Un partidillo de fútbol, 'Soledad' de la Oreja de Van Gogh y "una comilona": la receta de la España de balonmano para el bronce

Un partidillo de fútbol, ‘Soledad’ de la Oreja de Van Gogh y “una comilona”: la receta de la España de balonmano para el bronce

Las canciones se cuelan por donde nadie espera y por eso este domingo en las entrañas del estadio Pierre-Mauroy de Lille retumbaban las voces de 16 hombretones cantando sin camiseta y dando botes los siguientes versos: "Oh, soledad, dime si algún día habrá, entre tú y el amor buena amistad, vuelve conmigo a dibujar las olas del mar, dame tu mano una vez más". La Oreja de Van Gogh de Amaia Montero, 'Soledad', nostalgia pop para celebrar un bronce olímpico... ¿Y eso? Nadie explicaba muy bien el motivo, pero al parecer la culpa era de Jorge Maqueda.

La tradición marcaba que cada jugador escogía una canción y ese remix sonaba en el vestuario, pero el lateral de 36 años, charanguero como nadie, se cansó de tanto reguetón y decidió que en estos Juegos de París él sería el DJ. Antes del debut ante Eslovenia su selección musical provocó muchas risas, pero después de la final de consolación, nuevamente ante Eslovenia, todos ya estaban entregados: "Oh, soledad, dime si algún día habrá, entre tú y el amor buena amistad".

Una celebración distinta de aquellos ya acostumbrados a celebraciones. Una celebración distinta tres años después. Como ocurrió en los últimos Juegos de Tokio 2020 -y en Pekín 2008 y en Sidney 2000 y en Atlanta 1996-, España volvió a imponerse en una lucha por el bronce igualadísima que se resolvió en los últimos minutos con un gol de Alex Dujshebaev, un polémico golpe a Aleix Gómez y una parada "fácil" de Gonzalo Pérez de Vargas en el último segundo. "Hemos defendido muy bien esa acción, les hemos obligado a tirar desde la falta y era un lanzamiento bastante asequible. Y luego ya, la celebración, la locura", analizaba el guardameta que no disimulaba su alegría con la medalla al cuello como después de la derrota en semifinales ante Alemania no disimuló su enfado.

"A los que ya estuvimos en Tokio nos costó un poco más digerir la derrota en semifinales porque sabemos lo difícil que es llegar a unos Juegos Olímpicos, pasar la fase de grupos, ganar en cuartos y tener esa oportunidad de jugar por el oro", comentaba Pérez de Vargas, uno de los pocos, poquísimos repetidores, sólo siete: él, Rodrigo Corrales, Alex Dujshebaev, Adrià Figueras, Miguel Sánchez-Migallón, Gómez y Maqueda.

El partidillo que devolvió la risa

Ellos son los que llevaban peor cara después del tropiezo ante Alemania y a los que tuvo que levantar Jordi Ribera. En el día previo a la final de consolación, el seleccionador, un adicto al análisis táctico, a estudiar el balonmano, a editar vídeos, decidió que ese día no habría entrenamiento. Como es lógico, España tenía dos horas reservadas en la pista del Pierre-Mauroy de Lille para prepararse el encuentro ante Eslovenia, pero nadie apareció por allí. En su lugar, Ribera prefirió llevarse a sus pupilos al estadio Lille Métropole, el segundo más grande de la ciudad, al lado de la pequeña Villa Olímpica de Lille, para que jugaran un partidillo de fútbol.

"Teníamos que reírnos otra vez, si algo tiene el equipo es la risa, la alegría", descifraba el entrenador, que añadía: "Para mí también fue más difícil levantarme aquí que en Tokio. Cuando ya lo has vivido una vez, revivirlo es más duro. Además lo tuvimos en nuestras manos. Había que pasar el duelo, el luto, hablar, remontar y divertirse un rato". En la sala de prensa aparecieron los dos, Ribera y Pérez de Vargas, técnico y portero, y al sentarse no se dieron cuenta que los micrófonos ya estaban abiertos. Con alguna crítica a los árbitros, lamentaron el único punto de preocupación entre tanta celebración: "Se lo han cargado, es que se lo cargado".

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Hablaban del golpe a Aleix Gómez en la penúltima jugada del partido ante Eslovenia. Después del gol decisivo de Dujshebaev (23-21) y un siete metros transformado por Jure Dolenec (23-22), la selección contó con un minuto y 20 segundos para dejar morir el partido, para marcar y subirse al podio y ahí el balón llegó al extremo. Muy escorado, podía marcar. Muy escorado, se lanzó a por ello. Hubo un claro contacto del esloveno Blaz Janc, pero no se pitó nada y todavía hubo que sufrir 20 segundos más. Gómez ya no se levantó. Tendido sobre la pista necesitó ser rescatado por un compañero, el pivote Abel Serdio, que lo cogió en brazos y lo tumbó al lado del banquillo. Incluso cuando Pérez de Vargas hizo la última parada, Gómez siguió inmóvil, dolorido, roto.

