Con agónico sufrimiento, Marco Penge logró conquistar el Open de España by Madrid, tras una jornada de 71 golpes (+1) donde sufrió mucho más de la cuenta. Penge tuvo que empeñarse hasta el desempate para lograr su tercer título de la temporada en el DP World Tour, convirtiéndose en el jugador con más victorias en 2025.
El británico acumuló dos bogeys durante sus primeros nueve hoyos, y solo firmaría un birdie en la segunda parte del recorrido. Un desenlace deportivo que no estuvo a la altura del gran espectáculo y esfuerzo de la organización de este torneo. De hecho, no teníamos un ganador con una ronda final sobre par desde el Open que se disputó en el PGA de Cataluña en 2014, donde Miguel Ángel Jiménez se llevó la victoria con una ronda final de 73 golpes. El también inglés Daniel Brown logró el birdie en el 18 con el que empataba en -15 y ambos jugadores se jugaron la suerte del Open en un playoff. Con birdie en el primer hoyo, Penge conquistaba el triunfo y también la exención para el Masters de Augusta y Open Championship, una de las novedades del torneo de este año.
Al margen de los premios, la insulsa crónica de este torneo se complementa con un buen final para el golf español, aunque en ningún momento los nuestros tuvieron opciones de triunfo. Jon Rahm, Ángel Ayora y David Puig lograron terminar con -10, compartiendo la novena plaza del torneo. Ayora, sigue siendo el mejor español y se proyecta en el puesto 23 de la Race to Dubái.
Rahm se llevó el trofeo al mejor español, ya que firmó la mejor última jornada con 65 golpes. "Siempre es bueno, es un torneo muy divertido, me encanta venir, una pena no tener opciones de ganar, con el público apoyándome es increíble, una buena vuelta, un buen final y por lo menos les he dado algo", comentaba el campeón de Barrika, para el que la Ryder Cup supuso un desgaste importante: "La Ryder pasa factura, quita mucho y esta, en Estados Unidos, fue muy dura, y la semana pasada fue de recuperación más que de otra cosa. He jugado lo suficientemente bien para poder ganar, pero he cometido algunos errores".
Aunque podría tener acceso al torneo final de la temporada en Dubái al ser jugador de Ryder Cup, Rahm parece dar por concluida su temporada 2025: "Tres meses y poco de parón, no lo he tenido nunca, veremos... tengo la oportunidad de ir a casa, ser padre. Tengo la opción de ir a Dubái, pero no creo...", concluía.
La otra cara, la más amarga, volvió a protagonizarla Sergio García, tras firmar una ronda del par del campo en el Open de España, celebrado en el Real Club de Campo Villa de Madrid. Su resultado acumulado de -3 le deja en una discreta posición 39 en la clasificación del torneo. "La gente muy bien, el apoyo increíble, pero la semana mala. Una semana en la que no sale nada y es lo que es...", comentó García, quien protagonizó un lamentable incidente tras la ronda, tirando la bolsa de palos en el cuarto de firma de tarjetas. La frustración volvió a apoderarse del golfista de Borriol. "Probablemente pare hasta febrero... No he desconectado del golf en toda mi vida, y tener la posibilidad de parar tres o cuatro meses es bonito", concluía.
Con respecto a su incierto futuro en el DP World Tour, García no va a completar el mínimo de cuatro torneos reglamentarios para poder ser miembro del Circuito Europeo; al ganador del Masters de 2017 le faltarían dos y no va a viajar ni a la India ni a Corea (próximas citas), y tampoco está clasificado para los dos finales de Emiratos Árabes. "Intentar jugar todos los grandes que pueda y hacerlo lo mejor posible en todos los torneos", explicaba como objetivo. "Hay muchas cosas que están por arreglar", añadía con respecto a su relación con el DP World Tour, concretando cuál sería su estatus para el año próximo: "Pues nada, suspendido, y al año siguiente, pues mejor", finalizaba.
Ángel Ayora acaba de estrenar los 21 años, nació en Marbella y ahora mismo es el mejor español en el DP World Tour en su temporada de novato. En la actualidad, la consistencia es su mejor arma. La misma que le llevó el jueves a la quinta plaza del Open de España en el Club de Campo Villa de Madrid, con una meritoria tarjeta de 67 golpes, durante una mañana ventosa en la primera jornada del torneo. Ángel es el mejor español y ha eclipsado en el inicio a Jon Rahm, Sergio García y compañía.
«Mi pelea ha sido con el viento, no he conseguido acertar, ha sido un día frustrante...», afirmó Rahm tras su tarjeta de 71 golpes, perdido en el puesto 51º de la tabla. Ni mucho menos era esto lo que el vizcaíno quería ofrecer al numeroso público que desde primera hora se quiso acercar al Real Club de Campo Villa de Madrid. Cientos de espectadores entre los que se encontraba uno de excepción, Carlos Alcaraz.
Tras salir por el hoy 10 y cometer un primer bogey en el 13, Rahm protagonizaba el momento más explosivo del día con el eagle en el 14 desde el búnker. Lo acompañó con un birdie desde metro y medio en el 15. Tomaba impulso su ronda gracias también al empuje del público, pero el campeón de la Ryder Cup no estuvo fino en este arranque. «Me fastidia tener un día así, tan duro. Quitando en el 14, les he dado poco, a ver si tengo un buen día mañana y me pongo en posición...», comentó el capitán de Legión XIII.
"Shane... no te preocupes"
El vasco lamentó no haber aprovechado mejor el buen ambiente en el recorrido madrileño: «Disfrutar, disfruto, pero si juego mal no disfruto en ningún sitio». Cerraba sus segundos nueve hoyos, los primeros del club madrileño, con tres bogeys: en el 1, con un putt corto de poco más de un metro; en el 2, desde la calle a 135 metros del hoyo; y en su par 3 final, hoyo 9, donde también falló finalmente en el green.
