El Falcon Crest del Sevilla o la huida hacia delante de un club roto por dentro

El Falcon Crest del Sevilla o la huida hacia delante de un club roto por dentro

Patadón hacia adelante del Consejo de Administración del Sevilla Fútbol Club. Pepe Castro presidente, José María del Nido Carrasco vicepresidente, Diego Alonso de entrenador y la promesa de un nuevo estadio como caramelo para paladares poco exquisitos. La amenaza de José María del Nido Benavente, el rayo que no cesa, sigue ahí; pero aún es pronto para consumar su plan de venganza. El tiempo avanza lento. El club continúa con su huida hacia lo ignoto. Roto por dentro. Con un fútbol desilusionante. Abrazado a los créditos y a la disminución del coste salarial. Crisis. Qué crisis.

«Nunca se sabe qué va a suceder en Falcon Crest», dice Angela Channing con una copa de champán en la mano en uno de sus capítulos. Del Valle del Napa californiano al barrio de Nervión de Sevilla hay 20 horas de vuelo, pero la tensión entre familias une lo que parece lejano. José María del Nido Benavente quiere recuperar lo que un día fue suyo. Su hijo se opone. Pepe Castro aprovecha sus diferencias para alargar su poder. Apellidos con solera, crispación en los aledaños del estadio y abogados. Muchos abogados. El Sevilla Fútbol Club es un serial donde sólo ganan los que mandan y siempre pierde el aficionado.

«Mi vuelta es irreversible; si no es mañana, es pasado», dijo José María del Nido hace dos años. Pero tampoco será este otoño. El «no» del titular del Juzgado de lo Mercantil número 2 diluyó su esperanza. Del Nido quería tener voz y voto en la Junta General de Accionistas celebrada ayer, pero un pacto firmado en 2019 con el resto de familias lo ha vuelto a impedir. El rechazo de las medidas cautelares solicitadas por el ex presidente le obliga a seguir esperando. Los Castro, Guijarro, Alés y Carrión respiran aliviados. Del Nido se despacha en X.

Guerra parricida

«El Sevilla FC no puede esperar. A los okupas les duele el bolsillo, a mí me duele el Sevilla», escribió en un comunicado. En aquel pacto, que tiene congeladas sus opciones de volver a mandar en el club, se acordó «la remuneración anual de los consejeros» que «será del 1% de los ingresos del ejercicio social, computándose a estos efectos tanto los ingresos ordinarios como los extraordinarios». Unas cantidades que pueden rondar los 750.000 euros al año, en el caso del presidente José Castro, y más de 500.000 euros para el vicepresidente primero, José María del Nido Carrasco.

La relación entre padre e hijo está rota. Del Nido Benavente pasó más de tres años y medio en prisión. Desde su excarcelación, todo su entusiasmo vital está focalizado en volver a la presidencia del club de su corazón. Se siente traicionado por Junior, su vástago. Él habla de razones sentimentales y heroicas por el deterioro institucional y deportivo de la entidad, pero de su mano también vienen unos inversores estadounidenses, 777 partners, que ya poseen acciones en clubes como Genoa, Vasco de Gama, Standard de Lieja, Estrella Roja y Hertha de Berlin. El hijo se hace fuerte. El padre está frustrado y cansado de intentarlo.

La inestabilidad, los intereses y la deriva futbolística hacen que el sevillismo empiece a posicionarse en una guerra parricida e interminable. En los partidos se suceden las pitadas a la actual directiva y, como el retorno de Del Nido no genera confianza, se abonan a una tercera vía, la de apoyar al equipo hasta que las familias encuentren una solución de consenso que implique una sucesión que no pase por la llegada de capital extranjero. Un sueño que no parece encarnarse. Ayer, el grupo de animación Biris Norte se arremolinaba en torno a la puerta del Hotel Meliá Lebreros, donde los accionistas debatían y fiscalizaban las cuentas. «Club a la deriva. Fuera del Sevilla», era el lema que rezaba en su pancarta.

La Junta General de Accionistas del Sevilla, reunida el lunes.Gogo Lobato

José María del Nido Carrasco, tarde o temprano, será el próximo presidente del Sevilla FC. Se ha estado preparando para ello, con apoyo psicológico, coaching y hasta clases de oratoria. Su presencia en los medios, sus «ganas de que se note que manda», en palabras de un trabajador del club, quebraron uno de los pilares de la entidad y de sus éxitos: Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi. El cesarismo de Junior, que llegó a tomar decisiones de carácter deportivo en contra de la opinión de Monchi, acabó con el idilio entre el ex portero nacido en San Fernando y el Consejo de Administración.

«Necesito ser referente en el día a día, para todo, es mi manera de entender esto. Podría haberme quedado, pero a lo mejor el modelo de club es distinto», dijo en su despedida. Víctor Orta, su sustituto, ya está señalado por la afición por una errática planificación de plantilla, la destitución de José Luis Mendilibar y el capricho de un Diego Alonso que apenas es un funámbulo. El club llegaba a la Junta de Accionistas tras un empate, otro más, del Sevilla en Liga. Fue frente al Villarreal, en otro pésimo choque. Diego Alonso sólo ha ganado un partido, frente al C.D. Quintanar, de preferente, en Copa del Rey. Diez partidos lleva el uruguayo. Aquella victoria lejana, cuatro derrotas y cinco empates. Un desastre.

«Mentiras como argumentos»

En lo institucional, el caos. Los negocios del presidente José Castro, del vicepresidente José María del Nido Carrasco y de la consejera Carolina Alés, amanecieron la pasada semana con grafiteadas amenazas. Además, la consejera vivió una suerte de escrache tras el partido de Champions frente al PSV. Un encuentro que, por cierto, fue la despedida del equipo en Champions League. La tensión en el entorno del club, en la previa de la junta ordinaria de accionistas del Sevilla, acabó con redoble de controles policiales y denuncias de los tres directivos contra Del Nido Benavente por amenazas, coacciones, injurias e incitación al odio. El fútbol no florece en una tierra agostada.

Del Nido Benavente, a su llegada a la Junta General de Accionistas.EFE

En la Junta, Junior anunció la construcción de un nuevo estadio y el alivio salarial de la primera plantilla. «Es complicado trabajar cuando continuamente te están poniendo zancadillas, cuando se usan mentiras como argumentos, cuando te convierten en diana, pero eso no puede servirnos de excusa para bajar los brazos, sino más bien al contrario. Tenemos algo que está ahí, que son los logros, y que nadie nos puede discutir aunque algunos se empeñen en obviarlos», dijo Pepe Castro. Se dirigía a Del Nido Benavente, que intentó dinamitar la asamblea en vano.

Con las cuentas y la gestión tumbadas en la votación, el club sigue agarrado al bordillo para no ahogarse. La batalla por las acciones, la terquedad de Del Nido y la inconsistencia de Castro, condenan al Sevilla a peregrinar una temporada más por la máxima categoría del fútbol español. Sin un plan de futuro, sin una plantilla competitiva, sin estabilidad institucional, sin liderazgo ni estrategia, el club sevillano se aferra al azar y a la hombría. El césped a veces sirve para maquillar lo que sucede en los despachos. Aunque no lo parece en este curso de fútbol atribulado y entrenadores transparentes. La vida sigue igual por Nervión. Lava bajo los pies. Egos insondables. Y dinero. El dinero como una sombra que todo lo oscurece.

kpd