Más de una hora después los que salían del vestuario comentaban que ya se encontraban un poco mejor, pero que todavía sentía muchísimo dolor en la pierna izquierda. Al volver a España, este lunes, se realizará pruebas médicas, aunque antes le quedaba la ceremonia de las medallas, la clausura y ya en Madrid "una comilona" que la Federación había prometido al equipo. Allí, en el restaurante que sea, seguramente volverá a sonar el hit: "Oh, soledad, dime si algún día habrá, entre tú y el amor buena amistad".

Balonmano: España emerge del sufrimiento y se cuelga su quinto bronce en unos Juegos

Actualizado Domingo, 11 agosto 2024 - 10:58

Quedará para el recuerdo la imagen del pivote de España, Abel Serdio, con el extremo Aleix Gómez en brazos, llevándolo de la pista al banquillo porque le dolía la pierna, el cuerpo, el alma. Hasta el último esfuerzo tuvo que poner la selección otra vez para llevarse de nuevo su quinto bronce en unos Juegos, el segundo consecutivo.

Como en todos sus partidos en París sufrió, sufrió y sufrió y, al contrario de lo que ocurrió en semifinales, en la final de consolación venció a Eslovenia por 23-22 en otro desenlace de infarto. Al final del encuentro, todos los jugadores se reunían para abrazarse alrededor del portero, Gonzalo Pérez de Vargas, y había felicidad, incluso locura, pero delante del banquillo español quedaba Gómez, inmóvil, como muestra de todo lo que había costado llegar hasta ahí.

Unos minutos después, con los reservas -Peter Cikusa y Sergey Hernández- ejerciendo de muletas, Gómez conseguía caminar e ir así a los vestuarios para celebrar con sus compañeros. Su dolor fue decisivo porque pudo costar la prórroga. En toda la segunda parte, España y Eslovenia estuvieron empatadas -del 15-15 al 21-21 nadie tuvo dos goles de ventaja- y cuando parecía que los hombres de Jordi Ribera habían sentenciado llegó la acción polémica.

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Después de un gol de Alex Dujshebaev (23-21) y un siete metros transformado por Jure Dolenec (23-22), la selección contó con un minuto y 20 segundos para dejar morir el partido, para marcar y subirse al podio y ahí el balón llegó a Gómez. Muy escorado, podía marcar. Muy escorado, se lanzó a por ello. Hubo un claro contacto con el esloveno Blaz Janc, pero no se pitó nada y todavía hubo que sufrir 20 segundos más, 20 más. No marcó Eslovenia, final, gloria. La decimoctava medalla de España en estos Juegos; el balonmano no ha dado oros ni platas, pero pocas veces falla.

Una Eslovenia distinta

Pasan los años y las generaciones y siempre es así, aunque el juego cambie. No hubo mayor muestra de ello, de hecho, que el balonmano del rival este domingo, Eslovenia. País de centrales creativos, como su actual seleccionador, Uros Zorman, y de extremos a toda pastilla, en estos Juegos vivieron del lanzamiento exterior de Dolenec, Jean Bombac, Aleks Vlah, Borut Mackovsek e incluso del polivalente Janc. Era extraño, pero en realidad, para España, mejor. Siempre sufrió ante la selección balcánica porque encontraba en ella un espejo, las mismas virtudes, las mismas debilidades, y este domingo no fue así.

El guión del partido volvía a ser el que era ante Alemania, defensa y contraataque, y así cualquier cosa podía pasar. Durante la primera parte, el conjunto de Ribera dominó como no había dominado prácticamente ningún periodo en esta cita olímpica, pero el marcador no lo mostraba. Una mala racha de siete minutos sin marcar y algunos despistes antes del descanso hicieron que de camino a los vestuarios hubiera igualdad, 12-12, y se avisara de la taquicardia final.

La maldición del balonmano en los Juegos y el cabreo por las paradas de Wolff: “Le hemos metido nosotros en el partido”

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 23:47

Una oportunidad y otra y otra y... al acabar las semifinales ante Alemania, los jugadores de España no se podían quitar de la cabeza los últimos tres minutos de partido en los que pudieron marcar y no lo hicieron. La selección volvió a caer en las semifinales de unos Juegos Olímpicos, un muro histórico -ocurrió en 1996, 2000, 2008 y 2020-, y seguramente ésta fue la vez más dolorosa. Incluso si mañana (09.00 horas) se cuelga el bronce en la final de consolación ante Eslovenia, el pivote Javi Rodríguez recordará los dos lanzamientos a bocajarro que tuvo para anotar y estrelló contra el portero germano, Andreas Wolff.

