Por primera vez en la historia, España estará en los Juegos Olímpicos en la modalidad de baloncesto 3x3, que se estrenó hace tres años en Tokio. Será en París y será gracias a la selección femenina, que ha logrado su billete este fin de semana en el Preolímpico de Debrecen (Hungría). Lo consiguieron de la forma más increíble posible. Ganando la semifinal a Canadá (19-18) con una 'imposible' canasta sobre la bocina y de espaldas de Gracia Alonso de Armiño.
La jugadora bilbaína, ex del Canoe, del Estudiantes, del Araski y del Zaragoza, entre otros, no perdió la fe a pesar de su propio fallo y de que el reloj apremiaba. Se lanzó a por el rebote ofensivo y, consciente de que la bocina iba a sonar con el final del partido, lanzó de forma acrobática como último recurso. Para sorpresa de las canadienses -que luego lograron su pase ganando a Hungría por el tercer puesto- y alegría total de las españolas, el balón entró.
España, equipo que forman Vega Gimeno, Sandra Ygueravide, Gracia Alonso y Juana Camilión, ha firmado un Preolímpico perfecto, con cinco victorias (Mongolia, Japón, Egipto, Polonia y Canadá) hasta meterse en la final, ya con el billete a París conseguido.
La que no pudo lograr su objetivo fue la selección masculina. En el partido clave de cuartos, el equipo integrado por Javier Beirán, Carlos Martínez, Unai Mendikote y Fallou Niang, fue arrasado por Lituania (21-9).
«Que nazca algo del caos que sembré», escribió ella misma cuando transitaba por el abismo. Sandra Piñeiro (Boiro, 1996) rememora sus nubes negras con una franqueza que pone los pelos de punta. El lado tenebroso del deporte, el que no se quiere ver pero ahí está. La anorexia adueñándose por completo de una remera de elite, ganadora por dos veces de la Bandera de la Concha con el Club Orio Arraunketa Elkartea. «Poco a poco, estaba matándome, me iba consumiendo», recuerda ahora, ya todo superado, de vuelta a sus 70 kilos (llegó a bajar de 50), al apetito, y con tantos horizontes, retos que le devuelven a la vida. El pasado 21 de abril completó el IRONMAN 70.3 de Valencia y a mediados de julio afrontará el más difícil todavía, la distancia completa (3,8 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y un maratón) en Vitoria.
Sandra es pura vitalidad, pero ahí está su historia como lección, como ejemplo y como aviso. Cuando pidió ayuda y escapó de sus propia mente, resurgió la salud, la física y especialmente la mental, y sus ganas de todo. Probó crossfit, hizo carreras de montaña, aprendió a escalar -«cuatromiles, tresmiles, todos los Pirineos me los conozco de pe a pá...»- y ahora le apasiona el triatlón. También se ha empeñado en ayudar a los demás, en visibilizar un tabú que en su caso estuvo a punto de arruinarlo todo. Además de trabajar como entrenadora y readaptadora en San Sebastián, colabora con la Fundación Juntos e Invulnerables, para que los niños no tengan que atravesar por lo que ella pasó.
Sandra relata su historia no tan lejana en EL MUNDO, como muestra de hasta donde puede llevar la mente cuando todo se enturbia. Sus inicios en el remo en Galicia, en el club Cabo de Cruz su Boiro natal, «la primera y única chica», ya con ese «punto obsesivo por el deporte» que lo ponía incluso por delante de los estudios. De ahí a Riveira y pronto «el sueño de venir a remar al País Vasco, que era como jugar la Champions League en fútbol. Ganar la Concha, ganar la Liga... las competiciones más importantes en el mundo de las traineras», aunque ya entonces había brotado algo peligroso dentro de ella.
Piñeiro, en la carrera del IRONMAN 70.3 de Valencia, en abril.@ironmanspainMUNDO
«El problema psicológico con la comida venía de más atrás. Yo era una niña que se refugió en el deporte, encontré ahí un punto de paz y de control dentro del descontrol que tenía, de la mala gestión emocional de problemas en casa. Nació una relación tóxica: me gustaba, me hacía feliz, pero había algo que no era sano con él. Eso es lo que más me costó ver», se inculpa, aunque admite que a los 10 años ya la habían subido a una báscula y enciende la crítica hacia esos entrenadores, sobre todo en deportes minoritarios, «que hacen de Dios, sin conocimientos ni capacidades, jugando con la salud de las personas». Cuando dio el gran salto y fue fichada por Orio, donde pudo compatibilizar con sus estudios y prácticas de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, la «obsesión fue a más». «En mi cabeza ya no había otra cosa que no fuese entrenamiento y restricción de comida. No comer, cada vez tenía que pesar menos. Menor peso, mayor rendimiento...», detalla.
