Se vistió este Mundial de clubes como un duelo entre Sudamérica y Europa, con claro favoritismo para el Viejo Continente, y con invitados del resto del mundo a la fiesta. Pero cuatro equipos brasileños se colaron en los octavos y rompieron las predicciones del establishment. El Fluminense llegaba a estas semifinales como underdog, como ese invitado incómodo que estás deseando que se marche para empezar el guateque de verdad. Y el guateque empezó con Joao Pedro a los mandos. Dos golazos para eliminar el último vestigio americano en el torneo y terminar la rebelión. [Narración y estadísticas (0-2)]
Los primeros minutos fueron de tanteo. Con esos jabs con los que los boxeadores prueban a los rivales, aunque Jhon Arias buscaba siempre algo diferente. El colombiano es uno de los grandes descubrimientos de este torneo: incisivo y con gran control de balón y del tempo del juego.
El primer clavo del ataúd lo puso un ex del equipo brasileño. Joao Pedro pegó con el interior desde el pico del área a la escuadra más alejada de Fabio. Primera vez en el torneo que el Flu comenzaba perdiendo. El dominio era total y la reacción brillaba por su ausencia. El Chelsea aplicaba la receta de los americanos: presión y físico.
Despiste absurdo
Pero en un despiste absurdo de los británicos, Hércules se introdujo por una rendija de la línea defensiva para encarar a un lento Robert Sánchez. La pelota se coló entre las piernas del guardameta, pero Cucurella la salvó en la línea. Un chispazo en un océano, que pudo convertirse en fuego si aprovechan las opciones que el balón parado les brindó pasado el ecuador de la primera mitad. La más clara un penalti que corrigió el VAR por mano en posición natural de Chalobah.
El partido cambió poco a la salida de los vestuarios, la ventaja era exigua y a los brasileños parecía valerles con forzar la prórroga. No había prisa. Nunca la tuvo Renato Gaucho en todo el torneo, aunque en esta ocasión decidió romper su habitual línea de fcinco para sacar dos delanteros. Casi le sale de primeras la jugada si Everaldo llega a anotar en el primer balón que tocó. Pero la suerte se torció en la siguiente jugada, una contra del Chelsea que pilló desprevenidos a los cariocas. Cuatro contra uno, pero Joao Pedro quiso resolver él mismo con otro golazo.
Los brasileños tocaron a rebato con cambios muy ofensivos para luchar por las pequeñas opciones que les quedaban para colarse en la final. Sin embargo, las ocasiones eran inglesas, con un Cole Palmer mucho más entonado y con más espacios en esta segunda mitad. El reloj avanzaba inexorable y la fe de Fluminese se reducía de manera inversamente proporcional. Las esperanzas americanas morían en las rayas de su último superviviente. Cayó con honores en semifinales, cuando nadie lo esperaba. Europa sofocó la rebelión.