Diego García Carrera y la lucha porque tu deporte sobreviva: “Los médicos recomiendan andar rápido. ¡Pero cómo va a desaparecer la marcha!”

Diego García Carrera y la lucha porque tu deporte sobreviva: "Los médicos recomiendan andar rápido. ¡Pero cómo va a desaparecer la marcha!"

Como buen hijo de periodista -su padre es el famoso presentador de Radio Nacional Ciudadano García-, Diego García Carrera (Madrid, 1996), es un vendaval de inquietudes. Energía física de más de 20.000 pasos al día para alcanzar un sueño -“no firmaría un bronce mundial, pero ¿un medalla olímpica? Es tan grande lo que supone…”- y energía intelectual para ser licenciado en ADE, tocar el trombón desde los siete años en un conservatorio, ser el director deportivo del Gran Premio Internacional de Marcha y, desde el pasado mes de agosto, miembro de la Comisión de Atletas de la Federación Internacional de Atletismo, con el objetivo de defender a un especialidad, la marcha, que “ha estado con la soga al cuello”. Atiende a El MUNDO antes de su ensayo con la Big Band de jazz, un oasis de desconexión en sus espartanas rutinas de entrenamientos.

¿No será de los que mira en el móvil los pasos que da al día?
Sí, sí. Doy más de 20.000 de media. Al entrenamiento le sumas la vida activa… Es un buen medidor. Hace poco leí que no sólo es importante el número de pasos, sino la velocidad. Es decir, los médicos recomiendan andar rápido. La marcha es increíble, ¡cómo va a desaparecer!
¿Alguna vez se hartó de caminar?
Claro. Entrenando hago más de 100 kilómetros de marcha a la semana. No me suelen quedar ganas para andar más. Cuando mis amigos han propuesto hacer el Camino de Santiago, les he mandado por ahí. Mis vacaciones de no caminar no me las voy a pasar caminando. El resto del día no me preocupo por hacer más deporte, porque es casi hasta contraproducente.
¿Tanto vio peligrar el deporte que practica?
Vivimos momentos de muchos cambios, en el mundo del entretenimiento, en la televisión, en el deporte… Esto hace que deportes establecidos tengan que reconvertirse. Esa revisión en el caso del atletismo ha señalado de manera injusta a la marcha como uno de los problemas. Ha ocurrido porque en determinados países muy influyentes, como Reino Unido o Estados Unidos, no hay marcha. Durante un tiempo se ha especulado con la posibilidad de que la marcha se sacara de los Juegos y hemos estado con la soga al cuello hasta que hace unas semanas el presidente de la Federación Internacional de Atletismo, Sebastian Coe, anunció que estaría en Los Ángeles. Es una noticia muy buena, pero tenemos que seguir.
¿Cómo les convence desde World Athletics?
Me embarqué por el miedo a que representen a la marcha países en los que no hay tradición y la disciplina termine cayendo porque nos gestiona gente que no nos conoce. El primer paso era que no saliéramos por la puerta de atrás. Y el segundo que no volviéramos a estar ‘nominados’. Y para eso hay que hacer una serie de avances, el primero incorporar la tecnología para eliminar las críticas de subjetividad en el enjuiciamiento de la técnica. Además, tenemos que hacer más atractivas las competiciones de marcha en los grandes campeonatos y en el circuito mundial.

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¿Cómo se maneja en lo personal esos momentos de incertidumbre?
El año pasado fue muy frustrante. Coincidieron los rumores, la incertidumbre sobre si la marcha seguiría en 2028, con que de la noche a la mañana nos cambiaron una prueba olímpica de 35 kilómetros por un relevo mixto que no tiene nada que ver. Un porcentaje muy alto de los marchadores, el perfil de fondo, se quedó sin prueba. Han sido meses complicados, pero también han servido para que nos organicemos todos y pongamos en valor las cosas buenas de este deporte. Quitarnos no beneficia a nada.
Véndame la marcha.
Es el deporte que hace más gente, caminar. Lo más rápido posible en este caso. Y cada vez más global: está presente en continentes como Latinoamérica, con marchadores muy buenos y tradición, que no está en casi nada. En Asia con mucha fuerza, en Oceanía, fue importante en el mundo soviético y es muy tradicional en Europa. En el Mundial de Budapest, los 12 primeros eran cada uno de un país y estaban representadas las seis federaciones internacionales de atletismo. Y se puede celebrar en cualquier sitio, de forma barata. Aquí en Madrid lo hemos probado en la Gran Vía y en los Juegos de París será a los pies de la Torre Eiffel. Sólo necesitamos un circuito de 500 metros.
¿Por qué se nos da tan bien ‘caminar rápido’ a los españoles?
Esto empieza cuando Llopart gana el primer oro mundial para el atletismo español (1978). A partir de entonces se ha transmitido el conocimiento. Llopart sigue enseñando a Marín, Marín a Massana, Dani Plaza, Chuso Bragado… Se van enlazando unos con otros y la cadena no se ha roto.
Y el pasado verano cuatro oros mundiales con María Pérez y Álvaro Martín. La competencia interna es brutal.
Vemos como rivales de otros países que deportivamente son peores que nosotros llevan disfrutando de su condición de fijos para los Juegos durante muchos meses. Nosotros ya estamos tres españoles con mínima y creo que dos más lo van a conseguir. Este año toca estar a tope desde el principio, desde el Campeonato de España en febrero (Zaragoza) y luego el Campeonato de España de relevos mixtos (Valencia), algo completamente nuevo para nosotros, puede haber sorpresas. Y antes de París quedaría el Europeo de Roma.

