La decisión de colocar neumáticos de seco cuando empezó a llover obligó al español a una segunda parada en boxes y le dejó sin la posibilidad de adelantar a Verstappen. “Realmente no podía superarle”, dijo
“Me habéis preguntado varias veces y me sorprende que lo hagáis. Supongo que desde la televisión se ve una carrera diferente que desde dentro del coche. El circuito estaba seco, o casi seco, a un 90%. Sólo había agua en un par de curvas. Tenía que entrar ya a boxes, he preguntado al equipo por la meteo, me han dicho que no iba a llover mucho y he decidido poner neumáticos de seco ¿Cómo iba a pedir neumáticos intermedios si el asfalto apenas estaba mojado? En ese momento pensé que era lo correcto. Luego todo cambió en un minuto, la lluvia se intensificó, pero en ese momento era lo correcto. Igualmente tenía margen para hacer una segunda parada. Igualmente hubiera ganado Max [Verstappen] porque era más rápido. Realmente no podía superarle. Lo importante es que he acabado segundo en Mónaco, que he conseguido otro podio. Ahora hay que celebrar en lugar de pensar en qué hubiera pasado si todo hubiera sido distinto”.
¿De qué hablaba Fernando Alonso? De la oportunidad que tuvo este domingo de adelantar a Max Verstappen y celebrar la victoria 33 de su trayectoria en la Fórmula 1 en las calles de Mónaco. Fue una opción irreal, sólo una conjetura, pero existió. “Cuando llueve todas las decisiones son complicadas”, argumentaba el líder de Aston Martin y le sobraba razón. Eso no quita que tuvo una remota posibilidad de volver a lo más alto del podio 10 años después.
Ocurrió superada la hora de carrera, cuando todos los monoplazas ya habían pasado 50 vueltas por la famosa piscina de Montecarlo y encaraban el último tramo de la prueba. Hasta ese momento no hubo ningún movimiento noticiable. Desde la pole, Max Verstappen había obtenido cierta ventaja, Fernando Alonso le incordiaba a unos 10 segundos y, detrás de ambos, Esteban Ocon había creado un pelotón lento, lentísimo. Entonces empezó a llover. O al menos a caer unas gotas. En la zona del trazado más al este, es decir, del lado italiano, en las curvas entre el Casino y el túnel, el agua remojó el asfalto y casi todos los pilotos corrieron al garaje a colocar neumáticos intermedios. No caía un chaparrón, nadie desenfundó los neumáticos de agua, pero ya era imposible conducir sobre slicks. Sólo hubo un piloto que se arriesgó a hacerlo: Alonso. Y la decisión no fue acertada.
En un instante la llovizna se hizo chubasco, se crearon algunos charcos, y el líder de Aston Martin tuvo que regresar de inmediato a su garaje para revertir su apuesta. La victoria, con tanto tiempo perdido, era imposible. Gracias al tapón de Ocon, su segundo puesto no estaba en peligro, pero Verstappen ya era inalcanzable. Si en su primera parada Alonso hubiera montado neumáticos de lluvia quizá hubiera aparecido por delante del holandés y hubiera ganado la carrera. O quizá no. Fue una opción irreal, sólo una conjetura, pero existió.
El apoyo de su equipo
“Quizá he sido demasiado conservador, no lo sé”, se defendía Alonso en rueda de prensa algo molesto con el asunto. De hecho, tras la segunda pregunta sobre su decisión con los neumáticos, habló con Verstappen y entre ambos, con el inicio de las 500 millas de Indianápolis como excusa, finiquitaron la interacción con los periodistas.
En realidad, Alonso tenía un argumento de peso: “Lo importante es que he acabado segundo en Mónaco, que he conseguido otro podio”. Más allá de la hipótesis que le habría llevado a la victoria, el español se mostraba satisfecho por su quinto podio en seis carreras, aunque en su garaje tampoco se desató una fiesta. Al acabar la prueba, los mecánicos de Aston Martin aplaudieron y se abrazaron, pero había más consuelo que entusiasmo. Ese error pesaba. De hecho, el jefe de equipo en Aston Martin, Mike Krack, lo lamentó y quiso arropar a Alonso compartiendo responsabilidades: “Cuando Fernando entró en boxes había caído algo de lluvia, pero no la suficiente, en nuestra opinión. Había agua en una parte del circuito, pero no había llegado a nosotros. Por eso tomamos esa decisión de manera conjunta. Pensábamos que el circuito se secaría rápido. Igualmente no hubiera cambiado nada”. “En Barcelona va a ser difícil optar a la victoria, pero habrá más oportunidades”, aseguró el director con la certeza de que este domingo perdieron una de ellas.
Un pie en el primer cajón
Por las características del trazado, por el fallo de Checo Pérez en clasificación e incluso por la lluvia, era un buen momento para romper el férreo dominio de Red Bull. Posiblemente el mejor. “No quiero presionarme a mí mismo o al equipo con una victoria. Tenemos que mantener los pies en el suelo. Aquí hemos visto que los Red Bull domina en cualquier circunstancia. La semana que viene, en Barcelona, volveré a pelear con los Ferrari y los Mercedes y quizá acabe séptimo u octavo. No estoy obsesionado con la victoria”, comentó Alonso, que pese a cierta tensión bromeó con su foto en el podio.
La tradición dice que, al final de la ceremonia, los tres protagonistas se suben al primer cajón y se hacen una foto juntos, pero por las estrecheces de Mónaco no pudieron hacerlo. Alonso acabó con un pie sobre el número 2 y otro pie sobre el número 1, cosa rara. “Ya había pisado el primer cajón más veces, no creas”, dijo.
Con su segundo puesto y el desastre de Pérez, que no tuvo opción alguna de remontar y terminó decimosexto, Alonso se confirmó como candidato, como mínimo, al subcampeonato del Mundial. Con seis carreras disputadas y a falta todavía de 16 pruebas, una barbaridad, es tercero a sólo 12 puntos del mexicano, aunque ya a 51 puntos de Verstappen. “Con los puntos que llevo este año estaría líder otras temporadas, incluso temporadas en las que acabé luchando por el título. De hecho, hubo años en los que no tenía el coche más rápido e igualmente tuve opciones de ser campeón, como en 2010 o en 2012. El campeonato es muy largo y puedo acercarme incluso a Max si tiene problemas. Esto es deporte, cualquier cosa puede pasar”, pronosticó el español antes de marcharse a ver la desdicha de Alex Palou en las 500 millas de Indianápolis y a olvidar de la hipótesis. La opción de una victoria suya en Mónaco fue irreal, sólo una conjetura, pero existió.