España triunfa con un oro y una plata en el Mundial de relevos

España triunfa con un oro y una plata en el Mundial de relevos

Actualizado Domingo, 11 mayo 2025 - 20:17

La ciudad china de Guangzhou y el 11 de mayo de 2025 pasarán a los anales del atletismo español. En el Campeonato del Mundo de Relevos, clasificatorio para el Mundial completo de Tokio de septiembre, el equipo femenino de 4x400 conquistó el título y el de 4x100 se hizo con la plata.

Paula Sevilla, Eva Santidrián, Daniela Fra y Blanca Hervás lo bordaron en el relevo largo. El último tramo fue apoteósico. Hervás, majestuosa, sin descomponerse en ningún momento, elegante, erguida, con las rodillas altas, superó en la recta a la última estadounidense para vencer con récord de España (3:24.13). Tercera fue Sudáfrica.

En los 4x100, Esperança Cladera, Jaël Bestué, Paula Sevilla (ella otra vez) y Maribel Pérez sólo se inclinaron por poco ante Gran Bretaña, a pesar de que el último cambio de testigo entre Paula y Maribel fue defectuoso. Espléndido, en cambio, el tercero entre Jaël y Paula. Sus 42.28 se quedaron muy cerca de los 42.18, récord de España, de la primera jornada.

Blanca Hervás, heroína definitiva de los 4x400, había corrido horas antes la repesca de los 4x400 mixtos, en unión de, por orden de aparición, David Zurita, Carmen Avilés y Samuel García. Y remató la victoria en 3:12.55, récord de España. Realizó 48.85 en su posta. Soberbia. El equipo viajará a Tokio.

Es verdad que la competición no reunía a los grandes nombres de los 100 y los 400, excepto, en los 4x100, los de las jamaicanas Shelly-Ann Fraser- Pryce y Shericka Jackson, muy veterana la primera (38 años) y fuera de forma (30 años) la segunda. Pero había muchas marcas mejores que las de las españolas y muchos nombres más notorios. Las nuestras se superaron a sí mismas y, de paso, a sus rivales.

Karsten Warholm impresiona en el arranque de la Liga Diamante

Karsten Warholm impresiona en el arranque de la Liga Diamante

En Xiamen (China), en un estadio imponente, con una gran entrada, arrancó el gran circuito del mejor atletismo: la Liga de Diamante. Buenas marcas para empezar la temporada. Especialmente los 33.05, récord mundial de Karsten Warholm en los 300 metros vallas. Una prueba no olímpica que no se programa casi nunca, pero que ofreció una insoslayable referencia para los 400 vallas.

El noruego, decidido, sin un titubeo entre los obstáculos, con una energía total y uniforme, con la misma fuerza en el último metro que en el primero, realizó 33.05. Rompió su propio récord de 33.26, que databa de junio de 2021. Si en abril ha hecho esos 33.05, se puede esperar cualquier "barbaridad" en los 400 vallas, cuando el verano alcance su esplendor.

También fue noticia, en el salto con pértiga, naturalmente, Armand Duplantis. Doble y no del mismo signo. Victoria, como era de esperar del fenómeno sueco que, después de tres brincos (5,62, 5,82 y 5,92), ya había ganado la prueba. Pero falló en sus tres intentos en 6,01. Que "Mondo" no supere los seis metros es la auténtica noticia. Reciente Premio Laureus, seguramente acusó tanto trajín social y el largo viaje a China.

En otra prueba no habitual, los 1.000 metros, hubo también un intento de récord del mundo. La keniana Faith Kipyegon se quedó cerca, con 2:29.21, de la vieja, resistente plusmarca de la rusa Svetlana Masterkova (2:28.98 de 1996). Solamente el sudafricano Akane Simbine (9.99) bajó de los 10 segundos en los 100 metros, con viento inexistente, en una prueba con, sin embargo, un gran elenco: Ferdinand Omanyala, Christian Coleman, Letsile Tebago...

Otros vencedores fueron Bayamo Ndori (Botswana) en los 400 metros (44.25), Mingkun Zhang (China) en el salto de longitud (8,18), Beatrice Chebet (Kenia) en los 5.000 (14:27.12), Danielle Williams (Jamaica) en los 100 vallas (12.53), Yaroslava Mahuchikh (Ucrania) en el salto de altura (1,97) y Valarie Allman (USA) en el lanzamiento de disco (68,95).

Había tres españoles en liza. Quique Llopis fue sexto (13.36) en los 110 vallas dominados por el estadounidense Cordell Tinch (13.06). El gran tirano de la disciplina, Grant Holloway tuvo problemas en la octava valla, se dejó ir entonces y terminó décimo y último con unos impropios 13.72.

