Los bronces de Diamé y Canales, las medallas hechas en casa que llevaron a España al éxito en el Mundial 'indoor'

Los bronces de Diamé y Canales, las medallas hechas en casa que llevaron a España al éxito en el Mundial ‘indoor’

España también celebra éxitos que se crearon en otros lugares, especialmente en Cuba, como el oro de Jordan Díaz en los últimos Juegos Olímpicos o el bronce de Lester Lescay en el último Europeo en pista cubierta, pero mientras asciende una generación tan propia como las precedentes, formada en sus escuelas, enseñada por sus entrenadores. Si en los primeros casos se entiende el debate, en los segundos carece de argumentos. En el Mundial indoor de Nanjing que acabó este domingo, la selección de atletismo acabó con tres medallas, un número que no alcanzaba desde hace 15 años, gracias a Ana Peleteiro, Fátima Diamé y Josué Canales, tres atletas que maduraron en los tartanes del país. Si acaso la diferencia con los medallistas de Doha 2010, el proscrito Sergio Sánchez, Natalia Rodríguez y Ruth Beitia, está en la piel.

Después del éxito de Peleteiro el sábado, los bronces de este domingo de Diamé en la longitud y Canales en los 800 metros confirmaron la ascensión de un grupo que en este ciclo olímpico debería confirmarse como histórico. Junto a ellos, estos años, otros como Mohamed Attaoui o Paul McGrath, de apellido foráneo, hechos en casa.

La emoción de Canales

«He venido para quedarme y quiero seguir dando alegrías al atletismo español», proclamaba Canales, el descubrimiento del campeonato. Nacido en Honduras y criado desde los tres años en el barrio de Santa Eugenia, en Girona, al lado de Salt, esperó una eternidad para poder correr como español y, en cuanto lo hizo, se colocó entre los mejores del mundo. Nadie como él ejemplifica el valor del conjunto. Hijo de padres adolescentes, víctima de un mal divorcio, acabó corriendo de casualidad, pero en el club GEiEG le enseñaron a disfrutar del deporte y en el CAR de Sant Cugat, a disfrutar de la vida. Por eso antes de cada carrera señala su número de habitación en el centro, el 313; un agradecimiento. El otro, este domingo, fue para su abuela, Ruth Liliana, Nana, que voló de Tegucigalpa a Girona cuando él era adolescente para construirle un hogar, un lugar donde vivir en paz.

Dar YasinAP

«La dedicatoria de esta medalla tiene nombre y apellido, mi abuela Ruth Liliana. Yo no sería nada de esto si no hubiera sido por ella. Le debo el cielo a esa señora, la amo con todo mi corazón», se emocionó Canales que también agradeció a su entrenador, el ex maratoniano Carles Castillejo. En pruebas anteriores, Canales lo había perdido todo por no creérselo, «el síndrome del impostor», como reconoció, pero esta vez nada de eso. En la final, donde dominó el estadounidense Josh Hoey, se pegó a la espalda del belga Eliott Crestan y con él se fue hasta el podio.

El salto que espera a Diamé

Queda por ver a Canales -amigo íntimo de Attaoui- brillando en una competición al aire libre, pero a sus 23 años tiene mucho tiempo por delante para hacerlo. Como Diamé pese a sus 28 años. Horas antes que el mediofondista, la saltadora de longitud también acabó en tercera posición, la misma que hace un año en el Mundial de pista cubierta de Glasgow. De padres extranjeros como Canales, en su caso de padre senegalés y madre portuguesa, Diamé nació en Valencia y vivió tan cerca de sus pistas de atletismo del cauce del Turia que acabó apuntándose casi sin querer. Todos los días, a todas horas, veía gente corriendo, saltando, lanzando, ¿Qué hacer si no?

Desde hace unos años entrena en Guadalajara a las órdenes de Iván Pedroso y su progresión es innegable, pero continúa en busca de su gran salto. Este domingo, de hecho, acabó entre la alegría y la decepción por no haberlo conseguido. «Pensaba que podía llegar a 6,85 metros, pero es una medalla, no me voy a quejar», comentó después de quedarse con los 6,72 metros de su primer intento, superada por la estadounidense Claire Bryant (6,96 metros) y la suiza Annik Kalin (6,83 metros). Con molestias en la pierna derecha, su pierna de batida, durante todo el invierno, el bronce ya era mucho.

