El Barcelona pierde el sentido

El Barcelona pierde el sentido

LaLiga Santander


Almería 1 Barcelona 0

Actualizado

Los azulgrana no se reponen, caen ante el Almería, y desprecian la oportunidad brindada en la Liga por el Real Madrid

Jordi Alba se lamenta en Almería.JORGE GUERREROAFP

No hay paz para el Barcelona. Ni siquiera en ese campeonato de Liga que creyó encarrilado, y que despreció con un partido tétrico ante un Almería que sólo aspira a sobrevivir en Primera. El día en que pudo haber dejado al Real Madrid a diez puntos tras el empate blanco ante el Atlético, el equipo azulgrana protagonizó una tarde espeluznante que le costó su segunda derrota de la temporada, más de cuatro meses después de su caída en el Bernabéu.

El encuentro del Barça fue un despropósito. Un canto a la desesperanza. Si bien en Old Trafford hubo quien encontró algún motivo para alzar el mentón enredado en la bandera de la tolerancia y la complacencia -«hemos competido», fue el lema-, en Almería la vulgaridad se lo llevó todo. Los futbolistas azulgrana mezclaron el desánimo con la indiferencia. Podían vociferar, pero sus piernas corrían mucho menos que las de sus rivales; las imperfecciones en el trato del balón advertían escasa atención; y el caos posicional alcanzaba todos los rincones.

Xavi Hernández se desesperaba en el área técnica. Incluso antes de que el Almería tomara ventaja con el gol de El Bilal antes de alcanzar la media hora de juego, el técnico del Barcelona rogaba a sus futbolistas que acabaran de una vez con ese ritmo cachazudo con el que pensaron que saldrían indemnes.

Pero no todo era una cuestión de actitud. Los cambios introducidos por Xavi en el once inicial no funcionaron. Especialmente vulnerable se mostró la línea defensiva, desde donde el Barcelona había logrado dar forma a este proyecto. Lastimado Araujo en Old Trafford y con Koundé y Balde descansando en el banco, el técnico azulgrana reformuló la retaguardia con la incorporación en el lateral derecho de Sergi Roberto, de Eric García como acompañante de Christensen, y de Jordi Alba en el carril izquierdo, más como extremo que como lateral. Y aquello fue un desastre.

Quien más pagó la ausencia de sus habituales compañeros fue Christensen, que exhibió su lado más humano ante la potencia de El Bilal. El ariete le ganó primero el duelo al danés, y después le dejó atrás con extrema comodidad en carrera antes de ejecutar con un martillazo a Ter Stegen.

Y el Barcelona, que fue incapaz de disparar a portería en todo el primer tiempo, no pudo más que recrearse en la escasez creativa de Kessié, en la escasa precisión mostrada esta vez por De Jong o Busquets, o en cómo Ferran Torres y Lewandowski, cuando se disponían a quedarse solos frente al portero rival, hacían de sus controles una oda al esoterismo.

Si bien un centro del campo con cuatro efectivos es música celestial con alguien como Pedri como director de orquesta, ausente el canario por lesión, sólo se impone el ruido. Música industrial dadaísta con el maletero del coche abierto. Ni siquiera Gavi podía seguir el ritmo. Así que Xavi deshizo el plan en el entretiempo. Dejó a Kessié en la ducha, destripó la organización de cuatro en la zona ancha, y mandó al indescifrable Raphinha a que se pusiera a correr por el extremo derecho, desplazando así a Ferran a la izquierda. Pocas cosas mejoraron.

Con Rubi ordenando a los jugadores del Almería defender en los últimos 30 metros, no encontró otra manera el Barcelona para avanzar que los centros de Ferran Torres, ninguno de ellos aprovechado por sus compañeros. Xavi volvió a cambiar el dibujo, esta vez al 3-4-3, con el ingreso de Araujo, que se puso a ejercer de delantero rematador. Incluso buscó revulsivos inauditos, como PabloTorre, invisible todo el curso, o Ángel Alarcón, que a sus 18 años se fue de Almería con la extraña satisfacción de haber sido el único futbolista de su equipo en tirar a puerta en Almería. A los 81 minutos.

Creyó el Barcelona que al menos podría arrancar el empate mediante pelotazos al bulto en busca de la cabeza de Araujo, engullido Lewandowski en la bruma. Mal síntoma para un equipo desnaturalizado sin su equipo ideal, frustrado ante la ausencia de ritmo e ingenio, y deprimente en un momento en que el alivio es una utopía. El Barça ha perdido el sentido.

kpd