El Baskonia del genial Darius Thompson acaba con el Real Madrid sobre la bocina

El Baskonia del genial Darius Thompson acaba con el Real Madrid sobre la bocina

Real Madrid 81 Baskonia 85

Actualizado

Un triple de Costello abrocha un espectacular triunfo vitoriano. El base estadounidense firmó 18 puntos y 14 asistencias

Los jugadores del Baskonia celebran su triunfo en el WiZink.JUANJO MARTINEFE

No deja lugar a indiferentes este Baskonia de emociones fuertes que maneja Joan Peñarroya. Este equipo de sube y bajas, de baloncesto al mentón, que puja por regresar a unos playoffs de la Euroliga. En el WiZink firmó otra de esas noches para no olvidar. Un triple sobre la bocina de Matt Costello selló su tercera victoria del curso ante un Real Madrid al que tiene cogida la medida. [81-85: Narración y estadísticas]

El desenlace hizo honor a todo lo anterior. Un choque precioso, de alternativas, cero bostezos. Así suelen ser las propuestas baskonistas, aunque no siempre le salgan tan bien como ante el Madrid. Siete abajo a falta de cuatro minutos, aún le quedaban tres triples más para una remontada de las que ponen el corazón en la boca. Los blancos se quedaron de piedra ante la exhibición de Darius Thompson: su última asistencia, la 14ª, sirvió para un triunfo épico.

Aún ganaba de dos el Madrid a falta de 1:17. Entonces fallaron Marinkovic y Musa. Costello, protagonista, ejecutó una jugada de pizarra de Peñarroya de banda en menos de un segundo. Al siguiente ataque, Hommes, bravo, taponó a Tavares. Y, sobre la bocina, con falta incluida, el quinto triple de Costello cerró una victoria con la que sueña fuerte el Baskonia y que hace descabalgar al Madrid de la cumbre de la Euroliga.

Regreso de Tavares

Con su ritmo frenético, con su forma suicida de afrontar cada duelo, el Baskonia se ha convertido en uno de los rivales más incómodos para el Real Madrid. Como si no pudiera escapar del contagio de ese baloncesto que propone Peñarroya, posesiones exprés, Run&Gun a la vitoriana, los blancos acaban enrededos, olvidándose de sus fundamentos.

Porque la noche en el WiZink pronto devino en rock and roll: el partido sucedía como si fuera una carrera de Fórmula 1. Hanga y Poirier comenzaron hiriendo a su ex equipo, pero el atildado Darius Thompson contrarrestó las primeras ventajas locales. Volvió Tavares, que la semana pasada se torció el tobillo en Francia, pero Costello le desbordó con un par de triples: era un aviso. Las pérdidas penalizaban al Madrid, pero logró irse al descanso con ventaja gracias a su acierto (5 de 9 en triples ahí) y a un dos más uno final de Musa que resumió la intensidad de todo lo anterior.

Pero la apuesta del Baskonia siguió a la vuelta. Thompson y Kotsar formaban un dúo imparable, especialmente la maestría en la dirección del base norteamericano, que robaba, asistía y anotaba para desesperación del WiZink. Con el tercer triple de Costello, los vitorianos pusieron la máxima y las alarmas (50-59, min. 26). Un 10-0 fuera la radical respuesta blanca, como si, al fin, se hubiera dado cuenta de lo que se cocinaba. Rudy y el Chacho, por supuesto, estaban a los mandos de la reacción.

El último acto, como si fueran fuegos artificiales, arrancó con cinco triples concatenados, tres para Baskonia, dos para el Madrid -ambos de Musa-, en una maravillosa alternancia. Pero, como sin hacer ruido, en esa sabiduría baloncestística de veterano que ya ha añadido a su imperecedera magia, era Sergio Rodríguez quien parecía tener las riendas de la noche. Y gracias a sus pases de canasta -y al cerrojo de Tavares, claro-, los blancos comenzaron a dispararse hacia un triunfo que no iba a ser. Porque este grupo salvaje que maneja Peñarroya cree en los imposibles.

kpd