En su partido, tampoco fue el día del héroe de Bethpage. El irlandés Shane Lowry finalizó con 75 golpes (+4) y tuvo uno de sus peores días con el putter. «Le he dicho, Shane... no te preocupes, que has metido un putt que pocos en su vida van a poder decir que han metido, es un momento único en la historia», bromeaba Rahm. El único superviviente del partido estelar fue el campeón defensor Ángel Hidalgo, que logró terminar con 70 golpes (-1), siendo uno de los nueve españoles que están bajo el par del campo tras la primera jornada del Open.
Ayora es el mejor colocado (puesto 27º en la Race to Dubai) y sigue persiguiendo su sueño de dar el salto al PGA Tour. Una primera temporada sin victorias, pero muy sólida; sin embargo, el grado de exigencia del español va muy por delante de la lógica. Sus armas para lograrlo son claras: sacrificio y trabajo.
Coussaud, líder con 65 golpes
Ya en el turno de tarde, Sergio García sellaba la jornada con un oportuno birdie en el hoyo 18 para dejar su resultado en el par del campo, compartiendo el puesto 49º. Eugenio López Chacarra tampoco tuvo su día con +3, y otro de los notables sobre par fue la estrella chilena Joaco Niemann (+2).
En la parte más alta de la clasificación, hay que destacar el -3 de Alfredo García Heredia, en lucha desesperada por mantener la tarjeta en estos torneos finales. El mismo resultado que Nacho Elvira. David Puig y Rafa Cabrera-Bello concluyeron con -2, mientras que Josele Ballester compartía con Ángel Hidalgo, Luis Masaveu y Alejandro del Rey la posición 34º, todos con -1. En lo más alto del torneo, el francés Ugo Coussaud aprovechó la tranquilidad de las últimas horas de la tarde para colocarse líder en solitario con 65 golpes (-6), con uno de ventaja sobre el trío perseguidor, con -5, compuesto por Marco Penge, Frédéric Lacroix y Bernd Wiesberger.
Nota alta para el golf español tras la primera jornada del Open Championship en Royal Portrush (Irlanda del Norte), donde Jon Rahm, Sergio García y Ángel Hidalgo acabaron con tres idénticas tarjetas de 70 golpes (-1), a dos impactos del principal favorito, Scottie Scheffler (-3). Un jueves donde el viento y la lluvia se alternaron para que poco más de 35 de los 156 participantes acabasen por debajo del par.
Quizás lo más meritorio sean los 70 golpes (-1) de Rahm, que ha sufrido la adversidad de los cielos durante los hoyos más difíciles. El vizcaíno cerró el jueves con tres birdies y dos bogeys. En el hoyo 6, con su "mejor swing del día", y en el 7, de los más asequibles del campo, logró arrancar los primeros birdies a este campo, que por tercera vez acoge The Open.
Su peor momento coincidió con los hoyos más complicados y con los peores instantes de lluvia y viento, del hoyo 9 al 13, donde acumuló dos bogeys, aunque logró rebotar con birdie en el 14, para concluir la primera ronda con un resultado esperanzador, que le dejaba provisionalmente a sólo tres golpes de la cabeza.
Rahm debe ser más preciso desde el tee si quiere contar con opciones de victoria el fin de semana, sobre todo en los pares cinco, donde hoy dejó escapar claras oportunidades en los hoyos 2 y 12, al fallar sus salidas al rough. Desde la hierba más alta, no pudo sellar ninguno de los birdies. Pese a ello, su valoración del día resultaba muy positiva. "Un gran día, muy cómodo, he jugado muy bien al golf, es un campo muy complicado... en general, muy contento", comentaba, restando importancia a una lluvia "igual para todos".
"contento con el inicio"
Sergio García (-1) cerró otra ronda bajo el par que dejó sensaciones encontradas. Llegó a ponerse -3 en el arranque, a sólo un golpe de la cabeza. Fueron tres birdies consecutivos del 5 al hoyo 7. Aunque terminaría con dos bogeys, especialmente doloroso el del hoyo 16 con tres putts tras un primer intento demasiado ofensivo. "Las condiciones no han sido del todo malas, aunque a veces había situaciones complicadas. Probablemente he jugado por momentos mi mejor golf, aunque lógicamente me hubiera gustado terminar con un par de golpes menos".
No se le notaba al castellonense demasiado optimista con su inicio, aunque su tarjeta le deja con aspiraciones intactas. "Cuando te pones con -3 y sabes que las condiciones son asequibles, te gustaría terminar un poquito mejor, pero estoy contento con el inicio. Durante seis hoyos nos han tocado las condiciones más complicadas".
García, el jueves, en el hoyo 18 de Royal Portrush.AFP
Dentro de este proceso de mejora que arrastra desde el Masters de Augusta, donde admite estar trabajando en "la posición y la alineación de la bola", García no ha encontrado las fantásticas sensaciones de hace unos días en Valderrama. "Tampoco me he sentido tan cómodo, la semana pasada me pegué mejor y no me he sentido tan bien. En líneas generales, mejor, pero hay que seguir mejorando", concluía.
Quien sí se mostraba exultante era Hidalgo con sus 70 golpes (-1), pese su comienzo "errático" y su bogey en el primer hoyo. Entre medias, el birdie del 3 y, sobre todo, el momento del día con un monumental eagle en el hoyo 7. "He tenido que esperar 45 minutos desde el tee. Ha sido una vuelta un poco larga, casi seis horas de ronda, una tortura", se lamentaba.
La participación española en la 153ª edición del Open Championship quedó retratada ayer para siempre en uno de los rincones más idílicos que puede ofrecer cualquiera de los campos links [campos con un diseño natural y pegados al mar] de la rotación del torneo más prestigioso del mundo. Jon Rahm, Ángel Hidalgo y Sergio García posaron sentados en el viejo banco del hoyo 6, bañados por la brisa con el salvaje Atlántico Norte.
Solo viendo la instantánea se puede sentir el desafío que supondrá Royal Portrush, el único campo fuera de Inglaterra y Escocia donde el Open vive cada cierto tiempo su gran fiesta anual. Este 2025 será la tercera vez en la historia en la que la jarra de Clarete viaje hasta Irlanda del Norte. La última, en 2019, fue para el local Shane Lowry. Pero más allá de dunas, playas y acantilados idílicos, los representantes del golf español tienen una conexión muy especial con Irlanda y los campos links.
