Llevaba tiempo denunciando una "campaña de odio" contra ella y al final, la representante australiana de 'breakdance' en los Juegos Olímpicos de París, Rachel Gunn, conocida como 'Raygun', ha decidio 'romper la baraja' y anunciar su retirada de la competición al reconocer que se siente "decepcionada" por la polémica surgida en torno a su participación en la cita olímpica, informa Efe..
Raygun, de 37 años, se convirtió en tendencia en internet debido a sus movimientos de baile poco ortodoxos, con saltos que imitaban a un canguro, durante la competición este verano en la capital francesa, donde no sumó ni un voto de los jueces.
"Todavía hago 'break', pero no compito. Ya no voy a competir más", declaró la australiana durante una entrevista el miércoles con la emisora 2DayFM, al admitir que prefiere bailar en el "salón de su casa junto a su pareja" que en una batalla.
"Iba a seguir compitiendo, pero me parece que ahora es muy difícil que lo haga (...) El nivel de escrutinio va a estar ahí. La gente lo grabará, lo publicará en internet. No será la misma experiencia por todo lo que ha sucedido", declaró Gunn en tono distendido junto a los conductores del programa.
Raygun, cuya selección como representante a los Juegos Olímpicos llegó a ser cuestionada, fue reconocida en septiembre como la número uno del mundo en breakdance por la World DanceSport Federation (WDSF), el organismo rector de este y otros deportes de baile.
"Sentí que perdí el control sobre cómo la gente me veía, quién era, quién era mi pareja, mi vida. Me sentí muy decepcionada. Pero me gusta quedarme con el lado positivo, es lo que me hace seguir adelante, la gente que me dice que 'les inspiré'", apunta la deportista al subrayar que también recibió infinidad de apoyos.
"Bailar es muy divertido y te hace sentir bien. No creo que la gente deba sentirse mal por su forma de bailar. Sal a la pista de baile y diviértete", remarcó la australiana.
El incipiente 'breakdance', que fue incluido por primera vez en los Juegos Olímpicos de París y no estará en Los Ángeles 2028, no tiene unos estándares marcados, a diferencia de otras disciplinas deportivas, lo que deja mucho espacio a las capacidades de improvisación e innovación.
En la pista de patinaje de Boadilla del Monte un joven da vueltas y vueltas a una velocidad de vértigo bajo la atenta mirada de de Elba Alonso, su entrenadora. Guillermo Gómez Correas (Aranjuez, 2007) gira, salta, baila, hace piruetas, cae y se levanta, una y otra vez. «No duelen, estamos acostumbrados», explica después. Hace un par de meses se proclamó campeón del mundo júnior de patinaje artístico en Rimini (Italia), dominando el programa corto y el largo con una superioridad tal que su puntuación global (257,76) estuvo por encima incluso de la de los competidores senior.
«Y sólo pude llegar al 90% de lo que era capaz, porque hubo un combinado que por la lesión no pude entrenarlo del todo», rememora el patinador sobre su pesadilla, una fractura por estrés en el pie por la que tuvo que renunciar al Europeo para intentar acudir en la mejor forma posible al Mundial, un escaparate imprescindible. Porque pese a su excelencia, el sueño de Guille es de esos que van contra corriente, una disciplina no sólo minoritaria sino también fuera del universo olímpico, el gran anhelo.
Sólo el skate logró colarse en el programa de los Juegos de verano de los deportes que engloba el patinaje sobre ruedas, aunque la modalidad sobre hielo sí que este incluida en los invernales. Ahí está la leyenda de Javier Fernández, un espejo en el que Guillermo se mira, aunque en su paradoja cierre puertas, visibilidad y subvenciones. «A nosotros sólo nos faltaría ser olímpicos. El nivel es altísimo. Por rivalidad y competitividad, estamos por encima del hielo, que, sin las patinadoras rusas, ha bajado. Sin ellas no hay saltos cuádruples. Y los triples también los hacemos en ruedas», expone Gómez Correas, familia de nadadores, cuyos inicios se sitúan en el club Patinaje de Ocaña hasta que Albert Palau le descubrió en su primera competición: «Un diamante en bruto».
Ese hándicap nunca frenó su deseo. Guillermo creció viendo los éxitos de Pau García, cuatro veces campeón olímpico ya retirado, y a ello aspira. Aunque por el camino no sólo tenga que realizar malabares sobre los patines. «Por suerte, el material me lo subvencionan mis patrocinadores. Pero tenemos que pagar las coreografías, el montaje de discos, los trajes, los viajes a las competiciones...», detalla ante la atenta mirada de su madre, Loli, que también es la que le prepara físicamente y que seis veces a la semana recorre 150 kilómetros para que su hijo pueda entrenar en Boadilla después de terminar en el instituto. Ante los obstáculos, Guillermo nunca dudó en recurrir al ingenio.