Dani Arce, en los 3.000 obstáculos, ha empezado bien el año con un décimo puesto y, sobre todo, una marca prometedora (8:11.64), no tan lejos del vencedor, el etíope Samuel Firewu (8:05.61) y el marroquí Soufiane El Bakkali (8:06.66). Por su parte, Yulenmis Aguilar acabó séptima en el lanzamiento de jabalina (58,80), sentenciado con 64,75 por la griega Elina Tzengko.

La Liga de Diamante se extenderá durante 15 estaciones hasta los días 27 y 28 de agosto, con las finales en Zúrich y antes del Mundial de Tokio, a mediados de septiembre. Próxima cita, también en China, el 3 de mayo.

Pablo Ibáñez, el corredor que perdió una carrera de 185 km en el sprint final y acabó en el hospital: "Me dolía el contacto con la cama"

Pablo Ibáñez, el corredor que perdió una carrera de 185 km en el sprint final y acabó en el hospital: “Me dolía el contacto con la cama”

La escena da mucha pena. Pablo Ibáñez se acerca dando tumbos a la meta de la Camí de Cavalls, una carrera de 185 kilómetros que da la vuelta a toda Menorca. Ha liderado la prueba durante horas, ha contado con más de 45 minutos de ventaja y apenas le quedan 100 metros para llegar al arco de la Plaça des Pins de Ciutadella. Pero está exhausto. Le cuesta avanzar, incluso mantenerse en pie, y si sigue corriendo es porque ya queda muy poco. Las cámaras de la retransmisión le enfocan y, de repente, alguien aparece atrás. Ahí viene, a toda velocidad, su rival, el francés Antoine Guillon que se acerca, se acerca y se acerca.

«Le está pasando, le está pasando», grita la narradora y, en efecto, Guillon le adelanta y le arrebata la victoria. Ibáñez se para y se rompe. A moco tendido y ya caminando acaba la carrera en segunda posición con un tiempo de 19 horas y 19 minutos. Durante mucho rato seguirá llorando, primero abrazado al propio Guillon, después tendido sobre el asfalto y al final en brazos de su madre, que le esperaba para celebrar. La escena da mucha pena.

Y pese a ello, el próximo viernes 2 de mayo, sólo un año después del drama, Ibáñez volverá a Menorca para rodear nuevamente la isla y tratar, esta vez sí, de proclamarse ganador de la XIII Trail Menorca Camí de Cavalls ConectaBalear.

¿Por qué?
Casi desde el primer momento tuve claro que quería volver para acabar de otra manera. No sé si ganaré, pero tengo que acabar mejor. Al día siguiente de la prueba ya le dije a mi madre que volvería, en el mismo hospital.

Porque sí, Ibáñez acabó en el hospital. En este tipo de pruebas, la deshidratación a veces obliga a una visita a urgencias que se suele resolver con suero, pero esta vez fue distinto. El corredor vasco de 33 años sufrió una rabdomiólisis severa, una dolencia que en el argot médico se suele acompañar de otro apellido más claro: rabdomiólisis dolorosa.

«Durante la carrera se me cerró el estómago y en las últimas seis horas no pude ni comer ni beber. A la meta llegué en un punto de vacío absoluto, desorientado, mareado, y en el hospital me diagnosticaron rabdomiólisis. Según me explicaron, mi cuerpo empezó a comerse mis músculos y esas células musculares acabaron en mi sangre. El dolor al tacto era increíble, me dolía el contacto con la cama. Y mi orina se volvió negra. Me tuvieron que dar morfina», recuerda Ibáñez, que luego estuvo pagando las consecuencias durante semanas.

«Al mes siguiente, estaba en Madrid por un viaje de trabajo, tenía un poco de tiempo libre, intenté volver a salir a correr y me asusté porque no sabía. Me había olvidado. Me acercaba a un bordillo y no levantaba la pierna. Lo consulté con un médico y me confirmó que la enfermedad provoca ciertos problemas neuronales. Me dio mucho miedo. Tardé tiempo en volver a correr con normalidad», narra.

Buena relación con su verdugo

De Bilbao, era un aficionado al ciclismo más hasta que empecé a leer el blog del corredor Anton Krupicka, tantas veces rival de Kilian Jornet, y le picó la curiosidad por el trail. Durante años compaginó ambos deportes, hasta que hace apenas tres años, cuarto en la Canfranc-Canfranc, se centró en correr y saltó a la ultradistancia. La cruel Menorca Camí de Cavalls del año pasado era, de hecho, su estreno en una prueba de 100 millas. Y estuvo muy, muy cerca de ganar.

«Me faltó experiencia, pero también información. Todo el mundo pensaba que tenía mucha ventaja y no me daban información de qué pasaba detrás para no preocuparme. Me relajé y cuando quise volver a arrancar ya estaba muerto. Entrando a Ciutadella, un cámara me dijo: 'Está en la rotonda'. Y yo justo había pasado por allí. Si me hubieran ido diciendo, lo podría haber gestionado de otra manera», cuenta Ibáñez que ha entablado relación con su verdugo.