Al acabar el encuentro, Rodríguez, el más joven del grupo, de sólo 22 años, lloraba en el banquillo tapándose el rostro con la toalla blanca mientras sus compañeros se marchaban hundidos a vestuarios. El golpe fue tan importante que esta vez no hubo unión. Cada uno por su lado trataba de superar lo ocurrido, de digerir la rabia, de tranquilizarse.

Era complicado. Más de la mitad del grupo ya sufrió el mismo golpe hace sólo tres años en las semifinales de los Juegos de Tokio y ayer se veía en la final, por fin en la final olímpica, la primera de la historia de España. «Ahora mismo no sé qué decir, no puedo animar a la gente, no puedo hablar. Es bastante jodido sacar palabras de ánimo porque lo hemos tenido en nuestras manos. Hemos tenido oportunidades y no las hemos aprovechado», comentaba Jorge Maqueda justo al acabar el encuentro. «Hemos sido claros dominadores del juego, pero no de la finalización, que al final es lo que te permite ganar el partido», analizaba el seleccionador, Jordi Ribera, en una zona mixta en la que se mezclaban los sentimientos. Hubo disgustos y hubo enfados.

El recuerdo distinto de Tokio

Pese al mérito en las paradas de Wolff, el portero alemán, algunos señalaban que faltó más paciencia y más puntería en los lanzamientos. «Wolff es un gran portero, pero le hemos metido nosotros en el partido con tiros mal seleccionados. Es más culpa nuestra que mérito suyo. Era una oportunidad única que no hemos sabido aprovechar. Duele más porque sabemos que no es un equipo superior a nosotros», aseguraba Gonzalo Pérez de Vargas con cierta razón.

Al contrario de otros equipos en estos Juegos, como Egipto, rival en cuartos de final, Alemania no impuso su juego por encima de España, pero igualmente dominó el marcador. Hasta dos veces el equipo de Ribera estuvo muy por debajo (10-6 en el minuto 18 y 19-16 en el minuto 42) y hasta dos veces tuvo que remontar. Su virtud: la defensa y los contraataques. La virtud de Alemania: sus lanzadores, especialmente Renars Uscins, el hombre que eliminó a Francia.

Contra ellos había que poner el pecho, todo el cuerpo, el alma detrás y delante dejar que hicieran Ian Tarrafeta o Agustín Casado. El plan funcionaba y el único obstáculo para la victoria era Wolff. Antes incluso de sus paradas salvadoras a Javi Rodríguez, el portero alemán ya llevaba una racha asombrosa y así acabó: detuvo 22 de los 45 lanzamientos que recibió, entre ellos el único siete metros que hubo a favor de España. Aleix Gómez, con un 100% en el torneo hasta entonces, contabilizó su primer fallo.

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«Estamos fastidiados, pero habrá que hacer borrón y cuenta nueva. Las fuerzas las sacaremos de dónde sea, pero costará, costará», reconocía Maqueda que sabía que la situación era muy diferente a la vivida hace tres años. Entonces en el Gimnasio Nacional Yoyogi de Tokio hubo una conjura entre veteranos y jóvenes: para algunos, como Raúl Entrerríos, Julen Aguinagalde o Viran Morros, el bronce suponía una fabulosa despedida y para los otros, como el propio Pérez de Vargas o Alex Dujshebaev, su primera medalla olímpica. Las semifinales, ante Dinamarca, también habían sido muy distintas, con pocas opciones de victoria. Ahora los que ya estuvieron en Tokio querían más y de ahí el enojo.

«Lo más rápido que podamos habrá que levantar la cabeza y pensar que todavía podemos ganar el bronce», aseguraba Pérez de Vargas antes de meterse en el vestuario, donde ahí sí, había que recuperar la piña y empezar a rehacerse para mañana marcharse de los Juegos con un bronce, otro maldito bronce, el quinto, aunque perdure el recuerdo por los goles perdidos.

