Un post de Facebook, “camas duras de cojones” y un último salto de Jordan Díaz que no hubiera sido posible: “Estaba hecho mierda”

Actualizado Sábado, 10 agosto 2024 - 08:59

Jordan Díaz hace tres años y dos meses que no ve a sus padres y, claro, lo primero que hizo tras bailar, disfrutar y tocar la campana del Stade de France fue agarrar su teléfono y llamarles y decirles que "bebiesen lo que no estaba escrito". También habló y se abrazó en esos instantes de euforia desmedida que sucedieron tras su enorme oro olímpico con Iván Pedroso, que es mucho más que su entrenador. Y su siempre deslenguado compatriota le soltó, tras el abrazo, "40 malas palabras".

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Si alguna vez Jordan deja de saltar, debería ganarse la vida con el humor. Porque su alegría es contagiosa y sus declaraciones bien podrían ser monólogos cómicos. En las entrañas de Sant Denis, minutos después de haber derrotado a su 'enemigo' Pedro Pichardo en la final olímpica del triple salto (una de las mejores de la historia, quizá sólo por detrás de la de Atlanta 96 con los 18,09 de Kenny Harrison y los 17,88 de Jonathan Edwards), exigía a los periodistas las portadas para él del día siguiente y también "vacaciones".

A Jordan Díaz, que hace que parezca muy sencillo, no le hizo falta ese salto perfecto con el que suele tener sueños y ni siquiera le quedaban fuerza en las piernas para un intento más si lo hubiera necesitado anoche en el Stade de France, si a Pichardo, que se había ahorrado el quinto intento por unas molestias, le hubiera dado por volar en su última bala. "No, no no. Yo estaba hecho mierda", reconocía el joven que, cuando hace meses dibujaba en su cabeza la hoja de ruta que sería necesaria para asaltar el oro olímpico que no pudo afrontar en Tokio por su reciente fuga de Cuba, estaba convencido de que sólo sería posible con un salto de 18 metros que hasta entonces no había logrado en competición. Lo quería en París, lo logró en Roma (18,18, la tercera mejor marca de la historia) y resulta que fue campeón con él y sin él.

Jordan Díaz, en uno de sus saltos en París.

Jordan Díaz, en uno de sus saltos en París.Aleksandra SzmigielMUNDO

Contrastaba en la zona mixta el cabreo de Pichardo con la guasa de Díaz. El portugués deslizaba su retirada y se quejaba de la falta de apoyos en su país de acogida, todos los esfuerzos "para el fútbol". Ninguno de los dos oculta su pique. No se saludaron ni en la pista, ni antes ni después, ni en esos momentos. "No me empiecen a hablar de eso...", regateaba el español una polémica que viene de lejos, antes del Europeo, donde Pichardo le acusó hasta de haber hecho trampa.

Jordan lo que quería era alegría, seguir con su flow, la que no había tenido en una jornada de muchos nervios y poco dormir. "Las camas están duras de cojones, me acosté a las tres de la mañana. Me levanté a las nueve, por el nerviosismo. Y me volví a acostar de nuevo porque dije: 'No puedo estar despierto'. Comí, hablé con Iván y a entrenar", rememoraba las horas previas a su gesta, para la que siempre quiso un poco más: "Salté 85, 86, 84, no sé cuantos... Lo he intentado. Pero mañana, el himno de España y 'palante'". Tras el control antidoping y la rueda de prensa oficial, el cubano de nacimiento se fue a la Casa de España. A seguir celebrando el cuarto oro de una delegación que no había tenido su mejor día.

A sus 23 años, el panorama que se dibuja ante Díaz es extraordinario. Alguno de sus rivales no aguantará demasiado por edad y su capacidad competitiva ha quedado suficientemente avalada: dos competiciones con España, dos éxitos. Dejó en París tres de los mejores saltos de su vida: 17,86, 17,85 y 17,84 y con cualquiera hubiera sido campeón. Eso es lo importante, el récord del mundo (por allí estaba Jonathan Edwards, "me la pela"). También fue campeón del mundo sub 18 y sub 20, entonces con Cuba. Y, por aquellos tiempos, él mismo ya sabía lo que quería. "Tengo algo escrito en Facebook, en 2017, cuando fui campeón mundial, que quería ser campeón olímpico. Eso lo voy a buscar por ahí", hacía memoria. Y se acordaba Jordan de su familia, cómo no. De los sacrificios por una decisión "bastante difícil", ese sí, el salto de una vida: "Si tuviera que tomar la decisión 10 veces, la volvía a hacer".

Agonía y esperanza de Moha Attaoui, en la final del 800: “Por las tardes tengo una energía…”

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 16:36

Mohamed Attaoui, a sus 22 años, ya está donde quería. Aunque para conseguirlo tuviera que estirar el cuello y apurar en la línea de meta del Stade de France esta viernes durante la semifinal. Disputará la final olímpica del 800 (hoy, 19:05) -dicen que la más difícil e igualada del programa-, con "un nivel increíble", el chico de Torrelavega que asombra con su progresión: salta escalones de dos en dos.