Fin del invierno en el atletismo

Fin del invierno en el atletismo

La pista cubierta, un estuche, acoge un atletismo de transición, de paso con un calendario breve y necesariamente intenso. Un atletismo no en miniatura, pero concentrado en un programa reducido con pruebas en todas las disciplinas que se amontonan sin estorbarse. Un atletismo de mediano voltaje en un escenario recogido, accesible, íntimo, con todas las actuaciones al alcance del ojo y casi de la mano, del espectador in situ. Es un atletismo bonito, dinámico, bullente, de vistosos contrastes instantáneos. Un ensayo a cielo cerrado, pero a puertas abiertas, del gran atletismo en los grandes estadios de las grandes competiciones en las grandes fechas.

Tiene tradición y prestigio. Alicientes de peso para que, acompañados de otros importantes, unos cuantos máximos nombres pisen el terreno. No han abundado, pero no han faltado en este Mundial de Nankín. Hemos visto, por ejemplo, a Armand Duplantis (pértiga), Jakob Ingebrigtsen (1.500 y 3.000), Grant Holloway (60 vallas), Miltiadis Tentoglou (longitud), Yaroslava Mahuchikh (altura), Gudaf Tsegay (1.500) y Devynne Charlton (60 vallas).

Todos, menos Tentoglou, quizás debilitado por una gripe que le impidió su participación en el Europeo, y Mahuchikh, afectada por unas inopinadas molestias en la rodilla, obtuvieron el oro prometido, pero nunca reservado. Ingebrigtsen consiguió su perseguido doblete, una hazaña que sólo había logrado antes Haile Gebrselassie. El noruego se apresta a enfrentarse a una temporada al aire libre con el Mundial de Tokio en el aún lejano horizonte de septiembre y, antes o durante, el ambicioso objetivo de batir el récord mundial de los 1.500 en poder desde 1998 de Hicham el Guerrouj. Lo tiene a tiro. Pero eso no significa que acierte con la bala. En cualquier caso, ese duelo en el tiempo y la distancia supone uno de los mayores atractivos del curso.

En la última jornada mundialista, España se revistió de bronce por partida doble con Fátima Diame en el salto de longitud y Elvin Josué Canales en los 800 metros. Bañarse en oro sigue siendo en extremo difícil para todo el mundo. Incluso, en un momento dado, a tenor de las diferentes circunstancias y los neutrales caprichos de un azar que no se casa con nadie, para los dominadores de su disciplina. Esto es deporte y la incertidumbre forma parte de la gracia y el interés de la competición. A menudo, con el mismo peso que el oro en el cronómetro, pero no el mismo brillo en la pantalla, la plata y el bronce se quedan a un centímetro o una centésima del color, el olor y el sabor inseparables del triunfo absoluto:

En la longitud, un imperceptible centímetro separó el oro de la plata. Y otro igual de escueto la plata del bronce. Mattia Furlani (Italia) saltó 8,30. Wayne Pinnock (Jamaica), 8,29. Y Liam Adcock (Australia), 8,28. Una centésima medió, en los 60 vallas, entre el oro y la plata. Y otra entre la plata y el bronce. Devynne Chambers (Bahamas) corrió en 7.72. Ditaji Kambundji (Suiza), en 7.73. Y Ackera Nugent (Jamaica), en 7.74. Más aún, la cuarta y quinta clasificadas también realizaron 7.74.

Fin del invierno en el atletismo con tejado. Queda inaugurada la primavera.

Fátima Diamé se cuelga el bronce en longitud y completa con Peleteiro el doblete de la amistad

Fátima Diamé se cuelga el bronce en longitud y completa con Peleteiro el doblete de la amistad

Siempre juntas, Ana y Fátima; siempre juntas, Peleteiro y Diamé. Compañeras de habitación en todas las concentraciones de la selección, compañeras de entrenamientos durante años a las órdenes de Iván Pedroso, ahora ya vuelven a ser compañeras en el podio. Como ya pasó el año pasado en Glasgow, en el presente Mundial ‘indoor’ de Nanjing las dos ya tienen un bronce. Si Peleteiro fue tercera el sábado en el triple salto, Diamé repitió su posición este domingo en el salto de longitud. Habrá celebración conjunta, de eso no hay duda.

