Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del 'Big Three'

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del ‘Big Three’

La Central del All England Club se había desprovisto de su halo místico. Era una atmósfera propia de un partido importante de los pross. Los gritos de «Let's go, Roger, let's gol!» adquirieron decibelios atronadores. Casi nadie podía permanecer indiferente. Tampoco algunos de los periodistas que resistimos en pista conmovidos hasta la última pelota. Roger Federer dispuso de dos puntos para ganar el partido al servicio, cuando dominaba por 8-7 y 40-15 en el quinto set. Las disputó bajo el mismo patrón que le había permitido derrotar a Andy Murray en la final de 2012. Pero Novak Djokovic sofocó sus aproximaciones a la red, la segunda de ellas con un passing shot cruzado de derecha.

Sucedió el 14 de julio de 2019. Djokovic se impuso en cinco sets después de cuatro horas y 57 minutos y frustró la última posibilidad del suizo de ganar un título del Grand Slam.

Federer jamás se recuperó de aquel golpe. Iba camino de los 38 años, había superado a Rafael Nadal en semifinales y aún reunía argumentos para opositar por el que hubiera sido su vigesimoprimer grande. A partir de ahí, su figura declinó sin remedio, marchitada por el tiempo y por el recuerdo del desenlace más triste de su vida tenística. La final más larga del torneo y sin duda una de las más hermosas marcaría el inicio de la cuenta atrás para su retiro, que se produjo tres veranos después.

WIMBLEDON 1980

Esta rememoración de otras grandes finales de los majors en la era profesional no se ciñe a la cronología y parte, evidentemente, de apreciaciones personales. Ateniéndonos a la calidad y perfección del juego exhibido, al derribo de límites que podían considerarse inabordables, a la progresión constante hasta una inimaginable culminación y al juicio de consumados especialistas, la que suscribieron este domingo Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Roland Garros es la mejor de cuantas ha habido.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.ROBERT DEARAP

Hace 45 años, en la prehistoria, Bjorn Borg superó a John McEnroe en cinco sets pese a perder el desempate del cuarto, que se fue hasta el 18-16. Cualquiera de las cuatro finales del Grand Slam en las que contrastaron estilos, temperamentos y hasta formas de interpretar la vida merecería ser glosada. Esta también reunió todos los atractivos que entonces sólo concitaban ellos dos. Un año después, en el mismo escenario, vencería en cuatro parciales el zurdo de Douglaston, cuyo triunfo en la final del US Open de esa misma temporada derivaría en el acelerado adiós de Borg, quien tomó la puerta de salida en 1982, con tan sólo 26 años.

AUSTRALIA 2012

Las mejores expresiones tenísticas suelen nacer de una rivalidad, un contraste y un contexto. Sucede entre Alcaraz y Sinner, sucedió entre Borg y McEnroe y en la larga secuencia cruzada de enfrentamientos entre el Big Three: Djokovic, Nadal y Federer. La final de Melbourne 2012 señaló el ecuador en los 60 duelos que alumbraron el serbio y el español. Venció Nole por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5) y 7-5. Cinco horas y 53 minutos: no ha habido final más larga de un grande en la era profesional. El semblante extenuado de ambos en la entrega de premios, las dificultades para sostenerse en pie, eran la imagen elocuente del carácter salvaje de la confrontación, en la que el español contó con 4-2 y servicio en el último parcial. Fue su séptima final consecutiva perdida frente a Djokovic, tendencia que revertiría esa misma temporada al abrigo de la tierra batida.

WIMBLEDON 2008

Inevitable traer aquí el partido reconocido entonces por la prestigiosa revista Sports Illustrated como el mejor de la historia del tenis. Nadal, que había perdido dos finales consecutivas ante Federer sobre su hierba sagrada londinense, tuvo en la mano el éxito por el camino más corto, pero se vio llevado hasta un desenlace a cinco sets cargado de misterio. El encuentro fue interrumpido en dos ocasiones debido a la lluvia. Pedro J. Ramírez, presente en el partido y entonces director de este periódico, tituló su tradicional carta semanal «Nadal contra Voltaire». «Siete horas y cuarto después de la señalada para comenzar, Aquiles había derrotado a Héctor por un margen más estrecho que una capa de mantequilla. El uno había ganado 209 puntos, el otro 204», escribió.

