Scamacca, el león bajo el látigo de Spalletti: “Gracias al fútbol no me he descarriado”

Actualizado Miércoles, 19 junio 2024 - 22:39

El fútbol le ha salvado la vida a Gianluca Scamacca (Roma, 1999) y no duda en reconocerlo. En el barrio a las afueras de Roma donde nació, Fidene, no había futuro y el presente era perseguir la pelota en la calle con los amigos. "Era difícil no acabar en determinados círculos. Gracias al fútbol no me he descarriado", confiesa el máximo goleador de la Serie A que hoy pondrá en aprietos a España.

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A sus 25 años ha trotado por media Europa para acabar encontrando su lugar en el Atalanta en una temporada en la que ha marcado 19 goles, ha sido campeón de la Europa League y se le han abierto las puertas de la selección. Pero para radiografiar a Scamacca hay que volver al extrarradio romano y al origen de la fama de pendenciero que, según el propio jugador, arrastra desde los 16 años.

"Siempre la liaba en el colegio. Un día corté la luz de todo el edificio", relata el delantero, que comenzó a enmendarse en la cantera de la Lazio para después dar el salto a la Roma, donde comenzó a moldearse como goleador y a fijarse en los movimientos de Totti cuando le tocaba ser recogepelotas en el Olímpico. Nunca pudo ni siquiera entrenar con él. Con 16 años, la Roma lo traspasó al PSV, con 270.000 euros.

"Holanda es una escuela de fútbol. Fue una decisión atrevida de la que no me arrepiento", asegura el futbolista, que tuvo como entrenador a otro mítico Ruud Van Nistelrooy. Pero aquel no era su lugar. Scamacca, sin haber cumplido la mayoría de edad, tenía tres o cuatro tatuajes y en el campo era capaz de todo, algo que chirriaba en un equipo modosito. "Si hacía un taconazo me decían si quería imitar a Ibrahimovic. Me veían raro. Y yo no entendía que para ir a tomarme un helado con ellos tuviera que decirlo diez días antes", contaba el delantero en una entrevista a su regreso al Calcio.

Fue incapaz de pasar más de dos años en Eindhoven pero su figura ya apuntaba y sí, además de por los tatuajes, se asemejaba a la del astro sueco. 1,95 de altura, buen juego aéreo, potencia en el remate y capacidad de asociarse en el área. Un tanque que complica la vida a las defensas: "La verdad es que veía sus vídeos y pensaba que sí nos parecíamos. Me gustaba su atrevimiento y yo en el campo me transformo y soy capaz de todo: de dar una carrera más que el rival o de pegarle".

Scamacca, durante el partido ante Albania.

Scamacca, durante el partido ante Albania.EFE

Eso vio el Sassuolo para llevarla de nuevo a Italia A en 2017, pero las lesiones complicaron su carrera y comenzó a trotar por el Cremonese, el Ascoli o el Génova antes de volver para despedirse con 16 goles. Fue entonces cuando la Premier, el West Ham, sacó el talonario y pagó 29 millones. Eso a pesar de un sambenito que arrastraba sin poder evitarlo.

Familia conflictiva y prejuicios

Meses antes, su abuelo fue detenido por amenazar con un cuchillo a los clientes de un bar y su padre por destrozar con una barra de hierro varios coches de directivos de la Roma en la ciudad deportiva de Trigoria. "A mí padre lo veo muy poco. Mi familia son sólo mi madre y mi hermana", tuvo que aclarar el delantero.

Cinco goles en su primer mes en auguraban que había encontrado su lugar en el mundo en Londres, pero todo cambió por una lesión. "En la Premier, si no estás al 100%, te barren". De allí se trajo un enorme león tatuado en la espalda y un convencimiento: "Nunca subestimes el poder que tienes dentro".

Ese poder le llevó a Bérgamo el pasado verano. Gasperini iba a ser su domador y el Atalanta el equipo que le catapultara. 12 goles en la Serie A, seis en la Europa League, y el título, y otro más en la Copa. Son 19 en total y siete asistencias, números que no pasaron desapercibidos para Spalletti, que también ha tenido que amansar a la fiera.

En marzo lo dejó fuera de la convocatoria para los amistosos ante Venezuela y Ecuador. La razón es que en la anterior concentración se había quedado jugando a videojuegos hasta la madrugada.

"Nadie sale lo que hago en la habitación, pero hay prejuicios hacia mí desde que tenía 16 años", contestó airado el jugador, pero el aviso surtió efecto y Scamacca apretó para estar en Alemania: de sus 19 goles que le convierten en el máximo goleador azurro, diez lo consiguió desde marzo. Imposible que Spalletti, necesitado de acierto, le dejase de vacaciones, pero no lo tiene ganado.