El año pasado, para poder revalidad su oro en la Copa del Mundo, tenía que competir en Trieste y, sobre todo, en San Juan (Argentina). Ante lo elevado de la cuantía, organizaron un crowdfunding y en pocos días superó los 4.000 euros que necesitaba. En su lucha por dar visibilidad a sus hazañas no sólo recurre a las redes sociales, donde es todo un fenómeno viral con sus hipnóticas coreografías. Cuando tenía 13 años impresionó en el programa televisivo Got Talent, donde se presentó ante el jurado con un emotivo discurso: «Quiero que el patinaje se presente en televisión, porque es un deporte muy bonito y con mucho sacrificio».
También ha aparecido en una serie americana de Disney +, 'Saturdays'. Y hasta ha batido un récord Guiness. «Me escribieron del programa, me habían visto con la spinner y creían que se podía batir el récord. Empecé a ensayar más, a plantearme el objetivo. Lo logré al primer intento», explica sobre un reto 'mareante' para «seguir visualizando el patinaje artístico a nivel mundial». El 27 de febrero en Milán, en el programa de televisión italiano 'Lo Show Dei Record', Guillermo dio 92 giros con una sola pierna sobre su spinner de entrenamiento en sólo un minuto.
Pero, más allá del show, que él asume como necesario para reivindicar su disciplina, lo de Guillermo es pura pasión por el patinaje artístico, un talento único. En lo artístico -«me encanta emocionar a la gente, no sólo quiero ganar, quiero transmitir»-, donde cuenta con la complicidad de las tribunas, y en lo deportivo. Ahí, el madrileño ha supuesto todo una revolución a la hora de romper estereotipos. Porque su patinar no sólo se apoya en poderosos saltos de dominio físico, también ha incluido un nivel altísimo en las piruetas, algo que parecía exclusivo de las patinadoras. «Se ha comprobado que un chico puede saltar, hacer triples perfectos, pero también piruetas igual que las chicas o mejor. Eso antes no pasaba», asegura quien hasta logró que la Federación Internacional homologara una pirueta única, bautizada con su nombre. La Hell-Biellmann Go-Co (Gómez Correas, sus apellidos) fue incluida por World Skate en el reglamento en 2020, una combinación inédita de dos dificultades en una con un valor base de 5,8 puntos, el mayor de los que se realizan.
Toda esa destreza la tuvo que poner a prueba en el Mundial de Rimini, a pesar de que los meses anteriores fueron una tortura por una lesión a la que sigue buscando solución. Tuvo que renunciar al Europeo -que ganó otro español, su compañero de selección Unai Cereijo- y asumir mentalmente que no llegaría en la plenitud deseada. Lo bordó en el programa corto, pero después le llegó «una crisis de ansiedad» que estuvo a punto de arruinarlo todo. «Las expectativas eran altas. El pabellón estaba lleno, todo el mundo estaba esperando que Guille lo hiciera perfecto, que hiciera un discazo y toda la grada se levantara. Había mucha presión, pensamientos intrusivos, no estaba seguro de querer salir a competir, estaba mal», recuerda quien logró superar el trago cuando la música comenzó a sonar. Campeón del mundo júnior, el objetivo de una vida. «Estaba contento, pero en el fondo sabía que podía haber hecho mucho más. Es raro, pero fue un poco sabor amargo», admite.
A Guille le queda un año más en la categoría , donde tratará de revalidar todos sus títulos -«he ganado todo lo que he competido», entre otras cosas cuatro veces consecutivas campeón de España- antes de dar el salto inaplazable a la absoluta. Seguirá esquivando prejuicios («muchos piensan que el patinaje es un deporte más femenino, pero a la gente que no te hace bien hay que silenciarla») y luchando por una disciplina en la que España e Italia son los dominadores mundiales y que reivindica con un discurso claro: «Es un deporte que abarca muchísimo. Tienes que correr para hacer cardio, hacer gimnasio para estar fuerte, saber interpretar todo tipo de músicas, ser buen bailarín, flexible... y, por supuesto, patinar. Y, además, ser mentalmente fuerte. Es la suma de muchas pequeñas disciplinas. Tiene tantos detalles, que te acaba enamorando esa suma».
En esta era de la exageración, donde todo es mítico y cualquiera es leyenda, resulta difícil encontrar las palabras precisas para definir la magnitud de Carl Lewis (Birmingham, Alabama, 1961). Podríamos, quizás, dejar que lo expliquen los datos, especialmente sus nueve oros olímpicos, el atleta con más de la historia, junto a Paavo Nurmi, y una cantidad sólo superada por los inverosímiles 23 de Michael Phelps. Un deportista tan descomunal que has
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Laura Ester (Barcelona, 1990) se sienta en la escalinata del monumento a Alfonso XII y saca del bolso su oro olímpico recién ganado en París. A su alrededor, turistas y chavalería disfrutan del estanque de El Retiro en una soleada tarde madrileña. La medalla y el fotógrafo despiertan cierta curiosidad en un grupo de adolescentes que flirtean, sin visos de avanzar demasiado, mientras comen cheetos. Dos de ellos se aproximan: "¿Quién es?". Respondo que es la portera histórica del waterpolo español, campeona de todo con la selección y con sus clubes, mejor jugadora de Europa hace unos años... A mitad de explicación ya sólo les interesa volver al tonteo. Ella observa la escena con total normalidad: "En realidad, cuando alguien me reconoce, me sorprende. Pienso que se ha equivocado y fijo que me confunde con otra".
