El choque vivió tres expulsiones nada más comenzar y ya es la segunda que sufre Green en lo poco que llevamos de temporada en la NBA
Momento en el que Green le hace la llave a Gobert.NBA
Que Draymond Green tiene la mecha muy corta lo sabe todo el mundo en la NBA. Que no es el tipo indicado con el que meterse, también. Pero la última ‘locura’ del jugador de los Warriors la vivió el francés Gobert sin ni siquiera haber cruzado una mirada con Green.
El pívot de los Timberwolves sufrío una especie de ‘mataleón’ del bueno de Draymond en el primer minuto del choque entre Minnesota y Golde State después de que su compañero Klay Thompson tuviera un encontronazo con Jaden McDaniels. Gobert, que acudió a separar a los jugadores para que la cosa no fuera a más, ni vio como por detrás, cual portero de discoteca con un mal día, apareció Green y le hizo una llave en el cuello totalmente desproporcionada y sin venir a cuento.
Algo debían de tener pendiente, si no no se entiende una ‘ida de olla’ de tal calibre. Es cierto que Green es un sospechoso habitual que no rehuye una pelea y si puede la provoca él mismo, pero tal ataque al francés sólo puede significar que ya le tenía entre ceja y ceja.
Draymond, evidentemente, fue expulsado. Y ya van dos esta temporada. Los otros dos jugadores que lo empezaron todo, Klay Thompson y Jaden McDaniels, también fueron expulsados tras el tumulto.
El resultado es lo de menos, pero los Timberwolves acabaron llevándose el duelo por 104-101. La ausencia de Curry por problemas en la rodilla y el gran partido de Karl-Anthony Towns, quien anotó 33 puntos, decantaron un aburido choque entre Minnesota y Golden State que comenzo como un combate de kárate.
Son lecciones a fuego. La competitividad heredada, la mentalidad ganadora cuando ya el talento no acompaña a borbotones como antaño. Necesitó España de un desenlace de esos sólo aptos para valientes para acabar con la oposición de Finlandia y seguir con vida en este Preolímpico que es una auténtica trampa. Fue Willy Hernangómez el héroe, una noche para el recuerdo la suya, otra vez con esta selección que siempre saca lo mejor de él, completamente desequilibrante siempre pero sobre todo en la recta de meta de puro infarto. Tras el sofocón, este domingo aguarda en la final la Bahamas de los NBA con un sólo billete para París en juego en la Fonteta. [74-81: Narración y estadísticas]
Aunque pudiera parecer lo contrario, a España le iba la vida en el envite. Era la final antes de la final, por mucho que al rival le faltara Lauri Markannen y no posean los susijongi más estrellas que su colectivo, su descaro y el entusiasmo de los 2.000 aficionados presentes en Valencia. Con eso les bastó para desplumar a Polonia sin ser favorita el miércoles. Un aviso. Como su puesta en escena, sin arrugarse, adaptándose sin complejos al criterio arbitral, que era sorprendentemente benévolo con cualquier tipo de contacto. Como su segunda parte feroz que inundó de angustia la noche.
Desde el comienzo todo fue incómodo para la selección (que no contó con Juancho, pese a que realizó el calentamiento), a le que costó desperezarse cuando comprobó que ninguna canasta iba a resultar sencilla, que la cosa sólo iba a ser posible desde el celo defensivo y la intensidad. Una antideportiva a Rudy provocó un parcial de 9-0 para los de Lassi Tuovi, que se vinieron arriba peligrosamente.
Fue Brizuela el primero que tocó a rebato, el que espabiló ofensivamente a España. Y pronto le tomó el testigo Lorenzo Brown. Consciente de lo que representa en este equipo, de que pocos son tan capaces como él de generar puntos, de que es esencial. El nuevo base del Panathinaikos enhebró 11 puntos hasta el descanso, dando oxígeno al resto, que se dejaba la vida en la otra canasta, labor silencionsa de Gabuba o López-Aróstegui. Finlandia sólo anotó 10 puntos en el segundo parcial y seis fueron dos triples algo desesperados de Maxhuni. Y los de Scariolo, que apenas cometían faltas, se iban a sentir por primera y única vez superiores.
