La década de Peter Lim en Valencia: radiografía de un fracaso y de las inversiones extranjeras en LaLiga

Actualizado Jueves, 16 mayo 2024 - 23:25

El fútbol español ha tenido nueve campeones de Liga en su historia y sólo uno de ellos está en manos extranjeras. El 17 de mayo de 2014, el patronato de la Fundación del Valencia CF eligió por unanimidad vender su paquete accionarial de control del club ( 70,6%) al empresario de Singapur Peter Lim. Su oferta se había impuesto a la de un grupo ruso, Zolotaya, la del fondo americano Cerberus y la china de Wanda. El compromiso pasaba por abonar los

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El Valencia se resguarda en Mamardashvili y sella al Rayo el billete de la salvación en Mestalla

Actualizado Domingo, 12 mayo 2024 - 20:48

Giorgi Mamardashvili salió coreado de Mestalla. La vida sin él bajo el arco que se dibuja para la próxima temporada se antoja más oscura y la grada, empeñada en su protesta contra esta política de empequeñecimiento continuo de Peter Lim, ya la imagina. El Valencia se resguardó tras el guardameta georgiano, una vez más, para proteger un empate ante el Rayo que sabe a muy poco en este final de temporada al que llega agotado. No le alcanzó para doblegar a los voluntariosos vallecanos que, si bien tuvieron claras opciones, se van con medio billete a la salvación sellado. [Narración y estadísticas]

Vive la parroquia valencianista una realidad adelantada a su tiempo, una visión de lo que espera tras otro verano de poda hasta dejar al equipo en los esquejes. Por más que Baraja aplique su magia, ya no hay más en Paterna a lo que mirar y Lim no se va a echar la mano al bolsillo. El valencianismo soñó con Europa, la plantilla lo hizo, pero nadie más.

El despertador lo hizo sonar el Betis y, desde entonces, al Valencia se le atragantan los partidos. Ante el Rayo fue uno más. Se pudo ver por delante en el arranque gracias al error de Mumin, que convirtió un despeje en un tiro ajustado al palo de Dimitrievski, y a un remate de Peter Federico modo de calentamiento, pero no estuvo cómodo. Espeso y precipitado, le costó mandar en el juego y dibujar el ataque ante un Rayo que, lejos de optar por protegerse, estiró el campo todo lo que pudo para evitar que corriera.

Álvaro, Camello y Trejo amenazaban cada salida de balón que sólo es capaz de ejecutar Mosquera con dificultades para encontrar a dos agotados Pepelu y Javi Guerra. El sello de Baraja en este Valencia pasa por la capacidad de sorprender con transiciones rápidas, pero las piernas pesan ya mucho. Con orden, el Rayo las evitaba a la espera de ir creciendo conforme el duelo madurara. Necesitaban los madrileños sumar en Mestalla para no ver al Cádiz pisándole los talones.

El Valencia se encomendaba a Peter Federico. Fue su único y mejor argumento durante muchos, demasiados, momentos. Canós iba y venía de la orilla izquierda a la frontal, desde donde tuvo algún golpeo que acabó en la grada. Pero era el carril del joven dominicano, emparejado con el Pacha Espino, por donde los valencianistas pisaban el área vallecana. Y allí morían.

Con este rival romo, el Rayo encontró sus momentos, muy claros. Probó primero Álvaro a los 20 minutos con un disparo demasiado cruzado que rozó el palo y después Camello con una bella volea de primeras que salvó la milagrosa mano de Mamardashvili. El georgiano volvió a demostrar por qué es un portero que suma puntos.

Ante el susto quisieron espabilar los locales, a los que le pesan tres derrotas que han colocado plomo en sus alas cuando quería volar a Europa, aunque la voluntad no fue suficiente. Hacía falta más que lanzar a Peter Federico, recién llegado a Primera, contra todos y de todas las formas posibles. Primero se coló hasta el lateral del área pequeña y probó con un disparo la habilidad de Dimitrievski, sin reparar en que Hugo Duro esperaba solo en el punto de penalti. Después, al filo del descanso, Javi Guerra lo buscó para que asistiera a Canós en otro disparo que salvó el meta macedonio.

Los dos entrenadores buscaron sacudir el partido tras el descanso. Iñigo Pérez buscó a Isi Palazón y Baraja aumentar la carga en ataque con Yaremchuk. Del ucraniano fue a mejor y más grosera ocasión del partido errando a puerta vacía el remate de un preciso centro de Thierry Correia. Pero su presencia en el campo ya complicó al Rayo, que mandó otra vez a su portero a atajar un cabezazo de Duro en el segundo palo en un saque de falta.

