Es un tipo serio. Al principio de la entrevista dice que no, pero es un tipo serio. Dani Olmo (Barcelona, 27 años), ya saben, se fue a Zagreb, extraño destino, a jugar al fútbol siendo un niño, y luego eligió Leipzig, de entrada un lugar poco llamativo, para continuar su carrera. Habla idiomas como si no costara (y hasta piensa en croata si se lo propone), juega al ajedrez y cuida mucho de la gente que trabaja con él. Impulsada su fama por su primer año en el Barça, dice que sería capaz, si le dan un balón, de repetir el recorte que le hizo a Tchouaméni para el 2-1 en las semifinales de la Eurocopa del año pasado. Y lo dice en serio.
- Tiene pinta de serio.
- ¿Yo?
- Sí, usted.
- Me gusta ser serio, y así sorprendo un poco, ¿no?
- ¿Pero entonces lo hace a propósito? Como para marcar distancias…
- ¡No, qué va! Si le preguntas a cualquiera del equipo, igual se ríe.
- ¿Ah sí?
- Bueno, depende a quién le preguntes.
- Cuénteme un chiste, entonces.
- No, no, eso no. En eso soy muy malo. Venga, soy serio, soy serio.
- Me han dicho que lleva un anillo que le controla hasta la respiración.
- No, sólo para dormir, he cambiado el anillo por la pulsera. Me sirve de guía. No le hago caso al 100% porque si no, te vuelves loco, pero cuando me levanto sí que miro a ver si mis sensaciones concuerdan con lo que dice la pulsera sobre el descanso.
- ¿Cuántas horas necesita o le gusta dormir?
- Intento dormir de ocho a nueve horas al día. Intento irme a dormir siempre a las 23.00, aunque algunos días no lo consigo, hasta las 8.00.
“El tema de la inscripción me lo tomé con tranquilidad porque no dependía de mí, me apoyé en mis compañeros y en mi pareja”
- ¿Siesta?
- No soy de siesta. Aunque el otro día tuvimos una charla aquí en la selección sobre el sueño y me lo recomendaron, así que igual empiezo.
- No está mal tener un trabajo donde le recomienden dormir la siesta.
- Al parecer, ayuda a mejorar el rendimiento, así que nada, a dormir.
- ¿La alimentación le obsesiona?
- No me obsesiona, porque nada que te obsesione es bueno, pero sí lo cuido bastante. Por la experiencia de estos años, conozco mi cuerpo y sé lo que necesita.
- En días postpartido, ¿qué come?
- Los días de partido, o post, que estoy más cansado, intento comer grasas saludables. Salmón, aguacate, nueces, frutos secos, que me ayudan más a recuperar.
- Para alguien que juega a su nivel, casi todo es previa o postpartido.
- Sí, por eso hay que cuidar la dieta al milímetro, porque te puede alterar el rendimiento.
- ¿Llega al límite de pesar la comida?
- Ahora sí. No yo, pero sí mi cocinero personal, que llevo trabajando con él dos meses, y él está en contacto con el nutricionista y entre ellos hablan y deciden todo.
“De mayor quiero ser… feliz. ¿Te parece bien? Creo que es un buen objetivo”
- Cocinero, nutricionista, asesores de prensa… ¿los futbolistas son conscientes de que viven en una realidad poco habitual para el resto?
- No es lo habitual, pero seguimos siendo personas normales. Somos unos privilegiados, porque podemos jugar al fútbol de manera profesional, pero al final tener eso, nutricionista, cocinero, asesores que nos ayudan con la comunicación… no son privilegios, son nuestras herramientas de trabajo para llevar nuestro rendimiento al máximo. Si se puede mejorar un 1% con todas estas cosas, lo voy a hacer.
- ¿Cómo de cansado llega a este final de temporada?
- No mucho, porque por desgracia he estado parado varias veces por lesiones. Así que llego bien, con ganas de acabar bien el año. Mejor aún, con ganas de ganar otro título.
- El control que hace en el 2-1 contra Francia… ¿lo recuerda exactamente?
- Sí, sí, claro que me acuerdo. El primer rechace lo controlo bien, no se me queda para disparar y cuando me salta Tchouaméni, veo que se queda clavado e intento regatearle. Lo conseguí y luego fue gol.
- Hay mucha grandilocuencia en el fútbol. Esas cosas no se ensayan.
- En el fútbol puedes trabajar muchas cosas, analizar mucho, pero la mayor parte del tiempo es improvisación. Tú puedes trabajar una jugada, pero esa jugada en un partido no sale, y hay que improvisar.