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También en el Europeo de Roma, hace mes y medio, alcanzar el desenlace de la prueba le supuso un suplicio. Entonces fue en la primera eliminatoria, donde, admitió, «peor no se puede correr». Acabó al límite y vomitando. Y cambió de estrategia de acuerdo con su entrenador en el AOC Athletic de St. Moritz, Thomas Dressigacker. Esperar atrás y confiar en su acelerón en los últimos 200 metros. En la final sólo el francés Gabriel Tual pudo con él. Una medalla de plata que era un aviso, corroborado después en la Diamond League de Mónaco con el 1:42.04, récord de España y novena mejor marca mundial de la historia. Un aval para París.

Imagen de la semifinal del 800, con Attaoui cuarto.

Imagen de la semifinal del 800, con Attaoui cuarto.JEWEL SAMADAFP

Hoy puede pasar de todo. Su cambio de ritmo es temido. Y, una vez fuera la presión clasificatoria, Moha puede desplegar su talento innato sin importar ya tanto esa táctica de carrera que aún debe pulir. Es la segunda vez en la historia olímpica -tras Adrián Ben, eliminado en París el jueves en la repesca, en Tokio 2020- que un español disputa la final olímpica del 800.

«Sabía que las dos series anteriores habían sido bastante lentas y que ser cuarto me metía en la final porque en la nuestra con Wanyonyi y Burgin se iba a correr. Quería clasificarme por puesto», confesaba en zona mixta el cántabro nacido en Marruecos: «He sufrido bastante, pero el objetivo está conseguido».

Moha es consciente de que es en la táctica donde se encuentra su dilema. Y también avisa de que por las mañanas responde peor su rendimiento. "Me levanto a las 6 de la mañana para rodar. Me sigue costando, por las tardes me encuentro con una energía..,", contaba en Corredor. «De nuevo he corrido muy mal. En el toque de campana he podido adelantar unas plazas por el interior, aunque luego me he encontrado encerrado. Podía haberme abierto y haber atacado a falta de 300 metros, pero los rivales eran muy duros y me arriesgaba a que en los últimos 50 metros me pasaran varios como aviones. En el último 100 pensaba que iban a pinchar y podría meterme bien, pero no veía hueco y tuve que bracear y bracear para meter la cabeza y ganarle la plaza a Crestan». La final es una moneda al aire, con Sejdati, Wanyonyi y Tual como favoritos a priori. Sólo ellos tienen mejor marca personal que el talento español.

Yago Rojo, el maratoniano que quería ser Fernando Alonso: “Estudié ingeniería mecánica por la Fórmula 1”

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 23:27

El sábado (8.00 h.), en la salida del maratón de los Juegos desde el Hotel de Ville, junto a Kipchoge o Bekele habrá un joven de Aluche que soñaba con ser piloto de Fórmula 1. A sus 29 años, Yago Rojo (junto a Tariku Novales e Ibrahim Chakir) debutará en unos Juegos en el espectacular circuito parisino, un recorrido que es un escaparate (la Ópera de París, la plaza Vendôme, el Jardín de las Tullerías, las Pirámides del Louvre, la Plaza de la Concordia, el Grand Palais, los Jardines del Trocadero, el Palacio de Versalles y la Torre Eiffel antes de la meta en 'Los Inválidos'), pero que también es una trampa, con rampas por encima del 13% de desnivel. El "premio a toda una vida dedicada al atletismo" para un chaval al que su padre le dijo que "era un paquete jugando al fútbol". Y entonces...

"Pues me apunté a una carrera en el instituto y quedé segundo", cuenta a EL MUNDO el madrileño, que comparte entrenamientos maratonianos con su novia, Laura Luengo (con mínima, se quedó a las puertas de compartir el sueño olímpico), en el grupo que dirigen Luismi Martín Berlanas y Juan del Campo, y que en el pasado Europeo del Roma finalizó 17º en el medio maratón.