Y llegó el infierno. «Normalizar cosas que no son normales». Y mejor escucharla despacio.
«Evitaba los eventos sociales, salir a cenar, porque sabía que iba a haber comida. Medía siempre las calorías a los alimentos, todo tenía que ser verde. Pensaba que entrenar más era sinónimo de rendimiento: cuanto más sufres, más te castigas, mejor. Es una rueda en la que te aíslas de tu entorno y cada vez estás más encerrado con esa voz obsesiva de tu cabeza. y encuentras una satisfacción, porque piensas que estás ganando con esa fuerza de voluntad la batalla a tu cabeza. Y te empoderas. Dices, qué fuerte soy, lo que soy capaz de hacer. Estás atentando contra tu salud, pero te cuesta verlo de forma racional».
Sandra Piñeiro, en San Sebastián.Jose Ignacio UnanueAraba
«Si sabía que había pesaje, vomitaba. Pensaba 'me da igual comer hoy, porque vomito y ya está'. Me dolían las manos de vomitar, me hacía heridas. Todavía tengo las cicatrices en los nudillos. Ves que tus compañeras también normalizan esas conductas. Estar dos días sin comer. Crees que tienes el control. Pero en realidad es la voz que tienes en tu cabeza la que te está obligando a hacerlo».
«Tenía miedo a toda la comida, al arroz, la pasta.. Pesaba la fruta y me comía la más pequeña, la que menos azúcar tenía... Nivel muy obsesivo. Lo único que veía comer bien era lechuga y tomate. Unos garbanzos, arroz con pollo... era inconcebible».
Piñeiro, durante la bici del IRONMAN 70.3 de Valencia, en abril.@ironmanspainMUNDO
«Hubo episodios duros. Hay uno que fue bastante fastidiado [Resopla]. Ahí ya llevaba sin comer unos días... Vomitaba agua. Estás tan obsesionada que hasta el peso del líquido tienes que expulsarlo. No quieres nada que pese dentro de tu cuerpo. Llegas a vomitar hasta 10 veces en un día. Estaba desnutrida, me levantaba de la cama y me temblaban las piernas. No sé ni cómo llegaba a entrenar, iba como un esqueleto, un muerto andante».
Sandra, que en 2019 se hizo viral en un episodio en plena competición que recuerda con mucho cariño -se le rompió el remo y, tras el pánico, siguió balanceándose con sus compañeras para mantener el ritmo hasta acabar ganando aquella regata-, tocó fondo. «Te planteas el querer morir. Es un sufrimiento y un dolor tan grande que no quieres estar», admite. Pero fue capaz de ir en busca de auxilio, en la Asociación de Anorexia y Bulimia de Gipuzkoa. Conoció a su psicóloga y «empezó el proceso con mi entrenador, mi médico y mi nutricionista, un trabajo sinérgico». Y hasta escribió un libro, 'Remando en la oscuridad', con las anotaciones que tenía en su diario del tiempo de recuperación. Una herramienta que su psicóloga le aconsejó que, si lo daba a conocer, podría ayudar a mucha gente, porque «es una enfermedad tabú, de la que cuesta hablar y pedir ayuda. Hay miedo a sentirte juzgado».
«Todo eso ocurrió en mi último año de remo, en 2021. Tuve que parar unos meses, había bajado tanto la masa muscular que tenía riesgo de fallo cardíaco», se sincera. Se retiró y aprendió a hacer «todo lo que siempre me ha apetecido, desde una forma saludable y de ocio». Completar un Ironman, con el lema de su Fundación en el pecho, es también una forma de darle visibilidad a la importancia de la salud mental. Porque Sandra aún sigue teniendo sus «días malos», pero ahora ya posee las «herramientas» para no volver a eso que ella llama «mundo requeteoscuro».
Llegada la hora de la verdad, el Real Madrid se empeñó en no dejar lugar a dudas. Si encajó casi 200 puntos en los dos últimos partidos de la temporada regular, se ató los machos en el primer duelo de cuartos de final contra el Dreamland Gran Canaria para dejar una noche de esas en el WiZink en las que se muestra arrollador. Dzanan Musa fue el estilete de un colectivo con una pretensión clara: finiquitar cuanto antes el asunto para centrarse en la Final Four. [105-70: Narración y estadísticas]
Podrá certificar su pase a semifinales (donde se las podría ver contra el Barça a la mismísima vuelta de Berlín) el viernes en Gran Canaria, históricamente, un rival propicio. Se ha visto cinco veces en playoffs contra el Madrid -la última, el año pasado-, y ha sido como estamparse contra un muro: ha perdido los 12 partidos disputados. 13 con el de anoche. Y aún así, esta serie de cuartos al mejor de tres no deja de ser una trampa para los de Chus Mateo con el reto de volver a levantar la Euroliga a la vuelta de la esquina. Jaka Lakovic era consciente, pero su equipo se diluyó de mala manera en la segunda parte.
