El Villarreal atropella al Rayo con una exhibición de fútbol vertical

El Villarreal atropella al Rayo con una exhibición de fútbol vertical

Actualizado Sábado, 1 noviembre 2025 - 17:58

El Villarreal ha convertido el Estadio de la Cerámica en un fortín prácticamente inexpugnable. Después de haber dejado escapar los primeros puntos en casa, con aquel gol en el descuento del Real Betis, el equipo de Marcelino pasó por encima de un Rayo Vallecano que llegaba en racha y se marchó goleado. Gerard Moreno abrió el marcador en un primer tiempo igualado que dio paso a una segunda mitad en la que los amarillos castigaron con sus contragolpes la fragilidad madrileña con tres goles en apenas 10 minutos. [Narración y estadísticas (4-0)]

Además de la solidez del Villarreal en casa, el partido confirmó también que Gerard está definitivamente de vuelta. Ya había marcado el delantero en Mestalla, desde el punto de penalti, en su segundo partido tras recuperarse de su lesión, y volvió a hacerlo ante el Rayo, esta vez al más puro estilo Gerard. El catalán desatascó un partido que no tenía un dueño claro con uno de esos movimientos marca de la casa. Recibió en el área, controló, amagó con irse hacia fuera, recortó a Chavarría y colocó el balón en la base del poste con un preciso derechazo, dejando de paso a Batalla sin la opción de superar el récord de imbatibilidad de los franjirrojos. El VAR chequeó la posición del atacante amarillo, que parecía ligeramente adelantado en alguna toma, pero no en la que se usó para tirar las líneas.

El gol no cambió en exceso el escenario de un partido que no era el que pretendía Marcelino. Había manifestado el asturiano en la previa su deseo de que el Villarreal supiera imponer su juego con pausa, pero el duelo estaba siendo de ida y vuelta, con los extremos como protagonistas. Pepe y Moleiro intentaban desbordar a la defensa madrileña apoyándose en el omnipresente Gerard y el Rayo replicaba sobre todo por la derecha, insistiendo en las penetraciones de De Frutos, apoyado por las incorporaciones del ex amarillo Andrei Ratiu.

Pérdidas en campo rival

Llegaba el equipo de Íñigo Pérez pero le faltaba rematar las jugadas. O más que rematar, encontrar portería, pues estaban muy atentos los centrales del Villarreal bloqueando los disparos rivales. Solo Alemao obligó a estirarse a Luiz Júnior, con un cabezazo a centro de De Frutos.

Los de Marcelino no sufrían en exceso pero tampoco tenían las ideas excesivamente claras en los últimos metros, más allá de buscar alguna acción individual de Pepe o Moleiro ante el poco protagonismo de Mikautadze, sustituido al descanso. El segundo tiempo, sin embargo, fue otra historia muy diferente. El Villarreal se encontró en su salsa cuando el Rayo empezó a acumular pérdidas en campo contrario, promoviendo las transiciones que tan bien se le dan.

Con Moleiro a los mandos, los amarillos dejaron el partido visto para sentencia en menos de diez minutos. El canario firmó el segundo tras recorrerse prácticamente todo el campo sin oposición y golpear ajustado al palo desde la frontal. También jugó un papel fundamental en el tercero, una acción que inició y culminó Comesaña tras un contragolpe de libro en el que Moleiro tiró una pared con Oluwaseyi antes de regalar el gol al ex del Rayo, quien no quiso celebrar.

El remate de Gerard Moreno para el 1-0 en La Cerámica.

El remate de Gerard Moreno para el 1-0 en La Cerámica.AFP

El Rayo estaba grogui y Ayoze lo acabó de mandar a la lona. En el primer balón que tocaba tras sustituir a Gerard, el delantero castigó el error de Chavarríaen un control que le dejó mano a mano con Batalla.

Los tres goles exprés del Villarreal hicieron olvidar el increíble fallo de Pepe en el arranque del segundo tiempo, rematando por encima del larguero cuando estaba apenas a un metro de la portería, aunque la acción habría sido invalidada por fuera de juego de Oluwaseyi. Pudieron hacer más sangre los de Marcelino, que tuvieron el quinto en un tiro de Comesaña que se escapó por poco y un lanzamiento de falta de Parejo al larguero. Al Rayo no le quedó ni el consuelo de maquillar el resultado, a pesar de intentarlo hasta el final.