Hace justo dos meses todo el país celebraba su último éxito, el mayor y el único que le faltaba, tras ganar a Australia en la final de París. Hoy paseamos media hora por un parque repleto de gente, nos sentamos en una terraza concurrida y nadie la mira. Es la realidad de la mayoría de héroes olímpicos en este país: dos semanas de atención (y presión) y cuatro años de anonimato. Ester sonríe resignada: "Suena mal decirlo, pero te acabas acostumbrando a que nadie te reconozca. Del waterpolo, como de casi todo lo que no es fútbol, se habla en los Juegos, nos exigen la medalla y luego se olvidan de que existimos. Asumimos que es así, lo injusto es que esa única vez que nos recuerdan nos presionan como si les importara este deporte. ¿No habéis estado en cuatro años y ahora, si somos cuartas, somos unas fracasadas? Eso es un poco fuerte. Desde casa se ve todo muy fácil".
La guardameta, presente de principio a fin en la época dorada de la selección, ha completado su palmarés con su tercera medalla olímpica, esta vez sí de oro tras dos platas. Ya era campeona del Mundo y de Europa con España. También de cinco Champions e innumerables títulos nacionales con el Sabadell, club que no le ha dado este verano la salida que merecía. Ahora vuelve al Mediterrani, donde empezó, para la que puede ser su última temporada. "Ahora ya sí soy campeona de todo. Con el oro y esta vuelta a casa, se puede decir que cierro el círculo, pero ya sabes cómo somos los deportistas, luego nos liamos fácil", reflexiona.
"He podido ahorrar algo"
A sus 34 años, la retirada acecha y le toca reinventarse. Lleva años preparándose para ello, es licenciada en Bioquímica y tiene un máster en Dermofarmacia, pero nada de eso ahuyenta al vértigo de quien se dedica desde la adolescencia a un deporte que exige mucho y no da demasiado económicamente. "Una jugadora del máximo nivel gana para vivir día a día como cualquier ciudadano de clase media. Yo he podido ahorrar algo porque, al estar tanto tiempo en la selección, he tenido la beca, pero si me retiro el año que viene más me vale encontrar pronto en qué trabajar porque de los ahorros vivo un año. El día que esto acabe, tienes que espabilarte".
Laura espera aclararse durante esta temporada que le queda (ya veremos si finalmente es sólo una). Se mueve entre dos aguas. Sus estudios le llaman, pero también sabe que la salida más sencilla, esa que acaba seduciendo a tantos atletas, es seguir vinculada al deporte, en su caso en el mundo organizativo y federativo. No esconde el miedo. "Empezar de cero, inevitablemente, asusta. Cualquier deportista que te diga que no tiene miedo a la retirada, al vacío del día después, miente. Puede ser más o menos en función de tu situación, pero siempre está ahí. Es un momento difícil que a muchos deportistas les afecta psicológicamente. Yo me he ido preparando, pero cuando llevas 20 años dedicándote exclusivamente a algo que te apasiona y en lo que eres de las mejores del mundo... De repente, pasas a ser una más y vienen las frustraciones y las dudas. ¿Sabré hacer algo más? Yo creo que sí, pero tengo que volver a demostrarlo todo".
Y añade una denuncia que cualquier ex deportista ratificaría: "Para la sociedad, somos un producto con fecha de caducidad. Por mucho que nos duela, es así. Hoy todo el país te aplaude y en cuanto te retiras, ya no eres nadie. Tienes que ser consciente de ello y prepararte para el golpe de realidad".
"Ganaríamos lo mismo entrenando menos"
Nos sentamos a tomar algo y, aprovechando ese anonimato ya comprobado, Ester bromea con pedirse una cerveza, pero la atleta de élite a punto de volver a la piscina aplasta el conato de rebeldía y acaba bebiendo un agua con gas: "Con la selección entrenamos siete horas diarias. Voy a echar muchas cosas de menos, pero eso te garantizo que no. Ganaríamos lo mismo entrenando menos. Pero los partidos, el vestuario... Eso es la leche".
El vestuario. Como una de las capitanas, corrió a llamar a Paula Leitón, su compañera tanto en la selección como en el Sabadell, cuando fue víctima de una campaña de odio en redes por su físico. "Nosotras tenemos doble hándicap en esta sociedad machista y futbolera: mujeres y en un deporte minoritario, pero hemos ido contra todo y hemos ganado. A veces se hace difícil. Paula es un sol de niña. Todo lo que tiene de grande lo tiene de buena persona y de valiente. Me dijo que estaba bien, que no le afectaba, que era consciente del cuerpo que tiene, se quiere así y al que no le guste, que no me mire. Es una reina, pero esos comentarios a una chica joven le pueden destrozar la vida. Es asqueroso".