US OPEN 2009

Juan Martín del Potro tan sólo tenía 20 años. Acudía cada noche a cenar acompañado por su equipo, con Franco Davin, entrenador, y Martiniano Orazi, fisioterapeuta, a la cabeza, en un restaurante español situado en Lexington Avenue, Manhattan, Tercera Avenida. Aún estaba lejos de ser una celebridad. Departían como el resto de los comensales, sin demandar un reservado. El poderoso fajador argentino se plantó en la final ante Federer sin demasiadas opciones aparentes. El suizo llevaba un lustro inmaculado en Flushing Meadows. Delpo ganó por 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4) y 6-2.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.TIM IRELANDAP

ROLAND GARROS 1984

Los dos primeros sets de John McEnroe en la final ante Ivan Lendl fueron pura artesanía. La derrota más dura en la carrera del estadounidense está recogida en Buscando la perfección, película documental escrita y dirigida por Julian Faraut. Lendl, entonces aún ciudadano checoslovaco, venció por 3-6, 2-6, 6-4, 7-5 y 7-5, para desconsuelo de quienes contemplábamos el tenis sin patria ni bandera, sólo condicionados por la fascinación que provocaban genios como McEnroe.

“Muchos amigos” y “algún relojito chulo” en la celebración de Alcaraz en París: “Mi prioridad es el disfrute, aunque haya gente que no piense como yo”

Actualizado Lunes, 9 junio 2025 - 12:19

"No sabemos qué pasará en el futuro, qué pasará de aquí a cinco años. Quiero seguir mi camino, hacer las cosas a mi manera y si me equivoco, pues me equivoco. Mi prioridad es el disfrute. Hay gente que no piensa como yo, piensan que es posible. También hay gente que cree que sí lo es. Hay opiniones distintas y lo comprendo, pero las opiniones que importan son la mía y las de mi equipo. Quiero hacerlo de esta manera y en los próximos años quién sabe, quizá cambio mi manera de ver las cosas".

Después de la épica, la reivindicación. Con su segundo título de Roland Garros descansando a su lado, Carlos Alcaraz defendió en rueda de prensa que seguirá como hasta ahora: rascando al tenis todo el tiempo posible para su familia y para sus amigos. Su tribuna de la Philippe Chatrier era un fiel ejemplo de la unión de su entorno. Allí, una docena de colegas de El Palmar junto a sus padres, sus hermanos, su abuela materna, su tío abuelo o sus primos. Era el rincón más ruidoso del recinto durante el partido y también lo fue después del partido.

Una vez certificó su remontada antológica ante Jannik Sinner, Alcaraz se estiró boca arriba en la tierra batida de París y subió rápido a abrazar a los suyos. El primer abrazo fue para su entrenador, Juan Carlos Ferrero, a quien incluso le saltó encima. Luego el resto de miembros de su equipo. Y finalmente todos los amigos y familiares, los muchísimos amigos y familiares.

La comparación con Nadal

De la ceremonia de entrega de trofeos destacaron un par de imágenes inusuales. La primera, el gesto de Alcaraz metiendo la cabeza dentro de la copa, de pura incredulidad. Y la segunda, su foto con el reloj de duración del encuentro, cinco horas y 29 minutos. Fue un gesto reclamado por los fotógrafos para ilustrar un hito histórico. La final de este domingo entre Sinner y Alcaraz fue la segunda más larga de la historia después de la victoria de Novak Djokovic sobre Rafa Nadal en el Open de Australia de 2012. Aquella vez fueron cinco horas y 53 minutos y el serbio se hizo la misma instantánea señalando el tiempo transcurrido.

Lindsey WassonAP

"Que un partido mío se pueda comparar con esas finales son palabras mayores. Recuerdo aquella final o Wimbledon 2008, que fueron momentos que hicieron historia en el tenis y el deporte en general", comentó Alcaraz, que antes de que se lo dijeran ya sabía el dato más curioso de su quinto Grand Slam, que Nadal lo consiguió con la misma edad, 22 años, un mes y tres días. "Durante el partido he pensado un poquito en Rafa. He vivido grandes remontadas suyas, su espíritu de lucha, de garra, de no darse por vencido. Como en esa final de Wimbledon".

Después de la rueda de prensa, Alcaraz corrió al restaurante reservado para la fiesta y, ya a primerísima hora de la mañana, a coger un avión para volver a casa. Normalmente en los Grand Slam, el ya cinco veces campeón tiene varios compromisos al día siguiente, la sesión de fotos, las entrevistas con los medios, pero esta vez lo suspendió todo para poder ganar un día más de descanso. El próximo viernes viajará a Queen’s para acostumbrarse a la hierba antes de encarar Wimbledon, pero antes, como ya es tradición, se marchará unos días a Ibiza con unos amigos.