Balonmano: España se estrella contra el muro de siempre en los Juegos y jugará por el bronce

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 18:36

Siempre en las semifinales, una pesadilla: siempre que España roza la gloria en los Juegos pierde antes de la final. Ocurrió en Atlanta 1996, en Sidney 2000, en Pekín 2008, en Tokio 2020 y este viernes en París 2024. Esta vez fue Alemania (25-24) la culpable, una selección que tenía las virtudes y los defectos que mejor le encajaban a España. Con la épica como rutina, la selección que dirige Jordi Ribera estuvo a punto de volver a remontar, de volver a sobrevivir, de resurgir como venía haciendo durante todo el torneo, pero no pudo ser. En los últimos ataques desaprovechó sus oportunidades y se estrelló contra su muro histórico.

Justo al acabar el encuentro lloraban los más jóvenes, quienes nunca habían vivido tan desagradable experiencia, mientras los alemanes se abrazaban a su portero, Andreas Wolff, héroe absoluto. Si España vivió del trabajo colectivo, del sudor en defensa y de los contraataques, Alemania vivió de su guardameta. En trance desde el primer minuto hasta el último -hizo 22 paradas de 45 lanzamientos-, Wolff frenó los últimos cuatro lanzamientos de la selección para desesperación de todos, especialmente del pivote Javi Rodríguez. Él era uno de los afectados: se sentía culpable. Él era uno de los más afectados: se veía en la final.

Porque España la tuvo en la mano. Después de todo el partido por detrás en el marcador, se presentó en el tramo decisivo con ventaja (23-24, min. 56) y no la supo aprovechar. Hasta dos veces Rodríguez se estrelló contra Wolff entonces y los lanzadores alemanes no perdonaron. Un gol de Juri Knorr a falta de dos minutos desequilibró el duelo y ya no hubo más. La selección se jugará el bronce, el quinto de su historia, contra el perdedor del duelo entre Dinamarca y Eslovenia. En principio los daneses son muy favoritos, pero no se puede descartar la sorpresa.

En todo caso, el trabajo del equipo de Ribera será rehacerse, como viene haciendo todos los Juegos. De la fase de grupos salieron con una remontada ante Croacia, de los cuartos se salvaron con otra ante Egipto y este viernes contra Alemania iban por el mismo camino. Hasta dos veces la selección estuvo muy por debajo (10-6 en el minuto 18 y 19-16 en el minuto 42) y hasta dos veces se rehízo a base de esfuerzo atrás. El conjunto germano lo fiaba todo a sus lanzadores, especialmente en la segunda parte a Renars Uscins, el hombre que eliminó a Francia, y contra ellos había que poner el pecho, todo el cuerpo, el alma. Lo hicieron mientras Ian Tarrafeta y Agustín Casado peleaban también delante, pero todo se truncó al final.

Agustín Casado y el “alma” de la selección de balonmano: “Nadie tiene nuestro espíritu”

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 01:41

Agustín Casado (Carboneras, 1996) es un novato olímpico de 28 años. Después de los Juegos de Tokio 2020, cuando se retiró la generación dorada, llegó a la selección española y desde entonces nadie lo ha movido del lateral izquierdo. Ayer, en los cuartos de final de los Juegos de París ante Egipto, sus cuatro goles fueron claves para una remontada que en algunos momentos parecía improbable. Del atasco en ataque hasta el descanso (8-12) a la victoria en la prórroga a base de corazón (29-28).

«Hemos estado espesos. No hemos hecho el partido que queríamos, pero este equipo tiene cosas más allá de la táctica, tiene alma, tiene espíritu, tiene sacrificio. Pase lo que pase peleamos hasta al final. Eso es lo que nos hace especiales», cuenta Casado, que mañana afrontará sus primeras semifinales de unos Juegos contra Alemania, un rival que ya se impuso a España en la fase de grupos (33-31). A lo largo de su historia, la selección ha jugado cuatro semifinales olímpicas y ha perdido todas para después llevarse siempre el bronce.

¿Cambiará esta vez esa estadística, la historia?
Eso queremos. Alemania nos ganó la semana pasada en la fase de grupos, pero hicimos un buen partido y tuvimos mala suerte. Nos prepararemos de la mejor manera posible, iremos a por todas y nos dejaremos la piel, eso seguro.
En la pista, después de ganar a Egipto, se han lanzado todos a abrazarse. ¿Qué ha pasado después?
Ha habido un poco de locura por cómo ha ido el partido, la prórroga... Ha sido emocionante, pero en el vestuario ya hemos estado más tranquilos. Estamos muy contentos por jugar una semifinal olímpica, aunque sabemos que aún no hemos conseguido nada y que tenemos que descansar. Además, nos hubiera gustado París, pero jugar aquí en Lille nos ayuda a estar más lejos del barullo.
Entre la crisis y la retirada de las leyendas siempre creemos que España bajará el nivel en balonmano y nunca pasa.
Hemos entrado gente nueva, pero tenemos el mismo alma que antes. Somos un equipo. Es un tópico, pero nosotros no sólo lo decimos, también demostramos que es así sobre la pista. Somos conscientes de nuestras limitaciones y trabajamos para taparlas. No seremos los más grandes, pero nadie tiene nuestro espíritu. Aunque cambien los nombres, venga quien venga. Hay que vivirlo en primera persona para darse cuenta que es así.
Casado arma el brazo durante el partido ante Japón.