Le da una de cal y otra de arena. "Me gustan las mechas con las que ha venido", dijo el primer día de concentración para rebajar la tensión. Después volvió a repartir elogios y avisos. "Veo crecimiento y tiene un poco de todo: tamaño, velocidad, técnica y goles. También un poco de pereza", advirtió el convencido de que, si agita el látigo, Scamacca despertará para ser letal.

La diana de Inglaterra sobre Foden, el 'Iniesta de Stockport': "Preguntadle a Guardiola..."

La diana de Inglaterra sobre Foden, el ‘Iniesta de Stockport’: “Preguntadle a Guardiola…”

Inglaterra vive en el debate y la presión. El país suma 58 años (desde el Mundial de 1966) sin ver a su selección ganar un torneo importante y lleva ya demasiado tiempo anunciando, sin suerte, que "el fútbol está vuelve a casa (football is coming home)". Tiene al mejor jugador de la última liga española, Jude Bellingham, y al nombrado MVP de la Premier League, Phil Foden, elevado por Pep Guardiola a los altares del fútbol inglés. Pero tras el debut ante Serbia en la Eurocopa la diana se ha puesto sobre el futbolista del Manchester City. No es la primera vez ni será la última.

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El crecimiento de Foden con Guardiola es inversamente proporcional a la evolución del jugador en la selección. Unos le echan la culpa a Gareth Southgate, otros al propio centrocampista, pero la realidad es que la máxima estrella de la Premier League no rinde con la selección nacional. Y eso, en el país de los tabloides y el sensacionalismo, es carne para las fieras.

"No ha tenido ningún impacto y salía del lado izquierdo para ocupar el mismo espacio que Bellingham y Kane. Un desastre", dijo Yahoo. "No consigue sacar lo mejor de sí mismo con Inglaterra", asegura The Independent. "Inglaterra tiene un problema con él", publicó el Express. "Necesita recuperar su personalidad", le critica la BBC. "Vuelve a sufrir", resume el Mirror. "Tiene riesgo de convertirse en un enigma constante con la selección", avisa The Guardian.

Los dardos también van en la dirección de Southgate, muy criticado tras el estreno por la posición en la que jugó Foden. En el City, el centrocampista juega centrado, pegado a De Bruyne, cerca de Rodri y con la posibilidad de llegar mucho al área rival. Así nacieron gran parte de los 27 goles y 12 asistencias que sumó en la última temporada. Pero contra Serbia Southgate le situó en la banda izquierda y dejó el centro para Bellingham, autor del único gol del partido.

"No ha jugado ahí en el City, no le es familiar", le defiende The Independent. "Tienen libertad para intercambiarse la posición", insistió Southgate después del duelo. Pero la idea no cuajó.

Detrás de estas críticas se esconde una realidad: el deseo de gran parte de la opinión pública del fútbol inglés de que Guardiola asuma el cargo de seleccionador nacional. Nadie mejor que él ha entendido a Foden y justo ahí nace un pequeño conflicto entre los dos entrenadores.

"Preguntadle a Pep, con él juega en la banda, con libertad, no en el centro", contestó, molesto, Southgate en uno de los parones de la temporada. "Gareth sabe que puede jugar en todas las posiciones. Phil tiene instinto, no le voy a parar", contestó Pep.

Con 35 internacionalidades a sus espaldas, Inglaterra sigue esperando una gran noche de Foden con la selección. No la ha tenido. ¿La razón? "Lleva años madurando en la academia del City, donde todo está sincronizado, aquí hay que improvisar", insiste The Guardian.

Y ahí empieza todo, en la academia del City. Ahí le empezaron a poner el apodo de 'El Iniesta de Stockport', en referencia a su ciudad de nacimiento y a su parecido con el centrocampista español. "Andrés era muy, muy bueno. Es un gran elogio", ha dicho sobre el mote.

El número 47

En su espalda con el City, el número 47, en honor a su abuelo, Walter, fallecido a esa edad. Cuando Agüero dejó el equipo le ofreció el dorsal, pero Foden lo rechazó para mantener el homenaje familiar. Por él lleva también el segundo nombre, Phil Walter. "El número 10 es una responsabilidad muy grande, pero tengo una relación especial con el 47", resumió.

En Inglaterra, el 10, por la camiseta y por la posición en el césped, lo lleva Bellingham, mientras que Foden porta el 11 escorado a la izquierda. "Su personalidad no es como la de Bellingham", ha comentado Rio Ferdinand, leyenda de la selección. "Necesita dar un paso adelante", le animó Cesc Fábregas en la televisión británica.