Iñigo Pérez, un 'loco' para cada detalle en el Rayo: "Cuando termine de triunfar dirán que se veía venir, como con Xabi y Arteta"

Iñigo Pérez, un ‘loco’ para cada detalle en el Rayo: “Cuando termine de triunfar dirán que se veía venir, como con Xabi y Arteta”

Uno de los primeros desafíos que Iñigo Pérez (Pamplona, 1988) debió afrontar en el comienzo de esta temporada fue el césped de la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano. La hierba no reunía los requisitos mínimos para un equipo profesional, así que el técnico tuvo que trasladar los entrenamientos al Estadio de Vallecas. Poco parecían interesar aquellas penurias, porque por entonces toda la atención se centraba en James Rodríguez, el fichaje estrella del verano. Sin embargo, el ínfimo nivel competitivo fue relegando al colombiano, que apenas disputó 205 minutos en siete partidos antes de hacer las maletas. Pérez no iba a ceder ante las pretensiones del ex madridista o el pésimo estado de Raúl de Tomás. Tampoco ante Óscar Trejo, su capitán, que sólo ha formado como titular en cuatro jornadas de Liga. El argentino, idolatrado por la afición franjirroja, sólo es siete meses menor que el técnico navarro, el más joven de Primera (37 años). Un tipo que no necesita alzar la voz para imponer su autoridad y que hoy visita el Bernabéu al frente de un Rayo a un paso de los puestos europeos.

«Allí por donde pasa deja una imagen de integridad, de alguien capaz de reunir a gente que quiera hacer camino junto a él. Cuando acabe de triunfar dirán que esto se veía venir, como ahora sucede con Xabi Alonso o Mikel Arteta», cuentan desde el entorno del pamplonés. Sin embargo, a diferencia de los entrenadores de Leverkusen y Arsenal, Iñigo no pudo cumplir las expectativas que había apuntado sobre la hierba.

Desde 2009 a 2022 disputó 87 partidos en Primera, repartidos entre Athletic y Osasuna. A los 34 años, cumplido su último contrato como rojillo, rechazó una oferta del Málaga. Sus horizontes se habían ensanchado. Ya no quería influir en cada partido con su pie izquierdo, sino a otro nivel, más integral. En El Sadar le ofrecieron un hueco en el cuerpo técnico de Jagoba Arrasate. Tras siete temporadas juntos, tres en el Numancia y cuatro en Osasuna, Iñigo ejercía no sólo como la prolongación de Jagoba sobre el césped, sino como su confidente. Sin embargo, una llamada de Andoni Iraola desde Vallecas iba a cambiarlo todo. Los lazos forjados en Lezama, durante su etapa común con Marcelo Bielsa, pesaron lo suyo.

En constante formación

«En el Athletic tuvo una relación muy especial con Marcelo, que continúa hasta hoy. De hecho, Bielsa ya le dijo que cuando finalizase su carrera como futbolista quería guardarle un hueco en su grupo de trabajo», confirman desde el círculo de Pérez. La obsesión de Iñigo por cada detalle, su estricta ética de trabajo y su formación constante, sólo pueden interpretarse como una prolongación de las enseñanzas de El Loco. Iñigo acude cada día a las ocho de la mañana a las instalaciones del Rayo, donde pasa casi 12 horas con su plantilla y sus ayudantes. Entre ellos destaca Adrián López, viejo camarada de Osasuna. A la manera de Bielsa, sólo entiende el oficio desde el compromiso total y el aprendizaje continuo.

Con apenas 21 años, Iñigo obtuvo la titulación de entrenador a través de Kirolene, un centro del Departamento de Educación del Gobierno Vasco donde se imparten enseñanzas de régimen especial de grado medio y superior. Allí se habían graduado, entre otros, Jagoba Arrasate y Gaizka Garitano. Él obtuvo una de las mejores notas gracias a La biomecánica en el fútbol, un trabajo donde analizaba de forma minuciosa cada golpeo, cada remate con el pie o con la cabeza. Grababa todo con una cámara slow motion y señalaba los errores.