Aunque sufrió tres derrotas consecutivas que le abocaron al séptimo puesto y al cruce contra el segundo, el Granca acudía con la teoría aprendida. La importancia del rebote, de abrir el campo contra las torres rivales, de no conceder transiciones... Y de no derretirse ante los parciales del Madrid, que pronto encontró el acierto desde el perímetro y la inspiración de Musa (14 puntos en el primer acto). Aunque cargaba a sus interiores de faltas y no acudía al tiro libre, los amarillos seguían en la batalla, entre otras cosas por la extraña debilidad defensiva de últimamente de los de Chus Mateo.
En el primer acto había recibido el Madrid -entre el Valencia y el Baskonia le hicieron 199 puntos-, ya 25. Mejoró en defensa (45 ya hasta el final) y pronto amenazó con demarraje, con dos impresionantes triples de Llull (39-29). Tavares lo condicionaba todo y el Granca empezaba a mostrar resquicios de flaqueza. La mala noticia para los blancos fue sin duda la lesión de Rudy Fernández. No podía ser de otra forma, al arriesgar su mano en un robo a Slaughter se dañó la muñeca y se marchó directo a vestuarios. En poco más de una semana se celebra en Berlín la Final Four, la última para la leyenda balear. Afortunadamente, volvió tras el descanso, pero no participó más por precaución.
Poirier, siete mates
A la vuelta apretó a fondo el Madrid, con ansias de resolver cuanto antes. Pero fue casi más demérito visitante, porque a los tres triples completamente liberado errados por AJ Slaughter (fueron un claro punto de inflexión) contestaron Yabusele, Musa y Hezonja para estirar peligrosamente la máxima (70-47). Cuando nada entorpece a los blancos, cuando logran sentirse cómodos, cuando convierten la pista en un correcalles -hubo un par de alley oops extraordinarios y siete mates de un poderosísimo Poirier-, suelen convertirse en inabordables. El Granca, tan competidor 20 minutos, había desaparecido por completo del WiZink.
Y la distancia, con todo roto, tornó en escandalosa, llegando a la treintena tras un triple de Ndiaye que también participó en la fiesta y después casi a los 40. "Mis jugadores han entendido muy bien la importancia del partido. Pero no podemos confiarnos. Les hemos ganado por 35 y van a estar heridos. No hagamos tonterías", pidió Chus Mateo al finalizar.
Sólo tres veces en su historia ha logrado el Real Madrid la perfección, el triplete. Conquistó Euroliga, Liga y Copa por primera vez en 1965, repitió en 1974 y, más de 40 años después, con Pablo Laso en 2015, lo volvió a hacer añadiendo también la Supercopa. Fue un póquer único de títulos al que después sumaría la Intercontinental, lo que nadie. A esas cumbres vuelve a aspirar a partir de este miércoles (20.30 h.) con el arranque de los playoffs de la Liga Endesa, en los que se las verá con el Dreamland Gran Canaria, un equipo que nunca le ha conseguido ganar ningún partido en una eliminatoria ACB (el balance es de 10-0).
Como mucho, a los de Chus Mateo les restarían 15 partidos para terminar el curso. Además de los rivales, claro, el calendario, extenuante de por sí, se presenta como uno de los grandes hándicaps. Porque, con el Preolímpico en el horizonte, el Madrid tendría poco más de un mes para resolver todo. «No podemos poner excusas ni cambiar el calendario ni pensar que sería mejor. Es lo que hay y afrontarlo como viene», desafío ayer el técnico, consciente de que no es lo más conveniente un duelo contra los de Lakovic justo antes de afrontar en Berlín al temible Olympiacos, en la reedición de la pasada final de la Euroliga
Como viene haciendo desde 2019, el Madrid amaneció ganando la Supercopa en septiembre y en febrero, en el Carpena, reconquistó la Copa. En ambas finales derrotó al Barça. Evidemente, a partir de ahora les queda lo más difícil -especialmente la Final Four de la semana que viene, donde aspira a repetir título 58 años después-, pero el bagaje respalda su candidatura: han ganado casi el 83% de los partidos disputados. Su hoja de servicios no es inmaculada, pero casi. Prácticamente idéntica en Euroliga y ACB (27-7 y 28-6) y sin conocer la derrota ni en Supercopa ni en Copa. En total, 63 triunfos por 13 derrotas para plantarse en la lucha por los títulos.
