Chelsea 2 B. Dortmund 0
Sterling y Havertz, éste tras repetir un penalti, otorgan la clasificación para cuartos de final de la Champions al equipo de Graham Potter
El Chelsea, antes o después, debía desatarse. Descolgado en la Premier y eliminado de la FA Cup y la Copa de la Liga, el proyecto megalómano de Todd Boehly pretende encontrar su razón de ser en Europa. Pese a su tumultuosa relación con el gol, los londinenses, a trompicones, marcaron esta vez dos para eliminar a un Borussia Dortmund incapaz de defender la ventaja de la ida (1-0). El equipo de Graham Potter alcanza así el objetivo de mínimos de los cuartos de final de la Champions.
Ese Dortmund que llegaba al Bridge orgulloso de sus últimos diez triunfos se vio pronto perdido. A los cuatro minutos cayó lesionado Julian Brandt, capital y sin sustituto en la producción ofensiva. Y no hubo más que recrearse en el gesto apesadumbrado del técnico Edin Terzic que, después de no saber cómo dar sentido a la posesión, no supo sostener el juego de cargas del Chelsea. También penaron los alemanes la noche discreta de Bellingham.
La mano de Wolf
Joao Félix y Havertz, versos libres en la mediapunta, exhibieron su virtuosismo técnico. Pero antes de que los blues decantaran el encuentro, demostraron por qué han marcado en la Premier los mismos 24 goles que el colista, el Bournemouth. Las ocasiones falladas fueron amontonándose: Havertz retozó con los palos; fueron anulados un par de goles por fuera de juego; Koulibaly remató hacia atrás con el tobillo…
Hasta que el más impredecible de todos, Sterling, acertó con la derecha tras fallar de mala manera con la izquierda. El 2-0 fue aún más turbulento. Wolf, en el mismo amanecer del segundo tiempo, sacó la mano sin mirar en el área. Y Havertz, pese a errar el penalti estrellando el cuero en la madera, pudo repetir, y también marcar, tras invadir futbolistas de ambos equipos el área. El Dortmund, pese al tiempo que aún tenía por delante y sin colmillo alguno en ataque, quedó atrapado sin remedio en la telaraña de Potter.
Contagiado por el ritmo abrumador de Cucurella o James, el Chelsea ve en Europa un buen lugar donde rebelarse.
