El descalabro de Patrick Mahomes cierra el debate: Tom Brady es y será el mejor de la Historia

El descalabro de Patrick Mahomes cierra el debate: Tom Brady es y será el mejor de la Historia

Hay una etapa complicada en la valoración pública de cualquier grande del deporte que son los años inmediatamente posteriores a su retirada, cuando ya no está provocando asombro cada semana y el paso del tiempo aún no ha convertido sus hazañas en leyendas. Ahí está ahora mismo Tom Brady, que dejó la NFL hace dos años como indiscutible mejor jugador de la historia.

¿Indiscutible? Según algunos, no tanto. La necesidad de llenar rápidamente el trono llevó a que durante los días previos a la Super Bowl, disputada el domingo en Nueva Orleans entre Kansas City y Philadelphia, las tertulias estadounidenses, que son igual que las de aquí pero con mejores trajes, acometieran una y otra vez un debate sorprendente: si ganaban los Chiefs y Patrick Mahomes lograba su cuarto anillo, tercero seguido, ¿sería el quarterback tejano ya tan grande o más que Brady?

La pregunta era osada, teniendo en cuenta que el mito de los Patriots ganó siete títulos (seis en New England y uno en Tampa Bay), tres más que ningún otro quarterback (Montana y Bradshaw, con cuatro) y más del doble que Mahomes, pero algunos, incluso así, respondieron que sí. Philadelphia decidió zanjar el debate con una paliza (40-22) en la que el marcador no hace justicia al castigo, físico y a su legado, que recibió Mahomes.

Mediado el tercer cuarto, los Eagles ganaban 34-0 y Kansas City no había logrado cruzar el mediocampo. No es una exageración, es un dato. Mahomes, absolutamente superado, había regalado tres veces el balón a sus rivales y no había exhibido nada de lo que de él se espera: magia para salir de cualquier problema. Por una noche, fue un quarterback cualquiera.

La derrota pone a dormir su asalto al reino del más grande, más por la forma que por el hecho. Ha jugado cinco Super Bowls y ha perdido dos. La primera, ante unos Buccaneers liderados por un Brady de 43 años, fue otra paliza: 31-9. El hoy comentarista jugó diez y perdió tres, dos contra los Giants y la última ante los Eagles, pero en todas tuvo a su equipo en el partido hasta el último minuto. Jamás fue humillado. Las derrotas de Mahomes se recordarán de muy distinta forma cuando toque hacer balance.

Tom Brady, durante la Super Bowl que comentó para la TV estadounidense.

Tom Brady, durante la Super Bowl que comentó para la TV estadounidense.AFP

Mahomes aún tiene 29 años y tiempo de sobra para reabrir el debate. A su edad, Brady tenía los mismos tres títulos y acababa de perder la Super Bowl contra Nueva York en, seguramente, la mayor sorpresa de la historia. Mahomes jugó mal en Nueva Orleans, pero sigue siendo el mejor jugador de la NFL sin mucha discusión.

La victoria de Philadelphia no dice demasiado sobre el nivel del quarterback preferido de Donald Trump, pero sí recuerda que en una liga montada para que ningún equipo domine durante mucho tiempo seguido (temporadas muy cortas, límite salarial duro, lesiones constantes, eliminatorias a un partido, carreras breves, draft favoreciendo a los peores...) ganar siete anillos es un milagro. ¿Podrá repetirlo Mahomes?

Lo primero, tendrá que convertirse en el enfermo de la competición y la preparación física que fue Brady, capaz de ser élite en un deporte de contacto hasta los 44 años. Mahomes no ha tenido, hasta ahora, esa disciplina. Después necesitará que su entrenador, Andy Reid (66 años), decida seguir a su lado como Bill Belichick acompañó al californiano y que la franquicia rehaga un equipo envejecido. Por último, requerirá salud y suerte. Como en cualquier deporte, pero un poco más. Son muchas cosas. Mientras tanto, Tom Brady sonríe plácidamente en su trono.

Un hombre se cuela con una bandera palestina en el espectáculo del descanso de la Super Bowl

Un hombre se cuela con una bandera palestina en el espectáculo del descanso de la Super Bowl

Actualizado Lunes, 10 febrero 2025 - 08:04

La Super Bowl es uno de los mayores escaparates del mundo debido a los cientos de millones de espectadores que tiene y es el mejer sitio para publicitar o reivindicar una causa. Eso debió de pensar el hombre que, con una bandera palestina, se coló este domingo en el espectáculo del descanso del rapero Kendrick Lamar en la Super Bowl, informa Efe.

Tras conseguir pasearse y hondear su bandera brevemente por el césped del Caesars Superdome de Nueva Orleans, en Luisiana, el hombre fue detenido por la seguridad.

Entre los miles de asistentes, se encontraba el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, algo histórico y razón por la que la seguridad fue aún más estricta en el campo.

