La celebración de Sinner: el abrazo de Singlinde, la apuesta con su entrenador y un “¿Debo llamarla alteza?” con Kate Middleton

Actualizado Lunes, 14 julio 2025 - 16:40

Jannik Sinner celebró su primer Wimbledon con un abrazo de su madre Siglinde. ¿Qué más se necesita? Lejos del éxtasis y muy lejos del ánimo de revancha, en cuanto derrotó a Carlos Alcaraz, el italiano se entregó a la liturgia del Grand Slam londinense sin permitirse ni un exceso: habló un buen rato con las autoridades, exhibió el trofeo al público en el balcón del club y bailó en la tradicional cena con la campeona, Iga Swiatek. Nada más, nada menos.

Tan educado es, tan comedido, que lo primero que hizo al bajar de las gradas para festejar con los suyos, fue preguntar por el protocolo. "¿Debo llamarla su alteza real?", cuestionó en la misma pista a Denise Parnell, responsable de los árbitros del torneos, antes de saludar a Kate Middleton, princesa y seguidora del tenis.

El tabloide Mirror publicaba ayer un detallado análisis de sus expresiones corporales durante la final y concluía que había mostrado "signos de genuino deleite y un poco de asombro". Qué cosas. El caso es que a Sinner le bastó con el amor de su familia, por primera vez al completo en una final de Grand Slam. Al contrario que en Roland Garros, su padre Hanspeter se había podido pedir el día libre en el Refugio Fondovalle que regenta en los Alpes y su hermano Marco no tenía un Gran Premio de Fórmula 1 al que asistir. "Sólo está aquí porque este fin de semana no hay carreras", bromeó Sinner.

Horas más tarde, en sala de prensa, el ya ganador de cuatro grandes volvió a exhibir su mesura. La remontada de Alcaraz en París dolió, lo contrario sería ilógico, pero la revancha no conllevó una explosión de sentimientos. "Para mi es muy emocionante, aunque nunca lloro. Sólo mi gente y yo sabemos lo que he pasado dentro y fuera de la pista, ha sido difícil. Desde aquella final intenté esforzarme mucho más en los entrenamientos, aunque a veces me costaba mentalmente. Creo que eso me ayudó mucho: dejar de pensar y simplemente entrenar", confesó Sinner quizá en su momento más expresivo, cuando más dejó ver qué siente realmente. El resto de sus respuestas fueron correctas, prudentes, mesuradas, si acaso volvió a entreabrir la puerta de su mente al nombrar a sus entrenadores.

La apuesta con su entrenador

Porque para Sinner su equipo es alegría y, al mismo tiempo, su máxima preocupación. El año pasado un despiste conjunto de su preparador físico y su fisioterapeuta de siempre, Umberto Ferrara y Giacomo Naldi, le costó un positivo por dopaje y una inhabilitación por tres meses y este año también ha tenido lío. Después de la final de Roland Garros, los profesionales que contrató para sustituir a Ferrara y Naldi, Marco Panichi y Ulises Badio, hablaron más de la cuenta con la prensa, revelaron sus lágrimas en los vestuarios de la Philippe Chatrier, y Sinner también los despidió. En Wimbledon de hecho sólo tuvo la compañía de sus dos entrenadores, Darren Cahill y Simone Vagnozzi.

Hace meses su padre Hanspeter contó una anécdota suya de la infancia. En Sesto, donde creció, Sinner jugaba al fútbol 7 y en un partido metió un golazo: partió desde su propio campo, regateó a dos rivales, encaró al portero y la clavó en la portería. Todos le felicitaron, por supuesto, pero de regreso a casa su padre le abroncó por no haber jugado con sus compañeros.

Montañero, esquiador, escalador, Hanspeter valoraba más el compañerismo que el éxito. Por eso para Sinner es esencial encontrar a alguien de su plena confianza y por eso le cuesta aceptar que uno de sus dos entrenadores, Darren Cahill, se quiera retirar al final de temporada. A sus 59 años, ex tenista y ex técnico de Lleyton Hewitt o André Agassi, ha pedido ya la jubilación. Pero Sinner todavía le necesita.

"Antes de la final le he dicho que si ganaba podía decidir él si me retiro o no así que ahora mi futuro está en sus manos", reveló Cahill más elocuente que su pupilo. Con cuidado para no explicar interioridades, el técnico dejó muchos piropos para Sinner -"Después de la final de París nos demostró su fortaleza mental, yo no hubiese podido hacer lo que hizo"- y descubrió hasta que punto la rivalidad con Alcaraz es importante para él: "Diría que Jannik es la persona que ha visto más partidos de Carlos. Le fascina su tenis y la evolución que está trayendo al juego. Nos aprieta mucho para asegurarse que él crece al mismo ritmo que Carlos. La rivalidad es real, muy real, está ahí y espero que así siga en los próximos 10 o 12 años".

