Tola domina de forma insultante un duro maratón que dice adiós al gran Kipchoge, retirado

Actualizado Sábado, 10 agosto 2024 - 10:47

La imagen de Tamirat Tola recordaba a la de Abebe Bikila, no por su correr descalzo en Roma, pero sí por su semblante, con su fino bigote, un rostro de otra época, pero un dominio, como su compatriota en 1960, incontestable. Sometió a los rivales y al durísimo trazado del maratón de París en solitario prácticamente desde la mitad del recorrido, con la misma suficiencia que lo hacía el hombre al que arrebata la corona, Eliud Kipchoge, desfondado desde que el ritmo endureció los primeros tramos. Acabó por retirarse a falta de cinco kilómetros para la meta. La hazaña de intentar lograr la tercera corona fue una utopía para Kipchoge. A los 39 años, uno de los mejores fondistas que ha conocido el atletismo cierra su epopeya olímpica.

Tola miraba hacia atrás en la meta. Abdi Bashir, de Bélgica, estaba a tantos metros que le costaba divisarlo. A pesar de ello, volvía a hacerlo, como si no pudiera creer lo que le ocurría. La imperial esplanada de Invalides le aguardaba con una recta azul y miles de personas. Tan imperial era el marco de su llegada como fue el de Bikila, bajo el Arco de Constantino romano. El mejor homenaje al pionero del atletismo etíope, que derrota a Kenia en el duelo particular de la altiplanicie africana. Benson Kipruto fue el primero de sus representantes, tercero.

El vencedor, de 32 años, no sólo ganó el oro, sino que realizó la maratón más rápida de la historia olímpica, al cruzar la meta en 2.06.26. Un registro de enorme valor, dado el recorrido y el tiempo que afrontó la prueba prácticamente en solitario. Mejoró en seis centésimas los 2.06.32 con que la prueba concluyó en Pekín, en 2008. Acercarse al récord del mundo (2.00.35) del fallecido Kelvin Kiptum es imposible en unos Juegos, sin una carrera preparada, con liebres, y en un recorrido ad hoc.

Rampa a los 25 kilómetros

Una subida en el kilómetro 25 aparecía frente a los corredores. Tola se inclinó hacia adelante para el esfuerzo. Era como colocar una rampa del Mortirolo cuando empieza lo más duro de la maratón, cuando empieza a asomar el "tío del mazo", como dicen los ciclistas y también los maratonianos. El esfuerzo agonístico los iguala. El físico, también.

El etíope encabezaba ya en solitario el maratón, después de haber acabado la aventura inicial del italiano Eyob Faniel, que endureció la prueba poco después del inicio, antes de que el grupo de teóricos favoritos lo esperaran. El recorrido del maratón de París, que salió de la engalanada puerta del Ayuntamiento para llegar a Versalles y regresar a París, ya era lo suficientemente duro, por lo que la la caza del italiano, pese a que no resultara entonces peligrosa, provocó una selección que incluyó a Kipchoge y Kenenisa Bekele, además de los representantes españoles. Tola, una vez superado Faniel, pasó el medio maratón por debajo de 1.05 horas, a un ritmo alto. Ni entonces ni en la rampa ni al final, Tola recibió la visita del "tío del mazo".

Bronce en Río

Los últimos metros encontraron sorprendentemente fresco al etíope, que podría haber arañado más centésimas a la marca. No tenía oposición ni necesidad. No es el lugar en el que buscar las marcas, y menos en el maratón. Es el oro y nada más que el oro. Tola había preparado muy bien estos Juegos, después de su última victoria, el año pasado, en el maratón de Nueva York. En Río, hace ocho, se había colgado el bronce, lo que aventuraba, a los 24 años, una progresión más rápida. Sin embargo, ha tenido que esperar para volver a un podio olímpico, esta vez a lo más alto. En los Mundiales ya había logrado el oro y la plata, también en el Mundial de cross, pero el oro olímpico es distinto. Es la gloria. Como Bikila, como Kipchoge, a pesar de este final que no se desea a ninguna leyenda.