Dzanan Musa.ACB Photo
Otra cosa son las sensaciones. La consistencia de comienzo de temporada no se ha mantenido estos últimos meses, aunque cuando tuvo que apretar, el Madrid dio la cara. En la Copa de Málaga y en el playoff contra el Baskonia, el único que se resolvió por la vía rápida. No logró, eso sí, mantener el primer puesto en la temporada regular de la ACB ante la pujanza del Unicaja. La derrota el pasado viernes en La Fonteta le aboca a un posible cruce contra el Barça en semifinales y a no tener el factor cancha en una hipotética final contra los malagueños.
Deck
Las lesiones han respetado en gran medida a los blancos, que han ido «repartiendo minutos todo el año», aunque acaban de perder una pieza fundamental. Como ya le ocurriera el año pasado, Gaby Deck -rotura de ligamento colateral interno de la rodilla derecha- no estará en la Final Four. «Le vamos a echar mucho de menos. Este vestuario le adora y si algo puedo hacerles ver a los chicos que quedan sanos es que vamos a hacer un esfuerzo extra para hacerle ver que le agradecemos todo el trabajo que ha hecho previamente, porque nos ha traído también hasta aquí», elogió ayer al argentino su entrenador, que tiene alternativas en el puesto de tres-cuatro: Yabusele, Hezonja y un Eli Ndiaye que ya fue recurso clave en 2023.
El otro asunto extradeportivo que inquieta el idílico panorama del Madrid es el mercado. A estas alturas, sigue con medio equipo sin renovar. Jugadores tan referenciales como Tavares, Poirier o Hezonja están en la marejada de los rumores a mes y medio de que acabe su vinculación. Algunos tan polémicos como el interés del Barça por el croata.
"Millones de niños en todo el mundo han aprendido a montar en bicicleta con Decathlon y millones de adultos usan nuestras bicicletas todos los días, así que estar ahora en un equipo WorldTour es motivo de gran orgullo". Con esta frase de Barbara Martin Coppola, la CEO de la marca deportiva, se confirmó a finales de 2023 el retorno de Decathlon al pelotón ciclista, donde ya había estado de 2000 a 2007. Y de repente, sus bicicletas y sus cascos Van Rysel, tan denostados por el ciclista amateur, se han puesto de moda. Porque, como hizo este martes Valentin Paret Peintre en la cima de Bocca della Selva, sus corredores ganan. El Decathlon AG2R La Mondiale es el equipo revelación de 2024.
Tras la etapa de descanso, el Giro volvía con fuegos artificiales. Una etapa corta desde Pompeya y un puerto larguísimo para terminar. A la cima de Cusano Mutri, se llegaba tras 18 kilómetros a una media del 5,6%. Pogacar se dio una tregua -«estos días estoy más calmado porque tengo otra gran vuelta por delante. Hoy tuvimos calor, luego 20 grados, después en la última subida hacía mucha humedad... Para mí eso es también un buen entrenamiento»- y el UAE permitió una numerosísima escapada, con alguna amenaza incluso para la general (Romain Bardet llegó a ser maglia rosa virtual). Entre los más de 20 fugados también estaba Juanpe López, al que un perro en mitad de la carretera casi le cuesta un disgusto, aunque al lebrijano la caída de los días previos parece haberle debilitado.
Tratnik pronto fue por delante en solitario, en esas cabalgadas de pura fuerza de las que gusta el esloveno. Pero cuando empezaron las primeras rampas, un cuarteto le amenazó. Entre ellos, el menudo y jovencísimo escalador francés. El pequeño de los Paret Peintre -su hermano Aurelian ya ganó una etapa la pasada edición, en Lago Laceno- se estrenó profesionalmente con una exhibición, un huracán hasta la meta, dejando de rueda a su compatriota Bardet y remontando a Tratnik, segundo y tercero respectivamente. Confirmaba el de Annemasse el poderío de la escuadra de moda, pues es la segunda victoria parcial para el AG2R Decathlon tras la de Benjamin Thomas en Lucca.
La exhibición de los corredores franceses, con sus Van Rysel de casi 10.000 euros, tan tope de gama como cualquier S-Works o Colnago, continuó por detrás. El hermano de Valentin también marchaba en la fuga y entró en meta con los brazos en alto, en la quinta plaza. Y, más de tres minutos después, comandando a los favoritos, llegó pletórico Ben O'Connor por delante de Pogacar. El australiano es cuarto en la general.