Porque Peleteiro era favorita a la medalla, pero Diamé llegaba con muchas dudas. Una lesión en la pierna derecha le había obligado a un cambio de técnica exprés y, por sus marcas durante este invierno, se le suponía lejos de las mejores. No fue así. En su primer salto de la final, Diamé pegó un brinco que la llevó hasta los 6,72 metros y la colocó en el podio. Varias de sus rivales podían superarla -no era una marca imposible-, pero también podía ocurrir lo contrario.

RFEA / Sportmedia

La estadounidense Claire Bryant, universitaria hasta el año pasado, sorprendió con un salto de 6,96 metros que le llevó al oro y en el último intento la suiza Annik Kalin se hizo con la plata con una marca de 6,83 metros. Faltaban algunas referentes de la disciplina como Tara Davis-Woodhall, Malaika Mihambo o Larissa Iapichino, pero el bronce brilla igual.

"Estoy muy contenta. Como dije en el Europeo ha sido una pista cubierta muy dura porque he tenido que cambiar mi técnica debido a una lesión en la pierna derecha. No he tenido mucho tiempo para hacer los ajustes necesarios, pero me he sentido segura y estoy contenta de repetir medalla de bronce en el Mundial en pista cubierta. Siento que se acerca una buena temporada al aire libre", explicaba Diamé, que añadía: "Pensaba que podía llegar a 6,85 metros, pero es una medalla, no me voy a quejar. 6,72 metros es una marca que pueden saltar todas, así que yo no estaba para tranquila hasta al final, pero no he soltado el bronce".

Ana Peleteiro se cuelga el bronce en triple salto en el Mundial de pista cubierta en China

Ana Peleteiro se cuelga el bronce en triple salto en el Mundial de pista cubierta en China

Actualizado Sábado, 22 marzo 2025 - 15:23

La novena medalla internacional de Ana Peleteiro fue de bronce y en un Mundial, este de Nankín 2025. Una recompensa lógica con dos potentes cubanas en liza, ambas con mejores marcas "outdoor" e "indoor" que la gallega. Ana estuvo bien con sus 14,29 metros, realizados dos veces, aunque peor registro que el que le proporcionó el oro en el reciente Europeo de Apeldoorn (14,37). La amenaza de la dominiquesa Thea LaFond, campeona olímpica y mujer de más de 15 metros al aire libre, no se concretó.

En la ausencia de la convaleciente Yulimar Rojas, la prueba se acabó cuando empezó. Leyanis Pérez, en su primer intento, se plantó en 14,93. La cubana, de planta imponente, 1,83 de estatura y piernas interminables, unió la velocidad a una batida ajustadísima a la tabla. Luego hizo unos nulos y renunció a otros ensayos. Daba igual. Estaba todo el pescado vendido. La plata fue para Liadiagmis Povea (14,57). Ana (un corto palíndromo) aspiraba a repetir el ya descrito oro (otro breve palíndromo) del reciente Europeo de Apeldoorn. No lo consiguió, pero se mantiene a alto nivel y como bandera del atletismo español.

Para saber más

Una observación de índole sociológico-deportiva. El sencillo y bello nombre de pila de Ana contrastaba con los pintorescos de las caribeñas. Una imagen de marca del deporte femenino cubano y, es de suponer, de la entera sociedad mujeril de la isla. Las atletas cubanas, por centrarnos en el deporte que nos ocupa, se hacen notar por nombres de curiosas y parecidas sonoridades, mitad absurdos y mitad literarios.

Leyanis, Liadagmis y otros nombres de pila parecidos de atletas en activo o ya retiradas, todas ellas de alto nivel, no remiten en absoluto al santoral de la ex Madre Patria, sino a algún tipo de clave local. Quizás una superstición, una moda, una imitación, un contagio, un ritual... Véanse: Yunisleidy, Davisleidis, Layselys, Yarima, Yarisley, Yargeris, Yusmai, Josleidy, Yumileidy, Yaimé, Yarelys, Yainelis, Yipsi, Osleidys, Dailenis, Yulenmis... Todos figuran, con sus correspondientes apellidos, ellos sí de acuerdo con sus orígenes españoles, en los ránkings pasados y presentes del atletismo internacional.

A la espera de la dominical y última jornada, la sabatina se antojaba la más importante del Campeonato, con las tres máximas estrellas de la competición en escena: Armand Duplantis (salto con pértiga), Jakob Ingebrigtsen (3.000 metros) y Grant Holloway (110 vallas). Los tres respondieron a las expectativas adjudicándose el título.