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¿Cómo se imagina mañana en la salida?
Va a ser algo mágico. Desde que lo supe hace unos meses llevo levantándome con una ilusión que no he tenido en mi vida. He disfrutado mucho del camino. Todo ha girado en cuanto a los Juegos. Es normal, es la competición más importante y lo entiendo.
Tiene 29 años, relativamente joven para la distancia. ¿Cuándo uno es consciente de que puede estar en unos Juegos?
Nunca había pensando estar en unos Juegos. Yo hacía 1.500, luego 10.000, una prueba en la que es muy difícil estar en los Juegos. Cuando debuté en maratón con el 2:09, era la mínima para Tokio pero no fui porque cuatro compañeros corrieron más rápido que yo. Ahí pensé, a lo mejor tengo alguna oportunidad. Luego fueron sucediendo varios acontecimientos, dos positivos por pasaporte biológico y un 2:07 que me ha valido para estar en París, aunque siempre quise ser muy cauto. Cuando vi la selección, fue una felicidad que nunca había sentido.
Con ese circuito, con dos rampas tan pronunciadas, ¿habrá sorpresas?
Para mí estar aquí ya era un premio. Y no quiero vender que vaya a ganar una medalla o un diploma. Pero ya que estamos en París, el circuito nos beneficia. Pueden pasar cosas. Nos abre un poco más el abanico. Un perfil tan agresivo y difícil, puede que los de detrás recojamos cadáveres y rasquemos algo.
Será apenas la quinta maratón de su vida
Todas en Valencia, más la de Múnich del campeonato de Europa. Que también tenía una cuesta, pero no tiene nada que ver con la de aquí.
¿Cómo empezó con el atletismo?
Siempre me ha apasionado el deporte. Yo era feliz cuando a los 12 ó 14 años quedábamos por las tardes con la bicicleta y nos zurrábamos por la Casa de Campo. O si jugábamos al tenis o al fútbol, pues estaba toda la tarde, nada de relax. No era el típico al que le gustaba dar un paseo. Como vi que no valía para el fútbol, quedé segundo en una carrera de mi instituto y se me abrió una oportunidad. Me enganché a esto... y hasta hoy.
Jesús España ha sido clave en su carrera deportiva
A él le debo todo. Los entrenadores que he tenido me han enseñado mucho. Pero Jesús... El entrenamiento invisible, la recuperación, la autoexigencia de un día tras otro. Y saber entrenar, no machacarse cada día. A veces hay que ir con el freno de mano. Le agradezco todo lo que me ha enseñado. Con él dejé de tener dudas sobre mí mismo. Una cabeza amueblada también es importante.
¿Se renuncia a muchas cosas en el deporte de élite?
He renunciado sí, pero no he hecho sacrificios. Un sacrificio es dejar de hacer algo que te gusta por algo que te gusta menos. A mi me gusta ir con mis amigos, pero no me importa irme pronto a la cama porque al día siguiente soy feliz entrenando. He dejado de hacer algunas cosas, pero disfruto mucho de este viaje.
Y mientras, se sacó una Ingeniería, casi nada
Fue duro. Porque en España la Universidad no apoya mucho. No me cambiaban los exámenes, tenía que ir a septiembre porque me coincidía con el campeonato de España... Es algo que deberíamos mejorar. Ahora que ya he llegado a la élite es más fácil, pero antes nadie me ha apoyado. ¿Ahora de qué me vale?
¡Quería ser Fernando Alonso!
Me gusta mucho la Fórmula 1. No me he perdido ni una carrera de F1 desde 2003. Y mis opciones eran o ser deportista o intentar llegar algún día a la F1. Pero como piloto... Mi padre me decía: 'Chaval...'. Entonces, ya que como piloto no podía, como ingeniero de competición. Me informé del camino, Ingeniería Mecánica, luego algún Máster en Inglaterra... Eso de momento lo tengo parado. Y mira que Alonso ha sido longevo. Si me hubiera dedicado sólo a ello, lo mismo hubiera llegado.
¿Dónde cree que puede estar su mejor marca en un futuro?
Soy muy cauto. Nunca había pensado hacer ni 2:08 y tengo 2:07. Tengo 29 años, soy joven y a lo mejor en el futuro puedo bajar. Que la vida me vaya llevando.
Para los mortales, ¿qué les sorprendería de sus rutinas de vida y entrenamiento?
Duermo en una cámara de hipoxia. Hago semanas de 215 kilómetros. Y luego, hay algo que me supone un gran esfuerzo. Yo, que soy muy casero, irme tres semanas a Sierra Nevada, a un sitio en el que estás encerrado, en altitud, sólo para entrenar y entrenar... A veces es realmente duro. Cuando llego allí, me compro hierro para la altitud. Son 21 cápsulas y siempre voy descontando para volver a casa.
¿Y después de un maratón olímpico?
Lo veré con mis entrenadores. Pero me apetece correr un 'major'. Boston, Nueva York...

Los “despistes” le cuestan un bronce a Javier Pérez Polo: “Siento rabia y frustración”

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 22:01

Javier Pérez Polo intentaba no romper a llorar, pero una cosa son las intenciones y otra la emoción. Explicaba «los despistes» que le acababan de costar una medalla de bronce olímpica, la recompensa a años de dedicación. Pero cuando la voz se le quebró definitivamente fue cuando se acordó no de su derrota reciente con el brasileño Pontes, sino de la de su amigo y compañero de entrenamientos Adrián Vicente el día anterior.

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«Los dos con diploma nos hemos quedado. Duele. No he tenido mucho tiempo de hablar con él. Me ha estado ayudando todo el día a calentar. Es que le quiero como un hermano». Tras el miércoles negro del taekwondo amaneció un jueves de esperanza en el Grand Palais, el escenario cubierto más imponente de todos los Juegos. Adriana y Adrián fueron lágrimas inesperadas y Pérez Polo, otro madrileño, no lo pudo arreglar por bien poco. Cayó (-68 kilos), en un parejo duelo (2-1). «Ese final del primer asalto que me da arriba, un despiste. El tercero me como dos acciones abajo, otro despiste», enumeraba.

Le consolaba Miguel Ángel Herranz, su entrenador en el CAR de Madrid, como intentando explicar lo cerca que había estado de una medalla olímpica. Efectivamente, fue cuestión de detalles con el brasileño Netinho, un rival que acudía de la repesca con bastante peor ránking que él. Javier no pudo cumplir con la tradición nacional en la especialidad, siete medallas en la historia olímpica.

