Jasikevicius vuelve a hacer al Fenerbahçe rey de Europa

Jasikevicius vuelve a hacer al Fenerbahçe rey de Europa

Ocho años después vuelve a ser campeón de Europa el Fenerbahçe, el primer equipo turco que reinó, de Zeljko Obradovic a Sarunas Jasikevicius, el pupilo aventajado. Tuvo que ser a la sexta del técnico lituano, como maldito en las Final Four, ahora todopoderoso. Derrotó al Mónaco de Spanoulis tras un último cuarto con la determinación de los que no están dispuestos a dejar pasar la oportunidad, Marko Guduric en modo héroe y Abu Dabi como extraño e inédito escenario. [70-81: Narración y estadísticas]

Lloraba Jasikevicius, tanta frustración pasada con el Barça, en el Etihad Arena. Rugían las tribunas amarillas y por el fondo se marchaba el perdedor, el que fue su compañero, otro tipo que será mago de los banquillos. Spanoulis era debutante en la cita y estuvo tan cerca como años atrás Saras, todos hijos de Zeljko. Fue una final de nervio e igualdad, resuelta por una recta de meta en la que la experiencia resultó determinante. Un mal comienzo del acto final, más de cuatro minutos sin anotar, le costó la vida a Mike James y compañía.

Que habían avanzado con solvencia toda la tarde, especialmente al comienzo. Porque los focos no estaban sólo en los banquillos. Había en el Etihad Arena tipos dispuestos a adueñarse de toda una final de la Euroliga. Bien lo sabe Mike James, a sus casi 35 años, uno de los talentos más grandes que jamás conoció la competición, dispuesto a levantar el trofeo por primera vez. De ahí la salida fulgurante del Mónaco, el nuevo rico por el que pocos daban un duro como campeón.

Devon Hall, defendido por Diallo, durante la final.

Devon Hall, defendido por Diallo, durante la final.FADEL SENNAAFP

Era el año de los griegos, decían. O del Fenerbahçe. Proyectos de puro lujo, sin un resquicio en sus plantillas. Pero la Roca Team, un recién llegado como quien dice (en los 70 llegó a disputar la Copa Korac, pero no volvió a la primera francesa hasta 2015), ya sobrevivió a un tiro final de Kevin Punter en cuartos. El invitado sorpresa que dominó el primer acto de toda una final, cuatro triples de cinco intentos, sin rastro de la presión del escenario. Más lejos todavía en el segundo cuarto, con el poderío de Alpha Diallo y los rebotes de Jaiteh. Justo ahí (32-23 tras un 12-2 de parcial), despertó el Fenerbahçe.

Devolvió el parcial (1-12) y cerró la primera mitad adueñándose de las sensaciones. El martillo de Hayes-Davis (nombrado MVP de la final, 23 puntos, 14 tiros libres sin fallo) y dos acciones de físico y talento de Devon Hall para que las tribunas, repletas del amarillo de los turcos, estallaran.

Guduric celebra una de las canastas clave, en la final ante el Mónaco.

Guduric celebra una de las canastas clave, en la final ante el Mónaco.RYAN LIMEFE

Después del descanso acudió un precioso intercambio y más igualdad. Ya Guduric había asomado, pero nadie parecía quebrarse. Y, sin embargo, cuando el Fenerbahçe intuyó la presa, ya no la soltó. Amaneció en el parcial final con un triple de Baldwin, con un dos más uno de McCollum. Una ventaja a su favor que por primera vez se disparaba. Intentó reaccionar el Mónaco, aunque Diallo, su mejor hombre, había sido eliminado por faltas. Y ahí estaba Guduric, un canastón, otro triple de Hall. Cada vez más cerca de Estambul la gloria. El último intento monegasco lo resolvió, quién si no, Guduric.

Es la segunda Euroliga en la historia del Fenerbahçe, con la que iguala al Efes, la cuarta de un equipo turco en las últimas ocho ediciones. Es la Euroliga de Jasikevicius, que une su nombre a leyendas. Sólo Lolo Sainz (Real Madrid), Armenak Alachachian (CSKA), Svetislav Pesic (Bosna y Barça) y el propio Saras saben los que es ganar la Copa de Europa como jugador y como entrenador.

