Djokovic, “preocupado” por su estado de salud tras recibir un botellazo fortuito: “Me sentí en la cancha como un jugador diferente. Sin ritmo y sin equilibrio”
El serbio Novak Djokovic sembró este domingo la duda sobre su estado de forma, después de perder ante el chileno Alejandro Tabilo (6-3 y 6-2), debido al golpe que accidentalmente sufrió el viernes en la cabeza al caerle desde la grada una botella que un aficionado llevaba en una mochila.
“Tengo que darle la enhorabuena a Tabilo. Es la primera vez que me enfrentaba a él y es un gran jugador, de mucha calidad y con un juego muy completo”, señaló en rueda de prensa ‘Nole’ tras perder con el chileno, que rubricó su primera victoria contra un top-10.
“No era capaz de encontrar buenas sensaciones en la pista, para ser honesto. Estaba completamente fuera”, dijo.Cuando fue preguntado por si creía que el botellazo puede haber influido, dejó la puerta abierta.
Djokovic recibe un golpe fortuito en la cabeza con la botella de un aficionado
“No lo sé, la verdad. Tengo que comprobarlo. El entrenamiento fue diferente. No sentí nada, pero tampoco sentí lo mismo que en el partido pasado. He sido un jugador completamente diferente de lo que era hace dos noches. Podría ser. No lo sé. Tengo que hacer chequeos médicos y ver qué está pasando”, comentó.
Y no aseguró su presencia en Roland Garros: “No he hecho ningún escáner o ninguna prueba. Ahora mismo, creo que debería hacerlo, así que… Lo haré y veremos. Veamos qué pasa”
El serbio explicó cómo vivió el accidente: “Fue inesperado, obviamente. Ni siquiera estaba mirando hacia arriba. Entonces sentí un golpe muy fuerte en la cabeza. Me impactó mucho”.”Pasé por media hora o una hora de náuseas, mareos, sangre, un montón de cosas diferentes. Conseguí dormir bien, pero tuve dolores de cabeza. Al día siguiente (sábado) estaba bastante bien, así que pensé que estaba bien. Tal vez está bien. Tal vez no”, añadió.
“Quiero decir, la forma en que me sentí en la cancha hoy fue completamente como si un jugador diferente se hubiera puesto mis zapatillas. Sin ritmo, sin tempo, sin equilibrio en absoluto en cualquier golpe. Es un poco preocupante”, sentenció.
Inquieta Carlos Alcaraz cuando nadie lo espera, en las rondas iniciales de torneos lejanos, ante rivales que no protagonizan anuncios, pero llegados hasta este punto, a las semifinales de un Masters 1000, casi nunca falla. Este sábado, en Montecarlo, venció a Alejandro Davidovich por 7-6(2) y 6-4 para clasificarse para su segunda final de esta temporada. Jugará contra el ganador del duelo entre Alex de Miñaur y Lorenzo Musetti, pero sobre todo jugará a su nivel.
Después de tres partidos realmente extraños, con demasiados errores y demasiadas preocupaciones, Alcaraz por fin desplegó su tenis ante Davidovich. Hubo momentos para todo, pero en los instantes decisivos apareció el campeón del último Roland Garros, el tenista que más brilla sobre tierra batida. "¡Así sí!", gritaba al certificar la victoria en dirección a su palco, con el entrenador Samuel López estos días al frente.
"Ha pasado mucho tiempo desde mi última final de Masters 1000 [fue en Indian Wells 2024, hace 14 meses]. Necesitaba ser paciente, tenía que creer que volvería a disfrutar de un momento así. Los aficionados quieren que llegue a la final de cada torneo así que estoy contento también por ellos. Voy a disfrutar del partido", comentó Alcaraz después de una semifinales en la que estuvo más serio que nunca.
Si en los días anteriores se había descontrolado, entre el cabreo y la risa, entre la decepción y la euforia, esta vez se mantuvo sereno durante las dos horas y los nueve minutos de juego. De hecho, pese a que hubo golpes de mérito, apenas lució ese gesto tan suyo, el dedo a la oreja pidiendo aplausos para el público. En sus celebraciones ante Davidovich se permitió un "¡Vamos!" y nada más. Ni un alarde, ni una distracción. Desde que saltó a la pista quedó en evidencia que su objetivo era mantener la calma el máximo de tiempo posible. Incluso cuando se amontaron los errores y crecieron las dudas a su alrededor, Alcaraz siguió tan tranquilo.
Caminaba Jon Rahm cabizbajo tras un mal final con dos bogeys consecutivos cuando Augusta National comenzó a rugir como nunca antes lo había hecho en este Masters. Con todos los jugadores ya en el campo, la primera hora de golf de Rory McIlroy quedará en los libros de récords, cinco bajo el par en cinco hoyos, la primera vez que un jugador consigue arrancar con seis treses consecutivos. Tras un drive gigantesco en el hoyo uno pasando el bunker de la derecha arrancó con birdie, la salida en el dos fue descomunal, de 370 yardas, para rematar en el green con un approach de eagle; el campo estaba ya patas arriba. Bryson DeChambeau respondía con un birdie desde 13 metros.