Lionel Messi, Luis Suárez, Sergio Busquets y Jordi Alba también asistieron este domingo juntos al estadio Caesars Superdome para ver el partido entre los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles.

Super Bowl: Los Philadelphia Eagles humillan a Patrick Mahomes delante de su fan Donald Trump

Super Bowl: Los Philadelphia Eagles humillan a Patrick Mahomes delante de su fan Donald Trump

Eligió un mal día Donald Trump para convertirse en el primer presidente de Estados Unidos en acudir a una Super Bowl. O, al menos, eligió mal a quién dar su apoyo. Horas antes del partido declaró su amor por Patrick Mahomes y, aún más, por su mujer Brittany, fan declarada del republicano (o lo que sea). Ni siquiera le desanimó compartir la bufanda de los Chiefs con su odiada Taylor Swift, que le hizo más daño en las elecciones que Kamala Harris, y su novio, Travis Kelce, la otra gran estrella de Kansas City y supervillano en el planeta MAGA por ser el rostro de la campaña de vacunación durante la pandemia. Nada de eso desanimó a Trump porque él había ido a Nueva Orleans a ganar y, jubilado Tom Brady, nadie acerca tanto la victoria en la NFL como Mahomes. Un rato después, los Philadelphia Eagles celebraban el título tras una de las mayores humillaciones de la historia (40-22, gracias al maquillaje final).

No fue una victoria, fue una aniquilación, un partido para el que se deberían haber recuperado los dos rombos. Hay cosas que los niños no deben ver. La primera vez que Kansas City cruzó el mediocampo, acababa el tercer cuarto, perdía ya 34-0 y los Eagles pensaban ya en dónde ir a celebrarlo.

No necesitó siquiera el equipo dirigido por Nick Sirianni, que ha pasado en un año de hombre-meme cuya cabeza peligraba a campeón, un gran partido de su superestrella ofensiva, Saquon Barkley, que cerró el, seguramente, mejor año que se ha visto de un corredor con una actuación discreta para sus estándares. Más brillante estuvo su quarterback, Jalen Hurts (nombrado MVP con dos touchdowns de pase y otro de carrera), pero tampoco necesitó grandes heroicidades. La Super Bowl se decidió cuando ambos descansaban, en el ataque de unos Chiefs absolutamente destrozados por la defensa que vestía de verde. Fue una exhibición. Si hubiera sido boxeo, la esquina de Mahomes habría tirado la toalla antes del descanso.

Donald Trump, junto a su hija Ivanka y su nieto Theodore, en la Super Bowl.

Donald Trump, junto a su hija Ivanka y su nieto Theodore, en la Super Bowl.AP

Una y otra vez, liderados por un sensacional Josh Sweat (probablemente más merecedor del MVP que Hurts, pero el ataque siempre reina), golpearon al mejor jugador del planeta hasta convertirlo en un pelele que regaló dos intercepciones impropias a los fantásticos Cooper DeJean y Zack Baun. Y es que, para poner en perspectiva la obra de arte de la defensa coordinada por Vic Fangio, hay que recordar que Mahomes, aún sin cumplir los 30, buscaba su cuarto título (el segundo, contra estos mismos Eagles hace dos años) y el tercero seguido, un triunfo que le haría mirar ya sólo hacia Brady (siete anillos y que comentaba su primera Super Bowl en la tele) y la Historia. Aún está a tiempo, pero de Nueva Orleans salió su leyenda magullada.

Todo estaba ya resuelto (24-0) cuando Kendrick Lamar salió a actuar en el descanso. No fue el espectáculo más brillante que hemos visto, la propia NFL le había puesto la zancadilla sacando a Beyoncé a hacer magia en la jornada navideña, pero sí uno de los más morbosos. Primero, porque terminó de rematar al pobre Drake cantando ‘Not like us’ ante el mundo entero y acompañado de Serena Williams y Samuel L. Jackson. Tanto flow es abusar. Segundo, porque uno de los bailarines lució un buen rato una bandera palestina mientras regateaba a seguratas como Lamine Yamal a defensas. Tercero, porque nunca ha ocultado su (pésima) opinión sobre un Trump que le observaba desde el palco con cara de estar pensando a cuántos de esos tipos que en nada se parecían a él y a sus amigos podría deportar. A veces, la música no es lo más importante de un show.

La segunda parte fue un plácido paseo de Philadelphia hacia la gloria, hora y media de ver qué famosos aparecían en pantalla. Como siempre, no escaseaban. La citada Taylor Swift (que gestionó conuna fabulosa media sonrisa el tremendo abucheo de la afición de los Eagles al verla en el videomarcador), Jay Z, Kevin Costner, Bradley Cooper, Adam Sandler, Paul McCartney... y una llamativa representación de nuestro fútbol: Messi, Rodri, Griezmann, Koke, Luis Suárez, Busquets... Todos viendo cómo los Eagles ponían en pausa el ascenso de Patrick Mahomes a la sala más exclusiva del Panteón de los quarterbacks. Tendrá más oportunidades, no lo duden. Para la próxima, tal vez decida pedirle a Donald Trump que se quede en casa. Una humillación así tarda en curarse. Si es que se cura...