En algunos tabloides han intentado construir una polémica alrededor de la relación entre los dos iconos de los 'Three Lions', pero ambos han salido a defenderse. "Es un gran talento, un líder. Nuestra relación en el césped es buena por momentos, está mejorando. Disfruto jugando con él", ha admitido esta semana Foden.

Alemania barre a Hungría y grita más alto que lo tiene todo para soñar

Alemania barre a Hungría y grita más alto que lo tiene todo para soñar

Alemania demostró ante Hungría que tiene todos los ingredientes de un campeón. Lidera su juego un centrocampista de época como Kroos, lo ejecuta una driblador insaciable como Musiala que además repitió gol, su columna vertebral la completan estrellas como Gündogan, que hoy vio puerta, y Wirtz y, por si fuera poco, en su portería brilla como en sus mejores días el veterano Neuer, salvador por momentos esta tarde. [2-0: Narración y estadísticas]

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Nagelsmann repitió el once que arrolló a Escocia en la primera jornada, con Wirtz, Musiala y Havertz arriba y Kroos, Gündogan y Andrich en el medio. Los seis fluyen a la perfección, con Kroos en el eje, Andrich como perro de presa y los otros cuatro intercambiando posiciones sin parar. Es un fútbol bonito de ver, la verdad.

Y eso que Hungría saltó al césped consciente de su realidad en el torneo. Después del 1-3 contra Suiza, otra derrota les dejaba en el precipicio. A los 15 segundos, Neuer evitó el primer gol del partido ante la llegada de Sallai, que quería un aprobar un fallo de entendimiento entre Rüdiger y Tah.

Encerrada atrás pero con velocidad para salir a la contra, los magiares agradecieron no llevar el peso del duelo, como contra Suiza, donde sufrieron en las transiciones. En los primeros minutos, a Alemania no le quedó más remedio que buscar en largo a Havertz, poderoso ante Orban y a punto de hacer el primero en el 10. Gulacsi detuvo su volea, pero Hungría supo que su espalda estaba en peligro.

Esos ingredientes que hacen candidata a Alemania le permiten también dominar el juego con la pausa necesaria para generar espacios en la defensa rival. Un rato por la izquierda, otro por derecha, un pase atrás a Rüdiger, empieza de nuevo con Kroos... Y así hasta que aparece un hueco. Es la versión que más se acerca a un hipotético tiqui-taca. Así llegó el 1-0.

En el 21, cuando apareció el espacio, Wirtz recibió entre líneas, se giró y buscó a Musiala en la frontal, éste dejó de primeras a la llegada de Gündogan y después de un forcejeo con Orban, recogió el balón suelto y asistió a Musiala para que anotara su segundo gol de la Eurocopa. Hungría pidió falta, pero el VAR confirmó el tanto.

Los magiares, hundidos en el torneo con el gol, buscaron el empate, pero se encontraron con Neuer. En el 25, el portero voló en una falta de Szoboszlai que apuntaba a la escuadra y estuvo rápido para evitar que Bolla marcara el rechace.

Fueron los mejores minutos de los de Marco Rossi, que estuvieron cerca de empatar cuando Tah saltó para evitar el gol de Szoboszlai, desesperado.

Superado el susto, Alemania volvió a controlar el duelo camino del descanso. De nuevo moviendo a su rival, de nuevo esperando el espacio, sin prisa, sin pausa. En el 43, Wirtz encontró a Musiala en la frontal y el del Bayern armó rápido un disparo que rozó el palo izquierdo de la meta de Gulacsi.

Hungría todavía tendría otra oportunidad antes del intermedio. Szoboszlai lanzó una falta lateral que hizo estirarse a Neuer y Sallai marcó en el desvío, pero era fuera de juego.

En el segundo tiempo no se rompió el guion, asumiendo el combinado magiar que no iba a poder robarle la posesión a Alemania por mucho que lo intentara. Aguantar y esperar a la contra fue su plan. Ante eso, calma germana hasta que aparecieran las opciones.

En el 53, Gündogan comenzó a encontrar su sitio entre los centrales húngaros. Kroos le encontró, aunque Gulacsi sacó el disparo final, pero ya avisaba. En el 68, Mittelstadt arrancó con tiempo por la izquierda, Gündogan esperó el pase en el punto de penalti y definió con la izquierda a gol.

Sentencia alemana y hundimiento definitivo de Hungría, que tendrá que hacer cuentas, si es que le da alguna, para ver si puede entrar como una de las mejores terceras en caso de ganar a Escocia en el último partido.

