El Giro corona a Simon Yates con la bendición del Papa León XIV

Actualizado Domingo, 1 junio 2025 - 19:17

El habitual paseo por Roma para coronar al campeón del Giro de Italia tuvo en esta edición 108, una de las más sorprendentes que recordará la Corsa Rosa, la bendición del nuevo Papa. León XIV recibió al pelotón a las 15.30 horas en el Vaticano, antes del inicio de la última etapa.

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"Sepan que son modelos a seguir para los jóvenes de todo el mundo. Les agradezco su labor y espero que, así como han aprendido a cuidar el cuerpo, el espíritu también sea siempre bendecido. Estén siempre atentos a la totalidad del ser humano: cuerpo, mente, corazón y espíritu. Que Dios los bendiga", pronunció el Papa Prevost, que estrechó la mano de Simon Yates, Mads Pedersen, Isaac del Toro y Lorenzo Fortunato, las cuatro maglias del Giro. Y recibió un maillot rosa del presidente de RCS, Urbano Cairo.

La anécdota del encuentro la protagonizó Nairo Quintana que se saltó el protocolo y se acercó al Papa para estrechar su mano. Los corredores pasaron por la Plaza de San Pedro, los Jardines Vaticanos y salieron por la Porta del Perugino para iniciar la etapa final. De ahí, con los festejos típicos del final de cada gran vuelta, afrontaron los 144 kilómetros por Roma, casi siempre controlado el pelotón por el Soudal, el Alpecin y el Visma.

Olav Kooij celebra su triunfo en Roma.

Olav Kooij celebra su triunfo en Roma.LUCA BETTINIAFP

A falta de 70 kilómetros triunfó una fuga de seis hombres (Verre, Paleni, Cerny, Hepburn, Pietrobon y Marcellusi), que mantuvieron un pulso con el pelotón durante muchos kilómetros: su ventaja apenas llegó a los 30 segundos. Josef Cerny fue el que más resistió; fue neutralizado a falta de menos de seis kilómetros, ya en la última vuelta al circuito.

El triunfo de etapa fue para Olav Kooij, su segundo de este Giro. Por delante de Kaden Groves y Moschetti. Lanzado por Van Aert y completando la fiesta del Visma Lease a Bike, que lució un maillot negro y rosa para la ocasión

Así se gestó la jugada maestra de Simon Yates en Finestre que destrozó a los dos “más fuertes”: “Ha ganado el más inteligente”

Actualizado Sábado, 31 mayo 2025 - 23:00

En la penúltima partenza del Giro 2025, en la coqueta Verrès, en el corazón del Valle de Aosta, contrasta la actitud de los dos tipos que un rato después, entre el Colle delle Finestre y Sestriere, van a perder lastimosamente la carrera. La calma casi insultante de Isaac del Toro, el chico con «un par de pelotas» al que Josean Fernández Matxin descubrió hace unos años corriendo en el barro del ciclocross belga, un mexicano, una rareza. Los nervios de depredador de Richard Carapaz, que abandona el último el autobús del Education First, pero se detiene para hacerse una foto con unos aficionados ecuatorianos, que le reclaman como a una estrella de rock. Nadie repara en Simon Yates, como casi nadie lo ha hecho durante las más de tres semanas de esta Corsa Rosa que partió desde Albania. Pero el británico, agazapado, tenía una cita con la historia.

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En el mismo lugar en el que hace siete años él mismo perdió el Giro. Esa subida infinita, mitad asfalto, mitad grava. La conoce porque ha aparecido en sus pesadillas, su desfallecimiento en 2018 cuando acudió de rosa y se dejó 40 minutos ante la hazaña de Chris Froome. Por eso no se altera cuando Carapaz dinamita todo casi en la primera rampa, cuando Del Toro le sigue sin inmutarse. Él aguarda, tarda unos metros en atraparlos, pero cuando llega a ellos sabe lo que tiene que hacer. Atacar. Juguetear con sus dudas. Completó los 18 kilómetros de subida en 59:20, superando por 1:25 el récord que estaba en posesión del joven español Pablo Torre.