En los días posteriores a la prueba del año pasado, Guillon le preguntó por su estado de salud por Instagram y desde entonces hablan de vez en cuando. «Es un tío curioso porque sólo sigue a 10 personas. No sigue a Kilian y me sigue a mí», finaliza.

Las zapatillas españolas que pueden aprovechar el derrumbe de Nike: "Aquí nos falta creer en nosotros mismos"

Las zapatillas españolas que pueden aprovechar el derrumbe de Nike: “Aquí nos falta creer en nosotros mismos”

Le tiemblan los pies al gigante. La estadounidense Nike, empresa que desde hace décadas domina el mercado de las zapatillas, luce sus peores números de ventas desde la pandemia, ha dejado de marcar la vanguardia y sufre por los aranceles impuestos por su Gobierno a China o Vietnam. Es el momento de la competencia. Las alemanas Adidas y Puma lo están aprovechando, también la japonesa Asics, la suiza On, las chinas Anta o Kailas, las francesas Salomon y Kiprun y hasta las también yankees Hoka, New Balance, Brooks, Saucony o Altra. En una época de cambio y con la producción interna en el centro del debate, surge la pregunta: ¿Se puede competir en esa jungla desde España?

Tres empresas lo están intentando, aunque no es fácil. Desde Portillo de Toledo, Inca y Arnedo, poblaciones de menos de 40.000 habitantes, Joma, Nnormal y Atom intentan calzar a corredores de todo el planeta con una desventaja en común: «Nos damos poca bola a nosotros mismos».

"Estaríamos mejor vistos si fuéramos franceses"

«En muchos países defienden sus marcas, pero en España cuesta, nos falta creer en nosotros mismos. Joma tiene zapatillas maravillosas y aquí no se le da valor; en otras partes del mundo se la considera una marca excepcional. Estaríamos mejor vistos si fuéramos franceses o alemanes», considera Antonio Sáenz, responsable de Fluchos, que desde hace unos años ha desarrollado una línea deportiva, Atom, la más modesta de las tres españolas. En el último año vendieron unos 70.000 pares en 12 países con una facturación de cerca de 2,5 millones de euros gracias a su apuesta por las tiendas locales, por los precios contenidos y por la especialización. En lugar de batallar con Nike o Adidas por equipar a los maratonianos más rápidos del planeta, buscan otro tipo de corredor, como aquel que trota por la montaña o por el campo de manera ocasional.

«Si te metes en la competición debes invertir una locura en I+D. Es más fácil hacerte un hueco en la montaña, donde hay más dispersión», analiza Sáenz, parte de una tradición familiar. En La Rioja su abuelo creó una empresa, que luego heredaron su padre y sus tíos y finalmente su generación. Al ver que los zapatos clásicos perdían terreno, hace unos años apostaron por las zapatillas de calle y finalmente se sumergieron en el deporte. «La guerra arancelaria puede ser hasta positiva para nosotros. Las empresas americanas van a tener aranceles más altos para importar de Asia, que al final es donde produce todo el sector», comenta sobre los últimos vaivenes políticos.

Fabricar en España, misión imposible

Porque todas las empresas, de Nike para abajo, tengan donde tengan sus oficinas y sus centros de diseño, fabrican mayoritariamente en los mismos países: China o Vietnam. El desarrollo se hace en casa, pero el montaje se deriva a Asia. «Nosotros hacemos los prototipos en Mallorca, pero no podemos traer toda nuestra producción aquí por dos motivos. En primer lugar, por el conocimiento sobre materiales que tienen en Asia y en segundo por el volumen. Es muy difícil llegar al número de unidades de zapatillas que llegan allí. Quizá en el futuro alguien fabrique en Estados Unidos o en Europa, Salomon lo está intentando montar en Francia, pero es muy difícil», explica Sito Luis Salas, CEO de NNormal, con una historia parecida a la de Atom.

Otra empresa familiar, en este caso la mallorquina Camper, quiso dar el salto al calzado deportivo y en el camino se encontró a una leyenda: Kilian Jornet. El mejor corredor de montaña de siempre quería emprender y entre las dos partes crearon una marca que en poco tiempo se ha hecho un nombre. Con sólo dos modelos, el año pasado vendieron más de 100.000 pares en 40 países, especialmente en España, Francia y Estados Unidos. «No tenemos producción en China, pero sí en Vietnam. Si suben los aranceles tendremos que valorar cómo repercute en el consumidor estadounidense», apunta Salas, que admite que Jornet es una llave para todas las puertas. Tener un embajador así es ventaja.

"Cada año aumentamos un 25% la inversión"

Como bien sabe Joma. La compañía deportiva más grande de España, con más de 3.000 empleados, distribución en 140 países y más de 200 millones de facturación anual, patrocina al equipo olímpico portugués, a las selecciones española, italiana o croata de atletismo y a varios deportistas. También empresa familiar, con un nombre que es la unión de José María, el hijo mayor del fundador, Fructuoso López, es la única que se enfrenta a las grandes multinacionales del running con modelos de asfalto de alta gama, con placa de fibra de carbono y demás innovaciones.