Duplantis protagonizó la rutina de pasar de los seis metros. Lo hizo con 6,00; 6,05; 6,10 y 6,15. Ha superado esos seis metros 102 veces. Una hazaña difícilmente imaginable. El griego Emmanouil Karalís, con 6,05, y que no falló por mucho en los 6,10, lo obligó a un esfuerzo extra que, quizás, aconsejó al sueco no intentar batir su récord del mundo. No está acostumbrado a que lo achuchen y, probablemente cansado, dejó el intento de récord para mejor ocasión.

A Ingebrigtsen lo apretó un poco el etíope Berihu Aregawi. Jakob (7:46.09) lo superó en la recta final con el esfuerzo justo (Aregawi hizo 7:46.25, en lo que podría dar la impresión de un final ajustado). El noruego no se excedió porque ahora tiene que disputar la final de los 1.500. A Holloway no lo incomodó nadie. Tampoco a otra de las estrellas del Campeonato, la etíope Freweyni Hailu, cómoda vencedora (8:37.21) en unos 3.000 con Marta García en séptima posición con marca de la temporada (8:40.80).

España mantiene unas balas en los 800 con Josué Canales y, en los 1.500, con Mariano García, Adrián Ben y Esther Guerrero.

El brasileño Dos Santos pierde el bronce en el Mundial 'indoor' por sus zapatillas ilegales

El brasileño Dos Santos pierde el bronce en el Mundial ‘indoor’ por sus zapatillas ilegales

Volaba el brasileño Almir Dos Santos en el Nanjing's Cube, la sede del Mundial 'indoor' que empezó este viernes, y lloraba emocionado con su bronce en triple salto al cuello. Después de varios años luchando contra las lesiones, por fin volvió a un podio; alegría, alegría. "Es difícil expresar con palabras lo que esto significa para mí", proclamaba en zona mixta y volvía a las lágrimas, un momento cumbre en su carrera. Pero cinco horas después era descalificado. En las pantallas del campeonato aparecía el aviso, DQ, y un motivo hasta ahora insólito: incumplimiento de la norma técnica 7.1 del reglamento de la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics). "Conducta inapropiada o violación de las reglas sobre el calzado". ¿Qué había pasado? Se había equivocado de zapatillas. Y nadie le había avisado del error.

Desde hace cuatro años, la World Athletics restringe la ventaja que las zapatillas ‘mágicas’ ofrecen a los atletas actuales. En plena guerra tecnológica, la innovación se había ido de madre, cada día caían récords y hubo que actuar. Para la larga distancia se establecieron unos límites; para la velocidad, otras; y para los saltos, unos distintos. Tanto en longitud como en triple salto se estableció una altura máxima de 20 centímetros de mediasuela en las zapatillas, pero a los triplistas se les concedió una prórroga por la cual podían usar mediasuelas de hasta 25 centímetros. La concesión duraba dos años, hasta el pasado octubre, y provocó algún problema, como una marca no homologada a Yulimar Rojas en longitud por utilizar sus zapatillas de triple. Pero poco más.

PEDRO PARDOAFP

Hasta este viernes. Dos Santos se presentó en el Mundial indoor con sus Nike TJ Elite 2 del año pasado, con una mediasuela de 25 centímetros, y realizó todo el concurso con ellas. Este invierno ya había saltado en hasta cinco competiciones internacionales con ellas, así que muy posiblemente ni conocía el fin de la prórroga a los triplistas. Saltó, llegó a los 17,22 metros y finalizó tercero por detrás del italiano Andy Diaz (17,80 metros) y del chino Yaming Zhu (17,33), pero al acabar los jueces revisaron su calzado y decidieron descalificarlo. ¿Por qué esta vez sí y las anteriores no? Porque hubo una reclamación.

La nueva normativa de la World Athletics establece que la revisión de la altura de las zapatillas no se realizará previamente -como sí se hace con los tacos, por ejemplo-, si no que sólo tendrá lugar posteriormente si existe una denuncia. El organismo argumenta que el estudio del calzado exige horas y que es imposible aprobar todos los modelos en los minutos previos a que empiece una competición. Así que lo deja en manos del resto de atletas. Este viernes, algún rival de Dos Santos -el denunciante es secreto- tuvo que observar que utilizaba unas zapatillas obsoletas, presentó una reclamación y de ahí la expulsión de Dos Santos. La Federación Brasileña expuso sus alegaciones, pero la infracción de la norma por parte de su saltador era clara. Por primera vez, un atleta perdió una medalla por utilizar unas zapatillas que no tocaba.