La conversación nos devuelve al tema inicial, el rápido olvido de los olímpicos, desde un prisma distinto, esa sociedad futbolera de la que habla la waterpolista. Cada cuatro años, España se lleva las manos a la cabeza cuando gana muchas menos medallas de las esperadas (18 en París) y se compara con los países más similares al nuestro: las 39 de Francia, las 33 de Italia... Según el PIB de cada nación, un indicador que falla poco a la hora de aventurar los éxitos, nuestro país debería haber ganado 27. La falta de cultura polideportiva es evidente.
Incluso un boom tan positivo, analizado de modo independiente, como el del fútbol femenino despierta muchas dudas en el resto de disciplinas pues ahonda la brecha. "Se dice que gracias a ellas ahora se habla de deporte femenino y no es cierto: ahora se sigue hablando de fútbol, sólo que aún más. Ellas se lo merecen, pero más que ayudar a visibilizar el deporte femenino quitan aún más espacio a otros deportes que llevamos muchos y muchos años luchando para que se haga un poco de caso a las mujeres. Al final es muy difícil saber si España no tiene cultura polideportiva porque no se habla de ello o no se habla de ello porque no se consume", zanja.
Pedimos la cuenta, nos despedimos y Laura Ester, campeona olímpica hace dos meses, se va dando un paseo hasta el metro. Nadie la mira, pero al menos deberían escucharla: "He logrado todo lo que podía soñar, pero ahora viene la vida de verdad. Con que me salga la mitad de bien, firmo".
- "Álvaro, en esta entrevista no vamos a hablar tanto de deporte".
- "Mejor, mejor".
A la cita con EL MUNDO, una soleada mañana otoñal, Álvaro Martín acude, como buen marchador, caminando desde casa. El anuncio de su retirada apenas unas semanas después de ganar dos medallas olímpicas en París, sorprendente para la mayoría pero no para él, se ha visto empañado por su polémica con Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el ex presidente de Extremadura que le ha acusado falsamente de no pagar los impuestos en su tierra. Aunque eso, lo de meterse en charcos, no es algo que le vaya a asustar. De hecho, es una de las grandes razones por las que lo deja. "Siempre intento defender lo que es justo. Me he metido en todos los fregados, pero duermo con la satisfacción de creer que estaba haciendo lo correcto. Callarnos no es la solución", asegura sobre su vocación reivindicativa, desde la lucha contra el dopaje a la demanda de mejoras en la jubilación de los deportistas, entre otras muchas batallas (también la supervivencia de la marcha) con las que en el futuro pretende seguir de "manera profesional".
A sus 30 años es, a la vez, un jubilado y un estudiante. Un ex deportista y un 'becario' al que el exclusivo y prestigioso despacho Garrigues ha seleccionado para cursar un doble máster con el que ampliar su currículo (es licenciado en Ciencias Políticas por la Complutense y graduado en Derecho por la UNED). Una leyenda del atletismo y un abogado en ciernes que abandonó de golpe sus espartanas rutinas de entrenamiento, su vida de monje en Cieza, "cuatro años con mi pareja a distancia", por los libros, sus carreritas sin reloj y sus pinitos con el crossfit, del que dan fe las heridas en la palma de su mano.
A lo largo de las casi dos horas de encuentro con Álvaro en las instalaciones deportivas de la Universidad Complutense de Madrid nadie se le acerca a pedir un autógrafo o un selfie. No hace ni dos meses que copó portadas con su oro olímpico en el relevo mixto junto a María Pérez, pero pasa desapercibido y le gusta. En un momento de la entrevista se le cuestiona por cómo le gustaría ser recordado. "Es que yo no quiero que se acuerden de mi nombre, sino del ejemplo. Que digan 'ya me acuerdo de uno que consiguió lo máximo con el deporte y a la vez con los estudios'".
Ese 'uno' creció en Llerena, un pequeño pueblo de 6.000 habitantes, rodeado del ejemplo académico familiar ("en mi casa yo soy el más tonto. Mi hermana mayor es ingeniera química, la pequeña es ingeniera aeronáutica, mi padre es ingeniero agrícola y como hobbie se sacó Psicología y mi madre es veterinaria...) y que nunca fue un empollón -"el instituto lo pasé raspado, un director le dijo a mi madre que su hijo lo de estudiar... nada"- ha sido y quiere ser mucho más. Un atleta sin mordaza también, un amante de las causas perdidas al que no le asusta hablar ni de política.
¿No es un poco radical lo de retirarse en el mejor momento de su carrera?