La voluntad del keniano era acabar la prueba, pese a no ganar. Lo había dicho y en la meta el público lo esperaba. París le había visto ganar otras veces desde que lo hizo en la pista, con 18 años, para imponerse en un Mundial a Hicham El Gerrouj y Kenenisa Bekele en los 5.000 metros. Bekele, de 42, sí pudo acabar en París, en el puesto 39, por detrás del primer español, Ibrahim Chakir, en el 34. La espera leyenda no llega, pero pervivirá en el recuerdo del atletismo.

¿Por qué el modelo de éxito de los atletas kenianos es inimitable? Altitud, pobreza y ugali: "Correr no es una pasión para nosotros"

¿Por qué el modelo de éxito de los atletas kenianos es inimitable? Altitud, pobreza y ugali: “Correr no es una pasión para nosotros”

"Correr no es una pasión para nosotros, correr es doloroso, pero nos proporciona un futuro mejor para nuestras familias", resume Patrick Sang, el entrenador de Eliud Kipchoge, cuando EL MUNDO le pregunta el motivo del éxito de los corredores kenianos. En la historia de los Mundiales de atletismo, Kenia es el segundo país en el medallero, sólo por detrás de Estados Unidos, pese a sus 47 millones de habitantes -como España- y su falta de infraestructuras. Aquí no hay centros de alto rendimiento, ni sistema de becas, tampoco hay gimnasios. Hay escasez de todo, desde el agua potable a las mismísimas zapatillas para correr. Entonces, ¿Por qué ganan tanto? Precisamente por eso.

Ganan porque lo necesitan. Ganan porque es su oportunidad. En el país hay jóvenes de clase media, especialmente en Nairobi y Mombasa, que cuentan con numerosos caminos para construir su porvenir, pero en las zonas rurales del Valle del Rift no hay muchas más salidas. En el libro 'Correr con los kenianos', el fisiólogo Yannis Pitsiladis, quizá el científico que más ha investigado el atletismo keniano, también asume que la pobreza es la clave del éxito: "La clave es el afán de triunfar. Para un niño de Kenia que va caminando al río a recoger agua o acude corriendo al colegio, si no acaba siendo atleta tampoco tiene demasiadas oportunidades. Por supuesto, también son necesarios otros factores, pero ese afán es la fuerza que los impulsa".

A 2.500 metros de altitud

¿Y cuáles son esos otros factores? En primer lugar, la altitud. Nacer y crecer alrededor de los 2.500 metros, en una planicie sobre un valle, proporciona a los corredores de la zona una ventaja innegable. Sus cuerpos están acostumbrados a la falta de oxígeno, su sangre es única, pero si necesidad y altitud fueran los únicos ingredientes también habría múltiples campeones de Bolivia o Perú, de Nepal o de otros países africanos como Ruanda o Lesoto. Hay más.

NN RUNNING TEAM

"El ugali, nuestro secreto realmente es el ugali", determina Laban Korir, liebre de Kipchoge en una broma clásica a los periodistas que buscan porqués. El ugali, una especie de gachas elaboradas con harina de maíz, no es milagroso, pero sí tiene algo que ver. En el campamento del NN Running Team en Kaptagat un cartel sorprende. Lejos de los complejos planes de nutrición que se suelen ver en Europa o Estados Unidos, el menú para todo el año de Eliud Kipchoge y compañía es de una sencillez absoluta.

Para desayunar, un día pan y otro, fruta y huevos duros. Para comer, arroz, alubias, patatas y col ¡cada día! Para merendar, nada o porridge. Y para cenar, ugali acompañado de carne de cabra o ugali acompañado de huevo y leche. En definitiva, carbohidratos limpios y algo de proteína, nada de grasas ni de azúcar. Sólo algún día se dan un capricho y un corredor hace chapati, que consideran una delicia, pero no son más que frisuelos salados. Kipchoge dice que Faith Kipyegon, doble campeona olímpica de 1.500 metros, es la mejor cocinera de chapatis y Kipyegon asegura que ese honor le corresponde al propio Kipchoge.

