se enfrentó a Miguel Cardenal e Irene Lozano, entre otros, o compartió viaje y cosas que contar con Víctor Francos. Su relación con Alejandro Blanco, uno de sus apoyos, se rompió cuando el presidente del COE le dijo que debía dimitir antes de la sonora y polémica Asamblea.
Un día antes del lanzamiento del libro de Rubiales, Planeta lanzará la esperada autobiografía del Rey Emérito, Juan Carlos I, que comparte resentimiento con el ex presidente de la Federación, aunque bajo el título de Reconciliación. El objetivo de Matar a Rubiales no es precisamente ese. Es el de morir matando.
La agitación del descaro juvenil y la certeza de que no había nada que perder salvaron a Portugal de convertir su primer acto en la Eurocopa en una tragedia. Fue un rescate agónico el que creó a la carrera Pedro Neto para asistir a Francisco Conceiçao, el más eléctrico de los portugueses para resucitarles. No podía ser el equipo de Cristiano Ronaldo el único de los favoritos que doblara la rodilla y se dejara puntos, aunque por momentos lo hubiera merecido.
Al ralentí quiso Portugal arrancar a jugar, casi como si fuera el ritmo que necesitaba Cristiano en su sexta Eurocopa. La estrella fue el delantero titular y la misión encomendada parecía crearle las ocasiones hasta que apareciera su tino. Chequia renunció desde el pitido inicial a gobernar el ritmo y se conformó con parapetarse bien ante la meta de Stanek. Se hundía, pero muy consciente de que ése era el plan. Y luego, si acaso, lanzar alguna escapada a la contra buscando la espalda de los carrileros lusos para servir el balón a Schick. El delantero del Bayer sólo tuvo una en toda la primera parte y fue un testarazo muy forzado a centro del lateral del West Ham Coufal, el checo más contundente. Le dio para avanzar en la orilla pero, sobre todo, para parar a Rafael Leao por donde Portugal amasó el juego.
Salió valiente Roberto Martínez, con tres centrales, Cancelo moviéndose en la medular y Vitinha dirigiendo el juego que iba y venía, buscando a Bruno Fernández, a Bernardo Silva o al propio Leao, sin perder la posesión pero sin meter el acelerón que desmoronara el muro de los checos. Apenas lo agrietaron con un cabezazo forzado de Cristiano en el mismo arranque, un centro raso de Leao por la frontal del área pequeña que no embocó nadie porque Krejic, el central del Girona, lo evitó, y un disparo lejanísimo de Rubén Dias.
20 minutos de madurar el partido y sobar la pelota como en un entrenamiento para que Diogo Costa fuera un espectador más. Es como si los portugueses se conformaran con tener la pelota amarrada al pie y hacerla ir y venir como un parabrisas bajo la intensa lluvia que caía sobre el Leipzig Arena. Les costaba desatarse. Probó Bruno Fernández con un disparo desde el pico del área y una recuperación de Bernardo le lanzó a la carrera para que sacara un centro-chut al que no llegó Leao. No se descomponía el equipo de Ivan Hasek, pero se tuvo que sujetar al meta Stanek. Primero por un pase filtrado de Vitinha a Cristiano en el punto de penalti que atajó. No tardó Ronaldo en devolverle el favor con un taconazo atrás para que el cerebro del PSG intentara disparar, imposible tarea bajo la presión de Coufal y Provod. Aún tuvieron la última antes del descanso en un córner en corto que Cristiano remató y Stanek salvó.
Un disparo checo, un gol
Chequia, poblada y junta, había conseguido enredar a Portugal en su tela de araña y volvió del vestuario para dar la sorpresa. Portugal apretaba el acelerador, sacaba a Cristiano del área e intentaba mostrar el colmillo. Se acercó a Vitinha, encontró más a Bernardo Silva y Stanek parecía que iba a vivir más intranquilo. Sensación errónea porque los checos dieron la sorpresa en el primer ataque que pudieron armar. Arrancó Pondera en la izquierda, centró a la otra orilla para Coufal y se la sirvió a la media luna para el misil de Provod. Efectividad máxima que descomponía a los lusos.
Empezó a mover sus piezas el técnico español, y antes de testarlas, se encontró con el empate. Vitinha, siempre él, volvió a alzar la cabeza, vio aparecer al segundo palo a Nuno Mendes y su cabezazo lo rechazó el meta del Slavia a la pierna de su compañero Hranac y se coló en la portería. Lejos de desatarse la tormenta portuguesa después de la zozobra, fueron los checos los que se crecieron. Los cambios de Hasek oxigenaron a su equipo para seguir amurallado, pero también le dieron alas para acercarse a Diogo Costa con un doble disparo de Sevcik primero, que salva Ruben Dias, pero vuelve a cazar Soucek para poner el susto en el cuerpo a la mitad del estadio.
Antes de que Portugal agitara su banquillo, Cancelo vio a Cristiano en el segundo palo para entregarle un gol a Diogo Jota, pero en fuera de juego. Anulado en el 87 y la sensación de que el partido moría. Pero fue entonces cuando de verdad resucitó para Portugal.