Tokio

Era la segunda cita olímpica -en realidad, la tercera, pues en Río, acudió como sparring de Jesús Tortosa- para el de San Fernando de Henares, que en Tokio recibió una de esas lecciones que se graban en la piel. Aunque acudía con el cartel de su subcampeonato del mundo de 2019, a las primeras de cambio el egipcio Abow le arrebató cualquier opción.

En París fue avanzando tras su contundente victoria de primera ronda contra el tailandés Baulung Tubtimdang y luego, silenciando el Grand Palais, ante el local Souleyman Alaphilippe, al que todo el mundo le pregunta por su inexistente parentesco con el ciclista Julian. Ya en semifinales le tocó vérselas con el gran favorito, el campeón olímpico en Tokio. El uzbeco Ulugbek Rashitov, pese a sus problemas en un pie, no le dio demasiadas opciones. Perdió Javier el primer asalto (3-7) y también el segundo, mucho más igualado (3-3).

La presentación en el Grand Palais es asombrosa. Los dos púgiles bajan desde lo alto, por unas imponentes y largas escaleras hasta el lugar donde se lo jugarán todo. Pero ahí, el madrileño, estudiante de criminología y novio de Cecilia Castro -su turno en París es hoy: «La tía es una guerrera. Va a hacer un buen papel seguro. Ojalá se lleve esa medalla que tanto ansía»-, no fue capaz de aprovechar la oportunidad de su vida.

Perdió el primer asalto por una técnica de golpeo de Netinho que dio en su cabeza y que el árbitro sólo vio en la revisión. Logró imponerse, no sin apuros, en el segundo. Pero el tercero, de nuevo igualadísimo, se le fue en uno de esos «despistes» y el brasileño supo jugar con las salidas del tapiz para hacerse con el bronce olímpico. «Ahora, obviamente, siento rabia y frustración», concluía.

La venganza más agónica posible: España derrota en los penaltis a Países Bajos y disputará la final olímpica de waterpolo femenino

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 19:37

En la piscina de La Defense se vivió una monumental semifinal olímpica, la agonía absoluta para una venganza y para un hito. España, la gran España del waterpolo femenino, estará otra vez en la final olímpica, esta vez contra Australia, buscando ese oro que persigue con ansia. En un partido de idas y vueltas, de locura, los penaltis, con una parada para el recuerdo de Martina Terré, dieron el pase a la selección (18-19).

Alzaba el puño Miki Oca camino de vestuarios, se abrazaban las españolas a aficionados y familiares, el éxtasis de la victoria, suspiros de alivio. Se habían sentido arrolladoras y a la vez derrotadas ante un rival que es algo más. El mismo Países Bajos que les había despojado del oro Mundial en Fukuoka 2023 y del europeo este mismo año en Eindhoven. Pero no hay quien detenga a este grupo de ganadoras, que va saldando cuentas pendientes en París.

La heroína fue Tarré, una parada en el último lanzamiento de la tanda a Brigitte Sleeking. Y después la veterana Maica García no iba a fallar.

Lo había merecido y lo había tirado España, inmaculada en estos Juegos en los que también fue capaz de ganar a EEUU en la primera fase tras 11 años de derrotas. Fue un inicio fulgurante, como una apisonadora sobre el agua de La Defense. Como si hubiera cuentas pendientes. Que las había, claro. Un primer acto para enseñar en las escuelas de la competitividad, un 1-6 'imposible' en nada menos que unas semifinales olímpicas. Igual daba el ambiente en contra, igual los precedentes. Desde el sprint inicial ganado por Anni Espar a los goles de todos los colores, en jugada, en contra o de disparo lejano. En cinco minutos y medio ya tuvo que parar Eva Doudesis, desesperado ante el ko técnico.

Elena Ruiz, en la semifinales contra Países Bajos.

Elena Ruiz, en la semifinales contra Países Bajos.ANDREAS SOLAROAFP

Había sido tan eléctrico que costaba creer. En el segundo round Países Bajos trató de recomponerse, más aguerridas atrás, un pequeña reacción. El paradón con el rostro de Terré volvió a meter a las de Miki Oca que, con los tantos de Elena Ruiz y Judith Forca, mantuvo la ventaja. En el último segundo, un balón a la boya no lo iba a desaprovechar Leitón (5-10).

Pero ese gran augurio no sirvió de nada. Increíblemente, tras el descanso, todo se dio la vuelta de manera calcada. Ahora España era incapaz de resolver las defensas neerlandesas, malos disparos y peores defensas, los tantos como puñaladas de Van de Kraats, las paradas de Aarts, crecidísima. Ni el fallo de un penalti quitó la iniciativa a las campeonas mundiales en 2023, que devolvieron el 6-1 para dejar el choque igualado (11-11) con el último cuarto por disputar.

Las sensaciones de repente eran terribles para España. Aunque los primeros minutos fueron de tanteo, rápidamente llegó la primera ventaja de todo el partido para Países Bajos con un gol, tras una excelente combinación, culminada por Rogge. Llegó la respuesta de Forca, su quinto tanto ya, inspiradísima, en una superioridad. Pero era sólo el segundo de toda la segunda mitad.