Willy celebra una de sus canastas a Finlandia.ALBERTO NEVADO / FEB
El retorno de vestuarios trajo de vuelta la principal seña de identidad finlandesa, los triples compulsivos como arma mortal. Encadenaron tres y España respondía con los puntos en la pintura de Willy (ocho seguidos, 12 en el cuarto), siempre bien servidos por Lorenzo. Pero no hincaba la rodilla Finlandia, otra vez on fire con un triple de Madsen y un mate a la contra del jovencísimo Muurinen, una de las sensaciones del torneo. Hasta el punto de dar la vuelta a absolutamente todo, el marcador (59-56 tras un 12-0) y las sensaciones de la batalla. Había provocado un cortocircuito en España y un ataque de nervios en la Fonteta.
De nuevo la defensa. Insoportable encajar 29 puntos como en el tercer parcial. Y la personalidad. La zona finlandesa se había convertido en un rompecabezas y no había más alarmas por desatar. Lo inesperado fueron dos triples de Alberto Díaz, al rescate de nuevo el del Unicaja, con el corazón y el pecho siempre por delante. Se mantuvo España en ese alambre hasta el regreso de la primera unidad, pero todo era ya una absoluta agonía, triple por triple, dos púgiles completamente desatados.
En el mismo abismo, apareció el temple de Willy Hernangómez. Siempre tan señalado defensivamente, al madrileño no le tembló el pulso en la resolución. Una canasta y dos tiros libres después de una temporada en el Barça en la que hizo aguas desde el 4,70. Todo eso mientras los osados finlandeses no acertaban esta vez con sus lanzamientos como flechas. Fue un cara o cruz de dos minutos en los que se impuso la calidad, la experiencia y hasta el empuje del ambientazo en la Fonteta. Todo eso (y mucho más), hará falta este domingo ante Bahamas para no faltar a la cita olímpica dentro de unos días en París.
Un triple de Mario Hezonja en el último segundo decantó el triunfo del Real Madrid tras un partido plagado de alternativas, con detalles fabulosos y errores incomprensibles. El Baskonia, autor de un parcial de 0-14 en el tramo final, desperdició tres tiros libres decisivos y permitió la resurrección local. Fue el momento de Hezonja, con seis puntos en los últimos 27 segundos, el único capaz de opacar la formidable actuación de Nikolaos Rogkavopoulos (22 puntos, 11 rebotes). [Narración y estadísticas (90-89)]
El equipo de Pablo Laso, fortalecido en su moral tras su reciente triunfo ante el Panathinaikos, ofreció su mejor nivel en el Movistar Arena. Su superioridad en el rebote ofensivo (21 capturas) desesperó al Madrid durante buena parte de la noche. Sin embargo, dos errores desde la línea de personal de Kamar Baldwin y otro de Luka Samanic, autor minutos antes de un extraordinario mate ante Edy Tavares, condenaron a los vascos.
La cohesión del Baskonia hizo tambalear los esquemas de Chus Mateo, que nunca vio a su equipo con el control de la situación. Ni siquiera la firme dirección de Facundo Campazzo (22 puntos, seis asistencias) pudo mantener al Madrid al frente con cierta continuidad. Los visitantes disponían de segundas oportunidades y la polivalencia de Chima Moneke (14 puntos, 10 rebotes) ofrecía aún más solidez a su plan.
Tras innumerables alternativas se llegó a los cinco últimos minutos, cuando Laso perdió un challenge por una acción sobre Campazzo. Tras la revisión, el argentino anotó tres tiros libres. Con la lógica frustración, el técnico vitoriano fue castigado con una técnica por protestar una falta sobre Dzanan Musa. Del 74-75, el parcial de 10-0 colocaba al Madrid en una posición de privilegio. Pero entonces surgieron Rogkavopoulos, con cinco puntos consecutivos, Moneke, autor de un 3+1, y dos libres de Samanic para un 84-88 que parecía definitivo a falta de 69 segundos.
Entonces, la inspiración de Campazzo y la muñeca de Hezonja (22 puntos en 24 minutos) desataron la euforia en la hinchada local. Un frustrante desenlace para Laso, ovacionado al comienzo de la noche, como tributo a sus 22 títulos y 860 partidos al frente del Real Madrid.