El duelo no tuvo para más. Monólogo continuo de Alemania en busca de mayores alegrías y minutos para los suplentes de Nagelsmann. Kimmich casi hace el tercero en el 68 y en el 74, pero se encontró con un Gulacsi que evitó una goleada mayor volando también a un disparo de Sané. Alemania ya está matemáticamente en octavos de final.

El ario Arda Güler

El ario Arda Güler

Leo en 'Mil ojos esconde la noche', el libro monumental de Juan Manuel de Prada, la llegada de las tropas de Hitler a París. Aquellos muchachotes arios, de mandíbula cuadrada, que hacían que a las francesitas se les fuera el miedo al invasor y les entraran ganas de otras cosas. (Y que Ruanito contara de las bondades del Fuhrer y de la magnanimidad con la que el Reich trataba a los derrotados). Muchos años después hay que imaginar cómo serían esas

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Modric empieza a echar cuentas: Croacia se deshace ante Albania y pone un pie fuera de la Eurocopa

Actualizado Miércoles, 19 junio 2024 - 17:44

No era una frase hecha la de Sylvinho alertando de que su Albania pelearía por cada punto en esta Eurocopa. Es su descaro lo que está poniendo picante a esta competición que acostumbra a guardar alguna sorpresa. Desnudó a Italia a los 23 segundos y noqueó a Croacia en el añadido final después de una remontada liderada por Budimir que parecía inapelable. La cenicienta de un grupo con dos campeonas del mundo y una semifinalista ha salido respondona y obliga a echar cuentas a los croatas. En la última jornada, frente a Italia, si no ganan y España se descuida en sus deberes, pueden verse con los dos pies fuera de la Eurocopa.

Habían escuchado el avisoq ue lanzaron los albaneses en su estreno con Italia, pero no lo interiorizaron y a los once minutos ya deambula por el campo con el marcador en contra y sin encontrar su fútbol. No le coge la medida el equipo de Dalic a esta competición en la que está sufriendo mucho más de lo que esperado.

Ramadani, cómodo ante Modric, Brozovic y Kovacic sesteando bajo el sol de Hamburgo, vio escaparse a Asani en la banda y le buscó para que fabricara la jugada del primer gol. El ya jugador de Las Palmas, como si en las botas tematizadas con la imagen de Mario Bros tuviera un guante, le regaló un centro al punto de penalti a Laçi para que, de cabeza, batiera a Livakovic. Otra vez estaban por delante antes del cuarto de hora. Otra oportunidad para, esta vez sí, atar la victoria.

Con Croacia sin desperezarse a la le bastó con ordenarse y buscar la espalda de la defensa croata con contras que no podían frenar. De una pérdida de Modric pudo nacer el segundo gol en un remate a bocajarro de Asllani que atrapó Livakovic. Había optado Zlatko Dali por colocar a Perisic de carrilero zurdo y Albania se encontró con un filón que a punto estuvo de aprovechar Rey Manaj con otro testarazo a las manos del meta del Fenerbahçe.

El despertador de Budimir

Necesitaba reaccionar con urgencia Croacia y fue el osasunista Budimir quien hizo sonar el despertador. Recuperó en el centro del campo y asistió a Kramaric para igualar el marcador. Era el minuto 73 y tardaron sólo tres más en ponerse por de delante. Otra vez el goleador rojillo peleó un balón hasta la línea de fondo para dejárselo en el punto de penalti a Sucic, con la fortuna de que Gjasula lo tocó y acabó en el fondo de la portería.

Lo más difícil, salir del sopor, lo habían hecho. Ahora debían tirar de oficio para agarrarse al resultado y no echar una moneda al aire ante Italia en la última jornada. Pero Sylvinho pensó lo mismo. Había apuntalado a su equipo para aguantar el punto de brío que habían exhibido los croatas y se quedaba sin armas. Hasta que apareció Hoxha para estirar al equipo y volver a llevarlo al área croata. Nadie se rinde en Albania. Es una sensación que no conocen aún.

Por eso Hoxha, que juega en el Dinamo de Zagreb y sabe leer bien la mente de los croatas, se lanzó a intentar hacerles más daño. No importaba que el tiempo ya corriera en su contra porque no estaban dando muestras de ninguna seguridad. Aceleró, esperó a que apareciera por la orilla el carrilero Mihaj y asistiera a Gjasula para, esta vez sí, marcar en la portería de Livakovic. Con el empate a dos, Albania suma oxígeno, vida para intentar colarse al menos como tercera en los octavos de final con un fútbol sin miedo.