"El Open Championship es el evento más prestigioso que puedes ganar en golf". Así de rotundo se expresaba Jon Rahm en la rueda de prensa previa al torneo. Hace 37 años, Severiano Ballesteros fue el último español en ganar el Open, el torneo que todos ansían. La historia de Rahm y los campos links empezó pronto, en 2009, cuando solo tenía 15 años.
"Fue en Royal Cinque Ports, durante el British Boys. Íbamos a jugar en St George's, pero estaba cerrado, así que fuimos mi padre y yo. Me acuerdo perfectamente del hoyo 1: viento a favor, cogí el driver y mi padre me dijo que quizás debería pegar un hierro 3. Yo le dije que ni hablar. Era joven. Serían unas 300 yardas. Al final usé el hierro 3, le hice caso, pegué el golpe, y vi cómo botaba una, dos, tres veces... Fue muy revelador para empezar", recordó el de Barrika.
Cinco años después visitó por primera vez esta zona. Jugó en 2014 el British Amateur, que tuvo como sede Royal Portrush y Portstewart, donde cayó en la primera ronda de matchplay. "Vine con Eduardo Celles [su entrenador] y un profesor de su academia. Fuimos a cenar todos los días en el Harbour Bistro. Había tres camareras españolas y como no hablábamos inglés muy bien, terminamos allí cada noche", reveló. Unos cuantos años después, Rahm ganó su primer torneo profesional de DP WorldTour en ese mismo recorrido: arrasó en el Open de Irlanda de 2017 en Portstewart, con seis golpes de ventaja.
Y, de momento, cerró el círculo dos años más tarde, al conquistar el mismo torneo. "Estoy cómodo, no sé muy bien lo que es: quizás la gente o lo que he hecho aquí, pero me encuentro bien", contó. A sus sensaciones en Irlanda hay que añadir que probablemente llega a este Open en el mejor estado de forma del último año. Su ronda final en Valderrama, donde terminó segundo, ha sido una de sus mejores exhibiciones de golf desde que el jugador de Barrika fichó por la gira saudita.
La Ryder como anhelo
Sergio García también ganó su primer torneo del Circuito Europeo en Irlanda. Fue en el año 1999 y en su sexta cita como profesional de golf. Llega a este último major de la temporada con la necesidad de una buena actuación que le permita reclamar la atención de Luke Donald, capitán del equipo europeo. La sensación es que el último tren de la Ryder Cup para Sergio pasa esta semana por Royal Portrush.
El de Castellón empezó la temporada ganando en Hong Kong, pero a partir del Masters de Augusta su año entró en barrena hasta la llegada de la cita de Valderrama la pasada semana, donde terminó de nuevo entre los 10 mejores y con una sensible mejoría de sus sensaciones. "Quiero seguir en esta línea para estar en la Ryder", dijo ayer.
Objetivo: divertirse
El tercero de los españoles en juego esta semana es Ángel Hidalgo, quien compite en el segundo major de toda su carrera, tras ganar la plaza en las previas, aunque este año todavía las cosas no han terminado de fluir como le hubiera gustado al malagueño. "Los resultados están siendo peores, pero la preparación al torneo, mucho mejor que el año pasado y el campo me entra mejor por el ojo que Royal Troon". Hidalgo detalla sus objetivos con honestidad: "Divertirme, hace un tiempecito, que no me divierto en el campo...". De momento, el ganador del Open de España ya lo ha hecho junto a Rahm y García.
El viento fue el principal protagonista de la primera jornada del LIV Golf Andalucía que se está disputando en el Real Club de Golf de Valderrama, hasta tal punto que el juego tuvo que ser suspendido. La ronda se reanudará a las ocho de la mañana de este sábado. Está previsto que la segunda jornada comience a partir de las 10.
Las fuertes rachas convirtieron el ya de por sí complicado recorrido gaditano en todo un infierno y fueron varios los jugadores que se plantaron ante la organización alegando la imposibilidad de competir en el popular campo, con azotes de viento que llegaron a superar los 53 kilómetros por hora. Con unos greenes rapidísimos cerca de 13 pies en el stimpmeter, incluso la organización tomó una decisión muy pocas veces vista en un campo de golf, al tener que regar el green del hoyo 11 a mitad de vuelta, ante las quejas de algunos jugadores. Brooks Koepka fue el más vehemente. Esta circunstancia se ha dado muy pocas veces y cuestiona de manera discutible el balance de los jugadores que hasta ese momento habían disputado ese green en condiciones más complicadas.
Cinco supervivientes
Hasta la suspensión, cinco jugadores eran los únicos supervivientes con rondas bajo el par: Talor Gooch, Lee Westwood, Cameron Smith, Joaquin Niemann y Branden Grace. Todos terminaron provisionalmente compartiendo el primer puesto con -1.
Por detrás de ellos se han colocado al par del campo el estadounidense Bryson DeChambeau y el español Jon Rahm, que busca su primera victoria del año en el LIV y en el campo de Valderrama, donde habitualmente no ha tenido demasiadas buenas actuaciones. Mientras, ya por encima del par del campo terminaron Sergio García, decimoctavo con +2, Josele Ballester, trigésimoprimero con +3, David Puig, trigésimo noveno con +4 y Luis Masaveu, que esta semana juega con los RangeGoats, 55º con cinco sobre el par del campo.
En la clasificación por equipos y tras esta jornada suspendida por el viento, los Smash de Brooks Koepka son líderes con +5, empatados con los Crushers de Bryson DeChambeau y los Legion XIII de Jon Rahm.
Sergio García reconoce sentirse "emocionado" con su vuelta al DP World Tour, tres años después. El español tomó la decisión a principio de temporada de volver a adquirir la membresía del antiguo Circuito Europeo, con un objetivo en mente: la Ryder Cup. Pese a que la temporada empezó muy bien con una victoria en Hong Kong en el LIV Golf, el Masters de Augusta supuso un punto de inflexión negativo en los resultados de Sergio, que lucha contrarreloj por darle buenos motivos al capitán Luke Donald para que lo incluya en el equipo. "He estado trabajando bastante duro durante el último mes, todavía me quedan cosas por mejorar, pero me encuentro más cómodo, trabajando un par de cosas que tengo que hacer en mi swing y hablando con mi padre". Se refiere a un par de matices técnicos: "Sí, es un tema técnico, pero eso te ayuda a ver las cosas más claras y tener la confianza. Esa confianza te hace un movimiento más fluido".