Campeones desde hace décadas

La mezcla resulta perfecta, altitud, pobreza y ugali, pero igualmente no resuelve el enigma. Las dietas de otros países en desarrollo también se basan en lo mismo y tampoco hay dinero para comprar pizzas o Nutella. "Al final el secreto del atletismo en Kenia es esto", asegura Geoffrey Kamworor, subcampeón mundial de los 10.000 metros en 2015, y señala el lugar donde está: el centro de entrenamiento de Kaptagat. "El atletismo es parte de nuestra tradición". Y ciertamente. Correr no es sólo parte de la vida de muchos niños kenianos, que acostumbran a hacerlo descalzos y con una técnica perfecta, correr también es lo que hacen sus ídolos. Pese a la amenaza del fútbol -especialmente de la Premier-, el atletismo en el valle del Rift es el deporte rey, parte de su cultura, algo único.

NN RUNNING TEAM

Desde los primeros campeones, en los Juegos de México 1968, Naftali Temu, Kipchoge Keino y Amos Biwott, la referencia de corredores como Kipchoge o Kipyegon, la existencia de los centros de entrenamiento y las muchas carreras locales forman un ambiente ideal para el desarrollo del talento. En los últimos años, con la llegada masiva del dinero de los maratones comerciales, el dopaje está distorsionado ese contexto, pero sería absurdo atribuir tan histórico éxito a las trampas. Los mejores corredores del mundo guardan secretos, pero no son más que la tradición, la alimentación, la altitud y la necesidad, sobre todo, la necesidad.

El casting para ser el próximo Kipchoge, la esperanza de los jóvenes kenianos: “Me presentaba aquí cada mañana”

Actualizado Martes, 7 mayo 2024 - 09:53

"Cuando empecé en el atletismo estuve viviendo dos años en Vic, corriendo carreras pequeñas en España, con un representante que se llamaba David Kipelio. Recuerdo que gané una en Mataró. Pero quería estar en una estructura más profesional y por eso me vine aquí con la familia. Alquilamos una casa cerca y empecé a presentarme aquí cada mañana, en la puerta del campamento, para seguir los entrenamientos de Eliud y su equipo. Quería que vieran que podía correr rápido, que podía trabajar con ellos. Era 2010. Al final me llamaron para unirme al equipo", relata Laban Korir, corredor veterano de 38 años, con tal ascendente en el campamento del NN Running Team en Kaptagat que ha sido escogido presidente. Si hay un conflicto, acuden a él para que medie. Su manera de entrar aquí en la élite del atletismo parece extraña, demasiado sencilla, demasiado casera, pero no es una excepción, ni mucho menos.

En cada entrenamiento de Kipchoge, sea largo y exigente o sea corto y sencillo, aparecen en la puerta una veintena de chavales -y no tan chavales- que desean exhibirse. Si aguantan, si muestras maneras durante unos cuantos meses, quizá acaben ganándose un puesto como liebres o quizá incluso rompan a estrellas.

En una estructura comandada por el agente holandés Jos Hermens y su Global Sports Communications, hay ojeadores y agentes implicados en la búsqueda de talento, a veces el equipo ficha promesas o campeones consagrados, como era Faith Kipyegon, pero todavía persiste el método más elemental: ven a correr con nosotros y veremos si vales para eso.