Es esa la sensación instalada ahora en el vestuario de Croacia, que no para de echar cuentas a ver qué resultado del España-Italia le daña menos para llegar con alguna opción a la última jornada. No tiene gasolina ni ideas el equipo de Modric, el reflejo de que esta generación de croatas que lleva entre las mejores del continente desde 2018, está encarando su final.

La amenaza ultra y la preocupación por "más episodios esporádicos"

La amenaza ultra y la preocupación por “más episodios esporádicos”

Los primeros testimonios, recogidos el pasado domingo a pie de calle, apuntaban a otra batalla campal entre ingleses y serbios en el centro de Gelsenkirchen. Aún restaban unas horas de alerta máxima para la policía cuando volaron las sillas, llovieron las patadas y sangraron las cabezas. Sin embargo, esas apariencias no describían con exactitud la exacerbada violencia. Horas más tarde, las fuerzas de seguridad identificaron a un grupo de ultras macedonios, que portaban el águila bicéfala de la bandera de Albania, como responsables de los hechos. Los detenidos pertenecían al grupo Shvercerat, el más célebre del tercer club de Skopje, y se habían aliado con hooligans del Birmingham City para despedazar al enemigo común. Un ejemplo del intrincado mapa de la violencia en la Eurocopa, el torneo más peligroso desde 2016, el que hoy congrega en Hamburgo a los ultras de Croacia y Albania.

El partido en el Volksparkstadion reúne a dos de las selecciones con mayor poder de convocatoria. El pasado sábado, unos 50.000 croatas sin entrada siguieron la derrota ante España en los aledaños del Olímpico de Berlín. Y unas escenas similares se vivirían horas más tarde en Dortmund, hasta donde se acercaron multitud de albaneses. Muchos de ellos inmigrantes. Hijos de una diáspora tan masiva como la croata. La gran mayoría, gente pacífica y de bien. Sin embargo, ayer mismo, los más violentos de los Plisat, ultras del FC Pristina, ya se dejaron ver por Hamburgo con su indumentaria negra. Apurarán tantos litros de cerveza como los Bad Blue Boys, el terrorífico grupo del Dinamo de Zagreb. O los Torcida Split y Ultras Mostar, que el sábado desplegaron sus pancartas en Berlín. ¿Conviene, pues, prepararse para lo peor?

«Sería muy cuidadoso con no mezcar el fandom albanés y croata», asegura a EL MUNDO Dario Brentin, uno de los sociólogos que mejor ha abordado el vínculo entre fútbol, política e ideología en los Balcanes. «Claro que ambas tienen grupos prohibidos, por así decirlo. En el caso de Albania no sólo proceden de su propio país, sino de Macedonia del Norte y Kosovo. En el caso croata, por su parte, existen secciones formadas por un centenar de ultras que viajarán por su cuenta. Sin embargo, creo que terminará pesando más el papel de los aficionados más civilizados», añade el investigador de la Universidad de Graz (Austria).

«Comunidad imaginada»

El medio millón de albaneses que reside al otro lado del Rin anda enloquecido con su selección. El fenómeno dio comienzo en 2016, año de su primera participación en una Eurocopa, cuando 20.000 almas apagaron los compases de La Marsellesa en el Velodrome de Marsella. «La furia albanesa engloba a todos los ciudadanos en una "comunidad imaginada", tal vez la única admisible para el país. El único modo de hacer realidad la idea de una nación unificada», escribe la investigadora Rrezearta Reka Thaçi, en Furia Albanica: The Last Myth for the Preservation of Albanian National Identity (Mediterranean Journal of Social Sciences, 2016) El pasado marzo, durante un mero amistoso, 4.000 aficionados arroparon al equipo en la ciudad sueca de Solna.

Y hace sólo cuatro días, fecha del debut ante Italia, la facción Tifozat dejó su impronta tras una de las porterías del Westfalenstadion. Por ahí asomaban camisetas oscuras con un mapa albanés que abarca mucho más allá de las fronteras actuales. Fuera del recinto esgrimían alguna bandera con el lema FCKSRB (Fuck Serbia) o del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), aquel grupo paramilitar que a mediados de los 90 aún pretendía la independencia de Belgrado. Hace sólo unos meses, los Tifozat también se manifestaron frente a la sede de su propia Federación. Consideraban intolerable una candidatura conjunta con Serbia para organizar la Eurocopa sub'21 de 2027. Su odio hacia todo lo chetnik encaja en el ideario más radical de los croatas.

Las bengalas croatas, el sábado en el Olímpico de Berlín.