"No me voy a poner el partido, no me apetece estar cinco horas y media sentado en el sofá. Ahora es el momento de disfrutar, de dejarme llevar, de descansar. Tengo la suerte de que han venido muchos familiares, muchos amigos y lo pasaremos bien, nos reiremos", aseguró Alcaraz que esta vez no se hará un tatuaje nuevo -ya lleva una Torre Eiffel en un tobillo-, pero sí podría darse algún capricho: "No quiero dar un disgusto a mi padre, pero me estoy aficionado a los relojes y algún relojito chulo quizá me lo compro".

Alcaraz y Sinner firmaron un espectáculo sublime: nunca vi nada igual

Alcaraz y Sinner firmaron un espectáculo sublime: nunca vi nada igual

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:21

Tomemos el manual básico del tenis y apliquemos las enseñanzas a una velocidad supersónica, nunca vista. Eso es lo que sucedió este domingo en la final de Roland Garros, con un partido que agota todos los calificativos. Calidad, intensidad, poder de anticipación... No se puede pedir más. Lo que ofrecieron Carlos Alcaraz, brillantísimo campeón, y Jannik Sinner, dignísimo oponente, fue un espectáculo de cinco horas y 29 minutos que en ningún momento decayó. Y lo que nos espera, gracias a la juventud de ambos, porque van a ir a mejor a medida que adquieran experiencia, la que pudo faltarle al español para haber dejado resuelto el partido con un poco más de orden sin necesidad de apelar al heroísmo, levantando dos sets y neutralizando tres puntos de partido. Nada que objetar, en cualquier caso. Demostró mayor capacidad para revertir situaciones adversas y no pagar el peaje de la dificultad para hacer buenos los breaks.

Experiencia de la que pudo adolecer también el italiano para cerrar el encuentro en ese cuarto set. Cada uno con su patrón coprotagonizaron un encuentro inmenso, Alcaraz, buscando el ángulo de derecha para cerrar con la pista abierta. Sinner, construyendo los puntos en busca de su paralelo de revés, manejando los tiempos para elevar su nivel. Admirable el descaro del ya bicampeón del torneo y ganador de cinco títulos del Grand Slam, con tan sólo 22 años. Resulta insólita la determinación para mantenerse fiel a sus principios tenísticos incluso en los momentos más delicados, presto a sacarse la dejada de su generosa chistera. Va siempre con todo. Y posee un arsenal. Nunca especula. Sabe lo que quiere y va en su busca sin detenerse en nada. Menos aún en los torneos donde escriben su propia historia los grandes jugadores

Pensábamos que Djokovic, Nadal y Federer habían llevado el juego a una dimensión inalcanzable, pero estamos en un tiempo nuevo, mejor, quizás no tanto estratégicamente pero sí en cuanto a intensidad y ritmo, ese frenesí sin descanso en el que son capaces de moverse estos dos jugadores.

Sinner también demostró su extraordinaria capacidad competitiva y será un oponente a la altura de Alcaraz. Ha de andarse con cuidado el jugador español, pues la arcilla ofrece posibilidades de rectificación que no conceden otras superficies. Seguro que lo hará, pues es cada día mejor y no cesa de crecer.

Y cuando creíamos haberlo visto todo, llegó el super ‘tie-break’ de Carlos Alcaraz

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:20

Se dejaron la vida. Se lo dejaron todo. Su rostro reflejaba al final del partido que se habían quedado vacíos. Fue un carrusel de emociones, una disputa llena de alternativas con unas prestaciones altísimas por ambos lados. Empezó mejor Jannik Sinner, con gran velocidad de bola. Carlos Alcaraz llegaba tarde en algunas ocasiones y cometía errores. No acertaba a leer el juego del italiano y carecía de precisión en las dejadas. Sinner gobernaba la final y tuvo tres oportunidades para hacerla suya, pero, ¡ay!, cuando se aprestaba a definir se precipitó, le faltó la lucidez que venía demostrando a lo largo de toda la tarde, se salió de su patrón. Abrió una puerta para que Carlos recobrase vida, y éste no dejó pasar la oportunidad.

Los tres puntos de partido que no fue capaz de aprovechar acabaron siendo para Sinner un puñal en el corazón. A partir de ahí, el español supo quitarle tiempo y generarle dudas, llevarle a un territorio hasta ese momento desconocido. Hay un antes y un después de esas tres pelotas, por mucho que después demostrase arrestos para combatir y defender su suerte más allá de lo que podría esperarse.