Las reglas de juego de la NFL para entender la Super Bowl: del papel del 'quarterback' a cómo se anotan los puntos

Las reglas de juego de la NFL para entender la Super Bowl: del papel del ‘quarterback’ a cómo se anotan los puntos

La final de fútbol americano, conocida como Super Bowl, es el partido que proclama al campeón de una liga disputada por 32 equipos pertenecientes a las principales ciudades de los EEUU y divididos en dos conferencias: Conferencia Nacional (NFC) y la Conferencia Americana (AFC). A su vez cada una de ellas se subdivide en otras cuatro: Norte, Sur, Este y Oeste.

Tras disputarse 17 partidos, repartidos en 18 semanas, se clasifican 14 equipos para los playoffs, 7 por cada conferencia y de ahí salen los dos finalistas. Éste año los dos finalistas son los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles. El partido tendrá lugar en el Caesars Superdome de Nueva Orleans, en Luisiana EEUU, a partir de las 00.30 horas, hora peninsular española.

La duración de un partido de la NFL (National Football League) se puede alargar más de tres horas, aunque el tiempo real de juego es de una hora repartida en cuatro cuartos de 15 minutos cada uno. El reloj se detiene solo cuando la pelota se sale de los márgenes del terreno de juego pero las lesiones, la repetición de las jugadas en pantalla para su revisión, las faltas y un intermedio largo, prolongan el partido varias horas.

Las actuaciones del descanso superan en audiencias al partido

Durante el descanso tiene lugar una de las actuaciones musicales más esperadas del año. Michael Jackson (1993), Tina Turner (2000), U2 (2002), Rolling Stone (2006), Bruce Springsteen (2009), Madonna (2012), Coldplay (2016) o Lady Gaga (2017) han sido algunas de las más recordadas con el paso de los años. Para esta edición la responsabilidad recae en el rapero californiano Kendrick Lamar, reciente ganador de 5 premios Grammy. Los más agoreros no descartan que el cantante interprete junto a Taylor Swift el tema 'Bad Blood', tema que lanzaron hace 9 años.Por su parte, Jon Batiste cantará el himno nacional con Donald Trump, Leo Messi o Taylor Swift en las gradas.

ALGUNOS DETALLES PARA ENTENDER LAS REGLAS DEL JUEGO

El terreno de juego mide más de 100 metros de longitud y unos 50 metros de ancho, similar en longitud a un campo de fútbol de la Liga española pero más estrecho. Cada equipo debe intentar llevar la pelota a las zonas de anotación, conocidas como 'End Zones' situadas en ambos extremos para lograr puntuar. El equipo contrario debe impedirlo buscando el contacto físico como el choque o el placaje, no estando permitido agarrar.

Cada equipo está formado por 53 jugadores divididos en tres grupos, ataque, defensa y equipos especiales aunque en el terreno de juego solo juegan 11. La brutalidad de algunos placajes exige que cada jugador esté equipado con casco y protecciones en la parte superior e inferior del cuerpo. La condición física de los jugadores es muy exigente, hasta el punto de que algunos corredores del equipo podrían competir con los grandes velocistas olímpicos.

CÓMO SE PUNTUAN LAS DIFERENTES ACCIONES

Cuando un jugador llega a la zona de anotación con el balón se anotan 6 puntos. Puede llegar corriendo sorteando a los rivales o encontrándose desmarcado en la zona y recibir un pase del ‘quarterback’. Cualquiera de estas estas dos acciones valen 6 puntos (Touchdown!).

Tras cualquiera de estas dos acciones, los atacantes disponen de un punto extra si logran patear desde la línea de 15 yardas y meter la pelota entre los dos postes. Esta acción vale 1 punto. (Punto extra!).

Si tras tres intentos no han logrado avanzar 10 yardas, el equipo especial del pateador entra en el campo. Si la pelota se encuentra a una distancia adecuada para el pateador, éste intentará pasar la pelota entre los dos postes. Esta acción vale 3 puntos, (Fieldgoal!).

Por ultimo, la acción más improbable, cuando la defensa logra placar a un atacante en su propia área de anotación en la ‘End Zone’.
Esta acción vale 2 puntos,
(Safety!).

DAZN, Forbes, Wikipedia, Universidad 'North Carolina NC State University' , 'Super Bowl: A Money Machine, But for Whom?' by Mike Edwards, profesor de 'NC State', Nielsen, New York Times y NFL.

