Ha sido un movimiento rápido que ha cogido al mundo del baloncesto por sorpresa. Poco después de las 10 de la mañana de este viernes, el Bayern de Múnich anunciaba, mediante un comunicado, que Pablo Laso abandonaba su banquillo "por motivos personales". Pocos minutos después, en un tuit, la Liga Endesa había público su destino: el banquillo del Baskonia.
Laso regresa así a la que fue su casa, el club de su cuidad, donde debutó en la élite y donde permaneció una década, la inicial de su carrera como jugador, entre 1985 y 1995, cuando fichó por el Real Madrid. Como técnico, no había estado nunca en Vitoria. "Regresa a casa", ha sido la frase escogida por su nuevo equipo para darle la bienvenida.
En el comunicado emitido por la entidad bávara explica que, con esta decisión, se cumple así "el deseo del dos veces ganador de la Euroliga de rescindir su contrato", que originalmente estaba en vigor hasta el verano de 2025.
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En la única temporada, de las dos que firmó -con opción a una tercera-, en que ha permanecido en Múnich, el técnico ha llevado al Bayern a conquistar el doblete en Alemania -el segundo de la historia del club-, con la Copa en febrero y la reciente Bundesliga hace un par de semanas, cinco años después de la última, de la mano de jugadores como el hispano-congoleño Serge Ibaka o el argentino Leandro Bolmaro.
En la Euroliga la trayectoria del conjunto entrenado por el vitoriano fue más discreta, finalizando en decimoquinta posición la fase regular, fuera tanto de los puestos de 'play off' como de 'play in'.
El director general de la sección de baloncesto del Bayern, Marko Pesic, explicó en la nota que "la decisión personal de Pablo" les "sorprendió", pero que lo respetan "mucho como entrenador y como personalidad" y tienen que "agradecerle mucho su trabajo y su gran compromiso durante la exitosa temporada pasada",
"Le deseamos a Pablo todo lo mejor para el futuro; siempre estará asociado a nosotros, y no sólo por la doble victoria", concluyó.
Se acabó el culebrón, Mario Hezonja renovará por el Real Madrid. Así lo ha confirmado el propio jugador en sus redes sociales, con un mensaje de amor abierto al club blanco, al que no ha dudado en tildar de su "casa".
"El Real Madrid creyó en mí cuando muchos no, se cuidó de mí y de mi familia desde el primer día que llegué y nos hizo sentir como en casa. Mi única intención era quedarme así que estoy feliz de comunicarles que continuaré mi viaje en MI CASA, MI REAL MADRID ¡por mucho tiempo!", ha escrito el croata en X.
"Como todos sabéis, después de mi último partido de la temporada me convertí en agente libre y soy libre de decidir dónde quiero jugar durante los próximos años. No he celebrado ningún acuerdo con nadie más a partir de ahora y, como dije, ¡siempre lo oiréis de mí primero!", ha añadido 'Super Mario'.
Con este anuncio, Hezonja pone punto y final a uno de los culebrones más sonados en el baloncesto patrio desde la llegada de Mirotic al Barcelona. El eterno rival, que ha firmado a Kevin Punter, tenía, según muchos medios especializados, la firma del jugador blanco en un contrato de larga duración y de sustanciosas cifras económicas.
Todo parecía indicar que el ala-pívot iba a hacer las maletas para instalarse en la casa del eterno rival y convertirse en uno de los puntales del nuevo proyecto blaugrana, que trata de salir a flote después de una temporada para el olvido. Pero finalmente, en un nuevo giro de guion, en otro revés de un 'partido de tenis' que tenía al espectador girando el cuello de lado a lado de la cancha, Hezonja ha terminado de deshojar la margarita y se ha decantado por el equipo de la capital.
Muchos dicen que fue el Barça quien se echó atrás después de las declaraciones de Hezonja tras la conquista de la última liga por parte del Madrid, pero nunca lo sabremos a ciencia cierta. En esa alocución, un emocionado Hezonja le declaró amor eterno al equipo blanco, destacando la presión del propio Florentino Pérez para convencerle de que se quedara.
Los padres de Sergio Rodríguez se conocieron en una cancha de baloncesto. Eso podría explicar muchas cosas. "Cuando nací, los primeros regalos eran juguetes de baloncesto". En concreto, una canasta de los Celtics con la que jugaba compulsivamente en su habitación. Eso, también. O quizá el secreto del chachismo, esa marca ya para la eternidad de un jugador irrepetible, sea una frase de Pablo Laso: "Lo más importante, él ve esto como un juego".
Pepu Hernández, el entrenador que le hizo debutar con 17 años -en el quinto partido de unas finales ACB, en el Palau-, solía usar un juego de palabras con su pupilo, que también lo sería dos años después en el oro mundial de Saitama con la selección. Las letras que conforman el nombre de Sergio son las mismas que riesgo. Riesgo, imaginación, naturalidad, osadía, talento, profesionalidad y sobre todo, de nuevo, mucho amor por algo que él siempre vio como eso, un juego. El asombroso viaje del Chacho durante dos décadas es todo eso. De Tenerife a Getxo con 14 años, del Siglo XXI a Madrid, del Estudiantes a Portland, de Nueva York (paso por Sacramento) de nuevo a Madrid, del Real Madrid a Filadelfia, de la NBA a Moscú, del CSKA a Milán y del Armani de nuevo al Real Madrid, para cerrar una carrera repleta de éxitos, tres Euroligas, un Mundial, dos Eurobasket, Ligas y Copas en España, Rusia e Italia... y todo un MVP de la Euroliga en la temporada 2013-2014.