Casado arma el brazo durante el partido ante Japón.EFE

Lo de «somos un equipo» se rompe si juegan al mus.
Sí, sí, ahí sí hay pique. Pasamos mucho tiempo fuera de casa, todos juntos, no hay nadie que pase tiempo solo y tenemos que encontrar pasatiempos. En la Villa jugamos a algún videojuego en una sala que había, veíamos otros deportes, pero principalmente nos dedicamos a jugar a cartas. Lo del mus a veces sí se calienta.
¿Quién gana?
Yo tengo mis días, tengo mis días.
Pero... ¿Generalmente quién gana?
A ver, tengo que confesar que Adrià Figueras va en cabeza, se le da bien, sí, sí. Pero que no se confíe. También los vascos, Kauldi [Odriozola] e Imanol [Garciandia], tienen mucha pose para el mus, debe de ser algo de su tierra.
¿Cree que son sus Juegos?
No, son los Juegos Olímpicos de todos. Somos varios debutantes en unos Juegos, pero llevamos todo el ciclo olímpico juntos. Ya jugamos el Europeo de 2022 [subcampeones, allí ganaron a Alemania por 29-23] y el Mundial de 2023 [terceros] y aquí venimos con experiencia. Sabemos que tenemos que ir paso a paso y ver dónde nos pone la competición. Hacer nuestro trabajo, básicamente. Ni pensar que vas a ganar el oro antes de jugar, ni por supuesto pensar que no tienes posibilidades.
¿Cómo vive alguien que ha dado tantos tumbos en sus clubes?
Son situaciones difíciles, las vueltas que te hace dar el balonmano. Pero, bueno, ahora llevo un año en Veszprem, voy a estar allí un año más seguro y estoy más tranquilo. Además ahora ya estoy preparado para lo que venga. Si tengo que volver a mudarme, lo haré y ya está.

El ‘supermiércoles’ que puede dar un gran impulso a España en el medallero

Actualizado Martes, 6 agosto 2024 - 20:44

Desde las 7.30 de la mañana en los alrededores de la Torre Eiffel hasta las 22:30 aproximadamente en Roland Garros, un supermiércoles olímpico para no levantarse del sofá. Un frenético cóctel de deportes, por tierra, mar y aire, en el que España podría conseguir de cuatro a seis medallas (a falta de cuatro jornadas, igualaría ya las logradas en Río y Tokio) y meterse en varias semifinales por equipos. Tomen nota.

MARCHA

En el Trocadero, bien temprano, dos parejas españolas para seguir ampliando la leyenda de la marcha atlética española. Se trata del novedoso relevo mixto en el que recorrerán la distancia de un maratón (42,195 kilómetros), en cuatro postas. Álvaro Martín y María Pérez, bicampeones del mundo en Budapest y medallistas olímpicos la semana pasada (bronce él, plata ella) en los 20 kilómetros, son claros favoritos. Miguel Ángel López y Cristina Montesinos (décima la catalana) también tienen mucho que decir.

TAEKWONDO

No muy lejos de allí, en el Grand Palais, desde por la mañana -con suerte, hasta las 21.19 de la final femenina y las 21:37 de la masculina-, dos madrileños, Adriana Cerezo (-49 kg, plata en Tokio) y Adrián Vicente (-58), pelearán en una especialidad también siempre propicia. Ella arranca en octavos contra la uruguaya Grippoli (11.11 h.); él, bronce mundial, contra un rival que llegará desde una ronda anterior (11:24).

EQUIPOS

Con el fútbol masculino en la final olímpica, el femenino buscando este martes el mismo lugar y la estupenda plata de las chicas del baloncesto 3x3, los equipos tienen por delante un miércoles decisivo. Por orden, seis citas de cuartos de final. A las 9:30 h., en Lille, el balonmano masculino se enfrenta a Egipto, rival al que ya derrotó hace tres años en los Juegos de Tokio por el bronce. Ya a mediodía (14:00 h.), los chicos de waterpolo se las verán con Croacia. Y, media hora más tarde, en la reedición de la pasada final del Eurobasket, las chicas de Miguel Méndez ante Bélgica en el Bercy Arena. Un poco después (17:00 h.) será el turno del voley playa: ellas, Daniela Álvarez y Tania Moreno, contra la pareja canadiense. Y ellos, ya a las 21:00 h., los legendarios Pablo Herrera y Adrián Gavira, ante los noruegos.