Entre 2003 y 2004, las bicicletas de Decathlon en las que montaban los corredores del AG2R y el Cofidis lograron más de 100 victorias. En este asombroso retorno, las Van Rysel ya suman 15, sólo por detrás este año de UAE, Lidl Trek y Visma. Los hermanos Paret Peintre, Cosnefroy, el propio O'Connor, Paul Lapeira o Dorian Godon han puesto al equipo galo, que el año pasado con el nombre de AG2R Citroën Team apenas sumó nueve, en la cresta de la ola.
La Liga Endesa aguardó a su último suspiro para resolver la mayoría de sus asuntos, desde el liderato de la temporada regular a un puesto de descenso, otro de playoff... Horarios unificados para potenciar el drama y las emociones en una tarde de domingo que resultó frenética. Y que dejó al Unicaja, por segunda vez en su historia, en lo alto de la tabla, al Monbús Obradoiro de vuelta a la LEB Oro tras una increíble remontada en Granada y al Baxi Manresa en la lucha por el título que comienza este mismo miércoles.
El Martín Carpena es una fiesta permanente, un equipo lanzado que no falló ante el descendido Zunder Palencia (93-69, con 22 puntos de Melvim Ejim y 17 de Kendrick Perry) y selló el título honorífico de campeón de la temporada regular, algo que sólo había logrado una vez en su historia, en 2006 con Sergio Scariolo en el banquillo, un año antes de levantar la única ACB de su historia. El reciente y flamante campeón de la Basketball Champions League ha firmado una trayectoria estupenda, con 28 victorias y seis derrotas, algunas tan clave como la del pasado viernes en el Palau.
Acabó igualado en todo lo alto con el Real Madrid, mismo balance pero mejor 'basket average' para los de Ibon Navarro, que se las verán con el Baxi Manresa en cuartos y gozarán de ventaja de campo en todas las eliminatorias que disputen, incluida la final si es que llegan. Los blancos cumplieron (106-100) contra un Baskonia al que dejaron sin playoffs (también les eliminaron hace unos días en cuartos de la Euroliga). Porque de haber ganado en el WiZink, los de Dusko Ivanovic -que no contaron ni con Markus Howard, ni con Moneke...- hubieran ocupado la octava plaza al caer el Manresa en Tenerife.
El Madrid, segundo, jugará en primera ronda contra el Dreamland Gran Canaria. El Barça, tercero tras vencer en Bilbao, se enfrentará al Lenovo Tenerife (sexto). Y el Valencia, cuarto, al UCAM Murcia (séptimo).
Pero si el domingo dejó emociones inolvidables, esas se dieron en Granada y Santiago. Del drama al éxtasis aquí y allá. Porque los andaluces seguirás siendo equipo de ACB tras una histórica remontada ante el Gran Canaria (74-67). Será el Obradoiro, pese a su victoria cómoda contra el Joventut (97-71), el que acompañe al Palencia en LEB Oro (pese al ascenso del Leyma Coruña, no habrá tres gallegos en la máxima categoría el próximo curso).
El Granada gusta de tardes de infarto. Ya ocurrió el año pasado, cuando consiguió salvarse remontando a la Penya. Esta vez los de Pablo Pin fueron más allá. Caían por 16 al comienzo del tercer cuarto en el Palacio ante el Gran Canaria. Y el veterano Jonathan Rousselle encendió la épica. El base francés se echó el equipo a la espalda y en un abrir y cerrar de ojos los locales habían dado la vuelta al marcador. Pero el Granca de Lakovic luchó hasta el bocinazo final. Un 0-10, con dos canastas sobre la bocina incluidas de Lammers y Albicy, igualó de nuevo. Finalmente, un tapón clave de Valtonen a Brussino desató la fiesta en Granada. Y las lágrimas en Santiago. "Hemos seguido creyendo, luchando, trabajando... como toda la temporada. No hemos perdido la fe", resumió Pablo Pin.
Había ganado Unicaja en el Palau para ahondar más en la tristeza del Barça, fuera de la Final Four. Para meter presión a su rival, quien lo diría, por el liderato de la Liga Endesa. Y el Real Madrid sucumbió después en La Fonteta y perdió la cabeza de la ACB a falta de una jornada. Los malagueños, que reciben el domingo al descendido Palencia, dependen ahora de sí mismos. Aunque seguramente no fue la pena más grande para Chus Mateo. "Lo peor de todo", en palabras del técnico blanco, fue la lesión de Gaby Deck a falta de cinco minutos. [99-93: Narración y estadísticas]
Se fue el argentino con las manos en el rostro, paralizado desde el mismísimo instante en que su compañero Yabusele le cayó encima y su rodilla derecha hizo un extraño. Quizá fue el dolor y seguramente fue el recuerdo. Hace un año, en Belgrado, fue Zach Leday el que, también involuntariamente, arruinó su temporada, esta vez en la otra rodilla. Se perdió la Final Four. Ahora aguarda veredicto médico.