Se tratan de unos días muy especiales para el ganador del Masters de Augusta de 2017, ya que justo después de Alemania, la siguiente cita será en su campo favorito en el mundo. "Valderrama siempre es especial, estamos con muchísimas ganas de defender nuestro título individual y colectivo. El año pasado fue espectacular con todo lo que ocurrió ese domingo".
El LIV Golf Andalucía será la única parada del Circuito saudita y, al igual que ocurriera el año pasado, será la más importante que se dispute en nuestra geografía. Junto a Sergio, Jon Rahm, estarán Bryson DeChambeau, Brooks Koepka, Dustin Johnson, Joaquín Niemann, entre otras muchas estrellas del golf. También David Puig y debutará como profesional en España el flamante nuevo fichaje de los Fireballs, Josele Ballester, de quien Sergio habla con especial cariño. "Estoy encantado de que esté con nosotros, no solo por lo que significa como jugador, sino como persona. Además, es amigo mío y tiene muy buena relación con el resto del equipo. Lleva solo tres torneos como profesional y las cosas no han salido como hubiera querido, pero le digo que esté tranquilo, que tenga confianza, el empezar de cero es duro, pero tiene que tener confianza y dejar que las cosas fluyan, y saldrá todo como tiene que salir".
El capitán de los Fireballs reconoce que, a veces, siendo tan joven, es difícil lidiar con la presión fuera de las cuerdas. "Sí, sin ninguna duda, ha hecho cosas muy buenas de amateur, pero al ser profesional, la prensa te da mucha atención, es todo más intenso y hay que acostumbrarse. Nosotros estamos aquí para ayudarle".
Valderrama
Sergio reconoce que Valderrama será muy especial porque prácticamente su familia al completo estará allí. "La competición es lo que más me motiva, pero es un sitio muy bonito para disfrutar con toda la familia. Vendrán casi todos y será bonito disfrutar de ellos". Y estará encargado de ser el cicerone de algunos de sus compañeros. "Me siento un poco como anfitrión allí, te preguntan cosas e intento ayudarles en todo lo que pueda".
Justo después del LIV, el español volverá a disputar el Open Championship en Royal Portrush, tras haberse clasificado por su posición e la orden de mérito del LIV. "Es mi torneo favorito, estoy deseando volver", contesta emocionado como un resorte.
Aunque si hay una cita en el calendario de 2025 que motiva al de Castellón, esa es la Ryder Cup. Sergio acaparó todos los titulares cuando, en el PGA Championship, dijo que si Donald le llamaba, se autodescartaría para el equipo debido a su juego, pero dos meses después, García, en estas declaraciones exclusivas para El Mundo, quiere matizar sus palabras. "Quiero que entienda la gente, hago la entrevista allí e intento ser sincero y digo varias cosas, pero solo ponen lo que quieren poner. Yo dije que, como me encontraba en esos momentos, no era una buena opción para el equipo, pero dije que lo bueno es que me quedaban tres meses para trabajar y volver a las buenas sensaciones y eso es lo que voy a hacer. Estoy trabajando muy duro para, cuando llegue el momento, estar al 100%".
García admite que la comunicación con Donald es fluida, pero prefiere no desvelar sus conversaciones con el capitán. Estar en la Ryder Cup será una consecuencia de que el rendimiento en el campo mejore en estas semanas. Lo que sí tiene claro García es que el capitán americano Keegan Bradley, pese a su reciente victoria, no podría ejercer las funciones de jugador y capitán con las suficientes garantías. "Sinceramente he estado en 11 Ryder Cups, ser capitán jugador es imposible en una Ryder Cup. Si Keegan Bradley decide jugar, tendrá un vicecapitán que será en realidad el capitán, el que lleve el equipo".
Cuando el golf mundial parece más desunido que nunca y sin opciones cercanas de acuerdo, García ve en el LIV un producto cada vez más consolidado, pero no excluyente de otras opciones tradicionales de golf. "Yo creo que lo más bonito es tener opciones. El que le guste el golf clásico y de siempre, tiene sus opciones con el PGA Tour y DP World Tour, y al que le guste un golpe más dinámico, más rápido, con un poco más de diversión alrededor del evento, puede venir a apoyar al LIV, que ahí estamos. Intentamos ser la Fórmula 1 del golf, es más dinámico, más joven, la edad media del público que viene a ver el LIV es mucho más joven que el PGA Tour".
La llegada del tercer major del año a Oakmont sugiere un nostálgico viaje en el tiempo, directamente al año 2016, cuando en estas mismas horas previas al comienzo del grande más fiero del calendario un joven del norte de España deslumbraba con su juego y determinación. En los principales torneos amateurs tiraba palos con la misma facilidad con la que hacía los birdies necesarios para adornar un palmarés de leyenda. Todavía siendo aficionado e icono en Arizona State, Jon Rahm nos abría las puertas de su cuartel general ante su debut en los torneos del Grand Slam y su despedida del mundo de los aficionados.
En una casa alquilada a pocos metros del campo de golf, Rahm esperaba al otro lado de la puerta. Tenía 21 años, un polo naranja de Adidas, unos pantalones grises y la gorra de los Diablos del Sol, el mismo atuendo con el que horas antes había jugado su última ronda de prácticas como amateur al lado de Sergio García y Rafa Cabrera Bello, en, probablemente, el trazado más temido del golf.
En aquel recorrido por la ilusión, nos topamos con su padre, Edorta, y su hermano Erizt curioseando en un portátil en el salón, o Tim Mickelson en pijama, hermanísimo de Phil y el primer mentor del golfista de Barrika en Arizona State. Eran otros tiempos, todos sabíamos que de alguna forma aquel US Open sería el comienzo de algo sobresaliente para la historia del golf español.