El método del matrimonio Peleteiro-Compaoré: "Aunque nos enfademos en casa por una tontería, nos centramos en el trabajo"

El método del matrimonio Peleteiro-Compaoré: “Aunque nos enfademos en casa por una tontería, nos centramos en el trabajo”

Desde las pistas de atletismo A Fieiteira sólo se ve el cercano almacén de Estrella Galicia -¿cómo no?-, pero huele a mar, al Atlántico, a la ría de Arousa. Es el lugar. Ana Peleteiro entrena en casa, literalmente en casa: en su Ribeira natal -de hecho, en el módulo que lleva su nombre- y junto a su marido, Benjamin Compaoré, que también es su entrenador desde el pasado octubre. Después de que la saltadora estuviera una década a las órdenes del mito Iván Pedroso, la unión profesional-sentimental generó dudas, pero su oro en el reciente Europeo indoor las disipó. Ahora Peleteiro busca acabar con ellas en el Mundial indoor de Nanjing (China) que empieza este viernes y donde ella competirá este sábado (a partir de las 12.10 horas, Teledeporte).

Ausente Yulimar Rojas, el sueño del oro mundial, su primer oro mundial, es posible, pero amenazan las cubanas Leyanis Pérez y Liadagmis Povea y la dominiquesa Thea LaFond. Sería el ascenso de Peleteiro a la cima del triple salto y, de paso, la confirmación de que su pareja con Compaoré funciona.

"Creo que desde el principio gestionamos nuestra relación en la pista de forma muy inteligente e incluso nos fortalece como pareja. Cuando entrenamos, se produce un cambio natural y me convierto en su entrenador al 100%. Siempre hablamos con respeto, con fluidez. Nos centramos en el trabajo incluso si llegamos al entrenamiento enfadados porque en casa hemos tenido nuestras discrepancias por cualquier tontería", comenta Compaoré en conversación con EL MUNDO desde China, donde la máxima preocupación hasta el momento ha sido el jet lag.

A.P.

La pareja llegó el pasado sábado, pero antes ya seguía tratamientos de luz azul y luz roja para adaptar los ritmos circadianos y conciliar el sueño lo mejor posible. Semanas atrás, Peleteiro aseguró que el Mundial indoor estaba "muy lejos" y caía "muy tarde en el calendario", pero finalmente decidió acudir. La oportunidad resplandece. "Ana realmente comenzó su temporada el 22 de febrero, en el Campeonato de España. Sólo lleva dos competiciones. Está tercera en el ranking mundial, sería un error no haber venido. Nuestro objetivo del año es el Mundial al aire libre de Tokio y será a mediados de septiembre, así que hay margen para la recuperación", asegura Compaoré.

"En casa hablamos de técnica, sin pasarnos"

¿Tienen algún pacto para no hablar de atletismo en casa? Puede llegar a saturar, imagino.
¡Claro que hablamos de atletismo en casa! El tema no nos asfixia porque los dos tenemos una vida muy ocupada por separado. En casa podemos hablar de los objetivos, de la técnica, de cosas del trabajo, aunque sin pasarnos. Al final, es inevitable, somos grandes aficionados al deporte y, sobre todo, al triple salto.

Nacido en Bar-Le-Duc, entre París y Estrasburgo, de padre burkinés y madre francesa, Compaoré destacó muy joven en el triple salto siendo campeón del mundo junior y vivió su mejor momento deportivo en 2014 cuando se proclamó campeón de Europa al aire libre. Pese a algunos problemas físicos, hasta el año pasado intentó seguir en activo -fue decimosegundo en el último Europeo-, pero este invierno se retiró para centrarse en preparar a Peleteiro.

"La creatividad es fundamental"

Empezaron a salir juntos en 2021, fueron padres en 2022 y se casaron en 2023 así que 2024 demandaba un nuevo paso en la relación. Entrenador y pupila, marido y mujer. Parece un desafío. "Ana tiene mucha experiencia y quiere entender los porqués, pero lo percibe todo muy bien. Para mí es un placer entrenar con ella, disfruto descubriéndole cosas. Para mí, más allá de la precisión técnica, de la cantidad de trabajo o del número de repeticiones, la creatividad es fundamental. E intento aplicarla con educación, diálogo, estimulación y juego", proclama el ex saltador.