España, el lunes, durante la rutina técnica en Saint-Denis.

España, el lunes, durante la rutina técnica en Saint-Denis.EFE

NATACIÓN ARTÍSTICA

España se encuentra otra vez entre las favoritas, el sitio que le corresponde por tradición y palmarés. Después del escándalo que desmanteló al mejor equipo español de natación sincronizada de la historia, con Anna Tarrés al frente, hubo dos ediciones de vacío -los Juegos de Río 2016 y los Juegos de Tokio 2020-, pero ya está de vuelta. Con Mayuko Fujiki al frente, un nuevo grupo de nadadoras y otra filosofía de entrenamiento, España vuelve a estar en disposición de colgarse una medalla. Será en la rutina acrobática, a partir de las 19.30 horas, y con un riesgo alto. Con la China de la propia Tarrés como favorita al oro, las medallas se tendrán que discutir con Japón y Estados Unidos, que presentarán ejercicios con menor puntuación de dificultad, pero más seguros.

VELA

La clase 470 mixto, con Nora Brugman y Jordi Xammar, afronta la Medal Race hoy en la bahía de Marsella a partir de las 15:43 horas en inmejorable posición. Ayer sólo pudieron disputar dos de las tres últimas regatas previstas en la última jornada de la serie clasificatoria y siguen segundos en una general muy igualada. Son los números uno del ranking internacional y vigentes campeones de mundo. Ayer firmaron un tercero y un sexto puesto antes de que se quedaran sin viento. Fuera de las medallas quedaron ayer Tara Pacheco y Andrés Barrio en el Nacra 17. La pareja mixta, demasiado irregular durante las tres regatas del martes, se quedó a cuatro puntos de la Medal Race.

Ghadfa festeja su victoria de cuartos ante Chaloyan.

Ghadfa festeja su victoria de cuartos ante Chaloyan.AFP

BOXEO Y...

El último en entrar en acción será el marbellí Ayoub Ghadfa, quien, con su medalla asegurada, buscará silenciar Roland Garros a las 22:18 h. ante el local Djamili Aboudou y colarse en toda una final olímpica de los pesos pesados. No hay que perder ojo tampoco a Leslie Romero, con plaza y sueños en la final olímpica de escalada. Daniel Arce estará en la finalísima de los 3.000 obstáculos en el Stade France. Y, sin medallas en juego todavía, comienza el golf femenino (Carlota Ciganda y Azahara Muñoz) y se disputan varias eliminatorias de piragüismo.

España se clasifica para cuartos con un gol en el último segundo de Aleix Gómez y le sonríe la suerte

Actualizado Domingo, 4 agosto 2024 - 22:51

En estos Juegos Olímpicos de París, España sólo tenía un día de obligaciones, un día de ganar o fracasar, un día que marcaría su participación: era este. Y en ese día jugó mejor que nunca. Y en ese día sufrió como nunca. Desde su buen debut ante Eslovenia, venía la selección que dirige Jordi Ribera asomándose al abismo, perdiendo ante Suecia y Alemania en dos partidos en los que pudo sentenciar su pase a cuartos de final. Pero en el encuentro clave, en el cierre de la fase de grupos, ante Croacia, dominó, aguantó y ganó.

Un gol de Aleix Gómez en el último segundo dio la victoria por 32-31, España se clasificó para los cuartos de final del próximo miércoles y, además, lo hizo con cierta suerte. Por el resto de resultados, su primer rival será Egipto, posiblemente la selección con menos nombre de las que quedan, aunque venga de ganar a Noruega y empatar con Francia. Con Juan Carlos Pastor al frente, el equipo africano es muy guerrero, muy luchador, muy equipo, pero la otra opción era enfrentarse a la Dinamarca imbatida o quizá imbatible. Las medallas son posibles.

Como en los encuentros anteriores, el éxito de España pasaba por correr y esta vez sí corrió. Hasta el último segundo tuvo que hacerlo, desde los primeros minutos lo hizo. Con el impulso de los velocísimos Kauldi Odriozola, Daniel Fernández y Aleix Gómez, la selección disfrutó de varios contraataques para contrarrestar la férrea defensa croata.