Es un poco raro sí. Pero lo tenía claro desde hace uno año, cuando me confirmaron que estaba seleccionado para entrar en Garrigues. Por la dificultad que entraña, con toda la gente que se presenta y las pocas plazas que hay, y la dedicación y exclusividad que requiere, no iba a poder entrenar al alto nivel. Y qué sentido tiene que me presente a un Mundial para, por ejemplo, quedar entre los 10 primeros, sabiendo que tengo potencial para ganar. Me he tomado este año para ir despidiéndome poco a poco del atletismo. Y en silencio, porque sólo lo sabían mi entrenador y mi pareja. Ha sido como un luto y el día que lo anuncié sentí un alivio.
¿Qué le dijo María Pérez?
Al principio no se lo tomó bien, se enfadó. Cuando estaba comunicando la decisión en el Teatro Romano de Mérida y ella se emocionó para mi fue muy duro, porque hemos crecido juntos. Hemos vivido grandes cosas a la vez, la primera vez que fuimos campeones de Europa, del mundo, el oro olímpico juntos. Y también cosas duras, como el cuarto puesto en Tokio. Va a conseguir otra pareja de baile también muy buena, así que no se tiene que preocupar.
Lo vivido en los Juegos de París le quedará siempre.
Fue muy bonito. Con lo que sabía... Después del bronce, me quedaba mi última carrera como profesional y fue un colofón. Justo antes de salir me acerqué a mi entrenador intentando no llorar y le dije: 'Jose [Antonio Carrillo], el último baile'. El hombre se quedó un poco pillado. Pero eso no me iba a despistar, iba a ir a muerte. En mi último segmento del relevo, hay un momento en el que Pintado, que había sido campeón olímpico, me deja atrás. Era el último kilómetro y medio de mi carrera deportiva, iba muerto, me dije: 'Hay que dejarse la piel'. Le pasé y le pude dejar a María esa ventaja.
Después de Tokio llegó a pensar que quizá el talento no le daba para ganar una medalla olímpica.
Estaba volviendo en el avión, 14 horas, y pensaba: '¿Y si éste era el tren para ganar la medalla olímpica, se me ha escapado y no va a volver?'. Mi rabia es que no sabía qué más tenía que hacer para mejorar. Pero gracias a estar en el pozo, hundido, he hechos los mejores años de mi carrera. Ser cuarto no es un mal resultado, pero ese mazazo me ha traído todo lo bueno.
¿Por qué estudió Ciencias Políticas?
Me encanta la politología. No ejercer como político, pero sí estudiar todo lo que lo rodea. Me lo pasé genial. En la Facultad de Somosaguas estaba surgiendo Podemos, muchos de mis profesores estaban dentro del partido. A parte de lo teórico, lo estábamos viendo en la práctica. Te gustará o te disgustará, pero teníamos algo práctico delante. No era leerte un tochaco. Fue muy emocionante.
Ha tenido ofertas para entrar en partidos.
Me han ofrecido de todos los espectros políticos entrar en listas, para la Asamblea de Extremadura. Pero no me ha llamado la atención. Ahora mismo esa puerta está muy cerrada. Dentro de 15 años... no sé. Me quiero dedicar a la abogacía. Pero ojo, política hacemos todos. Yo hago política, me meto en asociaciones. La OSCED, por ejemplo, para defender la lengua extremeña.
La polarización política te ha tocado en primera persona con las acusaciones de Ibarra.
Mucha gente me dice, 'eres muy valiente, pero a lo mejor no te compensa'. ¿Por temer a alguien no voy a decir aquello que creo que es justo? No me gusta la crispación, todo puede llegar a ser politizado. Lo vimos en el Eurocopa con la selección. Si hacía algo era de izquierdas, si hacía lo otro era de derechas. ¡Pero si están jugando al fútbol! ¿Lamine Yamal está pensando es que es un referente para la izquierda? Pues yo creo que no, que está jugando lo mejor que puede y ya está. Como deportista y ciudadano no me gusta que las siglas del partido pesen más que intentar llegar a un acuerdo con otro. Yo soy del PP, tú del PSOE, nos sentamos aquí sin conocernos y sin decirnos de qué partido somos y a lo mejor llegamos a un acuerdo. Si lo sabemos, se cierra cualquier puerta. Eso da rabia. ¿Cómo van a llegar a acuerdos si cada uno está luchando en su trinchera, en su guerra particular? Hay aspectos en que las disputas son más de niños chicos, que no están a la altura.
¿Cómo extremeño, cómo ve el problema territorial?
Es complejo. Entiendo que las comunidades autónomas compitan entre ellas. Si quieren atraer inversores o grandes empresas, Madrid competirá con Barcelona o Valencia. Lo que no se puede hacer, y voy al tópico, es lo del tren extremeño. Que no es tanto de inversión, es un derecho. No puede ser que España, que es potencia a nivel mundial en temas ferroviarios, tenga a una de sus regiones olvidadas. Nos hemos acostumbrado a un tren parado en verano con 40 grados o trenes de diésel. Que sólo pasa en nuestra tierra. Cómo nos vamos a callar. Igual que en Soria piden una autovía o en Teruel infraestructuras. Por supuesto. Es intentar equilibrar. No tiene sentido que unas comunidades estén muy por arriba y otras muy por abajo. Cuanto más igualitarias, más crecerá el país.
