La segunda jornada del PGA Championship se ha visto salpicada desde primera hora de la mañana por un auténtico caos. Un autobús de la organización ha atropellado mortalmente a una persona mientras cruzaba por un carril reservado para miembros del torneo. Esto ha provocado atascos kilométricos y retenciones en los accesos al campo de Valhalla, que hacían imposible que jugadores, público o trabajadores pudieran llegar hasta el club.
En medio de esta locura, el número uno del mundo, Scottie Scheffler en su afán de llegar en hora para su salida, ha decidido, según testigos presenciales, circular por el arcén a gran velocidad. El agente allí presente le ordenó que se detuviera y se agarró al coche hasta que el golfista se detuvo.
Las imágenes muestran al número uno del golf retenido contra su coche y como dos oficiales de la policía le esposaban para trasladarse a dependencias policiales debido a asalto en segundo grado a un oficial, por conducción temeraria y por hacer caso omiso a las señales de tráfico indicadas por la policía. Según cuenta el periodista Jeff Darlington de ESPN, en ese momento el golfista se dirigió a él y dijo: "por favor, ayúdenme".
EN LIBERTAD
A estas horas ya circula la imagen de la ficha policial del jugador tejano, ganador este año del Masters de Augusta y del The Players Championship. Schleffer ya se encuentra en libertad y podrá disputar la segunda ronda del torneo que ha comenzado con más de una hora de retraso.
Con una extraordinaria reacción, el español Jon Rahm se repuso este jueves tras un comienzo muy complicado, con cuatro bogeys en los primeros seis hoyos, y firmó un -1 en la primera ronda del Campeonato de la PGA.
En el Valhalla Golf Club de Louisville, Kentucky (EE.UU.), Rahm entregó una tarjeta de 72 golpes y está a ocho impactos del líder, el estadounidense Xander Schauffele (-9).
Rahm, que pelea por darle a España el primer Campeonato de la PGA de su historia, logró birdies en los hoyos siete, diez, 13, 14, 17 y 18.
El de Barrika, campeón del Abierto de Estados Unidos en 2021 y del Masters de Augusta en 2023, necesitará remontar en las tres próximas rondas de un torneo que termina el domingo.
Valhalla evoca a historias épicas, a batallas mitológicas con vikingos y dioses. Esta semana, un campo de golf en el corazón de la América profunda que presume del mismo nombre acoge el segundo major del año: el PGA Championship. Los mejores del mundo, compitan donde compitan, vuelven a juntarse.
Hablamos del mejor plantel de jugadores: 156 golfistas, donde solo faltan tres top 100 del ránking mundial, incluidos 16 pertenecientes al LIV Golf. Del circuito saudí, de hecho, saldrán dos de los tres españoles, Jon Rahm y David Puig, a los que une Adrián Otaegui, brillantemente clasificado tras su victoria en China.
Rahm quiere dejar atrás polémicas, centrarse en competir y quitarse el mal sabor de boca de su defensa del Masters de Augusta, donde terminó en el puesto 45º. El año de su fichaje por el LIV Golf está siendo extraño: ni una sola victoria, aunque en el Top 10 de los siete eventos de la gira saudí. Ahora quiere romper el maleficio del golf español, que nunca en la historia ha ganado un PGA Championship, el único Grand Slam que el país no tiene en sus vitrinas.
"El PGA me ha dado muchísimo"
"Ojalá podamos cambiar esa dinámica, no hay un razón especial que explique porque los españoles no hemos jugado bien en este torneo", comenta el propio Rahmbo antes de la cita. Pese a su compromiso con el LIV Golf, quiso aclarar de una vez por todas su postura y su agradecimiento al PGA Tour. "Sigo siendo miembro del PGA Tour, independientemente de que esté suspendido o no. El PGA me ha dado muchísimo y la oportunidad de ser quien soy", enfatizó en al portal Ten Golf, donde dejó claras sus intenciones de mantener la membresía del DP World Tour.
Para ello tendrá que pagar las multas de cada torneo del LIV que coincida con uno del antiguo circuito europeo y comprometerse a jugar un mínimo de cuatro torneos en su gira. En su órbita siempre ha estado el Open de España, aunque el nacimiento de su tercer hijo, previsto para esas fechas podría hacerle cambiar de planes.
En la década de los años 80 un soñador multimillonario apasionado de la mitología contrató a Jack Nicklaus para construir un campo diferente y capaz de albergar grandes eventos. En total, siete grandes citas han visitado Valhalla a lo largo de estos años, destacando tres ediciones del PGA Championship (esta semana se disputará la cuarta), con ganadores tan emblemáticos como Tiger Woods en 2000 o Rory McIIroy en 2014. Además la Ryder Cup de 2008 que conquistó Estados Unidos también se disputó en esta sede.