A.P.

El trabajo entre ambos empezó con una propuesta ambiciosa, que Peleteiro cambiara de pierna de batida en el salto de la derecha a la izquierda, pero finalmente ésta quedó aparcada. Las molestias en la rodilla izquierda de la española obligaron a replantarlo todo y a recuperar la técnica de siempre, aquella que le dio el bronce en los Juegos de Tokio 2020. Igualmente Compaoré no descarta volver a intentarlo en el futuro y, sobre todo, insiste en que Peleteiro debe saltar más bajo que antes, distinto, más horizontal.

"Ana puede saltar muy lejos con ambas piernas y ese cambio es posible, yo mismo lo hice como atleta. Después de los Juegos de París teníamos tiempo así que nos atrevimos a hacerlo. Desafortunadamente eso provocó inestabilidad articular y tuvimos que deshacer nuestros planes", reconoce Compaoré que por Peleteiro ya cambió París por Guadalajara y ahora se ha asentado en Ribeira, donde también ha abierto una cafetería junto a su mujer, y donde huele a mar, al Atlántico, a la ría de Arousa. Es el lugar.

El balance del Europeo de Apeldoorn: del brillo de Ana Peleteiro y Paula Sevilla a menos medallas de las esperadas

El balance del Europeo de Apeldoorn: del brillo de Ana Peleteiro y Paula Sevilla a menos medallas de las esperadas

Los números dicen que España obtuvo en el Campeonato de Europa en pista cubierta celebrado en Apeldoorn (Países Bajos) cuatro medallas (un oro, una plata y dos bronces). Por reconocible, el dato arroja certezas. Por analizable, admite matices.

Para saber más

Para saber más

Para empezar, han existido más medallas de bronce que de oro y plata. De hecho, han supuesto la mitad del botín. Todo el bronce ha sumado lo mismo que el oro y la plata juntos. Eso no es favorecedor. Todas las medallas son buenas, pero unas mucho más que otras. A la hora de jerarquizar el medallero, el oro pesa más que el conjunto de platas y bronces. Un país con un único oro irá en el medallero por delante de otros que sólo tengan platas y bronces, por abundantes que sean. España ha logrado, en la historia de los Europeos indoor 35 oros, 50 platas y 40 bronces. El oro, ya se ve, escasea frente a la suma del resto de metales preciosos.

Regresando a la actualidad aún caliente en sus ecos de Apeldoorn, España mejoró el resultado de Estambul2023 (un oro y una plata). Pero empeoró los de Torun2021 (uno, dos, dos), Glasgow2019 (tres, dos, uno) e incluso, a igual cifra, pero menor valor, Belgrado2017 (uno, dos, uno).

Sí mejoró, en cambio, la cantidad de finalistas: 15. Un aspecto positivo, pero que, como todos los demás, en la ausencia de contrastes llamativos (12 en Estambul, 13 en Torun, 13 en Glasgow y 14 en Belgrado), no dice mucho. O dice algo, pero en voz baja. Habla de regularidad, que suena mejor que estancamiento. A Apeldoorn no viajó Jordan Díaz. Ni María Vicente. Y Quique Llopis, con molestias, no pudo correr una final de vallas que le sonreía. Y, en la longitud, Lester Lescay, a pesar de su bronce, y el excelente Jaime Guerra estaban lesionados.

Paula Sevilla, en acción en Apeldoorn.

Paula Sevilla, en acción en Apeldoorn.NICOLAS TUCATAFP

Pero, en esencia, presencia y potencia, enviamos a Apeldoorn lo mejor del arsenal, con una figura mundial como Ana Peleteiro, porque Europa se adapta más a nuestras hechuras, y la pista cubierta, aunque nunca faltan estrellas, no es el campo en el que se vuelca la mayoría. En el Mundial de Nangjing (China), los próximos días 21, 22 y 23, habrá más que en Apeldoorn. Pero donde abundarán hasta la saturación será en el Mundial a cielo abierto de Tokio, en septiembre.