El británico va a cumplir 33 años y ya pocos contaban con él para las grandes cuando hace unos meses el Visma Lease a Bike, tan de capa caída, le reclutó. El viernes se dejó unos segundos en Champoluc y su candidatura parecía difuminada ante los dos latinos. Por eso sus lágrimas de incredulidad a más de 2.000 metros de altitud. «No tengo palabras. Tenía en mente intentar hacer algo y lo hice. Aunque esta mañana ni siquiera estaba seguro de si quería probar algo, tenía dudas», confiesa, emocionado. Su compañero Wout Van Aert, que le aguardó desde la escapada y le impulsó en el descenso hasta una ventaja que superó los cinco minutos, sonríe cuando entra a meta. Con el orgullo del trabajo en equipo. Una lección táctica del Visma, a la altura de la que protagonizaron hace tres años en el Tour de Francia, camino del Granon, nada menos que ante Tadej Pogacar.

Simon Yates, con la maglia rosa, en Sestriere.

Simon Yates, con la maglia rosa, en Sestriere.LUCA ZENNAROEFE

En la estación de esquí de la Via Lattea también llaman la atención los contrastes. Del Toro, que nunca supo muy bien lo que hacer, que sólo se dedicó a marcar a Carapaz, acelera en la nada para entrar con unos estúpidos metros de ventaja. Es el perdedor, pero él no deja de sonreír, se abraza con otro joven, Pelizzari. «Chapeau para ellos. Han jugado bien sus bazas. Y yo no he tenido nada que hacer. Richard me dejó la responsabilidad. Estoy decepcionado, pero nadie habría imaginado que yo estuviera aquí. Me he demostrado mucho a mí mismo», pronuncia y aclara:«No voy a llorar. No me arrepiento de nada». «Es un ragazzo. Algún día ganará el Giro. Y el Tour», le defiende su compañero Majka, el veterano que no pudo estar junto a su líder, demasiado tarde todo el UAE Team Emirates.

Para el que no hay consuelo es para Carapaz. Él sí es consciente de lo sucedido. Se ha dejado todo por ganar este Giro al que llegó reinventado. Su director, Juanma Gárate, explicaba estos días que el nuevo Richard ya no tiene mentalidad «sudamericana», ahora es «más alemán». Cambió la alimentación, los pequeños detalles. Ya no se pierde en la burocracia de los emails en inglés del equipo a los que no atendía desde sus entrenamientos en Carchi, a 3.000 metros de altitud. El ecuatoriano lo probó casi en la primera rampa del Colle delle Finestre y no dejó de intentarlo. Una y otra vez. No claudicó Del Toro y, claro, le dejó la responsabilidad. Una condena para ambos. «Éramos los más fuertes. Ha ganado el más inteligente», protesta. «Del Toro perdió el Giro. No ha sabido correr bien», critica. Y le apartan de los micrófonos, por miedo a más.

Por tercera vez en los últimos cuatro años (2022 Jai Hindley, 2023 Roglic y 2025 Yates), la maglia rosa es conquistada en el penúltimo día. Son dos perdedores y es un ganador en el Giro más impredecible, el que vio por el camino las desgracias de los favoritos (Primoz Roglic, Juan Ayuso, antes Mikel Landa), el amanecer de la perla Del Toro y el resurgir de Carapaz. Y, sin embargo, en Roma este domingo será coronado el redimido Yates, al que bendecirá el Papa León XIV cuando atraviesen la Ciudad del Vaticano.

Simon Yates dinamita y conquista el Giro en un movimiento estratégico en Finestre para la historia

Simon Yates dinamita y conquista el Giro en un movimiento estratégico en Finestre para la historia

Ni en la más osada de las predicciones. Pero siempre la realidad supera con creces la ficción. Más en el ciclismo, en escenarios tan proclives a la gesta como el Colle delle Finestre, colofón brutal a un Giro que será recordado. El Giro de Simon Yates, una victoria tan insospechada que engrandece a los protagonistas. A los derrotados, un fracaso mayúsculo del joven Isaac del Toro, lección de vida, y del veterano Richard Carapaz, desplumados por la valentía del británico y por el movimiento estratégico de su equipo, el Visma Lease a Bike. [Narración y clasificaciones]

En la meta Sestriere, donde la victoria fue para el australiano Chris Harper, héroe desde la escapada del día, el amarillo del Visma de Yates lució para la historia. Con una ventaja enorme, de casi seis minutos, rendidos sus rivales, ahogados en sus dudas, en una frialdad que fue mortal. Porque cuando el británico, que había flaqueado el viernes, que no respondió al primer golpe de Carapaz nada más comenzar Finestre, les atacó desde su remontada al poco, fue directo a una gesta.