«Es un mercado muy competitivo y el I+D es clave. Cada año aumentamos nuestra inversión en tecnología en un 25%», aporta Marina López, directora de Marketing de Joma, que sabe que para estar en la élite el desembolso debe ir más allá del desarrollo. Hace unos días, la empresa anunció el fichaje de cuatro atletas, los kenianos Dorine Jepchirchir, Teophilus Kipsang Yator, Reuben Mosin Mosip y Mercy Jebet Kibor, para ganar visibilidad internacional a base de victorias y récords. ¿Se puede competir en la jungla del calzado deportivo desde España? Se puede, pero no es fácil.

El téxtil 'made in Spain'

En el mercado de las zapatillas deportivas es muy difícil encontrar un modelo ‘made in Spain’, pero eso no pasa en el téxtil técnico. Hay varias empresas, de Lurbel a Taymory, de Ternua a Hoko, que producen material dentro de nuestras fronteras aprovechando la tradición de puntos como Ontinyent o Mataró.

"Nosotros hacíamos lencería pero cuando ese sector murió por los productos llegados desde Asia, nos centramos en el mercado deportivo con tecnologías propias. Ahora lo celebramos porque en situaciones de incertidumbre siempre salimos reforzamos. Producimos aquí y el 60% de nuestras ventas son aquí", explica Javi Lurbe, de Lurbel, una empresa familiar radicada en Valencia conocida por sus calcetines para correr.

"A igualdad de precio, es posible que el cliente valore que somos una empresa Española, pero como sector deberíamos ser más fuertes. Vas a las ferias y ves a los otros países ir a una, con más sinergias entre las empresas, como hacen en Francia o Italia", finaliza Lurbe.

Manu Vilaseca, especialista en carreras de montaña de 400 kilómetros y las alucinaciones: "Ves a una persona y es un árbol"

Manu Vilaseca, especialista en carreras de montaña de 400 kilómetros y las alucinaciones: “Ves a una persona y es un árbol”

Allí no había nada. En mitad del bosque, sólo le acompañaban los árboles. Si acaso se movía algún pájaro. Pero Manu Vilaseca veía una fiesta. Realmente pensaba que le esperaba una fiesta. Un avituallamiento iluminado y colmado de comida donde sonaba la música y había barullo.

«Era una alucinación. A mucha gente le parece raro, pero no lo es. Siempre que hago una carrera larga ya sé que a partir de la segunda noche estaré confundida. No me puedo fiar de mis ojos. A veces veo serpientes cuando sólo hay raíces o confundo un árbol con un avituallamiento, una casa o incluso una persona querida que está esperando para abrazarme. Es muy curioso porque de alguna manera sé que es mentira. El cerebro crea esas visiones, pero también te advierte de que son mentira. Al final te acercas, lo tocas y te das cuenta que sólo es un árbol. Aunque es peligroso, por supuesto. Hace tres años un corredor brasileño falleció porque cayó de un precipicio por una alucinación», recuerda Vilaseca que es un referente en la super ultra mega distancia.

MOUNT TO COAST

Sus carreras no son maratones, no acaban a los 100 kilómetros, a las 100 millas, ni tan siquiera terminan a los 200 kilómetros. Sólo compite si tiene por delante entre 300 y 400 kilómetros. Brasileña afincada cerca de Barcelona desde hace una década, el año pasado venció en la Cocodona 250, una prueba estadounidense que cruza media Arizona entre desiertos, montañas y hasta reservas indias. Lo hizo en 78 horas, más de tres días corriendo, y lo hizo tan fresca.

Las siestas de tres minutos

«No recuerdo un mal momento de toda la carrera. De hecho disfruté mucho del último amanecer, me pareció precioso», comenta la corredora de la marca Mount to Coast con una técnica propia para no tener que dormir: los descansos de tres minutos. «Cuando tenía mucho sueño, me estiraba en el suelo, cerraba los ojos, respiraba super hondo y me levantaba para seguir adelante», asegura, aunque el cuerpo luego le pasó la factura. «Después me pasé muchos días con sueño y todo me costaba. Por ejemplo, en el vuelo de vuelta no podía leer o ver una película, estaba como desconectada», rememora.

¿Qué le llevó a acabar corriendo 400 kilómetros?
Tenía la sensación de haberlo corrido todo. Había terminado varias de las carreras de montaña más importantes: la UTMB, la Marathon de Sables, la Everest Race, Lavaredo, Monte Fuji... No encontraba la motivación. Pero vi un documental llamado The long way home sobre la Cocodona 250 y me entusiasmó. Incluso mi pareja, Gerard, que también es corredor de ultradistancia, cuando le dije que quería participar me dijo: «¿Te has vuelto loca?».