Seguía Rory en racha: birdie en el 3 y en el 5; el griterío seguía sobrecogiendo hasta a los patrones que transitaban alrededor de la casa club, allí Rahm departía amablemente con Ana Patricia Botín, única socia española vestida con su chaqueta verde. "Te he visto hoyos muy buenos hoy", consolaba la presidenta del Banco Santander al de Barrika, que cerró con 70 golpes (-2), una ronda que empezó muy bien con tres birdies consecutivos y terminó peor, con dos bogeys en el 17 y 18.
Entre medias, un juego sólido desde el tee, muy deficiente con los hierros y estratosférico con el putter, solo necesitó el ganador del Masters en 2023 de 27 putts para completar los 18 hoyos. Su resultado de par le deja entre los 25 mejores, pero sin ni siquiera opciones de intentar una heroica remontada dominical.
"Errores mentales"
"Un poco más cómodo en general, ayuda ver que los dos primeros putts han entrado, aunque la sensación ha sido parecida a la de los dos días anteriores. Los errores han sido mentales míos. Una pena no aprovechar el 13 y el 15", comentaba el español en referencia a los dos últimos pares cinco del recorrido.
Gracias al fulgurante inicio, Rory pasó de estar dos por detrás de Justin Rose a líder destacado con cuatro de ventaja. El show McIlroy había comenzado y se barruntaba una cifra para el escándalo. El juego 'A 'del norirlandés es probablemente el mejor de la historia del golf, el único problema es que muy pocos tienen el privilegio de verlo. Hoy la racha se prolongó durante 7 hoyos. En el hoyo ocho par cinco, tras una salida al bunker, llegó el primer error del día, falló el birdie en el nueve desde tres metros y un nuevo bogey en el 10 devolvía la emoción al torneo.
Con los ojos como platos, disfrutaba del espectáculo la leyenda del baloncesto español Rudy Fernández: "Espectacular. Poder vivir esto ha sido una gran oportunidad. Lo que más me ha sorprendido es cómo mantienen las tradiciones, y es lo que le hace especial al torneo, es mi primer evento y creo que he puesto el listón muy alto". Rudy, que empezó a jugar al golf gracias a la insistencia de su amigo Pau Gasol, también agradecía la desconexión del teléfono en estos días. "Me quedaría hasta el final, pero mi mujer me mata", bromeaba ya rumbo a Madrid donde disfrutará de su nueva afición en el campo de golf de La Finca con amigos como el ex futbolista del Real Madrid, Raúl González Blanco.
Rahm, el sábado, en un bunker del hoyo 17.EFE
A tiempo, Rory volvió a conectarse con el birdie en el 13 y majestuoso hierro en el 15 que convirtió en eagle para llegar a -12 y poner un parcial de seis bajo el par en su ronda y de nuevo recuperar los cuatro golpes de ventaja, que finalmente se quedarían en dos con Dechambeau. Lo intentaron sin acierto el número uno,Scottie Scheffler (par), que en ningún momento consiguió despegar, o el líder tras los dos primeros días, Justin Rose (-6), que no pudo mejorar una tarjeta de +2.
Los únicos capaces de seguir el ritmo de McIlroy fueron Corey Conners (-8) con unos meritorios 70 golpes bajo presión, Ludvig Åberg con -3 en la jornada y seis bajo el par en el acumulado, mismo resultado que Patrick Reed y sobre todo DeChambeau (-10) con una ronda de tres bajo el par, culminada en el 18 con un putt de 14 metros que levantó de nuevo toda una explosión en Augusta National. Salió Bryson del hoyo 18 como una estrella de rock and roll antes de un concierto, inyectado de euforia, arengando a cada paso a las masas que aclamaban al nuevo héroe americano en la antesala de un duelo de tintes épicos.
LIV Golf vs PGA Tour
El domingo compartirán el partido estelar, los dos jugadores más carismáticos del momento, las mayores personalidades que ofrece hoy en día este deporte y que se reparten la mayor porción de fanáticos. El mejor emparejamiento posible enfrentará a dos mundos contrapuestos: el de LIV Golf, representado por DeChambeau, y el PGA Tour, con Rory como máximo exponente.
Solo cinco golfistas en la historia, Gene Sarazen, Ben Hogan, Arnold Palmer, Jack Nicklaus y Tiger Woods, han logrado el hito de triunfar en al menos cada uno de los cuatro majors. Un triunfo incorporaría a Rory a este selecto listado, convirtiéndole en leyenda de este deporte.
El mayor enemigo de Rory ante el Grand Slam son sus propios fantasmas. Hace 14 años, en 2011, salía la última jornada con cuatro golpes de ventaja y terminaría en el puesto 15 tras una histórica debacle.