Los dos brasileños sumaron un doblete cada uno al gol de Carvajal para romper en pedazos a un Valencia que sólo creó peligro en la primera parte
El Real Madrid se sacudió de un plumazo una etiqueta que le perseguía desde el inicio de temporada. Sin Belligham no le falta gol. Si lo parecía, anoche ante el Valencia se encargaron de desmontarlo Vinicius y Rodrigo. Los dos brasileños que se activaron para hacer pedazos al joven equipo de Rubén Baraja, que se llevó del Bernabéu cinco goles, algo que no le ocurría desde 1989.
“Sí, han vuelto. Sólo necesitaban tiempo para expresarse”, reconocía Carlo Ancelotti. Vinicius se desató sin perder ni un ápice de concentración. No le pesó el ruido que rodeaba este partido después de los incidentes en Mestalla. Ni un desaire ni una protesta y sólo gestos al público en las celebraciones de sus dos goles, que elevan a seis los que le ha marcado al Valencia en nueve partidos de Liga. Ésa fue su venganza ante una víctima que se le da bien. Ninguna más. Un beso al escudo, con el que empujó su primer gol con el pecho -sólo 16 se han marcado así en la Liga en dos décadas-, y un baile en el córner para festejar la segunda vez que batió a Mamardashvili. Un comportamiento ejemplar en la noche de su regreso con focos de estrella.
Le acompañó Rodrygo en su paseo por esa alfombra roja que tendieron los valencianistas sobre el césped del Bernabéu. Endiabló el ataque junto a Vinicius y participó en cuatro de los cinco goles que marcó el Real Madrid. Para hacer el primero de su par tuvo que esperar al inicio de la segunda parte, cuando ya lucía el 2-0. Aprovechó un error del meta georgiano y volvió a marcar 91 días después. Después llegó el doblete en el 84, con un rival ya roto. El brasileño llevaba una cruz desde el 22 de agosto cuando le marcó a Athletic. Ese era su primer y, hasta ayer, su único gol en Liga pese a sus 39 remates en 11 partidos. La nube negra se empezó a disipar en Champions y ya luce el sol.
La efectividad del Real Madrid fue histórica y en ella tuvo protagonismo Dani Carvajal. Su gol antes del minuto 3 inclinó y relajó un duelo en el que podían saltar chispas. El lateral se está acercando a la portería esta temporada con fortuna. Marcó ante el Sevilla y, antes de romper a sudar ante el Valencia, vio el carril en la banda, burló a Gayà y con un zurdazo pegadito al poste batió a Mamardashvili. No marcaba dos goles en una temporada desde hace diez años, en la 13/14, y su último tanto con la zurda se lo marcó al Rayo en marzo de 2014.
El primer tiro entre los tres palos fue gol, pero también los tres siguientes. Hace 19 años que la efectividad del equipo no era del 100%. En el palco, Bellingham contó que ya son doce los goles que celebra de su equipo sin estar en el campo. No es imprescindible.
Estaba satisfecho Ancelotti, por ver un “partido perfecto”, “aunque el Valencia no ha mostrado su mejor nivel”, admitía el italiano, que reconoció el buen partido de Lunin. “¿Injusticia con Lunin? A veces mi trabajo es ser injusto con alguien. También Modric podía haber sido titular”.
Baraja: “Malas decisiones en el peor escenario”
Esa perfección, al menos en la estadística, la rompió el intrascendente gol de Hugo Duro. El Real Madrid no encajaba desde el 17 de septiembre con el tanto de Barrenetxea en el duelo ante la Real.
No tuvo su noche el delantero valencianista, que vivió una pesadilla y ya es el delantero de la Liga que más ocasiones claras falla. Tuvo tres en la primera parte con las que soñará porque no es fácil tenerlas en el Bernabéu. Especialmente dos que salvó Lunin para darle vida a un partido que se les murió después de fallos en todas las líneas.
“No hemos sido nosotros. Han sido demasiadas malas decisiones en el peor escenario”, admitió Baraja, que se fue dolido. “No me han gustado las cosas que he visto, hemos dejado que el Real Madrid pensara y hecho lo contrario a lo que debíamos. Tenemos que resetear”, se lamentó el técnico valencianista, que se vuelve con Gayà tocado en la rodilla, con Pepelu tocado y con Hugo Duro con la clavícula dolorida.