¿Cómo entrenar para 400 kilómetros?

De una familia de artistas, Vilaseca apenas hizo deporte de niña en Río, sólo se dedicaba a la equitación, pero a los 25 años, ya graduada de Diseño, se apuntó a un gimnasio y le cambió la vida. Hizo amistad con este y con aquella y acabó participando en varios raids de aventura, competiciones por equipos que incluyen deportes como el ciclismo, el remo, la escalada y, por supuesto, la carrera. En 2015, después de ganar varias pruebas de ultradistancia, acabó décima en la UTMB, el Mundial oficioso de la especialidad, se profesionalizó y se instaló en España. Ahora se ha convertido en el emblema de Mount to Coast, una marca recientemente llegada a Europa, con éxito en Estados Unidos por la alta durabilidad de sus zapatillas.

MOUNT TO COAST

Y es que allí, en Norteamérica, están sus próximos objetivos. «Esto de las carreras de 200 o 250 millas me ha abierto un mundo nuevo. Este año, entre junio y octubre, participaré en tres carreras, la Tahoe 200, la Bigfoot 200 y la Moab 240, que forman la Triple Corona», cuenta la atleta que se dedica a dar clases de fuerza y de yoga en el pueblo de Moià.

De alguna manera ése es su secreto. En lugar de intentar correr las máximas horas posibles, su entrenamiento se basa en estar siempre activa, alternando salidas al trote con sesiones en el gimnasio, series en bicicleta y caminatas larguísimas con sus perros. Todo el día en movimiento; el sofá ni lo toca. «Soy mi propio conejillo de indias. No puedo correr 80 horas cada semana, que es lo que dura una carrera de este tipo, así que me acostumbro a no parar, a exigir al cuerpo un desgaste durante las máximas horas posibles», finaliza.

Los bronces de Diamé y Canales, las medallas hechas en casa que llevaron a España al éxito en el Mundial 'indoor'

Los bronces de Diamé y Canales, las medallas hechas en casa que llevaron a España al éxito en el Mundial ‘indoor’

España también celebra éxitos que se crearon en otros lugares, especialmente en Cuba, como el oro de Jordan Díaz en los últimos Juegos Olímpicos o el bronce de Lester Lescay en el último Europeo en pista cubierta, pero mientras asciende una generación tan propia como las precedentes, formada en sus escuelas, enseñada por sus entrenadores. Si en los primeros casos se entiende el debate, en los segundos carece de argumentos. En el Mundial indoor de Nanjing que acabó este domingo, la selección de atletismo acabó con tres medallas, un número que no alcanzaba desde hace 15 años, gracias a Ana Peleteiro, Fátima Diamé y Josué Canales, tres atletas que maduraron en los tartanes del país. Si acaso la diferencia con los medallistas de Doha 2010, el proscrito Sergio Sánchez, Natalia Rodríguez y Ruth Beitia, está en la piel.

Después del éxito de Peleteiro el sábado, los bronces de este domingo de Diamé en la longitud y Canales en los 800 metros confirmaron la ascensión de un grupo que en este ciclo olímpico debería confirmarse como histórico. Junto a ellos, estos años, otros como Mohamed Attaoui o Paul McGrath, de apellido foráneo, hechos en casa.

La emoción de Canales

«He venido para quedarme y quiero seguir dando alegrías al atletismo español», proclamaba Canales, el descubrimiento del campeonato. Nacido en Honduras y criado desde los tres años en el barrio de Santa Eugenia, en Girona, al lado de Salt, esperó una eternidad para poder correr como español y, en cuanto lo hizo, se colocó entre los mejores del mundo. Nadie como él ejemplifica el valor del conjunto. Hijo de padres adolescentes, víctima de un mal divorcio, acabó corriendo de casualidad, pero en el club GEiEG le enseñaron a disfrutar del deporte y en el CAR de Sant Cugat, a disfrutar de la vida. Por eso antes de cada carrera señala su número de habitación en el centro, el 313; un agradecimiento. El otro, este domingo, fue para su abuela, Ruth Liliana, Nana, que voló de Tegucigalpa a Girona cuando él era adolescente para construirle un hogar, un lugar donde vivir en paz.

Dar YasinAP

«La dedicatoria de esta medalla tiene nombre y apellido, mi abuela Ruth Liliana. Yo no sería nada de esto si no hubiera sido por ella. Le debo el cielo a esa señora, la amo con todo mi corazón», se emocionó Canales que también agradeció a su entrenador, el ex maratoniano Carles Castillejo. En pruebas anteriores, Canales lo había perdido todo por no creérselo, «el síndrome del impostor», como reconoció, pero esta vez nada de eso. En la final, donde dominó el estadounidense Josh Hoey, se pegó a la espalda del belga Eliott Crestan y con él se fue hasta el podio.