La pista cubierta, el atletismo de bolsillo, es un escenario orientativo más que referencial a la hora de extrapolar sus resultados a la pista al aire libre. Dura muy poco y está plantada en unas fechas impropias. Es la versión invernal, recortada en el programa, de una actividad de verano. Y aunque ello exhibe la riqueza de un deporte capaz de expresarse con belleza en cualquier estación y en cualquier marco, sugiere más que afirma.

Y esta vez ha sugerido que el atletismo español sigue siendo, en conjunto, una potencia media europea, lo que se traduce en una pequeña potencia mundial. Es, por esencialmente joven y multirracial, un atletismo atractivo y asomado al futuro. Se reconoce incompleto porque sigue siendo deficitario en numerosas modalidades, femeninas y masculinas: los lanzamientos, la pértiga, la altura (un desierto vertical sin Ruth Beitia)...

Attaoui, durante el 1.500 del Europeo indoor.

Attaoui, durante el 1.500 del Europeo indoor.Peter DejongAP

Pero, tierra de mediofondistas sostenidos y renovables (García, Ben, Attaoui, Canales), va ganando enteros en la velocidad. La existencia de tres vallistas de alta gama, Quique Llopis, Asier Martínez y el prometedor Abel Jordán, también con molestias en Apeldoorn, supone una muestra representativa.

En una mezcla de ilusión y consagración, lo mejor del Europeo, aparte, naturalmente, del oro de Peleteiro, llevó el nombre de Paula Sevilla con una prestación que va más allá de su bronce en los 400. Una recompensa resumen de la magnífica actuación individual y colectiva de nuestra gente, todo un ejército compacto, en la prueba. Procedente de la velocidad, sobre todo de los 200, sus 50.99 igualaban el récord de Sandra Myers de 1991. Esa marca vale, al aire libre, otra por debajo de los 50. Myers mantiene 49.67 desde, también, 1991. Bajar de los 50 segundos es cruzar la gran frontera internacional. Aguarda a Paula.

Paula Sevilla se cuelga el bronce de la inocencia en los 400 metros del Europeo indoor

Paula Sevilla se cuelga el bronce de la inocencia en los 400 metros del Europeo indoor

Un mes, sólo un mes, un mes exacto, ¡menudo mes! Hace un mes, el 8 de febrero, Paula Sevilla se presentó en el Campeonato de Madrid de pista cubierta con el gesto torcido. Velocista de siempre, especialista en los 200 metros, por ser castellano-manchega no le habían dado plaza para su distancia y sólo le permitían participar en los 400 metros. El doble de sufrimiento, el doble de agonía... ¿Para qué correr? A sus 27 años, se planteó quedarse en casa. De hecho, iba a quedarse en casa. Pero a última hora decidió probarse.

En las distancias cortas, los 100 metros, siempre se había visto eclipsada por amigas suyas como Maribel Pérez y Jael Bestué y, en el fondo, sabía que algún día tendría que probar con alargar sus sprints. Lo que ocurrió sorprendió a todo el mundo, sobre todo a ella. De repente, una cuatrocentista de clase mundial. En su debut registró una marca estratosférica, 51.79 segundos, y se convirtió en la segunda mejor española de siempre sólo por detrás de Sandra Myers. ¿Había sido casualidad? Imposible.

Un mes después, sólo un mes, un mes exacto, Sevilla se colgó este sábado su primera medalla internacional: bronce en los 400 metros del Europeo indoor. Con la inocencia de quien todavía no sabe por qué es tan buena, la española se atrevió a retar

Amargura pasajera

Amargura pasajera

Actualizado Viernes, 7 marzo 2025 - 22:40

Las medallas eran muy importantes. Pero más la triple opción de obtenerlas. Aunque se trata de un Europeo y no de un Mundial, tres finalistas en los 60 metros vallas suponían un hito y suscitaban una optimista reflexión acerca de los 110 metros al aire libre. La lesión de Quique Llopis en el calentamiento volcó un jarro de agua helada sobre la delegación española. Pero el hecho debe interpretarse como un contratiempo puntual que no cambia la trascendencia del momento y su importancia futura. No quiebra una proyección. Que Abel Jordán, el neófito, fuera cuarto justifica aún más un optimismo necesario y compensador.