No se sostuvo el empuje valencianista por más que Mestalla lo alentaba.Tuvo que aparecer Mamardashvili. Primero le rebañó a pelota de los pies a Álvaro, después evitó el remate de Camello y tocó con la punta de los dedos otro de Unai López. Quiso dar respuesta Yaremchuk con un testarazo, pero no había fuerzas para más.

El Valencia pierde sus alas europeas ante el Alavés

Actualizado Domingo, 5 mayo 2024 - 20:42

Pensó el Valencia que tenía alas suficientes para volver a Europa. Rubén Baraja había conseguido que un vestuario púber creyera que podía volar alto, hacia aquellos lugares que la historia casi siempre le reservó al club. Los rozó y se acercó tanto que, como a Ícaro, esas alas aún tiernas se le derritieron. El triunfo del Alavés en el fortín de Mestalla fue el calor que derritió los sueños. Enredado en la maraña que tejió García Plaza, precipitado y ansioso, fue capaz de evitar una derrota tan inesperada como justa. [Narración y estadísticas]

Al Valencia el partido se le atragantó desde el arranque. No se dibujaba un duelo cómodo por la capacidad del Alavés de amurallarse y desesperar rivales, y aún se complicó más por circunstancias aumentaron la sensación de que se empinaba aún más. La principal fue la lesión de Jaume Domenech. Sin Mamardashvili, sancionado, era el primer partido que jugaba como titular en Mestalla después de una racha de lesiones. En el primer minuto, un pisotón involuntario de Kike García acabó llevándose la bota derecha y dejando secuelas que, 30 minutos después, le obligarían a dejar el campo entre lágrimas. Para entonces el Valencia ya podía haber tenido ventaja en el marcador.

Había visto Thierry el hueco para la carrera de Peter Federico pegatido a la orilla derecha que acabó en un centro que no encontró rematador en Hugo Duro y que, al segundo palo, Diego López envió a la grada. De ese error nació la mejor ocasión del Alavés en toda la primera parte con un cabezazo de Kike García que escupió la cepa del poste derecho de Jaume. Al fallo de Diego López le siguió el de André Almeida, que se empachó de balón pisando el área sin ver que podía dejar a Hugo Duro en un mano a mano con Sivera.

Al Valencia le faltaba precisión. Guridi mordía los tobillos de Pepelu y obliga a Javi Guerra a esfuerzos extra en tareas defensivas. Complicado así enganchar con Almeida, desdibujado con Antonio Blanco de sombra. Y por las bandas crecía Peter Federico, poco acompañado. Sabía el equipo de Baraja por dónde meter el cuchillo, especialmente especialmente con el dominicano, pero no hacía sangrar a un Alavés muy acostumbrado a esperar su momento. Con la salvación en el bolsillo, con no romperse era suficiente ante un rival que daba síntomas de precipitación cuando encaraba la frontal del área.

La lesión de Jaume volvió a pausar el duelo y dio oportunidad al debut de Christian Rivero a sus 26 años tras cinco en la plantilla y con el brazalete de capitán. Siete partidos ha jugado en cuatro temporadas. No hubo impacto emocional en el equipo de Baraja pero siguió obtuso. Tanto que en una escapada por banda de Javi Guerra acabaron estorbándose en el remate Duro y Peter.

El Alavés estaba cómodo y a García Plaza le bastó con reforzar el mensaje, algo que no ocurrió en el vestuario valencianista. Europa se alejaba y desde el banquillo se buscó la electricidad de Sergi Canós para la segunda parte. A punto estuvo de funcionar cuando cazó un centro de Peter para estrellarlo en el palo.

Desde ese susto crecieron los vitorianos hasta tener el premio del gol en el minuto 68. Saque de esquina larguísimo al segundo palo donde apareció solo Javi López para marcar el primer gol de una tarde que se tornó fea, más aún cuando Melero anuló el gol de Diego López por la influencia de Peter Federico en fuera de juego.

Tocó arrebato Mestalla, pero no fue suficiente y hasta en dos ocasiones rondó el 0-2 Giuliano Simeone en los estertores del partido. Al Valencia le habían cortado las alas europeas.

Lewandowski: "Si todo el equipo juega bien en lo ofensivo, para mí es más sencillo"

Lewandowski: “Si todo el equipo juega bien en lo ofensivo, para mí es más sencillo”

Actualizado Martes, 30 abril 2024 - 00:11

Robert Lewandowski no necesita brillar durante 90 minutos para ser absolutamente decisivo. El polaco, con su primer hat trick como azulgrana en la Liga, acabó por darle la vuelta a un partido donde el Barça se complicó muchísimo por un error de Marc-André Ter Stegen y un penalti indiscutile de Ronald Araújo sobre Peter Federico. El 1-2, sin embargo, empezó a deshilacharse con la expulsión por mano fuera del área de Giorgi Mamardashivili.