El estupendo duelo por el liderato dio un vuelco en la penúltima jornada. Pocas veces fue tan honrado ese primer puesto que no garantiza nada, apenas el factor cancha en todos los playoffs. Pero Madrid y Unicaja están empeñados en llevarlo hasta el último suspiro y así será, pues este domingo se resolverá todo. Los malagueños, en su ola particular, vencieron en el Palau con una canasta final de Kendrick Perry. Los blancos, ausentes en defensa, no pudieron hacer lo mismo ante un Valencia con un acierto insólito: acabó con 15 triples de 20 intentos.
Campazzo, ante Justin Anderson.Miguel Ángel PoloEFE
Algunos de ellos en el mismísimo desenlace, donde contrastaban las canastas naranjas y los fallos blancos. Ahí, con Justin Anderson pletórico, tuvieron los locales la máxima y no soltaron presa. Pradilla se sumó al carro del acierto y Chris Jones, el mejor de la noche, sentenció. El Valencia Basket no ganaba al Madrid en la Fuente de San Luis en partido liguero desde abril de 2013. Los de Xavi Albert pelearán el domingo por acabar terceros.
El duelo había sido un intercambio constante, ritmo agotador, con los ataques imponiéndose claramente a las defensas y una estupenda intensidad en la que ninguno de los dos era capaz de distanciarse demasiado. A ambos les ha dado un respiro la Euroliga, los taronjas sin playoffs y los blancos, que han disputado un partido en los últimos nueve días, resolviendo por la vía rápida ante el Baskonia su billete a Berlín. Y esa frescura se reflejó en el juego.
El Madrid ajustó algo su defensa en el segundo cuarto, pero le seguían penalizando las pérdidas ante un Valencia sin Brandon Davies pero con el mando de Chris Jones y la confianza recuperada de un colectivo que, desde la llegada al banquillo de Xavi Albert en lugar de Alex Mumbrú, ha ganado cuatro de los cinco últimos partidos. Eso se reflejaba en el acierto exterior, en los triples de Ojeleye, Jovic e incluso Inglis, que siguieron tras el descanso y por momentos desesperaron al Madrid.
"No hemos defendido nada. Hemos permitido demasiadas licencias", concluyó Chus Mateo, quien tras la alegría del pase a la Final Four ve cómo se le aleja el objetivo del liderato ACB. El domingo recibe al Baskonia sin depender de sí mismo.
Aquel día en La Planche des Belles Filles nació una leyenda, un demonio rubio de 21 años que revolucionó el orden establecido del panorama ciclista. Era un contrarreloj con trampa final en la que Tadej Pogacar destrozó a Primoz Roglic, un despliegue de potencia como no se recordaba para ganar su primer Tour. Han pasado cuatro años y la relación del esloveno con la lucha individual no ha sido la mejor. Más sinsabores que alegrías. "Subes y bajas" en sus propias palabras. En el muro de Perugia llegó su reconciliación. Y lo hizo a su manera, con un alarde final para birlar el triunfo a Filippo Ganna y poner más tierra de por medio con sus perseguidores, especialmente con un Geraint Thomas que rindió por debajo de lo esperado.
La primera batalla contra el reloj de este Giro presentaba peculiaridades a tener en cuenta. En la medieval Umbría, las ciudades siguen dominadas por sus torres en las cimas de las colinas y hasta la de Perugia había que ascender después de 30 kilómetros planos. Un muro (1,2 kilómetros al 12%) para decidirlo todo. Y ahí, en el esfuerzo tras el esfuerzo, nadie como Pogacar, que en los seis kilómetros finales, con su pedalear cadencioso, remontó la desventaja con Ganna y celebró la victoria puño en alto (perdía 47 segundos abajo y llegó con 17 de diferencia con el especialista del Ineos).
En las 16 contrarrelojs que Tadej afrontó en Grandes Vueltas después de La Planche, sólo coleccionó un triunfo. Fue en Laval, en el Tour siguiente. Tiempos de dudas, con Jonas Vingegaard mostrándose cada vez más intratable. "Ha pasado mucho tiempo desde la última contrarreloj que hice [21º en el Mundial en Stirling; antes en Combloux, a 1:38 de Jonas], fue un desastre: desde entonces he estado trabajando mucho en la bicicleta de contrarreloj, no estaba tan seguro de estar al 100%", admitió después. Porque lo de la séptima etapa del Giro, desde Foligno hasta la amurallada Perugia pasando por Asís, era más que una prueba. Había que contener el esfuerzo durante 30 kilómetros de carreteras rápidas y soltarlo todo después, todo para arriba, incluso dos kilómetros mortales donde la pendiente llega al 16% y hay que retorcerse en la cabra.