Un dato contra Scheffler
En la nómina de favoritos precisamente destaca McIIroy, cuyo destino ofrece una curiosa cábala. El norirlandés ganó hace sólo unos días el Wells Fargo, un torneo del PGA Tour que supone haber logrado dos victorias consecutivas en la antelasa del PGA Championship. El último en lograrlo fue precisamente él en 2014, precisamente en Valhalla, cuando conquistó The Open y el Campeonato del Mundo Bridgestone Invitational antes de triunfar en el PGA. Aquél fue su cuarto y último major hasta la fecha, por lo que ahora espera romper esa sequía de 10 años.
El otro gran aspirante es Scottie Scheffler, que espera llegar al PGA con ese pan debajo del brazo que la sabiduría popular siempre atribuye al nacimiento de un hijo. Hace pocos días el indiscutible número uno del mundo fue padre por primera vez. Cuatro victorias este año, entre ellas The Players Championship y The Masters, acreditan que la versión actual de Scheffler es la más parecida a la del mejor Tiger Woods. En contra de él, un dato tan real como absurdo: todas la victorias de Scheffler se han producido entre febrero y abril. Jamás ha ganado un torneo más allá de mayo.
Woods ha desaparecido de la lista de favoritos para entrar en la lista de alicientes. Su llegada al torneo es otra gigantesca incógnita, pasar el corte ya sería un éxito, aunque el estadounidense, con 15 majors a sus espaldas, no se resigna y sigue pregonando aquello de que está en el PGA para ganar.
Adrián Otaegui (-18) logró remontar los cinco golpes de desventaja con los que partía en la ronda final del Volvo China Open, para conseguir su quinta victoria en el DP World Tour y romper así la sequía del golf español, que aún no había ganado en este 2024 en ninguno de los dos grandes circuitos. El torneo, que se vio reducido por fuertes lluvias a 54 hoyos, concluyó este domingo en Hidden Grace Golf Club de Shenzhencon una soberana ronda del español con 65 golpes, siete birdies sin error que le dieron la victoria con un golpe de ventaja sobre el italiano Guido Miggliozzi.
Este triunfo mete al jugador español en el PGA Championship, segundo grande de la temporada, que se juega en un par de semanas en Valhala (Kentucky) y donde ya esta clasificado Jon Rahm. Además Otaegui, que ocupaba el puesto 143 del ranking mundial antes de su triunfo, se va acercar mucho al puesto 100, lo que le va a permitir meterse en la lucha por los Juegos Olímpicos, donde David Puig llevaba hasta ahora la delantera (105 del ranking mundial) seguido por Jorge Campillo (123) que podría dar un salto importante si esta noche termina en el Top-10 del torneo del PGA Tour que está disputando.
La competición se vio reducida a 54 hoyos. Los 18 últimos disputados mediante dos tee de salida y en grupos de tres para agilizar un torneo donde Adrián Otaegui ha brillado, a pesar de las dificultades, con luz propia.
El golfista vasco empleó 67 y 66 golpes en las dos primeras jornadas, dos resultados brillantes apoyados en un juego sólido que generó un torrente de birdies, hasta el punto de que un bogey en el hoyo 18 de la segunda ronda figura como único error de una actuación inmaculada. No obstante, lo mejor estaba por llegar, una última vuelta excepcional donde los birdies se fueron haciendo hueco en la tarjeta a borbotones, cuatro en la primera vuelta (hoyos 2, 4, 8 y 9) y otros tres más en la segunda (hoyos 13, 16 y 17), siete en total que voltearon la clasificación a su favor a pesar de la fuerte competencia de sus principales rivales.
Entre ellos, mención especial para el sueco Sebastian Soderberg, que por momentos compartió liderazgo con el golfista español. La emoción alcanzó sus más altas cotas en el último hoyo del jugador nórdico, ya con Adrián Otaegui esperando impacientemente en la casa club el desenlace de la vuelta de Soderberg. La presión, inmensa, afectó gravemente al golfista sueco, envuelto en problemas en un hoyo final donde rubricó un doble bogey que puso en bandeja el nuevo triunfo de Adrián Otaegui en el DP World Tour.
Del resto de representantes españoles en este Volvo China Open, los más destacados han sido Santiago Tarrío e Iván Cantero, ubicados en los puestos 27 y 24.
Eso que se suele decir de que el tiempo se detiene, es algo literal en el Masters de Augusta. Ya son 88 ediciones y todos los rectores del campo de golf más exclusivo siguen teniendo una máxima: En su torneo no entra un teléfono móvil.