Su ventaja, que durante varios kilómetros de ascensión no fue mayor de 30 segundos, se amplió del todo cuando Carapaz, harto y exhausto tras sus ataques a los que siempre respondía Del Toro, paró en seco. Y ahí, el inexperto mexicano, el que tenía el Giro en sus piernas tras 11 días de rosa, no supo qué hacer. Y también se detuvo.

Yates coronó con dos minutos la Cima Coppi de este Giro y al poco encontró la ayuda de Wout Van Aert desde la escapada. Descendieron como balas, pero Del Toro y Caparaz pararon aún más. Se dispararon al pie y la ventaja se fue a los cinco minutos. Antes de comenzar la ascensión final a Sestriere, Simon Yates ya era el ganador.

El zafarrancho de Carapaz había sido brutal, una ofensiva con todo, desde las primeras rampas de Finestre. Primero aceleró su compañero Rafferty, después fue Steinhauser el que lanzó como si fuera un sprinter al ecuatoriano. Se apartó el Chalequito Cepeda y allá fue la Locomotora del Carchi, a destrozarlo todo, a quedarse mano a mano con un Del Toro que reaccionó con una frialdad asombrosa para sus 21 años. Entonces todo era un espejismo para ellos.

Chris Harper celebra su  victoria en Sestriere.

Chris Harper celebra su victoria en Sestriere.LUCA BETTINIAFP

Porque quedaban los 18 kilómetros de Finestre, ocho de ellos sin asfalto. Un mundo y una batalla en la que también jugaba la mente. Al poco acudió desde atrás Simon Yates, el tercero en discordia, que vio su oportunidad entre los dos latinos. Allá donde hace siete años se dejó el rosa y un Giro que tenía en sus piernas ante Chris Froome. No dudó ni un instante. Atacó y atacó hasta que se fue en solitario, mientras sus rivales jugaban al póquer.

Porque tras otro par de zarpazos de Carapaz en los que ni se inmutó Del Toro, siempre poco a poco en su remontada, con la calma de los elegidos, el ecuatoriano frenó en seco y puso la duda en su rival. Fue la llegada de Derek Gee por detrás la que avivó el ritmo, aunque Yates tenía todavía la baza de Van Aert por delante.

Y ocurrió lo insólito, Yates creció y creció y logró una ventaja de hasta dos minutos que le vistió virtualmente de rosa ante la cobardía de Del Toro, que sólo vigilaba a Carapaz y aguardaba por detrás la ayuda que no llegaba de alguno de sus compañeros. La bajada fue su condena, unos kilómetros de dudas que recordarán por mucho tiempo.

La penúltima etapa había avanzado a todo gas desde Verrès -donde Juanma Gárate, director de Carapaz, bromeaba con los posibles aliados y hasta con miembros del equipo rival como Igor Arrieta-, todavía en el corazón del Valle de Aosta, hacia las rampas del temible Colle delle Finestre, con dos cotas antes de aperitivo: Corio y Colle de Lys. La fuga, más bien pelotón delantero, constó de 31 integrantes, con Carlos Verona, Pello Bilbao y Jon Barrenetxea como españoles, pero también con Van Aert, quien, una vez más, iba a resultar clave en la victoria de un compañero, para la segunda grande de Simon Yates tras la Vuelta de 2018.

La pasión "irracional" de Scariolo por el Inter: su tío "favorito", el susto de la moneda tragada y un viaje loco de Moscú al Bernabéu

La pasión “irracional” de Scariolo por el Inter: su tío “favorito”, el susto de la moneda tragada y un viaje loco de Moscú al Bernabéu

Entre la bruma de los recuerdos de infancia, Sergio Scariolo rescata nítida una tarde del año 1967, un niño siguiendo por el transistor un Mantua-Inter, jugueteando con una moneda entre sus labios. Cuando el locutor gritó el gol "de un tal Di Giacomo, tras clamoroso fallo del interista Sarti", aquel niño de seis años se tragó la monedita, "para pánico de los presentes".

La anécdota -el susto no fue a mayores- define el lado más pasional del seleccionador español de baloncesto, que esta noche estará en el Allianz Arena de Múnich dejando libre sus emociones, perdiendo la voz que ya trae tocada de los cambios de temperatura del pasado fin de semana en la Final Four de la Euroliga de Abu Dabi. Sufriendo con su Inter, el que se le quedó grabado en el corazón en su infancia en Brescia y al que ha seguido por toda Europa. El nerazzurro hasta en la pantalla de su móvil.