El salto que espera a Diamé

Queda por ver a Canales -amigo íntimo de Attaoui- brillando en una competición al aire libre, pero a sus 23 años tiene mucho tiempo por delante para hacerlo. Como Diamé pese a sus 28 años. Horas antes que el mediofondista, la saltadora de longitud también acabó en tercera posición, la misma que hace un año en el Mundial de pista cubierta de Glasgow. De padres extranjeros como Canales, en su caso de padre senegalés y madre portuguesa, Diamé nació en Valencia y vivió tan cerca de sus pistas de atletismo del cauce del Turia que acabó apuntándose casi sin querer. Todos los días, a todas horas, veía gente corriendo, saltando, lanzando, ¿Qué hacer si no?

Desde hace unos años entrena en Guadalajara a las órdenes de Iván Pedroso y su progresión es innegable, pero continúa en busca de su gran salto. Este domingo, de hecho, acabó entre la alegría y la decepción por no haberlo conseguido. «Pensaba que podía llegar a 6,85 metros, pero es una medalla, no me voy a quejar», comentó después de quedarse con los 6,72 metros de su primer intento, superada por la estadounidense Claire Bryant (6,96 metros) y la suiza Annik Kalin (6,83 metros). Con molestias en la pierna derecha, su pierna de batida, durante todo el invierno, el bronce ya era mucho.

Fin del invierno en el atletismo

Fin del invierno en el atletismo

La pista cubierta, un estuche, acoge un atletismo de transición, de paso con un calendario breve y necesariamente intenso. Un atletismo no en miniatura, pero concentrado en un programa reducido con pruebas en todas las disciplinas que se amontonan sin estorbarse. Un atletismo de mediano voltaje en un escenario recogido, accesible, íntimo, con todas las actuaciones al alcance del ojo y casi de la mano, del espectador in situ. Es un atletismo bonito, dinámico, bullente, de vistosos contrastes instantáneos. Un ensayo a cielo cerrado, pero a puertas abiertas, del gran atletismo en los grandes estadios de las grandes competiciones en las grandes fechas.

Tiene tradición y prestigio. Alicientes de peso para que, acompañados de otros importantes, unos cuantos máximos nombres pisen el terreno. No han abundado, pero no han faltado en este Mundial de Nankín. Hemos visto, por ejemplo, a Armand Duplantis (pértiga), Jakob Ingebrigtsen (1.500 y 3.000), Grant Holloway (60 vallas), Miltiadis Tentoglou (longitud), Yaroslava Mahuchikh (altura), Gudaf Tsegay (1.500) y Devynne Charlton (60 vallas).

Todos, menos Tentoglou, quizás debilitado por una gripe que le impidió su participación en el Europeo, y Mahuchikh, afectada por unas inopinadas molestias en la rodilla, obtuvieron el oro prometido, pero nunca reservado. Ingebrigtsen consiguió su perseguido doblete, una hazaña que sólo había logrado antes Haile Gebrselassie. El noruego se apresta a enfrentarse a una temporada al aire libre con el Mundial de Tokio en el aún lejano horizonte de septiembre y, antes o durante, el ambicioso objetivo de batir el récord mundial de los 1.500 en poder desde 1998 de Hicham el Guerrouj. Lo tiene a tiro. Pero eso no significa que acierte con la bala. En cualquier caso, ese duelo en el tiempo y la distancia supone uno de los mayores atractivos del curso.

En la última jornada mundialista, España se revistió de bronce por partida doble con Fátima Diame en el salto de longitud y Elvin Josué Canales en los 800 metros. Bañarse en oro sigue siendo en extremo difícil para todo el mundo. Incluso, en un momento dado, a tenor de las diferentes circunstancias y los neutrales caprichos de un azar que no se casa con nadie, para los dominadores de su disciplina. Esto es deporte y la incertidumbre forma parte de la gracia y el interés de la competición. A menudo, con el mismo peso que el oro en el cronómetro, pero no el mismo brillo en la pantalla, la plata y el bronce se quedan a un centímetro o una centésima del color, el olor y el sabor inseparables del triunfo absoluto:

En la longitud, un imperceptible centímetro separó el oro de la plata. Y otro igual de escueto la plata del bronce. Mattia Furlani (Italia) saltó 8,30. Wayne Pinnock (Jamaica), 8,29. Y Liam Adcock (Australia), 8,28. Una centésima medió, en los 60 vallas, entre el oro y la plata. Y otra entre la plata y el bronce. Devynne Chambers (Bahamas) corrió en 7.72. Ditaji Kambundji (Suiza), en 7.73. Y Ackera Nugent (Jamaica), en 7.74. Más aún, la cuarta y quinta clasificadas también realizaron 7.74.

Fin del invierno en el atletismo con tejado. Queda inaugurada la primavera.