Tragedia griega en Abu Dabi: Fenerbahçe y Mónaco disputarán una final inédita de la Euroliga

Tragedia griega en Abu Dabi: Fenerbahçe y Mónaco disputarán una final inédita de la Euroliga

Los dos proyectos más millonarios y ambiciosos de la temporada, el primero y dominador de la liga regular y el defensor del título, los enemigos irreconciliables que esperaban que el Etihad Arena de Abu Dabi se convirtiera en el escenario de una final histórica, vivieron sin embargo una tragedia ayer. Una tragedia griega en dos actos. Panathinaikos primero y Olympiacos después dijeron cruelmente adiós en semifinales, eliminados por Fenerbahçe y Mónaco, que disputarán el domingo un desenlace inédito. [68-78: Narración y estadísticas]

La Final Four es siempre escenario de asombros. Si en la primera semifinal el poderío del Fenerbahçe despedazó a todo el talento del Panathinaikos, en la segunda, la determinación de ese glamouroso recién llegado llamado Mónaco acabó con el colectivo más trabajado y efectivo de la competición, el Olympiacos de Bartzokas, de Vezenkov y Fournier, otra vez en la trampa de quien dominó el curso, de nuevo frustrado tan cerca del título que no gana desde 2013. Quien, para más inri, este año celebra su centenario.

Desde el amanecer, con un despliegue estruendoso de Mike James (17 puntos, siete rebotes y siete asistencias), hasta la recta de meta, cuando Evan Fournier (31 puntos) se echó el equipo a la espalda para tratar de remontar a la desesperada. Alpha Diallo (20 puntos, cinco rebotes), Mam Jaiteh (11-6) y Blossomgame (12-5), al igual que en la serie de cuartos contra el Barça, pusieron el físico y el talento para desactivar a un Olympiacos sin acierto y sin capacidad de pase. Sin corazón.

Fue una semifinal similar a la anterior, un querer y no poder del equipo ateniense. Con la ventaja en sus manos, Mike James manejó los tiempos para un triunfo que, al segundo intento en una Final Four, llevó Mónaco a la final. Vezenkov, uno de los jugadores más determinantes de Europa, estuvo desaparecido: después de 24 partidos seguidos metiendo al menos un triple, se quedó seco desde el perímetro (seis fallos).

Será una batalla con dos focos evidentes en el banquillo, dos bases que dominaron la competición hace no tanto, dos leyendas. Jasikevicius con los turcos y Spanoulis, debutante en la competición, con los monegascos, siendo el griego verdugo del equipo en el que lo fue todo.

Jasikevicius elimina al campeón y lleva al Fenerbahçe, siete años después, a la final de la Euroliga

Jasikevicius elimina al campeón y lleva al Fenerbahçe, siete años después, a la final de la Euroliga

Habrá nuevo campeón de Europa y no habrá derbi de Atenas en la final del domingo en Abu Dabi. Por la Euroliga de Oriente pujará precisamente un equipo oriental, el Fenerbahçe de Estambul, siete años después en la lucha por el título, llevado hasta allí por su líder en el banquillo, Sarunas Jasikevicius. En una semifinal que dominó y mereció, los turcos pasaron por encima del campeón, un Panathinaikos lejísimos de lo que requería la ocasión. (84-76: Narración y estadísticas)

Para saber más

Fue con Obradovic cuando el Fenerbahçe culminó su proceso de éxito en 2017 (un año después perdió la final contra el Madrid en Belgrado) y desde entonces vuelve a buscar el camino. Ya está en la cima, tras una temporada en la que siempre mostró solidez. En el Etihad Arena, ni una duda, dueño de principio a fin. Una labor colectiva para pisar el talento del Panathinaikos, desde los puntos clave de Devon Hall y Errick McCollum, a los triples de Biberovic y el poderío interior de Melli. Ni siquiera hizo falta la mejor versión de su referente, Nigel Hayes-Davis.

Un año después de idéntica semifinal en Berlín, el Fenerbahçe se plantó con decisión, con la energía, agresividad y concentración que exige el escenario. Es la determinación de Jasikevicius para no dejar pasar otra Final Four más en su trayectoria, cinco de carrerilla (sólo Zeljko Obradovic y Dimitris Itoudis pueden presumir de lo mismo), aunque en su caso todas saldadas con derrota. Su equipo fue un bloque de cemento ante el campeón, ni una fisura, dominando el tempo y las sensaciones.

Nada le desviaba de su hoja de ruta, ni los intentos del MVP Kendrick Nunn, al que ensombreció de inicio, ni la vuelta al baloncesto de Mathias Lessort después de la grave lesión de rodilla que sufrió hace cinco meses ante el Baskonia. Al comienzo del segundo acto, sabiendo manejar el alto nivel físico de la batalla, con los triples de un inspiradísimo Biberovic, los de Estambul se vieron 13 arriba (31-18).

A esas alturas el Panathinaikos ya era consciente de que debía acudir al lado emocional de la cita. Ergin Ataman, que maneja como nadie esos terrenos, comenzó su presión a los árbitros (entre ellos el español Peruga), con la ayuda desde la primera final de Gianakopoulos, su presidente. En el momento de recibir la técnica por protestar supo su equipo que había que reaccionar. Y así fue. Entre Jerian Grant y Juancho, y con un canaston final sobre la bocina de Nunn, los griegos se fueron al descanso con sólo 33 puntos, pero mucho más cerca de lo que hubieran imaginado.

Los jugadores del Fenerbahçe celebran el triunfo.