Han pasado solo nueve años, pero la vida de Rahm poco tiene que ver con la de aquel jovencito de Barrika. Convive esta semana con su mujer y sus tres hijos y es uno de los deportistas mejor pagados de la historia. En su palmarés, además, cuenta con 22 títulos, entre ellos dos majors. «Afortunadamente, había tenido buenas actuaciones en eventos del PGA Tour antes de debutar aquí. Creo que tenía dos top 10, uno en Phoenix y otro en Mayakoba. En ese momento, estaba completamente confiado en que tenía lo que se necesita. Sabía que era capaz de competir con los mejores jugadores del mundo », recordaba esta semana de aquel debut. El español tuvo una primera ronda complicada en majors, repleta de suspensiones por meteorología adversa, y terminó sus primeros 18 hoyos el viernes por la mañana con un inicio de +6.
Mejor jugador amateur
«En la primera ronda tuve un doble bogey y un triple, y me costó mucho; tuve que salir el sábado por la mañana después de estar todo el viernes sentado sabiendo que tenía que hacer un buen resultado para parar el corte. Hacer uno bajo el par fue algo muy grande», recordaba el de Barrika, que terminó el torneo entre los 25 primeros y con la medalla de mejor jugador amateur.
Jon Rahm, hace nueve años, en su casa alquilada al lado del campo.domicilio.Hugo Costa
Este año llega sin victorias. Todas sus semanas se cuentan por top 10 en LIV, pero aún gestiona las sensaciones agridulces del PGA Championship en Quail Hollow, donde llegó a empatar en el liderato con Scottie Scheffler. «Con gusto cambiaría muchos de mis top10 por más victorias», explicaba en la sala de prensa el español antes de hacer un análisis plagado de honestidad. «Soy realista en este caso. He estado jugando muy buen golf, sí, pero estaría mintiendo si dijera que no es más fácil tener top 10 en un torneo con una participación reducida. Esa es la verdad. Si hubiera jugado eventos con participación completa, ¿habría estado entres los diez mejores cada semana? No. Pero he estado jugando lo suficientemente bien como para decir que lo más probable es que habría estado dentro del top 30 cada vez».
Al lado de Rahm, Josele Ballester será el otro español participante esta semana. No llega el golfista de Castellón con la confianza en sus cotas más altas después de su debut en LIV Golf, tras finalizar en el puesto 50 con +7. «Es jodido verte que ahora estás lejos de los cracks», se sinceraba con el portal Ten Golf. El principal desafío para ambos y los 156 participantes en la 125ª edición del torneo será el rough denso y espeso en combinación con unos greenes duros y rápidos. El US Open siempre ha buscado la dureza como factor identificativo y, cuando la sede es Oakmont, esa circunstancia puede elevarse hasta cotas peligrosas. Ernie Els ganó aquí en 1994 con -5, Ángel Cabrera lo hizo con +5 en 2007 y en 2016 Dustin Johnson llevó el resultado ganador hasta -4.
Los números rojos siempre llegaron asociados a la lluvia que, en algún momento de la semana, dulcificó las condiciones de juego. Scottie Scheffler, número 1 del mundo y ganador de tres torneos este año, será el principal favorito, muy por delante de Rory McIlroy, que intenta solucionar los problemas de su driver.
Hoy era un viernes para el espectáculo y la esperanza. Ninguno de los jugadores del top-10 del ranking mundial había comenzado bien este PGA Championship, y desde la organización cruzaban los dedos para que las benévolas condiciones de Quail Hollow ayudaran a que los pesos pesados del golf tiraran de galones y se metieran en el torneo. La PGA de América lleva años conviviendo con el lastre de ser el hermano pobre de los majors. El cambio de fecha (de agosto a mayo) ayudó a mejorar; la elección de grandes sedes como Quail Hollow también aporta lo suyo. Pero el Masters, el Open Championship y el US Open golean al PGA por personalidad e historia.
La extraña clasificación del primer día no contribuía a mejorar la imagen: era más propia del Open de Puerto Rico que de un major con 99 de los 100 mejores jugadores del mundo. Y aunque la segunda jornada nos ha hecho perder a nombres como Justin Thomas, ganador aquí en el PGA de 2017; Jordan Spieth, que se queda sin sueño de Grand Slam (solo le faltaba el PGA Championship); Shane Lowry, Hideki Matsuyama, Sepp Straka (último ganador en el PGA Tour), Ludvig Åberg, Justin Rose o Patrick Reed, el torneo parece haber dado un viraje de 180 grados.
Los grandes del golf han tomado posiciones de cara a un fin de semana de revolución. Scottie Scheffler ha protagonizado el movimiento más decidido. El norteamericano firmó un -3 que lo lleva directamente a la quinta plaza con -5, a solo tres golpes del exótico líder: Jhonattan Vegas, primer venezolano en la historia en liderar un torneo del Grand Slam. Vegas sufrió durante la jornada, sobre todo en su accidentado final, con un doble bogey en el 18 para culminar la temida "Milla Verde", como se conoce a los tres últimos hoyos de Quail Hollow. El venezolano deja el torneo en -8 y con dos golpes de ventaja sobre el francés Matthieu Pavon y el inglés Matt Fitzpatrick.
Al final, Rory McIlroy pasó el corte justo en la cifra de +1. Hoy se ha conocido que, en las horas previas al comienzo, la USGA hizo un test aleatorio y catalogó el driver del norirlandés como no conforme a las reglas, con lo que Rory tuvo que salir el jueves con un modelo diferente, lo que puede explicar el pobre bagaje de solo cuatro calles cogidas desde el tee. Sin embargo, McIlroy no ha dicho su última palabra y saldrá a nueve golpes, al igual que Xander Schauffele o los españoles Sergio García y David Puig. Todos deberán aprovechar las condiciones de la mañana en un campo que llegará al fin de semana más duro, más rápido, con rough más penalizante y una previsión de más viento. No podemos descartar a ninguno de los 74 jugadores que finalmente han pasado el corte del torneo.