Los tres goles de Lewandowski le sirven también para engancharse a la pelea por un Pichichi que, ahora mismo, lidera el punta ucraniano del Girona Artem Dovbyk con 19 tantos y al que le siguen, con 17, Jude Bellingham y Alexander Sorloth. «Sólo son 16 goles. Si dispongo de más oportunidades, marcar me resulta más fácil. Si todo el equipo juega bien en lo ofensivo, para mí es más sencillo», señaló ante los micrófonos de DAZN un Lewandowski que logró su hasta ayer primer y único hat trick como barcelonista en su primera campaña en el club, en la Champions, en la goleada por 5-1 al Viktoria Plzen.

«En la primera parte no tuvimos mucho espacio en ataque. Pero, si encajamos dos, podemos marcar tres o cuatro. Somos el Barcelona, sabíamos que la segunda parte teníamos que jugar más rápido y buscar el espacio libre. Ahora estamos bien y podemos pensar en el partido ante el Girona», recalcó el punta bacelonista. Un duelo, el del próximo sábado en Montilivi, al que los azulgrana llegan con dos puntos de ventaja sobre su rival y con la Champions ya asegurada de manera matemática. «Hemos estado bien, los errores puntuales nos han hecho ir a remolque, pero, a balón parado hemos sacado fruto. Nos ha faltado calma, tranquilidad, pero estoy satisfecho por la mentalidad que ha mostrado el equipo», aseveró también ante los micrófonos de DAZN un Xavi que abordó su cambio de decisión con respecto a una salida ahora ya abortada.

«Sentí el respaldo del club»

«Es sencillo, me sentía responsable y creía que era mejor dar un paso al lado, pero han pasado los meses y he visto confianza en todo el mundo. Sentí el respaldo del club, del presidente, de Deco y de los futbolistas, y eso ha sido fundamental», explicó el técnico, quien no pudo acordarse de nuevo de las derrotas encajadas en los dos clásicos. En su opinión, inmerecidas. «Los jugadores son los protagonistas de todo esto y podían dar un poco más. Los duelos contra el Madrid han marcado la Liga. Tanto aquí como en el Bernabéu, creo que hemos merecido mucho más», sentenció.

El entrenador del Valencia, Rubén Baraja, por su parte, trató de ser lo más elegante posible al analizar las jugadas polémicas: el posible penalti de Íñigo Martínez sobre Peter Federico y la posición adelantada de Fermín en el 2-2. «La acción del penalti es discutible, puede haber contacto, pero el árbitro no ha considerado que fuera así. En cuanto al fuera de juego, puede haber, no, hay. Otra cosa es que el árbitro considere si participa o no. Tendría que ver otras situaciones de otros partidos No sabría decir por qué ha dado gol», aseveró el técnico, quien no puso en cambio pero alguno a la expulsión de su guardameta.

«Es una jugada que lo condiciona todo, es una acción de expulsión. El portero sale, pone el brazo y nos deja con diez y nos complica bastante. Es verdad que hubo algunas acciones puntuales que podrían habernos mantenido vivos, pero faltó esa contundencia tan necesaria en un campo como este. No la tuvimos y ellos sí. Me hubiera gustado ver todo el partido 11 contra 11, pero no ha podido ser», sentenció.

La cabeza de Lewandowski rescata la segunda plaza para el Barça ante un Valencia en inferioridad

La cabeza de Lewandowski rescata la segunda plaza para el Barça ante un Valencia en inferioridad

Para sobrevivir a una temporada en que no hay más en juego que la honra, el Barça necesitaba cabeza. Mucha cabeza. Por tres veces se lo recordó al Valencia para mandarlo a la lona a fuerza de saques de esquina, rehaciéndose ante su propio esperpento con el testarazo de Fermín y el hat trick a balón parado de Lewandowski. [Narración y estadísticas (4-2)]

Querían los culés celebrar la continuidad de Xavi en una noche desapacible que lo que deparó fue una retahíla de errores que se iban alternado de área a área. El Valencia buscaba resistir fiándolo todo a encontrar las grietas a la espalda de la defensa culé, cuando pudiera y a trompicones. Fue así como Peter Federico hurgó en la orilla por donde Cubarsí cubre los despistes de Cancelo y se plantó ante Ter Stegen con la fortuna para los azulgranas de que no supo qué hacer.