"Es un lugar agradable para vivir"

"¿Sabes qué? En la escuela yo quería ser periodista como tú. Me gustaba mirar los periódicos y los informativos en televisión. Pero después decidí hacerme corredor para conseguir una vida mejor para mi familia. Crecí en esta zona, cerca de Kaptagat, y por eso empecé a venir aquí a entrenar con el grupo. Con el tiempo, el entrenador [Patrick Sang, preparador de Kipchoge] vio mi talento y en 2020 entré a vivir. Este es un lugar muy agradable para vivir", apunta Daniel Mateiko, el más joven del lugar, de 25 años, padre ya de dos niños, que intenta ser uno de los seleccionados por Kenia para correr los 10.000 metros de los Juegos Olímpicos de París. Al contrario de lo que ocurre en otros lugares, un hueco en el NN Running Team ofrece cierta estabilidad, unos cuantos años de margen para construir una carrera. De hecho, como Korir, o Victor Chumo, otro veterano, muchos se retirarán aquí.

Mateiko, durante el entrenamiento de fuerza.

Mateiko, durante el entrenamiento de fuerza.NN Running Team.

En el Valle del Rift se calcula que hay unos 5.000 aspirantes a atleta profesional y unos 150 campamentos. Con sólo dos pistas de atletismo de tartán en la zona, la pública Estadio Nacional Kipchoge Kaino de Eldoret y la privada HATC de Iten, los entrenamientos no se organizan alrededor de un CAR en las ciudades, si no en el campo. Para montar un 'training camp', de hecho, apenas se necesita una caseta y unos cuantos corredores con ganas de triunfar.

"Yo pido fe"

Algunos lo hacen antes en la adolescencia, a través de los campeonatos kenianos de formación, pero si se les pasa la edad, lo más probable es que acaben probando con entrar en un campamento. El del NN Running Team de Kipchoge es una de las mejores opciones, pero también está, por ejemplo, el campamento de Nandi, vinculado a Adidas, donde se prepara Amos Kipruto. "Hay mucho talento, mucho talento, pero para empezar a trabajar con un atleta joven yo pido fe. Deben creer en mí, en mi conocimiento, para poder seguir mi programa. Tengo que ver que están convencidos de lo que hacen", comenta Sang, entrenador de Kipchoge, con una bonita historia sobre cómo descubrió al mejor maratoniano de la historia. La madre de Kipchoge era su maestra en la escuela, pero cuando se le acercó por primera vez, aún adolescente, a los 16 años, se lo quitó de encima.

"¿Cómo iba a saber yo que llegaría tan lejos? En aquel momento le di el programa básico que había preparado para mis atletas y no le hice más caso. Pero más tarde fue seleccionado para la selección de Kenia del Mundial de cross y pregunté para saber más de él", explica Sang, el encargado del casting que puede cambiar la vida a muchos jóvenes -y no tan jóvenes- del valle del Rift.

Eliud Kipchoge atiende a EL MUNDO en Kenia: “Aprendes desde el dolor”

Actualizado Lunes, 6 mayo 2024 - 00:00

Eliud Kipchoge recibe a EL MUNDO en el campamento del NN Running Team de Kaptagat, al oeste de Kenia, sentado en una silla blanca de plástico en medio de una tranquilísima charla con sus compañeros de entrenamiento. De lunes a sábado -el domingo visita a su familia en la ciudad más cercana, Eldoret- así pasa las muchas horas muertas cuando no corre o duerme. Dedica algún rato a leer, pero el wifi no funciona desde hace días por culpa de las lluvias, la única televisión del centro apenas se enciende para ver algún DVD antiguo -el último, el documental de escalada Free Solo- y jugar a cartas, bueno, jugar a cartas no entra en sus planes. «No sería mala idea, pero no tenemos tiempo», comenta entre la seriedad y la sorna.

Antes, en ayunas y a las 06:00 de la mañana, ha corrido 30 kilómetros en una hora y 40 minutos, ha desayunado porridge, un par de huevos hervidos y algo de fruta y se ha pegado una ducha. El secreto del mejor maratoniano de la historia, doble campeón olímpico, ex plusmarquista de la distancia, está aquí: tan calmado lugar, tan simple vida y tanta compañía.

