La Policía Nacional ha desplegado este lunes una operación mediante la cual ha detenido hasta el momento a un total de 25 ultras del Sevilla F.C., por su presunta relación con altercados como los acontecidos el pasado 23 de septiembre entre aficionados radicales de dicho equipo y del Club Atlético Osasuna el pasado 23 de septiembre en Pamplona o el incidente acontecido el pasado 23 de noviembre también entre hinchas radicales en un bar de copas de la calle Esperanza de Triana.
Según han informado a Europa Press fuentes policiales, la operación sigue abierta y no se descartarían nuevos arrestos, toda vez que tras los citados enfrentamientos entre ultras del Sevilla y del Osasuna en Pamplona el día 23 de septiembre, dos aficionados radicales hispalenses fueron arrestados en dicha ciudad al ser sorprendidos en poder de material pirotécnico, palos y, sobre todo, un aparato explosivo de fabricación casera.
En el caso del bar de copas de la calle Esperanza de Triana, aquella tarde en dicho local se estaba celebrando el cumpleaños de un miembro de una facción ultra del Real Betis Balompié, con la participación además de radicales de Boixos Nois (FC Barcelona) y del Frente Atlético. Allí habrían irrumpido violentamente varios aficionados radicales del Sevilla F.C., comenzando entonces una reyerta saldada con varios heridos.
Fruto de ese altercado fueron detenidos cuatro varones, entre ellos el principal herido por el incidente, un ultra del Sevilla F.C. que fue hospitalizado a cuenta de las lesiones sufridas en el enfrentamiento.
El origen del mote de los 'indios' para los aficionados del Atlético de Madrid no sería, hoy, políticamente correcto. Empezó en los años 70 en la capital para aludir a sus jugadores latinoamericanos, como Panadero Díaz, Cacho Heredía o Ayala, la mayoría con sus largas melenas setenteras. Era un mote racista, fuera en los tiempos que fuera, del mismo modo que existe un componente racial en la palabra 'cholo', con la que se alude a su entrenador. El 'cholo' es el mestizo o el indígena que adopta la forma de vida del blanco, según el país en el que se utilice, y no siempre con el cariño con el que acompaña a Simeone. El Atlético de los 70, sin embargo, no tenía tantos jugadores sudamericanos como el actual. Seis argentinos (Musso, Nahuel Molina, Giuliano Simeone, Correa, De Paul y Julián Álvarez), más el uruguayo Giménez, central y capitán. Enrique Cerezo dice que el «Atlético no se entiende sin argentinos». Son parte de la idiosincrasia que Simeone encarna en carne y hueso, y que vuelven a encontrarse ante su montaña prohibida. Velan el siguiente asalto a la Champions sin pensar en la caída en Getafe, sólo en el deseo de que no sea un Everest inalcanzable, sino el Machu Picchu que permite pasar de lo terrenal a lo divino.
Para tener opciones de hollar la cima, los 'indios' deben eliminar a los 'vikingos', como se aludía a los madridistas en la misma época por los alemanes Netzer, Stielike y Breitner, además del danés Jensen, en la batalla de las tribus de la capital, algo más difícil que ascender el Camino del Inca. Lo intentarán en un Metropolitano que podría ser el Metropolitano de la Boca, como se conoce al puerto de Buenos Aires, y donde volverán a verse pinturas de guerra y plumas. Los 'indios' del Atlético no sienten ya el mote de forma peyorativa. El Madrid carga la atmósfera emocional que quiere Simeone, aunque las atmósferas muy cargadas pueden confundir el fútbol. El entrenador las invoca, ataviado como un bailarín de tango, de negro riguroso. El tango, en cambio, es una combinación de aceleración y pausa. Como el fútbol.
El duelo con el Madrid tiene un sentido finalista, aunque la final está lejos, todavía en octavos. Tiene sentido, porque es el equipo que le venció en dos de las tres finales de su historia, y le apartó, en semifinales, de una cuarta. Ello implica un bloqueo mental que el Atlético debe superar. También su gente. También Simeone, al que la caída en Milán, en 2016, le hizo dudar sobre su futuro. Desde entonces, la Champions no es únicamente un objetivo. Es una misión.
El Atlético necesita su Wembley
El Atlético es el único de todos los equipos que han perdido tres finales de Champions o más que no ha ganado el torneo. La Juventus cayó en siete finales, pero levantó dos títulos, hecho que ahonda en su fatalismo, aunque sin urgencias históricas. También Madrid y Barcelona perdieron tres finales, pero los blancos, reyes del torneo, suman 15 títulos, por cinco de los azulgrana, que cayeron dos veces con tics fatalistas, los palos en Berna o los penaltis en Sevilla, antes de cambiar su destino en Wembley, en 1992. El Atlético aguarda su Wembley.
Simeone, durante la ida en el Bernabéu.JUANJO MARTINEFE
Son más de una veintena los argentinos que han conquistado el gran trofeo europeo. El primero, Di Stéfano, lo hizo suyo nada más empezar. En la actual plantilla del Atlético sólo hay uno, Julián Álvarez, con un City en el que no llegó a ser titular. En cambio, los rojiblancos cuentan con hasta seis campeones del mundo, el propio Julián, De Paul, Molina, Correa y Griezmann, al que la larga cohabitación con argentinos y uruguayos le hizo aficionarse al mate, y Lemar, hoy en la segunda unidad. Es el equipo con más integrantes de la gesta de Argentina en Qatar, después de River. En el Monumental no han olvidado la calidad de Julián.