Los últimos minutos fueron de taquicardia. Nervios templados, balones a los palos para ambos equipos. A falta de 30 segundos, Maica García, su primer gol de toda la tarde, llevó la esperanza, que se diluyó en la última posesión: a falta de siete segundos, Sleeking llevó el intensísimo duelo a la tanda de penaltis.

Allí no fallaba nadie, ni con los cambios de portero. Pero el destino tenía un guiño para España, con esa estirada a la derecha de Terré y su grito en una Defense abarrotada, para esta escuadra que desde 2010 ha ganado ya tres metales olímpicos (quintas en Rio 2016), un Mundial (y tres finales), tres Europeos, la plata de enero en Eindhoven... Leyendas que quieren el primero oro olímpico por equipos para España desde Atlanta 96, entonces la selección masculina precisamente de Miki Oca.

Ayoub Ghadfa silencia Roland Garros, acaba con el francés Aboudou y luchará por el oro olímpico de los pesos superpesados

Actualizado Miércoles, 7 agosto 2024 - 22:49

"No tengo miedo a nada ni a nadie. Sólo a Dios". No olvidará Ayoub Ghadfa esta noche de agosto en París, 10.000 gargantas rugiéndole en contra en la Philippe Chatrier y un bravo francés intentando hacerle añicos. Un chico, Ayoub, que hace no tanto jamás había boxeado. Y ya tiene una medalla olímpica de los pesos superpesados (+92 kilos) colgada al cuello. Será plata u oro tras un fantástico combate de semifinales en el que se impuso de principio a fin.

Djamili-Dini Aboudou era un rival incómodo y no sólo porque le impulsara el aliento de las tribunas, el "Djamili, Djamili" de enfervorecido público de Roland Garros (tan extremadamente lejos de las tradiciones tenísticas, claro), el "Allez les Bleus", la Marsellesa a capela o los abucheos continuos. Ayoub ya le había derrotado en mayo de 2022, en Yerevan, pero el francés de Dunkerque es fornido y veloz, con 10 centímetros menos, y cazarle no le resultaba sencillo.

Aun así, manteniendo las distancias y no entrando al trapo del rival, Ayoub se llevó los dos primeros rounds por unanimidad. No había juez capaz de negar la evidencia. Y ni en el tercero, en el que Aboudou se fue con todo y logró derribar por un momento al gigante español (que se levantó de un acrobático salto), hubo dudas del ganador.

Agilidad para esquivar

Porque el marbellí luce un físico imponente. Antes de cada combate extiende sus piernas en el aire en dos saltos poderosos. Antes de empezar con el boxeo en el gimnasio Argüelles de José Valenciano, hacía calistenia y kickboxing. De ahí esa agilidad que ahora es una virtud preciosa cuando se trata de esquivar cañonazos que van directos a su rostro.

A principios de abril, cuando contaba a este periódico su historia de abusos en la infancia, de racismo e insultos por su físico, ni siquiera tenía aún billete para París. Venía de perder en un Preolímpico con el italiano Diego Lenzi y se le agotaban las oportunidades. Unas semanas después, en Belgrado, noqueó con un directo de derechas brutal al serbio Dusan Veletic y se proclamó campeón de Europa.

Ayoub Ghadfa festeja su pase a la final.

Ayoub Ghadfa festeja su pase a la final.AP

La progresión de Ayuob asusta y en París avanzó con solvencia de veterano. Sorprendió en octavos al kazajo Kamshybek Kunkabaev (bronce en Tokio) y arrasó en cuartos al gigante armenio Davit Chaloyan. Para asegurar la segunda medalla del boxeo español en estos Juegos de la resurrección, para unirla al bronce de su compinche Reyes Pla, con el que intercambia entrenamientos, fe y peripecias.

En la final, el próximo sábado (22:51 h.), en busca del primer oro del boxeo olímpico español, en el mismo escenario, se enfrentará al temible Bakhodir Jalolov, campeón olímpico en Tokio, un púgil, el uzbeco, que ha ganado sus 14 combates profesionales, la mayoría por KO. Y que al alemán Nelvie Tiafack le recetó lo mismo que a sus dos anteriores rivales en París: lo pasó por encima.

Baloncesto femenino: España se deshace ante Bélgica y dice adiós a los Juegos

Actualizado Miércoles, 7 agosto 2024 - 16:18

No fue España, no hubo rastro en Bercy del coraje ni del baloncesto de la selección, no se pareció en nada a lo cosechado en la primera fase de Lille. Allí soñaron las de Miguel Méndez, cada batalla una victoria para acabar muriendo en un cruce trampa. Bélgica, de principio a fin con su juego alegre, con su poderío, acabó con el sueño en cuartos de final (66-79).

Tantas veces los precedentes son un engaño. La campeona de Europa había escapado de un infierno en el Pierre Mauroy. Perdió con Alemania y con EEUU y fue rescatada por el basket average, por una canasta final para ganar por 27, lo que necesitaba, a Japón. Esos sufrimientos fueron su acicate. Porque enfrente venía un rival conocido, la España que había sido capaz de sufrir y tumbar a China, a Puerto Rico, a Serbia. La misma de la final continental de hace un año. Que se sentía segura de sí misma pero que no se encontró en París, desenfocada y pronto desquiciada. Ni la garra le valió esta vez.