"Mi afición por el Inter empieza desde que tengo uso de razón. Los primeros partidos de los que me acuerdo fueron los del 67 (aquel Il Grande Inter que había conquistado dos Copas de Europa con Helenio Herrera), el final de temporada de liga y de la final de la Copa de Europa contra el Celtic. Dos derrotas, por cierto. Y hasta ahora", cuenta Scariolo a EL MUNDO antes de viajar a Alemania invitado por el Inter, que siempre mimó a uno de sus tifoso más fieles. A Sergio no le falta cada año su camiseta azul y negra.

Sergio Scariolo, durante una visita a las instalaciones del Inter en 2019.

Sergio Scariolo, durante una visita a las instalaciones del Inter en 2019.Inter

"Es algo que entra dentro de lo poco que tengo en la zona irracional. Realmente no responde a parámetros normales de lógica. Empezó con mi tío favorito, que era interista hasta la médula. Aunque ese recuerdo se pierde un poquito, estamos hablando de hace 60 años", explica el técnico, siempre sereno, analítico y lógico cuando se trata de canastas, balones de baloncesto y pizarras... "Provengo de una familia de profesores", suele presumir. Hasta que aparece el Inter y una locura "que se mantiene con mucha fe". "Va más allá de las personas. Tengo recuerdos muy lejanos de victorias y derrotas, a prueba de toda decepción y de ciclos negativos. Puro amor infantil", admite con orgullo.

Y hace repaso de sus jugadores preferidos. De "Mazzola, Zanetti, Roberto Boninsegna... Altobelli siempre fue de mis favoritos. Honestamente, aprecio a muchos. Pero sobre todo son los colores, que tienen un significado especial al margen de los nombres propios".

La vida de entrenador de Scariolo, que comenzó de la mano de su mentor Ricardo Sales en las categorías inferiores del Brescia, pronto le llevó a hacer las maletas. Con menos de 30 años ya era primer técnico del Scavolini de Pésaro. Luego Desio, Bolonia... Y en 1997, con 36, ya estaba en España (en Vitoria con el Baskonia), donde sigue residiendo, ahora en Marbella con su esposa Blanca Ares. A Italia volvería, pero Sergio entrenó (y entrena) por medio mundo, Moscú, Toronto... "He visto muchos partidos en directo. Pero también por la tele, por internet o en circunstancias raras, claro, porque mi trayectoria profesional pronto me alejó de Italia. También hubo algún viaje bastante curioso...", cuenta, para relatar una de las anécdotas que resumen su locura por el Inter.

Mayo de 2010. Scariolo, que ya se las había apañado para estar en el Camp Nou en la semifinal contra el Barça, la de Mourinho y los aspersores, de donde tuvo que marcharse "a toda prisa y con cierto nerviosismo", es seleccionador español y técnico del Khimki de Moscú. El día de la final contra el Bayern... "Entrené por la mañana, luego fui al aeropuerto, cogí un vuelo vía París y llegué al partido", rememora de los apuros en el Santiago Bernabéu. "Cuando acabó la final, sin tiempo para ver los festejos, me llevaron en scooter fuera de la zona vetada a los coches. Me recogió un coche y me trasladó a toda prisa al aeropuerto (el avión partía a las 23:30 horas). Seis horas de vuelo para Moscú de vuelta, un descansito, entrenamiento por la mañana y por la tarde el partido de semifinales de Liga contra el Lokomotiv Kuban. Una aventura para archivar con nostalgia en el cajón de los mejores recuerdos", pronuncia.

En la semifinal contra el Barça de hace unas semanas, Scariolo, que comentó para Movistar el partido de cuartos de Euroliga de los azulgrana contra el Mónaco, corrió para Montjuic desde el Palau para presenciar el apasionante 3-3 de la ida, aunque se perdió el primer gol de Marcus Thuram. También el año pasado estuvo presente en el palco del Metropolitano, aunque esta vez le tocó sufrir la eliminación nerazzurra en la tanta de penaltis contra el Atlético de Madrid. Esta noche estará en Múnich y "espero que pudiendo gritar".

Del Toro-Carapaz, duelo latino en la grava de Finestre donde Froome firmó una gesta “mágica”: “Sabemos la dureza que tiene. Será algo más serio”

Actualizado Sábado, 31 mayo 2025 - 01:51

En las 29 curvas de herradura del Colle delle Finestre, en sus ocho kilómetros finales de grava sin asfaltar, allá donde hace siete años Chris Froome dejó para la historia una de las exhibiciones más grandes que recuerda el ciclismo moderno, allá, entre Val di Susa y Val Chisone, en los Alpes Cocios, se resolverá el Giro de Italia que nadie acertó a predecir. Camino de Sestriere, ni Primoz Roglic, ni Juan Ayuso, serán dos latinos los que se desafiarán al sol en una de las subidas más bellas y míticas de Europa, 18 kilómetros en total de sufrimiento y pasión.