Sinner, rigor, aplicación y método: "Si ve que te hace daño con una jugada, la repite sin descanso"

Sinner, rigor, aplicación y método: “Si ve que te hace daño con una jugada, la repite sin descanso”

Un adjetivo se impone sobre cualquier otro a la hora de dibujar el estilo de Jannik Sinner, quien, tras ganar en dos ocasiones el Abierto de Australia, imponerse el último otoño en el Abierto de Estados Unidos y perder de modo algo traumático la final del pasado Roland Garros, se redimió ayer en Wimbledon ante Carlos Alcaraz, el mismo adversario de hace poco más de un mes, para conquistar su cuarto título del Grand Slam.

Ese adjetivo es «robótico».

"Alcaraz inventa, varía, diversifica. Sinner es más predecible, pero también cuenta con un nivel altísimo, como ha demostrado después de estar tres meses sin jugar. Exhibe estabilidad, concentración, seguridad y regularidad", dice en conversación telefónica con este periódico Juan Bautista Avendaño, ex jugador, doble campeón de la Copa Davis como integrante del equipo de capitanes de España y ahora director técnico de la Federación Madrileña de Tenis, en cuya descripción del indiscutible potencial del campeón de San Cándido también aparece la analogía con un "robot".

"Al igual que Carlos, también marca una línea muy superior con respecto a todos los demás", apunta Emilio Sánchez Vicario, ex número 7 del mundo y campeón de la Copa Davis 2008 como capitán de España. Su escáner señala condicionantes geográficos. "Viene de los Alpes italianos, es casi medio alemán. Es súper metódico. Si ve que te hace daño sacando abierto en el lado de la ventaja lo va a repetir las veces que haga falta, y así puede jugar los dos o tres primeros tiros a una velocidad superior. Ha ampliado su repertorios gracias a la influencia de Carlitos; ahora cierra más jugadas en la red".

Lejos de la escuela italiana

Nacido en San Cándido, un pequeño pueblo situado en Los Dolomitas, en la frontera entre Italia y Austria, Sinner se sale del estereotipo del tenista italiano, al que se le presupone genio e improvisación. Nada que ver, por ejemplo, con Fabio Fognini, que a sus 38 años, llevó a los cinco sets a Alcaraz en primera ronda de este Wimbledon.

"No suele perder con quien no toca", comenta Tati Rascón, hoy presidente de la Federación Madrileña de Tenis y en su etapa de jugador caracterizado por su juego de saque y volea. "Es riguroso y ordenado. Mantiene un nivel alto de intensidad a lo largo de todo el año. Alcaraz tiene más altibajos, pero también transmite y divierte más".

Rigor, aplicación y método mediante, Sinner se ha convertido en el primer italiano que gana Wimbledon y ha puesto fin a una sangría de cinco derrotas consecutivas ante Alcaraz, con quien litiga por todo en una ya consolidada rivalidad.

"Perder una final del Grand Slam como la de Roland Garros, con tres puntos de partido, aunque fueran al resto y no dependiera plenamente de él, duele mucho. Las rivalidades se alimentan del equilibrio, como sucedió, yendo bastante atrás, entre Borg y McEnroe. La batalla entre ellos se va a dilatar en el tiempo", dice Sánchez Vicario.

Otra velocidad

"Ahora mismo el tenis está en manos de estos dos jugadores. Me sorprendió que Djokovic planteara tanta oposición en las semifinales de Roland Garros. Alcaraz y Sinner juegan a otra velocidad y pertenecen a otra generación", comenta Avendaño.

Son ya 13 partidos entre ambos, con cinco triunfos del italiano, que venía de perder dos veces en Roland Garros, además de en Roma, Pekín e Indian Wells. Había que retroceder a las semifinales de 2023 en la capital china para encontrar su última victoria frente a Alcaraz.

"Tras los tres match points perdidos en París, demostró fortaleza y actitud, recuperó un saque en el quinto set y peleó hasta el final. Ya entonces, dejó claro que tiene bastantes vidas", concluye Sánchez Vicario.

Un Alcaraz alejado de su esencia

Un Alcaraz alejado de su esencia

Actualizado Domingo, 13 julio 2025 - 22:40

La cesión del servicio en el primer juego del segundo set, tras haber revertido una situación desfavorable en el primero, tuvo una gran importancia en el desenlace de la final. Fue a partir de ahí cuando Carlos Alcaraz empezó a perder su esencia y a mostrarse vacío, desorientado. Ya no volvimos a ver a ese jugador fresco y con un punto de inconsciencia que suele acabar encontrando soluciones creativas. Perdió la magia, entró en una realidad paralela, que no se correspondía con un marcador parejo y con lo que estaba sucediendo, y dio alas a un rival que hasta mediado el segundo parcial cometió errores significativos.

El español resultaba poco reconocible en relación con el jugador caracterizado por su alegría y convicción. Carecía de sus reacciones habituales, de la genialidad y la rabia a las que nos tiene acostumbrados, de las que había hecho gala en la inolvidable final de Roland Garros. Hacía mejor a su oponente de lo que realmente estaba siendo. Era más lo que masticaba en su interior que aquello que realmente acontecía hasta que Sinner tomó auténtico vuelo y se fue decidido a por la copa.