No se puede exigir a este equipo que fue capaz en Río de ganar una plata olímpica hace ocho años. De aquellos cielos no queda tanto, aunque nadie pueda discutir su empeño, su competitividad. Golpeada por el camino la selección, con bajas insustituibles como la de Raquel Carrera o Silvia Domínguez, dice adiós en el mismo peldaño que en Tokio, entre las ocho mejores del mundo. En la hora de la verdad, le faltó el día bueno, la puntería (desesperantes los porcentajes), el rebote y la fogosidad que es su seña de identidad.

Leo Rodríguez, ante Antonia Delaere, en el Bercy Arena de París.

Leo Rodríguez, ante Antonia Delaere, en el Bercy Arena de París.ARIS MESSINISAFP

La primera parte devino en tiroteo y eso ya no fue buena señal. España estaba avisada, pero en 45 segundos, Emma Meesseman ya había clavado dos triples como espinas en la piel del rival. Al acierto belga se unía la falta de dureza de las de Miguel Méndez, algo realmente extraño en un colectivo que brega con cualquiera. La primera falta de la selección (y fue en ataque de Queralt Casas) no llegó hasta el minuto 13.

Y aún así, refugiada en el talento de Megan Gustafson, España, también suelta desde el perímetro con Maite Cazorla aún en esos amaneceres, seguía en la batalla y hasta se iba a poner por delante con un triple de la pívot de Wisconsin (29-26). Pero fue justo ahí donde iba a llegar un colapso definitivo. Descansó Megan y todo se quebró repentinamente.

Con un baloncesto veloz y frenético, las de Rachid Meziane aceleraron sin mirar atrás. A Messeman se unió Kyara Linskens, dominando la pintura con su corpachón, subiendo en volandas a las campeonas de Europa, que asestaron un parcial de 3-18 que dejó tiritando a la selección. Volvió Megan y se intentó recomponer un equipo de repente petrificado, pero al descanso la desventaja era preocupante (37-48).

Porque las cosas no mejoraron a la vuelta, España sin encontrarse a sí misma, cada vez más desesperada, enredada en la tela de araña belga, en las travesuras de Vanloo. Regresó del descanso con otro parcial durísimo (2-11), para una desventaja que se disparó hasta los 22 (41-63). No había fórmula para anotar con soltura y Bélgica era un rival completamente crecido.

Las canastas no quisieron a España en Bercy. Ni aún derrotada era capaz de acertar, con balones que hacían todo tipo de arabescos hasta acabar siendo escupidos por el aro. Faltó temple y confianza. El intento de arreón final apenas inquietó a las belgas, que se las verán en semifinales con el ganador del Alemania-Francia.

María Pérez y Álvaro Martín son oro puro: los reyes españoles de la marcha arrasan en el relevo mixto

Actualizado Miércoles, 7 agosto 2024 - 11:19

El oro lo albergaban los pies y el amor propio de dos atletas de época. María Pérez y Álvaro Martín, los dioses de la marcha, una pareja que recordará la historia, campeones olímpicos en París en la novedosa prueba del relevo mixto. Completaron una mañana impecable a los pies de la torre Eiffel, un maratón de éxtasis dividido en cuatro en 2:50:31, para la octava medalla de la marcha atlética nacional, el semillero de leyendas.

Fueron un martillo, la perfección. El temple y la calma cuando tocó, el sufrimiento en el momento oportuno. Mientras el resto padecía con la parte técnica, a ellos ninguna sanción en las casi tres horas de prueba. Cuando María cruzó la meta llegó el abrazo emocionante, las lágrimas. Justo asomaba el sol en el Trocadero. Son bicampeones mundiales, plata y bronce olímpicos individualmente y ahora también oro. Oro puro.

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Había amanecido París con grisura, algo más fresco y lluvioso, con esta humedad que se va tornando en insoportable. El asfalto mojado, la brisa en un escenario idílico en el que marchar, en el estupendo circuito diseñado en los alrededores de la Torre Eiffel. Álvaro Martín, con su competir matemático y pulcro, cumplió en la primera posta (la más larga de todas, 11,45 kilómetros), sin abandonar la cabeza, sin entrar en pánico con los tempraneros intentos de fuga del japonés Kawano y del canadiense Dunfee.

María Pérez cruza la meta primera en la marcha mixta.

María Pérez cruza la meta primera en la marcha mixta.Vadim GhirdaAP

El extremeño iba a llegar, limpio de amonestaciones técnicas, en el quinteto de cabeza que dio el relevo tras 43 minutos y 32 segundos, con una pequeña ventaja sobre los chinos que pronto remontó la campeona olímpica Jiayu Yang y su llamativo ombligo tapado, esta vez con el rojo de su bandera. No fue frenético el ritmo femenino, cómoda María Pérez, y el grupo se amplió a ocho con la llegada de la australiana, la mexicana (que, con problemas, hacía la goma una y otra vez) y la peruana.