Para todo lo demás estaba Alex Dujshebaev. Desde que Ribera es seleccionador, todo el grupo se ha acostumbrado a un reparto de minutos igualadísimo en el cual es imposible saber quién es titular y quien suplente, quien es más importante y quien menos, pero en los momentos decisivos siempre aparece Dujshebaev. Líder del ataque desde el central, más pasador que goleador, hizo jugar a los suyos y sirvió balones a los pivotes, Abel Serdio y Javi Rodríguez.

La contra final

A partir de la primera ventaja (8-4, min. 10), España controló el marcador, aunque Croacia apretaba y aflojaba, apretaba y aflojaba. En un partido en el que ambas selecciones se lo jugaban todo, seguir en los Juegos o marcharse para casa, no hubo ninguna tregua. La selección balcánica forzó el empate (8-8, min. 14), luego se dejó ir (12-8, min. 20 o 20-15 al descanso), volvió a acercarse (20-18, min. 37) y luego perdió terreno.

Y así todo el partido. Mientras España exponía toda su variedad en el juego, Croacia planteaba el encuentro a partir de dos máximas: su portero y sus mejores lanzadores. El cancerbero, Dominik Kuzmanovic, encadenaba rachas de acierto y sus laterales, Ivan Martinovic e Zvonimir Srna, le acompañaban. Así en los últimos minutos, lograron igualar el marcador (29-28. min. 55), disparar los nervios y hacer temblar a España. Pese a que dos goles de Ian Tarrafeta y una superioridad por un pelotazo a Gonzalo Pérez de Vargas llevaban a la victoria, varias malas decisiones en ataque llevaron a la igualada a falta de seis segundos (31-31). Un empate era temible, significaba cruzarse con Dinamarca en cuartos, pero un saque rápido y otra carrera de Gómez salvó a la selección. Al final, triunfo y una clasificación con cierta suerte.

La reivindicación de Álex Dujshebaev y todo el balonmano: “En otro país tendríamos más repercusión”

Actualizado Domingo, 28 julio 2024 - 23:42

Hace tres años, Álex Dujshebaev salía del pabellón Yoyogi Kyogi-jo de Tokio con un bronce en el cuello, dolores por todo el cuerpo y poca energía para celebrar su éxito. Estaba reventado. En los últimos Juegos Olímpicos de la generación dorada del balonmano español -Raúl Entrerríos, Viran Morros, Julen Aguinagalde, Gedeón Guardiola...- había que ganar una medalla y la ganaron, aunque por el camino se dejaron el físico. «Tuvimos bajas y se juega un partido cada dos días, pero ojalá también me vaya destrozado de París», comenta Dujshebaev, que en estos Juegos está en otra situación.

De ser el joven de un equipo de veteranos a ser el líder de un grupo de chavales. La renovación de la selección llegó y ahora, a sus 31 años, Dujshebaev es de los mayores. Después de la victoria en el debut, este lunes ante Suecia (16.00 horas) y luego ante Japón, Alemania y Croacia se jugarán los cuartos de final. Encontrarse con un buen rival será clave para optar a la quinta medalla olímpico del balonmano masculino español.

¿Cuándo 'aterriza' uno en unos Juegos Olímpicos?
En el primer partido. Los días previos andas un poco despistado, es verdad, conociendo la Villa, saludando a otros deportistas, pero a nosotros nos tocó debutar a las 9.00 del primer día, así que se acabó rápido la fiesta. Igualmente, anteayer estuve hablando un rato con Nadal y Alcaraz y fue un placer, me impresionó lo cercanos que son.
En su casa ya hay un oro olímpico, aunque no es suyo, es de su padre Talant, campeón en Barcelona 1992 con el equipo unificado. ¿Cuántas veces le ha hablado de ello?
Algunas veces, algunas. En los Juegos de Barcelona 1992 justo mi madre estaba embarazada de mí y nací esa Navidad, así que de alguna manera también lo viví (Risas). La verdad es que mi padre, siempre que habla del oro olímpico, habla del orgullo que sintió, no de cómo jugaron. Un oro olímpico es una hazaña que perdura, a lo que todo el mundo aspira, tiene otro nivel de relevancia respecto a un Mundial o un Europeo.
¿Ha visto aquella final?
Entera nunca. Creo que tenemos un VHS, pero no tengo aparato. He visto un resumen que hay en Youtube y algunas acciones sueltas.

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En aquella época el balonmano llenaba pabellones en España.
Obviamente era otra época. El bajón de la liga Asobal ha repercutido, ha quitado interés al balonmano, pero no sólo es eso: otros deportes han ido cogiendo relevancia, no nos hemos modernizado. Hay gente que me para por la calle y me recuerda cosas de mi padre y su generación. Es un orgullo, pero desde entonces España ha conseguido muchas cosas.