Perder contra un jugador de la inmensa categoría del transalpino no es ningún drama, pero Carlos pareció irlo aceptando durante el partido. Dio la impresión de que le quedaba algo dentro. Cierto que, al igual que en la primera ronda ante Fabio Fognini, el servicio, un golpe muy mejorado, que globalmente le ha dado mucho a lo largo del torneo, no acudió en su auxilio. Pero diría que fue también como consecuencia de su falta de fluidez, de frescura.

Un jugador como él, con tantísimos recursos, normalmente maneja muchas soluciones ante cualquier inconveniente técnico. Su propio carácter y su calidad mueven todo lo demás. Incluso las dejadas, a diferencia de otras ocasiones, fueron de emergencia. Mejor jugador que Sinner, el español necesita manejar los tiempos adecuados para derrotarle. Fiel a sí mismo, con los pies en el suelo y un juego repetitivo, algo que hace la perfección, Jannik se salió con la suya.

Sinner, con una velocidad extra, supo optimizar los riesgos

Actualizado Domingo, 13 julio 2025 - 21:29

Hay que felicitar a Jannik Sinner porque fue mejor e impuso la eficacia de su tenis en un territorio tan delicado como la hierba. En esta superficie los márgenes son muy estrechos y esta vez Carlos Alcaraz no encontró el billete de regreso. Me dio la impresión de que el italiano traía otra velocidad de piernas, otro ritmo de juego. Fue más dominante frente a un rival esta vez menos eléctrico, pero seguramente en la menor combustión del español tuvo mucho que ver la presión a la que se vio sometido en todo momento.

Sinner metió una séptima marcha y sometió a Alcaraz con la violencia de sus tiros y la eficacia de su servicio. Fue tan agresivo el ya campeón que casi se vio empujado a subir a la red más de lo que acostumbra. Fue también inteligente en el planteamiento y a la hora de trabajar y cerrar los puntos. Y exhibió una admirable fortaleza mental no sólo a la hora de definir, sino en el momento crítico del séptimo juego, cuando neutralizó dos pelotas de rotura que le hubieran dejado con el cuarto set igualado y con el pasado reciente viniéndosele encima.

Salió de ese trance y se vio otra vez 40-0, otra vez tres bolas de Grand Slam, y otra vez el mismo rival ante el que se le escaparon hace poco más de un mes en la final de Roland Garros. Seguramente habría simulado numerosas veces esta hipótesis junto a su equipo. Dentro de la dificultad, pues resulta imposible recrear el escenario real, hay un trabajo de previsualización en el que se trazan distintas alternativas estratégicas con el fin de que el jugador gane seguridad en una situación límite, que no se vea al borde de un abismo, sino a las puertas de una bien ganada redención.

Hay que felicitar también a Carlos por el excelente torneo realizado y por la admirable secuencia de triunfos con las que se presentó en la final. Sinner sabía que a medida que se prolongasen los intercambios y que se dilatase el partido su rival cobraría ventaja, pues sabe manejarse mejor en ese tipo de situaciones.

De ahí que, aun siendo un tenista siempre punzante, esta vez asumiera mayores riesgos. Era la única manera que tenía de poner fin a cinco derrotas consecutivas ante Alcaraz, algunas tan dolorosas como la sufrida en París, y alimentar una hermosa rivalidad que no ha hecho más que empezar. Nos queda muchísimo por disfrutar de ambos, que son un regalo para este deporte.

Unos Sanfermines en versión sofisticada y un agradecimiento a Alcaraz: "Tenemos una relación increíble fuera de la pista"

Unos Sanfermines en versión sofisticada y un agradecimiento a Alcaraz: “Tenemos una relación increíble fuera de la pista”

Tras la durísima derrota de Roland Garros, Jannik Sinner concretó en Wimbledon su revancha ante Carlos Alcaraz. el italiano admitió que la clave de su éxito se había dilucidado a nivel emocional, dado que había sufrido una derrota "muy dura en París". "Sobre todo gracias por ser el jugador que eres. Es muy difícil jugar contra ti, pero tenemos, como dijiste, una relación increíble también fuera de la pista. Así que sigue adelante, sigue esforzándote", agradeció Sinner al español.

Ante la orgullosa mirada de sus padres y su equipo técnico, capitaneado por Darren Cahill, el tenista de San Cándido, se permitió alguna broma ante los micrófonos. "Un agradecimiento especial a mi hermano, que está aquí porque no hay Fórmula 1", lanzó en relación a su célebre ausencia en la final de París, por motivo de un viaje a las carreras.

Para saber más

"Me siento muy feliz de haber controlado los nervios y sí, es una sensación increíble", admitió el campeón, en referencia al último juego, donde sí pudo dominar la tensión, a diferencia de lo sucedido en Roland Garros, donde desperdició varios match balls. "Intentamos aceptar la derrota y luego seguimos trabajando, y esta es sin duda una de las razones por las que tengo este trofeo aquí. Me siento muy agradecido de estar sano y de tener gente estupenda a mi alrededor, que es lo más importante", aseguró el campeón.