Los jugadores del Fenerbahçe celebran el triunfo.FADEL SENNAAFP

Tan cerca que acarició la remontada a la vuelta de vestuarios en un par de ocasiones, cuando ya Nunn era principio y final. Era la igualdad de los que aguardan un desenlace agónico, pero de nuevo el Fenerbahçe encontró resquicio para dominar, esta vez apoyado en la experiencia y la dureza en la pintura de Melli y en Errick McCollum, uno de esos refuerzos (por la lesión de Wilbekin) de perfil bajo que acaban revolucionando al equipo.

Estiró tanto la cuerda que se sintió ganador. A la vez que Nunn cometía su cuarta falta, un triple de Melli ponía otra alarmante distancia (59-48). Y, más difícil todavía, con la quinta de su estrella (más técnica por protestarla), en ataque, cuando ya restaban menos de cinco minutos (67-56).

Pero no iba a haber forma, ni si quiera ante el empeño de Cedi Osman. Cuando más caliente estaba la tarde, Hall asestó un tripl a falta de menos de tres minutos que, seguido por otro dificilísimo de McCollum, acabó de enterrar a un Panathinaikos que buscaba su octava Copa de Europa.

Una Final Four muy de entrenadores

Una Final Four muy de entrenadores

Actualizado Jueves, 22 mayo 2025 - 23:05

La fuerza arrolladora de lo económico ha desplazado a los mejores equipos europeos a Abu Dabi. No tuerza el gesto, es la potencia de las veces que usted reposta 95 sin plomo o diesel. ¿Cuántos vuelos tomó en los 90 anualmente? ¿Cuánto vuela ahora? Los Emiratos y el resto de las potencias petrolíferas cada vez son más ricas en base a los hábitos occidentales y mundiales. Y a la Euroliga se le acusa de no tener ingresos fuertes a cambio de un baloncesto tan intenso. Aquí en este emirato la intensidad se mide en grados centígrados, de momento. A la tarde se medirá en canastas. Y en pascales. Los tiros más sencillos serán fallados, habrá pérdidas inocentes, habrá jugadores que no den la talla que dieron en Liga Regular.

Para saber más

En un país donde te reciben en los hoteles con cetrería, en sus habitaciones están los mayores halcones ganadores de las canastas y de los banquillos. La Euroliga es muy de entrenadores: Spanoulis, Jasikevicius, Bartzokas y Ataman. Menudos pájaros.

Sarunas se enfrenta al Efecto García Reneses, llegar a muchas F4 y no ganar ninguna. La sencilla tarea de hacer de menos a entrenadores que cuentan con infinidad de títulos nacionales y viajes a la Final Four (recordemos los que no han podido llegar este año). El técnico lituano ya la ganó como jugador. Aun así, si Fenerbahçe no se va de aquí con la Copa, se le recordará otro año hasta mayo de 2026. Él mismo reconoce que en tres años ha reducido mucho su número de sistemas, que sus jugadores son más libres, que interviene menos.

He volado con los árbitros españoles designados para el evento. Tienen tanta preparación que ni siquiera cuando les nombras al Panathinaikos y su dueño hacen la finta de escapar por la salida de emergencia. En el basket del este de Europa hay personajes que hubieran mirado cara a cara a Gil, Lopera, Lendoiro o Gaspart en los 90. Imaginen que estos presidentes hubieran tenido las stories de Instagram a tiro de postpartido.

Olympiacos también trae presión. La A es que no gane el Panathinaikos. La B es que ellos se sacudan a Micic y a Llull, quienes que esta semana están soñando con esos lanzamientos que eliminaron al mejor baloncesto colectivo del este lustro. La C es que los hermanos armadores griegos han reforzado tanto al equipo que solo les vale el As de Oros. Si hay último tiro, lo lanzará Evan Fournier.

Y de fondo, el Mónaco con menos presión y la petición de su dueño de una plaza fija. Abu Dabi es en estos días zoco de rumores, de planes futuros y de fichajes. Hay un representante de jugadores por cada tres aficionados. Mi apuesta: hoy ganan Fenerbahçe y Olympiacos.

El 'tío Juancho' o cómo Hernangómez encontró su casa en el Panathinaikos: el favorito del OAKA, "paciencia" con Ataman y el "alma del vestuario"

El ‘tío Juancho’ o cómo Hernangómez encontró su casa en el Panathinaikos: el favorito del OAKA, “paciencia” con Ataman y el “alma del vestuario”

El 'tío Juancho' (así le conocen ya en el vestuario) juguetea durante cada calentamiento con el hijo de Matthias Lessort -el compañero al que quiere como "un hermano"- y con los de Jerian Grant. Va a la playa con ellos, los carga en brazos en las celebraciones del Panathinaikos. También comparte confidencias con el polémico y disparatado presidente del club, Dimitrios Giannakopoulos, quien el día de su renovación hasta 2027 le escribió un mensaje público, toda una declaración de amor: «Un verdadero caballero. Un gran atleta. Un líder tranquilo. Una persona divertida. Un corazón amoroso. Y un cerebro de los que no se encuentran a menudo». «He encontrado mi casa. Estoy feliz», asegura el menor de los Hernangómez, quien halló en la improbable Atenas el refugio donde asentar su existencia e impulsar su carrera.