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Isaac del Toro, tanta frescura que cuando le preguntan dice que aquello de Froome en 2018, ese ataque a 80 kilómetros de meta para arrebatar el rosa precisamente a un Simon Yates que sigue en la pelea (tercero en discordia, a 1:21 del liderato, aunque ayer no dio muestras de fortaleza), fue «mágico, apasionante», aunque entonces él era un niño de 14 que soñaba en el desayuno con las grandes gestas de ciclistas que llegaban de Europa, un país, el suyo, ahora apasionado pero sin tradición.

Y el retador Richard Carapaz, 43 segundos de desventaja (dos más perdidos en Champoluc por la bonificación), que se sabe ante una de las últimas opciones de su vida de sumar otra grande (a unir al Giro de 2019), pues estos jóvenes ambiciosos no dejan ni las migajas. Y desafía en la llegada del Valle de Aosta, donde no pudo soltar al Torito, pese a su ofensiva con todo en la quinta ascensión del día, Antagnod: «Mañana (por hoy) será un día diferente. Será algo más largo, más serio. Todos sabemos la dureza que tiene. Todavía queda mucho».

Cima Coppi

No fue un viernes de valientes, pero será un sábado sí o sí para ganar o perder, más de 200 kilómetros desde Verrès, con dos puertos de previa antes de la Cima Coppi (el puerto más alto por el que transitan los ciclistas durante cada edición de la Corsa Rosa), el Finestre que subirá el Giro por quinta vez en su historia, y la meta en Sestriere, a más de 2.000 metros de altitud.

Del Toro salvó el penúltimo día de montaña -la victoria fue para Nicolas Prodhomme, quien resistió desde la numerosa y permitida escapada del día- con una solidez que ya está empezando a dejar de sorprender. Se siente pleno, como si la presión no le afectara, 11 días ya con la maglia rosa. Como si calaran en él los mensajes que le manda desde la distancia su amigo y mentor Tadej Pogacar. Le preguntan si, de sentirse con fuerza, será capaz incluso de atacar en Finestre para coronar su hazaña con una victoria. Y el chico, con un gorro de lana del UAE Team Emirates para resguardarse de un frío que no hace en Champoluc, se queda callado 20 segundos, mira a un lado y a otro, esboza una media sonrisa que desata las carcajadas de los enviados especiales y no pronuncia palabra. «No me asustaré por lo que venga este sábado. Es genial estar en esta posición», celebra después el niño de rosa, que no deja de agradecer a su equipo y bromea con los periodistas: «Tengo las mismas opciones que tenía cuando empecé el Giro. ¿Tú me veías en rosa o no? [niega] Veremos mañana».

Entre México y Ecuador, entre el joven Del Toro y el veterano Carapaz, entre dos latinos que no entraban en ninguna de las quinielas. El Giro en Roma hablará castellano aunque haya estado maldito para los españoles. Pero antes hay que sobrevivir a Le Finestre.

Del Toro resiste sin inmutarse a Carapaz en la penúltima etapa de montaña y Prodhomme gana en Champoluc

Actualizado Viernes, 30 mayo 2025 - 18:04

Todo se resolverá el sábado en el Colle delle Finestre, un duelo al sol en un puerto extraordinario, porque en la penúltima etapa de montaña nadie pudo con Isaac del Toro, el mexicano fino y bravo, una auténtica revelación a sus 21 años, al que ni los zarpazos de furia de Ricard Carapaz cambian el gesto ni arrebatan el rosa. En Champuluc, donde el triunfo fue para Nicolas Prodhomme en solitario, los dos latinos descartaron al resto. [Narración y clasificaciones]

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Lo dejaron todo para el final, pero confirmaron que el ganador en Roma el domingo hablará castellano. El ataque final de Carapaz, a siete kilómetros de meta, a dos de coronar el quinto y último puerto del día, sólo lo resistió Del Toro. Sin inmutarse, con una frialdad impropia. No alcanzaron a Prodhomme, el francés del Decathlon que aguantó de la fuga, quien a sus 28 años se apunta la primera victoria en una grande, que supera a la lograda hace apenas unos días en el Tour de los Alpes.

