El provocador ala-pívot de los Warriors, sancionado indefinidamente por su enésima agresión, es el último de una larga saga de jugadores polémicos. Un libro, ‘Los Bad Boys de la NBA’, repasa 25 ejemplos, de Ron Artest a Dennis Rodman
La NBA es también una historia de violencia. En su lado oscuro hubo rebeldes sin causa, leñadores que hicieron de la pelea la única forma de forjar una carrera, macarras predestinados criados en los peores entornos imaginables y hasta tipos con bipolaridad reconocida como Ron Artest, el villano por antonomasia. Hubo equipos legendarios que impulsaron dinastías desde la agresividad, ninguno como los Pistons y su doble era de Bad Boys. Relatos escritos en los límites del abismo que reviven en la actualidad en las travesuras sin perdón de Draymond Green.
Hace unos días el ala-pívot de Golden State cometió su última fechoría y la NBA dijo basta: está sancionado indefinidamente. Con ímpetu descontrolado, Draymond propinó un durísimo puñetazo en el rostro a Jusuf Nurkic. Fue la gota que colmó el vaso de un jugador tan imprescindible en la dinastía ‘warrior’ como pasado de rosca en sus protestas, trash talking e histrionismo. Frecuentemente se le recuerda su sanción durante las Finales de 2016 que fue el resorte de la remontada de los Cavaliers de LeBron James. Ha sido capaz de patear en los testículos (por dos veces) a Steven Adams, de agredir a su compañero Jordan Poole durante un entrenamiento, de pisar a Domantas Sabonis (cuando estaba en el suelo) en los pasados playoffs o de agarrar cual luchador MMA a Rudy Gobert por el cuello el mes pasado, lo que le costó cinco partidos en el dique seco. “Creo que ese chaval necesita ayuda”, razonó Nurkic, su última víctima.
De momento, todo son especulaciones sobre cuando volverá Green a las canchas de su castigo ejemplar. La NBA, que acaba de ver cómo regresaba Ja Morant, otro de sus demonios, tras 25 partidos de sanción por sus escarceos con las armas, estudia qué hacer con él y su “repetido historial de acciones antideportivas”. Una conducta que Rasheed Wallace, quizá el mayor ‘trash talker’ de la historia de la liga (posee el récord de técnicas, 41, en una temporada, la 2000/2001) conectó estos días con sus Bad Boys, los Pistons de los Wallace (y de Billups, Rip Hamilton, Tayshaun Prince…), campeones en 2004. “Es nuestra culpa que Draymond sea así. Creció en nuestro vestuario. Uno de sus mejores amigos era el hijo del mánager general, así que pasaba mucho tiempo cerca de nosotros. Por eso está haciendo de la mierda de matón que hace ahora”, le acusó el ex ‘jail-blazer’ (aquel equipo de Portland, otro de los más polémicos de la historia), que posee también el dudoso honor de ser el jugador que más veces han expulsado en la historia (29).
Draymond es el último de una larga lista de jugadores escandalosos y no solo en lo deportivo. El libro ‘Los Bad Boys de la NBA’ de José Manuel Puertas (Ediciones JC), publicado el pasado mes de noviembre, hace un pormenorizado y entretenido repaso de 25 de estos tipos sucios, con un buen puñado de anécdotas. Del ‘Malice at the Palace’, cumbre del bochorno, la impresionante tangana en Detroit en noviembre de 2004 que provocó las mayores sanciones que se recuerdan (72 partidos a Artest, que rememoraba después sus paseo por las tribunas a por un aficionado: “Cuando salté a la grada, lo que quería era estrangularlo”) al inefable Charles Barkley y su incontestable sentencia: “Todo buen jugador tiene algo de gilipollas”.
Puros Bad Boys como Isaiah Thomas o Bill Laimbeer, “el tipo más llorón, despreciable y repugnante de toda la Liga”. Un grupo salvaje entrenador por Chuck Daly que fue campeón dos temporadas consecutivas, pues además de dureza lograron adquirir una excelencia que hizo frente a alguno de los mejores equipos de la historia, los Lakers de Magic, los Celtics de Larry Bird e incluso los Bulls del primer Michael Jordan. “Podíamos perder un partido, pero nunca una pelea”, los autodefinió otro de sus ilustres, Rick Mahorn, conocido como Baddest Bad Boy of them all (el más malo de los chicos malos).
Denis Rodman y sus extravagancias también fueron parte de ese grupo, cómo no. Vernon Maxwell (“Sé que soy un mal tipo”), el ‘granjero’ Jerry Sloan (“Mi única habilidad es que podía jugar duro”), Bruce Bowen y sus intencionadas defensas poniendo el pie debajo del tirador, el ‘Roble’ Charles Oakley y, por supuesto, el provocador Draymond (mejor defensor de la NBA en 2017), que un día resumió sus cortocircuitos en la cancha: “Me molesta mucho más perder de lo que me gusta ganar”. Y que todavía no ha escrito su último capítulo, tan imprescindible para los Warriors como demonio para su vestuario.