Con más opciones se presenta el único español bajo par: Jon Rahm, con una ronda peleada de -1. "Me siento mejor con el swing de lo que dice el resultado, muy buenas sensaciones", avisa el de Barrika, que salvó dos monumentales pares en los hoyos 11 y 12: "El campo va a estar cada día más difícil, yo no descartaría prácticamente a nadie", sentenciaba.
Tres de los cuatro españoles siguen en competición en Quail Hollow. Solo Chacarra se quedó fuera, pero muy cerca de lograr lo que hubiera sido una heroica clasificación. Un resbalón con un mal golpe provocó un doble bogey en el hoyo 8. Llegó a colocarse con +5, pero el birdie en el hoyo 14 y el eagle en el 15, con un putt desde fuera de green de más de 20 metros, lo dejaban a tiro de birdie con los tres hoyos finales de la "Milla Verde" por jugar. Se escapó por muy poco el birdie en el 16 y, a la desesperada, cometió dos bogeys en el 17 y 18 para tener que despedirse del torneo. "Obviamente no he tenido el nivel que creo que puedo demostrar, pero está bien saber dónde tengo que mejorar. Mi nivel de mejora está en los greenes, me queda mucho que aprender y mejorar".
David Puig por fin ha podido dar bolas en el campo de prácticas. Salió a ciegas al segundo major del año: un milagro que pudiera pinchar la bola el jueves en el tee del hoyo uno. Hoy la ronda se complicó de inicio con un segundo golpe en el 10 directamente contra el tronco de un árbol. El primer milagro de la jornada llegó con un putt desde seis metros para par. Cuando todo parecía bajo control, llegaron cinco bogeys en siete hoyos. Con +3 y tres hoyos por jugar, parecía que el corte se alejaba. Otra lección de garra del golfista de La Garriga, que terminó con dos birdies en el 7 y el 8 para clasificarse al fin de semana. "He podido cerrar muy bien, seguir confiando en mi juego y he podido hacer buenos swings para acabar y jugar el fin de semana". "La parte física ha mejorado bastante, eso es el mayor éxito".
Sergio García (+1) también terminó justo en +1 para pasar el corte, pese a que el golfista de Castellón creía en un "99,9 por ciento que se iba a quedar fuera por un golpe". Nos alegramos del error de cálculo, aunque su discurso sigue siendo catastrofista. "He jugado mejor que ayer, era fácil: ayer como un hándicap 25 y hoy como un hándicap 7", concluía. Mucho por jugar aún en el segundo major del año. Veremos si está predispuesto a que la revolución continúe el fin de semana.
El sofocante calor barrunta la llegada de tormentas. Apenas han pasado unos minutos de las 11 de la mañana en Quail Hollow y Eugenio López-Chacarra espera en la calle del hoyo 10 para su segundo golpe. "¿Quién es ese chico?", me pregunta amablemente uno de los voluntarios que controla el flujo de espectadores en el green. Le explico que es un joven prometedor golfista español que acaba de ganar en Europa. "¿Es Sergio García?", insiste, sin demostrar mucho conocimiento de golf.
Chacarra ha salido a jugar solo, apurando los días de prácticas. Le acompaña parte de su equipo: su coach en Oklahoma State y, por supuesto, Hugo González, su caddie. Hugo es hijo de la leyenda madridista, Raúl González Blanco. Sorprende la enorme seriedad de Hugo en su trabajo: analiza distancias, vientos, está pendiente de dar agua incluso a conocidos de Eugenio fuera de cuerdas, no se le escapa ningún detalle. No es un amigo que le lleva la bolsa, es un caddie profesional. En el hoyo 12 saca su libro de yardas (donde hacen sus anotaciones), grabado por detrás con su nombre ('Huguito') y por delante un gran escudo del Real Madrid.
Se trata del primer major de Hugo y el segundo de Chacarra, aunque el madrileño de alguna forma también se siente debutante esta semana: "Es mi segundo major, pero yo diría que es mi primero, sobre todo por lo mal que me encontraba físicamente. Apenas podía competir", afirmaba recordando una incómoda lesión de cadera que estuvo arrastrando casi dos años.
Pongamos en contexto que una buena actuación de Eugenio esta semana no nos sorprendería. De hecho, solo una victoria en el PGA Championship eclipsaría de alguna forma la gesta que Chacarra ha alcanzado en esta temporada, digna de protagonizar una de las antiguas novelas caballerescas.
Chacarra salió del LIV en 2024, o más bien no lo renovaron. Si bien, fue lo mejor que le pudo pasar a su corta y exitosa carrera. Yendo más a la raíz: octubre de 2022, el español se convierte en el primero en ganar en la multimillonaria gira saudita. Más de cinco millones fue el cheque más alto conseguido por un deportista individual español en una competición deportiva. Chacarra tenía solo 22 años y acaparó las portadas de todos los medios. Tras la victoria, llegaron dos años complicados, lesiones, relaciones tirantes con los miembros de su equipo y malos resultados. Una situación que llevó a Chacarra a abandonarse: el joven talento español engordó, perdió la motivación por entrenar y competir, y el golf dejó de apasionarle como lo había hecho hasta ahora. "Llegó un punto en que no era del todo feliz. No tiene nada que ver con el equipo ni con los compañeros, era una cuestión de motivación. Quería jugar majors, jugar más. Al final, 14 semanas al año no son suficientes para mí", comentaba.
López-Chacarra.Hugo Costa
El futuro inmediato tampoco era demasiado halagüeño. Fuera del LIV, a Chacarra solo le quedaba el Circuito Asiático como base para competir: viajes largos, poco dinero y torneos menores, una temporada en el infierno donde además tenía que cumplir una sanción de un año en cualquier evento relacionado con el PGA Tour al haber sido miembro del LIV Golf.
En los planes de Chacarra, esperar al 23 de septiembre que se cumpliera la sanción para poder inscribirse en la escuela de clasificación del Korn Ferry Tour -la segunda división del PGA Tour-. La prestigiosa agencia Associated Press llegó a publicar un titular contundente: "Eugenio Chacarra está fuera de LIV Golf y está perdiendo sus mejores años. Es una advertencia para los jóvenes". Esta situación, que psicológicamente destrozaría a la mayoría de jugadores, a Chacarra le hizo fuerte. "El LIV me ha dado el dinero que jamás pensé que pudiera ganar. Me ha resuelto mi vida y la de mis futuras generaciones, pero ahora quiero hacer historia en el golf", explicaba.