Filippo Ganna, durante la contrarreloj del Giro.LUCA BETTINIAFP
Ganna había dominado con mano de hierro, doblando hasta a siete rivales, y se antojaba imposible que nadie le arrebatara la gloria. En cada referencia, su ventaja aumentaba. En el kilómetro 34 era una sangría con los favoritos y sólo Pogacar estaba por debajo del minuto. Muchos, incluido Thomas, perdieron incluso más tiempo en la subida y algunos, como Daniel Felipe Martínez, recortaron algo. Tadej, con la maglia rosa y el controvertido culotte ciclamino, simplemente voló hacia Perugia, enrabietado.
En casi 41 kilómetros (rodó a 47,1 por hora), este Giro que disputa mirando al verano, prácticamente sentenciado. "Hoy ha ido bastante bien, habrá otra contrarreloj en el Giro, será otra sesión de entrenamiento para el Tour. Todavía puedo mejorar", concedió sin tapujos. Geraint Thomas se dejó dos minutos con su rival (y ya son 2:46 en la general), Daniel Felipe Martínez, ahora segundo, un poco menos y escaladores como Juanpe López o Eiber Rubio más de cuatro minutos. Este sábado tendrán espacio para volverse a ver entre los 10 primeros de la general, pues la etapa finaliza en alto, en Prati di Tivo, casi 15 kilómetros de ascensión con una media del 7%.
«¡Aún soy grande! Son las películas las que se han hecho pequeñas». Podría pronunciar LeBron James lo que Norma Desmond o aceptar el crepúsculo. También Steph Curry o Kevin Durant, los que fueron dioses del mejor baloncesto del mundo, los que dominaron los últimos 20 años de la NBA y ahora, por primera vez en 19 temporadas, ni siquiera se asoman por el segundo escalón de los playoffs.
Estos días toca ir asimilando los nombres de los que avisaban con reinar en el futuro y ya lo hacen con el presente. Empezando por el descomunal Anthony Edwards y siguiendo por Jalen Brunson. Donovan Mitchell, Jayson Tatum, Shai Gilgeous-Alexander o Tyrese Haliburton. Ninguno más de 27 años, todos protagonistas absolutos de la actual lucha por el anillo. Es la nueva hornada de estrellas, que habría que separar, por formación y origen, de los europeos Nikola Jokic, Giannis Antetokounmpo (con él lesionado, sus Bucks fracasaron ante los Pacers, por segunda temporada seguida fuera en primera ronda) y, por supuesto, Luka Doncic.
De 2012 a 2022, entre LeBron (39 años) y Curry (36), ganaron ocho anillos y acumularon galardones, récords y halagos. Fueron las 'divas' de la NBA, que aún mantienen estadísticamente su pujanza, como incluso Kevin Durant (los tres estarán este verano con el USA Team en París). Más que perder prestaciones -tampoco hay rastro ya de Joel Embiid, James Harden...-, han visto como tira la puerta abajo la nueva generación, chicos muchos de ellos pregonados, pero otros no tanto.
Jalen Brunson, durante la serie contra los Pacers.ELSAGetty Images via AFP
Nadie estos días como Anthony Edwards, que fue número 1 del draft de 2020, pero que en su progresivo despegue ha sido esta temporada cuando ha terminado de estallar. Y más aún en los playoffs, donde sus Wolves, que ya eliminaron a los Suns de Durant en primera ronda, tienen contra las cuerdas al mismísimo campeón. Los movimientos atildados y los mates espectaculares de Ant Man, que el gran público pudo ver como Némesis de Juancho Hernangómez en la película Garra, recuerdan por momentos a los del mismísimo Michael Jordan y, como Kobe Bryant, fue capaz de anotar más de 40 puntos en dos partidos consecutivos de playoffs con menos de 23 años. Abandonado por su padre, luce apellido materno aunque ella murió de cáncer cuando tenía 13 años. Por entonces escribió en la pared de su habitación: «Futuro jugador de la NBA». Sus prestaciones y promedios se han disparado en postemporada, donde lidera a un equipo lanzado e invicto en terrenos que no pisaba desde hacía 20 años: 32,3 puntos y porcentajes por encima del 40% en triples y del 60% en tiros de dos.
Los Knicks
Si todos avanza como parece y ni Jokic ni Doncic logran revertir el rumbo de las semifinales, en la lucha por el trono del Oeste se producirá toda una revolución, pues los Thunder parecen más frescos y decididos que los Mavs. El equipo más joven de siempre capaz de ganar esa conferencia está liderado por el canadiense Gilgeous-Alexander, un tipo de 25 años (el más veterano del quinteto) que en su día los Clippers incluyeron como moneda de cambio por el traspaso de Paul George.
