Narváez, el nuevo soldado de Pogacar nacido junto al Amazonas: su padre vendía gallinas para verle correr

Narváez, el nuevo soldado de Pogacar nacido junto al Amazonas: su padre vendía gallinas para verle correr

Sus padres tenían que vender gallinas para verle correr por las vegas del Amazonas. El ecuatoriano Jhonatan Narváez (El Playón de San Francisco, 1997) creció en una granja en la que cuidada y ordeñaba vacas. La austeridad, el sacrificio y el valor del trabajo moldearon a un chaval que comenzó a montar en bicicleta con menos de tres años. En su primera carrera, en la provincia de Sucumbíos, terminó último. «Llovía muy duro, llegué empapado a la meta, pero llegué», recuerda un corredor acostumbrado a sortear dificultades y que ahora atraviesa por un momento estelar como escudero de Tadej Pogacar en este Tour de Francia.

En la primera semana de la Grande Boucle, el ecuatoriano ha sido el primero de los gregarios del esloveno en neutralizar las acometidas de rivales e imponer el ritmo adecuado en esos finales en rampa en los que se siente tan cómodo. A pesar de realizar esa labor de desgaste, ocupa la 28ª plaza de la general, a 7.55 minutos del líder, Mathieu van der Poel.

Narváez rompe la norma del tradicional ciclismo sudamericano, especializado en la alta montaña. Él se desenvuelve con acierto en las clásicas y en rondas de una semana. «Es el más belga de los latinos», dicen sus compañeros. Es un cazador de etapas que el año pasado se consagró en el Giro de Italia y cautivó a Pogacar por su osadía. El ecuatoriano se impuso al esloveno en la primera jornada de la Corsa rosa en un espléndido sprint entre ambos y el germano Maximilian Schachmann. Esa victoria impidió que Pogacar fuera líder desde el principio al fin de la carrera. «Ese tío es bueno», susurró entonces el nuevo Caníbal. Al final de aquella temporada, Narváez abandonó el Ineos de Tom Pidcock y Carlos Rodríguez para integrarse en el UAE.

La clásicas y los adoquines

A Narváez ya le conocía Joxean Fernández Matxin desde su ciclo como Scouting Talent del Quick Step de Patrick Lefevere. En 2018, el ecuatoriano se incorporó a la escuadra belga, destacando por su rápida adaptación a las clásicas de los adoquines.

Narváez es un tipo duro que se educó en un ambiente familiar en el que el deporte ocupaba un lugar destacado. A su padre y hermano siempre les apasionó el ciclismo. «Jhonatan nunca dejó de asistir a ninguna carrera por falta de dinero. Cuando había una competencia, juntábamos los realitos, vendiendo la gallina, vendiendo el cuy para ganar los 50 dólares que valía alquilar un carrito para la ida y vuelta», dijo su padre, Manuel, en Radio Sucumbíos en una entrevista realizada en 2020.

Narváez, durante el último Tour Down Under.

Narváez, durante el último Tour Down Under.TEAM UAE

Jhonatan, como no podía ser de otra forma, jamás olvidará los sacrificios realizados por su familia para que él, con 19 años, pudiera marcharse de su casa, a la orilla del Amazonas, y fichar por el Klein Constantia, filial del Quick Step, donde coincidió con Iván García Cortina y Enric Mas. Ahí arrancó su notable trayectoria, en la que figuran, entre otros logros, una etapa en el Giro de Italia, tres campeonatos nacionales de ruta, la Vuelta a Austria, la Semana Coppi-Bartali y un oro en la prueba de ruta de los Juegos Panamericanos.

En el actual curso se ha anotado la general y una etapa del Tour Down Under. Es rápido en sprints reducidos y con final en cuesta. Fue elegido por la Federación de Eucador para representar a su país en los Juegos Olímpicos de París, lo que generó una gran controversia porque su elección provocó que Richard Carapaz (el gran ídolo de su país) no acudiera a la cita olímpica. Una controversia que sirvió para curtir al nuevo y valioso soldado de Pogacar.