Durante el entrenamiento le he visto corriendo como si compitiera en Berlín, en Londres o en Nueva York: mirada al frente, silencio. ¿En qué piensa?
Hay muchas cosas que pasan por mi mente, pero intento deshacerme de esos pensamientos. Dejo de pensar en lo que me deparará la vida, en el entrenamiento que tengo que hacer mañana e incluso en el ritmo que estoy siguiendo. Simplemente me concentro en el camino. No hablo mucho, es verdad, pero a veces sí lo hago para escuchar a mis compañeros, sentir que todos estamos haciendo lo mismo.
En todo el campamento hay muy pocos empleados, sólo un par de masajistas y un cocinero. Del resto, incluso de la limpieza, se ocupan ustedes mismos. ¿Por qué?
Así nos convertimos en lo que somos, así aprendemos que todos somos iguales. Aquí no hay nadie por encima de nadie, somos un equipo, nos ayudamos los unos a los otros. Este es mi ejemplo [enseña la palma de la mano derecha abierta]. Con la mano extendida algunos dedos son más largos que otros, pero con el puño cerrado todos los dedos son iguales. Nosotros siempre corremos con los puños cerrados.

NN RUNNING TEAM

¿Alguna vez se ha sentido cansado de esto? De vivir aquí aislado, de la sencillez de esta vida.
¿De vivir del atletismo? No, no. ¿Cómo me voy a cansar de esto? Llevo mucho tiempo corriendo, nunca me cansaré del deporte. A veces me canso en los entrenamientos, pero ésta es una buena manera de vivir. He disfrutado de muchas experiencias en el atletismo, llevo la mochila cargada gracias a él y cuando deje de competir espero seguir vinculado de alguna manera.

Los Juegos y sus recuerdos

En París, el próximo verano, llegará a sus quintos Juegos Olímpicos con la intención de conseguir su tercer oro en maratón y su quinta medalla en total. Si tuviera que escoger un aprendizaje de todos estos años, ¿Cuál sería?
En este tiempo he aprendido que la clave es saber qué quieres, es marcarte un objetivo. El objetivo te lleva a la disciplina y la disciplina te salva cuando vas a fallar. En estos 20 años nunca me ha faltado un objetivo y creo que gracias a eso siempre he sabido qué camino seguir. Incluso cuando no he conseguido un objetivo, cuando he fallado, he encontrado rápido otro objetivo para seguir.
Viene de un mal momento en el maratón de Tokio [fue décimo con su peor resultado de siempre]. ¿Incluso en estos momentos no duda?
Nunca he dudado, nunca he variado mi plan. Para mí fallar, perder, es simplemente un desafío. Así es la vida. Hoy te despiertas y mañana quizá no. Como eres español estoy seguro que conoces a Ilia Topuria. Sigo su carrera, me gusta como luchador. Nunca lo he conocido personalmente, pero le sigo. Pues un domingo, precisamente viendo la UFC, encontré inspiración en este sentido. Un luchador se había preparado durante seis meses, llevaba mucho tiempo entrenando, y cayó noqueado en apenas unos segundos. Así es la vida. Hay que saber aceptarlo. No te puedes aferrar a lo que has hecho en el pasado, debes dejarlo ir y encontrar algo que te mueve y que te emocione de nuevo.
¿Qué objetivo conseguido le ha emocionado más?
Creo que el Breaking 2 [cuando superó la barrera de las dos horas en un maratón no homologado en Viena]. Es lo que me hizo poner un pie en la historia del deporte mundial.