Pero Sergio Rodríguez es mucho más que su palmarés, es casi una filosofía. Un jugador que trasciende. Es el Chacho, el apodo que le pusieron en su primera preselección con España, en 2002, porque no paraba de decir, como buen canario, aquello de "muchacho". Jugaba entonces en La Salle con su primer maestro, Pepe Luque, y fue justo antes de marcharse a Bilbao, a esa experiencia llamada Siglo XXI, donde chavales cadetes y juniors convivían y se formaban baloncestísticamente. Fue por entonces cuando dio el estirón físico, aunque todavía le llamaban "polilla" porque no paraba de moverse.
Sergio considera aquellos años lejos de casa, previos al Estudiantes, clave en todo lo que iba a suceder después. El primer año en Madrid, donde se le atragantaron los estudios en el Ramiro, combinó el equipo EBA con el júnior y llevaba un mes de vacaciones cuando Pepu le llamó para la final contra el Barça. La noche antes había estado viendo la NBA y tuvo que despertarle una vecina. Aquella canasta en penetración en el Palau es el comienzo de un época. "Esos 20 segundos del final de liga con Estudiantes me marcaron. Nunca había ido convocado con el primer equipo. Venía de vacaciones, no me sabía las jugadas, estaba preocupado... Esa tensión desde el minuto uno de profesional me ha ayudado", confesaba en una entrevista con este periódico años después.
Ese verano también ganó el Europeo júnior, en Zaragoza, a las órdenes de Txus Vidorreta y con el 10 a la espalda (el eterno 13 lo llevó Antelo). "Un chico con mucho gancho", tituló su primer artículo en EL MUNDO un periodista que era a la vez admirador (como todos) de aquel insólito mago.
"El sueño de toda mi vida". La NBA fue la siguiente estación, a la que llegó con 20 años -dos años antes estuvo por primera vez en EEUU, en el Nike Hoop Summit de San Antonio-, campeón del mundo (esa semifinal contra Argentina...), número 27 del draft (por los Suns que tenían a Steve Nash y deciden traspasarle a Portland) y sin saber inglés. Y con el golpe de realidad de tantos, mucho banquillo y "pocas explicaciones" de Nate McMillan. Pero sin perder la esencia. "Podría estar triste si estuviese aquí perdiendo el tiempo, pero al contrario. Estoy mejorando técnica y físicamente y aprendiendo un idioma. Todo va muy bien para mí", confesaba en una entrevista a ABC en diciembre de 2006.
Sergio Rodríguez posa para EL MUNDO en Nueva York, en su etapa en los Knicks.EL MUNDO
Estuvo tres temporadas y media en Portland (coincidió con Rudy Fernández, con quien el destino le tenía preparada una despedida a la vez), unos meses en Sacramento (con Nocioni) y otro curso en los Knicks, vida en la Gran Manzana. El sueño se cumplió, con toda su realidad y toda su crudeza también. Se codeó con aquellos que admiraba (Iverson, Garnett...), danzó en ese mundo idealizado desde la infancia e incluso coleccionó momentos deportivos inolvidables. Pero se amontonaron las ganas de más. Tan valiente para partir como para regresar, sin pronunciar jamás una frase de arrepentimiento, y un fichaje por el Real Madrid de Messina.
Nada sencillo aquel ambiente, donde, él mismo lo reconoce, todo se magnificaba en negativo. Con Messina huido y Lele Molin a los mandos, los blancos se colaron muchos años después en una Final Four, la que iba a ser primera de muchas para el Chacho (aunque aquello fue un revés en el Sant Jordi, acabaría jugando seis finales y ganando tres Euroligas). Sin saberlo, aquel verano de tiroteos, de la llegada con pocas bienvenidas de Pablo Laso, era el comienzo de una era.
Rudy, Chacho y Llull, tras ganar la Euroliga de 2015.EL MUNDO
Con el estallido personal del Chacho en los playoffs de 2012, especialmente en las semifinales contra el Baskonia, cuando a su virtuosismo e imaginación se unió el acierto desde el triple. Esa primera etapa de lasismo fue su cénit, el MVP de la Euroliga, el título en 2015 en el Palacio... Hasta que la NBA volvió a cruzarse en su camino. Y los sueños de infancia, sueños son. Aunque el Chacho y Ana ya fueran padres de Carmela y aunque Claudio, su bulldog, no pudiera viajar con la familia a Filadelfia, donde eligió un apartamento en el centro de la ciudad.
Los Sixers se encontraron a un base diferente, maduro, inteligente, ambicioso. El Chacho asistió al debut de Joel Embiid, que le saludaba con una peineta en la visita de este periódico en febrero de 2017. Fue a menos en la rotación de Brett Brown y las ofertas para seguir un año más, demasiado inestables, no le convencieron.