«Desde mi primer día junto a él me di cuenta que era alguien diferente, que entendía realmente el juego y veía detalles invisibles para el resto», explica a este periódico Fran Mérida, compañero en Soria entre 2018 y 2020. «Siempre fue alguien muy maduro, responsable, tranquilo, inteligente, muy curioso en todo. Tenía madera de entrenador», desarrolla el ex del Atlético, que hace unas semanas se acercó a Vallecas para seguir un entrenamiento de su amigo.

DENNIS DOYLEGETTY

Siguiendo el patrón de Bielsa, Iñigo no concede entrevistas para no dar privilegio a unos en favor de otros. Su responsabilidad se circunscribe a las ruedas de prensa. «En las distancias cortas siempre ha mostrado un trato muy humano. Y con los periodistas sólo hay que escucharle: la educación con la que afronta incluso las preguntas más incómodas, el modo en que mantiene la calma...», reflexiona Mérida.

Una de las facetas que más ha preocupado siempre a Iñigo es la de las relaciones con el vestuario. En Bilbao ya se matriculó en Psicología y como primer ayudante de Iraola ejerció de nexo entre Andoni y los futbolistas. «Un entrenador debe convencer del mensaje que quiere mandar y si no tiene empatía o feeling, hay poco que hacer. No hay que irse de cañas con los futbolistas, pero cuando hablas has de tener credibilidad y saber enviar los inputs adecuados», relata a EL MUNDO un miembro del staff del Rayo.

«Iñigo tiene la cabeza muy bien amueblada, no le gustan las polémicas. Es un tío muy sencillo, que no trata de buscar tres pies al gato. Cuando le llega un problema trata de afrontarlo y buscar una solución», añaden desde el club presidido por Raúl Martín Presa. Casado, con tres hijos, su sensibilidad dista mucho de la de un entrenador al uso. No se trata solamente de lo aprendido desde la cuna, en el barrio pamplonés de Chantrea, o durante su bachillerato en el colegio Trueba de Bilbao. Entre lo heterogéneo de sus pasiones, sólo citar la filosofía, la poesía o el medio ambiente.

Soria como «sanatorio»

El amor por la naturaleza y los versos de Antonio Machado se exacerbaron en Soria, una ciudad que en 2014 ejerció como «sanatorio», según sus más allegados. A las orillas del Duero llegó después de una difícil etapa en el RCD Mallorca. Apenas unos meses de cesión que él mismo quiso cortar a causa del estrés. «Aquí encontró tranquilidad y cercanía. Era un chico muy educado, se le veía con las ideas muy claras», rememora César Palacios, director deportivo del Numancia. «Se ganaba a todos hablando desde el ejemplo, con valores como la humildad y el respeto», concreta el ejecutivo de un club perdido hoy en la Segunda Federación.

Aquella simbiosis, en la que el entorno ayudó a la hora de potenciar sus virtudes, se actualiza también hoy. En Vallecas cuentan con sobradas razones para dar por buena la traba burocrática que impidió a Iñigo seguir los pasos de Iraola en el Bournemouth. Porque la Federación Española (RFEF) no quiso convalidar su título de Kirolene para obtener la licencia UEFAPro. Tras un inicio titubeante, el Rayo despegó en diciembre con un 0-1 en Mestalla, enlazando nueve jornadas sin derrota, ofreciendo un fútbol muy vertical y vistoso, con permanentes llegadas hasta la línea de fondo, especialmente desde la banda derecha, gracias a Ivan Ratiu y Jorge de Frutos.

Sin embargo, las dificultades se multiplicarán hoy en el Bernabéu, donde el extremo segoviano no podrá jugar tras su roja frente al Sevilla. Tampoco llegan otros dos pilares como Abdul Mumim, lesionado en la rodilla izquierda, y Randy Nteka, con un desgarro en un abductor. Iñigo pretende extender su racha ante el Madrid, a quien arañó sendos empates en sus dos cruces previos. «Tengo mucha fe en estos chicos. Tienen humildad, no hay egos y los resultados llegan gracias a ellos», concluyó Iñigo tras la última victoria, hace un mes frente al Real Valladolid (1-0).