Mención aparte merece el super tie-break que hizo Alcaraz. Cuando parecía que no podían hacerse mejor las cosas, cuando daba la impresión de que ya lo habíamos visto todo y aún estábamos presos del asombro, sacó un repertorio aún desconocido y dejó a su oponente sin respuesta posible. ¿Cómo replicar la magnitud tenística que alcanzó el ahora ya doble ganador del torneo después de una batalla de tal exigencia? Fue el casi inimaginable colofón a una final que impresionante, que tuvo todos los ingredientes de los partidos de tenis que quedan para siempre. Tampoco faltó la caballerosidad entre ambos, de principio a fin. Es evidente que Alcaraz y Sinner están varios cuerpos por encima del resto y que llevan camino de repartirse los grandes títulos en los próximos años. La rivalidad les hará mejores, para gozo de quienes disfrutamos de este maravilloso y durísimo deporte.

El pasodoble que empujó a Alcaraz: la Chatrier habló español durante una histórica final

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 21:13

"Popopopopo..." Es el himno oficioso de Roland Garros, el del pasodoble español que se rubrica con un "olé" en las gradas. Fue el fondo musical que arropó a Rafa Nadal durante los últimos de sus 14 títulos y el que ahora acompaña a Carlos Alcaraz cada vez que pisa la emblemática pista central. Al menos tres veces, tres, sonó el "Popopo" durante el peloteo previo y más de treinta a lo largo del partido, aunque no surtió el efecto deseado.

El sonsonete taurino se quedó sonando en las gradas, en recuerdo de las proezas españolas que fueron y no fueron. A algunos jugadores les incomoda, pero Alcaraz lo hizo suyo a micrófono abierto tras su pase a tercera ronda al vencer al húngaro Fabian Marozsan. El año anterior no se atrevió, pero esta vez lo traía ya ensayado por si caía la breva y llegaba a la final. "Popopopopo", cantó a pie a de pista. Y el público se unió en un delirante "olé" colectivo.

El poderoso arranque de trompeta del pasodoble En "er" mundo (de Juan Carlos Quintero y JP Fernández), tan familiar en nuestras plazas de toros, no dejó de sonar el domingo en la pista Philippe-Chatrier, en medio de un ondear de banderas españoles y de gritos unánimes de "¡Carlos, Carlos, Carlos!" y un muy especial "¡Por tu madre, Carlos!", que funcionó por momentos hasta la sufridísimas derrota.

"Yo creo que a Carlitos le espera la misma carrera legendaria que a Rafa", vaticinó Christophe Giménez, francés e hijo de españoles, con el corazón dividido entre el tenis y su pasión por la "roja". "España tiene el mejor equipo de fútbol del mundo y el mejor tenista, con el permiso de Sinner", añadió.

"Nadal ha puesto altísimo el listón y eso le puede pesar a Alcaraz a la hora de la verdad", aseguraba el andaluz Vicente Morán (residente en París) envuelto en una bandera española ante la imponente estatua metálica del mallorquín en Roland Garros. "Yo estuve en el homenaje que le hicieron hace dos semanas y lloré con él, lloraron hasta los franceses que empiezan a vibrar con Carlitos, aunque aún tiene que currárselo", apuntó.

Vicente es un consumado maestro del "Popopopopo" y no puede ocultar su orgullo por cómo los franceses han terminado apropiándose del popular pasodoble: "Lo cantan ya juegue quien juegue, el otro día no dejó de sonar con Lois Boisson cuando llegó a las semifinales de las chicas. Yo lo he soltado en las gradas un par de veces este año. Hay que saber esperar el momento, cuando se instala el silencio entre punto y punto, pero sin importunar en el momento del saque".

El tiempo se sumó a la fiesta, con repentinos claros bajo un cielo cada vez menos nublado. El partido se jugó sin techo, con rachas ocasionales del viento molesto que sopló durante gran parte de la semana. La eterna carambola entre fútbol y tenis quiso que Francia jugara contra Alemania en la disputa del tercer puesto de la Liga de Naciones, lo que tuvo a los franceses más pendientes de lo debido de sus móviles.

Aun así, las gradas se volcaron con el español. Los gritos de "¡Vamos Carlos!" superaron con creces al "¡Bravo Jannick!". El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlasca, representó al Gobierno español en la final. A Pedro Sánchez le pilló de camino hacia Niza para disputar su peculiar partida con Emmanuel Macron en la cumbre de los océanos.

El director Spike Lee, que el día anterior celebró el triunfo de Coco Gauff, fue uno de los rostros más reconocibles en la final, junto a la actriz Natalie Portman y al veterano Dustin Hoffman, abonado al palco de los famosos durante toda la semana. La estrella local del rugby Antoine Dupon y la ex Miss Universo Iris Mittenaere se dejaron ver bien juntos. El rapero Pharrel Williams, el ex jugador de la NBA Tony Parker y el piloto británico George Russell reservaron también sus asientos.