Fátima Diamé se cuelga el bronce en longitud y completa con Peleteiro el doblete de la amistad

Fátima Diamé se cuelga el bronce en longitud y completa con Peleteiro el doblete de la amistad

Siempre juntas, Ana y Fátima; siempre juntas, Peleteiro y Diamé. Compañeras de habitación en todas las concentraciones de la selección, compañeras de entrenamientos durante años a las órdenes de Iván Pedroso, ahora ya vuelven a ser compañeras en el podio. Como ya pasó el año pasado en Glasgow, en el presente Mundial ‘indoor’ de Nanjing las dos ya tienen un bronce. Si Peleteiro fue tercera el sábado en el triple salto, Diamé repitió su posición este domingo en el salto de longitud. Habrá celebración conjunta, de eso no hay duda.

Porque Peleteiro era favorita a la medalla, pero Diamé llegaba con muchas dudas. Una lesión en la pierna derecha le había obligado a un cambio de técnica exprés y, por sus marcas durante este invierno, se le suponía lejos de las mejores. No fue así. En su primer salto de la final, Diamé pegó un brinco que la llevó hasta los 6,72 metros y la colocó en el podio. Varias de sus rivales podían superarla -no era una marca imposible-, pero también podía ocurrir lo contrario.

RFEA / Sportmedia

La estadounidense Claire Bryant, universitaria hasta el año pasado, sorprendió con un salto de 6,96 metros que le llevó al oro y en el último intento la suiza Annik Kalin se hizo con la plata con una marca de 6,83 metros. Faltaban algunas referentes de la disciplina como Tara Davis-Woodhall, Malaika Mihambo o Larissa Iapichino, pero el bronce brilla igual.

"Estoy muy contenta. Como dije en el Europeo ha sido una pista cubierta muy dura porque he tenido que cambiar mi técnica debido a una lesión en la pierna derecha. No he tenido mucho tiempo para hacer los ajustes necesarios, pero me he sentido segura y estoy contenta de repetir medalla de bronce en el Mundial en pista cubierta. Siento que se acerca una buena temporada al aire libre", explicaba Diamé, que añadía: "Pensaba que podía llegar a 6,85 metros, pero es una medalla, no me voy a quejar. 6,72 metros es una marca que pueden saltar todas, así que yo no estaba para tranquila hasta al final, pero no he soltado el bronce".

Ana Peleteiro se cuelga el bronce en triple salto en el Mundial de pista cubierta en China

Ana Peleteiro se cuelga el bronce en triple salto en el Mundial de pista cubierta en China

Actualizado Sábado, 22 marzo 2025 - 15:23

La novena medalla internacional de Ana Peleteiro fue de bronce y en un Mundial, este de Nankín 2025. Una recompensa lógica con dos potentes cubanas en liza, ambas con mejores marcas "outdoor" e "indoor" que la gallega. Ana estuvo bien con sus 14,29 metros, realizados dos veces, aunque peor registro que el que le proporcionó el oro en el reciente Europeo de Apeldoorn (14,37). La amenaza de la dominiquesa Thea LaFond, campeona olímpica y mujer de más de 15 metros al aire libre, no se concretó.

En la ausencia de la convaleciente Yulimar Rojas, la prueba se acabó cuando empezó. Leyanis Pérez, en su primer intento, se plantó en 14,93. La cubana, de planta imponente, 1,83 de estatura y piernas interminables, unió la velocidad a una batida ajustadísima a la tabla. Luego hizo unos nulos y renunció a otros ensayos. Daba igual. Estaba todo el pescado vendido. La plata fue para Liadiagmis Povea (14,57). Ana (un corto palíndromo) aspiraba a repetir el ya descrito oro (otro breve palíndromo) del reciente Europeo de Apeldoorn. No lo consiguió, pero se mantiene a alto nivel y como bandera del atletismo español.

Para saber más

Una observación de índole sociológico-deportiva. El sencillo y bello nombre de pila de Ana contrastaba con los pintorescos de las caribeñas. Una imagen de marca del deporte femenino cubano y, es de suponer, de la entera sociedad mujeril de la isla. Las atletas cubanas, por centrarnos en el deporte que nos ocupa, se hacen notar por nombres de curiosas y parecidas sonoridades, mitad absurdos y mitad literarios.

Leyanis, Liadagmis y otros nombres de pila parecidos de atletas en activo o ya retiradas, todas ellas de alto nivel, no remiten en absoluto al santoral de la ex Madre Patria, sino a algún tipo de clave local. Quizás una superstición, una moda, una imitación, un contagio, un ritual... Véanse: Yunisleidy, Davisleidis, Layselys, Yarima, Yarisley, Yargeris, Yusmai, Josleidy, Yumileidy, Yaimé, Yarelys, Yainelis, Yipsi, Osleidys, Dailenis, Yulenmis... Todos figuran, con sus correspondientes apellidos, ellos sí de acuerdo con sus orígenes españoles, en los ránkings pasados y presentes del atletismo internacional.