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A partir de este viernes -primera semifinal ante el Fenerbahçe- en el Etihad Arena de Abu Dabi, Juancho busca seguir ampliando un palmarés ya asombroso, conseguir su segunda Euroliga de carrerilla (algo que no logra un jugador español desde hace 57 años, aquel Real Madrid de 1968 de Emiliano, Luyk...). Lo hace como pilar fundamental del Panathinaikos, aunque quien lo hubiera dicho. «Es el jugador que más ha mejorado esta temporada. Es el Juancho que los aficionados soñaban cuando firmó en el verano de 2023. Pero, sobre todo, es uno de los favoritos de la afición. El favorito de todos. Aquel que siempre está ahí para los demás. El que tiende la mano para ayudar, el que nunca falta cuando alguien necesita apoyo. El alma del grupo», cuenta a EL MUNDO un periodista griego cercano al día a día del campeón de Europa.

Aunque hace exactamente un año... También en la semi de la Final Four ante el Fenerbahçe, Hernangómez apareció en el segundo cuarto en el Uber Arena de Berlín -ese lugar tan mágico para él en el que una noche de verano asestó siete triples para ganar todo un Eurobasket con la selección-, clavó otra canasta de tres, pero a continuación cometió dos fallos, recibió una bronca de Ergin Ataman y ya no volvió a pisar la pista. Parecía prolongar su mediocre temporada de vuelta de la NBA, que había discurrido entre críticas por su alto salario, rendimiento irregular y hasta mala fortuna: una operación en el dedo al poco de comenzar y después, una sinusitis, le mandó al hospital en plena eliminatoria de cuartos contra el Maccabi. Y, sin embargo, sólo dos días después todo iba a cambiar para el español.

Nadie en Atenas había dudado de su esfuerzo y su compromiso, ni el propio Ataman. Pero en la final contra el Real Madrid, tocado por esa varita mágica que se posa sobre los elegidos, Juancho volvió a reescribir su historia. Esta vez salió y apenas volvió a pisar el banquillo, merced a su excelente labor de contención sobre Yabusele. Los verdes, 13 años después, eran campeones de Europa. El madrileño, en el lugar más insospechado, iba a encontrar los días más felices de su carrera.

Juancho Hernangómez, durante un partido contra el Real Madrid.

Juancho Hernangómez, durante un partido contra el Real Madrid.Panagiotis MoschandreouMUNDO

En una reciente entrevista en el podcast GBL, el ex colegial hablaba del proceso. ¿Cómo consiguió enderezar su relación con Ataman? «Con mucha paciencia». Hoy Juancho, con permiso del fenómeno Kendrick Nunn, es el rey del OAKA. Le corean los enfervorecidos aficionados griegos -«es la primera vez que me ha pasado en toda mi carrera, que un pabellón entero coreé mi nombre»-, le rodean los niños de sus compañeros y su inefable entrenador se entrega a él, el jugador sobre el que posa el equilibrio: ha promediado más de 27 minutos por partido (sólo por detrás de Nunn, MVP de la Euroliga). Y Juancho, tan madrileño que nunca fue de ningún sitio -en siete años en la NBA vistió seis camisetas-, es más feliz que nunca en Atenas.

Nunca el español encontró tal estabilidad. Seguro de sí mismo, ya no bascula sus sensaciones a través del acierto. Ahora es la defensa lo que impulsa su pujanza. Ha disputado los 39 partidos de la Euroliga del Panathinaikos, doblando sus números en anotación, rebotes y valoración. Elegido en el segundo mejor quinteto de la temporada. Y desatando su talento en momentos clave. Como en la final de Copa contra el Olympiacos -el derbi de Atenas, la final con la que todo el mundo sueña para el domingo en el Etihad-, donde aportó 11 puntos y 17 rebotes en la victoria del PAO. O hace unas semanas en la serie ante el Efes, donde dejó una actuación para la historia, el tope de valoración (40) de cualquier jugador español en Euroliga: 20 puntos, 16 rebotes... «Me siento genial. Es una guerra, un partido y la final. Estoy listo», desafiaba el tío Juancho a su llegada a Abu Dabi.

Abu Dabi no es Dubai

Abu Dabi no es Dubai

Actualizado Lunes, 19 mayo 2025 - 13:27

Tengo la maleta preparada para ir a los Emiratos a comentar para Movistar+ la Final Four de la Euroliga, mi quinta consecutiva. Poco abrigo y mucha bermuda, pese a que no estará TJ Shorts, el gran animador de la temporada. Tampoco el Real Madrid ni el Barça, marcas potentísimas del basket continental que no han tenido buena temporada en Europa.