Más allá del pasodoble, Roland Garros tuvo este año un triple acento español, con la presencia como animador a pie de pista de Álex Corretja, entrevistando a los jugadores a micrófono abierto en francés e inglés. Pero el encargado de entregar la Copa de los Mosqueteros fue el ex tenista André Agassi, al que se vio maravillado por el partido en todo momento.

Alcaraz y su quinto Grand Slam: exactamente la misma edad que Nadal y un asalto imposible al número uno del ranking

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 21:12

Uno más y ya van cinco. Hace unas semanas Carlos Alcaraz se abría en Netflix en un documental llamado ‘A mi manera’ sobre su camino para ser el mejor de la historia. El trabajo no es lo único importante en la vida, proclamaba, como tantos otros de su generación. Es una reivindicación muy humana: quiere ascender al Olimpo de tenis y hacerlo comiendo las marineras de su madre y yéndose unos días a Ibiza con sus colegas. Pero muchos no lo entendieron. El argumento en su contra se puede resumir con una reflexión de Carlos Moyà: "Es una opción viable si quieres ganar Grand Slam a corto plazo, pero a largo plazo es más complicado, porque esto es una carrera de fondo". Nadie sabe qué pasará de aquí a 2034, a 2036 o 2038, pero de momento la única certeza es que el método de trabajo de Alcaraz funciona. Uno más y ya van cinco.

A su edad ninguno de los grandes de la historia había ganado más títulos ‘grandes’ y apenas un par mostraban los mismos números. Uno de ellos, de hecho, exactamente los mismos números. Pero exactamente, exactamente.

¿Imaginan quién? Después de ganar cuatro Roland Garros, Rafa Nadal venció en Wimbledon 2008 y levantó así su quinto Grand Slam con 22 años, un mes y tres días. Este domingo, Alcaraz, lucía exactamente la misma edad: 22 años, un mes y tres días. La coincidencia les une, como tantas otras cosas, y demuestra que ambos son prodigios. Merece un repaso a las leyendas que ya se quedan por detrás en la lista de Grand Slam: cuatro tiene Manolo Santana, Guillermo Vilas o Jim Courier; tres tienen Gustavo Kuerten, Andy Murray o Stan Wawrinka. Merece un repaso a la edad que tenían los otros mitos del deporte a estas alturas.

Novak Djokovic, por ejemplo, tenía 24 años, ocho meses y siete días cuando venció en el Open de Australia de 2012 y colocó en su vitrina la quinta copa. Roger Federer también tenía 24 años, aunque en su caso con un mes y tres días al ganar su quinto Grand Slam, el US Open de 2005. Sólo hay un caso semejante a los de Alcaraz y Nadal: Bjorn Borg, que celebró la ‘manita’ con 22 años y cinco días. Pete Sampras, Boris Becker y Mats Wilander, también ejemplos de precocidad, ya lo hicieron a los 23, y otros tuvieron que esperar mucho más, como Jimmy Connors o Ivan Lendl, hasta los 26 o André Agassi, hasta los 29.

El difícil reto del ranking

De momento, la manera de Alcaraz es exitosa, no queda duda, e invita a pensar en un futuro de dominio, lo que le falta. Mientras en tierra batida parece imbatible, igual que en hierba, le queda el asalto a las pistas duras como tarea pendiente para finalmente abalanzarse sobre la superioridad. Por delante de Jannik Sinner después de haberle derrotado en sus últimos cinco enfrentamientos, incluidas ya tres finales -los últimos Masters 1000 de Pekín y Roma y este Roland Garros-, es una anomalía que esté tan lejos suyo en el ranking ATP.

Pese a su triunfo en París y a la sanción de tres meses que frenó al italiano, Alcaraz continúa con 2.030 puntos de desventaja y tiene por delante, el mes que viene, la defensa de Wimbledon. Sólo si también retiene la corona y continúa la racha podrá plantearse un asalto al número uno alrededor del US Open. Es lo que le toca viendo su rendimiento en Grand Slam. Uno más y ya van cinco.

Alcaraz inventa la remontada de todos los tiempos ante Sinner para levantar su segundo Roland Garros en uno de los mejores partidos de la historia

Alcaraz inventa la remontada de todos los tiempos ante Sinner para levantar su segundo Roland Garros en uno de los mejores partidos de la historia

Hubo un día en el que Carlos Alcaraz dejó de ser ese niño que se soñaba a sí mismo en París, mordiendo una copa enorme como hacía su ídolo, para erigirse en una leyenda de del tenis. Fue el 8 de junio de 2025. El futuro enmarcará sus números, de momento van cinco Grand Slam con 22 años, pero recordará antes su milagro en aquella final de Roland Garros, la final de todos los tiempos, la final más larga de la historia en el lugar. La certeza de ser capaz de todo le llevó a una gesta imposible, remontar dos sets de desventaja, salvar tres bolas de partido, para celebrar su segundo título consecutivo.