Mucho más claro lo tuvo Fermín, que voló para rematar de cabeza un preciso centro de Raphinha. Al Barça le había costado 22 minutos descifrar los planes de Baraja y ahora sólo tenía que manejarlos. En lugar de eso, se descosió por donde menos se esperaba.

Si hay un jugador de rendimiento seguro en el Barça es Ter Stegen, pero sus 12 porterías a cero no evitaron que hiciera un mal despeje con los pies fuera del área que acabó convertido en una asistencia a Hugo Duro para que, mansamente, enviara la pelota al fondo de la red. El partido empezaba de nuevo pero, antes de caer en la cuenta, llegó otro mazazo. Esta vez fue Araujo quien arrolló a Peter Federico y provocó un penalti que Pepelu no falló. En diez minutos y por errores no forzados, el Valencia parecía haberse metido el partido en el bolsillo.

avi corregía el agujero en su banda izquierda enviado a Koundé a taponar mientras pedía una intensidad que fue apareciendo. Probó Cancelo con un derechazo al palo corto que salvó Mamardashvili. Los síntomas indicaban que al Valencia le podía costar sostenerse en el añadido, como así fue. Asediado por saques de esquina, uno de ellos rematado por Araujo al palo, cuando se desató llegó el error del Mamardashvili.

Se apoyó en él Yarek para dormir el duelo esperando el final de la primera pero cuando al georgiano, presionado por Lamine Yamal, se le escapó. Su reacción, fuera del área, fue tapar con el cuerpo... y la mano. Tuvo que revisar el VAR, pero el meta sabía que su partido había acabado. Al Valencia, encomendado a Jaume Domenech, le tocaba sufrir.

Polémica y asedio

Lo confirmó cuando, tras el descanso, volvió el asedio. No vio De Burgos penalti en un choque de Iñigo Martínez con Peter Federico y Lewandowski hizo el empate a dos, otra vez aprovechando una jugada a balón parado desde la esquina con una polémica posición en fuera de juego y de influencia de Fermín.

Se había protegido Xavi apuntalando la defensa vasco y la medular con Sergi Roberto. Era necesario mientras Raphinha, Fermín y la estrategia está enganchando al Barça en cada partido. El Valencia, apenas tiene armas para sobreponerse al más mínimo contratiempo.

Corre, pelea, trata de forzar errores, algo que con inferioridad es una tarea titánica, imposible hasta para el incombustible Hugo Duro, con el único auxilio de puertorriqueño cedido por el Real Madrid. Aún así, intentó que el Barça no corriera y no lo hizo. Pero había que resistir ante la lluvia de saques se esquina.

Salvó Jaume el remate de Araujo, Yarek el disparo de Gündogan pero tuvo que aparecer Pedri a la carrera para rebañar el balón a Diego López cuando encaraba a Ter Stegen. Pero el Valencia no tenía opción. Apareció Lewandowski con otro testarazo y un último gol de falta que los condenó.

Christian Mosquera, el muro del Valencia al que siempre pedían el DNI: “Es una esponja”

Actualizado Domingo, 28 abril 2024 - 22:51

«Traed siempre el DNI de Christian, porque nos lo van a pedir». Este fue el consejo que recibieron los padres de Christian Mosquera (Alicante, 2004) cuando entró en la escuela del Hércules. Nadie se creía que con su envergadura pudiera ser alevín y cada semana sus entrenadores tenían que enfrentarse al mismo comentario: «Ese niño no cumple la edad». Apenas han pasado nueve años y su crecimiento como futbolista sigue provocando la misma pregunta: ¿Cómo puede liderar la defensa del tercer equipo menos goleado de la Liga, un chaval de 19 años?

Este Valencia de la 'Quinta del Pipo' está en el top 5 de las grandes ligas en minutos jugados por menores de 21 años. Un escaparate perfecto para que luzca un talento como el que tiene Mosquera, el defensa sub-19 con más minutos de Europa, nominado al Golden Boy y en el foco de media Premier... y del Atlético. Con contrato hasta 2026, el futuro en Mestalla lo marcará de Peter Lim.

Este chico que llegó al fútbol por casualidad. Christopher Mosquera y Loreydis Ibargüen dejaron Colombia hace 23 años y, tras un breve paso por la lluviosa Vilagarcía de Arousa, decidieron instalarse en Alicante, donde acabaron trabajando como conserje y cocinera de un colegio en San Vicente del Raspeig.