Sus palabras provocaron una oleada de críticas, pero Chacarra se refugió en Oklahoma y encontró la motivación necesaria para renacer: perdió 11 kilos, se recuperó físicamente y comenzó a entrenar fuerte, a comer bien. Los resultados volvieron y con una invitación en el torneo de la India del DP World Tour llegó la gran campanada. La primera victoria de Chacarra que ya había ganado en el LIV y en el Circuito Asiático. Otros buenos resultados acompañaron al triunfo, así como la tarjeta para el Circuito Europeo en los próximos dos años, la clasificación para este PGA Championship y la posibilidad de poder tener una plaza directa para el PGA Tour a final de temporada si mantiene sus resultados.
"Es una cuestión de motivación, y el LIV solo era dinero, desde que lo dejé soy mucho más feliz", contaba. Chacarra es el primer jugador que emprende el camino a la inversa. Muchos le habían enterrado, pero el español ha renacido en lo que sin duda es ya la gesta de la temporada. "Estoy jugando bien, pero sobre todo me lo estoy pasando bien jugando al golf, que es lo importante, es lo que he hecho desde que era pequeñito, por eso creo que los resultados están llegando", comentaba.
Jon Rahm, David Puig y Sergio García completarán la nómina de españoles esta semana. El de Barrika no llega en su mejor momento pero tira de actitud, esperando un punto de inflexión que cambie todo esta semana. "Estoy cada vez más cerca", afirmaba mientras encuentra la motivación de volver a hacer historia del golf español esta semana. "Ser el primero desde Seve en llegar a tres grandes sería algo único, y cerrar el Grand Slam español sería especial, eso sin decir que sería el primer español en llegar a ganar tres grandes diferentes... Pero es mucho pensar El domingo, si tenemos suerte, lo hablaremos", concluía.
El 27 de agosto de 1995, en el antiguo Club de golf de El Prat, en Barcelona, un niño de Castellón, de apenas 15 años, vapulea a los mejores jugadores amateurs del momento y se convierte en el campeón de Europa más joven de la historia. El suculento premio asociado a aquella victoria era la posibilidad de jugar el Open Británico un año más tarde, de modo que aquel niño, un año más tarde, en 1996, juega su primer major. El próximo jueves, cuando se sitúe en el tee del 1 del Augusta National, aquel niño, hoy hombre, jugará su grande número 100. Aquel niño, hoy hombre, es Sergio García (Borriol, Castellón, 45 años).
Las historias de ese niño, al que por sus pecas y espíritu competitivo apodaban McEnroe en el Club de Campo Mediterráneo, corrían como la pólvora por los campos de golf a mitad de los años 90. Sergio no sólo era un buen jugador de golf. Tenía algo más, y el triunfo en aquel Europeo corroboró todos los indicios.
Pero volvamos a 1996, año de su debut en los grandes. Sergio llegó a Royal Lytham acompañado de sus padres. Pese a los 76 golpes de su primer recorrido se enamoró del torneo más antiguo, y fue un flechazo recíproco, porque el público británico, desde aquel primer día, hizo al español suyo para siempre. «Todo el mundo sabe que el Open Británico es el grande que más me ha gustado. Siempre. De hecho, me encantaría poder ganarlo», recuerda García en conversación con EL MUNDO, dispuesto como está a repasar este centenario de majors que han pasado desde aquel primer Open como amateur hasta el paseo por Magnolia Lane que hará el próximo jueves.
Con el protagonista al otro lado del teléfono, hacemos este nostálgico recorrido. La casualidad ha querido que la conversación tenga lugar en la víspera de su victoria en el LIV de Hong Kong.
La contundencia de los números y la dimensión de la gesta no parecen provocarle siquiera un atisbo de melancolía. Todo lo contrario. Mira al pasado con orgullo, pero sigue muy enfocado en el presente. «Obviamente, cuando ya llegas a los noventa y tantos majors, empiezas a pensarlo. Es un número redondo y bonito. Y sinceramente, tampoco es que muchísima gente haya tenido la posibilidad de conseguir algo así, y españoles aún menos. Es algo que me enorgullece mucho», explica.
¿Es consciente de cuántos jugadores hay en ese club y sus nombres?
[Silencio]. Sólo algunos.
En pocos segundos, un gratificante paseo por la historia del golf ofrece la verdadera dimensión del récord que va a alcanzar García: Sam Snead, Gene Sarazen, Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Gary Player, Tom Watson, Raymond Floyd, Ben Crenshaw, Bernhard Langer, Mark O'Meara, Tom Kite, Fred Couples, Ernie Els, Sandy Lyle, Davis Love III, Nick Faldo, Vijay Singh y Phil Mickelson.
La lista es impresionante y usted va a ser el más joven en conseguirlo, de largo, pues Mickelson le saca casi 10 años.
Es una lista impresionante, ¿no? Te indica un poquito la calidad de jugadores que han conseguido jugar 100 majors o más y, bueno, pues es algo de lo que estar muy orgulloso.
¿Tiene algún recuerdo de ese primer major, hace casi 30 años?
Lo que recuerdo es que era un pipiolito que, obviamente, lo disfrutaba todo mucho. Me acuerdo de estar en Royal Lytham practicando con Seve las rondas de entrenamiento y con José María Olazábal, pero no mucho más.