La temporada "indoor" es una estación de paso hacia el atletismo largo y ancho en estadios de 400 metros de cuerda. Pero Quique Llopis y Asier Martínez no son vallistas de alto vuelo sólo en escenarios reducidos. Abel Jordán, de padres cubanos y bisabuelos emigrados a la Gran Antilla, de genes de "acá" y no de allá", tiene 21 años, tres menos que sus también jóvenes colegas y apunta, por edad y maneras, a formar con ellos un cuerpo tricéfalo con miras a bajar de los 13 segundos, la puerta de acceso a la gran clase mundial, en los 110 metros.

Puede que lo consigan los tres. Puede que dos. Puede que uno. Puede que ninguno. Pero la sola posibilidad conjunta es un regalo. Lástima que no hayan coincidido con la plenitud de Orlando Ortega, plusmarquista nacional con 13.04 y que, como cubano, corrió en 12.94.

No obstante, tres nombres agregan uno más al brillante y referencial dúo que formaron, a últimos de los años 70 y durante gran parte de los 80, Javier Moracho y Carlos Sala, de los que se descolgó Juan Lloveras. Crearon expectación y elevaron las vallas al máximo grado de popularidad e interés. Curiosamente, Sala nunca fue plusmarquista nacional, pero sus marcas y carisma lo asocian plenamente a Moracho. Fueron, por así decirlo, los últimos españoles de rancio abolengo. Moracho, en 1987, dejó el récord en 13.42. Felipe Vivancos, talentoso y frágil, fue una breve secuela del dúo. Corrió en 2004 en 13.41, pero el registro no fue homologado por la incorrecta alineación de la foto-finish. Y dio paso, en tiempos ya sociológicamente distintos, de emigración e integración a los primados de Jackson Quiñónez, nacido en Ecuador, y de Orlando Ortega.

Hoy, pese a todo, Quique y, por encima de todo Asier y Abel rescatan la historia por el procedimiento de repetirla. Y no precisamente como farsa. En todo caso, en este momento, como amargura pasajera.

Lescay celebra con un bronce su historia de amor mientras a España se le acumulan desgracias

Lescay celebra con un bronce su historia de amor mientras a España se le acumulan desgracias

La historia de amor de Lester Lescay ya es de bronce. En una concentración en el Eurohotel de Castellón en 2020, justo antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, todavía compitiendo por Cuba, el saltador empezó a charlar con una trabajadora del establecimiento, Beatriz, y aquella conversación se alargó durante días, durante meses, durante años pese a la distancia, pese a su regreso a La Habana.

Dos años después, Lescay decidió abandonar su país e instalarse en la casa de su ya novia en Burriana. Cinco años después, nacionalizado español por matrimonio, "con exámenes, a través de la justicia", se subió al podio en la longitud del Europeo indoor de Apeldoorn con un salto válido, el único que le permitió hacer la lesión en los isquiotibiales de la pierna izquierda que arrastra desde unas semanas.

En su segundo intento, Lescay alcanzó los 8,12 metros y ya fue imposible bajarle de los puestos de honor. De hecho, en otro concurso barato, se le escapó el oro por sólo un centímetro. En su último salto, el búlgaro Bozhidar Saraboyukov se fue hasta los 8,13 metros y dejó así con la plata al favorito, el italiano Mattia Furlani, que aunque lo intentó tuvo que conformarse con la plata. Furlani también llegó a los 8,12 metros, como Lescay, pero desempató con el resto de sus marcas.

La lesión de Llopis

Pese a la igualdad, el saltador español, que debutaba con la selección, se mostró eufórico. Los dolores le obligaron a renunciar a sus tres últimos intentos, pero no a una celebración más que merecida. "La medalla todo lo limpia. Estoy super contento con todo, una adrenalina sabrosa. Estoy loco por volver a repetir de nuevo", comentó.

Su sonrisa y la sonrisa de Ana Peleteiro por su oro contrastaban con las desgracias que se le fueron acumulando a la selección española durante la jornada. Junto a Lescay, competía Jaime Guerra en la longitud y, pese a su potente batida, al final tuvo que marcharse en camilla, lesionado, del pabellón Omnisport de Apeldoorn.

Mientras lo hacía, exactamente al mismo tiempo, Quique Llopis, el máximo favorito español a las medallas en los 60 metros vallas se lesionaba en el calentamiento de la final y esquivaba la historia. Tres españoles iban a tomar la salida y al final fueron solo dos: Abel Jordán terminó cuarto, con 7.54 segundos, a cuatro centésimas del bronce, y Asier Martínez finalizó último.