"Notas la diferencia con otros deportes"

Es considerado uno de los mejores del mundo, si no el mejor. En aquella época sería bastante famoso.
La verdad es que hay veces que notas la diferencia con otros deportes. La atención que recibimos cuando conseguimos alguna medalla, lo que se te conoce por la calle... No me quejo, la verdad, notamos el apoyo del público, pero si estuviéramos en otro país la repercusión sería más grande. La situación en España es la que es y sólo nos queda intentar ayudar, hacer lo que podamos.
También es bastante tímido.
Sí, es verdad, soy reservado, no me gusta entrar en polémicas y menos hacerlo en público. No quiero que hablen de mí por algo negativo, por eso en redes sociales intento ir con cuidado. Ahora estoy haciendo unos vídeos de la Villa y hay gente que los sigue, pero básicamente hablo de los partidos que juego. Hay deportistas más controvertidos, que llaman más la atención, pero eso no va conmigo.
Le puede pedir consejo a los chavales del equipo de cómo triunfar en redes. Ahora ya es un veterano.
(Risas) Es ley de vida. Antes era el primero en todo, no perdía ni una carrera en los entrenamientos y ahora me empiezan a adelantar los más jóvenes. Es lo que toca. Por suerte durante muchos años aprendí de los veteranos, de Raúl [Entrerríos], de [Joan] Cañellas, cómo medir los esfuerzos. En los Juegos de Tokio, por ejemplo, algunos no estaban en su mejor momento físico, pero se conocían tan bien que daban el 100% en el momento adecuado. Ahora tenemos un equipo más joven y más energía, pero también menos conocimientos de ese tipo. Es lo normal.
Con Jordi Ribera siempre hay minutos para todos, pero en las últimas jugadas el balón siempre está en sus manos. ¿Entrena esos lanzamientos en el minuto final?
No, no, es muy complicado entrenarlo, hay que sentir el momento. Lo digo siempre: yo asumo esa responsabilidad porque el cuerpo técnico y mis compañeros me dan esa confianza. Estoy cómodo en ese papel porque ellos me apoyan. Si no fuera así surgirían las dudas y me costaría más jugármela.

España arranca a correr para ganar a Eslovenia y lanzarse en los Juegos

Actualizado Sábado, 27 julio 2024 - 10:51

Fue al descanso cuando España miró hacia abajo y supo que la caída sería mortal. El formato de unos Juegos Olímpicos engaña porque la fase de grupos es muy amable -son seis equipos y pasan cuatro-, pero un par de derrotas te sitúan en unos cuartos de final muy desagradables, quizá ante Francia, quizá ante Dinamarca. Por eso, entre la primera y la segunda parte de su debut contra Eslovenia, la selección que dirige Jordi Ribera comprendió que se estaba jugando la vida. Era pronto, muy pronto en el recinto Puerta de Versalles, las nueve de la mañana del día después de la ceremonia de inauguración, pero no importaba. Tocaba despertar. Y despertaron.

Después de 30 minutos grises, España reaccionó con mucho carácter para llevarse el partido por 25 a 22 y lanzarse en los Juegos. Quedan rivales de peso en la primera fase, Croacia, Alemania, Suecia y Japón, pero ahora hay cierto margen y un futuro más despejado. Alcanzar las semifinales, la lucha por las medallas, ya está más cerca.

Eslovenia, con Uros Zorman como seleccionador, planteó un balonmano como el que jugaba él no hace tanto: control, creatividad y, en cierta forma, lentitud. En la primera parte, el partido se jugó al ritmo pausado que impuso el equipo balcánico y ahí España estaba perdida. Dani Dujshebaev o Ian Tarrafeta intentaron responder a los bombazos de Dean Bombac, pero la selección no es eso. Desde hace una década la selección es velocidad, correr al contraataque, construir jugadas a toda prisa, y eso faltaba. En ese periodo, España sólo marcó ocho goles.

De ahí la reacción. Al descanso Ribera ordenó correr a toda costa, correr, correr y correr aunque se multiplicaran los fallos y se descontrolara el encuentro y eso hicieron. De repente los extremos, especialmente Aleix Gómez y Daniel Fernández, empezaron a ver la luz y a marcar hasta sumar 10 tantos entre ambos. Con la ayuda de Gonzalo Pérez de Vargas en la portería, que ya sostuvo el marcador durante la primera parte, España cambió el ritmo y lo cambió todo. Aún le quedaría bajar al barro para aguantar los golpes de Eslovenia, ahora un palo a Alex Dujshebaev, ahora un pelotazo en la cara a de Vargas, pero ya tenía el mando. Al final fue un estreno