Sergio García, durante el British Open de 2007.Christian LiewigMUNDO
El año de explosión de Sergio es, sin duda, 1999, tres después de aquel primer grande. Viene de ganar el British Amateur y juega su primer Masters de Augusta, logrando además coronarse como el mejor amateur. La foto es redonda, ya que a su lado posa José María Olazábal con su segunda chaqueta verde. Con 19 años, lleva seis semanas como profesional, es quinto en la Orden de Mérito del circuito Europeo y séptimo en la clasificación para la Ryder Cup. Su irrupción enmudeció al mundo del golf, que nunca antes había visto un prodigio así. Y llega su primer grande como profesional. Sergio García se presenta en el Open Británico de Carnoustie tras ganar en Irlanda y quedar segundo en Escocia. «Duelo de Niños», titula la prensa. García se medirá al número uno, un Tiger Woods que entonces tenía apenas 23 años y venía de ganar cuatro torneos en aquella temporada. Sin embargo, el tiempo infernal y el campo más duro de toda la rotación dieron al joven castellonense el primer baño de realidad. Empezó el torneo con un triple bogey y terminó la primera jornada con 89 golpes, su vuelta más alta jamás firmada en un major, la segunda peor tarjeta de aquel aciago día.
¿Cómo recuerda aquella experiencia?
Esa semana fue un poquito insólita. Fue diferente, no sólo por lo difícil que estaba el campo, sino por las condiciones, el clima, todo. Fue algo dantesco. Yo no fui el único que hizo muchísimos golpes, pero, bueno, por lo menos sí que tuve la fuerza de acabar y de jugar la segunda vuelta. Muchísimos jugadores se retiraron después de la primera. Quería aprender de la experiencia.
Y llegamos a un cálido domingo de agosto de 1999 donde Sergio García paró el tiempo. Lo cambió todo. Los comentaristas americanos se desgañitaban en aquella madrugada española ante una remontada irreal. El todopoderoso Tiger Woods estaba por primera vez contra las cuerdas, y enfrente estaba El Niño, como le bautizaron por su irrupción, coincidente con el fenómeno meteorológico. De aquel domingo quedará una imagen para la historia, con Sergio pegando ese golpe con los ojos cerrados junto al tronco del árbol en el hoyo 16 en un momento en el que todo parecía perdido. Cuando recuperó la visión, salió persiguiendo la bola y saltó de alegría. El mundo entero se hizo un poco garciísta aquella noche. Terminaría segundo, pero toda la prensa internacional coincidió en que Woods tenía un adversario. The Washington Post elogió su «irreverencia» y concluyó su crónica: «Ha ganado el jugador número uno del mundo, acorralado por el adolescente número uno del mundo».
Sergio García en el PGA Championship, en el Medinah Country Club en 1999.MICHAEL S. GREENMUNDO
¿Fue aquel su punto de inflexión?
Es el momento en que se me da a conocer más, sobre todo en Estados Unidos. No sólo porque estuve a punto de ganarle, sino porque pelearlo contra Tiger y todo como ocurrió, pues la verdad es que fue una historia muy bonita. La he disfrutado muchísimo y es la que siempre recuerdo.
¿Marcó de alguna forma ese desenlace el principio de una etapa de relaciones tensas con Tiger Woods?
No. siempre nos hemos llevado bien, fue algo más de los medios de comunicación.
Sergio García, con la chaqueta verde, en el Masters de Augusta de 2018.Jamie SquireMUNDO
Era el domingo 22 de julio de 2007. García salía con tres golpes de ventaja para lograr su sueño más perseguido: ganar un major, que además era el Open Británico. El día fue tenso y, pese a las dificultades finales, Sergio llegó al hoyo 72 con opciones de victoria tras ver cómo su rival, el irlandés Padraig Harrington, se había ido dos veces al agua. García sólo necesitaba hacer el par, eso sí, en probablemente el hoyo final más exigente de la historia de los majors, el 18 en Carnoustie. El putt para ese par no llegaba a los tres metros, y García dibujó la caída de izquierda a derecha con sutileza. La bola parecía que iba a terminar dentro del hoyo, pero en el último momento lo esquivó por el borde izquierdo. García agachó la cabeza apoyado en el palo y salió ya derrotado al desempate.
Con la perspectiva del tiempo, ¿fue el momento más doloroso de su carrera?
No, no, en absoluto. Yo creo que fue una semana buenísima. Una semana en la que fue muy bien, en la que me di unas opciones muy buenas de ganar mi primer grande y ganar el British, que es un torneo que a mí siempre me había encantado. Desafortunadamente me quedé muy cerquita. Probablemente a dos centímetros de ganarlo. Lo importante de esa semana es eso, ¿no? Lo bien que jugué, las posibilidades que me di de ganar y, bueno, pues el estar ahí toda la semana es algo que no es fácil. Me siento orgulloso de eso.
Su relación con el Masters de Augusta siempre se ha movido entre el amor y el odio. En el año 2009 estalló tras finalizar el torneo: «Creo que el campo no es justo y no me gusta. Es una lotería. Que hagan lo que quieran con el campo, yo vengo, juego y me voy, y si no fuera un major, lo borraría de mi calendario». Solo tres días más tarde de esas declaraciones, pediría perdón a los socios del club, y ocho años después tendría un discurso bien diferente con la chaqueta verde de campeón sobre sus hombros.
¿Se esperaba sinceramente que su primer major fuera el Masters de Augusta?
Depende de cuándo me preguntes. Si me preguntas al principio de mi carrera, pues te diría que sí, porque creía que era un campo que se me podía dar muy bien. Luego, obviamente, a medida que han pasado los años hay un poco más de frustración y de que no salgan las cosas. Pero, bueno, al principio sí que lo veía como una posibilidad. Ha habido un poquito de todo.
Durante mucho tiempo se le etiquetó como el mejor jugador del mundo sin un major. ¿Le llegó a generar presión de verdad eso de no haber podido ganar uno hasta el Masters de 2017?
No, para nada. No sé por qué vosotros, la prensa, intentáis mirar todas las cosas muy negativamente. Yo, cuando decían eso, estaba encantado porque decía: 'mira, pues por lo menos me valoran'. Obviamente durante un tiempo no tuve major, lo veía todo el mundo, pero me estaban considerando el mejor jugador sin un grande, así que algo bueno tiene eso. Es mejor que me consideraran el mejor jugador sin un grande que cualquier otra manera, sin ninguna duda.
Elija un momento en un major en toda su carrera.
Sin duda diría que el putt para eagle en el hoyo 15 el domingo en el Masters de 2017. Ese fue un momento increíble que, bueno, siempre me va a poner la piel de gallina.