Ya sea Tiger Woods, el presidente de la cadena CBS o un jardinero, ningún móvil es bienvenido en Augusta National en pleno siglo XXI. Época en la que no existe un solo espectáculo deportivo de masas en el mundo que siga este modelo de austeridad tecnológica.
Para muchos esto es un sinsentido y más, si se tiene en cuenta que la empresa de telefonía AT&T, líder en Estados Unidos, es uno de los patrocinadores del torneo. Las cabinas de teléfono, esas que están en extinción en todo el mundo civilizado, se prodigan en Augusta entre azaleas y magnolios. Alrededor de una treintena se pueden encontrar repartidas en diferentes puntos estratégicos del campo de golf.
WYDHAM CLARK Y JON RAHM
En el Masters se puede pasar la tarde enganchado a una conferencia con Tegucigalpa desde el mismísimo Amen Corner y todo, con cortesía de los socios de chaqueta verde.
El ganador del US Open, Wydham Clark respeta las reglas del Masters pero no entiende muy bien la medida en los tiempos actuales: "A mí me parece muy positivo el uso del teléfono, sobre todo cuando la gente los utiliza como cámaras. De esta forma pueden captar la esencia del torneo y llevarse el recuerdo para siempre. No es lo mismo tener una imagen recogida por tu propia mano que verlo por televisión. Hoy en día estos apartados son más que un teléfono, son un recurso muy bueno para que la gente disfrute de nuestro deporte".
Para otros, como Jon Rahm, es justo lo contrario: "Creo que debería haber más torneos que deberían hacer lo mismo", ha afirmado el vigente campeón sobre esta restricción. "Creo que si el ambiente aquí es tan especial es precisamente por eso. No tienes distracciones, es puro amor al deporte. Ojalá hubiera más torneos así".
Rahm también reconoce que, en los últimos años, se ha flexibilizado un poco la norma con los jugadores y que Augusta hace 'la vista gorda' en días de prácticas y sobre todo en los pares tres: "Saben que los jugadores llevamos el teléfono, pero ni lo sacamos. Quizás con alguna foto o un vídeo corto, pero apenas nada y solo hoy", ha señalado el de Barrika tras el concurso de pares tres.
LA CLAVE ES SER DISCRETO
Todos coinciden que la política del campo con los participantes es mucho más laxa. No hay nada oficial, pero se consienten determinados usos siempre fuera de la rondas oficiales del torneo. La clave para el norteamericano, Billy Horchel es "ser discreto y no hace alarde de su uso".
Estas restricciones pueden ocasionar algún contratiempo para algunos jugadores que han adaptado la nueva tecnología como parte de su trabajo diario. Un ejemplo es grabarse el swing en el campo de prácticas: "Con el tiempo aprendí que no puedo esconder el teléfono en algunos sitios. Estoy acostumbrado a golpear algunas bolas y luego mirarlo", ha apuntado Colin Morikawa.
Para el ganador del Open Championship, Brian Harman el teléfono no tiene tanta importancia en la semana: "No te sirve de nada tener uno porque cualquiera con quien necesite hablar, como mi entrenador, mi manager o mi esposa, ya está en el campo y no tienen sus móviles".
"Tratamos de ser fieles a nuestra misión, a quienes somos y a lo que Bobby Jones y Clifford Roberts tenían mente cuando crearon el club", ha comentado Fred Riley, CEO del Augusta National, quien también ha recordado que, en sus planes, no está la idea de cambiar sus políticas con la telefonía.
CUALQUIERA SE EXPONE A NO VOLVER
Al Master le da absolutamente igual las redes sociales y el espectador, periodista o jugador que desafíe sus normas, se expone a no volver nunca.
Para el público o los patronos, así se denominan, tener un teléfono es materialmente imposible ya que los férreos controles de acceso se aseguran que no haya elemento tecnológico alguno. Muchos que lo saben, lo dejan en casa, otros pícaros y despistados, lo intentan, pero sus terminales quedan requisados en consigna.
Los periodistas, que pueden acceder al club con ellos, sólo pueden usarlos en el espectacular centro de prensa, que ya quisiera para sí unos Juegos Olímpicos o un Mundial de Fútbol. Al principio, no disponer de un teléfono a mano y tener que coordinar cierres, envío de material o mil gestiones varias que requiere la vida de un enviado especial, parece un disparate, pero se terminan adaptando.
Eso sí, la acreditación que permanentemente tienen que llevar, y que incluye un microchip, permite a Augusta controlar donde están en cada momento de la semana. A pesar de ello, pueden escribir reportajes desde el ordenador portátil, aunque Augusta bien podría obligarles a teclear una Olivetti, tal y como a Bobby Jones le hubiera gustado.