Su rival generacional, Jannik Sinner, le presentó una evolución de laboratorio, un mejor juego, un mejor físico, una mejor mentalidad, y pese a ello cayó ante él por un asombroso 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2) en un nuevo récord de cinco horas y 29 minutos de juego. Pase lo que pase, quedará el canto de ambos a la belleza del tenis y su búsqueda de la eternidad. No será consuelo, Sinner requerirá de muchas horas de trabajo psicológico, pero la rivalidad entre ambos ya tiene su partido icónico. ¿Fue mejor que la final de Wimbledon 2008 entre Rafa Nadal y Roger Federer? Dependerá de cada uno, dónde los vivió, cómo los vivió, con quién los vivió.

El arranque de Sinner

Al acabar Alcaraz romper a llorar, como también tuvo que hacerlo Sinner. La ausencia de gestos, incluso de muecas, le define como un hombre insensible -"Sinner è una macchina umana", escribía La Gazzetta en su previa-, pero en realidad no lo es. Es imposible verlo, no así sentirlo. En los partidos grandes, especialmente ante Alcaraz, especialmente en las finales, empieza con muchos errores incomprensibles; hay nervios, vaya si hay nervios. La inquietud va por dentro: los dientes apretados, la tensión por las nubes, los dolores de cabeza. Como ocurrió en los últimos Masters 1000 de Shanghai y Pekín, el italiano estuvo lejos del nivel en los primeros juegos, pero esta vez salió airoso.

Sinner fallaba todos sus primeros saques, Alcaraz acumulaba bolas de rotura a su favor y el marcador ahí seguía, inmovil, durante más de media hora. Sólo al séptimo intento, por fin, el español rompía la igualdad. Una alegría y, al mismo tiempo, una condena. El 'break' en contra tranquilizó a Sinner que a partir de entonces empezó a jugar. Un metrónomo a toda velocidad, 'allegro prestissimo con fuoco', tac, tac, tac, tac, tac, tac, golpes aquí y golpes allá desde el fondo. En su adaptación a la tierra batida, ya sabe dar un paso atrás y mandar desde la defensa: lo que le faltaba.

Una brizna de tierra

Si después de su despertar seguía la igualdad era porque Alcaraz todavía tenía su derecha. Ese golpe que le sale de dentro, sin esfuerzo, como si estuviera cautivo en su interior esperando su liberación. Temblaba la Philippe Chatrier con cada estallido y los espectadores se extasiaban. Pero algo inesperado ocurrió. Todavía en ese periodo inicial, con 5-4 en el marcador, el viento -durante toda la jornada hubo viento, mucho viento- levantó briznas de arcilla y una le entró en el ojo derecho al español. Una nimiedad. Una tontería. Una pequeña molestia que le despistó, le enfrió y le hizo perder ese primer set y prácticamente el segundo.

Con otro break inicial -un 3-0 para empezar-, Alcaraz volvió al agujero del que siempre habla, "las pataletas" que critica su actual entrenador, Juan Carlos Ferrero, y amagó con rendirse. Si no le hizo, si aguantó más, fue por un hecho impensable antes del éxito de Rafa Nadal. El público de París le levantó con sus cánticos. "¡Carlos, Carlos, Carlos!". Y él, tan emocional como todavía es, tan permeable, aprovechó ese cariño para llevar el periodo hasta el tie-break. Era su última oportunidad, su salvavidas. Una muerte súbita que para él fue eso: una muerte, súbita. Sinner fue más Sinner que nunca en sus intercambios, sumó ese segundo set y se abalanzó sobre el título.

Una reacción imposible

A partir de ese momento tan sólo quedaba el milagro. ¿Quién podía creer? Los amigos de Alcaraz aterrizados desde El Palmar todavía cantaban: "¡Sí se puede, Sí se puede!". Pero la estadística le golpeaba en la cara. En toda su carrera, el español había empezado un partido con dos sets en contra hasta en ocho ocasiones y nunca los había remontado. Sólo en cinco finales en la historia se había dado un giro de esas características y siempre había sido por desfallecimiento del favorito. La última, aquel triunfo de Novak Djokovic sobre Stefanos Tsitsipas en 2021. Alcaraz necesitaba que Sinner temblara primero y se desplomara después y eso no ocurrió.