Alcaraz, por su parte, se mostró muy cortés con el vencedor. "Es difícil perder, felicitar a Jannik por esta merecida victoria. Muy contento por ti. Eres tan buen rival dentro como fuera de la pista", apuntó el campeón de cinco majors. De este modo se cerró en la Central una jornada de tenis que había comenzado casi cuatro horas antes.

Champán con pajitas metálicas

A las doce del mediodía - que en Reino Unido es casi la hora de comer - el All England Lawn Tennis and Croquet Club parece una versión sofisticada de los Sanfermines. Hace calor, hay un tomo de fiesta (pero, obviamente, sin desmadre) y, en vez de kalimotxo en vasos de plástico que contaminan los océanos, hay champán servido con pajitas metálicas que no corren el peligro de acabar metiéndose en la nariz de ninguna tortuga marina.

El público es también una versión elegante de una fiesta popular. Están los fanáticos del tenis, que han dormido en tiendas de campaña a la entrada del Club, con la esperanza de pillar entrada. Están los aficionados, que en muchos casos han obtenido sus entradas en sorteos y rifas y que, aun así, han pagado precios que oscilan entre más de 70 y cerca de 500 libras (de 80 y pico a casi 600 euros), y que combinan sus afición por el deporte con la certeza de que van a ver en carne y hueso a alguna celebridad.

Y, por supuesto, está la élite, formada por diversas especies de ricos, poderosos y famosos. Hacerse miembro del Club de Tenis cuesta, dicen, entre 10.000 y 20.000 libras (de 11.500 a 23.000 euros), pero el principal obstáculo es que solo se puede acceder a él por invitación. Los socios del Club tienen pases para todos los partidos, lo que, también según la rumorología, da pie a la picaresca de la reventa. Este año, dicen, se han llegado a pagar precios de 20.000 libras por un asiento.

Kate Middleton y su hija Charlotte, durante la final.

Kate Middleton y su hija Charlotte, durante la final.AFP

Por haber, hay hasta sitio para la politización. En una de las entradas del Club, cuatro activistas - tres ancianos y una chica con atuendo musulmán - protestan contra el papel del patrocinador de Wimbledon, el gigante de la banca británica Barclays, en la financiación de la guerra de Gaza. Son miembros de la Campaña de Solidaridad con Palestina. La chica, que lleva la voz cantante, tiene experiencia en ponerse frente al Club a protestar. "Este año la gente está respondiendo de manera más positiva que en el pasado, tal vez por lo que estamos viendo en Gaza", explica.

Es una protesta que encaja en el estereotipo británico tanto como la misma idea de Wimbledon. Los tres jubilados están sentados en sillas plegables. Absolutamente nadie parece hacerles caso, al menos durante el tiempo en que este periodista está con ellos. La chica, que es originaria de Cachemira -otro conflicto irresoluble, éste por un territorio que se disputan india y Pakistán y en el que también una parte de la población quiere la independencia- se niega primero a dar su nombre. Finalmente accede. Se llama Aisha, y se niega a dar la mano al periodista. Cuando éste le pregunta por qué, responde, "no doy la mano a los hombres. Eso no tiene nada que ver con Palestina".

14 libras a la hora

Pero las guerras, la pobreza o la realidad no se quedan a las puertas del All England Lawn Tennis and Croquet Club. Es cierto que dentro va a estar la realeza británica. El palco de honor va a contar con la presencia de Guilllermo y Kate Middleton. Tres filas por detrás se sentará Anna Wintour (casi una presencia permanente en el torneo), Keira Knightley o Hugh Grant, que en esta ocasión no va a quedarse dormido. El Rey Felipe VI estará en la misma fila que los herederos de la Monarquía británica acompañado por el embajador de España en Londres, José Pascual Marco. Y una cascada de celebridades menores, que los comunes de los mortales tratarán de divisar, lo que en ocasiones dará pie a situaciones casi irónicas, como cuando un grupo de asistentes y varias empleadas se concentraron bajo uno de los palcos exteriores de la parte exterior de la Pista Central para ver cómo comía la hija del cantante y batería de rock Phil Collins, Lily Collins, que ha alcanzado fama mundial por su papel protagonista Emily in Paris. Detrás de ella, algunos vieron al cantante Seal, ex marido de la top model Heidi Klum.

Algunos acaso hubieran visto algo irónico en los empleados del torneo, que cobran 14 libras (16 euros) a la hora por trabajar entre 9 y 12 horas diarias con derecho, respectivamente, a 45 minutos y una hora y media de descanso, para ver a la nepo baby por excelencia, Lily Collins. Pero al fin y al cabo esto es Wimbledon. Es un acontecimiento deportivo, desde luego. Pero, también, un evento social capaz de reventarle el algoritmo a la red social más sofisticada con su colección de celebrities. Unos Sanfermines para todos: pobres, clase media, y ricos.