A la espera de la dominical y última jornada, la sabatina se antojaba la más importante del Campeonato, con las tres máximas estrellas de la competición en escena: Armand Duplantis (salto con pértiga), Jakob Ingebrigtsen (3.000 metros) y Grant Holloway (110 vallas). Los tres respondieron a las expectativas adjudicándose el título.

Duplantis protagonizó la rutina de pasar de los seis metros. Lo hizo con 6,00; 6,05; 6,10 y 6,15. Ha superado esos seis metros 102 veces. Una hazaña difícilmente imaginable. El griego Emmanouil Karalís, con 6,05, y que no falló por mucho en los 6,10, lo obligó a un esfuerzo extra que, quizás, aconsejó al sueco no intentar batir su récord del mundo. No está acostumbrado a que lo achuchen y, probablemente cansado, dejó el intento de récord para mejor ocasión.

A Ingebrigtsen lo apretó un poco el etíope Berihu Aregawi. Jakob (7:46.09) lo superó en la recta final con el esfuerzo justo (Aregawi hizo 7:46.25, en lo que podría dar la impresión de un final ajustado). El noruego no se excedió porque ahora tiene que disputar la final de los 1.500. A Holloway no lo incomodó nadie. Tampoco a otra de las estrellas del Campeonato, la etíope Freweyni Hailu, cómoda vencedora (8:37.21) en unos 3.000 con Marta García en séptima posición con marca de la temporada (8:40.80).

España mantiene unas balas en los 800 con Josué Canales y, en los 1.500, con Mariano García, Adrián Ben y Esther Guerrero.

El brasileño Dos Santos pierde el bronce en el Mundial 'indoor' por sus zapatillas ilegales

El brasileño Dos Santos pierde el bronce en el Mundial ‘indoor’ por sus zapatillas ilegales

Volaba el brasileño Almir Dos Santos en el Nanjing's Cube, la sede del Mundial 'indoor' que empezó este viernes, y lloraba emocionado con su bronce en triple salto al cuello. Después de varios años luchando contra las lesiones, por fin volvió a un podio; alegría, alegría. "Es difícil expresar con palabras lo que esto significa para mí", proclamaba en zona mixta y volvía a las lágrimas, un momento cumbre en su carrera. Pero cinco horas después era descalificado. En las pantallas del campeonato aparecía el aviso, DQ, y un motivo hasta ahora insólito: incumplimiento de la norma técnica 7.1 del reglamento de la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics). "Conducta inapropiada o violación de las reglas sobre el calzado". ¿Qué había pasado? Se había equivocado de zapatillas. Y nadie le había avisado del error.

Desde hace cuatro años, la World Athletics restringe la ventaja que las zapatillas ‘mágicas’ ofrecen a los atletas actuales. En plena guerra tecnológica, la innovación se había ido de madre, cada día caían récords y hubo que actuar. Para la larga distancia se establecieron unos límites; para la velocidad, otras; y para los saltos, unos distintos. Tanto en longitud como en triple salto se estableció una altura máxima de 20 centímetros de mediasuela en las zapatillas, pero a los triplistas se les concedió una prórroga por la cual podían usar mediasuelas de hasta 25 centímetros. La concesión duraba dos años, hasta el pasado octubre, y provocó algún problema, como una marca no homologada a Yulimar Rojas en longitud por utilizar sus zapatillas de triple. Pero poco más.

PEDRO PARDOAFP

Hasta este viernes. Dos Santos se presentó en el Mundial indoor con sus Nike TJ Elite 2 del año pasado, con una mediasuela de 25 centímetros, y realizó todo el concurso con ellas. Este invierno ya había saltado en hasta cinco competiciones internacionales con ellas, así que muy posiblemente ni conocía el fin de la prórroga a los triplistas. Saltó, llegó a los 17,22 metros y finalizó tercero por detrás del italiano Andy Diaz (17,80 metros) y del chino Yaming Zhu (17,33), pero al acabar los jueces revisaron su calzado y decidieron descalificarlo. ¿Por qué esta vez sí y las anteriores no? Porque hubo una reclamación.

La nueva normativa de la World Athletics establece que la revisión de la altura de las zapatillas no se realizará previamente -como sí se hace con los tacos, por ejemplo-, si no que sólo tendrá lugar posteriormente si existe una denuncia. El organismo argumenta que el estudio del calzado exige horas y que es imposible aprobar todos los modelos en los minutos previos a que empiece una competición. Así que lo deja en manos del resto de atletas. Este viernes, algún rival de Dos Santos -el denunciante es secreto- tuvo que observar que utilizaba unas zapatillas obsoletas, presentó una reclamación y de ahí la expulsión de Dos Santos. La Federación Brasileña expuso sus alegaciones, pero la infracción de la norma por parte de su saltador era clara. Por primera vez, un atleta perdió una medalla por utilizar unas zapatillas que no tocaba.