Sergio Rodríguez, tras proclamarse campeón de la Euroliga en 2019 con el CSKA.Juan Carlos HidalgoEFE
Y cuando tocó volver a Europa, el Madrid ya había armado su equipo y el CSKA le puso sobre la mesa una oferta de esas que no se pueden rechazar. De USA a Rusia, la familia Rodríguez, una aventura vital que iba a coronar con su segunda Euroliga, en Vitoria 2019 (primer español en ganarla) con un club extranjero. De ahí a Milán, siempre cotizadísimo, el reencuentro con Messina, donde de él se enamoró cada aficionado del Armani e incluso el propio dueño Giorgio, que llegó a decir: "Me gusta todo de él. Amo a sus niñas. Su actitud dentro y fuera de la cancha es ejemplar. Y luego su sonrisa y su mirada profunda dicen mucho de él, son el espejo de su alma". Y un par de temporadas para cerrar el círculo en el Real Madrid, hasta otra Euroliga, la de Kaunas, protagonista principal el Chacho en la Final Four y en la feroz serie de cuartos contra el Partizán en la que se echó al equipo a la espalda, otro destello maravilloso.
Y, durante todo este tiempo, siempre su querida selección, de la que se retiró tras los Juegos de Tokio y se ausentó, por descanso, en el Mundial de 2019 que fue oro en Pekín. Más de 150 partidos y siete medallas con España, de Saitama a Saitama.
"Siempre soñé con retirarme estando bien físicamente y ganando mi último partido. Y ahora la vida me ha ofrecido este regalo", dice en su carta de despedida quien no ha querido homenajes jugando. Pues para él, el baloncesto siempre fue diversión, no nostalgia. El secreto lo guardó y las canastas ya echan de menos el chachismo, al eterno 13.
El Chacho dice adiós. Sergio Rodríguez ha publicado este miércoles un comunicado en sus redes sociales en el que anuncia su retirada del baloncesto tras 20 años repletos de éxitos.
El Chacho se marcha con 24 títulos en su palmarés y siete medallas con la selección española. Entre sus triunfos destacan las tres Euroligas con el conjunto blanco, siendo MVP en una de ellas, y los títulos de Liga en Italia, Rusia y España.
Sergio formó parte de la generación dorada de la selección que conquistó el Mundial, Eurobasket y la medalla de plata en los Juegos Olímpicos.
"Ha llegado el día. Después de 20 años como jugador de baloncesto, me gustaría compartir con todos vosotros una decisión que va a cambiar mi vida. Ha llegado el momento de poner punto final a mi carrera deportiva", ha escrito el base de 38 años.
El canario ha ganado esta temporada con el Real Madrid la Liga, la Copa y la Supercopa, así que considera que es el momento "ideal" para decir adiós. "Siempre soñé con retirarme estando bien físicamente y ganando mi último partido. Y ahora la vida me ha ofrecido este regalo", señala.
'El Chacho' debutó con el Estudiantes en una final de Liga en 2004 con apenas 18 años, donde alcanzó el subcampeonato liguero, y en la siguiente temporada fue nombrado Jugador Revelación de la ACB al llevar a su equipo a semifinales.
En el verano de 2006 el tinerfeño se proclamó Campeón del Mundo en Japón, primera vez en la historia de España, con una actuación estelar en semifinales contra Argentina, consiguiendo 14 puntos saliendo desde el banquillo, y, posteriormente, pondría rumbo a la NBA, competición en la que pasó por las franquicias de Portland, Sacramento y Nueva York.
8 temporadas de blanco
Tras esa experiencia norteamericana, el jugador fichó por el Real Madrid, donde estuvo ocho temporadas, divididas en dos etapas (2010-2016) y (2022-2024), con el que ganó 17 títulos: 2 Euroligas, 1 Copa Intercontinental, 4 Ligas, 5 Copas del Rey y 5 Supercopas de España.
Además, el jugador fue MVP de la Euroliga e integrante del quinteto ideal en la temporada 2013-2014, MVP de la Supercopa de España en 2013 y en tres ocasiones miembro del quinteto ideal de la Liga.
Entre medias de las dos etapas, Sergio Rodríguez volvió a probar suerte en la NBA recalando en los Philadelphia 76ers, conjunto en el que disputó 68 partidos, para después volver a Europa y fichar por el CSKA de Moscú, equipo con el que ganó 1 Euroliga y 2 ligas VTB, y después por el Emporio Armani Milán, donde ganó 1 Liga, 2 Copas de Italia y 1 Supercopa de Italia antes de volver a Madrid.
Con la selección, además del campeonato del Mundo en Japón, ha sido campeón de Europa en el Europeo de Francia 2015, donde fue integrante del quinteto ideal, ha ganado dos medallas de plata (Juegos Olímpicos de 2012 y Europeo de 2007) y 3 de bronce (Europeos de 2013 y 2017 y Juegos Olímpicos de 2016).
En su adiós, el Chacho agradece su apoyo a su mujer, Ana, a sus cuatro hijos, a sus padres y a su hermano Javi. También a sus agentes, a su fisio y a sus patrocinadores.