¿Por qué los deportistas no hablan de política?
Muy sencillo. Los patrocinadores, cuando firmas un contrato, te dicen: 'Cuidado con lo que pones en las redes sociales o con lo que dices'. De entrada te avisan de que eso es motivo de la rescisión del contrato. Una vez tuvimos un taller de redes y nos decían: 'si queréis defender causas sociales, que sea la paz en el mundo o que acabe el hambre'. Eso está muy bien, pero si van a abrir un refinería al lado de mi casa, no puedo defender eso. Tú eres un producto, pero yo no soy sólo deportista. Obligarte a no mostrar ciertas opiniones, también es política.
Pero para los deportistas minoritarios, las redes son una fuente de ingresos importante...
Así es, si quieres tener patrocinadores no puedes desviarte de esta línea y eso va a repercutir económicamente. Pero yo siempre he podido decir lo que quería y por eso me he metido en esos fregados. Y también se pueden decir las cosas de forma educada, sin faltar al respeto. Si no estás de acuerdo, por ejemplo, con la Guerra de Israel, no tienes que decir que todos los judíos son unos genocidas.
¿Qué causa te gustaría defender como abogado?
Estoy muy implicado en el tema de la agencia antidopaje. No sólo es una vergüenza a nivel nacional, empieza a serlo internacional. No puede ser que por una cuestión de procedimiento se nos están escapando varios positivos que pueden estar compitiendo. Es un desastre. Y pienso en mí mismo. Alguien puede pensar: 'Álvaro va dopado'. Si mi agencia funciona correctamente y muestra la mayor transparencia posible, desaparecen esas nubes de dudas.
¿Ser como eres te ha traído muchas enemistades?
Me he metido en muchos líos. Y resulta violento. Puedo tener buena relación con una persona, pero si por una situación tenemos que enfrentarnos... Con el tema de la agencia antidopaje, tener que discutir entre los deportistas es desagradable. Porque muchos son amigos míos. Pero siempre he entendido que era el peaje a pagar. Me he hecho pocas enemistades, pero alguna muy importantedepord.
El velocista Hunter Woodhall, protagonista de una las imágenes más románticas de los Juegos Olímpicos cuando celebró el oro en salto de longitud de su esposa Tara Davis-Woodhall, se ha convertido en campeón paralímpico este viernes al ganar en los 400 metros T62.
El estadounidense, doble amputado, hizo un tiempo de 46,36 segundos y batió al plusmarquista mundial, el alemán Johannes Floors, que realizó un crono de 46,90 segundos. El neerlandés Olivier Hendriks fue tercero.
Tras cruzar la línea de meta, Woodhall, de 25 años, corrió a los brazos de su esposa, igual que ella había hecho con él cuando ganó el título olímpico de salto de longitud el 8 de agosto, una de las imágenes más virales de toda la competición.
"Es como estar en un sueño", ha dicho Woodhall en declaraciones recogidas por Ap. "Estoy lleno de emociones ahora mismo. Es increíble. He esperado mucho tiempo y pasado por mucho estrés y preocupaciones para lograr esto. Cuando crucé la meta, me preguntaba; '¿estoy llegando primero de verdad o estoy soñando?'", ha señalado.
Este es el primer título paralímpico de Hunter Woodhall, que ya había ganado la medalla de bronce en esta prueba en los Juegos Olímpicos de Tokio hace tres años.
"Tara me ha enseñado mucho", ha declarado a la prensa con su esposa al lado. "Antes de los Juegos Olímpicos ella escribía en su diario: 'Seré campeona olímpica, soy fuerte, soy rápida'. Me traje mi diario y los últimos días estuve escribiendo en él 'Seré campeón paralímpico', ¡y se hizo realidad!", ha añadido.
La cuenta de Instagram de los Woodhall, en la que relataron sus aventuras en los Juegos Olímpicos y su vida desde entonces, tiene más de 580.000 seguidores.
La permanencia de los anillos olímpicos en la torre Eiffel está generando controversia en París, tanto entre las autoridades competentes como entre parisinos y turistas, incluso con la oposición de los descendientes del mítico ingeniero que proyectó y levantó la estructura.
El cambio en la apariencia de uno de los monumentos más famosos del mundo y símbolo por antonomasia de París no es cosa pequeña. Se plantean cuestiones sobre si el patrimonio debe ser inmutable o qué factores deben influir en posibles cambios y quién y cómo se deciden esas modificaciones.
Todo comenzó cuando la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se mostró a favor, en plenos Juegos Olímpicos, de que tanto los anillos como el globo cautivo que hizo de pebetero, se quedaran de forma permanente en la torre Eiffel y en los jardines de las Tullerías, respectivamente.