El salto del futbolista al Atlético ha disparado el seguimiento que en Argentina ya se hacía del equipo, especialmente desde la llegada de Simeone. Es conocido entre los hinchas como el Asadito Mecánico, tras tomar parte del apodo de la gran Holanda de Cruyff, la Naranja Mecánica, a la que la albiceleste derrotó en la final del Mundial del 78, en el Monumental, aunque sin el mejor futbolista de su historia. Los componentes del Atlético utilizaron el sobrenombre en las redes en su regreso por Navidad.
«La atención por el Atlético es histórica, porque existe una larga tradición de representatividad argentina. En el pasado, por exigencia, era un salto más sencillo para los jugadores de acá desembarcar en el Atlético que en el Real. Una estación intermedia. En aquellos años para sufrir y, desde la reconstrucción del 'Cholo', para soñar», explica Cristian Grosso, editor de Deportes de La Nación y uno de los periodistas más influyentes.
"El 'Cholo' siempre provoca algo"
«Simeone tiene una debilidad por el jugador argentino, por su carácter, y ya desde el principio fichó a Cata Díaz, a Demichelis, aunque no llegara a debutar, a Augusto y otros muchos en una década», prosigue Grosso, que, no obstante, alude a los sentimientos encontrados que despierta el técnico en su propio país: «El Cholo no pasa jamás desapercibido, es un personaje pintoresco, que siempre provoca algo. Genera odios y amores también en Argentina, pero todos están pendientes. Unos, por ver si fracasa; otros, felices con su éxito».
Julián Álvarez celebra un gol en Mestalla.JOSE JORDANAFP
Para el periodista argentino, el Atlético es el reflejo de su entrenador: «También provoca, a su alrededor siempre pasan cosas. El Atlético garantiza partidos intensos, y eso conecta bien con lo argentino».
«Que el Atlético sea el equipo con más campeones del mundo, junto con River, pero con los más determinantes, salvo Messi, influye, claro. Sobre todo, la presencia de Julián Álvarez, que merece párrafo aparte. La expectación es enorme, mientras todos se preguntan si Simeone le hará ver a Guardiola que se equivocó», concluye Grosso. En el Bernabéu lo hizo, con un soberbio gol, pero en un Atlético demasiado precavido, que perdió la ocasión de castigar a un Madrid herido. El Metropolitano cargará o no de razones la respuesta.
No ha sido en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, sino en un céntrico piso de Madrid, en la octava planta del edificio Generali, en la Calle Alcalá número 21. Han sido 50% hombres y 50% mujeres y en ella, al lado de Rafael Louzán, han estado, entre otros, Javier Tebas, presidente de LaLiga, David Aganzo, presidente de AFE, y Beatriz Álvarez, presidenta de la Liga F. Es decir, la nueva Junta Directiva de la Federación Española de Fútbol ha levantado hoy la bandera de la paz.
Después de años de guerras eternas entre Luis Rubiales y los diferentes sectores del fútbol español, especialmente con Tebas y Aganzo al otro lado de la trinchera, hoy Louzán ha estrenado Junta Directiva uniendo a todos los ámbitos del balón. Lo ha hecho alejado de Las Rozas, también para dar sensación de novedad, y ha premiado en ella a los directivos que le han sido más fieles en las últimas semanas.
La Junta, cuyo mandato se estirará hasta el año 2028, llega, está formada por 31 directivos, 15 de ellos mujeres por primera vez en la historia, y hay un 25% de miembros independientes, entre ellos María José Rienda, exdeportista olímpica que fuera presidenta del Consejo Superior de Deportes entre 2018 y 2020, y Miguel Ángel Nadal, tío de Rafa Nadal.
Tebas, Aganzo y Álvarez tendrá cargo de vicepresidentes, el mismo que Sergio Merchán, presidente de la territorial de Extremadura y ahora vicepresidente primero de la RFEF. Es decir, será el sustituto de Louzán en caso de que el gallego sea condenado por el Tribunal Supremo en la investigación por supuesta prevaricación cuando lideraba la Diputación de Pontevedra. Eso se sabrá en febrero.
Junto a ellos, cuatro vicepresidentes más: Paco Díez (Madrid), Diego Martínez (Melilla), José Miguel Monje Carrillo (Murcia) y Joan Soteras (Cataluña).
Esta es la nueva Junta Directiva de la RFEF:
Sergio Merchán, Francisco Javier Díez Ibáñez, Joan Soteras, José Miguel Monje y Diego Gómez, David Aganzo, Javier Tebas, Loreto Quintero, Beatriz Álvarez (vicepresidentes), Manuel Torralba, Marcelino Maté, Antonio García, Jacinto Alonso, Juan José Arencibia, José Ángel Peláez, Miguel Ángel Nadal, Ruth García, Minverva Salas, Anna Isabel Guzmán, Marta López, María Carrobles, Raquel Ruiz, María Suárez, Eduardo Bandrés, Beatriz Seijo, María José Rienda, Irene Aguiar, Conxita Esteve, Yolanda Parga e Irene Ferreras.