"Ha llegado el día. He dado todo lo que tenía y he disfrutado como nunca pude imaginar con el deporte que amo. Gracias. Muchas gracias por este increíble viaje de 20 años", concluye el escrito.
"Una de las más grandes leyendas de nuestro club"
El Real Madrid ha querido mostrar su agradecimiento a un jugador "fundamental en uno de los ciclos de éxitos más importantes de nuestra historia" en un comunicado en su página web.
"Ante el anuncio de Sergio Rodríguez sobre su retirada del baloncesto como jugador profesional, el Real Madrid C. F. quiere mostrar su agradecimiento, su cariño y su admiración a una de las más grandes leyendas de nuestro club y del baloncesto europeo", expresó el club, que esta temporada ha visto cómo dos leyendas de la talla del tinerfeño y Rudy Fernández anunciaban su retirada.
Los Boston Celtics conquistaron este lunes el título de la NBA tras derrotar a los Dallas Mavericks por 106-88 (4-1 en la serie) y sellar su anillo número 18.
Los Celtics son ahora el equipo con más títulos de la historia de la NBA ya que este nuevo éxito les permitió desempatar con sus eternos rivales: Los Angeles Lakers (17).
Los de verde no ganaban un anillo desde 2008 cuando Paul Pierce, Kevin Garnett y Ray Allen alcanzaron el número 17 venciendo precisamente a los Lakers.
Dieciséis años después, la legendaria franquicia de Bill Russell, Larry Bird, Red Auerbach y muchos otros mitos del baloncesto ya tiene a nuevos dioses para su panteón con un conjunto liderado por Jayson Tatum y Jaylen Brown (MVP de estas Finales) que, del principio al final de la temporada, ha sido el imparable dominador de la liga.
Primeros del Este con el mejor balance de la NBA (64-18), los de Joe Mazzulla aplastaron a todos sus rivales de conferencia y tampoco dieron opción en las Finales a los muy meritorios Mavericks de un Luka Doncic con un físico tremendamente castigado.
El anillo supone además la ansiada redención de los "Jays", que habían llegado cinco veces a la final del Este y una a las Finales -sin contar esta- quedándose siempre al borde de la gloria, sobre todo en aquellas perdidas ante los Golden State Warriors en 2022.
Nunca más tendrán que escuchar las críticas que aseguraban que no estaban preparados para brillar en los momentos más importantes.
Quinteto
Al lado de Tatum y Brown, los Celtics han disfrutado del quinteto más completo y apabullante de la temporada.
Kristaps Porzingis -quien regresó este lunes tras perderse dos partidos por lesión- y Jrue Holiday fueron dos fichajes de lujo y un Derrick White multiusos redondeó ese heroico quinteto ya inolvidable.
Desde el banquillo, el primero en salir siempre fue otro de los grandes protagonistas de esta velada apoteósica: el dominicano Al Horford, que a sus 38 años y tras 17 temporadas por fin tocó el cielo de la NBA.
Porzingis celebra con champán el 18º anillo de los Celtics.AP
Ese espléndido juego colectivo apareció en su plenitud en el definitivo encuentro : Tatum rozó el triple-doble en su mejor partido de las Finales (31 puntos, 8 rebotes y 11 asistencias); Brown consiguió 21 puntos, 8 rebotes y 6 asistencias; Holiday aportó 15 puntos y 11 rebotes; White sumó 14 puntos y 8 rebotes; Horford logró 9 puntos y 9 rebotes. Y también el rebote de equipo (51 por 35) y la defensa estuvieron a la altura (29,7 % en triples de Dallas).
Los Mavericks, que extendieron a 0-157 el balance histórico en la NBA de equipos con 3-0 en contra (nadie jamás lo ha remontado), acabaron con sabor amargo una campaña por otro lado fantástica en la que Doncic e Irving volaron de la mano, Dereck Lively destacó como novato y los fichajes de Daniel Gafford y P.J. Washington les permitieron reinar en el Oeste.
Rotundamente inferiores a estos majestuosos Celtics a lo largo de la serie, los Mavericks contaron en su despedida con 28 puntos, 12 rebotes y 5 asistencias de Doncic mientras que Irving volvió a apagarse en Boston con solo 15 puntos y 9 asistencias.
Gloria de verde
Como niños temblorosos el primer día de escuela entraron al partido los dos conjuntos. Los nervios, las imprecisiones y los errores se acumularon sin pausa en un primer cuarto más emocionante que brillante.
El TD Garden, con un ambiente extraordinario, era un volcán verde desde mucho antes del salto inicial. Pero su erupción llegó al máximo con la entrada de Porzingis, recibido ya como un auténtico héroe de Boston pese a estar claramente mermado.
Sin apenas rastro de Doncic (5 puntos) y con Irving perdido en combate (0), Josh Green dio oxígeno a los Mavericks con dos triples.
Pero en medio de la incertidumbre y las manos vacilantes emergieron Brown y Holiday, con 6 puntos cada uno y un rabioso compromiso defensivo. Precisamente esa dureza atrás y varios contraataques seguidos propulsaron a los locales con un sensacional parcial de 9-0 para cerrar el primer cuarto con la moral en alto (28-18).