A Christian, un niño alto y muy espigado, le llamaba más la canasta de baloncesto hasta que un día su tío James se lo llevó a jugar al San Blas Cañavate, un equipo de fútbol sala de su barrio. De allí pasó al Carolinas y el Hércules no perdió la ocasión de ficharlo, aunque se cuestionara su edad en cada partido. Era una joya que pronto vio el Valencia.

Con 12 años, aquel niño tímido al que no le gustaba dormir fuera de casa, tenía que dejar a su familia y vivir en la residencia de Paterna. Dos meses tardaron sus padres en proponérselo. Pero ni un minuto él en decir que sí.

El pulido de Mosquera pasó por trabajar su coordinación y su elasticidad, pero el chico mostraba una predisposición y una humildad impropia. El detalle lo cuenta Javier Lafora, ex seleccionador valenciano sub-16, que lo dejó sin jugar los primeros partidos del Campeonato Nacional de Selecciones Autonómicas en diciembre de 2019 porque no podía alinear a tres del mismo club. «Y eso que era el capitán. Lo entendió y fue uno más animando desde el banquillo», recuerda. En ese momento, Mosquera, internacional en todas las inferiores con España, se estaba perfilando como central viendo desde el juvenil cada día a Ezequiel Garay y siguiendo de cerca a Varane. «Siempre me he fijado mucho en él», ha confesado.

Lejos de una familia sensata y protectora, que acudía cada fin de semana a verle jugar, a Mosquera le curtió la pandemia, que vivió en la residencia de Paterna y lesionado en el pubis tres meses. La recuperación tuvo como premio el debut en el filial y, a los tres meses, en el primer equipo con Bordalás ante el Atlético Baleares en la Copa del Rey de 2022, aquella que el joven central vio en la grada de La Cartuja cómo se la llevaba el Betis en los penaltis.

«Se veía que tenía mucho nivel, pero sobre todo es que era una esponja, siempre atento», recordaban el técnico. De esa dinámica ya nunca se bajó, pero la explosión llegó con Baraja, que le tiene absoluta fe.

Los Juegos de París y la saga

Ni sus errores le han penalizado para mantenerse en la titularidad y seguir asombrado con su madurez fuera del campo -donde estudia Ciencias de la Actividad Física y trata de sacarse el carnet-, y dentro, cuando confiesa que le encanta «defender a campo abierto y los duelos uno contra uno» y espera que le llegue la única reto que le falta: el gol de cabeza. Y es que el otro ya lo ha logrado.

Las puertas de la selección se le han abierto. Primero la Sub-21 y el sueño de los Juegos de París, donde le encantaría encontrarse con Mbappé o Messi. Colombia le ha tentado, pero no quiere anticipar ninguna decisión. Sus colores ahora son los de España.

No es el único Mosquera que asombra. Su hermano Yulian, de 13 años, es un clon, en el físico y en el campo. Ambos jugaron juntos en la Liga Promises, cuando el pequeño tuvo que elegir jugar con un ídolo y escogió a su hermano mayor. Una historia que, quién sabe, podría acabar como la de los hermanos Williams.

Isco y Ayoze desatan al Betis en la batalla europea de Mestalla

Actualizado Sábado, 20 abril 2024 - 20:43

Mestalla silbó mucho a Isco cuando saltó al campo. Sabe esta parroquia mejor que nadie de lo que es capaz un futbolista con quien vivió idilio juvenil fugaz. El malagueño es talento, magia y por él pasa cualquier aspiración de Betis. Asociado con el letal Ayoze devolvieron a los andaluces a la pelea por Europa ante un Valencia respondón que nunca quiso rendirse pero al que le cuesta cara su falta de acierto. [Narración y estadísticas]

La ilusión que tiene el púber equipo de Baraja por pisar Europa hizo que saliera al campo respondón y, a empujones, metió al rival en su área buscando con más fe que criterio tomar ventaja en el marcador. Peinó un centro Mosquera y subió Cenk a inquietar sin que la forma de dañar a los verdiblancos estuviera muy clara. De hecho, se apagaron en cuanto Isco rompió a sudar. Se sostuvieron en el arreón siempre saliendo con más criterio y buscando la chispa del malagueño.

Isco se convirtió en una aparición ante la que los valencianistas temblaban. Lo encontró Guido escorado a la banda izquierda con un larguísimo pase que, de primeras y con el exterior, convirtió en un centro preciso que Ayoze, ante el resbalón de Mosquera, convirtió en un disparo orientado que no pudo evitar Mamardashvili.