Aunque para infravalorado, el otro gran nombre propio del panorama. Si alguien ha tenido que labrarse su propia historia ese ha sido Jalen Brunson, un fenómeno en la Gran Manzana. El zurdo sólo bajó de 40 puntos la última noche tras cuatro consecutivas (algo que no ocurría desde Jordan en el 93), aunque sus Knicks, que barrieron a los Sixers en primera ronda, se impusieron a los Pacers de Haliburton, reviviendo una histórica rivalidad: Reggie Miller, Johs Starks, Spike Lee... En el Madison no disputan una final del Este desde hace 23 años. Crisis encadenadas que ahora hace olvidar un base que no llega a 1,90, hijo de Rick (nueve temporadas NBA), que no apareció hasta el puesto 33 del draft de 2018 (pese a haber conquistado dos títulos de NCAA con Villanova) y que, tras tres temporadas algo olvidado en los Mavericks, fue traspasado en la cuarta, ya en pleno despegue. En seis años ha pasado de no promediar más de 10 puntos a 28,7 este curso, que son 35,6 (además de 8,1 asistencias) en los presentes playoffs en los que nadie parece capaz de detenerle (lanza casi 30 tiros por noche). «La fortaleza mental es muy importante, la capacidad de superar las cosas. Dar lo mejor de ti cuando sea necesario, incluso cuando no te sientas lo mejor posible. Eso es lo que él es. Un gran líder», le elogió Tom Thibodeau tras el segundo partido, heroico después de superar unas molestias físicas.
Si los Knicks avanzan, allá estarán los Celtics, los que mantienen el orden, cumpliendo con su rol de favoritos y con su consistencia habitual. Pese a la baja por lesión de Porzingis. De las estrellas emergentes, sólo Tatum hizo valer todas las predicciones. Los Cavaliers van pagando su modo arrollador pese a la compulsiva acción de Donovan Mitchell.
El aperitivo del sábado supo a poco, como si lo que no fuera un brutal despliegue de Tadej Pogacar no colmara las expectativas. Pero la fiera escapó de todas las jaulas en un enclave mítico. En el Santuario de Oropa, donde Marco Pantani dejó una remontada asombrosa en 1999, donde Piotr Ugrumov encendió las alarmas de Miguel Indurain seis años antes, el esloveno asestó el primer zarpazo al Giro. Aún no mortal, ni medio minuto a sus rivales, pero sí todo un aviso: si nadie lo remedia (quizá una escapada consentida esta semana), la amenaza es que vista de rosa hasta Roma.
Fue un guiño al Pirata 25 años después. Porque como Pantani aquel día, justo antes de empezar las rampas, a la salida del pueblo de Biella, un problema puso en alerta al líder del UAE. Un pinchazo delantero y una pequeña caída. Algo de confusión con las órdenes del coche, cabreo, cambio de bici y apretón para volver a la cabeza del pelotón que seguía persiguiendo a Andrea Piccolo, el valiente de la escapada del día.
No había habido fuegos artificiales en los dos puertos previos. Todo lo dejó el UAE para Oropa, donde Berg y Novak hicieron la selección -pronto Schachmann y Nario Quintana eliminados- y Majka lanzó a Pogacar como si estuviera en una bolera; el ataque a falta de 4,5 kilómetros, apenas un amago de poder seguirle de Ben O'Connor (luego lo acabaría pagando) y en solitario hasta la meta. Con su triunfo, el 71 de su carrera, ya puede presumir de haber ganado en las tres grandes vueltas y también de haber vestido de líder en todas ellas: "Era uno de mis sueños. Es algo que no muchos ciclistas tienen (exactamente, sólo 108). Estoy muy contento".
No fueron diferencias enormes, porque aún es el segundo día, el puerto, pese a su leyenda, no es tan duro (una media del 6,2%) y porque por atrás hubo entendimiento entre los que se jugarán, previsiblemente, las plazas del podio final. Se formó un grupo de nueve corredores, con Juanpe López entre ellos (ya es séptimo). Y el alemán Florian Lipowitz, que viene de brillar en el Tour de Romandía, hizo un fenomenal trabajo para Daniel Felipe Martínez. El colombiano y Geraint Thomas, segundo y tercero en la general (ambos a 45 segundos), apenas perdieron 27 en meta. No hubo noticias, sin embargo, del héroe de la primera jornada: a Jhonatan Narváez el rosa no le dio alas y pronto perdió comba. Bora e Ineos, dos colectivos poderosísimos contra los que deberá pelear Pogacar.