El segundo periodo fue el de ajustar cuentas pendientes: si Boston no había brillado en los triples hasta ahora y a Tatum le faltaba explotar en anotación ambas cosas se dieron la mano en ese cuarto.
Tatum se lució con 12 puntos y un tramo pletórico y los Celtics maravillaron desde el perímetro con un gran 7 de 11 en triples hasta anotar 39 puntos solo en ese segundo capítulo.
Los Mavericks empezaron a derretirse sin que sus estrellas pudieran remediarlo y la puntilla la puso Payton Pritchard en uno de esos momentos mágicos de la NBA: el pequeño base deslumbró con un triple sobre la bocina y desde el centro del campo, exactamente idéntico al alucinante tiro que ya había clavado en el segundo partido en esas condiciones imposibles.
Con 67-46 y todo a favor se fueron los Celtics al vestuario. Tatum (16 puntos y 9 asistencias), Brown (15 puntos) y Holiday (11) marcaron el paso mientras Derrick Jones Jr. (10 puntos) era el sorprendente máximo anotador de unos Mavericks huérfanos de Doncic (9 puntos) e Irving (5).
No había indicios de que los Mavericks pudieran orquestar una remontada ni que pudieran acercarse a su magnífico nivel del cuarto partido.
Ni siquiera un mal tercer cuarto de los Celtics (29,2 % en tiros) les permitió estrechar una diferencia que ya no bajó de los 17 puntos por mucho que Doncic lo intentara con 9 puntos en ese periodo.
El último cuarto arrancó con un incontestable 86-67 y los fans de Boston ya solo tuvieron que descontar los segundos para lograr el anillo 18 en una memorable noche de gloria verde.
En la Plaza de la Concordia buscará España una medalla olímpica en baloncesto este verano. Sí, en baloncesto, 3x3 y femenino, y gracias a una de las canastas más asombrosas que jamás vio este deporte. De espaldas, sobre la bocina... Puro highlight. La autora, una enfermera de Bilbao. «Alucino todavía», cuenta a EL MUNDO Gracia Alonso de Armiño, heroína ante Canadá en Debrecen hace unas semanas, en un Preolímpico ya para siempre en el recuerdo.
«Salió. Y esa es la esencia del 3x3. Una disciplina en la que no te puedes dar por vencido. Las remontadas son cuestión de dinámicas», explica la jugadora del Estudiantes, en 5x5 los inviernos porque el baloncesto femenino aún no da para ser profesional del todo. Que se autodefine, con orgullo, como «intensa»: «Quizá no sea muy talentosa, pero voy al rebote como un animal, bloqueo...». Y que resume ese espíritu en su propia experiencia vital, la pequeña de cuatro hermanos, «siempre de paquete detrás de la manada».
Por eso empezó a jugar al baloncesto, por eso se marchó adolescente a EE.UU. a estudiar inglés... Terminó enfermería pero, antes de ejercer, probó la aventura con las canastas -había jugado y destacado en la Universidad en Tennessee-, una temporada en Suecia, la vuelta a Madrid con el Canoe, donde «nadie me conocía». El ascenso paulatino hasta asentarse en la Liga Femenina y el 3x3 de sus amores, ese que siempre practicó «a nivel callejero porque es muy espontanéo y liberal», como camino insospechado a la fama y quizá a la gloria, porque en París no se renuncia a nada y España, «junto a EEUU, China, Canadá, y Australia», está entre las favoritas a medalla. «Te lo pasas mejor. El ambiente, la música, somos sólo cuatro, rotando continuamente en partidos rapidísimos, los entrenadores no nos pueden hablar desde la grada... Hay mucho de estrategia con el uso de faltas, pensar con poco oxígeno... La experiencia hace mucho. Agilidad mental mientras estás medio hiperventilando», relata quien comparte vida y experiencias en la selección con Sandra Ygueravide, Juana Camilión y Vega Gimeno.
Momento del lanzamiento sobre la bocina de Gracia, ante Canadá.FEB
La selección española, que se quedó a las puertas del debut olímpico de la especialidad en Tokio (en masculino nunca ha conseguido billete), debutará en París gracias al instinto de Gracia, que se lanzó «como un animal» a por el rebote de su propio lanzamiento y... «Ahí no piensas, tiras de intuición. Le rebañé de las manos el rebote. Alucino. No puede ser que en dos o tres segundos se tomen ese tipo de decisiones. En cuanto la cogí ni la bajé. La canasta estaba en horizontal a mi espalda y fue el tacto preciso, a conciencia», detalla una acción tan viral, tan «surrealista», que ni ella misma la puede dejar de ver.
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«Pero detrás de esa canasta hay mucho trabajo, parece que ganamos de chiripa, de rebote y no... Bueno, sí fue un poco de rebote, la tiré a la desesperada», reivindica con media sonrisa Gracia, en cuyo apellido se esconde un rocambolesco parentesco descubierto por Piti Hurtado. El segundo apellido materno de Manu Ginóbili es idéntico, procedente de sus antepasados españoles, que residían en la misma zona de la provincia de Burgos que los ancestros paternos de ella, que después emigraron al País Vasco. Los 'primos' Gracia y Manu comparten genialidad en el ADN.