Pero aventajaron en 24 segundos al resto de líderes, entre ellos un Simon Yates que no mostró las mejores sensaciones, aunque sigue a 1:21 del liderato de un Del Toro que arrebató dos segundos de bonificación a su rival Carapaz.

Carapaz, en su ataque en Antagnod.

Carapaz, en su ataque en Antagnod.LUCA BETTINIAFP

La etapa se fue adentrando en el Valle de Aosta, siempre con el Cervino y el Monte Rosa en el espléndido horizonte, devorando metros de desnivel a una velocidad suicida (la primera hora a más de 45 km/h). Una trituradora hacia Champoluc que achicaba a los valientes, ya con 20 días de pelea en sus piernas y la amenaza del temible Finestre el sábado, la Cima Coppi de este Giro. La escapada del día, que tardó en formarse, acabó con un grupo de nueve hombres, que fueron siete ya en el Col de Saint Pantaleon, entre ellos Pello Bilbao, Igor Arrieta y Carlos Verona, salvando los muebles nacionales en este Giro maldito para España desde la caída inicial de Mikel Landa.

Pero ya en el Col de Joux, más de 15 kilómetros casi al 8% de media, se intuyó que pocos de los escapados llegarían a meta. Coronó Nicolas Prodhomme (a él le aguardaba la gloria), que pugnó con Verona y Tiberi hasta casi el final. Pero los que se juegan el rosa afilaban el colmillo. Hubo algún amago de Pellizzari (quien se fue al suelo después, en la misma recta de meta) y otro de Carapaz, pero todo se iba a decidir en la primera subida de la Corsa Rosa a Antagnod.

Ahí, sin embargo, reinó la calma hasta casi el final, dominando el UAE con Majka. Cuando los dos latinos del Giro dejaron al resto y se citaron para el sábado.

Las últimas pedaladas de Castroviejo, el gran gregario español: 20 grandes vueltas, un solo abandono y el “corazón lleno”

Actualizado Jueves, 29 mayo 2025 - 22:09

En la calurosa mañana de Morbegno, en el valle de Valtellina,Jonathan Castroviejo se dispone a atender a los medios en zona mixta. Pero, de súbito, algo escucha en su pinganillo y se pone alerta. Le reclaman justo antes del comienzo de la etapa. No hay nada en el Ineos Grenadiers que no pase por él, el gran kapo, esa figura única en el pelotón. Castro corre a la llamada. Hasta el último día al servicio de los demás. Le quedan cuatro días en su 20ª gran vuelta. Sólo una vez abandonó. Luego dirá adiós con la sensación del deber cumplido y se podrá entregar por fin a sus tres hijos.

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Al de Getxo, 38 años, 18 de profesional desde que dio el salto con el Orbea -se formó en el club Punta Galea-, se le vienen los días plenos a la memoria. En su primera Vuelta, ya con el Movistar, llevó al equipo hasta la victoria en la crono inaugural de Pamplona. Ahí, contra el reloj, ha sido uno de los más grandes de la historia nacional. Sus 11 triunfos llegaron en la especialidad, seis campeonatos de España, uno europeo, un bronce en el Mundial de Doha, un prólogo en Romandía... Le queda la espina del triunfo en una etapa en ruta y eso que lo rozó, un segundo puesto de etapa en el Tour (2022), otro en el Giro (2020) y otro en la Vuelta (2016).

Pero es que Castro siempre estuvo para los demás. Todavía lo está, de hecho. Ahora la sombra de Egan Bernal. La ascendencia sobre las perlas del equipo británico, Tarling, Joshua Turner... que le admiran y le escuchan. Sus consejos sobre nutrición, sobre posicionamiento en carrera. Con el propio Bernal ganó un Tour, el de 2019. También el Giro del 21. Inseparables. "En la tercera semana de una grande es donde más puedo enseñar. Ellos aprenden mucho", explica.

Antes había conquistado la Grande Boucle en el Sky con Geraint Thomas (2018). «Fueron dos momentos especiales. Y la Vuelta a España que ganamos camino a Formigal con Nairo Quintana», recuerda con media sonrisa y su barba recortada.

Castroviejo, con el INEOS Grenadiers.