Para saber más

Todos apuntan a las viabilidades económicas de las competiciones en Europa, gran tema de crítica. El aficionado quiere competitividad y el formato es tan duro que pocas ligas profesionales en el mundo tienen tres modelos en uno (liga regular, playoff y F4). Los presupuestos más altos de la historia se la juegan a un partido: Panathinaikos, Olympiacos, Fenerbahçe y Mónaco. Un nivel de inversión alto y capacidad de adaptación fichando y poniendo más dinero en mitad de temporada, con éxito: Theis, Gabriel, Mcollum, Bango, Saben Lee son nombres que llegaron tras las lesiones en esos cuatro clubes. Imprescindible reaccionar a tiempo.

No les hablen a estos dueños de rentabilidad, sostenibilidad o KPI (y otros índices para medir desempeño), eso ya lo exigen en sus empresas principales, de donde sale el maná. Todo lo que no sea levantar el trofeo es un fracaso. Conseguirlo es obligatorio para los que vuelan a Abu Dabi. Que no es Dubai, otro emirato que verán en Euroliga próximamente. Ya juegan la Liga Adriática. No tienen que entenderlo, ya hay dos equipos asiáticos en Euroliga hace décadas: Maccabi y Fenerbahçe.

Con turcos y griegos en la ecuación se aseguran los llenos en el Etihad Arena. Lo que no es seguro es si volarán los cachis de cerveza como en Berlín. El precio del alcohol allí es prohibitivo para quién guste. Diría con moderación pero si se da un Pana-Oly en la final (sería inédita) nada lo será. Ni las críticas a los arbitrajes por parte del perdedor (dos buenos colegiados españoles en el evento: Emilio Pérez y Carlos Peruga), ni la celebración del ganador, ni la tensión, puesto que sería el derbi eterno griego más grande de la historia en la época de la gran escalada presupuestaria que ambos lideran.

No olviden a Jasikevicius y a Spanoulis. Leyandazas entrenando a Fener y al hormonado Monaco, un equipo medianito hace cinco años, ahora candidato por impulso de los fertilizantes, cereales y azufre de su dueño. Esperemos que ese elemento químico y las crónicas periodísticas sean lo único que se refiera al infierno. Que no haya incidentes y que el nivel técnico y táctico del baloncesto europeo reinen en paz.

La vieja Europa se juega su campeón fuera del continente, un mundo globalizado como las plantillas de todos los equipos. Te puede gustar poco o mucho pero serán partidos de una intensidad máxima. ¿Seguirá gobernando la agenda mediática de Ataman?

Willy, Billy y la bilis

Willy, Billy y la bilis

Actualizado Jueves, 8 mayo 2025 - 18:59

Tras 20 años, no habrá equipo español en la Final Four de la Euroliga. El Barça estuvo a un pase de Kevin Punter a Willy Hernangómez de conseguirlo, pero el jugador del Bronx equivocó su papel en el baloncesto. No se puede salir siempre en los reelsde Instagram como un héroe. A veces, lo más sencillo es lo realmente genial.

Absolutamente diezmado, el Barça puso al lujoso Mónaco contra las cuerdas. La fiscalidad y el mecenazgo le permitieron a Billy Spanoulis tener una plantilla tan larga que le indujo a un error casi definitivo, mantener toda la serie fuera de la convocatoria a Papagiannis, un griego de 2,20 metros que además mete triples. Mientras, Fall y Hernangómez reboteaban y anotaban a placer. Big Papa terminó siendo el MVP del quinto partido, mientras Jabari Parker firmó una primera parte en -8 de valoración. Los claroscuros de un jugador tan talentoso como impredecible.

Joan Peñarroya sale reforzado de los playoffs, en una temporada europea donde muchos no creían que llegara a enero. Se puede dar un baño táctico al rival incluso perdiendo. Pero el baloncesto actual está tan en manos de los dos-tres jugadores exteriores mejor pagados que los entrenadores van con pies de plomo antes de exigir revoluciones pizarriles o pedir explicaciones.

Sencillo decirlo tras casi dos temporadas, pero Punter y Parker con tanto balón en sus manos y tan pocas ganas de pasarla en diagonal al poste no empastan nada bien con Willy, quien ha sido señalado continuamente sobre sus debilidades pero hasta última hora no le hicieron llegar la bola donde es dominante. Tampoco le pidan ser un jugador agónico, nunca lo fue. Spanoulis aún se está santiguando por lo ortodoxo porque una recepción más de Willy hubiera hecho a Billy fracasar desde el 2-0 y perder el quinto en casa. Lo nunca visto.