INEOS 1:59

Su primer Mundial fue precisamente en París, en 2003, logró el oro en los 5.000 metros con sólo 18 años por delante del marroquí Hicham El Guerrouj y el etíope Kenenisa Bekele. Hay quien dice que fue la mejor carrera de la historia. Ahora vuelve al mismo escenario. ¿Ahora recuerda aquel momento con nostalgia?
No, no, de hecho no recuerdo mucho de aquella carrera, tendría que volver a ver el vídeo [sonríe con gracia, realmente bromea]. Para mí París fue donde nací en el atletismo, un lugar importante en mi vida, pero no me aferro al pasado. Ni para lo bueno ni para lo malo. Ahora sólo pienso en conseguir otro oro en París, que sería mi tercer oro olímpico en maratón, un nuevo punto álgido en mi trayectoria.
Como aquella vez en 2003, en estos Juegos Olímpicos se enfrentará a Bekele. ¿Ha sido su mayor rival?
Será bueno volver a verle y competir juntos para demostrar al mundo la importancia de la longevidad, de mantenerse a lo largo de los años, pero no miro mucho a mis rivales. En el atletismo no necesitas estudiar a nadie, sólo creer en ti y dedicarte en cuerpo y alma. En el boxeo, por ejemplo, sí es necesario conocer a tu adversario, saber cómo atacarle y cómo defenderte, pero en el atletismo no lo es. Respeto a todo el mundo, pero estoy centrado en mí mismo.

El dolor y la paz del correr

Correr, a veces, duele. ¿A usted también le pasa?
Sí, por supuesto, pero ese dolor es valioso. La gente a veces olvida el valor del dolor. Aprendes a través del dolor, aprendes desde el dolor. Es difícil afrontar el dolor cuando sabes que llegará, en un entrenamiento o en la vida, pero más tarde, cuando el dolor desaparece, aparece el éxito.
¿Qué piensa cuando ve a los últimos que llegan en un maratón?
Me encanta lo que hacen. El maratón no es sólo competir, lo más importante en un maratón es que todo el mundo está corriendo. Corre el que acaba en dos horas y el que acaba en ocho horas. Están haciendo lo mismo. Completan la misma distancia, sienten la misma libertad, simplemente van a otra velocidad. Y el deporte sirve para encontrar el camino correcto en la vida, no sirve para ser rápido.
El mundo, en muchas formas, es un caos, es injusto, incluso es malvado. ¿Cree que va calando su mensaje de lograr un mundo mejor simplemente corriendo?
Completamente. Mucha gente me ha visto y me ha escuchado a lo largo de estos años. Me gusta repetirle al mundo que la única manera de ser libre es hacer deporte. Cuando no haces deporte eres un prisionero; el deporte te da la libertad, paz interior, goce. Cuando te sientes libre estás en el mejor lugar posible, aunque todo falle a tu alrededor. Insisto para que todo el mundo lo pruebe.

NN RUNNING TEAM

Como mínimo sus hijos ya corren. ¿Le gustaría que compitieran?
Por supuesto. El deporte es muy bueno y puedo enseñarles a competir. Además estoy seguro que lo aprenderán porque les interesa. Pero lo que realmente quiero es que hagan algo, no me importa si corren, si juegan al tenis o a fútbol o si hacen natación. Lo que ellos quieran, pero que hagan deporte. Les ayudará en la vida.
«Nunca te mientas», se lee en la entrada del campamento. Es una frase de Paulo Coelho. ¿Lo escribió usted?
Sí, me gusta lo que escribe. Me gusta mucho la lectura. ¿Sabes cuál es el libro que más he leído de ahí [señala a la pequeña biblioteca del centro]? Es ¿Quién se ha llevado mi queso? Lo he leído varias veces. Habla sobre los cambios y a mí me gusta encarar los cambios. También me gusta escribir. Cada día escribo mis pensamientos en mi diario. Hoy quizá escriba sobre esta entrevista.

Casas, hoteles y vacas: ¿Cómo los atletas kenianos como Kipchoge gastan lo que ganan?