García Carrera, marchando en el módulo de atletismo del CAR de Madrid.SERGIO ENRIQUEZ-NISTALMUNDO

¿Qué hará en París que no pudo hacer en Tokio?
Me pasó como los que vuelven de Operación Triunfo, que se dan cuenta de todo cuando salen de la academia. Estaba allí imaginándome lo que llegaba a España, leyendo los periódicos y viendo que estás en portada, pero al no haber gente parecía como un campamento de deportistas. En París querría vivirlo más desde dentro y, sobre todo, que salga un buen resultado. Hace poco vi un vídeo en el que me preguntaban antes de ir a Tokio si firmaría un bronce. Y yo dije que no. Si ahora me preguntan si firmo un bronce como mi mejor resultado en un Mundial, te seguiría diciendo que no. Pero en el caso de unos Juegos es tan grande lo que supone una medalla… si me dieran la oportunidad de coger un bronce, lo cogía.
¿Cómo maneja el estrés de preparar unos Juegos?
Es algo insostenible. Si no te lo tomas desde un punto de vista de que todo lo que haces estés de acuerdo y te guste, yo no aguanto ni una concentración de tres semanas. He trabajado cinco años con una psicóloga. Utilizo un montón de herramientas de las que me ha enseñado. Gestiono todo mucho mejor. Me he dado cuenta de la importancia que tiene la cabeza en una competición. Lo he hablado con medallistas, coinciden en que la diferencia la hace la cabeza. Necesitas una base muy sólida de entrenamiento, que sólo unos pocos tienen y sin eso no hay nada que hacer. Pero luego es mucho más importante tu capacidad mental el día de la competición que hayas entrenado un poco más o un poco menos.
¿Qué pasa por la cabeza durante una carrera?
En esa hora y 20 hay obstáculos psicológicos, con el ácido láctico por las nubes, que tienes que superar. Cuando te quedan 40 minutos y vas muerto, piensas de todo. Yo intento eliminar los pensamientos negativos y dejar que pase el tiempo hasta que venga un estímulo positivo. A mí me ayuda pensar que todavía hay opciones de conseguir algo. Mientras veo que el esfuerzo merece la pena, me resulta más fácil. Si veo que el pescado está vendido, me vengo abajo. Y luego está la manera de afrontar la competición. Si vas con miedo, mal asunto. Tienes que ir a comerte a los que tienen miedo, con una confianza por la que nada te pare.
¿Y cómo es su capacidad mental?
Tradicionalmente ha sido muy buena y de hecho ha sido mi principal fortaleza y siempre he conseguido resultados mucho más altos de los que decían mis entrenamientos. Pero el año pasado fue malo, menos algunos destellos como la mínima olímpica. Estuve un poco desorganizado, hice demasiadas cosas y todo el estrés y frustración con respecto al futuro de nuestro deporte… Que era una responsabilidad, porque creo que los imposibles no existen y estaba en nuestra mano que la marcha no desapareciera. Luchar porque no quiten tu deporte te quita el sueño.
¿Por qué le dio por la marcha?
Por casualidad. Un amigo me dijo, ‘prueba a hacer marcha, que este año todos son muy malos’. Tenía 14 años, fui a ese campeonato de España, quedé el 11º y me gustó mucho. La segunda carrera mejoré cuatro minutos. Yo entendía el atletismo probando cada día una especialidad.
¿Se puede vivir del atletismo?
Yo puedo vivir del atletismo, gracias a que he estado en el top mundial durante varios años. Y eso unido a que mis patrocinadores me han dado estabilidad cuando me han ido las cosas mal, como el año pasado. Es cierto que tenemos que ir año a año, porque dependemos del variable, del resultado. Eso lo puedes hacer cuando eres joven y no tienes cargas familiares. Y cuando te apasiona lo que haces, pero no es sostenible en el tiempo cuando las cosas no te van bien. Cuando cae el nivel, la cosa se complica. En los 90 se ganaba mucho más. Por hacer atletismo. Ahora tienes a gente que son estrellas de las redes sociales que ganan mucho más dinero que los mejores.
¿Por eso cada vez vemos más atletas con carrera universitaria?
Ahora la mayoría estudiamos y tenemos una salida. Eso te ayuda a afrontar la competición desde otro punto de vista, disfrutando. Sé que, en el peor de los casos, si me tengo que poner a trabajar como mis compañeros de carrera, no pasa nada. Antes era una encrucijada y salían situaciones complicadas de recurrir al dopaje o de qué hacer cuando llega la retirada. Sabemos que de esto no vamos a vivir toda la vida, ni de coña.
¿Los deportistas deben opinar de política?
No es recomendable. Por desgracia, digas lo que digas, en España vas a tener a medio país en contra. La mejor manera de caer bien a todo el mundo es no decir nada. Porque la mitad que te odia, te odia más que los que están a favor. Pero, como todos, tenemos unas prioridades y una opinión de las cosas. He puesto de manera respetuosa algún comentario político en redes, pero no quiero entrar mucho al trapo. La gente rápidamente te etiqueta de un lado o del otro. Y el que cruza la frontera, se suele radicalizar, y no es sano. Deberíamos poder opinar con respeto y que se respeten las ideas.

kpd