Digerir las grasas pesadas de la derrota y del momento que el baloncesto español encara no va a ser sencillo. Francia tiene 14 jugadores en NBA (y los que vienen), España resiste con Aldama. La pericia de Scariolo y sus jugadores ganando el Eurobasket 2022 parece que compraba tiempo. Pero desde entonces a ahora los dineros universitarios esquilman a las canteras principales españolas, igual que el proceso de reclutación de los clubes europeos no deja mucho dinero en Mali, Senegal, Nigeria u otros formadores de talento físico ¿adolescente? que les nutre a ellos. Es una época de muy baja regulación en el tránsito de jugadores futuribles. La inminente Liga Sub22 podría ayudar si hay una inversión que le proporcione estabilidad.

Durante un tiempo hablaremos del lanzamiento de Abalde y del no lanzamiento de Willy. Buenos jugadores internacionales a los que no podemos comparar con la generación anterior, los juniors de oro. Que el recuerdo no nos confunda, que la bilis no asome cuando empiezan a llegar estos tiempos más oscuros. Hay que repensar las expectativas.

La oda a la resistencia del Barça muere en la orilla: cae por la mínima en Mónaco y no habrá españoles en la Final Four

La oda a la resistencia del Barça muere en la orilla: cae por la mínima en Mónaco y no habrá españoles en la Final Four

Tuvo que ser así, de la forma más agónica, con un triple desesperado de Kevin Punter que no entró, como el Barça se despidiera de la Euroliga. Por primera vez en 21 años no habrá ningún equipo español en la Final Four. Pese a la oda a la obstinación del colectivo de Joan Peñarroya, su infinito amor propio para sobreponerse a todas las adversidades, murió en la orilla de Mónaco. Cruel premio a quien nunca se rindió. [85-84: Narración y estadísticas]

La batalla en la Gaston Medecin fue una prolongación de lo que ha sido el año para el Barça. Recibió golpes y más golpes, pero no hay un fajador igual. Recordará ese lanzamiento de su estrella como la irrupción inesperada de Papagiannis, el recurso que se sacó de la chistera Spanoulis para llevar a su equipo hasta Abu Dhabi. Allí se las verá con Olympiacos, donde él fue leyenda.

Punto arriba, punto abajo. Un avanzar en la angustia hacia un destino fatal. En el quinto y definitivo el Barça se quedó a un palmo de la hazaña. Un duelo en el que al comienzo del tercer acto se vio perdido, en el que se rebeló, confió en Willy Hernangómez, desequilibrante, en la pujanza de Justin Anderson, en el poder de su colectivo. Sufrió la mejor versión de Mike James y al desequilibrante Papagiannis. Y apenas un detalle le separó de la gloria.

La temporada del Barça ha sido eso, una constante rebelión ante las adversidades. Ante las recurrentes y graves lesiones (Laprovittola, Juan Núñez, Metu, Vesely...), ante la incapacidad económica para reforzarse y hasta ante los extraños sucesos, como el no fichaje de Heurtel o la espantada al universo NBA de su prometedor cantererano Dame Sarr. Con nueve efectivos profesionales y tres chavales ha afrontado una feroz serie contra el Mónaco.

En cada herida, también el fracaso en Copa, las dudas sobre Peñarroya, las recurrentes derrotas contra el Madrid, el grupo de jugadores se ha hecho más fuerte, más pétreo, más resiliente. Como si no les quedara otra que seguir adelante, que contradecir a su destino.

Punter, defendido por Papagiannis, en Mónaco.

Punter, defendido por Papagiannis, en Mónaco.SEBASTIEN NOGIEREFE

Por eso el Barça se levantó tras los dos mazazos iniciales en la Gaston Medecin que parecían desahuciarle. El Palau le dio vida y esperanza y aplacó las inercias del rival para deparar un quinto en el que desafiar a la historia: nadie había levantado jamás un 2-0 jugando el último a domicilio.

Partieron valientes los de Peñarroya, acertados desde el perímetro y dominando la situación. Haciendo de su defensa el valor clave. Pero si apenas encajó 15 puntos en el acto inicial, fueron 30 en el segundo, donde el Mónaco apretó, elevó la temperatura y recurrió a la experiencia y el talento de Mike James. También al gigante Papagiannis, un tipo al que su compatriota Spaonulis le tenía castigado desde hacía meses. Ante Fall y Willy necesitaba algo más y lo tuvo.

Eso minutos fueron crisis azulgrana. Y eso que el aro escupió un triple de Tarpey que hubiera puesto una máxima de nueve para a continuación comprobar como el de Punter, que ya por entonces era referencia absoluta azulgrana, entraba.

Pero a la vuelta siguió la puja local, Mike James reverdeciendo laureles, mostrando por qué es historia de la competición, máximo anotador de siempre. Se vio 10 abajo el Barça y resurgió con dos triples de Satoransky. Y un enorme Willy que bailó a Theis para sacarle la tercera y la cuarta y volver a empatar (54-54).