La alarma saltó en esos últimos metros finales, cuando la granadina cedió con el pelotón de cabeza, menos grave los segundos, siete, que las sensaciones. Quizá sólo era un respiro. Porque Álvaro iba a recuperar enseguida. Y en ese comienzo de su relevo fue cuando todo se empezó a resolver.

Primero, por el tirón del ecuatoriano Daniel Pintado que sólo el español consiguió aguantar. Por atrás, un reguero de víctimas, entre ellos el italiano Stano, pero también el chino Zhang, que, además, iba a arruinar todas sus opciones con hasta dos tarjetas rojas.

Álvaro Martín, en acción en París.

Álvaro Martín, en acción en París.MIGUEL GUTIÉRREZEFE

Pintado era cada vez más agresivo pero también navegaba en los límites. Vio la segunda roja, a una ya de la sanción de tres minutos. Sobre aviso hasta los restos. Martín, que paladeaba la gloria, sufría. Perdió unos metros, pero sin venirse abajo. Todo lo contrario, puro coraje, remontó, adelantó al campeón olímpico, se dejó la vida y le dio tres segundos que eran un diamante para María, con 10800 metros hasta la meta.

Los dos estaban asegurando la medalla, casi 40 segundos con el italiano. Y todo iba a quedar en manos de María y Glenda Morejón. La ecuatoriana fue sexta en la plata de la española el pasado jueves. Esa era la esperanza de oro. Y pronto voló María, con su marchar rítmico, espoleada por las banderas españolas que poblaban el corazón de París. En su mente todos los peajes del éxito, la operación de este invierno, los kilómetros y kilómetros en la altitud de Sierra Nevada. Ese cuarto puesto de Tokio. Los problemas pretéritos con la técnica. Hasta el cielo se llega por caminos insospechados. Pero María tuvo tiempo para saborear todo eso, clavando parciales como un metrónomo, sonriendo ya al otear la meta, porque su ventaja con la ecuatoriana se fue ampliando sin prisa pero sin pausa.

La dupla ecuatoriana se quedó con la plata, a 51 segundos de los españoles. El bronce fue para Australia, con Jemima Montag y Rhydian Cowley. La otra pareja española - Miguel Ángel López y Cristina Montesinos- terminó en novena posición.

Es la octava medalla de la historia olímpica de la marcha española -que se había estacado desde Atenas 2004 y esa plata de Paquillo Fernández-, la punta de lanza del atletismo nacional desde el pionero Jordi Llopart. Es el segundo oro también, después del único de Daniel Plaza en los 20 kilómetros de Barcelona 92.

El ‘supermiércoles’ que puede dar un gran impulso a España en el medallero

Actualizado Martes, 6 agosto 2024 - 20:44

Desde las 7.30 de la mañana en los alrededores de la Torre Eiffel hasta las 22:30 aproximadamente en Roland Garros, un supermiércoles olímpico para no levantarse del sofá. Un frenético cóctel de deportes, por tierra, mar y aire, en el que España podría conseguir de cuatro a seis medallas (a falta de cuatro jornadas, igualaría ya las logradas en Río y Tokio) y meterse en varias semifinales por equipos. Tomen nota.

MARCHA

En el Trocadero, bien temprano, dos parejas españolas para seguir ampliando la leyenda de la marcha atlética española. Se trata del novedoso relevo mixto en el que recorrerán la distancia de un maratón (42,195 kilómetros), en cuatro postas. Álvaro Martín y María Pérez, bicampeones del mundo en Budapest y medallistas olímpicos la semana pasada (bronce él, plata ella) en los 20 kilómetros, son claros favoritos. Miguel Ángel López y Cristina Montesinos (décima la catalana) también tienen mucho que decir.

TAEKWONDO

No muy lejos de allí, en el Grand Palais, desde por la mañana -con suerte, hasta las 21.19 de la final femenina y las 21:37 de la masculina-, dos madrileños, Adriana Cerezo (-49 kg, plata en Tokio) y Adrián Vicente (-58), pelearán en una especialidad también siempre propicia. Ella arranca en octavos contra la uruguaya Grippoli (11.11 h.); él, bronce mundial, contra un rival que llegará desde una ronda anterior (11:24).

EQUIPOS

Con el fútbol masculino en la final olímpica, el femenino buscando este martes el mismo lugar y la estupenda plata de las chicas del baloncesto 3x3, los equipos tienen por delante un miércoles decisivo. Por orden, seis citas de cuartos de final. A las 9:30 h., en Lille, el balonmano masculino se enfrenta a Egipto, rival al que ya derrotó hace tres años en los Juegos de Tokio por el bronce. Ya a mediodía (14:00 h.), los chicos de waterpolo se las verán con Croacia. Y, media hora más tarde, en la reedición de la pasada final del Eurobasket, las chicas de Miguel Méndez ante Bélgica en el Bercy Arena. Un poco después (17:00 h.) será el turno del voley playa: ellas, Daniela Álvarez y Tania Moreno, contra la pareja canadiense. Y ellos, ya a las 21:00 h., los legendarios Pablo Herrera y Adrián Gavira, ante los noruegos.

España, el lunes, durante la rutina técnica en Saint-Denis.