El esloveno Luka Doncic dirigió este viernes con 29 puntos un monumental festival de los Dallas Mavericks, que, abajo 0-3 en las Finales NBA contra los Boston Celtics, triunfaron por 122-84 en el cuarto partido en el American Airlines Center de Dallas, para llevar la serie de vuelta al TD Garden de Boston.
Ningún equipo ha logrado remontar un 0-3 en una serie de 'playoffs' de la NBA en 156 precedentes, pero los Mavericks se aferraron a sus opciones con una feroz reacción de orgullo en su campo ante unos Celtics que, tras diez victorias seguidas en esta postemporada, dejaron una pobre imagen en su primera bola de partido.
Los Mavericks tuvieron una ventaja máxima de 48 puntos y derrotaron a unos Celtics que, a pesar de esta derrota, siguen de forma sólida al mando y podrán conquistar el título este lunes en casa.
Esta victoria fue la tercera más abultada en la historia de las Finales NBA. El récord es de 42 y lo ostentan los Chicago Bulls de Michael Jordan, que arrollaron 96-54 a los Utah Jazz en las Finales de 1998.
Doncic se luce con Sergio Ramos a pie de campo
Ante la mirada del español Sergio Ramos, sentado a pie de campo con una camiseta de Doncic, la estrella eslovena firmó 29 puntos, cinco rebotes, cinco asistencias y tres robos en 32 minutos en pista. Con más de 30 puntos de ventaja, pudo descansar todo el cuarto período, una auténtica bendición para él, que arrastra desde hace semanas problemas de rodilla y en el pecho.
Su cero de ocho en triples se quedó en una anécdota, así como el uno de seis desde el arco de Kyrie Irving (21 puntos, 4 rebotes y 6 asistencias). Y si a las dos estrellas no les funcionó el triple, Tim Hardaway Jr se salió con cinco de seis intentos y quince puntos, los primeros de una serie en la que hasta ahora apenas había tenido protagonismo.
El novato Derek Lively selló un doble doble de once puntos y doce rebotes saliendo del banquillo que dejó en evidencia la pasividad de unos Celtics que hasta este viernes habían sido colosales en esta serie.
Con el letón Kristaps Porzingis oficialmente disponible, pero sin minutos en la rotación de Joe Mazzulla para no arriesgar tras su problema en el tendón tibial, los de Boston tuvieron un modesto 36.3 % de acierto en tiros de campo.
Jayson Tatum anotó quince puntos, pero ninguno en la segunda mitad; Jaylen Brown, un hombre clave y considerado como posible MVP de la serie, no pasó de los diez, así como Jrue Holiday. El dominicano Al Horford anotó tres, con tres rebotes y cuatro asistencias.
Dominio de principio a fin
Con Doncic muy agresivo y pegado a Tatum, tan solo tuvieron un 29 % de acierto en tiros de campo los Celtics en la primera mitad, que no consiguieron tutear a los Mavs en ninguna faceta del encuentro.
Doncic selló trece puntos en el primer período y doce en el segundo, cuando los Mavs sellaron un demoledor parcial de 26-10 que les abrió el camino para doblar a Boston en el 50-25. En ese momento, la dupla Doncic-Irving acumulaba ya 27 puntos, más que todos los Celtics.
Tatum metió quince puntos para Boston, pero los hombres de Mazzulla eran irreconocibles. En los dos lados de la pista. Los texanos capturaron 37 rebotes por los 17 de los verdes en una primera mitad para olvidar y no encontraron maneras para crear buenos tiros. Brown no pasó de un modesto tres de diez en tiros, Jrue Holiday solo metió uno de seis y White, uno de cinco.
Doncic, por su parte, no se dejó condicionar por los apuros desde el arco (arrancó con 0 de 4), e hizo daño en la pintura y desde la distancia media, además de dar ritmo a un poderoso Dereck Lively, quien capturó nueve rebotes en tan solo la primera mitad. Sergio Ramos, sentado a pie de campo, se divertía y el 61-35 con el que los dos equipos regresaron a los vestuarios reflejaba el dominio absoluto de los Mavs.
Y, si es posible, el equipo de Jason Kidd pisó aún más el acelerador en la segunda mitad. La ventaja rompió la barrera de los treinta puntos con un triple de PJ Washington y alcanzó los 33 cuando Mazzulla pidió tiempo muerto en el 80-47. Con el partido ya virtualmente sentenciado, el American Airlines Center pudo dedicarse a animar la fiesta.
Lo hizo con un karaoke con las notas de Don't Stop Believin' (No dejes de creer) de 'Journey'. Un mensaje claro para los Mavs, llamados a lograr un imposible en esta serie.
La victoria de los Mavs nunca estuvo en duda y Mazzulla, con la mirada puesta ya en el cuarto partido, decidió sacar de la pista a sus jugadores antes del final del tercer período.
Una bendición también para los Mavs, que pudieron dejar cómodamente en el banquillo a Irving y sobre todo a Doncic, el jugador que más desgaste de energías había tenido.