Las bengalas croatas, el sábado en el Olímpico de Berlín.AP

«Creo que existe una posibilidad real de confraternización espontánea y de algunos cánticos y discriminatorios hacia los serbios. Ya lo vimos durante la fase de clasificación para el Mundial 2018, cuando Croacia visitó Kosovo», desarrolla el autor de Sport in Socialist Yugoslavia (Routledge, 2018). No obstante, otro factor a pie de calle podría acarrear imprevisibles consecuencias. «En Croacia también existen niveles de racismo cotidiano hacia las personas de etnia albanesa», apunta Brentin, citando como origen los movimientos migratorios de los 60. «A los albaneses se les suele identificar con sectores como la joyería o los helados», relata el sociólogo. Del ideario nazi de Bad Blue Boys y de sus canciones en recuerdo del NDH-el Estado títere de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial- y de la Ustacha -su brazo armado- quedan algo más que evidencias en pleno siglo XXI.

En cualquier caso, el clima cuasi bélico de esta Eurocopa debería mantener en vilo a todos los actores del fútbol. «No creo que se desate la violencia organizada de la edición de 2016, con los hinchas rusos como protagonistas, pero sí veo bastante probables más episodios esporádicos», vaticina Brentin. «Esto ya no es una Eurocopa multisede, como la de 2021. Alemania es un país con grandes infraestructuras, fácilmente accesible y razonablemente asequible. Simplemente por el hecho de que llegan más ultras me sorprendería que no hubiera nuevos problemas», finaliza.

Agónica salvación de Portugal ante una Chequia eficaz y amurallada

Actualizado Martes, 18 junio 2024 - 23:27

La agitación del descaro juvenil y la certeza de que no había nada que perder salvaron a Portugal de convertir su primer acto en la Eurocopa en una tragedia. Fue un rescate agónico el que creó a la carrera Pedro Neto para asistir a Francisco Conceiçao, el más eléctrico de los portugueses para resucitarles. No podía ser el equipo de Cristiano Ronaldo el único de los favoritos que doblara la rodilla y se dejara puntos, aunque por momentos lo hubiera merecido.

Al ralentí quiso Portugal arrancar a jugar, casi como si fuera el ritmo que necesitaba Cristiano en su sexta Eurocopa. La estrella fue el delantero titular y la misión encomendada parecía crearle las ocasiones hasta que apareciera su tino. Chequia renunció desde el pitido inicial a gobernar el ritmo y se conformó con parapetarse bien ante la meta de Stanek. Se hundía, pero muy consciente de que ése era el plan. Y luego, si acaso, lanzar alguna escapada a la contra buscando la espalda de los carrileros lusos para servir el balón a Schick. El delantero del Bayer sólo tuvo una en toda la primera parte y fue un testarazo muy forzado a centro del lateral del West Ham Coufal, el checo más contundente. Le dio para avanzar en la orilla pero, sobre todo, para parar a Rafael Leao por donde Portugal amasó el juego.

Salió valiente Roberto Martínez, con tres centrales, Cancelo moviéndose en la medular y Vitinha dirigiendo el juego que iba y venía, buscando a Bruno Fernández, a Bernardo Silva o al propio Leao, sin perder la posesión pero sin meter el acelerón que desmoronara el muro de los checos. Apenas lo agrietaron con un cabezazo forzado de Cristiano en el mismo arranque, un centro raso de Leao por la frontal del área pequeña que no embocó nadie porque Krejic, el central del Girona, lo evitó, y un disparo lejanísimo de Rubén Dias.

20 minutos de madurar el partido y sobar la pelota como en un entrenamiento para que Diogo Costa fuera un espectador más. Es como si los portugueses se conformaran con tener la pelota amarrada al pie y hacerla ir y venir como un parabrisas bajo la intensa lluvia que caía sobre el Leipzig Arena. Les costaba desatarse. Probó Bruno Fernández con un disparo desde el pico del área y una recuperación de Bernardo le lanzó a la carrera para que sacara un centro-chut al que no llegó Leao. No se descomponía el equipo de Ivan Hasek, pero se tuvo que sujetar al meta Stanek. Primero por un pase filtrado de Vitinha a Cristiano en el punto de penalti que atajó. No tardó Ronaldo en devolverle el favor con un taconazo atrás para que el cerebro del PSG intentara disparar, imposible tarea bajo la presión de Coufal y Provod. Aún tuvieron la última antes del descanso en un córner en corto que Cristiano remató y Stanek salvó.

Un disparo checo, un gol

Chequia, poblada y junta, había conseguido enredar a Portugal en su tela de araña y volvió del vestuario para dar la sorpresa. Portugal apretaba el acelerador, sacaba a Cristiano del área e intentaba mostrar el colmillo. Se acercó a Vitinha, encontró más a Bernardo Silva y Stanek parecía que iba a vivir más intranquilo. Sensación errónea porque los checos dieron la sorpresa en el primer ataque que pudieron armar. Arrancó Pondera en la izquierda, centró a la otra orilla para Coufal y se la sirvió a la media luna para el misil de Provod. Efectividad máxima que descomponía a los lusos.

