El Barcelona se gana el destierro en Europa

El Barcelona se gana el destierro en Europa

Barcelona 0 – Bayern 3

Actualizado

El equipo azulgrana, eliminado antes de empezar y condenado a la Europa League, vuelve a quedar desnudo ante el Bayern (0-3).

Lewandowski, frente al Bayern.E. FONTCUBERTAEFE

El fútbol puede ser triste. Incluso incómodo o desagradable. Pero siempre es más consecuente que cruel. Pese a su caótica apariencia, nada obedece a un designio divino. El Barcelona regresa al subsuelo de Europa porque en este deporte no basta con mercadear con activos ajenos y con fichar a un puñado de buenos futbolistas. Quien trata de comprar el éxito inmediato, quien pretende sobrevivir corriendo, no construyendo, acaba consumido. Así se vio el Barça ante ese espejo que insiste en mostrarle el Bayern, quien mejor ha mostrado al mundo la pobreza institucional, económica y deportiva del club. [Narración y estadísticas (0-3)]

No hubo comienzo porque ya fue final. Cuando todo debía empezar, ya había acabado. La única esperanza que tenía el Barcelona para esquivar su segunda eliminación consecutiva en la fase de grupos de la Champions y reincidir en la Europa League pasaba por que el humilde Viktoria Plzen arrancara al menos un punto al Inter en San Siro. Aún estaba el Camp Nou vacío cuando los checos comenzaron a encajar goles. El partido frente al Bayern se convertía así en un acontecimiento extraño e incluso más peligroso.

Ya fuera por imagen, por honor, o por vergüenza, no quedaba otra a los azulgrana que poner buena cara y al menos disimular que estaba para competir frente al diablo. Pero nada sirve cuando la inferioridad es tan manifiesta. No es solo que el Bayern corra más, sino que lo hace mejor. No es solo que el Bayern sea más fuerte, resistente, ordenado y eficiente, sino que domina como nadie los miedos del Barcelona.

Desde su llegada al banquillo, Xavi Hernández sólo ha ganado uno de los siete partidos dirigidos en la Champions, con la impotencia como hilo conductor de un relato ya conocido. Los remiendos que sirven para la Liga (el Athletic y al Villarreal cayeron de un soplido) no sirven para la Liga de Campeones, lo que confirma tanto la creciente decrepitud del campeonato como la ineficacia de las respuestas en Europa.

Penalti corregido a Lewandowski

La idea del cuarto centrocampista dio al Barça la pelota, pero no el control. Reservado Gavi y con Kessié como ente extraño, Pedri se alejó del extremo para tratar de crear por dentro. Fue imposible. Todo quedó en manos de las convulsiones de Dembélé, y de que llegara un balón a Lewandowski, desquiciado por De Ligt e incapaz de batir otra vez a sus ex compañeros.

El Bayern aprovechó cualquier miseria defensiva para castigar con saña. A Eric García no hubo que cargarle la culpa de nada porque quien ocupó su lugar fue Marcos Alonso. Quien sufrió esta vez como nadie fue Bellerín, que se estrenaba con el Barça en esta Champions para evidenciar que el socavón sigue siendo enorme en el costado derecho.

Salió Bellerín muy mal parado en los dos primeros goles del equipo germano. En el primero, Mané le ganó con extrema facilidad una carrera al espacio. Ni siquiera fue capaz de incomodarle antes de que el senegalés superara a Ter Stegen. Y en el segundo, el ex lateral del Arsenal y el Betis corrompió la línea de fuera de juego que había tratado de tirar Koundé. Hundido Bellerín, a Choupo-Moting se le abrieron los mares.

Mané festeja el 0-1 en el Camp Nou.AFP

El Camp Nou estaba repleto pese a todo. La hinchada animaba cuanto podía, aunque nada de lo que ocurría sobre el césped le animara a ello. Xavi, turbado, agitaba las manos y pedía que todo acabara al ver cómo el árbitro se corregía tras haber señalado un penalti de De Ligt a Lewandowski. Anthony Taylor, tras revisar la acción, descubrió cómo el ariete había impactado primero con el central.

A Gnabry le anularon un gol por fuera de juego, a Busquets lo silbaron por un remate a las nubes -al momento lo protegió Xavi mandándole al banquillo-, Lewandowski descubrió en sus carnes el peso de llevar la camiseta azulgrana en esta época, y Ulreich, suplente en la portería del lesionado Neuer, acabó con la ropa tan limpia como se la puso. Tal fue el despropósito grupal que ni siquiera el jovencito Balde podrá recordar con orgullo cuánto dio la cara.

Antes de que Xavi y sus jugadores tuvieran que acercarse al gol norte para agradecer con la cabeza gacha el apoyo brindado -así se lo exigieron los hinchas allí ubicados en una escena propia de otros tiempos-, el Bayern retozó en la miseria con un último gol de Pavard.

Y el Barça, entregado al desánimo, rodó hacia infiernos ya conocidos. «Fue como si la vergüenza hubiera de sobrevivirle». Así cerró Kafka aquel Proceso en el que nunca hubo rastro de esperanza. Porque la vida es real.

kpd