Así es Saquon Barkley, la gran baza de los Eagles en la Super Bowl: antidivo, atleta total e inversor en criptomonedas

Así es Saquon Barkley, la gran baza de los Eagles en la Super Bowl: antidivo, atleta total e inversor en criptomonedas

Sin Saquon Barkley, los Philadelphia Eagles probablemente no habrían llegado a la Super Bowl. Con él en forma las opciones de victoria este domingo ante los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes se multiplican. La resurrección del equipo no habría sido posibe sin la gran temporada del running back, del corredor puro.

En su primer año en la franquicia, el jugador, un portento físico capaz de levantar 180 kilos en halterofilia, de hacer cinco repeticiones de sentadilla con 240 kilos o de correr 100 metros en 10,7 segundos en el instituto, ha sumado 2.005 yardas en la temporada regular (novena marca de la historia) y 12 touchdowns, a los que suma dos más como receptor. No batió el récord porque su entrenador lo dejó en el banquillo la última semana para evitar lesiones, pero si mañana suma 30 yardas conseguirá el mejor registro de temporada completa, que desde 1998 ostenta Terrell Davis, la leyenda de los Broncos.

Barkley representa junto a Christian McCaffrey el resurgir de una posición tan imprescindible como infravalorada. La gloria, y los grandes contratos, se la llevan los receptores. Los corredores, mucho más expuestos, víctimas de más golpes y lesiones, se han ido conformando con un rol secundario a la hora de negociar. Hasta ellos. La estrella de San Francisco, otro atleta descomunal, ha conseguido 19 millones por temporada, mientras que Barkley, soñando con su primer anillo, está con un contrato de tres años por 37 millones, después de cerrar un ejercicio sin precedentes para un agente libre. Barkley es un caso singular de súper estrella que nunca lo fue, no al menos de inicio. Destacado en lucha libre, baloncesto, sprints, lanzamiento de peso o salto de altura, llegó tarde al football. Entrenadores, compañeros y analistas dicen que era potencia pura, muy bueno, pero que de entrada nunca pensaron que llegaría a ser tan bueno. Hasta los 20 años no fue la gran figura de la ciudad, del Estado. Pero su ética de trabajo, sus ganas de aprender, su físico (casi 1,80 y más de 100 kilos), su explosividad y habilidad para esquivar fueron derribando muros.

"Tocado por la mano de Dios"

Hombre de palabra y que tardó en creer ciegamente en su potencial, se comprometió con la Universidad de Rutgers porque pensaba que nadie más estaría interesado en él, y cuando la poderosa Penn State, en la que acabaría batiendo todos los récords, le llamó le costó horrores excusarse con los entrenadores de su primera opción. Tras dos años brillantes, los Giants lo escogieron en el número 2 del draft de 2018 desafiando a quienes pensaban que era demasiado arriesgado usar así un pick decisivo en un corredor.

El responsable de la operación añadió aún más presión diciendo que el jugador estaba «tocado por la mano de Dios». Su primera temporada fue muy buena, rookie ofensivo de la Liga, pero las siguientes pasaron sin pena ni gloria, entre lesiones, cambios en la dirección y un flojo equipo que sólo legó a los playoffs una vez.

En el campo, Barkley es lo contrario que fuera. Un hombre tranquilo, a punto de casarse con su amor de la universidad, con dos hijos pequeños que le acompañan en la banda antes de los partidos, haciendo las delicias de las cámaras con un saludo especial para cada uno. Un profesional que evita escándalos, diversifica su fortuna invirtiendo en empresas, aventuras del mundo cripto o start-ups. La palabra que repiten todos sus entrenadores, desde el high school a Penn State y la NFL, es «inquisitive», curioso, con hambre de conocimiento.

Cuando se acerca a la línea de scrimmage se transforma en una máquina casi perfecta. Rapidísimo, potente, acrobático, sorprendentemente tranquilo. Capaz de pensar cuando las piernas y el corazón bombean sin control. La jugada ofensiva del año probablemente lleve su apellido. Un touchdown de 70 yardas en la nieve contra los Rams. O esa pirueta inverosímil para sortear a tres defensas, al primero como si no existiera, al segundo con un giro de 180º y al último con un salto de la rana, de espaldas, por encima del perplejo jugador de los Jaguars que se veía a pulgadas de placarlo y aún no sabe dónde está.

Andy Reid, entrenador de Kansas City, ganador de tres anillos y el hombre que lo fue todo en los Eagles durante dos décadas, lo señaló como la mayor amenaza para su equipo. «Tiene potencial de hall of fame», reconoció. No será el único factor de un partido en el que los ojos estarán en los dos quarterbacks, pero sí puede ser el decisivo. Es el mejor del equipo. Y aunque el jueves por la noche, cuando se fallaron los premios, no ganó el MVP del año (pero sí el de ofensivo) puede serlo de la Super Bowl.