En 2008, el día después de que el Barça le metiera seis goles al Atlético en el Camp Nou, un niño se presentó en su colegio de Vic con la camiseta de su equipo. No era azulgrana y en su espalda no se leía Messi, Eto’o o Henry; era rojiblanca, en la espalda aparecía Agüero y se pueden imaginar las burlas. «Me daba igual, ganase o perdiese el Atlético yo me ponía la camiseta», explica Kevin Fernández, coordinador del Unió Esportiva Vic y seguramente el único colchonero de Vic, que este jueves disfrutará de un premio a toda una vida de pasión solitaria
En primera ronda de la Copa del Rey, el equipo de su pueblo, el Vic, de Liga Élite catalana, la sexta división española, contra el equipo de sus amores, el Atlético (19.00 horas, TDP). «Es el partido de mi vida, con una foto con el Cholo seré feliz para siempre», reconoce quien desvela una curiosidad: las entradas online para el partido se han vendido desde un ordenador con el escudo del Atlético.
«Soy socio no abonado desde hace siete años. De pequeño me gustaba mucho Fernando Torres y gracias a él empecé a seguir al Atleti, a coger este sentimiento. Después llegó un momento en el que no dormía si perdía el equipo, en cada cumpleaños me regalaban camisetas… Ahora voy al Wanda cuatro o cinco veces cada temporada», comenta Fernández que fue jugador del Vic, entrenador del Vic y ahora es su coordinador. Si debe decidir entre Atlético y Vic, mejor no responde.
«Muchos me preguntan a qué equipo animaré, pero es un partido para disfrutar, es el partido más importante de la historia del Vic», proclama el coordinador que asegura que todo funcionará. El campo, el Estadi Hipòlit Planàs, llenará hasta gradas supletorias para un aforo de más de 7.000 personas y el césped artificial está impecable, instalado hace sólo tres años. Se han vendido entradas por 35, 50 y 75 euros, muchas de las cuales a los propios jugadores.
El sueño de Diaby
«Cada jugador podía comprar 12, pero yo he conseguido 18. Pagando, eh. Y aún estoy pendiente de si consigo más para unos amigos que vienen de Francia», apunta Seidou Diaby, delantero del Vic, que repite una frase del coordinador, Fernández: «Es el partido de mi vida». «Sé que puede ser mi momento. Tengo 27 años, pero contra el Atlético me verá mucha gente, será una gran oportunidad», explica el goleador de familia senegalesa que todavía sueña. ¿Y si aún puede ser profesional? Criado en el club de su ciudad, el Mataró, desde niño quiso dedicarse a la pelota y todavía hoy se agarra a esa ambición.
«Cuando tenía 17 o 18 años ya grababa vídeos de mis jugadas y los enviaba a diferentes países. Me llamaron de Noruega y me fui allí, al Fram Larvik, un equipo de la tercera división de un pueblo llamado Torstrand. Me costó, la verdad. Era un fútbol muy físico y el clima era muy duro. La liga se paraba en las épocas de más nieve y en uno de esos parones me fui a Inglaterra. Un primo mío [Bambo Diaby] que juega en el Sheffield de la Championship, la segunda división inglesa, me consiguió varias pruebas y lo intenté. Luego estuve en el Gran Tarajal de Fuerteventura, en Francia…», relata Diaby.
Trabajador en una fábrica de material hospitalario en Mataró, aún sigue en el camino de ser futbolista, cueste lo que cueste. La temporada pasada, por ejemplo, no vivió un descenso, ni dos, vivió tres descensos y pese a ello no desiste, no desiste, no desisten. No pudo salvar ni al Granollers, con quien empezó el año, ni al Etoile Maritime francés, que le llamó en invierno, ni a su Mataró, pero igualmente ahí sigue. «Cuesta aceptarlo, te planteas cosas, pero hay que seguir», anima Diaby que celebra el actual momento de su Vic.
El técnico forestal, el biólogo…
Líder absoluto de la Liga Élite catalana frente a históricos como el Palamós, goleó al Sporting de Mahón para hacerse un hueco en la Copa del Rey. Con más de 100 años de historia -fue fundado en 1922-, su techo siempre ha sido la Tercera división, la actual Segunda RFEF, aunque guarda en sus libros otros partidos frente a grandes. En la Copa del Generalísimo del curso 1951-1952 se enfrentó al Barça, que también visitó la ciudad para un amistoso la inauguración del Estadi Hipòlit Planàs en 1986.
«Es el partido más importante de siempre del Vic. Estamos en una burbuja, en un sueño. Debería ganar de mucho el Atlético, pero me llevaré el gusto de defender a Sorloth, a Julián Álvarez, a Rodrigo de Paul, al que juegue», reconoce Gil Bertrana, central, segundo capitán y técnico forestal.
A 70 kilómetros al norte de Barcelona, Vic vive de su industria agroalimentaria, de la carne, de los embutidos, aunque pocos jugadores están relacionados. Algunos han estudiado Administración y Dirección de Empresas (ADE) e incluso otro defensa, Joan Castanyer es biólogo con un máster en genética y luce en su palmarés un bronce en la Olimpiada Española de Biología.
«También hay quien trabaja en un almacén. Somos un grupo normal de jóvenes que jugamos juntos a fútbol. Llegar a las diez de la noche a casa después de los entrenamientos es un esfuerzo, pero ante el Atlético vamos a disfrutar de la recompensa», finaliza Bertrana, antes de jugar el partido de sus vidas.