Cristiano Ronaldo sabe que esta es su última Eurocopa y vive ansioso por aprovecharla. Esta noche ante Eslovenia puede ser el adiós. O quizá no, aunque lo cierto es que las oportunidades se van descontando. Su temperamento se contuvo en los dos primeros partidos, donde mostró gestos de capitán y hasta de cierta generosidad, pero se destapó en el duelo ante Georgia, y no por la inesperada derrota.
Roberto Martínez ha recuperado a Ronaldo cuando nadie lo esperaba ya. Su marcha a Arabia y los problemas de integración en la vida de la selección que mostró en el Mundial de Qatar le enseñaban la puerta de salida, algo que el técnico español no quiso hacer. Se reunió con él, le pidió implicación, le convenció para renunciar a ser un ente al margen de todo y de todos, y le defendió una y otra vez públicamente. Parecía que había encontrado la forma de llegar a su ego de una manera rápida y efectiva.
Cristiano debía jugar el mismo papel que Pepe: ser ejemplo para la sangre nueva incorporada por Martínez. Experiencia y veteranía, además de movimientos en el campo que aún mantiene, aunque ya empiecen a verse mermados por el paso de los años. Ronaldo ya ha cumplido 39 y no será eterno. Nada lo es, y él lo sabe.
Triple presión
Por eso busca seguir engordando su historia. Viajar a Alemania le ha supuesto ser el único jugador que ha disputado seis fases finales de una Eurocopa. Es el máximo goleador en el periodo de clasificación (55 goles), también en la fase final, donde ha anotado 14 tantos, y es el futbolista que más partidos ha jugado. Hasta el momento, 28, pero esta noche ante Eslovenia podrían ser 29. En total, ha vestido la camiseta de As Quinas en 50 duelos entre campeonatos de Europa y Mundial, 210 en total con 130 dianas.
En esta edición, además, se convirtió en el máximo asistente superando al checo Karel Poborsky cuando regaló ante Turquía un gol a Bernardo Silva. Pareció un reflejo claro de su nuevo papel, más coral y menos individualista. Cristiano había salido como titular y jugado los 90 minutos ante República Checa y la selección otomana. Pero también frente a Georgia, con el liderato en el bolsillo, volvió a aparecer en el once. La razón estriba en que era la oportunidad de que marcara y consiguiera sacudirse una triple presión.
Primero, engordar su condición de máximo goleador histórico del torneo. La segunda, marcar en todas las Eurocopas disputadas y convertirse en el goleador más veterano, récord que se apunta Luka Modric con 38 años y 132 días, pero que sigue a su alcance.
Puede que se haya arrepentido de dejarle empujar aquel balón a su compañero después de ver que, en su 60 minutos ante Georgia no dispuso de una sola ocasión ante Mamardashvili y cierra la primera ronda en blanco por primera vez en su carrera, pese a haber tirado 12 veces, cinco entre los tres palos. En Gelsenkirchen se le vio ansioso, con gestos airados a sus compañeros y protestón, tanto que vio una amarilla que le mantiene apercibido. La duda es qué pasará ante Eslovenia.
El precedente en Bélgica
En el entorno de Portugal ya se airea que Cristiano hay momentos en que no suma, pero Roberto Martínez sigue apelando a su compromiso para ayudar al grupo, su experiencia y su indiscutible talento. Son los mismos argumentos que utilizó con Eden Hazard en el Mundial de Qatar y que medios portugueses como A Bola le recuerdan. La diferencia entre ambos es más que notable, pero al técnico le reclaman que utilice el efecto Ronaldo de otra manera, no encadenando al equipo sólo por mantenerle en el campo.
Portugal ya no tiene margen. Con Eslovenia no puede permitirse errores y debe aflorar la efectividad que se espera de su talento. Si no es con Cristiano en el área, que sea con Gonçalo Ramos, que sólo ha jugado 24 minutos ante Georgia, o Diogo Jota, que suma 42 (27+15) en dos partidos. Ya no hay tiempo para pagar deudas individuales.