Alcaraz y Sinner en la final de Roma y una rivalidad más fría que nunca por el mensaje que no llegó: “Cada uno mira por lo suyo, no somos cercanos”
En un Informe Plus, Gianni Bugno admitía que cuando en 1991 no saltó a un ataque de Miguel Indurain en el descenso del Tourmalet no sólo perdió aquel Tour de Francia, el primero del español, también perdió los posteriores. A partir de entonces se sentía inferior, más lento, peor; se creía incapaz. La historia del deporte está llena de momentos así y quizá en un tiempo la final de este domingo del Masters 1000 de Roma entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner (17.00 horas, Movistar) sea uno de ellos.
El Big Three acostumbró al tenis a una alternancia perfecta entre campeones, ahora ganaba Federer, ahora Nadal y ahora Djokovic, hubo éxitos de unos y otros, pero las rivalidades no siempre se construyen así. De hecho, raramente lo hacen. La balanza tiende a decantarse. Por eso esta gira de tierra batida parece decisiva.
Sinner, más fuerte que antes
Aunque no lo parezca, Alcaraz está en peligro. Pese a su racha sobre arcilla en el último año natural, 26 victorias y sólo dos derrotas -las finales de los Juegos de París y del último Godó-, Sinner se presenta un paso por delante en cuanto ranking, tenis e incluso moral. Liberado del peso de su positivo por dopaje del año pasado, más sonriente que nunca estos días en el Foro Itálico, vive un periodo dulce tras encadenar US Open y Open de Australia y asegurarse el número uno hasta quién sabe cuándo. Domina el circuito y sólo hay un detalle que se le escapa: Alcaraz.
EFE
El año pasado el español le derrotó en sus tres enfrentamientos, las semifinales de Indian Wells, las semifinales de Roland Garros y la final del Masters 1000 de Pekín, y este curso se ha armado para cambiar eso. Como se ha visto esta semana, el italiano ha trabajado la variabilidad de sus golpes, especialmente las alturas, y se le ve más musculado. Sigue siendo delgado, pero se nota el trabajo de fuerza que su preparador actual, Marco Panichi, le preparó para aprovechar su parón. «Llegué aquí con muchas dudas sobre lo que podría hacer porque en los entrenamientos tenía muchos altibajos y por eso es tan importante haber llegado a la final», reconoció ayer.
El mensaje que nunca llegó
El próximo Roland Garros se supone su momento y el duelo en Roma marcará el paso. Si Sinner gana, llegará a París con la confianza desbordada y la venganza entre los dedos. Porque al fin y al cabo, aún se siente maltratado por muchos en el tenis o, como mínimo, abandonado. «Recibí mensajes de jugadores que no esperaba y no recibí nada de otros de los que sí podía esperar algo», comentó antes de debutar en el Masters 1000 y rápidamente las miradas se dirigieron a Alcaraz.
Los actuales uno y dos del ranking ATP nunca fueron íntimos, pero desde aquel encuentro en el challenger de Alicante de 2019 se les consideraba amigos, tanto como para compartir entrenamientos en las Navidades de 2023. Mientras el italiano estuvo vetado, el español no le escribió y eso les ha distanciado. «Cada uno mira por lo suyo. Habrá gente que le escriba o que quiera que estén detrás de él. Yo no hablé con Sinner, porque al final somos rivales, es un circuito. Tenemos una gran relación fuera de pista, pero no somos cercanos», reconoció el español, ahora a la defensiva.
El golpe del español
Como campeón de la arcilla, pone su trono en juego desde ya, en esta final pre-Grand Slam. Una derrota acrecentaría las dudas sobre él que no responden a los resultados, si no a las malas sensaciones de ciertos partidos en Montecarlo o en Roma esta misma semana. Es injusto, pero su tenis de genialidades y emociones siempre estará en entredicho frente al estilo robótico de Sinner. Para Alcaraz, esta final es una amenaza, sí, pero al mismo tiempo también una oportunidad.
AP
Si reina en el Campo Centrale ante más de 10.000 italianos en el regreso de Sinner, dará la vuelta a las inercias que empujan a ambos y llegará a París con medio título en el bolsillo, más teniendo en cuenta que nadie les discute, ni Alexander Zverev, ni un desaparecido Novak Djokovic ni por el grupo formado por Taylor Fritz, Jack Draper, Casper Ruud y compañía. En esta final del Masters 1000 de Roma están ellos dos solos bajando el Tourmalet y si uno no salta al ataque del otro, quizá en un tiempo dirán que fue aquí se decidió la historia.