Sinner exorciza sus recuerdos para vencer a Alcaraz y levantar su primer Wimbledon

Sinner exorciza sus recuerdos para vencer a Alcaraz y levantar su primer Wimbledon

En la era de la medición y el Big Data, la grandeza en el deporte se explica en números, récords y porcentajes, pero cuando Jannik Sinner se retire se recordará su prodigiosa serenidad. Nunca hubo un tenista tan firme, tan consciente de sí mismo, tan estoico. Muchos desaparecieron después de remontadas como la que sufrió en la final del pasado Roland Garros, hay casos recientes como Zverev, Tsitsipas, Medvedev o Thiem, pero Sinner hizo todo lo contrario: analizó lo ocurrido, entrenó más que nunca y regresó para superar este domingo a su cruel verdugo, Carlos Alcaraz, en la final de Wimbledon por 4-6, 6-4, 6-4 y 6-4 en tres horas y cuatro minutos de juego.

En la celebración no hubo revancha, ni rastro de rabia, no ganó desde el rencor. Levantó los brazos sobre la pista y de inmediato se fue a felicitar a Alcaraz; ni tan siquiera necesitó tirarse sobre la hierba. Pese a ser como fue, el italiano siempre entendió la derrota de París como parte del juego y, es más, como parte de la vida, donde venimos a perder. En los 15 minutos de lágrimas en los vestuarios de la Philippe Chatrier soltó cualquier pensamiento negativo -contra él mismo o contra el mundo- y se recompuso para alzarse sólo un mes después.

Como hace Toni Nadal, el primer entrenador de Sinner, Riccardo Piatti, narra anécdotas entre la realidad y la fantasía para describir sus éxitos. En una de ellas relata cómo, cuando era pequeño, le puso en la televisión la final del torneo de Marsella 2000, donde un joven Roger Federer perdió contra Marc Rosset jugando muy mal. "¿Por qué juega así? No se parece a Roger", preguntó Sinner. "Ese era Federer antes de muchas horas de trabajo", le contestó Piatti. Ahí se supone que el actual número uno aprendió que el talento no sirve de nada sin esfuerzo detrás. Después de Roland Garros aplicó esa lección y exageró su preparación para alcanzar la gloria este domingo. A sus 23 años, su primer Wimbledon, su tercer Grand Slam, ya sólo le queda París para completar la lista.

El plan distinto de Sinner

Al contrario que en otras ocasiones, esta vez el italiano tenía un plan. "Fuerza, potencia y velocidad", con esas tres palabras le describía en la previa su técnico, Darren Cahill, pero la reciente desdicha le enseñó que no era suficiente. Por eso planteó una apuesta arriesgada: contra Alcaraz se disfrazó de Alcaraz. Hay recursos que Sinner no necesita, apenas sube la red, prácticamente nunca hace una dejada; con sus golpetazos y sus piernas le sobra. Pero en la final apareció con otro tenis.

Durante un buen rato, Sinner abandonó su juego violento y robótico en el fondo de la pista para crear. El artista ya no era Alcaraz, era él. La intención era sorprender al español, llevarle a lugares desconocidos. Sin duda, era buena idea. Pero no le funcionó. Pese al desconcierto inicial, que le llevó incluso a ceder un rotura de saque, nadie gana a Alcaraz a lo suyo. En cuanto entendió las intenciones de su rival, el número dos del mundo le cazó con varios golpes pasantes, se divirtió, remontó, cogió ventaja. Del 4-2 al 4-6. Sólo hubo un problema: en el preciso momento en el que ganó el primer set empezó a perder el partido.

Kin CheungAP

Sinner le lanzó un derechazo deslizando de los que nunca vuelven y Alcaraz lo hizo volver de espaldas en un malabarismo imposible para dejar la bola plantada al otro lado de la pista. En su celebración, el índice en la oreja, el español olvidó unos segundos la prudencia. Y cuando se dio cuenta, había cometido una doble falta, había concedido una rotura, había perdido el segundo parcial.

La primera derrota de Alcaraz

Con la igualdad de nuevo en el marcador, Sinner recapacitó y volvió a su plan de siempre. Pum, pum, pum, pum. Esa derecha feroz, ese revés demoledor. El constante bombardeo. De repente Londres pareció París, pero París antes de que aquellas tres bolas de partido lo cambiaron todo. Con la rémora de su saque, desacertado esta vez -sólo un 52% de primeros-, Alcaraz empezó a sufrir, a pelear bolas de rotura en contra, a precipitarse al abismo. Cada break cedido se convertía en un set más en su contra. Hubo un punto, llegado el cuarto periodo, en el que sólo le quedaba la épica y el recuerdo de la última remontada. ¿Y si Sinner temblaba de nuevo? El italiano falló su primer 'match point', pero acertó un gran saque en el segundo. Ya era el campeón.