Para los libros, para siempre, queda su reacción. En lugar de reconocer la derrota en el tercer set aprovechó el peor juego de su rival -tocó dos bolas con el canto de la raqueta- para minimizar su desventaja y en el cuarto set resucitó con la muerte justo detrás. Con 5-3 en el marcador, Sinner disfrutó de tres oportunidades para cerrar el juego, el partido y el torneo y no las aprovechó. Ahí el partido cambió de manera definitiva. Alcaraz, con la certeza de que podía, levantó un tie-break con dos saques directos a la línea y, en el quinto set, la locura, lo nunca visto.

Carlos Alcaraz no es Rafa Nadal y nunca lo será... ni falta que hace

Carlos Alcaraz no es Rafa Nadal y nunca lo será… ni falta que hace

Es una gozada estar al otro lado. Tras tantos años viendo cómo el nuestro desquiciaba genios, cómo la mente imperturbable amansaba al talento infinito y ganaba todos los partidos en los que era superior y muchos en los que, aparentemente, lo era el rival, ahora el cíborg que no ha venido a jugar sino a devorar almas es Jannik Sinner. Carlos Alcaraz no es el nuevo Nadal, es el nuevo Federer y su Rafa es italiano, pero...

Pero en este triunfo épico en Roland Garros, en esas tres bolas de partido salvadas, en ese Super tie-break perfecto, en esa increíble sensación que sólo deja el deporte de "¿qué diablos acaba de suceder?", fue imposible no sentir que tantas horas viendo al manacorí han dejado un poso en el murciano. Tan distintos, tan vinculados. De repente, fue el genio y fue el cíborg, fue Nadal y fue Federer, fue un auténtico escándalo en un partido que va directo al Louvre y, como aquellas finales de Wimbledon entre el suizo y el español, nos regala una rivalidad ética y estética para mucho tiempo.

Sin embargo, aunque la manera heroica en que llega esta victoria provocará otra avalancha, la comparación entre los dos mejores tenistas de nuestra historia es un recurso facilón que no se sostiene. En la pista, ver jugar a Carlos es disfrute puro. No hay manierismo, no hay drama, no hay ratos de mártir doliente al borde del desmayo, sólo un chaval de El Palmar extremadamente talentoso echando la tarde contra un androide. Unas entran, otras no, ahora se ríe, luego se cabrea, todo el rato juega. Y tú con él.

Y fuera de ella, la diferencia es aún mayor. Alcaraz no es Nadal y nunca lo será porque no está dispuesto a sacrificar su vida en el altar de nuestra felicidad. Hace bien. Con los ídolos permitimos que el egoísmo nos domine: siempre queremos más y nos da igual el precio, pero si Rafa hubiera sido nuestro amigo y no nuestro entretenimiento le hubiéramos rogado que parase mucho antes. En lugar de eso, le empujamos a seguir y Carlos creció viéndole inmolarse por nosotros mucho más allá de lo sensato. Él, muy inteligentemente, no está dispuesto a hacerlo y no durará ni ganará tanto, pero el tiempo que decida regalarnos será una gozada.

Este Roland Garros memorable inaugura oficialmente una nueva era gloriosa. Ya teníamos héroe, ahora también tenemos villano admirable. Otros diez años de sobremesas y noches eternas nos aguardan. Benditas sean.

EL MUNDO - Diario online líder de información en español

EL MUNDO – Diario online líder de información en español

Creatividad a cualquier edad: empieza la XVII edición del Concurso de Relatos Escritos por Personas Mayores de la Fundación ”la Caixa”

”No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”, afirmaba Óscar Wilde. Y, sin duda, las personas mayores tienen mucho que decir. Para celebrar su talento, la Fundación ”la Caixa” regresa con la 17ª Edición del Concurso de Relatos 2025 para autores de más de 60 años.

Ofrecido por FUNDACIÓN "LA CAIXA"

Sinner multiplica su amenaza a Alcaraz en la final de Roland Garros: “autoconocimiento” cerebral, mucho trabajo físico y hasta un canal de Youtube

Actualizado Sábado, 7 junio 2025 - 23:12

Pocos lo sabrán, pero Jannik Sinner también es youtuber. El actual número uno del mundo defiende que fuera de la pista es más gracioso de lo que parece, incluso que es un bromista, y por eso hace un año se abrió un canal. El propósito era mostrar a un Sinner alegre y para ello en el último Open de Australia llegó a hacer un vlog -un diario en vídeo- del día de la final. Pero no funcionó. Sin una raqueta en la mano también se le veía serio, indescifrable, reservado. Desde entonces no ha vuelto a hacer más vídeos. Pero igualmente el canal, JannikSin, queda ahí con sus 80.000 suscriptores como muestra de las ganas del italiano de mejorar en todo. Quiere ser más abierto con los aficionados como quiere ser más letal con sus rivales. Quiere ser mejor.