El último acto fue de infarto. Un absoluto toma y daca. Había aparecido un Jabari que había estado desastroso al inicio. Punter y Strazel tomaron la responsabilidad, aunque la última canasta del partido la iba a firmar James. Después falló Anderson, nada se pitó en el rebote ofensivo azulgrana, volvió a fallar James y en las manos de Punter, desde nueve metros y con Papagiannis delante, se fue el milagro.

Los pecados de la Euroliga de impotencia del Real Madrid: un inicio "marcado", refuerzos pobres y la ACB como salvación

Los pecados de la Euroliga de impotencia del Real Madrid: un inicio “marcado”, refuerzos pobres y la ACB como salvación

Pese a la épica final, un triple fallado sobre la bocina tras remontar 15 puntos en poco más de seis minutos, el ardor guerrero de plantar cara al mejor equipo de la temporada, y un Palacio aplaudiendo en pie a los que se dejaron la piel, el Real Madrid, finalista hace un año, campeón hace dos, no estará en la novedosa Final Four de Abu Dhabi. Y eso no deja de ser (mala) noticia en un club que nunca rebaja objetivos, menos en Europa, su razón de ser.

Para saber más

La rebelión, el amor propio y la sensación de decir adiós en el mejor momento de la temporada (17 victorias seguidas en ACB...), evitan el siempre temido calificativo de fracaso, pero el Madrid, tan acostumbrado a la abundancia, sigue sin saber lo que es levantar un título esta temporada: perdió las finales de Supercopa y la Copa (ambas contra Unicaja) y ni siquiera podrá pelear por una Euroliga que ya no pintaba bien desde el mismísimo amanecer.

El subcampeón tardó dos meses en ganar su primer partido a domicilio en Europa. Lo fue a lograr en el Palau Blaugrana, ante un Barça que tampoco estaba para muchas verbenas, y después de dos prórrogas. Desde esos primeros vaivenes, algunas derrotas tan duras, sorprendentes y ajustadas como ante el Asvel y el Maccabi (el propio Chus Mateo las subrayaba el jueves en rueda de prensa), el entrenador blanco, en su tercera temporada al frente del equipo tras sustituir (no sin polémica) a Pablo Laso, mandó un mensaje tan claro como sorprendente tratándose del Real Madrid: "Este año hay que tener paciencia".

Se refería Mateo a los cambios profundos sufridos en su plantilla. Que no eran mejores sino mermas. Asumía que la plantilla era más floja. Había perdido a Gerschon Yabusele a última hora (tras su exhibición en los Juegos Olímpicos, rumbo a la NBA), a Vincent Poirier mucho antes (la oferta del Efes no fue igualada), se habían retirado Rudy Fernández y Sergio Rodríguez y también partieron Causeur y Alocén. A cambio, recibió dos tipos sin experiencia en Euroliga (Rathan Mayes y Andrés Feliz, con desarrollo tan desigual, uno que ni cuenta y el otro titular en el cuarto partido ante Olympiacos), la vuelta de Usman Garuba, a Serge Ibaka con su experiencia y también con sus años más plenos atrás. No parecía la mejor planificación, demasiado esfuerzo económico en las renovaciones de Tavares y Hezonja. Y, después, como asumiendo los errores, llegaron el fallido Dennis Smith y un Bruno Fernando lejos aún del primer nivel exigido. Síntomas claros de falta de ambición.

"Cuando hay tantos cambios..."

El Madrid no murió ante Olympiacos, realmente, lo hizo mucho antes. El propio Chus Mateo lo reconocía. "Tardamos en encontrar el funcionamiento. Cuando hay tantos cambios... El 50% con respecto al año pasado. El inicio nos ha marcado la posibilidad de poder pelear. Estamos jugando finales desde hace un buen tiempo, incluido un play in que ha añadido dos partidos más, por no ser capaces de ser quintos. Ese inicio y algún partido como ante Asvel o Maccabi. Me acuerdo mucho de ellos. Hubiéramos evitado a uno de los mejores de Europa. Un equipazo", pronunciaba.

El técnico estuvo a punto de salir en diciembre, en plena crisis de resultados. Le salvó la Navidad, la falta de un sustituto claro y la reacción. Ahora, líder claro de la ACB en la que tendrá factor cancha en todas las eliminatorias, el título de Liga parece también el resquicio para que no haya una revolución en el banquillo. "Tenemos que ser exigentes con nuestra temporada, que nadie nos tenga que convencer de que está bien quedar octavos. Estamos para más. Que sea motivación para la próxima temporada de Euroliga. Y ya que estamos, en dos meses termina la Liga y es un objetivo para nosotros terminar el año bien", analizo todavía en caliente Facundo Campazzo.