Sentado en su silla, mientras se preparaba la ceremonia de entrega de trofeos, Alcaraz conoció la derrota. Hasta este domingo había perdido, claro que había perdido, pero nunca había sufrido una verdadera derrota. A la sexta, perdió en la final de un Gran Slam. Mientras Sinner recogía el trofeo de la mano de Kate Middleton tuvo que pensar que el italiano le acababa de marcar el camino. Por muy doloroso que sea, sólo le queda entrenar y entrenar para vencer en la próxima.

El otro éxito de Sinner: un número uno indiscutible y un Alcaraz ante su asignatura pendiente

Actualizado Domingo, 13 julio 2025 - 20:26

Jannik Sinner, número uno del ranking mundial. La presentación suena en todas las pistas del mundo desde el pasado 10 de junio y así seguirá siendo hasta otoño. Su éxito en la final de Wimbledon no le sirvió sólo para celebrar su cuarto Grand Slam después de ganar dos veces el Open de Australia y una vez el US Open o para romper su mala racha en sus enfrentamientos ante Carlos Alcaraz, también le sirvió para afianzar su dominio del tenis unos meses más. Pese a su parón por sanción debido al positivo en un control antidopaje, Sinner cuenta todavía con 12.030 por los 8.600 del español; entre los dos hay 3.430, una enorme distancia.

Para saber más

A unos días de cumplir los 24 años, sus números no hablan de precocidad, pero sí de una prodigiosa regularidad. Pocos tenistas cogieron el número uno de la lista ATP por primera vez con tanta fuerza como él: acumula 58 como líder y sólo están por delante Roger Federer (237 semanas en su primer 'stint'), Jimmy Connors (160 semanas) y Lleyton Hewitt (75 semanas).

Líder todo el año

«No me quiero parar aquí. Quiero seguir escribiendo mi historia e intentar ser mejor jugador cada día. El ranking es un buen reflejo del trabajo que se hace durante el año. Estoy consiguiendo una gran consistencia», se congratulaba Sinner que en su ascenso al rey del tenis sólo ha tenido las máculas del positivo por dopaje y de la derrota en la final del último Roland Garros -el único grande que le falta-.

Aquella remontada de Alcaraz creó dudas a su alrededor, pero los números subrayan su preeminencia. Su alta puntuación se debe a su buen hacer durante toda la temporada. Ahora mismo cuenta con los 2.000 del pasado Open de Australia, en enero; los 1.500 puntos de las últimas ATP Finals, en noviembre; y en medio, entre junio y octubre, los 2.000 puntos de este Wimbledon, los 1.000 puntos de la final de Roland Garros, 1.000 puntos más de Cincinnati o de Shangai... «Es increíble verme a mí mismo en esta situación. Realmente disfruto siendo número 1, pero las cosas pueden cambiar mucho en poco tiempo», aseguraba agorero y... ¿Realmente pueden cambiar las cosas?

Más allá de su consistencia, Sinner tiene varios factores a su favor para que no cambien. La primera es la ausencia de rivales. Está él, está Alcaraz y detrás un abismo muy profundo. El ranking ATP lo insinúa -Alexander Zverev es tercero con 6.310 puntos-, pero las finales lo confirman. Que los dos primeros del mundo se hayan discutido por cuatro títulos en menos de un año -Pekín, Roma, Roland Garros y Wimbledon- demuestra que la alternativa es escasa. Pero a favor del italiano también juega el bajón que sufre Alcaraz en cada final de temporada.

La asignatura pendiente de Alcaraz

Como para todo español, para el número dos el tenis es para el verano, 19 de sus 21 títulos en ATP han llegado en julio o antes y en los meses posteriores se cimenta el éxito de Sinner. Es cierto que el cemento, especialmente bajo techo, es la superficie preferida del italiano, pero es aún más importante la fatiga mental de su máximo rival. No hay que olvidar que el año pasado, después de encadenar Roland Garros y Wimbledon y caer en los Juegos Olímpicos, rompió una raqueta en su debut para olvidar el Masters 1000 de Cincinnati y perdió en segunda ronda en el US Open.

«Mi objetivo para el año que viene es llegar más fresco a esta parte del año. Debo encontrar disfrute en cada lugar, cada torneo, cada partido. Para mí no es fácil viajar mucho en esta parte del año. Echo de menos mi casa. El año que viene intentaré ser mejor en eso», prometió entonces Alcaraz , aunque en realidad ya sabía cómo hacerlo: «Soy un jugador que necesita parones más largos para afrontar los torneos importantes».

Ahora, de vuelta a Murcia, se tomará unos días y estará unas pocas semanas sin competir, pero en su calendario no se advierten más huecos que en temporadas pasadas. Es muy probable que acabe renunciando al Masters 1000 de Toronto que empieza el 26 de julio y luego debería jugar en Cincinnati ya en agosto para preparar el US Open. Después encarará con ese trajín la gira asiática y la conclusión del curso con las ATP Finals. Ahí Alcaraz se podría plantear el asalto a los cielos, pero se topará con la prodigiosa regularidad de Sinner.