El gol noqueó al equipo de Baraja, que empezó a temblar cada vez que el malagueño tocaba pelota. Aceleraba y veía hueco por donde nadie imaginaba. Es la brújula que dirige a los sevillanos y la bisoña defensa valencianista sintió el miedo, incapaz de anticiparse a un jugador que más asistencias, regates y acciones de gol crea para los andaluces. Su faro y su guía que, además, suma 5 goles con los que golpea con fuerza la puerta de Luis de la Fuente en vísperas de la Eurocopa.

La presión de Isco y la de Bakambu ahogaba el empeño del Valencia por jugar, condenado a perseguir sombras y enredado cada vez que intentaba correr hacia Rui Silva. Sólo en el último suspiro de la primera parte pudo sacar provecho de una embarullada jugada en el área que, tras los intentos de Almeida y Hugo Duro acabó franca para que Cenk la rebañara y no pudo.

Reacción y penalti

Buscó Baraja espabilar a su equipo con la pólvora de Sergi Canós, que no pareció suficiente cuando el Betis encadenó saques de esquina que hicieron lucirse a Mamardashvili, especialmente para desviar un testarazo de Pezzella. Sin embargo, por lograban despertar, Pellegrini miró al banquillo y decidió sacrificar a Isco, protegerlo para el derbir, y morder más con Fekir.

Lo que el ingeniero se temía, ocurrió. Después de que el poste escupiera un remate de Fornals, el Valencia se enrabietó, Buscó el área y después de forzar dos córners consecutivos, se encontró un penalti que le daba vida. Miranda golpeó con el codo a Hugo Duro, Busquets Ferrer no dudó y Pepelu no falló. Fue, en el minuto 65, la mecha que prendió la traca.

Tuvo Rui Silva que salvar el segundo rechazando un disparo de Peter Federico desde la orilla derecha del área que apunto estuvo de cazar Hugo Duro.

Pero el Betis se encontró rápido con la reacción. Asistió Guido a Ayoze para que cabalgara tranquilamente hacia el área, fuera esquivando a Pepelu, Mosquera y Cenk hasta que se vio con un disparo que rozó en el talón de Jesús Vázquez para descolocar a Mamardashvili. Otra vez tenían los puntos en el bolsillo porque al golpe, aunque quiso con un cabezazo de Alberto Marí y asediando a Rui Silva, el Valencia no pudo reaccionar.

El Valencia se atrinchera en otro gol de Almeida y llama a la puerta de Europa

El Valencia se atrinchera en otro gol de Almeida y llama a la puerta de Europa

No todo sale mal en este Valencia jibarizado por Peter Lim. El equipo de Rubén Baraja ha expulsado los demonios que mordieron sus tobillos la temporada pasada y, sin miedo a un futuro que sigue siendo incierto, busca la proeza de colarse entre los siete equipos españoles que pelearan las competiciones europeas la próxima temporada. En apenas once días ha cogido carrerilla con siete puntos, dos victorias fuera de casa gracias a los goles de André Almeida y la alianza de la fortuna, que en El Sadar les llevó a sobrevivir ante un Osasuna atosigante que acabó fallando un penalti en el tiempo añadido. [Narración y estadísticas]

Entre fiasco y fiasco de jugadores comprados y vendidos por intereses que apuntan más allá de lo que ofrecen en el campo, a veces aparecen talentos que ilusionan. Hace un año fueron el ramillete de canteranos con Javi Guerra y Diego López a la cabeza, los mismos que sostienen la esperanza europea del valencianismo en esta temporada brillante. Ahora cuando falta sólo dar el zarpazo definitivo para cumplir el sueño de la grada y, sobre todo, del vestuario aparece André Almeida.

Apadrinado por Lim, infrautilizado hasta la llegada de Baraja al banquillo, estaba destinado a ser el hombre que desencadenara el ataque del equipo cerquita del área, pero la espalda le martirizó y lo condenó a la grada durante tanto tiempo que parecía que no llegaría a ser el revulsivo necesitaba el equipo. Sin embargo, reapareció para darle al Valencia dos goles justo cuando más los necesitaba: en Granada y en El Sadar de Pamplona para que los valencianistas golpeen ya con los nudillos las puertas de Europa.

Se plantó el Valencia ante Osasuna con descaro. Con la visita del Betis a Mestalla en el horizonte, era un partido con doble premio. Aguantó el arreón inicial de los rojillos, pendientes de homenajear a Jagoba Arrasate en el primer partido desde que anunció su marcha, y esperó su momento para estirarse. El rival no estaba cómodo y de una cadena de errores apunto estuvo Hugo Duro de sacar provecho, pero se enredó. Encaraba la puerta vacía por la salida en falso de Sergio Herrera y, por querer acomodarse el balón para el golpeo con la izquierda, apareció el pie de Hernando para salvar el gol que el valencianismo ya cantaba. Ni el propio delantero entendía cómo pudo equivocarse.