Hidalgo ha anunciado este sábado pasado que los cinco anillos se quedarán en el monumento. "Como alcaldesa de París, la decisión es mía y cuento con el acuerdo del COI (Comité Olímpico Internacional). Así que sí, permanecerán en la torre Eiffel", dijo la regidora, socialista, en una entrevista.
La primera que se mostró sus reticencias fue la ministra de Cultura, la conservadora Rachida Dati, vieja rival política de Hidalgo por la alcaldía parisina e intensa opositora a la regidora de la capital.
"Monumento protegido"
Dati recordó este domingo que la torre "es un monumento protegido" y que es necesario obtener permiso "para cualquier alteración sustancial que se vaya a realizar, y llevar a cabo una evaluación de impacto, de acuerdo con el código del patrimonio francés".
La ministra añadió que la instalación de los anillos fue autorizada como una "excepción" y "a título temporal", por lo que pidió lanzar una fase de consultas antes de tomar una decisión definitiva.
Este lunes entraron en liza los herederos de Gustave Eiffel, el ingeniero de origen alemán cuyo nombre está asociado para siempre a la torre que concibió y construyó.
"La Torre Eiffel, que se ha convertido en el símbolo de París y de Francia, tiene una vocación más amplia que la de estar permanentemente asociada a una organización como los Juegos Olímpicos", declaró Savin Yeatman-Eiffel, vicepresidente de la asociación de descendientes y tataranieto del ingeniero.
Añadió que los anillos privarían además a la torre de su papel de plataforma para otros mensajes, como se hace de manera frecuente a través de los cambios en su iluminación para enfatizar determinadas causas, como la decoración con los colores en fechas claves (púrpura para el Día Internacional de la Mujer o la bandera de Ucrania).
Una petición en línea lanzada el sábado en Change.org contra la permanencia de los anillos ha reunido ya casi 16.000 adhesiones, la gran mayoría este lunes.
"El lugar de los anillos olímpicos durante los Juegos estaba en la torre Eiffel, pero una vez que se acabó la fiesta nuestro monumento emblemático debe recuperar su aspecto natural", señala la petición.
Sentimientos encontrados entre los visitantes
Varias turistas que visitaban hoy los alrededores de la torre mostraron sentimientos encontrados: "A mi me parece muy bien", afirmó Catalina, una visitante llegada de Barcelona. "Encuentro que es un signo muy bonito de París", añade.
Pero otra turista, la también catalana Georgina, considera que la torre Eiffel "ya brilla por si sola y estaría bien que los conservaran (los anillos), pero que los ubicaran en otro sitio, porque la torre Eiffel no necesita brillar".
La tinerfeña Nenuca tiene una idea un poco ambivalente, ya que si bien considera que "la torre Eiffel es la torre Eiffel", cree que los anillos podrían quedarse "como una señal, un recuerdo", de los Juegos.
Estos sentimientos encontrados están también en la población local, orgullosa de los espectaculares Juegos de París pero celosa de la protección de sus monumentos. "Por un año podría ser una buena idea, pero no para siempre", dijo una parisina a BFM.
El amor de los parisinos por su torre favorita es fuerte este martes, pero no lo era tanto cuando se levantó.
Concebida y construida para marcar la exposición universal de 1889, la torre fue rechazada inicialmente por los habitantes de París, que la consideraban un horroroso artefacto de hierro, por lo que inicialmente se iba a desmontar tras ese evento.
Sin embargo, los parisinos acabaron tomando cariño a la torre, que durante un tiempo fue, con sus 330 metros de altura, la estructura construida por el hombre más alta del mundo, y que recibió 6,3 millones de visitantes el año pasado.
La reina Letizia acompañará desde este viernes hasta el próximo lunes en París al equipo paralímpico español en los Juegos Paralímpicos, que arrancaron este miércoles con la ceremonia inaugural y concluirán el 8 de septiembre.
Según la agenda publicada por la Casa Real, doña Letizia apoyará a los deportistas paralímpicos españoles hasta el 2 de septiembre. La reina respaldará a los deportistas españoles asistiendo a las diferentes competiciones.
En los recientes Juegos Olímpicos de París 2024, los Reyes participaron el 25 de julio en una recepción en la Embajada de España en París para los miembros del Equipo Olímpico Español y asistieron a una cena ofrecida por el Comité Olímpico Internacional (COI) en el Museo del Louvre.
El 26 de julio, el Rey se reunió con la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en la Embajada de España, y asistió a una recepción ofrecida por el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo. Posteriormente, los Reyes estuvieron presentes en la ceremonia inaugural de los Juegos en la Plaza de Trocadero.
Durante los Juegos Olímpicos de París 2024, la familia real española mostró su apoyo a los deportistas españoles asistiendo a varios eventos. La Princesa de Asturias y la Infanta Sofía estuvieron presentes del 27 al 30 de julio, asistiendo a varias competencias, como tenis, waterpolo, natación, hockey sobre césped, bádminton, vóley de playa, combate de sable y tenis de mesa.