No hubo ninguna opción para una heroica, que en el fondo todos esperábamos. Jon Rahm terminó la tercera jornada con una vuelta del par, 72 golpes no han sido suficientes para que el español llegara al domingo de Masters de Augusta con opciones de formar un lío. El +5 durante las tres primeras rondas le deja en el puesto 34º y el de Barrika tendrá que buscar nuevos alicientes. «Mañana es otro día; si empiezo bien y me acerco al par total... Yo creo que me puedo meter en el top 10. Ganar ya, complicado, pero al menos terminar el torneo con buen sabor de boca», comentaba el campeón defensor que se tomó el varapalo con bastante filosofía.
Rahm salvó el honor con un único birdie en el hoyo 17 y un solitario tropiezo en el 7 y se dejó por el camino innumerables opciones de birdie, porque el swing no está acompañando al golfista de Barrika en este Masters de Augusta. «He estado mejor que ayer, pero tampoco es que me haya sentido muy cómodo. Estoy buscando algún gesto en el swing que me ayude, entre comillas a tirarla pa'lante... y al final he cogido un poco de confianza», admitía.
Jon Rahm parece resignado a tener un papel secundario en la ceremonia de imposición de la chaqueta verde el domingo. «Me ponéis en un compromiso», respondía ante la pregunta de a quién le gustaría coronar de verde, y tras unos segundos repasando la clasificación se moja, «A Nicolai (Hojgaard), por el buen rato que pasé con él en la Ryder y por la amistad que hemos creado... Pero le queda mucho para ganar». Al ser el campeón de 2023, le corresponde vestir de verde a su sucesor.
Sopló el viento con mucha menos intensidad que en el día de ayer, pero lo suficiente como para seguir complicando las vueltas de los jugadores y sobre todo llevar a un extremo de dureza los greenes de Augusta National: «El campo está muy duro y rápido y cualquier ronda bajo par será un buen resultado».
No fue un día propicio para los más románticos del golf, Txema Olazábal terminó con +3 y 9 sobre par en el total empatado provisionalmente en el puesto 53, mientras que Tiger Woods volvió a sufrir con su maltrecho físico y perdió todas las posibilidades de acercarse al grupo de cabeza.
Hay pocas cosas que no puede controlar Augusta National y una de ellas es el viento; racheado, molesto, a ratos insoportable, así amaneció desde bien temprano la segunda jornada del Masters de Augusta. Las consecuencias del temporal: solo ocho rondas por debajo del par del campo y vueltas de más de seis horas. Una tortura disfrazada de verde.
"Llevo viniendo aquí más de 30 años y no recuerdo haber jugado en estas condiciones", explicaba José María Olazábal tras finalizar con +6 un par de horas antes de la finalización de la jornada, pensando que estaba claramente fuera del corte. "Es de largo la jornada más dura del Masters que he jugado", apuntillaba Jon Rahm.
Quizás no se ha dado la importancia que merece la ronda de par de Tiger Woods. Quien piense que la gesta del cinco veces ganador del Masters es pasar su 24º corte consecutivo y establecer un nuevo récord en la historia del torneo, se equivoca. Woods ve más allá, una vuelta de par, un resultado global de +1, siete golpes de desventaja y 36 hoyos por jugar. Cuando un periodista americano le preguntaba por el significado de establecer un nuevo registro de racha de cortes pasados, la respuesta de Woods sonrojó a la zona mixta. "Significa que tengo una oportunidad de ganar el fin de semana". Así de claro lo tiene Woods. Hoy fue una prueba de fuego, 23 hoyos en este campo exigente y con condiciones duras, y el resultado lo dice todo. Woods es consciente de que hace mucho que se acabó esa era de victorias apabullantes, y a sus 48 años y un cuerpo con más costuras que un torero, tiene claro que sus armas son otras. De momento lleva (literal) media vida pasando cortes en este torneo. "La capacidad que tiene Tiger de no competir en meses y luego venir aquí y pasar el corte... lo dice todo", admiraba Rahm.
A Jon Rahm (+5) su juego errático, con 76 golpes hoy, le ha castigado a prácticamente ser un convidado de piedra del fin de semana. Rahm está a 9 golpes de los líderes y en ningún momento ha tenido una opción de engancharse al torneo, bastante ha tenido el de Barrika con salir vivo de la ventolera. "Había momentos que pensé que podría suspenderse", decía. No hay ninguna explicación de que la defensa no esté a la altura de lo esperado, simplemente Rahm no está jugando bien y Augusta National no da respiros ni siquiera a los que cada año se visten de verde. Cuando vienen mal dadas 'Rahmbo' siempre tira de coraje. Saltaron las alarmas cuando el doblebogey del hoyo 14 le dejaba en la cuerda floja del corte, pero la reacción con birdie en los hoyos 15 y 16, serenaron el mal momento.