Y es que incluso sin las figuras en pista, los Mavs siguieron con el rodillo y cuatro triples seguidos de Hardaway incrementaron la ventaja hasta un descomunal 112-67 con 6.45 minutos por jugar en el cuarto período. Morris, también desde el arco, la disparó hasta el 115-67.
La serie regresa ahora a Boston, con los Celtics en control, pero con unos Mavs que prometen batalla hasta el final.
El Barça tiene nuevo entrenador. Tras la destitución de Roger Grimau el pasado 8 de junio por no cumplir con las expectativas, el club ha anunciado la contratación de Joan Peñarroya como nuevo técnico para las próximas temporadas.
El catalán, de 55 años, asume el cargo después de haber sido destituido en octubre por el Baskonia. A lo largo de su trayectoria, Peñarroya ha dirigido un total de 323 partidos en la Liga Endesa y cuenta con un saldo de 171 victorias y 152 derrotas. Un perfil, por lo tanto, muy diferente al de su antecesor que afrontó su primera experiencia en la máxima categoría ascendiendo desde el filial.
Entre sus éxitos más notables figuran su ascenso con el MoraBanc Andorra y las dos Ligas de Campeones y la Copa Intercontinental conquistadas con el San Pablo Burgos en 2020 y 2021. Aun así, sus últimas dos experiencias en Valencia y Baskonia no han sido fructíferas.
En Vitoria, pese contar con dos temporadas firmadas, fue despedido a finales del pasado octubre. Su juego atractivo tampoco sirvió para clasificar al equipo para el 'play-off' de la anterior temporada, cuando terminó cediendo terreno ante el Zalgiris Kaunas.
Los Boston Celtics estuvieron a punto de desperdiciar una ventaja de 21 puntos en el cuarto período, pero triunfaron este miércoles por 106-99 en el campo de los Dallas Mavericks para tomar ventaja 3-0 en las Finales de la NBA, lo que les deja a un solo triunfo del decimoctavo anillo de su historia.
Los Celtics comenzaron la cuenta atrás para un título que esperan desde 2008 y que rompería el empate con Los Ángeles Lakers para volver a ser la franquicia más ganadora de la NBA. Tendrán su primera 'bola de partido' este viernes, de nuevo en el American Airlines Center.
La baja del letón Kristaps Porzingis no frenó a la todopoderosa máquina de Joe Mazzulla.Jayson Tatum, con 31 puntos, seis rebotes y cinco asistencias, y Jaylen Brown, con 30, lideraron la victoria de los Celtics frente a unos Mavericks en los que el esloveno Luka Doncic metió 27, pero acabó expulsado por cometer seis faltas con 4.12 minutos por jugar en el cuarto período.
Aumentó el nivel Tatum, eclipsado en los dos primeros partidos primero por Porzingis y luego por Jrue Holiday, pero fue Jaylen Brown quien asumió la responsabilidad en un cuarto período de infarto, cuando los Mavs sellaron un 22-2 para revivir tras un 70-91.
Brown, MVP de las finales del Oeste, acabó el partido con 24 de sus 30 puntos en la segunda mitad, a los que sumó ocho rebotes y ocho asistencias.
Holiday no pasó de los nueve y Derrick White firmó 16, con cuatro triples de gran peso. El dominicano Al Horford, con ocho puntos, cinco rebotes, dos asistencias y dos robos, ve acercarse el anhelado anillo.
Los Mavs cayeron con mucho honor, pero el 0-3 los deja prácticamente sentenciados. Así lo dice la historia: cero remontadas en 154 precedentes.
Doncic acabó su partido con 27 puntos, seis rebotes y seis asistencias y Kyrie Irving firmó 35, tres rebotes y dos asistencias para los Mavs.
Vibra el American Airlines Center
Esperó trece años el American Airlines Center para volver a acoger unas Finales de la NBA y la respuesta del público fue contundente. Se jugó en un ambiente vibrante, muy hostil para los Celtics, y los Mavs lo aprovecharon para morder. Desafiaron la lógica los texanos en el cuarto período, pero no pudieron cerrar una gesta para la historia.
Marcaron territorio con un arranque feroz y con Irving decidido a entrar en esta serie. Kyrie firmó una entrada y Doncic conectó un triple para fijar el ritmo del choque. En menos de dos minutos los Mavs se escaparon 9-2 y Mazzulla no dudó en parar el partido con el tiempo muerto.
Irving, que llegaba a este choque tras un 0 de 8 en triples, pisó el acelerador y los Mavs tomaron una tempranera ventaja de 25-12. Pusieron el partido en el carril que deseaban, pero Boston no tembló. Sabe entender los momentos y pese a un arranque con pocas soluciones ofensivas, respondió con un contundente 11-0 que le volvió a poner en el partido.
Sin un coloso como Porzingis limpiando la pintura, Doncic e Irving se movieron con soltura. Entraron en busca de puntos fáciles y no dudaron en lanzar desde el arco. Kyrie selló cuatro de cinco en la primera mitad y llevaba ya veinte puntos al descanso, con Doncic ya sumando 17.