Empezó a mover sus piezas el técnico español, y antes de testarlas, se encontró con el empate. Vitinha, siempre él, volvió a alzar la cabeza, vio aparecer al segundo palo a Nuno Mendes y su cabezazo lo rechazó el meta del Slavia a la pierna de su compañero Hranac y se coló en la portería. Lejos de desatarse la tormenta portuguesa después de la zozobra, fueron los checos los que se crecieron. Los cambios de Hasek oxigenaron a su equipo para seguir amurallado, pero también le dieron alas para acercarse a Diogo Costa con un doble disparo de Sevcik primero, que salva Ruben Dias, pero vuelve a cazar Soucek para poner el susto en el cuerpo a la mitad del estadio.

Antes de que Portugal agitara su banquillo, Cancelo vio a Cristiano en el segundo palo para entregarle un gol a Diogo Jota, pero en fuera de juego. Anulado en el 87 y la sensación de que el partido moría. Pero fue entonces cuando de verdad resucitó para Portugal.

El viaje del poeta ‘Bambi’ Musiala, la esperanza alemana: textos, ajedrez y karate en Londres antes del Brexit

Actualizado Martes, 18 junio 2024 - 23:12

«¡Bambi! ¡Bambi!».Leroy Sané es el hermano mayor de Jamal Musiala en la selección alemana. Los dos juegan en el Bayern y los dos pasaron parte de su juventud en Inglaterra. Les une la vuelta a casa, al hogar. Por eso, por su cara de niño, su cuerpo fino y, dice, «su sensibilidad», Sané llama Bambi a Musiala desde hace años. En los pasillos del Allianz Arena de Múnich, después del partido inaugural en el que Bambi marcó un gol y fue nombrado MVP, se lo volvió a llamar. Ese niño de 21 años que nació en Stuttgart, donde juega esta tarde, y creció en Inglaterra junto a Bellingham es ahora la ilusión de Alemania. A su espalda, de padre nigeriano y madre de ascendenciapolaca, una vida de viajes, fútbol, karate, ajedrez y poesía.

Para saber más

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Para entender la calidad del crío Jamal basta con leer una publicación deFacebook que escribió un entrenador del Southampton cuando le conoció, en 2011. La familia se acababa de mudar de Alemania a Inglaterra porque a su madre, de la que lleva el apellido, le dieron una beca de cuatro meses en la Universidad de Southampton. Jamal tenía siete años y ya era conocido en su pueblo germano por su talento futbolístico.

Nada más llegar, los padres supieron que debían apuntar al niño a algún equipo. Hicieron varias llamadas, sin suerte, y se presentaron directamente en el estadio del Southampton, donde coincidieron con Rosh Bhatti, un técnico del club. Durante esos cuatro meses Musiala estuvo jugando en varios equipos, hasta que la beca de su madre terminó y tuvo que volver a Alemania por poco tiempo. A su madre le salió trabajo en Londres y la familia regresó al Reino Unido de forma permanente. Sobre la mesa de los padres, tres clubes: Southampton, Chelsea y Arsenal. «El Southampton está intentando fichar a un jugador que tiene mucho talento, tiene siete años pero estoy convencido de que será jugador profesional. Si quisiérais hablarle del equipo y evitar que se fuera a otro club, ¿qué le dirías a él y a su familia?», preguntaba en Facebook Bhatti.

El poema de Musiala

La intención era buena pero las respuestas no sirvieron, porque la familia terminó eligiendo al Chelsea por la cercanía con el trabajo de su madre. Ahí creció Jamal, que en el colegio se apuntó al club deajedrez, iba a clases de karate y ganó el concurso de poesía de la escuela gracias a un poema en el que narraba su primer día en la ciudad deportiva del Chelsea. «Estoy sentado en el coche. Miro por la ventanilla. Fuera hace frío, es invierno. Pero estoy sudando. Estoy nervioso. No sé qué va a pasar. De repente, el coche se para. Cierro los ojos. Respiro hondo. Ya no estoy nervioso. Estoy contento. Sé lo que tengo que hacer. Mi padre abre la puerta y me dice: '¡Buena suerte en tu primera prueba para uno de los mejores clubes de la Premier League!'», decía el texto.