No cayó en el lamento el resto del equipo y Diego López, habilitado para moverse desde la orilla izquierda al centro, encontró a Almeida en el borde del área para que cruzara un derechazo buscando la base del poste que sorprendió a Herrera. Otro gol para endulzar el regreso y empezar a soñar. El Valencia tenía contra las cuerdas a los rojillos, tanto que hasta Jesús Vázquez se atrevió al buscar el segundo.

No tuvo más remedio Osasuna que espabilar. Se ajustó y lo hizo para morir en la primera parte en el área de Mamardashvili. Salvó Mosquera, imperial, un disparo de Moncayola y Moi Gómez, después de una jugada trenzada que nació de un córner, estrelló en la cepa del poste una pelota que desvió Javi Guerra. No fue la última ocasión para evitar irse al descanso en desventaja, pero el disparo de Rubén García tras una descarga de Budimir no cogió portería.

En la segunda mitad, Osasuna se aceleró buscando un empate que les daría alicientes para no acabar la temporada en tierra de nadie. No hubo manera que de llegara. Lo intentó Budimir, siempre azuzado por un Mosquera que no le dejaba respirar, y Rubén García hasta que Arrasate lo mandó al banquillo. Necesitaba una presión asfixiante que no dejara al Valencia soltar latigazos. Había que dominar y contener lo más cerca posible de su área y allí se instaló Osasuna. Probó sin cesar Budimir, tuvo la ocasión Herrando con un cabezazo a centro de Rubén Peña pero la mejor ocasión no llegó hasta el tiempo añadido.

En el 93, Guillamón despejó la pierna de Budimir en el área y, tras una larga revisión de VAR, Munuera Montero señaló el penalti. El croata, uno de los máximos goleadores de la Liga, se puso ante Mamardashvili. El delantero no había fallado un penalti y el guardameta llevaba sin encajar los tres últimos que le habían lanzado. Esta vez, la fortuna cayó de lado del georgiano, que tenía estudiado cuánto espera el balcánico para lanzar. Aguantó, provocó la duda y que en lugar de golpear, de manera incomprensible y torpe, sólo consiguiera empujar la pelota mansa a las manos del valencianista. No es de extrañar que hasta tres veces le pidiera perdón a su entrenador.

Se esfumaba el sueño de despedir a Arrasate en competición europea y nace la fe en que este Valencia resiliente lo tiene en sus botas.

El Athletic tratará de gestionar la ansiedad para ganar ante el resiliente Mallorca su primera Copa en 40 años

Actualizado Viernes, 5 abril 2024 - 21:01

Cuarenta años y seis finales después, el Athletic busca de nuevo la Copa del Rey, un torneo al que ha intentado poner cerco en las últimas temporadas sin lograr el éxito que se le niega desde el 5 de mayo de 1984, cuando el equipo de Zubizarreta, Goikoetxea,Dani y compañía, dirigido por Javier Clemente, figura medular en los primeros ochenta, se impuso al Barcelona de Maradona y Schuster para lograr la vigesimotercera.

Tampoco en esta ocasión lo tendrá fácil. Detrás del decimoquinto clasificado de la Liga, sólo seis puntos por encima de los puestos de descenso, se esconde un Mallorca de lija, capaz de dejar atrás al Girona, la gran sensación del curso, y a la Real Sociedad, ganador del torneo en la edición de 2020. Con todo, en esta ocasión el conjunto que entrena Ernesto Valverde parece tener el título más a tiro que en las recientes balas perdidas. De las seis finales que se le escaparon, cuatro las disputó frente al Barcelona, una ante la Real y otra, ya muy lejana, en 1985, contra el Atlético de Madrid.

En su segunda temporada en esta tercera etapa al frente del equipo vizcaíno, Valverde dirige un grupo en continuo crecimiento, en el que, como ha comentado en más de una ocasión, muchos jugadores han dado un paso adelante. Como sucediera en 2022, cuando dejó en el camino al Real Madrid y al Barcelona antes de varar en semifinales con el Valencia, el Athletic se deshizo de nuevo de los azulgrana para liquidar después, ya a doble partido, al Atlético de Madrid, con quien litiga por una plaza en la próxima edición de la Liga de Campeones.