"¿Las sensaciones con el swing? Peores que las de ayer. Ahora solo queda pensar en una buena cena, en pasar bien la noche y mañana quién sabe lo que puede pasar... no tengo nada que perder", Rahm siempre ve el vaso medio lleno.
En el caso de Sergio García, el problema es que no ve ni el vaso, el batacazo fue sideral con una secuencia final de tres bogeis y un doble para firmar 79 golpes y fallar el corte. En 24 ediciones del torneo disputadas, es el décimo corte que falla Sergio. Tanto desquicia este campo el de Borriol, que volvió a dejar a la prensa plantada sin pasar por la zona mixta.
No fue el único chaqueta verde que ha tenido que abandonar el torneo, Dustin Johnson hizo 79 golpes, Bubba Watson 80, los mismos que Carl Schwartzel. Gary Woodland o Brian Harman también descarrilaron, solo son ejemplos de algunos ganadores de grandes con el fin de semana libre.
Entre tanto batacazo brilla la gesta de José María Olazábal, que a última hora entró en el corte del torneo junto a todos los +6. A sus 58 años dejó una gran ronda de +1, solo emborronada por el triple-bogey del hoyo 12.
"Hoy he disfrutado en el campo; hacía mucho que no pegaba a la bola así de bien... he pegado muchos golpes como quería, en general he pateado bien y, quitando esos veinte minutos del hoyo 12, lo demás ha sido bonito". Rahm se enteraba en zona mixta del +1 de Olazábal. "Aquí se demuestra que es un maestro y la experiencia que tiene José Mari, hacer un +1 con un triple bogey es propio de un artista. Qué pena que no me hubieran puesto con él para haberlo visto en directo".
El tridente de líderes en -6, queda repartido con el jugador del LIV Golf Bryson DeChambeau con 73 golpes hoy, para cerrar con -6. El número uno del mundo Scottie Scheffler (72 golpes, -6), que parece estar regulando esfuerzos para lograr su segunda chaqueta verde y Max Homa, uno de los ochos magníficos que ganaron al campo (-1), lo que le permite ser uno de los colíderes.
El danés Nicolai Hojgaard es la sorpresa y se sitúa cuarto en solitario con -4 en su primera participación en el Masters. Malos tiempos se avecinan para los norteamericanos en futuras Ryders Cup, porque la vuelta más baja del día fue para el sueco Ludving Aberg, el jugador capaz de hacer las gestas más sobresalientes sin darse importancia. Aberg fue el único en bajar de 70 golpes hoy, es séptimo a seis golpes de la cabeza, pero lo más alucinante de todo no es solo que está jugando en su primer Masters, es que el sueco debuta esta semana en torneos majors. Solo existen dos referentes en la historia del golf moderno que ganaron un major en su primera participación, Ben Curtis (Open Championship 2003) y Kegan Bradley (PGA Championship 2011).
El pasado martes, Severiano Ballesteros hubiera cumplido 67 años, los mismos que cumplirá Bernhard Langer. Un extraordinario caso de longevidad competitiva sin una razón explicable. Es el 'Benjamin Button' del golf, uno de esos cromos cotizados que tendría que haber dicho adiós al Masters de Augusta en este 2024.
Así lo había decidido el ganador de dos chaquetas verdes, pero un chasquido en el mes de febrero le ha puesto una prueba final e inesperada: el tendón de Aquiles roto. Atrás quedan 123 victorias, 46 de ellas después de los 50. Hablar con Langer es un poquito como hablar con Seve y EL MUNDO lo ha hecho en exclusiva desde Augusta National. Una lesión así retiraría a cualquiera, pero no al alemán, que aunque no juegue, no ha querido perderse este Masters. Nunca se rinde.
¿Cómo se encuentra ahora mismo?
Después de que me lesioné, comencé con la rehabilitación sólo tres días después de la cirugía. En dos meses ya podía soportar peso y caminar y desde los últimos 10 días estoy practicando golf. Debería regresar al nivel más competitivo en las próximas cuatro u ocho semanas.
¿No se ha podido despedir de este torneo tan especial, pero aquí está?
Sí, simplemente no puedo jugar. Estuve en la cena de campeones y estaré toda la semana dentro y fuera del campo de golf, pero no participaré como jugador.
Son más de 40 años compitiendo en El Masters, ¿le pongo en un aprieto si le pido que se quede con el mejor momento?