- Hemos visto al PSG y al Barça jugar a un ritmo altísimo, con mucha presión… ¿vamos hacia ese tipo de fútbol?
- El fútbol que jugaba Luis Enrique aquí en la selección y el de ahora en el PSG ha cambiado. Todo evoluciona, va muy rápido, es mucho más físico… Pero al final los jugadores de calidad son los que siguen marcando la diferencia.
- Tú puedes preparar mucho, pero te sale un Lamine, ¿y qué haces contra eso?
- Pues te rompen. El fútbol es un duelo de individualidades.
- ¿Qué balance hace de su primer año en el Barça?
- Estoy contento. Tres títulos en el primer año, unas semis de Champions con sabor agridulce porque podríamos haber hecho algo más… Y con hambre de más. Me he perdido algunos partidos que me hubiese gustado jugar, así que con muchas ganas de seguir mejorando y sintiendo que le puedo aportar mucho más al equipo.
- El ‘caso Olmo’, la inscripción o no inscripción… ¿Cómo lo gestionaba?
- Con tranquilidad. Yo confiaba en el club, porque era algo que no dependía de mí. Yo lo que hacía era entrenar y esperar la luz verde para poder jugar. Ayudando al equipo desde otra posición.
- ¿Quién fue su máximo apoyo?
- Los compañeros y la familia. También mi pareja, que es con la que vivo. Pero eran cosas externas que no dependían de mí, no podía hacer nada, sólo podía entrenar.
- Es difícil aprender que lo que no depende de ti no merece el gasto de energía.
- Lo intentas. No te puedes aislar al 100%, porque son situaciones que repercuten en tí de manera directa, pero hay cosas que no puedes controlar. Intentas alejarte, aunque es complicado. Al final salió todo bien, así que no hay excusa posible y ya está olvidado.
- ¿Qué le aporta el ajedrez?
- Táctica, conocimiento, concentración… Muchas cosas, y también un poquito de evasión, porque cuando estás jugando al ajedrez no puedes pensar en otra cosa.
- ¿Ha visto el puñetazo de Carlsen cuando perdió contra el campeón del mundo?
- No, aún no. Yo no he llegado al punto de darle un puñetazo a la mesa, pero sí que te da mucha rabia. Sobre todo cuando repasas las partidas, las analizas, y ves que se te ha pasado alguna cosa muy obvia. Aquí juego con Unai Simón.
- ¿Le gusta más el ajedrez o el fútbol?
- El fútbol, pero por poco [se ríe].
- Y todo eso que le enseña el ajedrez, ¿tiene traslado al fútbol?
- Son deportes muy parecidos. En los dos hay millones y millones de movimientos posibles. Además, el comienzo es idéntico: dos equipos iguales que, una vez se pone el balón, o las piezas, en movimiento, cuentan con infinitas posibilidades.
- ¿Cómo empezó?
- Yo sabía jugar de pequeño, y aunque no recuerdo practicar mucho, en el Leipzig empecé a jugar con Poulsen, que éramos del mismo nivel. Porque mola jugar con gente de tu nivel. Si hay mucha diferencia, no te diviertes.
- Habla muchos idiomas, pero ¿en qué idioma piensa?
- En español.
- ¿Siempre?
- No, dependiendo del idioma que hable. Con mi pareja hablamos en inglés y pienso en inglés, cuando hablo en croata pienso en croata, ¡y eso sí que es máximo nivel! Fui muy joven y se asimila mejor.
- Sabiendo lo que sabe hoy, ¿volvería a irse a Croacia?
- Sí, a nivel profesional y personal. Lo que aprendí y mejoré en Zagreb es lo que me ha hecho ser el jugador que soy.
“Me gusta más el fútbol que el ajedrez, pero por poco. El ajedrez es táctica, conocimiento, concentración…”
- ¿Cuándo sea mayor qué quiere ser?
- Pues feliz, quiero ser feliz. Te parece bien, ¿no?
- Sí claro. ¿Por qué ha explotado esta selección en este último tramo?
- Es un proceso. Si te fijas el bloque no ha cambiado mucho. En la Eurocopa 2021 merecimos más en la semifinal contra Italia, y en el Mundial en los penaltis contra Marruecos, pero básicamente éramos los mismos. Al final se trata de estar ahí y meterla para dentro.
- Vivir en Barcelona, tener más cerca a la familia y a los amigos… ¿le ha venido bien?
- Sí. Es calidad de vida, pero a mí en competición no me gusta cambiar lo que hacía cuando vivía fuera. Soy un tío muy casero. Estar en Barcelona, cerca de la familia y amigos, pues surgen plantes, cosas… pero yo necesito mis rutinas.