Pero, aunque parezca lanzado en la competición doméstica, tampoco le resultará sencillo al Madrid. Ahí está el amor propio del Barça, el ambicioso Unicaja, el potente Valencia y el siempre incómodo Tenerife. Y la presión.

El Real Madrid se queda a un centímetro de la gesta y dice adiós a Europa

El Real Madrid se queda a un centímetro de la gesta y dice adiós a Europa

Es como si el Real Madrid hubiera necesitado verse completamente contra las cuerdas para despertar su lado más salvaje. Como si únicamente en la adrenalina de comprobarse al borde del desahucio, achicado por el todopoderoso Olympiacos, salieran todas sus virtudes aletargadas durante una temporada plagada de grises. Pero ni todo ese ímpetu le fue suficiente para mantenerse con vida en esta Euroliga que tan temprano se le enrevesó. El triple sobre la bocina fallado por Abalde le apartó del quinto partido en Atenas y de cualquier sueño de Final Four. [84-86: Narración y estadísticas]

Murió con las botas puestas, arruinado por un apagón imperdonable en la segunda mitad, frustrada la épica después, esos finales locos y maravillosos del Palacio, un 17-4 en el que hubo de todo, hasta mucha polémica (una falta en ataque de Tavares en pleno subidón...). Fue cruel el adiós después de todo.

La noche estaba dispuesta para la agonía y el éxtasis en el Palacio. Pero después de una preciosa primera parte de fuegos artificiales, el Real Madrid desapareció por completo (encajó un 2-14 al inicio del acto final) y el despertar no le valió. Borrado antes del mapa por un Olympiacos que se venga así de las últimas afrentas, la final perdida en Kaunas, la semifinal de Berlín. Emergió como un gigante al que quitan las cuerdas que le amarraban al suelo. Tan feroz como trémulo después el grupo de Bartzokas, disparos al pie que casi le cuestan un sofocón. Quedará para el recuerdo el triple imposible de Vezenkov casi en la meta.

Hezonja y Fall pelean por un rebote.

Hezonja y Fall pelean por un rebote.SERGIO PEREZEFE

Chus Mateo parecía haber dado con la tecla, el hueco por donde al menos hacer sentir incómodo a un rival sin apenas flaquezas. No hay otra fórmula, acudir al extremo físico, a disputar cada duelo individual como si fuera la vida. Espoleado por el ambiente, más fiero todavía este jueves, el Madrid había dejado en 28 puntos a los griegos en la segunda mitad del martes. Andrés Feliz y Abalde, los estandartes de esa revolución, partieron de inicio.

Ausentes por molestias Deck e Ibaka y con Evan Fournier de vuelta para Bartzokas, la otra gran novedad del amanecer fue la decidida apuesta por las transiciones. Brazeaba Mateo con cada rebote, tocando a rebato de un baloncesto a la carrera que pronto le dio réditos y la sensación de dominar el escenario.

En ese frenesí, Llull se siente poderoso. El capitán era consciente de lo que había en juego, de que las noches como ésta son como tesoros. Inyectó una marcha más (dos triples sin pensar marca da la casa), acompañado por otro inesperado, un dignísimo heredero al que mima en cada gesto. Hugo González apareció con la osadía de los adolescentes pero con el mismo colmillo que sus compañeros. Y, junto a Garuba, convirtieron el partido en un bendito manicomio en el que el Madrid se divertía y estiraba de paso el marcador grancias a Hezonja (43-34).

Extrañamente desaparecido Vezenkov (cero puntos al descanso), Olympiacos contenía la respiración y se refugiaba en Fournier. La agresividad del Madrid le cargaba de faltas y el tiro libre era el aliado griego (19 a su favor en ese tramo). La tercera de Tavares fue la peor noticia de toda una gran primera parte del Madrid.

Fournier, defendido por Andrés Feliz.

Fournier, defendido por Andrés Feliz.SERGIO PEREZEFE

Que quedó completamente diluida a la vuelta, todo el trabajo por los suelos. Se acumularon las malas noticias a toda velocidad. La cuarta de Tavares, la impotencia de repente del resto, observando cómo Olympiacos resurgía, daba la vuelta al marcador (51-58) con 16 puntos en cuatro minutos para silenciar el Palacio. Ante la crisis, la valentía de Andrés Feliz, un titán sin miedo a nada.

Pero era demasiado poco. El Madrid había vuelto a encajar 26 puntos, su ardor defensivo había sido disuelto, Vezenkov ya había llegado y cuatro triples seguidos (tres de Papanikolau, ex barcelonista) dispararon hacia la Final Four al Olympiacos. Aunque siempre hay que contar con la magia del Palacio. Cuando ya nadie creía, robos de fondo, canasta inverosímiles y algunas decisiones arbitrales que encendieron las tribunas. Erró Fournier un tiro libre y en la última jugada, 12 segundos, el balón acabó en Abalde y en su fallo los sueños del Madrid.