Luka Doncic, durante el último cuarto del tercer partido de la final.Getty Images via AFP
A pesar de eso, los Celtics consiguieron regresar a los vestuarios abajo un solo punto, en el 50-51. Considerado el ritmo anotador de Doncic e Irving, y el hecho de que Tatum (20 puntos) no encontraba apoyo ofensivo en Brown (6) ni Holiday (4), para Mazzulla había razones para sonreír en los vestuarios.
Y en el tercer período los Celtics recogieron los dividendos. Con un Brown monstruoso e incontenible, que lideró con 15 puntos un 35-19 que dejó tocados a los Mavs. Boston tiró con un 65 % de acierto (tiros de campo) y metió cinco triples. Los Mavs tan solo lanzaron dos tiros desde el arco, con el 50 % de acierto.
Mate descomunal de Brown...
Holiday y Tatum sellaron dos triples consecutivos para dar el primer golpe al encuentro y un mate de 'JT' tras un tapón defensivo de White completaba un parcial de 13-2 que dio dobles dígitos de ventaja a los Celtics en el 71-61.
La defensa de los Celtics se cerró y obligó a los Mavs a tomar tiros muy complicados, con pobres resultados. E incluso cuando PJ Washington logró conectar un triple de la esperanza, la respuesta de Boston fue un doble puñetazo. Triple de White con mucha ayuda del tablero y mate estratosférico de Brown que dejó enmudecido al coliseo. Era el 85-70 para entrar en el último período.
Dos triples consecutivos, de Brown y White, en 54 segundos del cuarto período dispararon la ventaja hasta el 91-70. Cuando Jason Kidd paró el partido, el American Airlines Center había perdido la fe. Y los Celtics pensaban tenerlo ganado.
Thriller final
Fue entonces cuando llegó el apagón de Boston. Los Mavs, ya si presión, lograron un 10-0 en 2.43 minutos y volvieron a poner a su público en el encuentro. Los Celtics se atascaron por completo y los texanos reabrieron una contienda que parecía cerrada con un demoledor 20-2 que les dejó a tres puntos, luego de tres libres de Irving.
Sin embargo, en un paseo triunfal de los Celtics convertido en un thriller faltaba una nueva sorpresa. Con 4.12 minutos por jugar, Doncic cometió su sexta falta al derribar a Brown cuando este intentaba entrar en la pintura. Kidd pidió la revisión, sin éxito. Los Mavs se quedaron sin su líder con una 'mini-prórroga' por delante.
Irving redujo el margen a un punto, pero acabó asfixiado por la física defensa de Holiday. Un triple de White subió el 98-92 y dio aire a unos Celtics que llegaron a la línea de meta y que, con susto final, empiezan a ver la gloria.
El lamento de Doncic
Tras el partido, Doncic manifestó su desacuerdo con las decisiones de los árbitros, que lo expulsaron después de cometer seis faltas.
"No pudimos jugar de forma física. No quiero decir nada, pero seis faltas en las Finales NBA, vamos hombre, eres mejor que esto", lamentó el esloveno.
Doncic cometió cuatro faltas en menos de ocho minutos en el cuarto período y acabó expulsado en un momento decisivo, cuando los Mavs rozaban una épica remontada. "Tuvimos una buena oportunidad, estuvimos cerca, pero no pudimos. Me hubiera gustado estar ahí", afirmó.
Jerry West, gran leyenda de la NBA y de Los Angeles Lakers, falleció este miércoles a los 86 años. Los Angeles Clippers, equipo en el que ahora trabajaba como ejecutivo, informó de su fallecimiento en un comunicado.
West solo ganó un anillo de la NBA (1972) ya que se topó una y otra vez con los todopoderosos Boston Celtics de Bill Russell, pero aun así se convirtió en uno de los jugadores más recordados de la liga, tanto que su silueta dio forma al logotipo de la NBA (uno de los apodos de West es "The Logo").
West jugó 14 temporadas (1960-1974) para los Lakers y se convirtió en un icono inolvidable de la franquicia angelina. Elegido 14 veces para el All-Star, West promedió 27 puntos a lo largo de su trayectoria y es el único jugador en la historia de la NBA que ha sido elegido MVP de las Finales (1969) sin haberse llevado el anillo ese año.
No solo dejó huella en las canchas como jugador ya que su legado en los despachos de los Lakers es prácticamente igual de importante y brillante. West fue uno de los grandes responsables en la ejecutiva de los míticos Los Angeles Lakers de los años 80, una maravillosa época del equipo conocida como "Showtime" por el espectacular y explosivo baloncesto que practicaron con jugadores como Earvin "Magic" Johnson y Kareem Abdul-Jabbar y que acabó llevándose los anillos de 1980, 1982, 1985, 1987 y 1988.
En las oficinas de los Lakers estuvo hasta el año 2000, por lo que construyó el entramado para los tres campeonatos seguidos (2000, 2001 y 2002) que ganaron el también arrollador equipo liderado por Kobe Bryant y Shaquille O'Neal.
Los alrededores del estadio Crypto.com Arena (antes Staples Center) de Los Ángeles cuentan con una estatua como homenaje a West. Además, los Lakers retiraron su dorsal 44.