Castroviejo, con el INEOS Grenadiers.INEOSMUNDO

Pero la vida ciclista no perdona. «Ya este año me ha costado mucho toda la preparación, la conciliación familiar...», protesta. Estos últimos días Castroviejo todavía deja algún alarde. Porque se encuentra pleno. «Ha ido a más en el Giro, al principio le faltaba chispa. Su terreno predilecto han terminado siendo las subidas largas. Ha enfilado el pelotón varias veces para los ataques de Egan», recuerdan desde su entorno. Y él bromea: «El físico va cambiando. Con los años uno es más diésel, el metabolismo es más lento. La gente joven tiene más chispa. Pero me llevo muy bien con todos». Lo volverá a hacer hoy y el sábado, con ese pedalear tan redondo, siempre buscando en la aerodinámica los vatios extra. «Por suerte el físico me está acompañando, no voy mal y puedo disfrutar de estos últimos días», pronuncia. No estará en el Tour ni en la Vuelta, salvo cambios de última hora en Ineos. Buscará lugares desde donde despedirse sin llamar mucho la atención, como siempre hizo en una carrera de admirar. "Me gustaría correr más tranquilo, intentar disfrutar. El calendario está por definir", asegura.

«El ciclismo me lo ha dado todo: enseñanzas, amistades, retos, y momentos que llevaré conmigo para siempre. Me voy con el corazón lleno de gratitud», se despidió hace unos días, cuando hizo oficial su retirada.

La fuga de la fuga de Nico Denz: se impone en solitario en Cesano Maderno antes de la doble batalla final

Actualizado Jueves, 29 mayo 2025 - 17:27

El calor sofocante apareció en mitad de la última semana del Giro, la que decidirá el ganador final en Roma, tantos puertos que asustaban. Así que, camino de Cesano Maderno, tan cerquita de Milán, bordeando el lago Como, todos eran conscientes de que era una jornada para tomarse un respiro. Para que llegara la fuga y el pelotón avanzara tranquilo por los poco más de 150 kilómetros de recorrido. Y así fue. Y de ello se aprovechó Nico Denz, gloria para el gregario.

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Bien temprano, casi al tiempo que Juan Ayuso anunciaba su retirada (visiblemente afectado su ojo derecho por la picadura de una avispa en la etapa del miércoles) se formó un numerosísimo grupo de aventureros entre los que iban incluidos casi todos los sprinters que aún resisten en la Corsa Rosa (Kaden Groves, Pedersen, Van Aert, Godon, Ulissi...). Que alcanzaron tal renta que supieron que entre ellos estaba el ganador.

Pero eran tantos que se hizo lo que popularmente se llama 'la fuga de la fuga'. Y ahí no estaban los velocistas. 11 de los 33 (faltaba el único español, Jon Barrenetxea, del Movistar) se fueron hacia el circuito final, ya sin cotas de montaña, lanzados a la gloria. Que fue para la potencia del rodador alemán Nico Denz.

Que se fugó de la fuga de la fuga con un ataque sin respuesta a falta de 19 kilómetros. Una ventaja en aumento mientras el resto se miraba. El veterano ciclista del Bora Red Bull se apuntó a su palmarés la primera llegada de la historia en Cesano Maderno. Y es la tercera en su carrera, pues en 2023 ganó dos en tres días en la Corsa Rosa, en Rivoli primero y en Cassano Magnago después. A más de un minuto, Mirco Maestri fue segundo. El pelotón, completamente relajado, llegó a 13:51, sin cambios en la general.

La tregua se acabó. Este viernes, entre Biella y Champoluc, cinco puertos. Y el sábado, entre Verrés y Sestriere, el más difícil todavía, el temible Colle delle Finestre y meta en Sestriere, rampas en las que se decidirá el ganador final entre Del Toro, Carapaz, Simon Yates...

La última desgracia de Ayuso, una picadura de avispa, le hace abandonar el Giro maldito: “No puedo ver por el ojo derecho”

Actualizado Jueves, 29 mayo 2025 - 16:43

Como si no hubiera desgracia que no acuda sola, a Juan Ayuso le han perseguido tantas en su primer Giro de Italia que no le ha quedado otra que abandonar. Pese a su empeño. Ya lejos sus opciones de optar a la general, únicamente centrado en recuperarse físicamente para ayudar a su compañero Isaac del Toro en la conquista final del rosa, un picadura de avispa durante la etapa del miércoles camino de Bormio ha acabado por arruinarlo todo.

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En la salida de Morbegno, ya el calor presente, Juan se quitaba las gafas para mostrar su aspecto. "En la etapa me picó una avispa o abejorro, me entró en el casco. No puedo ver por el ojo derecho. Quiero intentar estar para el equipo, pero me han dicho que no saliera. He querido probar", aseguraba en declaraciones a Eurosport en la zona mixta.