Es una pregunta difícil, pero probablemente tendría que decir las dos victorias que he tenido. En la primera recuerdo a mi esposa preguntándome en el hoyo 18 y diciéndome que ya podíamos tener hijos. De hecho, la primera fue en 1985 y tuvimos al primer hijo en 1986. La segunda para mí también fue muy especial por varias razones: Fue el domingo de Pascua y yo soy creyente. Es la resurrección de Jesús lo que celebramos. Así que fue muy personal para mí y tuvo un gran significado ganar el torneo ese día. También fue especial por tener una ventaja de cuatro golpes en el 17 y 18 y saber que había ganado el torneo. Pude disfrutar caminando hasta el 18, con la gran ovación y todo el ambiente sin tener que concentrarme todavía.
¿Entonces al final pospondrá su retirada para 2025?
Sí, ese es mi objetivo. Estaba planeando que este fuera mi último año, pero con mi lesión eso no va a suceder. Espero que el año que viene sea aquí mi torneo de despedida como jugador y que sea muy emotivo. Probablemente será difícil, pero tendré mucho apoyo y muchos buenos recuerdos: Mi primer torneo fue en 1981, creo que 1982 fue mi primer Masters, así que en 2025 serán 43 años.
El gesto de Seve en el Masters de 1985
Compitió mucho con Seve, ¿con qué recuerdo se queda?
Por supuesto, hemos tenido muchos recuerdos fantásticos juntos. Estábamos compitiendo unos contra otros, pero también jugamos muchas veces en los equipos de la Ryder Cup. Teníamos la misma edad y antecedentes similares. Él era caddie igual que yo. Ambos vinimos de una familia pobre y trabajamos duro para llegar aquí, no nos regalaron nada, tuvimos que ganárnoslo. Tengo un recuerdo muy bonito de 1985 (Master de Augusta que él ganó). Estábamos en el penúltimo partido jugando juntos y en el último, los norteamericanos Curtis Strange y Raymond Floyd. El torneo se decidía entre los cuatro. Hice birdie en el 17 y mientras caminábamos desde la pizarra hasta la salida del 18, Seve me pasó el brazo por el hombro y me dijo: "Está bien, el torneo es tuyo, mereces ganar esto. Ve a por ello". Fue un gesto muy bonito, él había perdido el torneo. Creo que se dio cuenta de que no iba a ganar y prefería que yo ganara antes que los estadounidenses. Eso fue algo que también hizo en el primer tee. Nos dimos la mano, nos deseamos buena suerte y me dijo: "Asegurémonos de que el ganador salga de este partido", es decir, él o yo.
¿Cómo valora la decisión de grandes jugadores como Jon Rahm de irse LIV Golf y abandonar el PGA Tour?
Es una situación difícil para el golf y el PGA Tour. Creo que realmente no puedo culpar a nadie por irse cuando les ofrecen tanto dinero. Somos atletas profesionales, hacemos esto para ganarnos la vida. No lo hacemos sólo por diversión. No culpo a los jugadores que se van porque les ofrezcan cientos de millones de dólares. No estoy seguro de que todo esto sea bueno para el juego. Pero descubriremos que pasará en el futuro. Sólo espero que el PGA Tour, el circuito europeo y el LIV Golf, de alguna manera, lleguen a un acuerdo y trabajen juntos para tener más torneos en los que los mejores jugadores compitan entre sí. En última instancia, creo que es eso lo que a la gente le gustaría ver.
En el mejor momento de su carrera, ¿se hubiera ido al LIV si le hubieran puesto el dinero encima de la mesa?
Es una pregunta hipotética. Recuerdo que que hace 25-30 años se hablaba de un circuito mundial. Yo estaba en la cima de mi carrera y era uno de aquellos en los que estaban muy interesados. Hubo muchas discusiones sobre cómo hacerlo y fue parecido a lo que vivimos hoy. La idea era que los 50 o 70 mejores jugadores del mundo se reunieran y jugaran 15 o 20 torneos alrededor del mundo. Sonaba muy atractivo, pero el dinero no era ni de lejos tan grande como lo que ofrece actualmente el LIV. El PGA Tour estaba en contra del circuito europeo y entonces se les ocurrió hacer eventos del campeonato mundial. Eso terminó por hundir la idea.
Volviendo al Masters, sólo una curiosidad: Tiene su taquilla en el vestuario de campeones, ¿pero la comparte con alguien?
Bueno, había otro, tiene otro nombre, pero falleció. Así que ahora es sólo mi taquilla. Está bien, pero con los nuevos ganadores que habrá en los próximos años, tendré que compartirla.
Es usted una leyenda y nadie ha seguido ganando con 66 años, ¿cuál es el secreto?