El 31 de julio, la Reina se unió a las celebraciones, permaneciendo hasta el 3 de agosto. Durante su visita, asistió a eventos de waterpolo, atletismo, tenis, natación y baloncesto 3x3, entre otros, mostrando un apoyo constante al equipo olímpico español.
EL REY
El Rey llegó el 5 de agosto, asistiendo a eventos hasta el 7 de agosto. Estuvo presente en competencias de baloncesto 3x3, atletismo, hockey sobre césped, piragüismo, Skateboard, natación artística, escalada, taekwondo y voleibol de playa, entre otras.
Finalmente, la reina Sofía asistió del 10 al 11 de agosto a varias actividades deportivas, incluyendo la ceremonia de clausura. Doña Sofía estuvo presente en competiciones de waterpolo y natación artística, entre otras.
Según destacó Casa Real, "a lo largo de los Juegos, la presencia de la Familia Real Española fue un importante apoyo para los atletas", quienes lograron un total de 18 medallas para España. El equipo español en estos Juegos Olímpicos de París 2024, obtuvo 5 medallas de oro, 4 de plata y 9 de bronce, lo que le valió el puesto 15 en el medallero general.
Acaba la conversación con una frase que en boca de cualquier otra persona sonaría como una de esas enseñanzas recurrentes y algo fútiles de los manuales de autoayuda. "En el deporte, como en la vida", dice, "no nos queda otra que levantarnos y seguir". En su caso la frase destila una verdad a toda prueba porque la campeona (10 veces oro) Susana Rodríguez Garzo ha superado tantas barreras, se ha levantado tantas veces, ha desafiado y pulverizado l
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Conseguir un oro olímpico no sólo supone cumplir el sueño perseguido durante años para todos los deportistas, también trae consigo un aumento de popularidad a nivel mundial que les convierte en auténticos fenómenos de masas y en referentes para millones de personas que ven en su figura un modelo a seguir. Un estudio de Action Network, realizado durante las dos semanas en las que la llama olímpica ha estado encendida en París, ha revelado en cuánto han ascendido en número de seguidores las cuenta de Instagram de los deportistas.
La gimnasta brasileña Rebeca Andrade, que brilló en el tapiz del Bercy Arena, se lleva también el oro en las redes. Después de colgarse cuatro medallas (oro en suelo, plata en concurso individual, plata en salto de potro y un bronce en concurso por equipos), el número de seguidores en su cuenta se ha multiplicado por cinco, pasando de 2,7 a 11,3 millones. 8,6 millones más de seguidores al terminar la competición. Asombroso.
Andrade, nacida hace 25 años en un municipio de Sao Paulo (Guarulhos), comenzó a practicar gimnasia cuando solo tenía cuatro años el día que su madre tuvo que dejarla en el gimnasio a cargo de su tía, que estaba trabajando allí. No hizo falta mucho tiempo para ver sus cualidades y saber que iba a llegar muy alto. Su origen humilde, su afición por el canto unidos a su esfuerzo y superación tras pasar hasta tres operaciones de rodilla, la han convertido en una de las mejores gimnastas del mundo y la atleta con más medallas olímpicas en la historia de su país con seis (cuatro en París y dos en Tokio).
Otra gran estrella, como no podía ser de otra forma, es su competidora y amiga Simone Biles. La norteamericana, que dejó asombrado a medio mundo con sus tres medallas de oro en gimnasia, se sitúa también en el podio de este ranking después de aumentar en más de cuatro millones sus números y dejar su cuenta de Instagram muy cerca de alcanzar los 12,5 millones de seguidores.
Nada desdeñables son tampoco las cifras que ha logrado la judoca brasileña Beatriz Souza, que consiguió colgarse la medalla de oro en el torneo de más de 78 kilos y el bronce en el cuadro mixto por equipos. Esas dos medallas han servido de motor para que su cuenta de algo más de 11.000 seguidores, haya superado con creces los tres millones. Todo un ipón.
Otras caras menos conocidas pero que también han aumentado su popularidad son el surfista brasileño Gabriel Medina, primer hombre en la lista y protagonista de una de las fotos más virales de los Juegos, con su salto de tabla junto a una ola (2,8 millones de seguidores más), la skater brasileña Rayssa Leal, que aumentó sus números en 2,7 millones tras ganar la medalla de bronce o la jugadora de la selección estadounidense de rugby Ilona Maher que sumó 2,5 millones de personas a su cuenta.
En novena posición, cerrando casi el top ten se sitúa el campeón francés Léon Marchand. Su destreza y asombrosas actuaciones en la piscina han dejado también su marca personal en lo digital. En total, el nadador galo ha sumado algo más de un millón de seguidores a una cuenta que 15 días atrás superaba por poco los 200.000.
Por último, también llaman la atención nombres como el de Stephen Curry, que sumó a su palmarés la medalla olímpica con el nuevo dream team y que subió 700.000 seguidores o el italiano Thomas Ceccon, conocido por dormir en un parque en lugar de en la villa olímpica y que también ha aumentado sus números en más de 680.000.