Sin embargo, a los pocos kilómetros del inicio, se anunció su retirada definitiva.

El miércoles había optado por ni disputar con los mejores la etapa que ascendía el Paso Tonale y el Mortirolo y en la que se impuso el líder Del Toro. Perdió casi 36 minutos, en busca del respiro para su rodilla que le hiciera reencontrarse para las dos etapas clave de viernes y sábado. Pero siguió padeciendo. La avispa le produjo hasta tres picotazos en el rostro y la hinchazón era preocupante.

Es la segunda grande que el corredor del UAE se ve obligado a abandonar. Tercero en su primera Vuelta con 19 años y cuarto en la siguiente, Ayuso dijo adiós al pasado Tour afectador por covid. En el presente Giro Juan se retira con dos caídas -estaba en el puesto 26 de la general a 49 minutos ya de su compañero mexicano- pero también con el gran triunfo de etapa en Tagliacozzo.

Del Toro renace y vence en Bormio tras un memorable descenso

Actualizado Miércoles, 28 mayo 2025 - 19:01

Giro sin tregua en las cumbres de los Dolomitas. Después del hundimiento de Juan Ayuso en Santa Bárbara y de las debilidades mostradas por Isaac del Toro en el ascenso a San Valentino, este miércoles continuó un nuevo y electrizante capítulo de esta espléndida Corsa Rosa. El mexicano, vestido de rosa (como Pogacar hace un año), se anotó su primer triunfo en un enorme ejercicio de coraje. Memorable su descenso en el puerto de Le Motte, donde derrotó a todos los enemigos que pretenden desbancarle de la primera plaza del podio.

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Una victoria en una etapa en la que se ascendieron Tonale y Mortirolo, dos icónicos escenarios, en otra jornada de desgaste y eliminación. El italiano Antonio Tiberi fue el principal damnificado del día.

La nueva cita alpina, como era previsible, arrancó con otra macro fuga de 25 integrantes, entre ellos se colaron nombres de primer nivel, como Pello Bilbao, Dani Martínez, McNulty, Vacek, Bardet y lo que era más relevante, la presencia de tres corredores del Visma del Simon Yates: Kelderman, Kruijswijk y Lemmen. Una planificada escapada bidón para que Yates enlazara con ellos.

En el Passo Tonale, la ventaja de los fugados era de 3.40 sobre un pelotón en el que UAE no gobernó como en anteriores citas. Juan Ayuso, a su ritmo, se desentendió del grupo desde la misma salida de la etapa, Jay Vine abandonó. Con ese panorama, el Ineos de Egan Bernal asumió la responsabilidad de caza. En las primeras rampas del Mortirolo, Antonio Tiberi perdió contacto con el grupo de los mejores.

Por delante, apretaba el portugués Eulálio, que tuvo el honor de coronar primero el Mortirolo, puerto en el que Richard Carapaz volvió a desafiar al Del Toro con un ataque a falta de dos kilómetros para la cima y lograr una renta de 12 segundos, a 2.38 de los escapados. Todos iban con las orejas tiesas en el peligroso descenso camino de Bormio.

El ecuatoriano contactó con su compañero Steinhauser en el llano y intentó estirar la ventaja antes del último puerto de la jornada, Le Motte, de tercera categoría. Esfuerzo inútil del líder del grupo EF Education, con 1.50 para los escapados. A dos kilómetros de la cima saltó de Del Toro y tras él apareció Carapaz, ambos a la captura de Bardet, el único superviviente de la fuga.

En la cima, el líder logró un puñado de segundos, que aumentaron en el descenso, con unas trazadas soberbias, ganando segundos en cada curva. En el último kilómetro, el líder volvió a acelerar para desprenderse del ecuatoriano y del francés, que llegaron tres segundos después a la meta. A 15 segundos entró Simon Yates. El líder no ganó mucho tiempo, lo importante es el mensaje de confianza lanzado a todos aquellos que dudaban de sus condiciones.

"Quería imaginarme esto. Es realmente bueno. Este Giro está siendo increíble. Nunca me rendí, traté de estar un paso por delante. Siempre corro sin tener nada que perder. Hoy no fue más fácil que ayer, pero tuve una gran mentalidad", comentó el mexicano, más líder, después.

Este jueves, prosigue la ronda con una etapa de 140 kilómetros entre Morbegno y Cesano Maderno, con una primera parte con toboganes y una segunda de descenso. Día propicio para las escapadas.