Este domingo, en la final de Roland Garros (15.00 horas, Eurosport y Max), Carlos Alcaraz tendrá la misión de parar a Sinner en el último paso de su evolución: su adaptación a la tierra batida. El español es el campeón que era hace un año, con mejor saque y más experiencia, pero el italiano es otro. Su físico ha cambiado, su tenis ha cambiado y sobre todo su mente ha cambiado.

«Antes estaba más nervioso, más preocupado, incluso estresado por ciertos detalles de su tenis que necesitaba mejorar. Salía a la pista con esos pensamientos. Ahora es más maduro, más seguro de sí mismo y consciente. Ha crecido mucho. Hemos dedicado muchas horas a trabajar sus debilidades para que no le afecten en los momentos difíciles. Ahora ya no tiene preocupaciones», cuenta Simone Vagnozzi en un encuentro en París con medios, mayoritariamente italianos. El año pasado, en aquellas semifinales perdidas ante Alcaraz en cinco sets, Sinner justo venía de celebrar su primer Grand Slam en Australia y todavía no confiaba en sus opciones sobre arcilla. Además entonces cargaba con la mochila de su positivo por clostebol. Ahora la amenaza para Alcaraz es más grande.

Su entrenamiento cerebral

«Jannik tiene la voluntad de hacerse preguntas para alcanzar sus objetivos. Trabajamos mucho la autoconciencia, el autoconocimiento profundo. Si lo que hacemos da sus frutos, el mérito será en gran medida suyo», explicaba a Eurosport Riccardo Ceccarelli, el curioso doctor que ayuda a Sinner después de toda una vida en la Fórmula 1 junto a pilotos como Ayrton Senna, Fernando Alonso o Max Verstappen. Los secretos de su método psicológico están en un maletín que transporta con una cinta medidor de consumo cerebral y un pulsómetro para mostrar a sus deportistas cómo reacciona su cuerpo a situaciones de ira, tristeza, cansancio o tranquilidad.

DIMITAR DILKOFFAFP

Conocerse a uno mismo para mejorarse a uno mismo. Los tres meses de sanción entre febrero y mayo sirvieron especialmente a Sinner para rearmarse antes de Roland Garros. No pudo estar en los Masters 1000 de Montecarlo y Madrid, pero sabía qué hacer para progresar en tierra batida. Tal y cómo explicó Marco Panichi, su actual preparador físico, durante las primeras semanas de entregó al entrenamiento de fuerza para evitar la extenuación del año pasado ante el propio Alcaraz y en las siguientes se centró en añadir variantes a su juego. Sinner podía entrar al Montecarlo Country Club porque es un recinto que no está afiliado a la Federación Internacional de Tenis y encontró un sparring de lujo entre sus mensajes de Whatsapp. Cuando se conoció el veto, un amigo, el italiano Roberto Marcora, retirado a sus 35 años después de llegar a ser el 150 del mundo, le escribió para preguntarle de broma si necesitaba ayuda y al día siguiente ya habían llegado a un acuerdo. El plan era claro: trabajar la defensa.

El entrenamiento de Alcaraz

Sinner, especialista en superficies duras, está acostumbrado a jugar dentro de la pista, siempre al ataque, con golpes muy directos y en tierra batida esa táctica no siempre funciona. Hay que dar un paso atrás y resistir. En semifinales, ante Novak Djokovic, el actual número uno del mundo demostró que ya sabe cómo hacerlo y completó un camino perfecto a la final: no ha concedido ningún set y, es más, sólo ha permitido tres breaks.

Será el inicio oficial de la nueva era en el tenis: el primer enfrentamiento de Sinner y Alcaraz en la final de un Grand Slam. La final del Masters 1000 de Roma queda ya como recuerdo feliz para el español, más aún el balance a su favor entre todos los enfrentamientos previos -siete contra cuatro-. Sólo importa lo que ocurra este domingo. Este sábado, en la menuda pista 2, Alcaraz realizaba su último entrenamiento y se preparaba para lo que vendrá: durante una hora estuvo probando de encadenar muchos golpes rápidos y alguno lento, alguno distinto, alguno imaginativo, especialmente dejadas. Deberá correr, aguantar y exprimir al máximo su creatividad. El artista se vuelve a enfrentar a la máquina, ahora perfeccionada.