Su excelente nivel en el Chelsea le llevó hasta las inferiores de Inglaterra, con las que eligió jugar por la facilidad para disputar torneos internacionales y porque tras haber llegado con siete años al país, lo sentía como suyo. Ahí hizo pareja futbolística y amistad con Bellingham, compañero de generación. Jude, con el número 8 y Jamal con el 10. «Le quiero mucho. Es uno de mis mejores amigos en el mundo del fútbol», ha dicho Bellingham, que recibió un vídeo de Musiala cuando el inglés ganó el Trofeo Kopa: «Estuvimos tres años juntos en la selección, fue increíble».

El Brexit y su vuelta a Alemania

Pero ese camino juntos se rompió por la decisión de Musiala de representar a Alemania... Y por el Brexit. Jugó con Inglaterra en sub'15, sub'16, sub'17 y sub'21 e incluso capitaneó a los británicos contra Alemania en 2019, tenía amigos ahí y sentía Inglaterra como su «casa», pero terminó volviendo al país en el que nació. La implantación del Brexit y la situación de sus padres, alemana y nigeriano, «afectó», insisten hoy los periodistas alemanes.

Su madre dejó el trabajo y en 2019 volvieron a Alemania, donde el Bayern le cazó. Tenía 16 años. Unos meses más tarde, Hansi Flick le hizo debutar, con gol, en la Bundesliga ante el Leipzig de Nagelsmann, ahora seleccionador, y de Gulacsi, portero de Hungría al que se enfrenta hoy. Es el viaje de Jamal.

Así funciona el balón inteligente que rige la Eurocopa: un chip, 20 piezas, 500 datos por segundo...

Así funciona el balón inteligente que rige la Eurocopa: un chip, 20 piezas, 500 datos por segundo…

Si el lunes estuvo viendo el Bélgica - Eslovaquia seguramente alucinó con los gráficos que aparecieron durante la revisión del gol de Lukaku, más propios de una consulta médica que de un partido de fútbol. Si no lo vio, se lo explicamos. En plena retransmisión televisiva pudimos observar una especie de monitor cardíaco que latía por momentos. ¿Qué es eso? Digamos, sencillamente, que el balón de la Eurocopa tiene vida propia.

La UEFA ha estrenado en este torneo el FUSSBALLLIEBE, que en alemán significa «amor por el fútbol». Una pelota que incorpora por primera vez la tecnología Connected Ball de adidas, que proporciona una visión sin precedentes de cada elemento que entra en contacto con el balón y de su propio movimiento. Es decir, envía datos del balón a los árbitros en tiempo real. De esta manera, contribuye al proceso de toma de decisiones del colegiado de campo y de la sala del VAR.

Vayamos por partes. Primero, el diseño. Según la marca y la organización, el uso de colores rojos, azules, verdes y naranjas celebra «la vitalidad de los países participantes» y en todos los balones se pueden ver los estadios y el nombre de las diez ciudades anfitrionas.

Segundo, y más importante, la tecnología. Entre este Connnected Ball y el fuera de juego semiautomático, la UEFA ha dejado en manos de la tecnología muchas de las decisiones del torneo. El gol anulado a Bélgica por mano de Openda ha sido lo más sonado. El monitor mostró si la mano del futbolista tocó el balón y, y esto es el gran avance de la herramienta, el grado de intensidad.

El interior del balón

Todo esto se consigue porque el balón lleva integrado en el centro de la esfera un chip, un sensor, conectado a la superficie de la pelota mediante unos sensores, capaz de registrar 500 datos por segundo. Mediante geolocalización, y con la ayuda de las diez cámaras especializadas que hay alrededor del estadio y que rastrean cada acción y cada contacto, determina qué parte del cuerpo y con qué fuerza ha tocado el futbolista la pelota.

Olvídense del balón de toda la vida. Esto es otra cosa. 20 piezas encajadas meticulosamente entre las que está controlado hasta el aire que entra y sale del esférico. De esta manera son cuatro árbitros en el césped, dos en la sala del VAR, tres operadores de vídeo y un balón con inteligencia artificial los que determinarán la justicia de este torneo, y veremos de los futuros, porque la tecnología ha llegado para quedarse. En Alemania tenemos el balón y el fuera de juego, pero también la tecnología de la línea de gol, que se usa en las competiciones internacionales desde hace años.

Todo se coordina desde el Football TechnologyHUB (FTECHhub) situado en Leipzig, Germany, con cuatro cabinas de videoarbitraje para monitorizar los errores y los aciertos de los colegiados. En el HUB se reciben y coleccionan todos los datos de todas las tecnologías y se distribuyen a las diferentes herramientas. Nada se escapa. Ya no habrá goles fantasma, manos que no se pitan ni tantos en fuera de juego. Es otro fútbol.

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