El ‘cañonazo’ de Clàudia Pina, la fiesta en el bus a Lausana y el disfraz de espía de Montse Tomé en el Francia-Alemania

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España masticó el partido ante Suiza que ha vuelto a escribir el nombre de estas jugadoras en la historia de la selección por alcanzar la segunda semifinal de una Eurocopa. Mostró personalidad para bregar hasta tumbar el muro helvético, que agrietó Athenea del Castillo con una asistencia de tacón de Aitana, que consigue su primer MVP, y mandó al suelo Clàudia Pina con un cañonazo. Los galones de la Balón de Oro pensaron en la decisión de quién había sido la mejor jugadora del partido, pero bien podrían haber elegido a la joven extremo del Barça.

Si ante Bélgica sacó un tiro a 89 km/h a la escuadra, Peng sufrió algo parecido: un disparo patentado que practica desde niña. “Ponía un peto en una esquina de mi balcón y chutaba a poner la pelota allí”, confesaba tras su primer tanto en la Eurocopa. Ayer, probó dos veces en la primera parte, pero fue en la segunda, con el marcador ya a favor, cuando se vio con hueco para entrar en el área y soltar el latigazo. “Cuando hace ese gesto, pienso que va a ir a gol. Cuando coge balón, conduce, se prepara… en el momento en que apoya la pierna izquierda, sabemos que va a ir dentro”, confesó Montse Tomé. Pina le confesó hace unos días a Alexia que está intentando variarlo para que las porteras no acaben volando a la escuadra, como si eso fuera fácil ante su potencia de disparo.

Pina, a sus 23 años, está viviendo su mejor temporada. En el Barça ha sido brillante y con la selección, el gol ante Suiza es el noveno que marca en 19 partidos. Desde noviembre de 2024, es una de las cuatro jugadoras europeas con más goles con su selección en todas las competiciones junto a la belga Tessa Wullaert, la sueca Stina Blackstenius y la alemana Lea Schüller.

Pina, tras colocar un disparo en la escuadra en el segundo gol de España.AP

La fiesta en el autobús

No fue fácil acabar con las suecas. Al descanso, con el 0-0, España se conjuró en el vestuario para ser paciente y buscar los huecos que acabarían apareciendo, como la suerte, que se les negó en el penalti fallado por Mariona o el testarazo al palo de Irene Paredes. Hasta tuvieron la mala fortuna de que Laia Aleixandri viera una tarjeta amarilla que, al llevar otra a cuestas, le impedirá jugar el partido de la semifinal. “Se me saltaban las lágrimas porque una semifinal a todo el mundo le gusta jugarla, pero esto es así. Hay equipo y salga quien salga lo hará bien. Ahora vamos a celebrar, que esto es histórico”, recordaba la central.

De maestra de ceremonias actuó Cata Coll, que volvía a la portería. Tuvo poco trabajo pero hizo un paradón a Pilgrim. “Pero era fuera de juego, no vale”, recordaba en zona mixta. Apelaba a la madurez del equipo para esperar su momento y advertía de la fiesta que, pocos minutos después, montarían en el autobús, con música y coros camino de Lausana.

La vista ya la tienen en la semifinal y un rival que será Francia o Alemania. Athenea quería a las germanas, como venganza por dejarlas sin medalla de bronce en los Juegos de París. Tomé prefería ser prudente, pero esta noche estará de espía en Basilea para ver el partido en directo. “Hemos tenido un analista viendo todos los partidos, pero en este estaré yo en directo”, explicó la entrenadora, que ha acuñado una frase que lleva camino de ser una letanía: “Estas jugadoras están llamadas a hacer historia”. Grandeza en el campo, en la competición, y fuera, porque de ellas nació el detalle de hacerle un pasillo a las jugadoras suizas cuando se marchaba del campo para honrar su torneo.

kpd