España, el lunes, durante la rutina técnica en Saint-Denis.EFE

NATACIÓN ARTÍSTICA

España se encuentra otra vez entre las favoritas, el sitio que le corresponde por tradición y palmarés. Después del escándalo que desmanteló al mejor equipo español de natación sincronizada de la historia, con Anna Tarrés al frente, hubo dos ediciones de vacío -los Juegos de Río 2016 y los Juegos de Tokio 2020-, pero ya está de vuelta. Con Mayuko Fujiki al frente, un nuevo grupo de nadadoras y otra filosofía de entrenamiento, España vuelve a estar en disposición de colgarse una medalla. Será en la rutina acrobática, a partir de las 19.30 horas, y con un riesgo alto. Con la China de la propia Tarrés como favorita al oro, las medallas se tendrán que discutir con Japón y Estados Unidos, que presentarán ejercicios con menor puntuación de dificultad, pero más seguros.

VELA

La clase 470 mixto, con Nora Brugman y Jordi Xammar, afronta la Medal Race hoy en la bahía de Marsella a partir de las 15:43 horas en inmejorable posición. Ayer sólo pudieron disputar dos de las tres últimas regatas previstas en la última jornada de la serie clasificatoria y siguen segundos en una general muy igualada. Son los números uno del ranking internacional y vigentes campeones de mundo. Ayer firmaron un tercero y un sexto puesto antes de que se quedaran sin viento. Fuera de las medallas quedaron ayer Tara Pacheco y Andrés Barrio en el Nacra 17. La pareja mixta, demasiado irregular durante las tres regatas del martes, se quedó a cuatro puntos de la Medal Race.

Ghadfa festeja su victoria de cuartos ante Chaloyan.

Ghadfa festeja su victoria de cuartos ante Chaloyan.AFP

BOXEO Y...

El último en entrar en acción será el marbellí Ayoub Ghadfa, quien, con su medalla asegurada, buscará silenciar Roland Garros a las 22:18 h. ante el local Djamili Aboudou y colarse en toda una final olímpica de los pesos pesados. No hay que perder ojo tampoco a Leslie Romero, con plaza y sueños en la final olímpica de escalada. Daniel Arce estará en la finalísima de los 3.000 obstáculos en el Stade France. Y, sin medallas en juego todavía, comienza el golf femenino (Carlota Ciganda y Azahara Muñoz) y se disputan varias eliminatorias de piragüismo.

Naia Laso y un diploma olímpico a los 15 años: calcetines de Yoda, una infiltración y “bastante dolor”

Actualizado Martes, 6 agosto 2024 - 19:37

Naia Laso lleva sus calcetines verdes de Yoda, el amuleto, y su perenne monopatín bajo el brazo. En su rostro, curtido por el sol, destacan dos bonitos ojos verdes. Tiene 15 años y habla como si los tuviera. Aunque un rato antes, en el skate park situado en La Concorde, se ha desenvuelto como si tuviera muchos más. No por su habilidad, que también. Lo ha hecho soportando un dolor intenso, apretando los dientes y consiguiendo un diploma olímpico que recordará toda la vida (fue séptima, con una puntuación en la ronda final de 86,28).

Naia es la deportista más joven de la delegación española, aunque en su disciplina, que se estrenó olímpicamente en Tokio hace tres años, eso no es llamativo. La australiana que consiguió el oro, Arisa Trew (93.18), tiene 14 (sorprendió a la británica Sky Brown, estrella mundial). La media de las ocho finalistas es de 16,5 y sólo había dos mayores de edad. En ronda clasificatoria fue eliminada la china Haohao Zheng, que cumple 12 en seis días, la deportista más precoz en París 2024.

Los calcetines de Naia Laso.

Los calcetines de Naia Laso.ODD ANDERSENAFP

La skater de Bermeo firmó una estupenda mañana en la que logró su clasificación para toda una final olímpica. Pero ahí estuvo su condena. Una caída de las tres que sufrió la dejó visiblemente tocada. Un pinzamiento en la espalda que le impedía hasta caminar. Y que lastró su tarde parisina. "Me dolía sí, bastante. Me infiltraron y entonces me dolía un poco menos", revelaba.

En la final apenas pudo desenvolverse. Tropezó en los dos primeros intentos, aunque pudo completar el tercero, menos de un minuto haciendo estupendo malabares que enardecían a las tribunas situadas en el corazón parisino. "He ido a asegurar, a por un puesto, a hacer una ronda para quedarme contenta", explicó la deportista vasca, que alcanzó París a pesar de haberse roto la clavícula en mayo.

Naia Laso, durante la sesión matinal en La Concorde.

Naia Laso, durante la sesión matinal en La Concorde.AFP

También que la dificultad para ella era mayor y no sólo por la lesión. "Al principio me ha costado un poco. [El park] Es más difícil que los que hemos hecho hasta ahora. Es complicado coger velocidad en todo el parque. Al final está muy alto y en España no tenemos parques así", contó Naia, tan tímida. Que, claro, tiene 15 años, acaba de terminar cuarto de la ESO y le quedan cuatro hasta Los Ángeles, donde seguirá siendo jovencísima. Todo ilusión.