Alcaraz y Sinner en la final de Wimbledon y el efecto de lo que ocurrió en Roland Garros: “Desde entonces he entrenado muy duro, más duro que nunca”

Actualizado Domingo, 13 julio 2025 - 01:31

En los pasillos del Aorangi Park, donde están las pistas de entrenamientos anexas a Wimbledon, Carlos Alcaraz y Jannik Sinner coincidieron este sábado al mediodía. Ambos habían reservado a las 12.30 horas, justo antes de comer. «Tutto bene?», preguntó Alcaraz en italiano, un idioma que chapurrea. «Bene», respondía Sinner. Y ya está. El español se fue a la pista 1 con todo su equipo, siete hombres, y el italiano se marchó a la pista 8 más solo que la una, después llegaron sus dos entrenadores. En cualquier otro momento la conversación entre los dos primeros del ranking ATP hubiera sido más larga, pero ayer era imposible. ¿Qué se podían decir?

En la previa de una final hay tensión, más en esta final. Apenas un mes después de la histórica remontada en el último Roland Garros, Alcaraz y Sinner se vuelven a enfrentar este domingo en disputa por el título de Wimbledon (17.00 horas, Movistar+). En sus mentes continúa fresco el recuerdo de lo ocurrido, pero hay algo más. Ni Alcaraz ni Sinner son los mismos y lo que ocurra en la pista central del All England Club puede confirmar el reparto de papeles de una rivalidad que hasta ahora está desequilibrada.

Un Alcaraz más maduro

Antes de lo ocurrido en París, Alcaraz ya había derrotado en Sinner todos sus duelos de 2024 y 2025 -ahora son cinco triunfos consecutivos-, pero sólo con la Copa de los Mosqueteros en las manos entendió su superioridad. Hasta que salvó aquellas tres bolas de partido, el español aún agrandaba sus defectos, incluso se infravaloraba -más sobre superficies duras-, pero ya no. Desde su primer partido posterior a Roland Garros, se ha visto un Alcaraz diferente, con más confianza que nunca, relajado en todas las situaciones, consciente de su preeminencia.

KIRILL KUDRYAVTSEVAFP

«Ya tocaba madurar», ha bromeado y la broma disfraza la verdad. Ya no es aquel artista que depende de su inspiración, busca diversión y celebra cada genialidad; ahora a veces se impone por oficio. Si él juega a lo suyo, únicamente un adversario puede inquietarle y ese es Sinner. «La final de Roland Garros me enseñó que un partido puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos y que debo dar el 100% en cada punto. Es lo que hay que hacer siempre», comentó tras derrotar a Taylor Fritz en semifinales y reconocer que no ha vuelto a ver en televisión su gesta ante Sinner en París, sólo «algunos clips». «Creo que mi victoria allí no va influir aquí. Hace años que Jannik aprende de las situaciones más difíciles y vendrá más fuerte. Vendrá con más hambre, pero lo bueno es que ya sé que será así», aseguró Alcaraz, que admitió que si pudiera quedar con un golpe de su rival se haría «con su revés, especialmente deslizando con la pierna izquierda».

En su entrenamiento de este sábado, Alcaraz hizo ejercicios de movilidad, golpeó de derecha con su hermano Álvaro como sparring, descansó un buen rato cobijado a la sombra, practicó saques y luego estuvo jugando con su equipo a una especie de petanca.

El trabajo de Sinner

Unos metros más allá, pum, pum, pum, pum. El método de uno y otro no tenía comparación. Durante una hora y media, Sinner estuvo pegando raquetazos a diestro y siniestro sin parar ni para beber agua. Cuando Alcaraz se marchó, ahí seguía el italiano.

Después de caer en París pasó 15 minutos llorando en el vestuario -lo explicó su fisioterapeuta y le costó el puesto-, pero luego se fue a la casa de sus padres en los Alpes para recobrar el ánimo. «Hicimos una bonita barbacoa, jugué al ping-pong con amigos... tuve dos o tres días de descanso. Cada tenista se toma las derrotas de una manera diferente. Desde Roland Garros he entrenado muy duro, más duro que nunca, para mejorar como jugador. Y ese es el motivo por el cual estoy en otra final», proclamó el italiano después de superar a Novak Djokovic en semifinales.

HENRY NICHOLLSAFP

Si no hubiera caído como cayó en el último Grand Slam, su trayectoria en Londres parecería impecable, pero ha habido indicios de que puede temblar ante Alcaraz. Como le pasó en Queen’s en su derrota en octavos ante Aleksandr Bublik, en octavos de Wimbledon se observó superado por Grigor Dimitrov. Estaba confuso, incluso decaído. Aquel encuentro encendió las alarmas alrededor de Sinner, aunque después de su triunfo en semifinales se reivindicó. «Si tuviera cosas en la cabeza no hubiera llegado a donde estoy. Estoy muy contento de volver a compartir pista con Carlos. Será difícil, ya lo sé, pero lo estoy esperando. No sé qué sentiré antes o durante el partido, te lo diré después. Pero ahora mismo estoy encantado de volver a luchar por un título», finalizó.