No es sólo una cosa, son muchas. Es como un rompecabezas donde tienen que encajar todas las piezas. Creo que antes que nada hay que estar sano. Si no estás sano, no podrás hacer swing con el palo ni rendir como deseas. Por eso, mi objetivo es mantenerme saludable y hacer ejercicio para mantenerme flexible y fuerte. Tienes que estar dispuesto a trabajar a diario para ser lo mejor que puedas ser. No vas a llegar ahí tumbándote en casa, sin practicar durante dos o tres semanas, yendo a pescar o cualquier otra cosa que suele hacer la gente. Necesitas un buen sistema de apoyo. Y por último, saber que el golf no lo es todo. Si pierdo o gano, hay cosas más importantes en la vida. Así que trato de vivir con una perspectiva eterna. Porque la vida es muy larga, aquí solo hay 80 o tal vez 100 años, si tienes suerte, pero la eternidad es para siempre. Por eso trato de concentrarme en eso y en las relaciones. Cuanto mayor me hago, más me doy cuenta de lo importantes que son las relaciones entre las personas y trato de hacer de eso una prioridad.
¿Y qué tal su relación con Miguel Ángel Jiménez?
Miguel es fantástico. Tiene 60 años y habiendo jugado a un nivel muy alto durante muchos años, todavía es muy competitivo. Puede jugar en el Circuito Europeo y seguir siéndolo. Ama el juego y le encanta competir. Es un gran personaje y elige vivir: coches rápidos, un buen puro, vino tinto. Lo que sea lo disfruta a lo grande. Y sí, hemos sido buenos amigos durante muchos años.
Y para terminar, hábleme de sus mejores recuerdos en España
Tengo muchos recuerdos maravillosos de España. Todo empezó cuando yo era muy joven, porque los inviernos en Alemania son muy fríos y hay nieve y hielo. Así que a veces fui a España cuando tenía 17, 18 o 19 años para pasar el invierno, practicar y jugar. Siempre me gustaron los españoles, el idioma y cómo son. Así que hice muchos amigos: Gallardo, Seve, Rivero, Cañizares, Piñero y muchos otros. Además, tuve varias victorias en España: Gané en El Saler, mi última victoria en el Circuito Europeo fue en Valderrama y luego tuvimos la Ryder Cup que ganamos con Seve de capitán.
El Masters es un evento de tradiciones y por eso, para no perder las buenas costumbres, los tres españoles participantes en el torneo, José María Olazábal, Sergio García y Jon Rahm, se citaron en la víspera del comienzo del torneo en tee del hoyo 1 a las 10 de la mañana.
Los tres tienen sitio reservado en el parking de ganadores, disfrutan de una taquilla en el vestuario de campeones y por su puesto pueden vestir sus chaquetas verdes en las instalaciones del club más exclusivo del mundo.
La secuencia recordó a 2023, cuando Olazábal abrazó a un Jon Rahm ya ganador, aunque en estos 365 días han sucedido demasiadas cosas. Las turbulencias en el panorama golfístico mundial han dado paso a un silencio desalentador. Todos los actores promulgan a los cuatro vientos que el acuerdo entre el PGA Tour y el LIV Golf es crucial -las audiencias de televisión están cayendo en torno a un 20%-, pero la paz se hace esperar.
La previa de Rahm
"Vaya cenita te marcaste", decía socarrón Sergio al campeón defensor. El de Barrika aguantaba, estoico, las bromas del capitán de los Fireballs, antes de pegar un espectacular madera 3 en la primera salida de Augusta. "Vaya misil he pegado", le confesaba a Olazábal mientras guardaba cuidadosamente su palo. Jon Rahm apareció mucho más relajado tras la cena de anoche, un auténtico festín de cocina vasca que diseñó concienzudamente el chef José Andrés. La palabra que mejor definiría el encuentro de los campeones vivos del Masters (solo faltaron Sandy Lyle y Ángel Cabrera) fue camaradería.
Rahm llega al Masters con una preparación justa, probablemente lejos de la ideal. Ha competido en solo cinco torneos del LIV Golf llegando a todas las finales, aunque sin concretar ninguna victoria. No es un problema de las tres rondas del LIV, aunque Rahmbo reconoce que jugar cuatro rondas le beneficia. Y tampoco es un tema de ambición competitiva. "Quiero ganar tanto como quería ganar antes de pasar a LIV. Eso realmente no cambia", dijo en su encuentro con los medios donde volvió a admitir echar de menos el PGA Tour. "Todavía amo el PGA Tour y le deseo todo lo mejor. Todavía espero que en algún momento pueda competir allí nuevamente", respondió contundente antes de matizar que no se arrepiente de su salto al LIV Golf donde ve muchas cosas positivas
Rahm saldrá el jueves a las 10:30 hora local (16:30 hora en España) junto a Matt Fitzpatrick, el inglés ganador del US Open el año pasado y a Scott Dunlap.
