Premier League
La liga inglesa nunca para en Navidad para desgracia de sus protagonistas que mayoritariamente rechazan la costumbre
Contaba Graeme Le Saux, lateral del Blackburn Rovers que ganó la Premier en 1995, que cuando se publicaba el calendario de la temporada corría a mirar una fecha: el Boxing Day. Como padre de una niña, Mariana, y un niño, Lucas, temblaba porque si tenía que jugar muy lejos de casa el 26 de diciembre se perdía la comida de Navidad, la llegada de Papá Noel, la apertura de los regalos… «Si jugaba como visitante el Boxing Day arruinaba la Navidad de toda la familia porque tenía que viajar el día anterior. Era un drama. Cada año era lo primero que buscaba: ¿Dónde me toca el Boxing Day?», confesaba hace unos años el futbolista inglés que ahora es consejero del Mallorca.
Danny Welbeck, ex de Manchester United y Arsenal, ahora en el Brighton, decía que pasar la noche de Navidad solo en una hotel era «la peor parte de ser futbolista profesional» y Joey Barton, ex del Manchester City o el Newcastle, confesaba que no sabía si era peor esa soledad o morirse de envidia en Nochebuena viendo cómo su familia comía pavo y bebía vino
El Boxing Day es una tradición exitosa del fútbol británico. Cada año los estadios se llenan -con medias de un 98% de ocupación-. Cada año las audiencias de televisión se disparan. Cada año la Premier factura millones y millones gracias a partidos como el Burnley-Liverpool (18.30 horas) o el Manchester United-Aston Villa (21.00 horas) de este martes. Pero a los jugadores no les gusta un pelo. Hace unos años su presión, canalizada a través de los clubes, resultó en la creación del parón de invierno, pero el mal trago en Navidad sigue siendo el mismo.
La queja de los entrenadores
En todo enero, un jugador del Nottingham Forest apenas disputará un par de partidos de la Premier y una ronda de la FA Cup, pero habrá pasado la Navidad en un hotel de Newcastle y recibido al Manchester United justo antes de fin de año. ¿Compensa? Bueno… El año pasado, en la jornada previa al Boxing Day se mostraron un 60% más de tarjetas que una jornada normal, lo que demuestra que los jugadores todavía fuerzan para pasar las fiestas con sus familias. Esta temporada esa pudo ser la intención, por ejemplo, de Cole Palmer y Raheem Sterling, jugadores del Chelsea, que acumularon sus quintas amarillas.
«Físicamente no es bueno para los jugadores, es un desastre, pero es una tradición y hay que adaptarse», comentaba Pep Guardiola, entrenador del Manchester City, que cada año denuncia el castigo que supone el Boxing Day para sus pupilos. Su colega Jurgen Klopp, técnico del Liverpool, siempre le acompaña en la queja: «Todo va bien siempre hasta que llega Navidad. Jugar el día 26 no es lo mejor. Lo aceptamos, jugamos, es una tradición, pero es realmente duro. Y en enero, si sigues clasificado en las copas, tampoco tienes mucho descanso».
Los entrenadores ingleses no suelen sumarse a las quejas de los jugadores, pero los extranjeros -ahora mayoría- siempre son muy críticos. Cuando era míster del Manchester United, Louis Van Gaal llegó a argumentar que la ausencia de un parón durante las fechas navideñas es el motivo por el que Inglaterra lleva sin ganar un título desde 1966. La internalización de las plantillas de la Premier le contradecía, pero igualmente era una muestra de su desencanto.
De hecho el disgusto de los protagonistas es una de las principales razones por las que la jornada de Boxing Day no ha triunfado en ningún país fuera de Reino Unido. En España, aunque se probó en 2015, el convenio firmado al año siguiente por jugadores y Liga establece que no habrá partidos entre el 23 de diciembre y el 1 de enero al menos hasta 2027. La Ligue 1 francesa también ha descartado esta temporada la celebración de un Boxing Day propio después de un par de intentos de adaptarse y la Serie A se ha quedado con el híbrido que también experimentó la Liga: una jornada el 29 y 30 de diciembre con horarios infantiles.
La Bundesliga alemana descansa directamente hasta el 12 de enero, un parón, la Winterpause, que permite que sus equipos completen cada invierno una especie de pretemporada en países más cálidos, como España. Un plan muy distinto al que afrontan ahora la mayoría de jugadores de la Premier, que han pasado la Navidad entre entrenamientos, viajes, concentraciones y partidos.