Alcaraz 'versus' Sinner: el valor de saber elegir el momento

Alcaraz ‘versus’ Sinner: el valor de saber elegir el momento

Actualizado Sábado, 12 julio 2025 - 21:07

No hace tanto, hace muy poco, veíamos a Rafael Nadal percutir con su golpe liftado de derecha sobre el revés a una mano de Roger Federer mientras el suizo trataba de encontrar soluciones para salir del rincón. Sucedía en cada uno de sus enfrentamientos, en un clásico que deleitó a los aficionados durante más de tres lustros. El clásico que ahora vivimos y disfrutamos es diferente. No hay lagunas ni en Carlos Alcaraz ni en Jannik Sinner, quienes, juntos, cada uno con sus virtudes, están escribiendo nuevos capítulos en la historia del tenis.

Sinner reparte muy bien todos sus golpes y Alcaraz se saca conejos de la chistera, pero ambos, perfectos conocedores del adversario, deciden con mimo, cada uno a su manera, cuándo y cómo hacer más daño a su oponente.

El ejemplo muy reciente de Roland Garros demostró que cualquier detalle puede llevarte al borde del abismo u ofrecerte la posibilidad de un aparentemente improbable regreso. La herencia de aquella apasionante final estará presente en la memoria de ambos. Sinner llevará París tatuado en alguna parte de su cabeza, pero tampoco Alcaraz habrá olvidado la exigencia a la que se vio sometido, las más de cinco horas que tuvo que sudar para salir victorioso.

Años atrás, sobre la hierba, cobraban una importancia capital el saque y la volea. Ahora, sin obviar la revalorización de ambos golpes en esta superficie, jugadores como ellos exhiben también sus capacidades en el resto y cuentan con un nivel técnico, táctico y mental que elude la simplificación de sus confrontaciones.

Alcaraz se presenta mejor en la final y ha atravesado un camino más difícil, desde que en la primera ronda se topó con el talento inclasificable del veterano Fabio Fognini. Sinner, con algún problema físico en aquel partido, vio cómo se le retiraba Grigor Dimitrov en octavos de final cuando le dominaba por dos sets a cero y se encontró con un Novak Djokovic muy desgastado en su encuentro de semifinales.

Si Carlos consigue manejar con criterio su inmensa variedad de golpes a lo largo de todo el partido cuenta con ventaja y obligará una vez más a su rival a estar en constante estado de alerta. Es ahora, en las rondas finales, cuando la exigencia es máxima, cuando el español saca mayor provecho de su creatividad. Cuenta con menos alternativas para cerrar las jugadas y menos posibilidades de confundirse. Entonces, con la recompensa a tiro, su tenis alcanza su máxima y más certera expresión.

Sinner niega más gloria a un maltrecho Djokovic y se reencontrará con Alcaraz en la final de Wimbledon

Actualizado Viernes, 11 julio 2025 - 19:54

A Novak Djokovic le persigue la sombra del ocaso. Como les ocurrió a Roger Federer y Rafa Nadal en sus últimos torneos, todavía es capaz de derrotar a muchos rivales, no en vano ha llegado a las semifinales de los tres Grand Slam de este año, pero su propio cuerpo no le deja ir más allá. Si en el Open de Australia sufrió un desgarro muscular en la pierna izquierda que no le permitió discutir con Alexander Zverev; este viernes en Wimbledon una lesión en la cadera le mermó ante Jannik Sinner.

Desde el primer juego, el serbio se movió de manera extraña por la pista central y la competición se resintió. Con su saque todavía aguantaba, pero Sinner dominaba a su gusto cada intercambio desde el fondo de la pista. Al final el marcador reflejó 6-3, 6-3 y 6-4 después de una hora y 53 minutos de juego. "¡Novak, Novak, Novak!", le animaba el público londinense, con quien mantiene una relación tensa pese a sus siete títulos, pero no había manera. ¿Fue su último partido sobre la hierba del All England Club? Sólo el tiempo lo sabe.

TOLGA AKMENEFE

Sinner le aplaudía al finalizar el encuentro en reconocimiento a su carrera. No hubo una gran celebración del italiano, aunque en el tercer set Djokovic le sorprendió con un break temprano y tuvo que remontar un 0-3 adverso. Quizá hubiera sido descortés. En todo caso por fin disputará su primera final de Wimbledon, su quinta en un Grand Slam.

En su contra, que el rival será nuevamente Carlos Alcarazy entre ambos existe un abismo anímico desde la remontada en la final de Roland Garros. A su favor, el escaso desgaste sufrido en el camino. En todo el torneo, el italiano nunca ha jugado más de tres sets. Ante Luca Nardi en primera ronda, Aleksandar Vukic en segunda, Pedro Martínez en tercera y Ben Shelton en cuartos de final, Sinner venció por la vía rápida y en octavos de final, ante Grigor Dimitrov, también se benefició de su retirada. Los dos sets que perdió contra el búlgaro, que lo tenía contra las cuerdas, pueden notarse en su confianza, pero más duro será superar el recuerdo de lo ocurrido en París.