El buen momento de García
Sergio García, ganador del Masters en 2017, llega a Augusta con su segundo puesto hace unos días en el LIV Golf de Miami, donde el jugador dio su mejor versión en años. A pesar de caer en el desempate, el juego largo de García recordó al que le llevó a conquistar aquí su primer major. Además, gracias al reciclaje de un putter antiguo de hace ya 25 años está cimentando una esperanzadora regularidad en los greenes. Se trata de un modelo de Scotty Cameron que Sergio usó en su famoso segundo puesto en Medinah en 1999 donde plantó cara al mismísimo Tiger Woods.
García debutará el jueves acompañado de Chris Kirk y Ryan Fox desde las 15:12 hora española.
El trio de españoles lo cerraba José María Olazábal, ganador en 1994 y 1999. En el entrenamiento con sus compatriotas pegó con el alma el drive del hoyo uno y aun así se quedó 20 metros por detrás de las maderas tres de García y Rahm. Juega otro torneo, pero la sensación es que la sola presencia durante nueve hoyos es mucho más beneficiosa de lo que incluso Olazábal podría llegar a imaginar.
La lucha de Woods
En el plano internacional Tiger Woods volvió a acaparar de nuevo las principales miradas. "Se le ve muy bien de golf", afirman desde su entorno, pero la lucha será otra. Contra su físico, las exigentes cuestas de Augusta National y la previsión de lluvia del jueves. "¿Cuál es tu sensación acerca de lo que eres capaz de hacer esta semana?", le preguntaba el martes uno de los periodistas. "Si todo sale bien, creo que puedo conseguir un major más. ¿Necesito extenderme más en la cuestión o estamos bien así?", contestaba rotundo Woods.
A la tercera no fue la vencida, Sergio García cayó en el desempate del LIV Golf de Miami, el tercer playoff que se le escapa de la gira saudita. Este último resulta especialmente doloroso ya que se produce a solo unos días de que comience el Masters de Augusta, el primer major del año, donde volverán a encontrarse en un mismo escenario los jugadores del LIV Golf, con los del PGA Tour por primera vez en 2024.
El quinto torneo de la temporada se ha celebrado en el resort de Doral, propiedad de Donald Trump, uno de los valedores de la gira saudí. Entre los participantes esta semana había 13 jugadores del LIV Golf que competirán en el Masters desde el jueves, de los cuales, siete son antiguos ganadores, con Jon Rahm y Sergio García a la cabeza.
El jugador de Borriol, ganador de la chaqueta verde en 2017 se reencontró con 'El Niño', aquella versión que deslumbró al mundo en 1999. No obstante, también dio muestras de ser un golfista más maduro y reposado.
Uno de los secretos de la buena semana de García fue que recicló su putter de hace 25 años, el mismo modelo de Scotty Cameron, con el que puso en jaque a todo un Tiger Woods en aquel PGA Championship de 1999. Sergio rescató del garaje aquel mítico palo, que mandó restaurar hace solo unos días.
El revulsivo del nuevo palo en su bolsa no se hizo esperar y llevó al español a la ronda final del torneo como líder con dos golpes de ventaja. Un resultado, por otra parte, cimentado en un poderoso juego largo, habitual en García, coronado con su excelente regularidad en los greenes, que marcó la diferencia.
García, que llevaba tres años y medio sin ganar, aguantó paciente las embestidas de todos sus rivales y asestó uno de los mejores golpes del torneo en el hoyo 17, un putt de 13 metros con el que salía a jugar el hoyo 18 con un golpe de ventaja. Posteriormente, realizó una excelente salida y un correcto golpe a green. Dos putts separaban al jugador de 44 años de volver al círculo de ganadores.
García ya había caído en el desempate en el primer torneo de la temporada en Mayakoba y uno de los puntos débiles de su carrera siempre ha sido que su juego no tenía la misma fluidez en los momentos de más presión. Volvieron los fantasmas y los tres putts lo condenaban a un nuevo desempate.
El de Borriol llegó para jugar de nuevo el 18 de desempate con la cabeza baja. Tras igualar en el primer hoyo que jugaron, en el segundo García tiró su bola al agua y puso la victora en manos del sudafricano Dean Burmester.
Rahm
Jon Rahm quedó cuarto. El de Barrika lleva cinco torneos en el LIV y cinco Top-tens, un destacable dato que sin embargo le sabe a poco. Rahm rubricó 69 golpes con un extraordinario putt en su último hoyo desde 13 metros, un birdie que a la postre daría la victoria por equipos a su combinado: Legion XIII, la segunda que logran tras el inaugural de Mayakoba.
El consuelo del jugador vasco fue haber llegado a tiempo para ver la prórroga y a su querido Athletic de Bilbao ganar la Copa del Rey. Será un buen momento para prolongar las celebraciones, con una exitosa defensa de la chaqueta verde esta misma semana