Actualizado Domingo, 5 mayo 2024 - 23:59

Hace cuatro años llegó la caldera que calienta el agua. Hace dos, la potabilizadora que ahora está estropeada y obliga a utilizar filtros. No hay cocina, sólo una brasa donde se colocan las más que desgastadas ollas de acero. Los muebles, como las camas, o la televisión tienen más de 10 años. En el gimnasio sólo hay una barra de pesas semiabandonada, una elíptica con telarañas y una bici del Decathlon con un rodillo viejo. Dentro del campamento del NN Running Team de Eliud Kipchoge en Kaptagat no hay ni rastro de lujo.

Si acaso, en el parking de la puerta, donde descansa el todoterreno del mejor maratoniano de la historia, un Izuku Mu-X gentileza de un patrocinador, un Mercedes E250 no muy nuevo de otro corredor y algunos Land Rover. La relación de las estrellas kenianas del atletismo y el dinero es curiosa: son de los más ricos de su país, Kipchoge cuenta con un patrimonio de unos tres millones de dólares -una barbaridad aquí-, pero viven en la austeridad.

"Deben aprender a invertir

«Es una de las cosas que intentar enseñar a los jóvenes. Deben estudiar, leer, aprender a ahorrar y a invertir. Yo tengo negocios inmobiliarios y agrícolas», explica el dos veces campeón olímpico a EL MUNDO, orgulloso de sus tierras donde cultiva té, de su granja y, sobre todo, de sus inmuebles. Entre otras cosas, en la ciudad más cercana a su campamento, Eldoret, Kipchoge cuenta con una gran casa familiar en Elgon View, una zona acomodada entre colegios y hospitales privados.

«Estoy ahorrando, la carrera de un atleta no es muy larga. Tengo algunas tierras y me interesa el mercado inmobiliario», desvela Laban Korir, Top 10 de maratones del nivel de Tokio o Boston y liebre de Kipchoge. «Me gustaría comprar pisos y alquilarlos, convertirme en casero», refrenda en la misma línea Victor Chumo, ganador de carreras como el medio maratón de Barcelona y también liebre de Kipchoge.

Kipchoge, con Korir detrás y Chumo a su izquierda (segundo, sin gorro).

Kipchoge, con Korir detrás y Chumo a su izquierda (segundo, sin gorro).NN RUNNING TEAM

La aspiración es grupal. La mayoría de corredores kenianos siguen el mismo camino con lo que ganan de premios y patrocinios: primero compran tierras para construir una casa para sus familias y luego buscan invertir en el mercado inmobiliario. Todavía es bastante común hacerse con ganado, especialmente vacas, pero ya no es prioritario como lo fue décadas atrás.

De los hospitales al negocio

La evolución ha llevado eso. El atletismo keniano vivió una transformación con el aumento de los premios en maratones a partir de los años 90 y hoy en día es uno de los motores de la región. Antes, en los años 70, los primeros referentes, como Kipchoge Kenio, se dedicaron a construir infraestructuras como el hospital público de Eldoret o el mismísimo estadio, pero a partir del primer 'boom' del running y de figuras como Paul Tergat y Moses Tanui se pasó de la caridad a la rentabilidad.

Ante el desarrollo de los resorts en la costa de Kenia y El Masai Mara, los atletas kenianos intentaron incluir al valle del Rift en el circuito y durante un tiempo lo habitual fue construir hoteles. Mary Keitany tiene el Windsor de Eldoret, Wilson Kipsang, el Keellu Resort de Iten... Pero esa línea de negocio tenía un recorrido limitado. Aún sin mucho turismo en la zona, actualmente los atletas prefieren comprar o construir edificios de viviendas o de oficinas para alquilar y asegurarse así vivir de las rentas. El pionero fue Moses Kiptanui, que posee varias fincas en el centro de Eldoret, pero le han seguido muchos. De hecho se estima que el 35% del mercado inmobiliario del condado de Uasin Gushu pertenece a atletas.

Después de su profesionalización y de normalizar la relación con los agentes europeos que negocian sus contratos -ahora se llevan entre el 15% y el 20%, antes hubo muchos abusos-, los corredores saben como asegurarse su futuro, mientras viven en la austeridad.