Avalancha de aficionados

El Athletic rock and roll prometido por Jon Uriarte cuando tomó la presidencia ha tardado una temporada en llegar, tras un curso de discreta transición, pero aquí está, acompañado por cerca de 70.000 seguidores, 30.000 de los cuales habrán de conformarse con seguir el encuentro desde la fan zone habilitada fuera de La Cartuja. En Sevilla sólo se ven banderas rojiblancas y seguidores bilbaínos ataviados con toda la parafernalia propia de estas ocasiones. Resulta difícil dar con algún hincha mallorquín, cuya representación se estima más de tres veces inferior.

Javier Aguirre se siente cómodo en el papel que le corresponde a su equipo, sin renunciar al que podría ser el mayor triunfo de su dilatada carrera en los banquillos. «Del Athletic me preocupa su velocidad; al espacio son letales. Te equivocas en una salida de balón y te matan. Son muy dinámicos y cualquiera te la puede liar. Es el equipo de primera división que más balones roba y que más daño hace cuando lo consigue», comenta. «No basta con la ilusión. Hay que hacer un partido casi perfecto».

Con la única probable baja de Yeray, lesionado en el último encuentro de Liga, en el Bernabéu, el Athletic tratará de marcar pronto para obligar a su adversario a ser más propositivo de lo que acostumbra. La victoria del Athletic por 4-0 en el último partido de Liga entre ambos equipos resulta excepcional en una secuencia reciente que arroja tres empates, dos de ellos a cero. Con el vértigo de los Williams y la inteligencia de Guruzeta, que suma 15 goles esta temporada, el Ahtletic, que destaca por el equilibrio en todas sus líneas, tratará de buscarle la vuelta al Mallorca. Ahora bien, deberá gestionar la ansiedad, el ferviente deseo de volver a surcar la gabarra después de cuatro décadas

En el plano institucional, será una final marcada por las turbulencias en la Federación Española de Fútbol. Tras la dimisión de Pedro Rocha y la convocatoria de elecciones para el 6 de mayo será Rafael del Amo, presidente de la junta gestora, quien se siente en el palco. Ahí estará Rafael Nadal, dos días después de anunciar que tampoco estará listo para reaparecer en el Masters 1000 de Montecarlo.

Almeida impulsa al Valencia a Europa y condena al Granada

Almeida impulsa al Valencia a Europa y condena al Granada

El sueño de volver a Europa no es una utopía para el Valencia de los milagros de Rubén Baraja. No será fácil la pelea con rivales como Real Sociedad y Betis y dependiendo de que el Athletic alce la Copa y libere una plaza para Conference League, pero nadie renuncia. En Los Cármenes de Granada había quien buscaba poder soñar y quien trataba de despertarse de una pesadilla. Ganaron los soñadores, el Valencia, con un gol de André Almeida en el minuto 76 en un duelo que nunca consiguieron tener de cara.[Narración y estadísticas]

Los tres puntos ponen al equipo séptimo, un lugar imposible de imaginar porque Baraja sigue teniendo recursos limitados. Se notó durante toda la primera parte, en la que no fue reconocible. Desdibujado y sin energía, se escudó en el guardameta Mamardashvili para frenar todo el ímpetu de un Granada que se aferraba a su última bala en Primera. Gumbau estrelló en la escuadra la primera ocasión sin romper a sudar y el georgiano se encargó de atajar todo lo que rondaba el área y, en especial, un chut de Pellestri. Dominaban los nazaríes, víctimas de nuevo de su desacierto ante un rival que ni siquiera pudo acercarse a la portería. La primera ocasión se la fabricó a trompicones en el 42.

Almeida, decisivo

El paso por el vestuario y la bronca de Baraja los espabiló. Se recolocaron en el campo y Javi Guerra, de un cabezazo, hizo desperezarse al meta Batalla. Los valencianistas necesitaban que alguien encendiera la luz y alumbrara el camino al área. Fue André Almeida.

El portugués es un fichaje que aprovechará Baraja en las ocho finales que le restan. Después de meses con una lesión de espalda, volvió al equipo para desatascarlo justo cuando más falta le hacía. Trianguló con Diego López para poner un centro raso que casi sorprende al portero granadino y, cinco minutos después, controló con el pecho en la frontal el balón despejado por Lucas Boyé de un saque de córner y, con un derechazo con el alma, inclinó el marcador y rompió una igualdad a punto de petrificarse.

Aún tuvo arrestos el Granada de buscar el empate a la desesperada, lo pudo lograr Pellestri, pero el Valencia, esta vez sí, tiró de oficio para amarrar tres puntos le dan la cuarta victoria del año lejos de Mestalla y le colocan en disposición de pensar que Europa ya no está tan lejos.